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Neonazis en Chile




Enviado por Pedro Belmar Riffo



Partes: 1, 2

Monografía destacada

    1. Breve esbozo sociológico
      de la modernidad
    2. Análisis
      crítico del nacionalsocialismo
      chileno
    3. Nacionalsocialismo
      ¿Nueva forma de expresión
      ciudadana?
    4. Bibliografía

    Neonazis en Chile: ubicación
    contextual y análisis crítico del movimiento.

    Introducción

    Periódicamente nos vemos sacudidos por noticias que
    dan cuenta de sangrientos crímenes, resultado execrable de
    la guerra
    soterrada que experimentan bandas de jóvenes neonazis y de
    skinheads antifascistas, en las calles, barrios y poblaciones de
    muchas de nuestras ciudades. En este contexto vemos como
    diariamente en distintos medios de
    comunicación jóvenes que adhieren a dichas
    posturas ideológicas dan cuenta de su accionar y suman
    recriminaciones mutuas fundamentadas en el odio doctrinal al
    otro. Los ciudadanos sumidos en este bombardeo noticioso,
    caracterizado por una mezcla explosiva de miedo, sangre, odio y
    terror, puestos en escena en un trasnochado discurso
    cargado de simbolismos anacrónicos, ven limitada su
    posibilidad de análisis y, de esta forma, reducir un
    ramaje de sentidos sobresaturado, entremezclado y muchas veces
    contradictorio y llegar al tronco histórico, social y
    cultural, que con su sabia alimenta y permite explicar el
    surgimiento y resurgimiento de ideologías fundamentadas en
    una moral,
    supuestamente superior, que da sustento y explica una ética de
    comportamiento
    particular, que para muchos solo es una manifestación
    delictual como muchas otras.

    En este sentido, resulta fundamental aportar a la
    reflexividad propia de nuestra sociedad, con
    el fin de comprender el porque del surgimiento de estas visiones
    sobreideologizadas y fundamentadas en el odio al "otro". Con el
    fin de dar sustento teórico a las intervenciones que en
    este ámbito quieran desarrollar las instituciones
    que operan en nuestra sociedad. Este es el objetivo que
    persigue el presente escrito, ahora con fines de eficiencia
    analítica, centralizare mis reflexiones en los movimientos
    de raíz nacional socialista (neonazis), dejando para otra
    oportunidad el análisis particular de aquellos movimientos
    situados en la antípoda de estos.

    El presente escrito se estructurará de la
    siguiente forma, en una primera parte se expondrá
    sociológicamente el contexto histórico general en
    el que se desarrollan movimientos sociales como los neonazis, en
    base a algunos lineamientos teóricos de la modernidad que me
    han parecido interesantes para dar cuenta del "estado de
    cosas" de la Sociedad actual. Debe señalarse que esta
    primera parte no implica la adopción
    de un marco
    teórico rígido para el análisis
    posterior del movimiento, sino más bien, sólo un
    esbozo general y limitado del estado de la reflexión
    sociológica moderna. Además, debe señalarse
    que este ejercicio previo resulta imprescindible, pues permite
    contextualizar el objeto de estudio y clarificar su relevancia
    actual. En una segunda parte, desarrollaré una
    análisis crítico del proyecto social
    que en sentido general, estos movimientos persiguen.

    BREVE
    ESBOZO SOCIOLÓGICO DE LA MODERNIDAD

    Para llevar a cabo un análisis de este tipo,
    resulta importante ubicar nuestro objeto de estudio dentro de su
    contexto espacio-temporal. El momento y el lugar en el que se
    realiza la acción
    social forma parte constitutiva de la misma. Por ese motivo,
    dedicare un fragmento de estas páginas a la
    revisión de la teoría
    sociológica de la modernidad desde la perspectiva de
    algunos autores contemporáneos.

    A medida que la sociedad, en general, se ha
    especializado en sus funciones a
    través de la especialización técnica que
    arremete velozmente al alero de los -también- acelerados
    avances en la ciencia,
    irrumpe en la historia una nueva lógica
    aunada a los preceptos de mejoramiento y eficiencia en pos de la
    producción y el desarrollo.
    Esto le otorga el sentido a la totalidad (o casi, para ser
    rigurosos) de las interrelaciones estructurales de la sociedad
    actual. Así, la acción está orientada a la
    realidad exterior inmediata y al perfeccionamiento de la
    técnica que permite el mejor aprovechamiento de
    ésta. Entiéndase la técnica en su amplio
    sentido y en sus infinitas aplicaciones, puesto que lo que se ha
    denominado racionalidad instrumental abarca todas las
    instituciones de la sociedad y, por lo tanto, domina su
    funcionamiento. Luego, podemos entender esta racionalidad, nieta
    de la
    ilustración, como eminentemente tecnocrática.
    La humanidad supo terminar con las negativas del pasado siguiendo
    el camino de la dominación por medio de la
    extirpación; se eliminaron las fieras, se redujeron las
    alimañas. Actualmente, en las regiones más
    importantes, el hombre
    está bastante bien defendido de los hombres. Estos grandes
    adelantos que lograron su nota, provocaron un estado de
    ánimo entusiasta de donde nació el progreso que ha
    sido palpable fundamentalmente en la técnica.

    Para Beck, este momento histórico trae consigo
    una transformación radical de la estructura
    interna de la sociedad (clases, familia,
    paternidad, profesión, sexo, etc).
    Dado el momento específico de nuestra contemporaneidad,
    donde hay una construcción de sentido enmarcada en
    la
    Globalización y la revolución
    de las comunicaciones
    (gran capacidad de difusión y amplio alcance), las
    diferentes comunidades de sentido se ven sometidas a una
    constante intercomunicación, y una misma comunidad de
    vida
    puede tener, coexistiendo dentro de sí, toda una
    pluralidad de comunidades de sentido; surgen
    movimientos de búsqueda que ponen a prueba maneras
    experimentales de abordar las relaciones sociales, la propia vida
    y el propio cuerpo.
    Esto provocaría que el
    condicionamiento generalizado pierda fuerza y
    capacidad de convencimiento ante muchos de los miembros de la
    sociedad, haciendo posible que puedan surgir comunidades de
    sentido
    autónomas, que si son estables pueden proteger
    a sus miembros de sufrir crisis de sentido. Esto
    último lo hacen evitando la posibilidad de que los
    individuos que la conforman se vean obligados a elegir entre las
    diferentes ofertas de acción/sentido a las que se ven
    enfrentados en las distintas situaciones de su vida cotidiana
    (ética, estética o religiosamente).

    Hoy, ciencia y
    técnica dejan de ser argumento suficiente en la
    búsqueda de certezas. Pero no podemos plantear a estas
    comunidades como sistemas
    cerrados. Al contrario, son abiertos, en el sentido de que muchos
    individuos pululan entre estas comunidades, que a su vez son
    influenciadas en mayor o menor grado por otras comunidades. Por
    lo tanto, no debemos entender a la sociedad moderna como un
    amplio campo de grupos cerrados,
    sino más bien como un espacio en el que hay un permanente
    intercambio de información. Berger y Luckman denominan la
    coexistencia de distintas comunidades de sentido como un
    estado de pluralismo en el que se ven relativizados todos
    los valores
    (cosa que se viene diciendo desde Nietzche en adelante) lo que
    origina que una sociedad pierda la capacidad de otorgar un
    sentido supraordinal y unívoco a la vida de todos sus
    miembros: el individuo
    crece en una sociedad donde no hay una moral común y por
    lo tanto deja de existir una realidad
    única
    .

    Con un marco referencial como éste, importantes
    teóricos de la modernidad como Giddens y Beck
    acuñan el concepto de
    modernización reflexiva donde una sociedad muy
    hegeliana se piensa sobre sí misma. Al hablar de sociedad
    reflexiva es indispensable remitir al individuo como célula
    social de una forma particular. Desde el concepto de
    individualización que presupone al individuo
    como actor, diseñador, malabarista y director de su
    biografía,
    identidad,
    redes sociales y
    convicciones
    se configura un escenario en el que el quiebre
    de las certezas que manaron en la sociedad industrial lo vuelca a
    una búsqueda de nuevas certezas para sí mismo y
    para quienes carezcan de ellas. Este individuo ha sido liberado
    de los esquemas de enlace tradicionales y, por lo tanto, se ve
    inmerso en esta tarea. Para que esto haya ocurrido algo tuvo que
    haber cambiado en la estructura de relacione sociales: al
    contrario de lo que sucedía en el siglo XIX, hoy los seres
    humanos ya no son reunidos en grupos grandes (en clases que
    actúa social y políticamente) bajo la presión de
    la miseria y de la vivencia de la enajenación en el trabajo
    al revés, sobre el trasfondo de los derechos sociales y
    políticos obtenidos son desprendidos de los nexos de
    clase del
    mundo de la vida y son remitidos cada vez mas a sí mismos
    para obtener su sustento
    .

    Para esto es necesaria la
    autoconfrontación de la persona consigo
    misma. La individualización requiere, por parte del
    individuo, el reconocimiento de la intersubjetividad y la
    autointeracción. Lo entendemos, entonces, como el
    enfrentamiento entre una primera persona con la segunda dentro de
    una misma conciencia, para
    luego exteriorizarse en el entorno de referente social del
    sujeto, ya que de lo contrario carecería de sentido a
    razón de que la acción, constituida a partir de
    la
    personalidad (en gran parte), suele orientarse hacia la
    comunidad. La
    construcción de la individualidad adquiere, por esto,
    validez en la medida en que se exterioriza, porque pasa
    progresivamente en el contexto de la evolución constitutiva de la
    dialéctica del Yo y el Mi, a ser dependiente del
    reconocimiento de los destinatarios. Esto es algo tranquilizador
    que podría liberarnos de la común sospecha en la
    que los individuos individualizados resultan asociales engendros
    modernos, para situarnos en la perspectiva de que el ejercicio
    lingüístico introspectivo está mediado por la
    socialización y simultanea constitución de una biografía
    consciente de si misma. Yo, yo, yo, yo en una experiencia
    compartida. Este tema es tratado desde varias perspectivas
    metodológicas.

    Luhmann ofrece un concepto coherente destinado a la
    descripción de los procesos de
    individualización en la sociedad, basado en que la idea
    disociativa entre individuo y sociedad debe ser reemplazada por
    el paradigma
    sistema/entorno,
    en que el sujeto deja de ser el centro, para ubicarse en el
    entorno donde ejecuta una observación de
    distinción
    . Beck, por su parte, trabaja estos procesos
    desde el supuesto de la existencia de condiciones estructurales
    para que ocurran. De todas formas, ambos coinciden en el
    resultado de que los eventos
    pertenecientes a las biografías personales
    son consecuencia de decisiones individuales, enmarcadas dentro de
    una sociedad que está reflexionando sobre su propia
    contingencia. Sea como sea, nuestra modernidad es
    construída por los individuos.

    Resulta importante aclarar que la
    conceptualización del individuo elaborada por estos
    parámetros dista de ser ciertamente aplicable para el
    total de la sociedad mundial. La individualización y su
    contexto (modernización reflexiva) han sido pensados para
    las sociedades
    capitalistas del "primer mundo" donde cada individuo está
    sumido en un estado de bienestar, ya que sus requerimientos
    materiales
    relativamente básicos se encuentran satisfechos, por lo
    tanto, no es posible ajustar de buenas a primeras los conceptos
    aquí relatados a nuestra sociedad periférica.
    Entenderemos, entonces, que la individualización, dadas
    sus características específicas de
    socialización, se presenta como un proceso de
    autoconfrontación asistido, ya que hay una relativa
    satisfacción social que permite a los sujetos sumergirse
    en las autorreflexiones antes mencionadas. Con esto quiero decir
    que la posibilidad de una cómoda
    introspección y búsqueda de certezas
    metafísicas, en plena periferia, es una variable a
    considerar en nuestras sociedades periféricas, pero no es
    el único elemento constitutivo de nuestra
    construcción identitaria, como veremos más
    adelante.

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