- Resumen
- Grado de aprovechamiento de
oportunidades entre 2002 y 2004 - Causas de las
restricciones de oferta - Proyecciones
sobre la sustentabilidad de las
exportaciones - El
Plan Ganadero Nacional - Conclusión
- Precisiones sobre
bibliografía
Oportunidades y desafíos del
sector ganadero vacuno en su inserción internacional en
los primeros años del siglo XXI
Resumen
El objetivo del
trabajo es
estudiar el desempeño exportador del sector productor
de carne vacuna entre 2002 y 2004, años en que el
establecimiento de un tipo de cambio
competitivo y la reapertura de mercados
internacionales permiten una notoria mejora para las
oportunidades de inserción externa. En el estudio se
sostiene que, ante estas perspectivas favorables, el
desempeño exportador de carne vacuna ha sido decepcionante
por la existencia de una serie de problemas de
oferta que han
conducido a un notable aumento de precios al
consumidor y una
fuerte liquidación de stocks ganaderos. A
continuación, se analizan las causas que han generado
estas insuficiencias de oferta y se muestra en
qué medida éstas impiden una inserción
externa sustentable. Por último se evalúa el
proyecto del
"Plan Ganadero
Nacional" elaborado por el gobierno a los
efectos de resolver los problemas de oferta que en la actualidad
enfrenta el sector para lograr una inserción exitosa y
sustentable de la Argentina en los mercados mundiales de carne
vacuna.
I- Introducción
El sector ganadero vacuno es una actividad de peso en la
economía
argentina, tanto por su aporte al PBI, por la cantidad de
empleo que
genera como por ser proveedor de uno de los alimentos
esenciales de la dieta de los argentinos.
A partir de la devaluación del 2002, se han abierto una
serie de posibilidades de exportación vinculadas a la reapertura de
mercados externos y al establecimiento de un tipo de cambio
competitivo. En base al fuerte incremento de las colocaciones
entre los años 2002 y 2004, muchos analistas y periodistas
especializados no sólo han anunciado que el sector
atraviesa por una época excepcional sino que
también le profetizan un brillante futuro.
El objetivo de este estudio será analizar si
dicho enfoque se encuentra justificado. En efecto, desde una
perspectiva más amplia, el aparente "boom" exportador de
la actualidad no es un episodio novedoso. En distintos momentos
de la historia,
cuando se registra apertura de mercados para las carnes y el tipo
de cambio resulta favorable, también se observa similar
desempeño.
Sin embargo, éste luego acaba por verse frustrado
por ciertos factores limitantes de la oferta que desembocan en un
desaprovechamiento de las oportunidades que tan brillantes
parecen a los observadores de cada época de
expansión.
A continuación se sostendrá que, tal como
se encuentran planteadas las condiciones actuales de oferta del
sector, el aumento observado de las exportaciones se
enmarca dentro del esquema de expansión exportadora
seguida de una crisis que
devuelve los valores a
sus niveles previos. Al mismo tiempo, se
demostrará no sólo que el complejo ganadero vacuno
no ha logrado aprovechar plenamente las oportunidades brindadas
por la nueva coyuntura internacional sino que el comportamiento
de sus actores ha sentado las bases para una nueva crisis que, de
mantenerse el rumbo actual de los acontecimientos, no
tardará en producirse.
Por último, en respuesta a dichas falencias que,
a la luz de la
experiencia pasada, podrían denominarse "estructurales",
la Secretaría de Agricultura,
Ganadería,
Pesca y
Alimentos ha lanzado el "Plan Ganadero Nacional", un ambicioso
proyecto destinado a resolver los problemas antes mencionados
para lograr una inserción exitosa del sector de las carnes
argentinas en el mercado
mundial.
El plan a seguir en la exposición
será el siguiente. En primer lugar, se demostrará
que, durante el período bajo estudio, las oportunidades no
han sido aprovechadas debido a la existencia de ciertas
restricciones de oferta. En segundo lugar, se analizarán
las causas de dichas restricciones. En tercer lugar, se
brindarán dos proyecciones para señalar en
qué medida los problemas de oferta podrían afectar
los negocios
futuros del sector. Y por último, se presentará el
Plan Ganadero Nacional evaluando de qué manera se propone
resolver las restricciones de oferta que aquejan al
sector.
Ahora bien, a los efectos de abordar correctamente la
problemática, será necesario establecer un criterio
sobre en qué consiste "aprovechar las oportunidades del
mercado internacional". Si bien al nivel del productor individual
podría considerarse que aprovechar oportunidades es
maximizar los beneficios de la firma vendiendo a los mercados
donde la rentabilidad
es mayor, a nivel agregado este enfoque resulta
insuficiente.
En efecto, la producción y comercialización de carne vacuna en la
Argentina ha estado
tradicionalmente asociada a la satisfacción de la fuerte
demanda
doméstica de un alimento que los argentinos consumen muy
por encima de los niveles del resto de los países (los 62
kilogramos per cápita actuales son el valor
más alto del mundo). Por lo tanto, si satisfacer la
demanda del mercado externo significa tan sólo una
reasignación del destino de la producción desde el
interior hacia el exterior a través del mecanismo de
precios, no se afirmará que las oportunidades han sido
aprovechadas.
En segundo lugar, se comprenderá que "aprovechar
oportunidades" no sólo significa aumentar las ventas en el
presente sino también crear las condiciones para un nivel
de exportaciones sustentable y lucrativo en el tiempo. Es decir,
elaborar una estrategia de
inserción internacional lo suficientemente sólida
como para que las oportunidades futuras puedan seguir siendo
aprovechadas. En efecto, no resulta razonable sostener que una
firma sea exitosa si expande sus ingresos
presentes a través de la venta de su
capital de
trabajo. Y, como se demostrará a continuación,
esto es precisamente lo que ha ocurrido en el sector de la carne
bovina: para aprovechar las condiciones actuales de demanda se ha
procedido a una notoria liquidación de stock que ya ha
comenzado a comprometer seriamente la posibilidad de negocios
futuros.
II- Grado de aprovechamiento de oportunidades entre
2002 y 2004
A) Las nuevas oportunidades del mercado
internacional
1- El cambio favorable de la
coyuntura a partir de 2002
El incumplimiento del primer criterio anteriormente
definido para el aprovechamiento de las oportunidades puede
observarse nítidamente en el período inmediatamente
posterior a la devaluación. En esta primera etapa, el
sector no ha respondido adecuadamente al aumento de demanda
externa pues, en lugar de incrementar su producción de
carne para satisfacer simultáneamente a los mercados
interno y externo, ha generado un aumento de precios al
consumidor que, a través de la reducción de su
demanda, ha liberado recursos para la
exportación.
En primer lugar, nos referiremos brevemente a la
situación que enfrentaba el sector durante el
período anterior al 2002. El brote de aftosa descubierto
en 2001 conduce al cierre de numerosos destinos como Estados
Unidos, la Unión
Europea, Canadá, Chile y otros. Si a esta
contracción de la demanda externa se le añade el
dato de que la Argentina sufría de atraso cambiario, se
comprende que entre 2000 y 2001, las ventas se hayan derrumbado
de 357.000 toneladas a 169.000, una reducción de
más del 50%. Al mismo tiempo, la relación
exportaciones sobre producción cae del 12% al 6%, un valor
extremadamente bajo en la historia.
Por lo tanto, el sector de la carne vacuna comienza el
año 2002 inmerso en una profunda crisis causada por el
cierre de mercados externos y un mercado local recesivo que no
logra absorber el sobrante de producción.
Ahora bien, el primero de los factores comienza a
revertirse gracias a la reapertura de ciertos destinos. En
efecto, a lo largo del 2002, se reabren el mercado de la
Unión Europea (28.000 toneladas de cuota Hilton más
un adicional con carácter extraordinario de 10.000
toneladas), Bulgaria (17.000 toneladas de carne congelada),
Egipto (35.000
toneladas de carne congelada faenada según el ritual
religioso Halal) y otros de menor importancia
relativa.
Al mismo tiempo que se recuperan destinos, el alto tipo
de cambio real permite un aumento de competitividad
que, como se señalará más abajo, ha
permitido exportar a países del circuito aftósico
donde anteriormente las carnes argentinas no resultaban
atractivas por su alto precio:
notoriamente Brasil (cuyas
compras a nuestro
país se incrementan en 10.000 toneladas entre 2001 y
2002), Nigeria, Perú y otros. Más aún, la
Argentina es tan competitiva en este período que logra
colocar envíos en Europa por fuera
de la cuota Hilton, es decir, pagando un arancel superior al
100%.
La explicación que puede brindarse para este gran
despliegue exportador es que el precio en dólares del
novillo (principal determinante de los costos de los
frigoríficos y, por lo tanto, de la competitividad externa
de las carnes argentinas) registra una notable reducción
al pasar de un promedio de 0,73 U$S a lo largo de todo 2001 a
0,50 U$S en su promedio de 2002.
Esta disminución en los costos permite a los
frigoríficos exportadores gozar de una excelente
competitividad en los destinos del circuito aftósico donde
el precio es la variable relevante. Los mercados que aceptan
carne de países con aftosa suelen pagar menores precios
por tonelada que aquellos que sólo compran carne libre de
enfermedad. Entonces, en los primeros resulta fundamental ofrecer
un producto
barato.
La combinación de estos factores genera un
aumento de volumen de casi
300% en las exportaciones de carnes frescas entre 2001 y 2002, de
257% en carnes congeladas y 12% en carnes procesadas. Este
último rubro presenta una menor variación pues
suele ser afectado en menor medida por la aftosa (ante el
descubrimiento en la Argentina de un brote de dicha enfermedad en
2001, Estados Unidos
cierra su mercado de carnes frescas y congeladas pero mantiene
sus compras de carnes procesadas).
2-
El auge exportador como recuperación de espacios
perdidos.
Ahora bien, estas cifras parecerían evidenciar un
fenomenal desempeño exportador si se las compara con los
valores de
2001. Sin embargo, en una confrontación con el
desempeño del sector durante la década del 90
resultan decepcionantes.
El promedio de embarques entre 1992 y 2000 (años
en que Argentina sufría de un serio atraso cambiario) se
ubica alrededor de 392.000 toneladas. En 2002, cuando el
país goza de una competitividad externa excepcional en
base al novillo más barato del mundo y unos
frigoríficos que pagan salarios
inferiores a los 300 dólares mensuales, el nivel de
embarques es de 348.000 toneladas, un 12% inferior en volumen. En
cuanto a los valores, las exportaciones argentinas sumaron un
promedio de 717 millones de dólares entre 1992 y 2000
contra 479 millones en 2002, una merma del 33%.
Es decir que, incluso con estas enormes ventajas, el
sector ni siquiera logra alcanzar el nivel de exportaciones de
años en que la competitividad externa se veía
seriamente disminuida por el atraso cambiario.
3-
El "boom exportador" como retracción del mercado
interno.
Ahora bien, ya se ha visto que difícilmente
podría hablarse de "boom exportador" de carne pues, en
realidad, lo que ocurre en 2002 es más bien un proceso de
recuperación de espacios para las colocaciones argentinas.
Sin embargo, a continuación se demostrará que esta
recuperación no surge de una estrategia consciente y
sustentable de inserción internacional sino como respuesta
a una formidable contracción del mercado interno que
incluso tendió a profundizar aun más dicho
fenómeno.
La profunda caída en los salarios reales de la
población registrada entre 2001 y 2002
engendra una significativa contracción en el consumo
doméstico de carne (se derrumba de 64 kilogramos per
cápita en 2001 a 59 en 2002), alcanzando su nivel
más bajo desde 1920. Paralelamente, el consumo total de
carne vacuna cae de 2,5 millones de toneladas en 2001 a 2,36
millones en 2002. Es decir, una reducción de 140.000
toneladas.
Al mismo tiempo, se observa que las exportaciones
aumentan unas 180.000 toneladas entre 2001 y 2002 (de 169.000
toneladas a 348.000). Así, se aprecia sencillamente que
140.000 de las 180.000 toneladas del aumento de las colocaciones
(alrededor de un 80%) entre estos dos años se explican por
una retracción del consumo interno, es decir, por una
reasignación del destino de la producción. En
sí mismo, el incremento de la producción no explica
más que el 20% del aumento de los embarques.
La reasignación del destino de las carnes desde
el mercado interno hacia el exterior se produce a través
del sistema de
precios. Si bien lo que determina la competitividad externa es el
valor en dólares del novillo, la variable que afecta el
consumo doméstico es su valor en pesos. Y se observa que
éste trepa de 0,63 $ en diciembre de 2001 a 1,93 $ en
diciembre de 2002, un incremento del 206%. Las repercusiones
sobre el precio de la carne al consumidor son significativas: un
alza del 79%, notablemente superior a la alcanzada por la canasta
familiar (40%) y a la del rubro de alimentos y bebidas (57%). Por
lo tanto, a través de esta comparación vemos que el
aumento del precio de la carne no puede atribuirse meramente a la
inflación. Es decir, hay cierto factor que afecta
específicamente al rubro de la carne y que debe explicar
semejante aumento de precio al consumidor.
Y este factor es el incremento en el valor del novillo
que imponen las fuerzas del mercado. En efecto, tras la apertura
de mercados externos, los frigoríficos exportadores
demandan una cantidad de novillos muy superior a la de 2001. Se
observa que la cantidad de animales faenados
pasa de 11.584.000 cabezas a 12.300.000 entre 2001 y
2002.
Entonces, ante una oferta que no se expande a la misma
velocidad (por
motivos que más abajo estudiaremos), se registra una
fuerte alza en el precio de la materia prima.
Los frigoríficos especializados en el mercado interno no
encuentran más alternativa que comprar su principal insumo
al mismo precio que el de los exportadores. Sin embargo, al
enfrentarse a un mercado doméstico deprimido por el
estancamiento en los salarios reales, no pueden cargar todo el
impacto al consumidor.
Por lo tanto, si bien no se traslada la totalidad del
aumento, el alza del 79% en el precio al mostrador ha tenido un
efecto contractivo sobre la demanda local lo suficientemente
intenso como para liberar las 140.000 toneladas extra que se
destinan a la exportación.
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