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Los Tallanes. Desde la perspectiva de Reynaldo Moya Espinoza (historiador) (página 4)



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Partes: 1, , 3, 4

 

Las chaquiras y los spondylus. 

En excavaciones que se han hecho en diversos lugares
del Perú, pero sobre todo en el territorio
tallán, se han encontrado primorosos collares
confeccionados con pequeñas cuentas de
color rojo,
coral, rosado y blanco, al que llaman
chaquiras. 

La confección de collares y pulseras de
chaquiras fue una de las principales actividades de los
tallanes.
Como materia
prima utilizaban una caracola llamada Spondylus o Mullu de
las que habían varias variedades. Se trata de una concha
grande que vivía en las profundidades de las aguas
cálidas de la costa norte a partir del litoral
ecuatoriano, generalmente pegada a las rocas.
También en Punta Pariñas en la actual provincia
de Talara había un banco. Expertos
buceadores, las arrancaban de las rocas y los cambios bruscos
de presión,
actuaba negativamente sobre su salud, pero los tallanes
los consideraban personajes meritorios. 

La spondylus princeps que existía en Ecuador era
de color rojo coral y las llamaban conchas rojas. Se
encontraban pegadas a las rocas a 10 ó 15 metros de
profundidad. La concha Spondylus Calcifer, se encontraba en
Pariñas entre 5 y 10 metros de profundidad. La spondylus
pictorum era de las más usadas. Los tallanes, para
lograr las caracolas se remontaban hasta las costas
colombianas, y luego comercializaban con las
chaquiras. 

Los spondylus triturados era conocido como Mullu. Esta
labor eran realizadas por las mujeres tallanes en batanes y con
grandes piedras de moler, como las que se usaban en los hogares
piuranos hasta mediados del mil novecientos. Tanto el mullu
como las chaquiras eran también utilizadas en ceremonias
del culto. 

El cronista Sarmiento de Gamboa, decía: "Las
conchas coloradas que estos naturales estimaban entonces
más que la plata y el oro". Las
conchas tenían unas protuberancias o espinas que era las
que utilizaban para hacer las chaquiras. Los Chimús y
los Incas
utilizaron las conchas spondylus, para hacer incrustaciones en
sus joyas. El hecho de haber sido utilizadas como adorno y
para ritos religiosos y funerarios en todo el Imperio, da una
medida del intenso comercio
marítimo desarrollado por los tallanes que fueron los
que trajeron esas conchas, desde tiempos inmemoriales. Fue en
esas primeras épocas, cuando posiblemente los tallanes
hacían sacrificios humanos, que se usaron estas
caracolas. 

Una variedad de estas caracolas fue el Strombus
Galeatus que se traía de Colombia y se
usaban en todo el Imperio de los Incas como trompeta de
guerra para
dar avisos. Era el pututu, que usaron también los
tallanes pero que los Incas más tarde se lo prohibieron.
Los Incas y también los sacerdotes del Cuzco,
comían la carne de los spondylus, sobre todo en las
grandes fiestas o en ceremonias del culto. Por el sistema de
chaquis, y guardados en depósitos especiales, las
caracolas llegan vivas al Cuzco. 

Al mullu lo usaban para espolvorear la ruta que iba a
seguir el Sumo Sacerdote para ir al altar o para cubrir el
recorrido del Inca para llegar al sitio de honor. A los
spondylus en su forma natural, o molidos bajo la forma de
mullu, se les suponían poderes sobrenaturales, capaces
de producir lluvia, evitar sequías, curar enfermedades y hasta ser
útiles después de muerto, porque en muchas tumbas
han sido encontrados. Entre el pueblo, se usaban trozos de
mullu como amuletos. En el imperio se conocía a estas
conchas como hijas del mar. 

Sobre los intercambios de mercaderías que se
hacia entre los tallanes y los pescadores del litoral
ecuatoriano, el cronista Fernández de Oviedo, dice: "Por
el Spondylus dan todo el oro, la plata y la ropa que traen de
rescate como objeto importante de comercio". Los poseedores de
spondylus, chaquiras y mullu, eran considerados como
ricos. 

De tanto ser utilizados para facilitar el trueque
llegaron a convertirse en una especie de moneda, y por lo tanto
su tenencia daba poder
económico

La pesca. 

Los antiguos peruanos, sobre todo los que vivieron
cerca al mar, tuvieron en las conchas, mariscos y peces su
principal alimentación

Eso los convirtió en pueblos de pescadores,
desde los tiempos remotos, aun antes de conocer la agricultura.
 

Con el correr de los tiempos y aun cuando fue
progresando en cultura y
diversificando si alimentación, el antiguo poblador de
Piura, nunca dejó el mar y más bien se
convirtió en un dominador de todos sus secretos.
 

Illescas fue un pueblo de pescadores en su
asentamiento, cuando aún no conocían la cerámica. León Kostritsky en su
obra "Hallazgos Arqueológicos que demuestran la
existencia de un antiguo pueblo pescador" editada en Lima en
1955, habla de una extensa y sorprendente ciudad
arqueológica, situada en la parte occidental de la
península de Illescas. En este lugar se han encontrado
restos de redes y tejidos, pero
no de arcilla. Las redes son de dos clases; unas que tienen la
malla asegurada por nudos fijos y otras con enlaces corredizos.
Las redes estaban teñidas de diversos colores, siendo
asombrosos que ni el agua del
mar, ni el tiempo, los
haya desvanecido.      

Federico Engel, en "Algunos datos con
referencia a los sitios pre-cerámicos de la costa
peruana", (editado en Lima en 1558), asegura haber descubierto
en Talara en pleno tablazo, en donde muchos milenios pasados
existiera una extensa laguna frente a Negritos, extensos
bancos de
conchas que sirvieron de alimento a primitivos pobladores,
entre los cuales habían redes de pescar y algo que
parecía pesas para redes. Este hallazgo al cual ha hecho
frecuente referencia el arqueólogo alemán
Horkheimer, corresponden a una época muy antigua, cuando
un hombre
piurano, no conocía la cerámica, y ni siguiera
utilizaba el algodón –que crecía al
natural– para hacer sus vestidos, pero sí para
hacer sus redes. Se duda que hubiera fabricado en esos tiempos
algunas baleas, para utiliza las redes, pero de lo que
sí puede asegurarse es que utilizaban a la calabaza como
flotadores para suspender un extremo de la red, mientras con pesas
sumergían el otro extremo. De ese modo atrapaban peces
de superficie. Hallazgos similares se han logrado en la bocana
del río
Chira.          

Con el correr del tiempo, aparece el anzuelo de hueso
o de madera dura,
lo mismo que los arpones y las balsas. El aporte de nuevos
inmigrantes llegados por mar al suelo piurano,
no sólo contribuyó a crear un hombre nuevo
con rasgos étnicos muy propios que fue el tallán,
sino que también sumó sus conocimientos sobre la
pesca y el arte de la
navegación, a los que ya habían logrado los
antiguos residentes.     

La importancia del mar entre la gente de la costa,
comprendida Piura, en ella, se puede apreciar que en el hecho
de que fue deidificado y se le llamó
Ni. 

Pero hay que advertir, que para la pesca, los tallanes
utilizaron posteriormente balsas pequeñas, con las que
penetraban sin embargo profundamente en el mar, dejando las
grandes para la navegación. 

En 1528 al finalizar Pizarro su segundo viaje,
recorrió por primera vez la costa peruana hasta Santa, y
por todas partes encontró que de los pueblos le
salían a recibir gran número de balseros y lo
mismo los encontraba en el mar, entregados a las labores de
pesca. Pizarro no sólo bajó en la costa de
Lambayeque para atender a la cordial invitación de la
Capullana, sino que también lo hizo en la costa piurana
a la altura de Cabo Blanco, para tomar posesión de la
región en nombre del rey y evitar que otro se le
adelantase. Este hecho histórico que fue en Mayo de
1528, representa la primera vez que el conquistador pone sus
plantas en
tierra
piurana. El desembarco lo hizo en balsa ayudado por los indios
paiteños, pero como no estaban acostumbrados a los
bruscos movimientos de ese medio de transporte,
por poco pierden el equilibrio,
pero no pudo evitar el perder su espada. Algunos cronistas
aseguran que la capullana fue la de
Pariñas. 

Cuando en el siglo XVII en plena colonia el corsario
inglés Dampier llegó a Payta, en
1683, pudo observar la pericia de los hombres del puerto en la
navegación y por eso años más tarde al
escribir sus memorias,
diría: "los indios de Colán son todos pescadores.
Pescan en el mar en embarcaciones hechas con troncos de
árbol". 

Los tallanes no sólo pescaron para su propia
alimentación, sino también para industrializar el
pecado y para comerciar con él. 

El pescado que no utilizaban, lo salaban, secaban y
ahumaban. De esa forma podían enviarlo a la sierra del
Ecuador y del resto del Perú. Es decir, que la pericia
que ahora tiene para conservar el pescado, data de
milenios.        
 

Luis Valcárcel, en "Historia del Perú
Antiguo", asegura que de acuerdo a la leyenda de Viracocha,
éste al llegar al mar, enseñó a los
pueblos de Paita, Tumbes, la Puná y Puerto Viejo, el uso
de la red y las técnicas
de la pesca.   

Pero el mar no sólo les dio alimento bajo la
forma de peces y animales
marinos como los lobos de mar, o de mariscos; sino que
también los proveyó de abundantes perlas. Los
indios conservaron como un gran secreto el lugar de los
asientos perleros y con el tiempo al morir ellos, se fue
perdiendo noticias de
su ubicación. Habían muchas perlas en Panamá,
Ecuador y la costa de Piura-Tumbes. 

Inca Yupanqui, al llegar al territorio tallán
pudo comprobar la gran abundancia de perlas que se
extraían del litoral, pero prohibió su pesca por
que los hombres tenían que zambullirse, con gran
riesgo de su
vida y enfrentar a peligrosos animales del océano que
los atacaban, como los tiburones, las tintoreras y la mantas.
Los españoles restablecieron la industria de
la extracción de perlas y la explotación del
nacar, pero en lugar de indios utilizaron a los negros que eran
mejor nadadores y zambullidores que los blancos. Juan Salinas
de Loyola, en las últimas décadas del siglo XVI
se refiere a estos ricos bancos de perlas. Los cronistas Cobo y
Acosta a su vez hacen conocer el peligro que enfrentaban los
negros al sumergirse en el mar, en donde gigantescas mantas los
comprimían contra las roca o contra el fondo. Muchas
veces, se producían una gran tragedia debajo de las
aguas, cuando el negro nadador hacía frente a las mantas
cuchillo en mano y a veces resultaba ganador. 

Dice Juan Salinas de Loyola, "hánse hallado
muchas señales de que las costas  -de cabo
Blanco, Puná, Tumbes, Punta Aguja y Paita– de
haber habido pesquerías de perlas, lo cual han tenido
ocultando los naturales después que los españoles
entraron en la tierra y
no se han podido saber ciertamente y las muestran han sido en
las huacas y enterramientos que se han descubierto, haber
hallado mucha cantidad de perlas de muchos grandor y
riqueza

La navegación.  

La navegación supone el uso y construcción de embarcaciones. Se inicia
con la balsa, pero hay que suponer que ésta no aparece
en forma brusca en el panorama histórico de la costa
tallán. 

Nos referimos a la costa tallán en particular y
no a toda la región yunga, por que ha sido en Piura,
Tumbe y Ecuador, en donde la navegación pre-incaica
alcanzó el más alto grado de desarrollo

En la etapa pre-cerámica, la relación
del hombre con el mar, fue la de un simple recolector. Sin
necesidad de penetrar en el mar, este le arrojaba a la playa
conchas y mariscos, o peces de los llamados de peña. Lo
que ha constituido un misterio es que esos restos de conchales
muy antiguos se han encontrado también trozos de lobos
marinos, que han servido de alimento a los hombres primitivos
del departamento.   

El hombre fue primero pescador y más tarde
navegante. También aprendió a nadar y a
zambullirse. Tanto el río Guayas, como el Tumbes y el
Chira, arrastran hacia el mar, numerosos trocos de árboles en los tiempos de grandes
avenidas. Esos troncos son como inmensos flotadores y
resultaron sin duda alguna una invitación para el hombre
primitivo que los veía cruzar desde las playas o en las
bocanas de los ríos. Se tuvo que acercar a ellos y luego
trepar y avanzar a horcajadas, avanzando bajo el ímpetu
de la corriente, comprobando que no se hundían bajo el
peso. Es así como tienen que haberse iniciado en el arte
de navegar, sobre un solo tronco. Lo que al principio fue un
acto fruto de la casualidad, con el tiempo se convirtió
en intencional y se libró a los árboles de las
ramas que frenaban su avance, dejando sólo e tronco.
También por acción casual tienen que haber observado
cuando a veces se juntaban varios troncos y la conveniencia que
así fuera, surgiendo la idea de amarrarlos, naciendo de
esa manera la balsa de sólo dos troncos, sobre los
cuales el tripulante podía ir precariamente sentado, y
no cabalgando. 

Pero, aun cuando lo predominante fue el uso de
troncos, para hacer balsas, no se descarta, el empleo del
junco para balsas destinadas a la pesca. Es decir, que no
sólo los mochicas utilizaron ese medio de
navegación, sino también los tallanes. Por eso
el  cronista Oviedo dice: "Las balsas se usan desde el
río Chira, hasta la parte austral y son de
juncos". 

En la Relación de Sámano-Xerez, hay una
amplia referencia sobre las balsas de troncos. Dice el
cronista, refiriéndose al navío que las naves
españolas encontraron un poco más debajo de la
línea equinoccial, lo siguiente: "Este navío que
digo que tomó, tenía parecer de cabida hasta
treinta toneles, era hecho por el plan y quilla,
de unas cañas tan gruesas como  postes
(¿cañas de Guayaquil?) ligadas con sogas de uno
de otro, que dicen henequén, que es como cañamo,
y los altos de otras cañas más delgadas, ligadas
con las dichas sogas, a do venían sus personas y
mercaderías en enjuto por que lo bajo se bañaba;
traían  sus mástiles y antenas de muy
fina madera y velas de algodón del mismo talle, de
manera que los nuevos navíos y una buena jarcia del
dicho henequén, que digo que es como cañamo, y
una potales por anclas a manera de muelas de
barbero".       
          

Gutiérrez de Santa Clara, el cronista que dice
que los yungas eran sucios y andaban desnudos, al mencionar las
balsas expresa: "Los indios de Payta, de Puerto Viejo de Tumbes
y de la isla Apuna (sic), navegaban haciendo uso de unas balsas
de madera liviana y seca y de cañas con unas velas
latinas triangulares y timón en la popa; hacen uso de
ellas para pescar entrando mar afuera más de cuatro
leguas con las velas aprovechando el viento". Agrega el
cronista que era costumbre de los pescadores arrancar los ojos
de los primeros peces y comérselos en la creencia que si
no lo hacen, les faltará la pesca. La practicaban con
redes largas, con arpones, con varas tostadas y después
del medio día aprovechando el viento contrario a la
marea, se vuelven a tierra con las velas tendidas.
También cuenta la leyenda de que Viracocha
enseñó a pescar a los hombres de la
costa.   

  El relato anterior, muestra que los
pueblos pescadores de  Piura, supieron
aprovechar la fuerza del
viento, de las mareas y de las corrientes marinas, no
sólo para penetrar mar adentro, sino
también para llegar a Panamá por el Norte y a
Chan Chan por el Sur. Las grandes balsas y las velas
recién se usaron en tiempo de los
tallanes. 

El corsario Guillermo Dampier que estuvo en Paita en
1683, al escribir sus Memorias años más tarde,
deja conocer su asombro por la pericia marinera de los indios
de Colán y de la forma como manejan sus
balsas. 

Dice Dampier, "Si la embarcación se usa para la
pesca, será solamente construida de tres o cuatro
troncos de madera liviana, de siete a ocho pies de largo,
colocando unos cerca a los otros y ligados por medio de otros
troncos colocados a través, fuertemente atados con
cuerdas de bejucos. Estos troncos están dispuestos de
tal manera que los del centro son más largos que los de
los lados, principalmente en la proa, formando así una
punta para cortar mejor el agua".
Construyen otras embarcaciones para transportar
mercancías. Están  formadas por veinte o
treinta maderos de 20, 30 ó 40 pies de largo amarrados
de la misma forma arriba descrita y con el mismo perfil, o sea
con proa proyectada hacia delante. Sobre estos trancos cruzan
otros más pequeños, también fuertemente
amarrados, entre sí como los de
abajo. Este doble juego de
maderos forma la plataforma de la embarcación, la cual
es de considerables dimensiones. Sobre esta plataforma se
levanta la casa, de cerca de diez pies, con hileras de troncos
parados, los cuales soportan uno o dos pisos". 

"Entre las dos plataformas se acomoda el lastre de
piedras y de ese modo la balsa navega medio sumergida. El
segundo piso de la cámara está totalmente libre
de la acción del agua y allí se ponen
generalmente alimentos que
se pueden descomponer por la humedad. En la popa hay lugar para
el timonel y la cocina. De un gran mástil pende una vela
de apreciable dimensión". Para Dampier, las balsas
impulsadas por el viento de sur a norte, pueden ir a
Panamá pero no pueden regresar igual. Estas baleas
pueden transportar mercadería hasta por 70 toneladas. La
narración de Dampier es reproducida por Hermann Buse, en
Época Prehistórica, , de Historia Marítima
del Perú.  

A despecho del avance tecnológico en la
navegación, hasta 1930 habían en Payta,
Colán y Sechura, gran cantidad de balsillas. El
arqueólogo Bruning, estudió eso en el citado
año y aseguraba que pescadores sechuranos al igual que
de Pimentel y San José iban hasta las islas de Lobos en
esas balsillas. De igual manera Clinton Edwards estudió
las balsillas de Paita, y de un serie de pequeños
caseríos portuarios ubicados al sur. Dice Edwards que
los pecadores son gentes sumamente pobres que viven en
condiciones infra-humanas y en chozas miserables. Relata su
dura vida llena de peligros y como al atardecer van llegando en
gran número las balsillas tripuladas por un solo hombre.
Luego manifiesta Edwards: "De pronto  sin embargo, este
ambiente del
pasado es roto, por la llegada bulliciosa de un camión
de Sullana o Piura, para recoger el pescado salado. Uno se ve
obligado a recordar que a pesar de su apariencia primitiva,
esta pesca está destinada a la distribución moderna del producto".    
 

Con relación al número de tripulantes de
la balsa que el piloto Ruiz avistó en el segundo viaje
de Pizarro, los cronistas no están de acuerdo, pero
sí,  de que habían algunas mujeres. Tampoco
hay unanimidad de criterio con relación a su
procedencia. En base a la Relación de 
Sámano-Xerez, algunos historiadores como el ecuatoriano
Emilio Estrada y también don Julio Tello, dicen que
procedía de Salango: pero la mayoría de
historiadores, afirman que era de Tumbes entre ellos Luis
Valcárcel, Porras Barrenechea, Gustavo Pons Muzzo,
Rubén Vargas Ugarte, Clemente Marakan y Hermann Buse.
 

El comercio entre los
tallanes.
 

A diferencia de otros pueblos de la costa, los
tallanes no sólo hicieron el comercio por tierra, sino
que se aventuraron a largas distancias en el
mar. 

Fueron los tallanes, los mejores marinos del
Perú y esa tradición se ha conservado en Sechura
y Colán. 

Mientras los tallanes fueron libres o estuvieron
subordinados al Gran Chimú, comerciaron con quien
quisieron. Había lo que podríamos llamar libre comercio.
Pero cuando fueron sometidos a los incas, se implantaron
regulaciones. 

Antes de incorporarse el pueblo tallán al
Imperio Inca, el comercio fue predominantemente
marítimo, pero más tarde prosperó mucho al
arriaraje, cuando los incas introdujeron en gran escuela la
llamas. 

Cuando Candia desembarcó en Tumbes, se
admiró que en su mercado,
hubiera tanto movimiento
comercial y que tropillas de llamas salieran e ingresaran
cargadas de mercadería. 

Los tallanes, más que con los pueblos del sur,
mantuvieron un intenso comercio marítimo con los pueblos
de la costa ecuatoriana, habiéndose aventurado con sus
balsas no menos eximios marinos ecuatorianos de la
región de Mantas.  

Los tallanes que eran grandes orfebres, necesitaban
oro para hacer sus primorosos trabajos de metal y eso lo
conseguían en la costa de Chocó y del interior,
en el Imperio del Tahuantinsuyo. Las esmeraldas también
las solicitaban de Colombia. A cambio
entregaban tejidos de lana, y piezas hechas de oro y cobre. A los
pobladores de la sierra llevaban pescado, sal y ropa de
algodón y en cambio recibían tejidos de
lana.    

Cuando recién se iniciaba la conquista del
Perú y el piloto Bartolomé Ruiz capturó en
la travesía de Panamá a Tumbes una gran balsa con
vela, con capacidad para 30 toneladas de carga, tripulada por
veinte hombres, comprobó que en la carga habían
muchas piezas primorosamente confeccionadas en oro y plata para
adorno personal, como
diademas, coronas, brazales, cintos, petos, cascabeles, sartas
de cuentas, tazas y vasijas de fina cerámica, mantas y
ropa de algodón de diversos colores, con bellos
bordados. Todo eso era producto del trabajo del
industrioso pueblo tumbesino. Merece mención especial,
ya que causó el asombro de los españoles, que
entre la mercadería encontrase pequeñas balanzas,
de tipo romano, producto de la inventiva
tallán.        
 

Cuando Bartolomé Ruiz capturó la balsa
de la Bahía de San Mateo, se asombró de la gran
vela cuadrada de tipo latino que portaban. Sólo los
tallanes y los manteños usaban estas velas lo que les
permitían navegar largas distancias. Conocían
todos los secretos de las corrientes marinas y de los
vientos.   

La balsa era de regular dimensiones, y construida con
grandes maderos livianos de fácil flotación
amarrados unos con otros con cuerdas de henequén.
También tenían timón de dos
mástiles. Los maderos se amarraban con otro atravesado,
y constituían dos cubiertas, de tal manera que la
mercancía no se malograba con el agua. Estas
embarcaciones eran insumergibles.    

Cuando los españoles vieron a lo lejos la vela,
tuvieron gran pesar pues creyeron que otro europeo se les
había adelantado. Los indios, por su parte fueron presas
de gran temor y 11 de ellos se lanzaron al agua, para
huir.   

De todos ellos, el piloto Ruiz escogió a tres
como los más vivaces para enseñarles el idioma
español y que sirvieran de
intérpretes.A los tres indios capturados se les dio
nuevos nombres. Ellos fueron Francisquillo en homenaje a
Pizarro, Fernandillo en recuerdo del Rey Fernando de
Aragón y Felipillo. De acuerdo a esta versión el
famoso Felipillo sería de Tumbes, pero los demás
cronistas dan opiniones diversas de tal manera que no se conoce
a ciencia
cierta de donde fue tan enigmático como nefasto
personaje. Lo cierto es que fue indio tallán, y como tal
enemigo acérrimo de Atahualpa, al cual contribuyó
a ajusticiar.    
 

El cronista Cómara, dice que Felipillo, fue de
Poechos y en tal sentido hay una casi coincidencia con lo que
manifiesta Cieza de León que asegura era de la costa de
Piura, y que tomado por Pizarro cuando regresaba por mar de
Santa a Panamá. Según otra  versión,
los caciques de Paita o de Tumbes, le entregaron al
conquistador dos muchachos a los que pusieron por nombre
Felipillo y Martinillo. También el cronista
Zárate es de la opinión que Felipillo es de la
desembocadura del Chira. 

En cambio Gutiérrez de Santa Clara, dice que
era de la isla Puná y Huamán Poma asegura que era
de la zona del Guayas o sea indio huancavilca.
 

Eugenio Savoy, demostró en 1969 que en una
balsa de totora como las confeccionadas en la antigüedad
por los mochicas, se podía navegar de Salaverry hasta
Panamá. En efecto, el 15 de Abril partió de ese
puerto y el 25 ya había llegado a Talara, arribando a
Panamá el 26 de Mayo.     
 

Años antes Heyerdaht había cruzado con
la Kon Tiki, una balsa de troncos del tipo tallán, todo
el Pacifico. 

El encuentro que tuviera el piloto español
Bartolomé Ruiz con la gran balsa tumbesina impulsada a
vela, cargada de mercadería muy diversa y valiosa y con
tantos tripulantes, no sólo demuestra lo avanzado que
estaban los tallanes en lo relativo a la navegación,
sino que también demuestra la existencia de un comercio
marítimo de importación y exportación bien organizado. Por eso no
sin razón se ha llamado a los tallanes, los fenicios de
América del Sur. El investigador
alemán Uhle, expresaba que en la balsa, habían
una gran cantidad de conchas de color coral, lo que
significaría que estaba de regreso a
Tumbes. 

Fue por lo tanto el dominio de las
rutas de navegación, lo que impulsó a los
tallanes a navegar hacia el Sur hasta las costas del actual
departamento de Lima y por el norte hasta Panamá. Un
punto donde llegaban con frecuencias eran las costas de
Chocó en el extremo norte de Colombia. Eso explica que
Pizarro llegase a tener en Panamá noticias del rico
imperio de los incas, lo que era conocido entre los indios del
istmo por los balseros tallanes que legaban. El gran navegante
e investigador Heyerdaht, asegura que en tumbas antiguas de
Arica se han encontrado conchas spondylus ¿cómo
llegaron allí? 

Son muchos los historiadores, que aseguran que las
grandes balsas se desarrollaron en tiempos de los tallanes,
pero los habitantes anteriores de la región que
aún no se podían llamar tallanes, también
eran muy buenos marinos y en el siglo II D.C. ya se aventuraban
con balsas menores a navegar por las costas de
Ecuador. 

Para lograr los fines de ese comercio de
exportación, habría que considerar que se
tenía que cumplir con todo un proceso de
hechos económicos bastante complejos, pero perfectamente
sincronizados. Ante todo, los tallanes tenía que
producir o lograr por trueque con  otros lugares, los
artículos que tuvieran demanda en
las poblaciones del litoral de Ecuador y Colombia. Luego el
dueño de la mercadería debía de conectarse
con los balseros, para acordar todo lo relativo al viaje y al
pago de los servicios.

Hay que imaginar la serie de delicadas maniobras para
colocar la mercadería a bordo y asegurarla. Cabe suponer
también que el dueño de la mercadería o su
representante, harían el riesgoso viaje para cuidar el
desembarco de la mercadería en el puerto de destino, y
luego de su traslado al mercado o donde los compradores, que
bien podían estar en alguna región interior. Como
no existía la moneda, todo tuvo que hacerse por trueque.
Por tal motivo lo tallanes tenían que ser cuidadosos de
lo que iban a recibir a cambio, lo que generalmente eran
esmeraldas y conchas Spondylus, Para facilitar el trueque,
usaban balanzas muy semejantes a las que por entonces se usaban
en Europa. Con
las conchas Spondylus de color coral hacían los tallanes
las famosas chaquiras con las que confeccionaban pulseras y
collares, que se han encontrado con profusión en sus
tumbas. Con las esmeraldas, tanto los tallanes, como los
Vicús antes, las usaron para hacer sus primorosas
joyas. 

Cuando los Incas conquistaron a los tallanes, gran
cantidad de conchas Spondylus, se enviaban vivas en recipientes
especiales al Cuzco. El molusco que estaba dentro de las
conchas rojas, era muy apreciado por los Incas, que lo
consumían en contadas ocasiones y las conchas blancas se
usaban en las ceremonias del culto, lo mismo que el Mullu, que
eran las conchas trituradas o reducidas a
polvo. 

Como es lógico suponer, los tallanes no
tenían los instrumentos que usaban los marinos del viejo
mundo, para orientarse en alta mar. Por eso, con mucha
frecuencia navegaban con la tierra a la vista, pero en viajes
largos se aventuraban mar afuera. La segundad de llegar al
sitio deseado, se debía a que habían aprendido a
orientarse por las estrellas, por el sentido de los vientos y
por las corrientes marinas. Eran pues grandes observadores y
los conocimientos adquiridos eran transmitidos de
generación en generación a los del
gremio. 

Con las costas ecuatorianas de Manta (provincia de
Manabí) y Esmeraldas (en la actual frontera con
Colombia), el comercio marítimo con las tallanes fue
intenso. 

Con los mochicas y con los Chimús, el comercio
se hizo por mar y tierra. Cuando los tallanes fueron sometidos
por los incas, se desarrolló el arrieraje. Con grandes
recuas de llamas, llevaban las mercaderías a todas las
partes del imperio. 

Los habitantes de la costa ecuatoriana eran
también expertos y osados navegantes, lo cual hizo
intenso el comercio con los tallanes y mochicas. Es admirable
comprobar, como estos pueblos de la antigüedad se
preocuparan tanto de establecer vínculos comerciales y
de amistad sin
habérseles ocurrido ideas de conquista. 

Los tallanes también tuvieron un intenso
comercio con las poblaciones serranas del sur del Ecuador, como
los huancavilcas, chonos y paltos. De igual modo con sus
vecinos de Ayabaca, los Guayacundos.

El arte de los tallanes. 

Las excavaciones han permitido el hallazgo de gran
cantidad de huacos negros y rojos, en los sitios en donde se
supone ha habido asentamientos humanos. Junto con ellos, hay
abundancia de vasijas para el uso diario.

Estas manifestaciones del arte cerámico,
permiten notar influencia de las culturas ecuatorianas,
pre-mochicas, Mochicas y
Chimú.                              

No obstante que la región de Piura en
ningún momento estuvo sometida al imperio Wari, sin
embrago se han encontrado en el Bajo Piura, algunos ceramios
parecidos a los que se han hallado en Cajamarca y en Chicama y
que corresponden al período del apogeo del Imperio Wari.
La presencia de tales huacos, es sin duda alguna el resultado
del comercio y de la
comunicación de los pueblos tallanes con sus
circunvecinos. Es decir que fueron elaborados  en otros
lugares y traídos a esta
región.    

En el capítulo que se ha dedicado a
Vicús, hay referencias concretas a la cerámica de
los pobladores de esa zona. 

En cuanto al trabajo en metal, los peruanos de esta
región manipularon el oro, la plata y el cobre. Como
todo pueblo antiguo, también llegaron a dominar el
bronce. 

De bronce, no sólo hacían adornos, sino
también azadas pequeñas con mangos de madera para
la agricultura, pectorales para los soldados y armas para la
guerra, como remates para sus mazas o porras. También al
bronce dieron un uso igual.  

Los tallanes llegaron a ser muy buenos orfebres,
posiblemente por haber recibido la técnica, para el
tratamiento del oro y de la plata, de los Chimús que
fueron los mejores joyeros del antiguos Perú, por cuyo
motivo los Incas llevaron a muchos de esos artesanos al
Cuzco. 

Aun cuando, en muchos lugares del departamento se han
encontrado platos y vasos de oro, hay que recalcar que 
fue en Frías en donde se realizaron los mejores
trabajos. Las joyas, las combinaban con perlas, con esmeraldas
y con turquesas. Ya se ha dicho de donde obtenían los
tallanes las perlas. En cuanto a las esmeraldas, ellas
abundaban en las zonas costeras ecuatorianas de Puerto Viejo y
de Mantas, de donde se lograban mediante el intenso trueque
existente. El oro, lo obtenían los tallanes del comercio
que hacían con los habitantes de la sierra. En Sechura
extraían perlas negras.    
 

En la talla de la madera no sobresalieron los antiguos
piuranos, posiblemente a causa que la mayoría de las
madera, sobre todo el algarrobo que dominaba el paisaje
antiguo, al igual que el de ahora, no se presta para el
desarrollo del arte del tallado por su dureza y naturaleza
rugosa y fibrosa. 

Los primeros piuranos utilizaron el algodón
cuando este crecía en forma espontánea y con su
fibra construyeron redes. Posteriormente lo cultivaron, y
aprendieron el arte e industria del hilado, en que
sobresalieron, para posteriormente avanzar en el arte del
tejido. Como el clima era
cálido, utilizaron en la costa el algodón para
hacer sus telas, que también les servio para construir
velas de sus barcos. En la sierra, usaron la lana de la llama,
de la alpaca y del guanaco para hacer sus telas, arte que
según Garcilaso Inca de la Vega, les fue enseñado
por los Incas cuando fueron conquistados. Los vestidos de la
gente principal de la costa estaban adornados con bordados de
lanas de colores, sobre todo en las orlas de las mangas y de
las faldas o
faldones               
 

En arquitectura no
pudieron demostrar mayor técnica ni iniciativa, por que
las viviendas fueron sin duda algunas de caña y barro,
como lo son las actuales de los campesinos. Se han encontrado
muchos cementerios, huacas y vestigios de asentamientos
humanos, pero no de viviendas, lo cual muestra la precariedad
de las mismas. En la costa no hay restos de ciudades, como en
otros lugares y el adobe se utilizó en tiempo de los
Incas para levantar templos para el sol,
fortalezas, mansiones para las escogidas y en algunos lugares,
palacios para el Inca o los grandes dignatarios del Imperio. En
la sierra, se utilizó la piedra y de eso quedan restos.
De los poblados de Poechos que parece fue una de la más
importante población –y no una ciudad en el
exacto sentido de la palabra– del valle del Chira, que es
mencionado por los cronistas, no queda ningún rastro y
hasta su fortaleza permanece aparentemente desconocida de
nuestras miradas. 

La guerra. 

Cieza de León en la crónica del
Perú dice: "En los tiempos pasados, unos indios de
éstos tenían con otros sus guerras y
contiendas, según ellos dicen y por cosas livianas se
mataban, tomándose las mujeres y aun afirman que andaban
desnudos y que algunos de ellos comían carne humana,
pareciéndose en esto y en otras cosas a los de
Popayán". Esta referencia del cronista es a los indios
de Huancabamba antes de ser conquistados por los
Incas. 

Los tallanes de Tumbes  fueron gente muy
belicosa y constantemente estaban en pie de guerra con los
indios de la Isla Puná, pero a decir verdad, los que
más comúnmente tomaban la iniciativa en esta
guerra, fueron los isleños.  

Los tallanes de los valles del Piura y del Chira, no
fueron propiamente conquistadores y como tal no
disponían de ejercito en el sentido de la palabra, y de
acuerdo a la época, como los tuvieron los Chimús
y los Incas. Sin embargo si disponían de bandas armadas
en las constantes luchas intestinas que tenían entre
sí.    

La comprobación de que disponían de
armas de guerra, prueba que había gente armada y la
representación de ceramios con prisioneros atados de las
manos y en actitud
humilde y de sometimiento de hombres en cuclillas, nos dice a
las claras de que existieron prisioneros y por los tanto
guerras.   

Las guerras se las hacían indudablemente entre
ellos, y serían de corta duración por que
ningún régulo llegó a imponerse a los
demás para crear un estado sobre
toda el área geográfica de los departamentos de
Piura y Tumbes.    

Si se habla que el Imperio Chimú abarcaba desde
Tumbes por el norte, eso no significa en modo alguno que hubo
una  guerra de conquista en el sentido exacto de la
palabra. Fueron  simplemente  choques
esporádicos y una sistemática  
infiltración que terminó en  el
reconocimiento como Señor del Chimú-Capac, lo
cual bien pudo conseguirse por negociaciones, y compulsadas la
ventajas que en cuanto a comercio, y contribución
técnica podrían lograr; les resultó
entonces más ventajosa la amistad del gran señor
del Sur. Si a todo eso se agrega que los tallanes conservaban
su autonomía, su religión, lengua y
costumbres, entonces los reyezuelos de los valles del Chira,
del Tumbes y del Piura que seguían como tales y se les
reconocía su autoridad
sobre los antiguos vasallos, y nada tenían que
alegra.      

Hay ceramios tallanes que representan guerreros con
una especie de casco en la cabeza, par defenderse y alguna arma
ofensiva que en unos caos es una maza, y en otros un cuchillo
largo que semeja una espada. También hay algunos, que
posiblemente se trate de oficiales o jefes de grupos armados,
que tienen pectorales. En esto se parecían a los
Vicús. 

Se han encontrado numeroso cabezas de porras o
macanas, fabricadas de cobre que semejan estrellas o discos,
que colocaban en entremos de palos de madera muy dura. 
También hachas, para el trabajo y
para la guerra. Los prisioneros eran sin duda alguna
convertidos en esclavos, cuando no entregados para
sacrificarlos a los
dioses.      

Pese al gran ejercito que tenían los Incas y a
lo afirmado por Gracilazo de la Vega; los tallanes del medio
Piura y del Bajo Chira, resistieron a los 40.000 hombres de
Huayna Capac. Cuando Pizarro llegó a Pabur, el curaca,
le dijo que el Cuzco Viejo había quemado 20 pueblos. Los
curacas de Amotape, Payta y Colán resistieron ferozmente
y en venganza, el Inca formó con el corazón
de cinco mil vencidos una pirámide. Por eso,
posteriormente, el nuevo curaca de Amotape, guardó
eterno rencor a los del Cuzco, y más tarde se
plegó al bando del usurpador Atahualpa. Los tallanes
antes del imperio, no usaron ni arcos, ni dardos arrojadizos
porque no los representan en los ceramios. 

Atahualpa, quiso vengarse de la adhesión de la
y mayor parte  los tallanes a Huáscar
legítimo sucesor de Huaina-Capac y trató muy
durante a los antiguos piuranos, lo cual no impidió que
muchos principales de estas tierras se pronunciaran a favor del
usurpador, siendo los que más resistieron a los
conquistadores.

Todo lo dicho queda confirmado con el relato del
cronista Santillán, que al referirse al estado en que se
encontraba la costa peruana antes del dominio de ella por los
Incas, expresa: "Cada valle o provincia tenía su curaca
o señor principal o varios otros jefes dependientes de
ellos". 

En la costa sur, cada valle o curacazgo ,
tenia conflictos  con sus vecinos y por esta
causa se afectaba al comercio y la comunicación. Las frecuentes
guazábaras daba como resultado,  que los vencidos
quedaran sujetos a los vencedores y obligados a trabajar en sus
sementeras de maíz,
coca y ají y en el cuidado de sus llamas. De esta suerte
algunos curacas llegaron a someter a varios valles y provincias
como es el caso del Chimú-Capac que
enseñoreóse en la mayor parte de los
yungas.   

Sin duda alguna, que el reino más importante y
organizado que los Incas conquistaron, fue el Imperio
Chimú. Por tal motivo, y para evitar sublevaciones como
la que tuvieron que enfrentar después del primer
sometimiento, prohibieron que los indios de la costa norte
tuvieran armas. Eso fue el motivo por el cual en cierta forma
se explica que los tallanes no pudieran resistirse a los
ejércitos de Atahualpa primero y Pizarro más
tarde, aun cuando a los antiguos piuranos, más les
importaba su autonomía que estar cambiando de
señor. Como la región fue ocupada por
ejércitos incaicos, fueron estos los que se encargaron
de hacer la guerra o de organizar la resistencia.
Los antiguos tallanes no tenían armas arrojadizas y por
eso los combates los hacían cuerpo a cuerpo y fue el
ejercito incaico el que introdujo la honda, el arco y la
flecha, que sin embargo no tuvieron efectividad ante las armas
de los conquistadores.

Las
enfermedades.    

 

Por muchísimos años, para los habitantes
de la sierra, la costa fue un sitio de muerte a
donde sólo se enviaban como castigo, a los que
habían delinquido. Esto sin duda alguna desfavorece la
teoría de que el poblamiento de esta
región yunga haya sido por la llegada masiva de gente de
la sierra. Sin descartar el aporte andino, es posible que la
mayor parte de la primitiva gente costeña llegó
por mar, a cuya orilla se afincó alimentándose al
principio de conchas y mariscos, en una dilatada etapa en que
el hombre fue un simple recolector. 

La costa resultaba un grave riesgo para le gente
serrana, por la existencia del paludismo
que había en sus valles, los que eran por otra 
parte los lugares más propicios para vivir. Los mismos
españoles recibieron el impacto de ese diminuto enemigo
que era el zancudo, que les causó más bajas que
los mismos indios sublevados. Por eso los conquistadores
decían que eran sitios enfermos.  

El mal de ojo. 

El cronista Oviedo dice que los tallanes del Chira,
"andan arrebozados con unas tocas de muchas vueltas,
apareciendo así son las cabezas muy grandes, con
aquellos rebozos y los rapacejos colgados que parecen barbas.
Dichos tocados se usan para preservarse de enfermedades de los
ojos tan generales que cuando se ve venir dos indios, puede
apostarse que uno es tuerto". 

Fray Reginal Lizárraga que visitó a la
segunda sede del gobierno
español en el valle del río Piura, decía:
"era muy enfermiza de accidentes
de ojos, quedando mucho ciegos. Apenas vi en aquella ciudad,
hombre que no fuera tuerto". El mismo cronista afirma que la
enfermedades oculares eran muy comunes en los valles de la
costa y manifiesta su asombro por la gran cantidad que
había de mosquitos, que mortificaban a los vecinos y a
los viajeros. 

El cronista Agustín de Zárate hablando
de la segunda gobernación, manifestaba: "La
región no era muy sana a causa de una enfermedad natural
de la tierra que da en los ojos a los más que por
allí pasan". Luego sigue manifestando que por tal motivo
un gran  número de pobladores, que eran los
tallanes, eran tuertos y los primeros conquistadores se
llegaron a contagiar. Blas de Atianza, el primer alcalde que
hubo en el Perú, estando en la segunda
gobernación quedó casi ciego, lo cual le
obligó a emigrar a Trujillo y lo mismo hizo el
español Antón
Cuadrado, que perdió totalmente la visión. 
    

Al final los mosquitos lame-ojos terminaron por correr
a los españoles de la localidad de Piura, ubicada en el
valle del mismo nombre, obligándolos a trasladarse al
puerto de Payta, que existía desde remotos tiempos y que
luego fue residencia de un buen número de
españoles, los que la habían dado el nombre de
San Francisco de la Buena-Esperanza

El paludismo. 

El valle del Chira, al igual que el de Tumbes, estaba
infectado de zancudos trasmisores del paludismo. Los tallanes,
no obstante su aclimatación de siglos, era un pueblo
palúdico. No se sabe si al llegar los conquistadores
estos indios al igual que en el Ecuador ya utilizaban la
corteza de la cascarilla, que se conservaba como secreto de la
medicina
india y que
sólo se reveló siglos más tarde cuando
enfermó la Condesa de Chinchón, esposa del
Virrey. 

Los españoles menos aclimatados, fueron
fácil presa de los amófeles y muchos enfermaron,
por cuyo motivo no pudieron acompañar a Pizarro en su
viaje a Cajamarca. Pero fueron posteriormente muchos los que
alentados por la sed del oro y sintiéndose mejor,
dejaron el sitio de Tangarará que decían era
insalubre, para seguir a la caravana conquistadora de
Pizarro. 

Cieza de León, que muchos años
después de la fundación, visitó San Miguel
dijo que ella había estado antes en Tangarará, de
donde se pasó por ser sitio enfermo, en donde los
españoles vivían con algunas enfermedades. Cuando
en Mayo de 1534,  visitó Tangarará, otra vez
Almagro con don Pedro de Alvarado, pudo constatar que una gran
cantidad de vecinos se habían trasladado a la localidad
indígena de Piura, en el otro valle, por cuyo motivo
autorizó el traslado de autoridades y vecinos

La verruga. 

En su tercera expedición, los españoles
desembarcaron en la Bahía de Caráquez ubicada en
la costa de la provincia ecuatoriana de Manabí. De
acuerdo a la versión del Cronista Pedro Pizarro,
allí encontraron unos colchones de ceibo, que
utilizaron  los expedicionarios por encontrarse muy
cansados. Pero sucedió que muchos españoles que
en ellos se acostaron amanecían tullidos y sin poder
desdoblar brazos no piernas. Para muchos de los viajeros, la
enfermedad que denominaron la verruga, se debía a esos
colchones.  
    

Según el cronista, la enfermedad era "tan mala
y congojosa que tuvo a mucha gente muy fatigada y trabajaba con
muchos dolores como si estuvieran con bubas, hasta que les
salían grandes verrugas por todo el cuerpo y algunas tan
grandes como huevos y reventando el cuerpo les corría
materia y
sangre
que tenían necesidad de cortárselos y echarse en
la llaga cosas fuertes para sacar la raíz; otras
habían tan maduras como sarampión de que se
hinchían los hombres todo el cuerpo. Pocos se escaparon
que no la tuvieran, auque a unos dio más que a otros.
Otros quisieron decir que se causó esta enfermedad, de
unos pescadores que comieron en la Provincia de Puerto Viejo,
que los indios dieron de malicia".
 

El cronista Anello de Oliva, describe esta enfermedad
de la siguiente manera: "Tubieron (sic) unas rigurosas berrugas
(sic) que como piedras les nacían a muchos de ellos en
la cabeza, por el rostro y por todo el cuerpo, tan grandes y
monstruosas que eran como brevas, que destilando mucha sangre
les causaban intenssimos dolor y un excesivo horror,
lastimándoles cualquiera con que les tocara por
pequeña que fuese. Pusieronse felissimos los deste
contagio, por que unas verrugas colgaban de la frente otras de
las cejas, otras del pico de la nariz, de las barbas y de las
orejas, de suerte que no sabía que hacerse ni remedio
para tan rigurosa enfermedad que solo tenía de alivio la
trisca y burla que los uno hacían a los
otros….murieron muchos y otros sanaron y auque el mal fue
general y corrió por todo el Perú. Con trabajos
tan grandes y enfermedades tan molestas y con muertos de no
pocos compañeros, nunca desmayó don Francisco
Pizarro". 
                  

Garcilaso Inca de la Vega, describe la enfermedad con
las mismas palabras que el anterior cronista y agrega que
él vio en el Cuzco a tres o cuatro españoles con
las mismas enfermedades y que habían sanado. Dice
también Garcilaso, que esa enfermedad no eran antes
conocida acá. 

Todo hace suponer que los indios habían creado
inmunidad en su organismo, y por eso no era atacados y los que
sufrían se les presentaba en forma tan benigna que
pasaba desapercibida. Lo que si es seguro, es que
muchos españoles enfermos con el mal, llegaron no
sólo a Tumbes sino también a Tangarará por
que Pizarro no podía detenerse en sus planes de
conquista, ni tampoco dejar abandonados a sus
compañeros. Alfonso de Mesa, fue uno de los que
llegó enfermo a Tumbes. 

Todos los cronistas mencionan en sus relatos esta
enfermedad. Zárate dice que era peor que las bubas
conocidas en Europa. Para Gómara, era una enfermedad
nueva que no sabían como tratar y por lo cual los
pacientes renegaban de la tierra y de Pizarro. El Conquistador
Jerónimo de Aliaga, decía muchos años
más tarde en 1548, que era una  epidemia. El
cronista Miguel de Estete, hablaba de calenturas (paludismo)
que mataba en 24 horas y de una verruga que le parecían
era como viruela, inutilizando y lisiando a la gente que no
podía ni siquiera buscar su alimento. Creían
muchos, que haber estado en Coaque inmediatamente debajo de la
línea equinoccial, era la causa. 

En la Crónica Rimada de 1538, se asegura que 60
personas murieron por su causa, pero Ruiz Hernández de
Briceño sólo da entre 30 y 40
hombres.          
 

Para muchos la alta mortalidad y complicaciones de la
enfermedad se debió a la presencia simultánea de
la verruga y del paludismo. 

Mucho ha interesado a los modernos investigadores esta
enfermedad y en 1899 Pablo Patrón y Ernesto Odriosola,
se pronunciaron por una forma de verruga, que hoy ya no existe.
Pero Julián Aore, no compartía en 1918 esa
opinión, por que la verruga no es una enfermedad que
pueda matar al paciente en sólo 24 horas de haber
aparecido, ni tiene tan elevado grado de contagiosidad.
Respaldado esta opinión, en 1931 el Dr. Angel Maldonado,
creía era pian o cuchipe, complicado con paludismo.
Raúl Rebagliati en 1940 suponía un ataque
simultáneo de verruga y paludismo. Daniel Mackhenie
opina por una clase de
verruga eruptiva y del mismo criterio es Pedro Weiss, en 1953.
todas estas opiniones figuran en la obra titulada "La medicina
en el descubrimiento y conquista del Perú" de Juan B.
Lastres (año 1956

La viruela

Esta enfermedad se presentó sin duda alguna en
el Perú bajo la forma de grandes epidemias que causaban
gran mortandad.   

Pedro Pizarro cita al Tesorero Riquelne diciendo al
llegar a Tumbes que era tierra pobre y
enferma. 

El cronista Jerez relata que en 1525 cuando Pizarro
recorría por primera vez la costa peruana, ancló
frente a Tumbes, al que encontró muy despoblada a causa
de una gran pestilencia que en ellos dio". Era la viruela que
azotaba al Imperio, y que hizo también presa del Inca
Huayna Capac que se encontraba en el Reino de Quito,
causando presumiblemente su muerte, por cuyo motivo se le
llamó Enfermedad de Huayna Capac. Las huellas de la
viruela se podía apreciar en el rostro de muchos indios
tallanes, que lo tenían picado, es decir habían
quedado "borrados".     
 

La viruela continuó presentándose
durante la época de la Colonia y diezmando a la
población indígena

Otras enfermedades. 

Una dolencia muy extendida en el imperio era la sarna
o roña que en quechua se denomina caracha y que se ha
castellanizado. 

Esta dolencia atacaba por igual a los hombre, como a
los animales es especial a las llamas. Cuando una de estas
era  atacada, de inmediato se la sacrificaba y se
enterraba a la enferma en hoyos profundos. De esa forma
práctica se evitaban las epizootias. 

En los indios de la costa, había mucha de esta
enfermedad, que se propalaban a causa de las bajas condiciones
de higiene en que
se vivía y el poco aseo personal.  

En la zona tallán las dolencias muy frecuentes
eran de tipo estomacal o gastrointestinales a causa del agua
llena de gérmenes. De igual manera existían
muchos indios con parásitos intestinales. La mortalidad
infantil era sumamente elevada, y los niños
morían en gran cantidad antes de los ochos días
por la infección
umbilical.  

Hay muchos huacos que representan a hombres padeciendo
de dolores de muelas, con parálisis facial o con
defectos físicos. 

Algunos aparentes defectos como la falta generalizada
en algunas regiones, de los dientes incisivos, parece que se
debió a un castigo que impuso Huayna Capac a poblaciones
rebeldes.  En los primeros años de la Conquista se
esparció entre los españoles la especie que los
Tallanes tenían en el colondrillo o nuca un
apéndice, que como un dedo les colgaba y que ellos lo
ocultaban con especie de bufanda. 

El cronista Fernández de Oviedo, transmite un
relato del piloto Juan Cabezas, según el cual, en "el
río que llaman de la Pira (Chira) pues a treinta leguas,
e llámanse tallanes, andan arrebozados los hombres con
unas tocas de muchas vueltas, e así traen las cabezas
muy grandes con aquellos rebozos, e a los cabos sus ropacajes
colgados que parecen barbas. Unos dicen que lo hacen por que
diz que tienen en el colodrillo o cogote un rabo de carne tan
grueso o lenguo como el dedo mayor de la mano". La
circunstancia de que los tallanes usaban una prenda de cabeza
parecida al turbante que pocas veces se quitaba, fue lo que
hizo circular la especie, al iniciarse  la conquista, sin
reparar en que los niños andaban sin ropa y no
tenían el tal apéndice.   

Cuando los españoles llegaron a las costas
colombianas y ecuatorianas fueron atacados por el mal de bubas.
 Parece que después en el Perú ya no
sufrieron el mal. Hasta ahora no se ha podido precisar de que
dolencia se trató

Los curanderos y la medicina. 

Como en todo tiempo y lugar, en la región
tallán y en el Imperio de los Incas en general, la
curación de los enfermos estaba ligada con practicas y
ceremonias religiosas. Por tal motivo, muchas veces los
curanderos o hechiceros y brujos, eran también
sacerdotes.

La practica mágica-religiosa, en la medicina,
era lo que se imponía y lógicamente abundaban las
supersticiones, lo cual no  debe llamar la atención, por que los conquistadores,
también eran supersticiosos y muy poco pudieron aportar
en el campo de la medicina científica.  

Los hechiceros, al decir del padre Murúa,
sobaban el cuerpo del enfermo, sobre todo las partes adoloridas
o donde se suponía estaba el mal, con sebo, o con trozos
de cuy, lagartijas o sapos. Esto de pasar batracios sobre
vientres enfermos son prácticas que aún se han
conservado en las zonas campesinas. El que hacía de
hechicero, practicaba una pequeña incisión en el
lugar afectado y chupaba sangre. Luego mostraba al paciente la
sangre malograda, o también piedras o gusanos.
Demás estar decir que de todo se había
proveído anticipadamente al curandero. En la Edad Media,
en Europa y hasta los primeros años de la Edad
Moderna, las sangrías eran muy utilizadas para curar
los males y hasta se usaban sanguijuelas. 

Algunas veces se hacían ofrendas a
los dioses, con las mismas especies que se utilizaban como
remedios, es decir hojas de coca, sebo y restos de carne de
cuy.        
 

Las dolencias podían ser originadas por
diversas causas según el criterio de los hechiceros
tallanes. Así, podía ser ocasionada por otros o
sea estar hechizados, o también ser presa de
espíritus malignos a los que había que extirpar
con prácticas mágicas en uno u otro caso. No se
descartaba  que el paciente estuviera sufriendo por haber
pecado. Como se puede apreciar, no había mayor
diferencia entre las supersticiones de los españoles que
llegaron hasta tener un rey al cual llamaban y suponían
hechizado y  sólo era un demente. 

En algunos casos se utilizaba el maíz que se
molía y el polvo se frotaba en el cuerpo. A las conchas
les atribuían efectos curativos, lo mismo que a las
esmeraldas. En Porto-viejo los indios decían que
tenían escondida una esmeralda de gran tamaño que
tenia efectos maravillosos por lo cual se le adoraba como una
diosa. Los indios se negaron mostrarla a los españoles
porque creían firmemente que al ser tocada por un hombre
blanco se perdía el
mundo.       
 

Se utilizaba muchos brebajes para tratar de curar a
los enfermos. Como es dable suponer, algunos al estar
contraindicados mataban al enfermo, pero en gran cantidad de
casos los sanaban porque se conocía el poder curativo de
muchas yerbas, que se mantenían en secreto de
generación en generación. Entre los Chimús
había la práctica de que cuando un médico
o hechicero dejaba morir a un paciente, era condenado a muerte.
Este uso se extendió a los tallanes, y por tal motivo no
se aventuraban a prácticas que pudieran –en su
criterio– resultar ineficaces. 

Cuando una dolencia era causada por un hechizo, es
decir era un "daño", se tenía que lograr
descubrir el contra-hechizo. Esto, dividió a los brujos
como hasta ahora en blancos o buenos y en malos. El hechizar a
una persona era
sancionado en la época del Imperio con la pena de
muerte, que muchas veces se extendía a la familia
del hechicero para extirpar de raíz la práctica.
 

Era casi una costumbre, que al iniciarse  la
curación de un enfermo se hiciera ofrendas a loa dioses
para tenerlos favorablemente. En algunas circunstancias era
necesario purificar el ambiente, ya sea con aspersiones de
líquido o sahumando. En otras oportunidades la
purificación tenia que hacerse al enfermo, al que se
llevaba al río más próximo y se le
bañaba, al mismo tiempo que se le frotaba polvo de
maíz. Si el enfermo no podía trasladarse a un
río, se le hacía el baño a
domicilio. 

A los médicos se les pagaba con comidas, ropas,
o recipientes. Algunas veces se les obsequiaba
ganados. 

A veces se buscaba de antemano adivinar si el enfermo
se iba a curar o no. Habían en la costa diversos
adoratorios y hombres que actuaban como oráculos. No se
descarta que en la región tallán existieran
muchos de éstos. Famoso como oráculo era
Pachacamac con templo, y con sacerdotes. Fue uno de esos el que
vaticinó que Huyana Capac se iba a curar, pero
murió a causa de las viruelas. Por eso cuando Atahualpa
avanzaba por Huamachuco, tuvo intención de hacer prender
al sacerdote de Pachacamac para hacerlo morir por haber
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Rudy Mendoza Palacios

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