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Las ventajas del coaching (página 2)




Enviado por Alberto Costa



Partes: 1, 2

 

Tercera etapa: La
Imaginación.

Aquí conviene detenerse un momento y reflexionar.
Hemos descubierto fuerzas que no sabíamos que estaban y
siempre estuvieron ahí. Es más, dijimos que nos
utilizaríamos como modelos de la
naturaleza y,
como sabemos que todo interactúa y se asemeja, vemos que
esa dualidad que está en nosotros, una parte claramente
visible y otra más oscura, es la misma que el día y
la noche, el verano y el invierno, la infancia y la
vejez, la vida
y la
muerte.

Todo rueda por ciclos. Lo importante es incorporar esto
a la conciencia y
ampliarla, lo más posible, paciente y
constantemente.

Nuestros sentidos nos informan, la traducción de esa información debe ser atendida con sumo
cuidado, con la mayor objetividad posible, porque es
imprescindible que sea cierta, lo más cierta posible.
Nuestros sentidos más habituales de percepción
son cinco, pero la combinatoria matemática
de 5 da 120, nada menos que ciento veinte combinaciones posibles
de percepción.

A estas habría que sumarle las emociones, las
sensaciones y los recuerdos. Es evidente que ajustar al
máximo la información que nuestros sentidos nos
proporcionan, nos permite profundizar la comprensión de
las personas, las situaciones y las cosas. Lo que, a su vez, nos
permite visualizar nuestro objetivo con
mayor cantidad de detalles.

A veces hablamos de la imaginación como si
habláramos de una maquinita de orquestar fantasías
inalcanzables. Imaginar es pensar en imágenes,
ver con la mente. Ya hemos escuchado muchas veces que una
imagen vale
por mil palabras. Al hacernos una imagen de lo que queremos
alcanzar, nuestro objetivo, podemos ajustar detalles con
más precisión. Y es evidente que cuanto más
clara y detallada tengamos la meta,
más fácil llegaremos.

Cuarta etapa: La
Clasificación.

Todo lo que percibimos y lo que interpretamos de lo
percibido y lo que pensamos sobre lo percibido, lo clasificamos
en nuestra memoria de
acuerdo a criterios y sistemas que
utilizamos, posiblemente, desde la adolescencia,
a veces desde la infancia. En cualquier caso es seguro que
nuestro sistema de ideas
es anterior a la decisión que hemos tomado, la de lograr
un determinado objetivo.

Esto complica nuestro funcionamiento. Porque cuando se
inicia un proceso que
desembocará en un mayor desarrollo
personal, que es lo que siempre sucede cuando se logra un
objetivo deseado, tenemos que revisar todo el sistema de ideas
anterior, el que no incluía la decisión tomada. Una
especie de "limpieza de primavera". De
actualización.

Esto es necesario porque a través de nuestra
historia hemos
clasificado gran cantidad de información que aparece
cargada de sentimientos y emociones que tuvieron su sentido en
aquél momento, pero en el actual no. Hubo cambios en
nuestra relación con nosotros mismos y con el entorno, por
lo que inevitablemente debemos actualizar nuestro sistema
ideario, nuestros modelos de pensar. Especialmente en el
ámbito que atañe a nuestra tarea, la tarea es la
que nos marca la dirección a seguir y sus necesidades
logísticas.

Somos, simultáneamente, el instrumento de
producción de nuestro objetivo y el campo
de acción
donde opera este instrumento. Estamos en un modelo de
producción de cambios. Cambios en nosotros, en nuestras
circunstancias y en nuestra forma de producir el producto
privilegiado por nuestro deseo. Por eso es más que
conveniente que observemos detenidamente la coincidencia, o el
desvío, de nuestro accionar con relación a nuestra
forma de clasificar, en nuestra memoria, que es nuestro archivo o
fichero, las nuevas asociaciones de ideas, sentimientos y
emociones, ya que son el material con el que trabajamos para el
logro de nuestro objetivo.

Quinta etapa: La
Intuición.

Si le prestamos atención a nuestro lenguaje,
veremos que después de pasar por las anteriores etapas,
reclama un ajuste, esto es porque nuestro lenguaje refleja
el estado
actual de nuestra conciencia. A mayor conciencia, mayor
posibilidad de acción. Nuestra mente incorpora, asocia y
clasifica la información de la realidad externa,
mezclándola con la que ya tenemos acumulada en nuestra
memoria individual y colectiva. De esta mezcla surgen nuevas
formas de percepción.

Como la intuición, que proviene de la
limitación de un campo de atención, de la
concentración en él, de la incorporación de
los recuerdos ilustrativos, del buen uso de la imaginación
creativa y de la clasificación correcta de todo el
material conseguido. Si a este conjunto le agregamos la
posibilidad de acceder a una comunicación directa con nuestra parte
genérica, inconsciente, instintiva, que es la que sigue el
impulso evolutivo, llegamos a la intuición.

La comunicación entre lo que somos y lo que fue
el desarrollo de
toda nuestra especie, camino que está inscripto en nuestra
memoria histórica y también en nuestros genes, es
la intuición. La voz de la experiencia. Casi 8 millones de
años de experiencia acumulada y registrada detalladamente.
Cuando conseguimos oír esa voz, intuimos. Así es la
intuición, surge como "una percepción interna y
fugaz de una idea o una verdad que aparece como indudable a quien
la tiene". Es la voz de la experiencia, la que no
duda.

Sexta etapa: El Cambio.

Cuando aprendemos algo de nosotros mismos ya no podemos
volver atrás, nos encontramos en una situación
distinta. Somos distintos. Hemos cambiado en lo que más
nos interesa actualmente, en la forma de percibirnos con
relación a nuestro objetivo principal. El cambio es
interno y determina nuestra percepción de lo externo, nos
da la seguridad de que
nuestro conocimiento
comienza por muy poco y se va ampliando, en la medida que
utilicemos, atenta y conscientemente alertas, a estos cinco
principios
activos que
constituyen a este modelo de producción que estamos
comenzando a utilizar.

Sabemos que si alimentamos a nuestra mente con
percepciones bien definidas y verificadas, haciendo uso de toda
la memoria
colectiva, de la más libre imaginación creadora y
nos aseguramos de clasificar todo correctamente, nos
beneficiaremos con la enseñanza interna de la intuición.
Ésta nos indica el cambio más importante que se da
en nuestros modelos de pensamiento,
para conseguir algo no tenemos que estar en contra de nada
más que de nuestra propia ignorancia sobre algunos
aspectos del tema que nos ocupa.

Al conectarnos con nuestras nuevas fuerzas auxiliares,
que son totalmente auténticas, las que están en
nuestra parte inconsciente, hemos logrado la visualización
de una fuente energética inconmensurable. Con calma y
desde una voluntad de integración total, viendo que la
mayoría de los obstáculos que suponíamos
entre nosotros y nuestro objetivo no eran tan grandes como
nuestro desconocimiento sobre ellos, podemos utilizar una forma
de cooperación, induciendo a nuestro inconsciente a que
elabore respuestas para preguntas concretas.

Es algo muy similar al proceso de siembra, una sola
semilla por vez, equivalente a cada pregunta, y esperar a su
cosecha, la respuesta. El tiempo es
subjetivo.

Séptima etapa: Los
Logros.

Esta etapa, la verdadera, tendría que describirla
cada uno de los que hayan llegado hasta aquí. El
conocimiento de los logros es individual, existe una ley de
crecimientos desparejos y distintos, que ratifica la
particularidad de cada uno, debemos poner en primer plano a
nuestro objetivo y, desde él, podremos evaluarnos y
analizar los logros.

Que quede muy claro que no hemos buscado, ni encontrado,
ningún elemento extraño a la naturaleza de las
personas. Más bien nos detuvimos en los elementos que
conforman esta naturaleza y descubrimos que el lenguaje cotidiano
y el pensamiento usual que lo acompaña, tienden a restarle
importancia a casi todos los instrumentos y sistemas que las
personas traemos desde nuestro nacimiento y que son el producto
de más de 8 millones de años de evolución.

Esta tendencia tan negativa y poco enriquecedora
está motivada por la inercia, la propiedad de
los cuerpos, en este caso de los cerebros, de no modificar su
estado de
reposo, o de movimiento, si
no es por la acción de una fuerza que
puede romper lo no creativo, la inmovilidad, o el movimiento sin
dirección prederminada, esta fuerza es nuestro deseo, en
acción, transformado en voluntad. Ese es el poder
definidor.

Rota la inercia, con cada logro de un objetivo,
aprendemos más de nosotros mismos y de nuestras
posibilidades, lo que nos permitirá afrontar el siguiente
objetivo con mayor eficacia. Un
punto de llegada es, al mismo tiempo, el inicio de un nuevo
ciclo. Indefinidamente. Como la vida misma. —

 

Alberto Costa

Director de Cursos Mitikum

Psicoterapeuta, dinámico y operativo

Coach Personal y
Profesional

Ó 2006.

Partes: 1, 2
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