Monografias.com > Economía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Inflación y deflación



Partes: 1, 2

    1. Tipos de
      inflación
    2. Historia
    3. Causas
    4. Efectos
    5. Medidas de
      estabilización
    6. Las causas de
      la inflación
    7. Costos de la
      inflación
    8. El
      significado y la medición de la
      inflación
    9. Producto interno
      bruto
    10. Conclusiones
    11. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN:

    Inflación y deflación, en Economía,
    término utilizado para describir un aumento o una
    disminución del valor del
    dinero, en
    relación a la cantidad de bienes y
    servicios que
    se pueden comprar con ese dinero.

    La inflación es la continua y persistente subida
    del nivel general de precios y se
    mide mediante un índice del coste de diversos bienes y
    servicios. Los aumentos reiterados de los precios erosionan el
    poder
    adquisitivo del dinero y de los demás activos
    financieros que tienen valores fijos,
    creando así serias distorsiones económicas e
    incertidumbre.

    La inflación es un fenómeno que se produce
    cuando las presiones económicas actuales y la
    anticipación de los acontecimientos futuros hacen que la
    demanda de
    bienes y servicios sea superior a la oferta
    disponible de dichos bienes y servicios a los precios actuales, o
    cuando la oferta disponible está limitada por una escasa
    productividad
    o por restricciones del mercado. Estos
    aumentos persistentes de los precios estaban,
    históricamente, vinculados a las guerras,
    hambrunas, inestabilidades políticas
    y a otros hechos concretos.

    La deflación implica una caída continuada
    del nivel general de precios, como ocurrió durante la Gran
    Depresión de la década de 1930;
    suele venir acompañada por una prolongada
    disminución del nivel de actividad económica y
    elevadas tasas de desempleo. Sin
    embargo, las caídas generalizadas de los precios no son
    fenómenos corrientes, siendo la inflación la
    principal variable macroeconómica que afecta, actualmente,
    tanto a la planificación privada como a la
    planificación pública de la
    economía.

    TIPOS
    DE INFLACIÓN:

    Cuando la subida de los precios sigue una tendencia
    gradual y lenta, con una media anual de unos pocos puntos
    porcentuales, no se considera que esta inflación sea una
    seria amenaza para el progreso económico y social. Puede
    incluso llegar a estimular la actividad económica: la
    sensación de que la renta personal
    está creciendo por encima de la productividad puede
    estimular el consumo; la
    inversión en la compra de viviendas puede
    aumentar, al anticiparse la apreciación futura de los
    precios; la inversión de las empresas de
    negocios en
    fábricas y maquinaria puede crecer, puesto que los precios
    aumentan por encima de los costes, y los individuos, las empresas
    y los gobiernos que piden prestado descubren que pagarán
    los préstamos con dinero que tendrá un menor poder
    adquisitivo, por lo que tendrán un mayor incentivo para
    pedir dinero prestado.

    Más preocupante resulta el crecimiento de la
    inflación que implica mayores subidas de precios, con
    medias anuales entre el 10 y el 30% en algunos países
    industrializados, e incluso del cien por cien en algunos
    países en vías de desarrollo. La
    inflación crónica tiende a perpetuarse, aumentando
    aún más a medida que las distorsiones
    económicas y las expectativas pesimistas se van
    acumulando.

    Para hacer frente a esta inflación crónica
    se frenan las actividades normales de la economía: los
    consumidores compran bienes y servicios para evitar los precios
    futuros; la especulación sobre la propiedad
    aumenta; las empresas se centran en inversiones a
    corto plazo; los incentivos para
    ahorrar, adquirir pólizas de seguros, planes
    de pensiones, o bonos a largo
    plazo son menores puesto que la inflación erosiona su
    rentabilidad
    futura; los gobiernos aumentan sus gastos corrientes
    anticipándose a menores ingresos en el
    futuro; los países que dependen de sus exportaciones
    pierden ventajas competitivas en el comercio
    internacional, lo que les obliga a emprender medidas
    proteccionistas y controles de la unidad monetaria
    arbitrarios.

    Bajo su forma más extrema, los aumentos
    persistentes de los precios pueden convertirse en lo que se
    denomina hiperinflación, provocando la crisis de todo
    el sistema
    económico. La hiperinflación que se produjo en
    Alemania tras
    la I Guerra Mundial,
    por ejemplo, provocó que la cantidad de dinero en
    circulación aumentara más de siete mil millones de
    veces, y que los precios se multiplicaran por más de diez
    mil millones en 16 meses antes de noviembre de 1923. Otros
    ejemplos de hiperinflación son los fenómenos que se
    produjeron en Estados Unidos y
    en Francia a
    finales del siglo XVIII; en la Unión de Repúblicas
    Socialistas Soviéticas (URSS) y en Austria tras la I
    Guerra
    Mundial; en Hungría, China y
    Grecia tras la
    II Guerra Mundial; y en algunos países en vías de
    desarrollo en los últimos años. Esta
    situación fue particularmente intensa en algunos
    países de América
    Latina, como México,
    Argentina o Brasil, a partir
    de la década de 1960. Cuando se produce una
    hiperinflación, el crecimiento del dinero y de los
    créditos aumenta de forma explosiva,
    destruyendo los vínculos con los activos reales y
    obligando a volver a complejos acuerdos de trueque. A medida que
    los gobiernos intentan hacer frente a los pagos de los programas de
    gasto incrementados, expandiendo la demanda, la
    financiación inflacionista de los déficit
    presupuestarios distorsiona la estabilidad económica,
    social y política.

    Una forma de inflación de importancia
    histórica fue la que se produjo en la época del
    bimetalismo y del patrón oro que
    consistía en la deflación monetaria cuando el
    gobernante reducía la cantidad de metal precioso que
    llevaban las monedas. Esta actuación permitía
    asegurar al Estado
    beneficios a corto plazo, puesto que éste podía
    utilizar la misma cantidad de metales preciosos
    para acuñar más monedas, pero, a largo plazo, esto
    aumentaba el nivel general de precios debido a la ley de Gresham
    según la cual "el dinero malo
    desplaza al bueno". Estas deflaciones monetarias solían
    deberse a los esfuerzos bélicos de los gobiernos, lo cual
    explica parcialmente la correlación de la inflación
    con la inestabilidad política. La entrada de plata en
    Europa
    proveniente del Nuevo Mundo en el siglo XVI también se
    asocia con los aumentos graduales de los precios que se
    produjeron en aquella época, cuando el valor de los
    metales preciosos tendía a disminuir, pero esta teoría
    no es aceptada de forma general. En la actualidad, los gobiernos
    hacen lo mismo cuando emiten más dinero del necesario, o
    cuando, de cualquier otra forma, modifican el valor del
    dinero.

    HISTORIA:

    Los ejemplos de inflación y deflación son
    numerosos a lo largo de la historia, pero no hay
    registros
    fiables para medir las oscilaciones de los niveles de precios
    antes de la edad media.
    Los historiadores económicos afirman que los siglos XVI y
    XVII fueron periodos con alta inflación a largo plazo en
    Europa, aunque las tasas medias anuales del 1 o 2% son tasas
    despreciables en relación con las actuales. Los
    principales cambios se produjeron durante la Guerra de Independencia
    de Estados Unidos, cuando los precios aumentaron a tasas medias
    del 8,5% mensual y durante la Revolución
    Francesa, cuando los precios aumentaron en Francia a tasas
    del 10% mensual. Estos breves periodos inflacionistas eran
    seguidos de largos periodos en los que se alternaban las
    inflaciones y deflaciones a nivel internacional, siempre
    vinculadas a hechos económicos o políticos
    concretos.

    En relación con los patrones de inflación
    que se han dado a lo largo de la historia, el periodo posterior a
    la II Guerra Mundial se ha caracterizado por niveles de
    inflación relativamente altos en muchos países y,
    desde mediada la década de 1960, se ha mantenido, en casi
    todos los países industrializados, una tendencia hacia la
    inflación crónica. Por ejemplo, desde 1965 hasta
    1978, el índice de precios al consumo en Estados Unidos se
    ha situado en una tasa media anual del 5,7%, con un máximo
    del 12,2% en 1974. En Gran Bretaña, la inflación
    también alcanzó un máximo en 1974, a
    raíz del alza de los precios del petróleo, que aumentaron a una tasa
    superior al 25%. Otros países industrializados padecieron
    alzas similares en sus niveles de precios, pero algunos
    países como Alemania Occidental (actualmente parte de la
    reunificada República Federal de Alemania) consiguieron
    impedir que se produjera una inflación crónica.
    Debido a la actual integración de las economías de la
    mayoría de los países, la disparidad de inflaciones
    refleja la relativa eficacia de las
    distintas políticas económicas
    nacionales.

    Esta tendencia inflacionista desfavorable
    consiguió revertirse en casi todos los países
    industrializados a mediados de la década de 1980. Las
    políticas fiscales de austeridad y las restrictivas
    políticas monetarias emprendidas a principios de la
    década, se combinaron con las drásticas
    caídas de los precios del petróleo y
    de los precios de los bienes para lograr que las tasas medias de
    inflación descendieran hasta el 4%. Los países de
    América
    Latina, en su mayoría, experimentaron tasas de
    inflación crecientes a partir de la segunda mitad de la
    década de 1950. La variación anual del
    índice de precios al consumo sufrió violentos
    cambios en países como Argentina; desde el año 1975
    hasta finales de 1980 pasó de un 43,5% a un 178,3%;
    México en el año 1982 llegó a tener una
    inflación del 58,9%; Perú, a partir de 1978, tuvo
    una inflación creciente alcanzando el 75,4% en 1981;
    Brasil llegó al 105,6% el año 1981.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter