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La violencia familiar y la educación



Partes: 1, 2, 3

    1. Presentación
    2. Datos
    3. Antecedentes
    4. Aspectos legales
    5. La violencia familiar
    6. La educación en el
      Perú
    7. La violencia familiar y la
      educación
    8. Papel del profesional frente a la violencia
      familiar
    9. La violencia familiar: mitos y
      realidades
    10. Anexo 1: violencia sexual y acoso
      sexual
    11. Recomendaciones
    12. Conclusiones
    13. Compromiso Educativo
      Social
    14. Mensaje a los lectores
    15. Bibliografía

    PRESENTACIÓN

    La
    extorsión, el insulto, la amenaza, los gritos, la
    bofetada, la paliza, el azote, el cuarto oscuro, la ducha helada,
    el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la
    prohibición de salir, la prohibición de decir lo
    que se piensa, la prohibición de hacer lo que se siente y
    la humillación pública son algunos de los métodos de
    penitencia y tortura tradicionales en…. tiempos de guerra???,
    regímenes corruptos???, ¡NO!, lo son en la vida
    familiar. Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la
    libertad, la
    tradición familiar perpetúa una cultura del
    terror que humilla, enseña a los hij[arroba]s a mentir y
    contagia la peste del miedo y la cultura del terror.

    El presente
    documento, tiene como objetivo
    revisar las bases conceptuales, tipología y ciclo de la
    violencia
    familia;
    la
    educación en el Perú actual, sus objetivos y
    desafíos; la relación violencia con la educación al nivel de
    instrucción básica y finalmente el rol, las
    actitudes y
    medidas puntuales de los profesionales ante este problema a nivel
    educativo y porque no a todo nivel.

    Siendo el objeto
    profesional primordial el bienestar social, este trabajo asume
    el interés
    de revisar competencias
    integrales,
    actitudes y valores que
    encaminen hacia una cultura de paz, recordando que la familia
    genera este desarrollo y
    la escuela lo
    refuerza.

    Hoy el tema de la
    violencia dejo el espacio de lo privado y secreto al espacio de
    lo público y es actualmente uno de los graves problemas
    sociales que cruza las diferentes redes primarias y
    secundarias de la sociedad,
    lugares de intervención pluri profesional.

    Este trabajo
    espera servir para que los profesionales tengan información de lo que afecta a los niños y
    adolescentes,
    a través de una recopilación y análisis de material que les ayude a
    detectar, entender y tratar casos de maltrato
    familiar.

    DATOS

    Se estima que
    más de 3 millones de niñosas observan violencia
    doméstica en sus hogares anualmente.

    – Carlson, B.E.,
    Children's Observations of Interpersonal Violence. Battered Women
    and their Families, p. 60. New York, NY Springer
    (1984).

    Estudios
    señalan que más del 50% de los hombres que
    maltratan a sus esposas frecuentemente, también abusan de
    sus hijosas.

    – Strauss, M.A.
    & Gelles, R.J. (eds.) Physical Violence in American Families,
    New Brunswick, NJ, Transaction Publishers (1990).

    Un estudio
    comparativo entre jóvenes delincuentes y no delincuentes,
    encontró que la diferencia más significativa entre
    ambos grupos es el
    historial de violencia o abuso familiar.

    – Miller, G.
    "Violence By and Against America's Children", Journal of Juvenile
    Justice 2 Digest, VII (12), p.6 (1989).

    Investigaciones
    reflejan que los/as estudiantes de escuela superior cuyos padres
    han establecido relaciones violentas, tienden a desarrollar
    relaciones violentas entre sí, en un porciento mayor que
    aquellos/as estudiantes desarrollados en ambientes no
    violentos.

    – O'Keefe, et al, Teen Dating
    Violence, Social Work, p.466 (NovDec 1986).

    Se estima que una de cada 10
    parejas jóvenes experimentan violencia física.

    – Levy, B. (Ed.) Dating Violence
    Young women in Danger, Seal Press, Seattle, WA p. 73
    (1991).

    Estudios reflejan una tendencia
    en niños que observan maltrato familiar por parte del
    padre durante su niñez, a presentar un mayor riesgo de ser
    agresivos físicamente en sus relaciones de pareja en la
    adultez.

    – Rosenbaum, A. & O'Leary.
    K.D. Children: The Uninended Victim of Marital Violence. American
    Journal of Orthopsychiatry, pp. 692-699 (1981).

    Estudios reflejan una tendencia
    en niñas que observan violencia contra su madre, a
    presentar un mayor riesgo de tolerar el abuso contra ellas en la
    adultez, que las que no presenciaron abuso contra su
    madre.

    – Hotaling, G.T. and Sugarman,
    D.B. An Analysis of Risk Markers in Husband and Wife Violence:
    The Current State of Knowledge. Violence and Victims, 1, pp.
    101-124 (1986).

    Antecedentes

    La violencia
    dentro de la familia no es un fenómeno reciente, por el
    contrario, ha sido una característica de la vida familiar
    aceptada desde tiempos remotos. Sin embargo no comienza a
    concientizarse como fenómeno social muy grave hasta le
    década de los sesenta en los países anglosajones, y
    en la década del ochenta en nuestro país. Son los
    movimientos feministas los que comienzan los reclamos por los
    derechos de
    la mujer
    .

    "Sabemos que
    los valores de
    la cultura dan identidad a
    los sujetos, y en nuestra cultura occidental, judeocristiana, los
    valores prevalecientes se transmiten a través de la
    organización social en familias. Es así que
    cada familia interpreta y transmite los valores culturales
    predominantes con una mayor o menor semejanza con ellos, de
    acuerdo con la pertenencia a distintos sectores sociales"
    (Masterman, 1989).

    La percepción
    social y el reconocimiento que determinados comportamientos son
    violentos, es histórica. Esa percepción está
    determinada por relaciones de poder y por
    los valores presentes en una sociedad determinada, en momentos
    históricos específicos. Vivimos en sociedades que
    manejan diferentes códigos en relación a la
    violencia; existe una fuerte condena cuando ésta se lleva
    a cabo en el espacio público, sin embargo se le tolera y
    avala cuando se da en el espacio privado. Una denuncia por una
    agresión en la vía pública es inmediatamente
    acogida, la misma denuncia en el hogar es desestimada,
    subvalorada e incluso se intenta persuadir a la víctima
    que retire su denuncia.

    La violencia a
    mujeres es endémica en casi todas las culturas y en
    sociedades patriarcales donde el derecho y privilegio masculino
    está por encima del bienestar de otros seres humanos:
    niños, niñas y mujeres, afectando a estas en todas
    las etapas de su vida. Las sociedades patriarcales se
    establecieron en el Mediterráneo desde los comienzos de la
    Grecia
    Clásica y quizás antes. Estos roles se han
    establecido con el uso de la violencia a lo largo de 4.000 o
    5.000 años. La Conferencia de
    Beijing hizo patente que la violencia a mujeres es un problema
    ínter e intracultural. Esta conferencia estableció
    claramente que no se puede pensar en este fenómeno como
    algo aislado de otras formas de violencia, por lo que se
    concluyó que:

    • El abuso a la infancia, la
      violencia doméstica las agresiones sexuales y otras
      formas de violencia, están directamente conectadas con
      el lugar que las mujeres ocupan en la sociedad.
    • Es imposible atajar el problema
      de la violencia a mujeres desconectándolo de las
      condiciones sociales que la perpetúan. (Informe
      Univ. de Illinois, USA,1998).

    La
    representación social sobre la violencia en el espacio
    familiar está cambiando, sin embargo, son numerosas las
    familias que continúan asumiendo que la utilización
    de la violencia al interior de la familia es algo natural y
    muchas veces positivo, especialmente en lo que se refiere al
    maltrato
    infantil.

    ¿Por qué
    razón cuando hablamos de violencia o de criminalidad nos
    centramos en la calle, ignorando lo que pasa en el hogar?.
    ¿Por qué un tipo de violencia lo sancionamos y el
    otro la aceptamos, o al menos lo toleramos con el
    silencio?

    Paradójicamente aquello que se silencia, aquello que
    permanece oculto socialmente no significa que sea un hecho
    difícil de percibir. En el caso de la violencia
    familiar el fenómeno no se ve porque se nos ha hecho
    cotidiano, se ha "naturalizado", ha pasado a ser una
    situación esperada en un determinado contexto.

    Las primeras
    experiencias de violencia de los seres humanos se dan en la
    familia, se aprende que siempre va a existir una menor o mayor
    dosis de violencia en el espacio familiar. Pero también se
    aprende a valorar esa violencia, a considerarla un medio
    eficiente para "educar" a los hijos. Y así, casi sin
    darnos cuenta, somos socializados en considerar que la violencia
    es un mecanismo legítimo para resolver los conflictos y
    para expresar nuestros propios sentimientos de malestar. Incluso
    llegamos a identificar violencia con preocupación o
    afecto.

    La violencia se da
    en el marco de la supuesta protección y "sacralidad" de la
    familia. Este hecho es una de las principales razones por la cual
    se ha ocultado socialmente y aún más se ha
    tolerado; pero a la vez es una de sus características
    centrales que nos permite entender su impacto demoledor en las
    víctimas. En la familia violenta el rol de afecto,
    protección y cuidado del grupo familiar
    es reemplazado por el daño,
    la amenaza y el temor, sin embargo, el discurso
    continúa siendo el del afecto y protección, este se
    traduce en "yo te golpeo porque te amo", o bien "tu haces que yo
    te golpee porque te portas mal".

    Muchos son los
    factores que han confluido para mantener el silencio sobre la
    situación de violencia en el hogar: la necesidad de
    resguardar la privacidad de la familia, diferencias culturales
    sobre la concepción de la violencia, temores o simplemente
    el dolor de hablar. Pero hay otros hechos que han ayudado a que
    la situación comience a hacerse visible: la organización del movimiento
    feminista en la década del 60, la apertura de los primeros
    refugios a comienzos de los años 70, la
    preocupación de la comunidad
    internacional por el tema de los derechos humanos
    y los derechos personales.

    La violencia
    doméstica implica acciones que
    van desde el homicidio,
    distintos tipos de agresiones físicas, agresiones
    sexuales, amenazas y agresiones psicológicas; se da en una
    relación de poder y jerarquía, ésta es
    considerada como una forma de ejercer poder sobre alguien situado
    en una posición de subordinación.

    La
    percepción social y el reconocimiento que determinados
    comportamientos son violentos, es histórica. Esa
    percepción está determinada por relaciones de poder
    y por los valores presentes en una sociedad determinada, en
    momentos históricos específicos. Vivimos en
    sociedades que manejan diferentes códigos en
    relación a la violencia; existe una fuerte condena cuando
    ésta se lleva a cabo en el espacio público, sin
    embargo se le tolera y avala cuando se da en el espacio privado.
    Una denuncia por una agresión en la vía
    pública es inmediatamente acogida, la misma denuncia en el
    hogar es desestimada, subvalorada e incluso se intenta persuadir
    a la víctima que retire su denuncia.

    La
    representación social sobre la violencia en el espacio
    familiar está cambiando, sin embargo, son numerosas las
    familias que continúan asumiendo que la utilización
    de la violencia al interior de la familia es algo natural y
    muchas veces positivo, especialmente en lo que se refiere al
    maltrato infantil.

    Para que una
    política
    de prevención sea efectiva, es necesario abordar temas que
    generan reacciones "violentas" en la sociedad. Quizás el
    más importante es el de la familia. Cuando
    señalamos que el 50% de las mujeres viven violencia en la
    Familia, lo lógico parece ser preguntarnos sobre que pasa
    en esa institución que genera, o al menos tolera niveles
    tan significativos de violencia. Esto significa atreverse a mirar
    la actual estructura
    familiar, a ver que factores siguen aún reforzando
    estereotipos y roles sexuales que son profundamente
    discriminatorios y desiguales para ambos sexos, significa
    plantear el desafío de la democratización de las
    relaciones familiares.

    Prevenir la
    violencia familiar implica la existencia de profundos cambios en
    los valores y el comportamiento
    de las personas. Significa principalmente reconocer los derechos
    individuales de cada uno de los miembros del grupo familiar.
    Implica estimular las formas pacíficas de resolver los
    conflictos desde la infancia, formas de tolerancia,
    respeto a la
    diversidad y a la libertad de todos los seres humanos.

    Es importante
    tener una idea clara de lo que tenemos entre manos cuando nos
    proponemos trabajar con este fenómeno , ya que todas las
    personas, sin exclusión, estamos influidas por los
    mitos
    culturales que favorecen la supremacía y violencia
    masculina en sociedades donde los privilegios y poder adjudicados
    a un sexo, no se
    adjudican al otro, es decir, donde se cultiva la desigualdad
    sexual. Esta culturización es propia de las sociedades
    patriarcales, donde la autoridad,
    necesidades y bienestar del "pater familiae" prevalecen sobre los
    derechos de todos los miembros de la unidad familiar.

    El desarrollo de
    programas
    educativos, de prevención del maltrato, en distintos
    países ha ampliado el
    conocimiento que tenemos sobre violencia de género y
    está permitiendo que los centros docentes sean
    espacios idóneos para trabajar en la Prevención de
    la violencia en relaciones de género, la Protección
    de víctimas y la Provisión de servicios de
    apoyo, tomando siempre como prioridad la seguridad y
    atención a las víctimas, y
    extendiéndolo hasta donde sea posible
    económicamente, a la reeducación de agresores. El
    término "terapia con agresores" es un término que
    está en desuso, ya que la violencia no se vincula a la
    enfermedad. Se trabaja como una necesidad personal que el
    agresor tiene de abusar de poder en las relaciones de
    dependencia, donde él tiene más poder: con mujeres
    y menores .

    Dentro de la
    Prevención están temas tan importantes como el
    fomento de una maternidad digna donde las madres puedan
    establecer verdaderos lazos afectivos con hijas e hijos, lo cual
    fomenta su capacidad de defenderse y defender. Es imprescindible
    trabajar la autoestima de
    los alumnos y alumnas sea cual sea su edad. Las mujeres sujetas a
    violencia doméstica pueden descargar con hijas e hijos y
    no hay posibilidad de cambio hasta
    que ella deje de estar sometida a abusos. Los menores testigos de
    violencia están siendo seriamente considerados
    víctimas de violencia, al obligarlos a vivir como testigos
    de las vejaciones que sufre su madre.

    Partes: 1, 2, 3

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