- Breve esbozo sociológico
de la modernidad - Análisis
crítico del nacionalsocialismo
chileno - Nacionalsocialismo
¿Nueva forma de expresión
ciudadana? - Bibliografía
Neonazis en Chile: ubicación
contextual y análisis crítico del movimiento.
Introducción
Periódicamente nos vemos sacudidos por noticias que
dan cuenta de sangrientos crímenes, resultado execrable de
la guerra
soterrada que experimentan bandas de jóvenes neonazis y de
skinheads antifascistas, en las calles, barrios y poblaciones de
muchas de nuestras ciudades. En este contexto vemos como
diariamente en distintos medios de
comunicación jóvenes que adhieren a dichas
posturas ideológicas dan cuenta de su accionar y suman
recriminaciones mutuas fundamentadas en el odio doctrinal al
otro. Los ciudadanos sumidos en este bombardeo noticioso,
caracterizado por una mezcla explosiva de miedo, sangre, odio y
terror, puestos en escena en un trasnochado discurso
cargado de simbolismos anacrónicos, ven limitada su
posibilidad de análisis y, de esta forma, reducir un
ramaje de sentidos sobresaturado, entremezclado y muchas veces
contradictorio y llegar al tronco histórico, social y
cultural, que con su sabia alimenta y permite explicar el
surgimiento y resurgimiento de ideologías fundamentadas en
una moral,
supuestamente superior, que da sustento y explica una ética de
comportamiento
particular, que para muchos solo es una manifestación
delictual como muchas otras.
En este sentido, resulta fundamental aportar a la
reflexividad propia de nuestra sociedad, con
el fin de comprender el porque del surgimiento de estas visiones
sobreideologizadas y fundamentadas en el odio al "otro". Con el
fin de dar sustento teórico a las intervenciones que en
este ámbito quieran desarrollar las instituciones
que operan en nuestra sociedad. Este es el objetivo que
persigue el presente escrito, ahora con fines de eficiencia
analítica, centralizare mis reflexiones en los movimientos
de raíz nacional socialista (neonazis), dejando para otra
oportunidad el análisis particular de aquellos movimientos
situados en la antípoda de estos.
El presente escrito se estructurará de la
siguiente forma, en una primera parte se expondrá
sociológicamente el contexto histórico general en
el que se desarrollan movimientos sociales como los neonazis, en
base a algunos lineamientos teóricos de la modernidad que me
han parecido interesantes para dar cuenta del "estado de
cosas" de la Sociedad actual. Debe señalarse que esta
primera parte no implica la adopción
de un marco
teórico rígido para el análisis
posterior del movimiento, sino más bien, sólo un
esbozo general y limitado del estado de la reflexión
sociológica moderna. Además, debe señalarse
que este ejercicio previo resulta imprescindible, pues permite
contextualizar el objeto de estudio y clarificar su relevancia
actual. En una segunda parte, desarrollaré una
análisis crítico del proyecto social
que en sentido general, estos movimientos persiguen.
BREVE
ESBOZO SOCIOLÓGICO DE LA MODERNIDAD
Para llevar a cabo un análisis de este tipo,
resulta importante ubicar nuestro objeto de estudio dentro de su
contexto espacio-temporal. El momento y el lugar en el que se
realiza la acción
social forma parte constitutiva de la misma. Por ese motivo,
dedicare un fragmento de estas páginas a la
revisión de la teoría
sociológica de la modernidad desde la perspectiva de
algunos autores contemporáneos.
A medida que la sociedad, en general, se ha
especializado en sus funciones a
través de la especialización técnica que
arremete velozmente al alero de los -también- acelerados
avances en la ciencia,
irrumpe en la historia una nueva lógica
aunada a los preceptos de mejoramiento y eficiencia en pos de la
producción y el desarrollo.
Esto le otorga el sentido a la totalidad (o casi, para ser
rigurosos) de las interrelaciones estructurales de la sociedad
actual. Así, la acción está orientada a la
realidad exterior inmediata y al perfeccionamiento de la
técnica que permite el mejor aprovechamiento de
ésta. Entiéndase la técnica en su amplio
sentido y en sus infinitas aplicaciones, puesto que lo que se ha
denominado racionalidad instrumental abarca todas las
instituciones de la sociedad y, por lo tanto, domina su
funcionamiento. Luego, podemos entender esta racionalidad, nieta
de la
ilustración, como eminentemente tecnocrática.
La humanidad supo terminar con las negativas del pasado siguiendo
el camino de la dominación por medio de la
extirpación; se eliminaron las fieras, se redujeron las
alimañas. Actualmente, en las regiones más
importantes, el hombre
está bastante bien defendido de los hombres. Estos grandes
adelantos que lograron su nota, provocaron un estado de
ánimo entusiasta de donde nació el progreso que ha
sido palpable fundamentalmente en la técnica.
Para Beck, este momento histórico trae consigo
una transformación radical de la estructura
interna de la sociedad (clases, familia,
paternidad, profesión, sexo, etc).
Dado el momento específico de nuestra contemporaneidad,
donde hay una construcción de sentido enmarcada en
la
Globalización y la revolución
de las comunicaciones
(gran capacidad de difusión y amplio alcance), las
diferentes comunidades de sentido se ven sometidas a una
constante intercomunicación, y una misma comunidad de
vida puede tener, coexistiendo dentro de sí, toda una
pluralidad de comunidades de sentido; surgen
movimientos de búsqueda que ponen a prueba maneras
experimentales de abordar las relaciones sociales, la propia vida
y el propio cuerpo. Esto provocaría que el
condicionamiento generalizado pierda fuerza y
capacidad de convencimiento ante muchos de los miembros de la
sociedad, haciendo posible que puedan surgir comunidades de
sentido autónomas, que si son estables pueden proteger
a sus miembros de sufrir crisis de sentido. Esto
último lo hacen evitando la posibilidad de que los
individuos que la conforman se vean obligados a elegir entre las
diferentes ofertas de acción/sentido a las que se ven
enfrentados en las distintas situaciones de su vida cotidiana
(ética, estética o religiosamente).
Hoy, ciencia y
técnica dejan de ser argumento suficiente en la
búsqueda de certezas. Pero no podemos plantear a estas
comunidades como sistemas
cerrados. Al contrario, son abiertos, en el sentido de que muchos
individuos pululan entre estas comunidades, que a su vez son
influenciadas en mayor o menor grado por otras comunidades. Por
lo tanto, no debemos entender a la sociedad moderna como un
amplio campo de grupos cerrados,
sino más bien como un espacio en el que hay un permanente
intercambio de información. Berger y Luckman denominan la
coexistencia de distintas comunidades de sentido como un
estado de pluralismo en el que se ven relativizados todos
los valores
(cosa que se viene diciendo desde Nietzche en adelante) lo que
origina que una sociedad pierda la capacidad de otorgar un
sentido supraordinal y unívoco a la vida de todos sus
miembros: el individuo
crece en una sociedad donde no hay una moral común y por
lo tanto deja de existir una realidad
única.
Con un marco referencial como éste, importantes
teóricos de la modernidad como Giddens y Beck
acuñan el concepto de
modernización reflexiva donde una sociedad muy
hegeliana se piensa sobre sí misma. Al hablar de sociedad
reflexiva es indispensable remitir al individuo como célula
social de una forma particular. Desde el concepto de
individualización que presupone al individuo
como actor, diseñador, malabarista y director de su
biografía,
identidad,
redes sociales y
convicciones se configura un escenario en el que el quiebre
de las certezas que manaron en la sociedad industrial lo vuelca a
una búsqueda de nuevas certezas para sí mismo y
para quienes carezcan de ellas. Este individuo ha sido liberado
de los esquemas de enlace tradicionales y, por lo tanto, se ve
inmerso en esta tarea. Para que esto haya ocurrido algo tuvo que
haber cambiado en la estructura de relacione sociales: al
contrario de lo que sucedía en el siglo XIX, hoy los seres
humanos ya no son reunidos en grupos grandes (en clases que
actúa social y políticamente) bajo la presión de
la miseria y de la vivencia de la enajenación en el trabajo…
al revés, sobre el trasfondo de los derechos sociales y
políticos obtenidos son desprendidos de los nexos de
clase del
mundo de la vida y son remitidos cada vez mas a sí mismos
para obtener su sustento.
Para esto es necesaria la
autoconfrontación de la persona consigo
misma. La individualización requiere, por parte del
individuo, el reconocimiento de la intersubjetividad y la
autointeracción. Lo entendemos, entonces, como el
enfrentamiento entre una primera persona con la segunda dentro de
una misma conciencia, para
luego exteriorizarse en el entorno de referente social del
sujeto, ya que de lo contrario carecería de sentido a
razón de que la acción, constituida a partir de
la
personalidad (en gran parte), suele orientarse hacia la
comunidad. La
construcción de la individualidad adquiere, por esto,
validez en la medida en que se exterioriza, porque pasa
progresivamente en el contexto de la evolución constitutiva de la
dialéctica del Yo y el Mi, a ser dependiente del
reconocimiento de los destinatarios. Esto es algo tranquilizador
que podría liberarnos de la común sospecha en la
que los individuos individualizados resultan asociales engendros
modernos, para situarnos en la perspectiva de que el ejercicio
lingüístico introspectivo está mediado por la
socialización y simultanea constitución de una biografía
consciente de si misma. Yo, yo, yo, yo en una experiencia
compartida. Este tema es tratado desde varias perspectivas
metodológicas.
Luhmann ofrece un concepto coherente destinado a la
descripción de los procesos de
individualización en la sociedad, basado en que la idea
disociativa entre individuo y sociedad debe ser reemplazada por
el paradigma
sistema/entorno,
en que el sujeto deja de ser el centro, para ubicarse en el
entorno donde ejecuta una observación de
distinción. Beck, por su parte, trabaja estos procesos
desde el supuesto de la existencia de condiciones estructurales
para que ocurran. De todas formas, ambos coinciden en el
resultado de que los eventos
pertenecientes a las biografías personales
son consecuencia de decisiones individuales, enmarcadas dentro de
una sociedad que está reflexionando sobre su propia
contingencia. Sea como sea, nuestra modernidad es
construída por los individuos.
Resulta importante aclarar que la
conceptualización del individuo elaborada por estos
parámetros dista de ser ciertamente aplicable para el
total de la sociedad mundial. La individualización y su
contexto (modernización reflexiva) han sido pensados para
las sociedades
capitalistas del "primer mundo" donde cada individuo está
sumido en un estado de bienestar, ya que sus requerimientos
materiales
relativamente básicos se encuentran satisfechos, por lo
tanto, no es posible ajustar de buenas a primeras los conceptos
aquí relatados a nuestra sociedad periférica.
Entenderemos, entonces, que la individualización, dadas
sus características específicas de
socialización, se presenta como un proceso de
autoconfrontación asistido, ya que hay una relativa
satisfacción social que permite a los sujetos sumergirse
en las autorreflexiones antes mencionadas. Con esto quiero decir
que la posibilidad de una cómoda
introspección y búsqueda de certezas
metafísicas, en plena periferia, es una variable a
considerar en nuestras sociedades periféricas, pero no es
el único elemento constitutivo de nuestra
construcción identitaria, como veremos más
adelante.
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