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Neonazis en Chile (página 2)




Enviado por Pedro Belmar Riffo



Partes: 1, 2

 

ANÁLISIS CRÍTICO DEL
NACIONALSOCIALISMO CHILENO

En la primera parte de este escrito, pretendí
caracterizar el escenario histórico en el que nos
desenvolvemos, dicho ejercicio descriptivo persiguió
centrar el análisis en el sujeto actual, y las formas
en que éste se ve afectado por los fenómenos
contingentes. La referida perspectiva, nos permitió
develar los procesos que
conducen a la constitución identitaria del sujeto
contemporáneo. Construcción de identidad, que
se constituye en una labor, fundamental y perentoriamente,
individual, dadas las condiciones estructurales de nuestras
sociedades
(globalización, centralidad del mercado,
irrupción de nuevas
tecnologías, transformación del sentido del
trabajo, etc.)
.Condiciones que se confabulan para motivar el proceso de
individualización y configuran el escenario plagado de
riesgos en el
que se desarrolla.

La perspectiva de análisis que hemos explicitado,
nos sitúa de inmediato, en el proceso de la
individualización, fenómeno ampliamente
tratado por la sociología presente, en especial por
aquellos autores que se sitúan en la llamada teoría
del riesgo. Como
señalamos, el contexto histórico genera
fenómenos con características universales, dables
de encontrar en diferentes realidades sociales, ahora, este
reconocimiento esta lejano a caer en perspectivas universalistas
o esencialistas, es más, se constituye en una
obligación de los distintos científicos sociales,
el encontrar y hacer patentes las particularidades de los
fenómenos sociales en sus sociedades. Bajo dicho precepto,
resulta obligatorio el develar las características de
cómo se presenta esta autoconstrucción
biográfica al alero del riesgo, en nuestra realidad. Este
ejercicio, lo ha llevado a cabo, Robles en su obra el
"Desaliento inesperado de la modernidad".

Para Robles, en sociedades como las nuestras, sumidas en
el marco de un capitalismo
periférico, antes que manifestarse el fenómeno de
la individualización, fenómeno que
identifica con sociedades capitalistas centrales, se presenta el
proceso que identifica como
individuación.

Entenderemos por individuación, la forma
históricamente específica que asume la
construcción de la individualidad como principio axial de
las sociedades de riesgo en el capitalismo periférico,
caracterizado por la masificación y generalización
de la exclusión
, vale decir, como sujetos periféricos construimos nuestra identidad
en el umbral del mundo de la exclusión, del abismo
existencial. Cuestión que se explica, pues, en nuestra
realidad no existe el aparato institucional , que se constituye
en el "colchón de seguridad
material", en el que cae el sujeto al ser lanzado al
vació. Es así como, en la particular realidad
chilena no existe un estado de
bienestar o asistencial, que venga a prestar socorro al sujeto,
al verse desafiliado del mundo productivo, cuestión, que
es propia de una sociedad
capitalista central, en particular la Europea.

De esta manera, la individuación, como proceso
especifico de nuestras sociedades manifiesta, similares etapas a
las consignadas en el proceso de individualización, pero
resignificadas a la luz de nuestro
contexto. A este respecto Robles nos describe el
proceso:

Autoconfrontación del sujeto consigo
mismo:
Fenómeno, que encuentra su fundamento en
causas similares al proceso de la individualización. Las
diferencias se hacen patentes en la inexistencia de un marco
institucional, característico del estado de bienestar.
En la individuación, el proceso de
autoconfrontación, se desarrollada sin regulación
de la acción institucional, vale decir, antes
que desembocar en una reducción de las llamadas
"inseguridades ontológicas", tiende a
acrecentarlas. El sujeto de nuestras sociedades debe sumirse en
un proceso de reconstrucción intima, en la más
absoluta soledad, desanclado de toda instancia institucional y
apremiado por el imperativo de la subsistencia. Esto conduce a
un segundo momento en este proceso.

Búsqueda del "otro": El sujeto
desprovisto de la ayuda institucional, se ve en la
obligación de establecer lazos con otros sujetos, en
similares condiciones, a fin de afrontar de mejor manera su
precaria condición.. De esta manera, la búsqueda
obligada del "otro", tiene por objetivo,
por una parte, el recomponer los estado emotivos, que se han
visto fragmentados en razón de la feroz contingencia y
por otra, que resulta más primordial que la anterior, el
articular estrategias de
subsistencia, que le aporten un mínimo de seguridad
material. Es así como, los sujetos construyen redes sociales de apoyo,
que se fortalecen ante el riesgo de la exclusión,
cuestión, que se hace patente en dos aspectos, por una
parte, dichas redes se constituyen en un mecanismo que genera
inclusión en la exclusión, vale decir, son
la expresión de la unión de los excluidos al
alero de un proyecto de
subsistencia y, por otra parte, al ser la única salida
efectiva a la exclusión, se constituye en una
obligación del sujeto preservarse en ellas y así
evitar la exclusión de la exclusión, que
significaría el desamparo completo.

Del referido proceso, deviene una nueva solidaridad, ya
no producto de
la integración moral de las
sociedades, sino que es fruto de un arreglo instrumental que
hacen los sujetos, a fin de subsistir a la riesgosa
contingencia.

Conformación de una identidad
postradicioinal contingente:
Lo anterior da pie a la
configuración de una identidad individual, sujeta a los
fenómenos contingentes, por lo tanto, desprovista de una
trascendencia mayor al advenimiento de un nuevo hecho que la
deconstruya y ponga al sujeto en la obligación de
reconfigurar una identidad nueva.

En el contexto señalado, con individuos sometidos
a un proceso de individuación creciente, se produce el
advenimiento de proyectos de
sociedad como los que animan a los movimientos
nacionalsocialistas. Proyectos que pretende irrumpir desde el
campo de la sociedad civil,
para, en un primer momento reconstituir los lazos que le dan
cohesión y, en un segundo momento, refundar la nación,
sobre "nuevas" bases que sustenten e integran a la sociedad
civil.

Nacionalsocialismo ¿Nueva forma de
expresión ciudadana?.

Como se ha señalado, el proyecto social del
nacionalsocialismo, se constituye desde el campo de la sociedad
civil, pero trasciende dicho plano, y se transforma en una
visión de sociedad, que pretende reconfigurar
prácticamente todos los planos de la vida social de los
individuos.

En términos sucintos el proyecto, se puede
inscribir como la "construcción de una nueva ciudadanía". Nueva ciudadanía que se
constituye desde, una revolución
en el campo del sujeto. El sujeto racional, cognoscente, que a
primado en el devenir histórico de la modernidad,
transmuta a la condición de sujeto moral y es este el
pilar, a partir del cual, se construirá
ciudadanía.

El sujeto moral, no es una esencia que se manifieste
expresamente, sino que es el resultado de un proceso de
construcción (socialización), que se desarrolla al alero
de lo que podríamos denominar, y en apego a la particular
visión histórica de estos grupos, "las
esencias universales del ser chileno". Dichas esencias, posibles
de escrutar en nuestra particular tradición
histórica, se constituyen en el sustrato de sentido que da
pie y anima a todos los actores e instituciones
sociales. Por lo tanto, el advenimiento del sujeto moral, viene a
significar una reconciliación del individuo con
su tradición histórica, en definitiva, con los
universales que hacen parte de su nación
y la hacen un todo orgánico e integrado.

Como señalamos el proyecto social de estos
movimientos, no se limita a una suerte de revolución
intima, sino que tiene por horizonte la conformación de lo
que podríamos denominar, un "nuevo pacto social",
manifestación de lo que podríamos llamar,
comunidad del pueblo. Vale decir, el advenimiento de la
"nueva sociedad", se produce a partir del sustento que otorga la
"comunidad de
sentido" ("comunidad del pueblo"), conformada por la
integración de los "ciudadanos".

El hincapié que hace el movimiento, en
aspectos de índole espiritual, en la necesidad de tener un
sentido universal que guié nuestras prácticas,
resulta ser un rasgo fundamental de los movimientos con
características nacionalistas. Así, Savarino nos
señala, que el nacionalismo,
antes de ser una construcción ideológica
sustentable o un sistema de
pensamiento
teórico, o la expresión de una categoría
social determinada, es la manifestación de un estado
del espíritu
generalizado y compartido por comunidades
de masas, que se expresa ante la perdida de sentido que
experimentan los sujetos en coyunturas históricas
determinadas. Esto explicaría, el que las ideas
nacionalistas fundamenten el accionar, en determinados momentos
históricos, de movimientos situados en polos
antagónicos de la actividad política.

De lo expresado hasta aquí, se desprenden tres
elementos fundamentales que deben guiar nuestra reflexión
en torno a estos
movimientos y su proyecto político:

– Los movimientos de índole nacionalsocialista
son movimientos sociales propios de la etapa histórica
que vivimos, caracterizada por, entre otros elementos, la
perdida de sentido que aúne a los sujetos en torno a
identidades colectivas.

– Su diagnóstico de la problemática
social, gira en torno a consideraciones de tipo moral. De
ahí que su proyecto se construya, a partir de la
superación de la racionalidad imperante,
inspiración de todos los actores sociales modernos y que
ha conducido, en su juicio, a las consecuencias nefastas que
experimentan nuestras sociedades. Baste argumentar en este
sentido su patente crítica a todos los modelos
sociales inspirados en la racionalidad moderna (crítica
que va desde el capitalismo hasta el comunismo),
como también a los procesos de integración social
de minorías sociales de todo tipo, por considerar a
estas degeneraciones del sujeto moral fundamental, aquel que ha
bebido de la leche de la
"tradición histórica superior" del ser
chileno.

– A pesar de ser un elemento propio del periodo
histórico, esta característica se basa en el
hecho de constituirse en una reacción ante la diversidad
de problemas
que lo caracterizan, vale decir, es un movimiento eminentemente
reactivo. Es más la capacidad proactiva del movimiento,
encuentra su sustento en elementos ahistóricos, en
esencias asentadas en la lejanía suprasensible y, por lo
tanto, ajenas a las influencias de las contingencias propias
del mundo material en el que vivimos.

El reconocimiento de los elementos señalados, nos
invita a cotejar los movimientos nacionalsocialistas, en
razón, a su diagnóstico de la problemática
social y las posibles soluciones que
inspiran su proyecto, a la luz de la realidad social concreta. Al
desarrollar dicho ejercicio, nos daremos cuenta de su
insolvencia, anacronismo y las oscuras consecuencias que
traería consigo el advenimiento de lo que hemos llamado,
su visión de "nueva ciudadanía".

1- ¿ Movimientos sociales propios de la etapa
histórica?: a pesar de que este tópico fue
analizado anteriormente, conviene señalar lo siguiente:
Si guiáramos nuestra reflexión, por el camino de
las consecuencias afectivas que a producido el presente
histórico en los sujetos, nos daremos cuenta de una
serie de fenómenos que, podrían sintetizarse en
una creciente inseguridad
existencial y la perdida de sentidos colectivos que se
constituyan en una referencia utilizable en nuestra practica
cotidiana. Ambos factores se potencian mutuamente y traen como
consecuencia, que los sujetos experimenten una serie de
carencias afectivas. Desde esta perspectiva, resulta natural la
relevancia que puede tener para estos sujetos, un proyecto
social que pretende dar seguridad y sentido a su existencia, a
partir del reconocimiento y aceptación de valores,
ajenos a las contingencias y sus dramáticas
consecuencias. Lamentablemente y corriendo el riesgo de pecar
de majadero, debemos intentar ser lo más exhaustivos en
el cotejamiento del movimiento a la luz del presente
histórico concreto,
pues, como hemos señalado, las posibilidades de su
irrupción como movimiento social, están dadas por
los problemas y riesgos que experimentan los individuos en su
existencia real y concreta. Problemas que, como veremos, no se
reducen a cuestiones meramente afectivas, ni, por lo tanto,
encontraran su solución en rectificaciones de tipo
moral, sino por el contrario, son el resultado de acciones que
vienen a alterar la seguridad material de los
individuos.

2- ¿Problema Moral?: Con esta pregunta pretendo
continuar la reflexión anterior. Para los movimientos de
esta índole, los problemas que afectan a los individuos
son de orden moral y, por lo tanto, deben encontrar su
solución en una recomposición moral de los
individuos y de la sociedad en su conjunto. Como
señalamos, esta es una visión errada. Sin
desmerecer la importancia que pueda tener la carencia de un
sustrato moral que de sentido a la existencia de los individuos
y señale una ética
universal, que guíe el accionar de todos los actores
sociales, esta no puede constituirse en la única
variable para analizar la realidad. Es más si escrutamos
en esta, nos encontraremos que gran parte de los problemas que
afectan a nuestra sociedad, son de orden eminentemente
material.

La etapa del desarrollo
capitalista en que nos encontramos, ha producido una serie de
consecuencias que, ponen en cuestión, la subsistencia
material de los individuos, Esto tiene especial importancia, al
evaluarse en una sociedad capitalista periférica como la
nuestra, en donde, la precariedad estructural que irremediable
e históricamente tiende a aflorar en distintos
episodios, viene a agravar dichos problemas. En nuestra
realidad, parte importante de la población se ve conminada con el fin de
mejorar en parte sus condiciones materiales
de existencia, a establecer redes sociales que tengan por
horizonte el despliegue de estrategias de subsistencia, esa es
la labor a la que, la mayor parte, de los sujetos
periféricos se ven abocados es lo que les preocupa y a
lo que dedican parte importante de sus esfuerzos. Por lo tanto,
los problemas de índole moral a lo que estos movimientos
apelan profusamente, están lejos de constituirse en la
variable causal única que explica las deficiencias de
nuestras sociedades. Es más si escrutáramos
únicamente este aspecto, nos encontraríamos que
muchas veces los sujetos en general hacen aspavientos de
supuestas crisis
morales para explicar una serie de problemáticas
sociales que los afectan, pero estas explicaciones no superan
el plano discursivo, pues, en la realidad concreta las acciones
sociales de los sujetos se caracterizan por una marcada
ambigüedad moral, y manifiestamente inspirada por
análisis instrumentales de corte costo/beneficio, vale decir, el despliegue de
una racionalidad reflexiva propia de la modernidad. Las crisis
existenciales, las búsquedas morales de sentido, son una
expresión más del actual escenario cultural, pero
no determinan el devenir social en sociedades
periféricas como las nuestras, en donde los manifiestos
déficit estructurales, viene a constituir un elemento
fundamental e inspirador de la acción social tanto en el
plano de la subsistencia, como en el de la protesta ante los
déficit para alcanzar una subsistencia digna.

3- El movimiento, como hemos analizado, sitúa
al sujeto moral como el elemento concreto que permite el
advenimiento de la nueva comunidad nacional, que vendría
a superar el estado
presente caracterizado por su manifiesta corrupción. Podemos decir, por lo tanto,
que sustenta un discurso
moral de corte humanista que pretende situar al sujeto moral en
el centro de la sociedad, es él quien, por sus acciones,
posibilita su mantención y su prosperidad. Ahora, en
sociedades como las presentes, en donde, como nos señala
Luhmann, los distintos sistemas
sociales funcionales (político, económico, etc) y
el sistema psíquico de los individuos se definen como
autónomos y autopoiéticos, sitúa a esta
perspectiva en una encrucijada. Vale decir, el pretender situar
al individuo en el centro del acontecer social, sin considerar
las características del actual escenario
histórico, imposibilita el despliegue efectivo de
estrategias movilizadoras conducentes a modificar
estructuralmente a la sociedad.

La centralidad sistémica del sujeto, que
propugna el movimiento, de carácter irreflexivo y ciega ante el
devenir social actual, pone al sujeto social ante un peligroso
escenario, pues, genera en el expectativas de
reformulación plena de este, sustentadas en variables de
índole moral, sin considerar la autorreferencialidad de
los sistemas funcionales y los códigos distintivos que
estos utilizan en las operaciones que
le son propias, las cuales en su mayoría están
lejanos a la lógica moralista. La vivencia concreta de
dicho proceso, sólo determinará el aumento de la
frustración social y potenciará el retraimiento
de los sujetos a los mismos grupos que animaron su fallida
movilización social transformadora, pues es en ellos en
donde encontrara la respuesta de sentido ante el peso de la
realidad social, que por los medios
pretendidos no pudieron modificar . En este sentido, resulta
más factible, en razón de las
características señaladas, el asumir la
distinción del sujeto, desde su condición de
observador situado en el entorno del sistema. Esta perspectiva
sistémica, que parece reducir las capacidades de
injerencia de los individuos en la sociedad, si nos
señala un diagnóstico digno de escrutar y
así forzar ejercicios reflexivos que permite pensar
formas más factibles y efectivas de generar cambios en
el actual contexto histórico-social, a partir del
reconocimiento de nuestra real condición en la
sociedad.

4- La tradición, como reservorio de las
esencias del "ser chileno", se constituye en el sustrato que da
sentido al accionar del movimiento y, por lo tanto, motiva su
proyecto de sociedad. Es así como, para los movimientos
nacionalsocialistas, en el pasado, podemos ver la
expresión patente del accionar de sujetos virtuosos que,
imbuidos por un sentimiento superior permitieron la
manifestación de nuestra particularidad cultural,
cuestión que es el origen de nuestras tradiciones y su
resabio de instituciones. Esta postura que asume el movimiento
para escrutar la historia y rescatar en
ella la esencia de la nacionalidad, carece de todo sustento,
tornándose incluso en ahistórica, pues, al
desarrollar el estudio positivo de esta nos encontramos con
virtudes que devienen en absurdos o accidentes,
como diría Foucault
desde su postura genealógica. Siguiendo al citado autor,
podemos develar que las tradiciones, no tuvieron su origen en
la comunión de virtuosos, sino por el contrario son
fruto del "suceso", entendiendo a este como el trastrocamiento
de las relaciones de fuerzas, que permite la irrupción
de determinado hecho. En definitiva podemos afirmar que, no hay
virtud superior que se sostenga al escrutinio de la
práctica, por lo tanto, movimientos como los analizados
fundamentados en visiones idealizadas y articuladas alrededor
de discursos,
antes que de hechos concretos y materiales, carecen de
consistencia, estando condenados a repetir, en una suerte de
circulo vicioso el pasado que desechan. Esto se explica, por el
hecho que estos movimientos no se hacen parte de la realidad
concreta, tomando real conciencia
de las causas que determinan los problemas presentes,
más bien pretenden un cambio
radical, a partir, de las señaladas visiones idealizadas
y suprahistóricas. Lo anterior, Ortega y Gasset, lo
identifica como el problema de los Anti (anti-liberalismo,
anti-materialismo,
etc), en este sentido el referido autor, nos llama a ocupar
la historia integra, para ver si logramos escapar de ella y
no recaer en ella
.

Lo hasta aquí expresado, nos devela la
insolvencia del discurso de los movimientos nacionalsocialistas,
pero no explica el apoyo que estos movimientos tienen. Baste
mencionar un solo hecho, para fundamentar esto: Datos
extra-oficiales señala que en el país existen unas
350 células
neonazis y 3500 miembros esparcidos por el país. La
explicación de este hecho la encontramos a partir del
análisis de los continentes en los que se mueve el
movimiento. Así tenemos, por una parte, el plano
espiritual, y por otra el plano político, terreno en el
cual se inscribe el proyecto del movimiento.

En lo que he llamado el plano espiritual, encontramos
dos razones que pueden fundamentar el encantamiento que el
movimiento despierta en ciertos sujetos:

  • La recomposición de estados emotivos
    fragmentados: el movimiento encierra en su accionar, dicha
    posibilidad, pues, otorga un sentido de vida colectivo, que da
    seguridad y facilita la recuperación de los desacoples
    afectivos, que originan los problemas contingentes. De esta
    forma, el apoyo del movimiento, se vera mermado con la
    generación de políticas públicas inclusivas,
    construidas de manera participativa y que vengan a superar las
    manifiestas desigualdades materiales y de derechos que experimenta
    nuestra sociedad. Con dicho ejercicio, la ciudadanía se
    sentirá parte de un relato histórico común
    en el que todos aportamos a su construcción y por el
    cual nuestras precariedades paulatinamente estarán en
    vías de superación.
  • Una explicación mucho más sostenible,
    es aquella que pretende aunar en una visión integrada,
    cuestiones de carácter subjetivo, cultural y
    estructural. Fromm, nos señala a este respecto que,
    rasgos de nuestro carácter subjetivo tiene
    expresión en el carácter social,
    entendiéndose este por, el núcleo esencial de
    la estructura
    del carácter de la mayoría de los miembros de un
    grupo;
    núcleo que se ha desarrollado como resultado de las
    experiencias básicas y los modos de vida comunes del
    grupo mismo
    . Ciertos elementos de este carácter,
    identificables con una cierta tendencia cultural a la
    aceptación de regímenes totalitarios, entre otros
    aspectos similares, pueden manifestarse en razón de
    ciertos cambios estructurales de la sociedad y, de esta forma,
    motivar e impulsar determinados procesos sociales que conduzcan
    al advenimiento de aquellos regímenes. En palabras de
    Fromm, los rasgos caracterológicos dominantes se
    vuelven fuerzas constructivas que moldean el proceso
    social
    . Si pretendiéramos explicar la relevancia del
    movimiento por este medio, nos veríamos en la
    obligación de estudiar los rasgos culturales de nuestra
    sociedad y develar la existencia de algunos de carácter
    autoritario, que motivaran el desarrollo de este tipo de
    movimientos sustentados en proyectos políticos
    totalitarios. Cuestión dable de analizar ante un
    escenario cultural en donde vastos sectores de nuestra sociedad
    dan sentido a su accionar en sociedad sustentados en el
    imaginario del orden, que niega la posibilidad de disenso,
    herencia
    nefasta del influjo elitista en la construcción
    histórica de nuestra sociedad y su lógica
    patronal.

Desde el plano político, nos encontramos con al
menos dos características que pudieran explicar el apoyo
del movimiento. Ambas características, surgen de las
falencias que presenta el propio sistema
político.

  • Ambivalencia del discurso político: Baumann,
    nos señala en Modernidad y ambivalencia que
    el lenguaje
    tiene como principal función,
    el nombrar y clasificar. Dicha capacidad nos permite
    estructurar el mundo, cuestión que se potencia con
    el
    aprendizaje y la memorización, capacidades en donde
    el lenguaje
    también tiene radical importancia. Lamentablemente en el
    plano político estas capacidades no se satisfacen
    plenamente. Los discursos políticos se mueven en la
    ambivalencia, por lo tanto, no son fáciles de
    interiorizar por los sujetos, pues, los conceptos que manejan
    hacen referencia, indistintamente, a un variado campo de
    significados y tienden a situarse lejanos a los signos que
    pretenden identificar. Vale decir entonces que, la actividad
    política presente, construye sus discursos a partir de
    una variada gama de baterías conceptuales, generando,
    discursos ricos en forma, pero carentes totalmente de
    contenidos, pues, no hacen referencia concreta a los elementos
    materiales que deberían condicionar su práctica.
    Es así como, conceptos como libertad, justicia,
    democracia,
    derechos
    humanos, muchas veces permanecen en la condición de
    principios
    meramente abstractos sin una concreción en el mundo
    material, en sociedades reales, en los sistemas
    políticos, en las formas de administrar el Estado, y
    sobre todo en la existencia social de sujetos de carne y hueso,
    que animan todos los días la vida social en los
    distintos ámbitos. En términos sucintos, muchas
    veces la política genera prácticas discursivas
    desarraigadas de la realidad concreta que experimentan los
    sujetos, en los cuales conceptos como los mencionados
    están lejanos a vivenciarse plenamente De ahí que
    la apuesta es ha engarzar discursividad con praxis
    política, lo que implica necesariamente la
    explicitación de las reformas estructurales que debe
    afrontar nuestra sociedad para llevar a la concreta realidad la
    justicia, la libertad, la
    democracia, etc
  • Otro elemento que coopera en la situación
    analizada, tiene estrecha relación con la
    situación anterior, y hace referencia a la constante
    lejanía de la política normativa de la
    práctica cotidiana de la ciudadanía. Esto resulta
    nefasto, ya que, por una parte, esta es la manifestación
    concreta del grado de autonomía que ha alcanzado el
    sistema
    político, quien, esta en condiciones de hacer
    absoluta abstracción de los que se supone le otorgan el
    poder. El
    sistema de la política normativa, se ha tornado
    autorreferente, circunscrito a un circulo exclusivo y con
    capacidades autopoieticas. Por otra parte, esta forma de actuar
    del sistema político, determina que no se haga parte del
    proceso que están viviendo nuestras sociedades. La
    contingencia y los riesgos que esta lleva impresa, ha
    posibilitado que las prácticas desplegadas en el mundo
    de la cotidianeidad adquieran fundamental importancia. Es en la
    práctica en donde construimos identidad y donde
    desplegamos nuestras capacidades para articular estrategias de
    sobrevivencia eficientes, por lo tanto, el mundo de la
    cotidianeidad se ha tornado en el lugar político por
    excelencia, entendiendo esta como, la movilización hacia
    un fin racionalmente alcanzable. Este proceso se ha dado en
    denominar subpolitización. Entendiéndolo
    como: …la política no dentro del sistema de
    democracia del estado nación, viene a significar un
    desplazamiento temático desde las esferas reducidas de
    la política convencional hasta ámbitos que hasta
    ahora habían permanecido componiendo ámbitos
    despolitizados
    . Es así como la práctica
    cotidiana de los sujetos se constituye en una matriz
    fundamental para alimentar las formas en que debe desplegarse
    la política en el actual escenario y así
    propiciar las reformas estructurales necesarias para potenciar
    nuestro desarrollo
    social .

De lo anterior, podemos concluir que la fortaleza de
estos movimientos, no es logro único de su actividad
proselitista, sino más bien es una manifestación de
la reacción de la gente ante un contexto que la oprime;
reacción que podemos considerar marcadamente emotiva, pero
que responde a una situación concreta como son las
persistentes desigualdades que aún existen en nuestra
sociedad , excluyendo de esta a vastos sectores de la
población y poniéndolos en disposición de
acoger formas de reacción como las analizadas, legitimadas
en el odio al otro identificado como aquel impío, que cual
lastre imposibilita el despegue social, que vendrá a dar
justicia a los bien nacidos en esta patria. Ciertamente un
ejercicio político fundamentado en una democracia
inclusiva y que persigue la superación de las
desigualdades materiales y de derechos de nuestra sociedad viene
a significar una profilaxis adecuada ante esta patología
social y esa es la tarea a la que la ciudadanía debe
abocarse.

Bibliografía.

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Blumer, H: Interaccionismo Simbólico,
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Ortega y Gasset, J: La Rebelión de las
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Robles, Fernando: El desaliento inesperado de la
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Savarino, F: Los retos del nacionalismo en el mundo
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(in: "Convergencia", Núm 26,
Septiembre-Diciembre del 2001)

Weber, Max: Economía y Sociedad, FCE,
México, 1969.

 

 

 

Autor:

Pedro Luis Belmar Riffo

estudios: Licenciado en Sociología, Universidad de
Concepción, Chile

Fecha realización: Junio del 2006

Partes: 1, 2
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