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El Yogurt: Un Alimento Esencial



Partes: 1, 2

    1. Objetivo
    2. Introducción
    3. Las
      bacterias en el yogurt
    4. Proceso de elaboración
    5. La industria del yogurt
    6. Ejemplo de planta de yogurt
    7. Efectos y beneficios
    8. Glosario
    9. Bibliografía

    OBJETIVO:

    Estudiar el proceso de
    fabricación del yogurt; mencionar los procesos
    industriales, puntos críticos de control de los
    mismos, las características del producto y sus
    efectos en la salud.

    INTRODUCCIÓN:

    El origen del
    yogurt se sitúa en Turquía aunque también
    hay quien lo ubica en los Balcanes, Bulgaria o Asia Central. Se
    cree que su consumo es
    anterior al comienzo de la agricultura.
    Los pueblos nómadas transportaban la leche fresca
    que obtenían de los animales en
    bolsas generalmente de piel de cabra.
    El calor y el
    contacto de la leche con la piel de cabra propiciaban la
    multiplicación de las bacterias
    ácidas que fermentaban la leche. La leche se
    convertía en una masa semisólida y coagulada. Una
    vez consumido el fermento lácteo contenido en aquellas
    bolsas, estas se volvían a llenar de leche fresca que se
    transformaba nuevamente en leche fermentada gracias a los
    residuos precedentes. El yogurt se convirtió en el
    alimento básico de los pueblos nómadas por su
    facilidad de transporte y
    conservación.

    Aunque sin
    comprender la base científica que explicase su acción,
    numerosos pueblos utilizaban estas bacterias hace ya miles de
    años para la elaboración de alimentos
    modificados, que podían conservarse mucho más
    tiempo, y
    estaban dotados de texturas y sabores característicos,
    distintos de los del producto original.

    En la actualidad
    también se hace buen uso en la elaboración de una
    amplia gama de productos
    lácteos
    fermentados, ya sean líquidos, como el kefir (*), o
    densos y semisólidos, como el queso o el
    yogurt.

    Sus saludables
    virtudes eran ya conocidas en la antigüedad. Dicen que
    Genghis Khan(*), el célebre guerrero mogol del
    siglo XII, alimentaba a su invencible ejército con
    "Koumiss" un tipo de leche fermentada ligeramente
    alcohólica con un sabor parecido a la cerveza que hoy
    en día es muy apreciado en los sanatorios de Rusia para
    combatir la tuberculosis. El
    "dahi", como así lo llaman en la India, es y
    fue considerado alimento de dioses. Plinio el viejo lo
    llamó alimento milagroso. Galeno, médico griego del
    siglo II, destacó su efecto beneficioso para los problemas del
    estómago. Dioscórides (*), también
    médico, lo recomendaba contra los males de hígado y
    tubercolosis y como depurativo general. Unos siglos más
    tarde se descubrirían su efecto calmante y regulador
    intestinal.

    ¿Es el
    yogurt tan sano como se creía en la antigüedad? Para
    el yogurt natural, la respuesta es sí. Metchnikoff
    (*) demostró que el yogurt contenía
    bacterias capaces de convertir la lactosa, el azúcar
    de la leche, en ácido láctico y que este
    ácido hacía imposible el desarrollo de
    bacterias dañinas en el intestino derivadas de la
    descomposición de los alimentos. También
    descubrió la enorme cantidad de vitaminas del
    grupo B que
    contiene el yogurt.

    Las virtudes son
    innumerables. Si bien el calcio es el que desempeña las
    funciones de
    gran estandarte de identidad del
    yogurt a secas, es decir, sin añadidos adicionales,
    también contiene proteínas,
    grasas,
    hidratos de carbono (con
    predominio de la lactosa), vitaminas del tipo A y B, niacina y
    ácidos
    pantoténico y fólico, así como diferentes
    minerales,
    además de fósforo, potasio, magnesio, cinc y yodo,
    nutrientes que son de elevada biodisponibilidad (*).
    Durante la fermentación se consumen las vitaminas B12
    y C y se forma ácido fólico, no se alteran las
    vitaminas B1, B2, B6, PP, biotina y ácido
    pantoténico, y la composición mineral permanece
    estable.

    LAS BACTERIAS EN EL
    YOGURT:

    Las bacterias
    ácido-lácticas se han empleado para fermentar o
    crear cultivos de alimentos durante al menos 4 milenios. Su uso
    más corriente se ha aplicado en todo el mundo a los
    productos lácteos fermentados, como el yogurt, el queso,
    la mantequilla, el kefir y el koumiss.

    Las bacterias
    ácido-lácticas constituyen un vasto conjunto de
    microorganismos benignos, dotados de propiedades similares, que
    fabrican ácido láctico como producto final del
    proceso de fermentación. Se encuentran en grandes
    cantidades en la naturaleza,
    así como en nuestro aparato
    digestivo.

    La acción
    de estas bacterias desencadena un proceso microbiano por el cual
    la lactosa (el azúcar de la leche) se transforma en
    ácido láctico. A medida que el ácido se
    acumula, la estructura de
    las proteínas de la leche va modificándose (van
    cuajando), y lo mismo ocurre con la textura del producto. Existen
    otras variables,
    como la temperatura y
    la composición de la leche, que influyen en las cualidades
    particulares de los distintos productos resultantes.

    El ácido
    láctico es también el que confiere a la leche
    fermentada ese sabor ligeramente acidulado. Los elementos
    derivados de las bacterias ácido-lácticas producen
    a menudo otros sabores o aromas característicos. El
    acetaldehído, por ejemplo, da al yogurt su aroma
    característico, mientras que el diacetilo confiere un
    sabor de mantequilla a la leche fermentada. Pueden
    añadirse asimismo al cultivo de microorganismos, como las
    levaduras, a fin de obtener sabores particulares. El alcohol y el
    dióxido de carbono producidos por la levadura, por
    ejemplo, dan al kefir, al koumiss y al leben (variedades de
    yogurt líquido) una frescura y una esponjosidad
    características. Entre otras técnicas
    empleadas cabe mencionar las que consisten en eliminar el suero o
    añadir sabores, que permiten crear una variada gama de
    productos.

    En lo que
    concierne al yogurt, su elaboración deriva de la simbiosis
    entre dos bacterias, el Streptococcus thermophilus y el
    Lactobacillus bulgaricus, que se caracterizan porque cada una
    estimula el desarrollo de la otra. Cualquier yogurt comercial
    también puede llevar aunque no es necesario Streptococcus
    lactis. Esta interacción reduce considerablemente el
    tiempo de fermentación y el producto resultante tiene
    peculiaridades que lo distinguen de los fermentados mediante una
    sola cepa de bacteria.

    Los Lactobacilos
    son bacilos microaerófilos, grampositivos y catalasa
    negativos, estos organismos forman ácido láctico
    como producto principal de la fermentación de los
    azúcares. Los Lactobacilos homofermentativos dan lugar a
    ácido láctico como producto principal de
    fermentación. Este grupo está integrado por
    Lactobacillus caucasicus, Lactobacillus bulgaricus, Lactobacillus
    lactis, Lactobacillus acidophilus y Lactobacillus
    delbrueckü. Los Lactobacilos heterofermentativos producen
    además de ácido láctico, dióxido de
    carbono, etanol y otro productos volátiles; Lactobacillus
    fermenti es heterofermentativo y es capaz además, de dar
    buen crecimiento a temperaturas elevadas (45 ºC, 113
    ºF).

    Morfológicamente, algunos bacilos son bastones
    delgados y largos; otros son algo parecido al colibacilo, pero,
    al contrario de este, todos son grampositivos. Casi todos son
    inmóviles, pero se han señalado excepciones. Muchos
    cultivos muestran una forma diplobacilar (*)
    característica, a menudo reniforme (*).

    Los Lactobacilos,
    son microaerófilos o anaerobios, pero después de
    cultivos continuos, algunas cepas pueden desarrollarse en
    presencia de aire. Sus
    necesidades nutritivas son complejas, y la mayor parte de las
    cepas no puede cultivarse en los medios
    nutritivos ordinarios, a menos que se enriquezcan con glucosa y
    suero. Las necesidades individuales de aminoácidos
    varían de 2 a 15.

    Además, en
    general se requiere piridoxina, tiamina, riboflavina, biotina,
    ácido fólico y ácido nicotínico,
    variando las necesidades en cada caso. Estos requerimientos
    nutritivos variados tienen aplicación práctica en
    técnicas de dosificación microbiológica de
    vitaminas y de algunos aminoácidos, para los cuales son
    más sensibles que los métodos
    químicos disponibles. En concentración adecuada,
    hay cierta relación definida, incluso lineal, entre la
    concentración de vitamina en un medio de cultivo adecuado,
    pero exento de vitamina, y el desarrollo o la cantidad de
    ácido producidos.

    Lactobacilus
    bulgaris, es una bacteria láctea homofermentativa. Se
    desarrolla muy bien entre 42 y 45º, produce
    disminución del pH, puede
    producir hasta un 2,7% de ácido láctico, es
    proteolítica, produce hidrolasas que hidrolizan las
    proteínas. Esta es la razón por la que se liberan
    aminoácidos como la valina, la cual tiene interés
    porque favorece el desarrollo del Streptococcus
    termophilus.

    Los estreptococos
    son un género de
    bacterias gram-positivas y catalasa negativos, esféricas
    pertenecientes al filo Firmicutes (*). Observadas bajo el
    microscopio,
    se ve que Streptococcus thermophilus crece formando pares
    (diplococos) o cadenas medianamente largas de células
    esféricas o elipsoides de un diámetro aproximado de
    0,7-0,9 flm.. Dentro de ésta familia
    también se encuentran otras especies que son causantes de
    enfermedades
    como: Estreptococos del grupo A: Streptococcus pyogenes producen
    amigdalitis e impétigo(*); Estreptococos del grupo B:
    Streptococcus agalactiae producen meningitis en neonatos y
    trastornos del embarazo en
    la mujer;
    Neumococo: Streptococcus pneumoniae es la principal causa de
    neumonía adquirida en la comunidad;
    Streptococcus viridans es una causa importante de endocarditis y
    de abscesos dentales.

    Streptococcus
    termophilus, es una bacteria homofermentativa termorresistente,
    produce ácido láctico como principal producto de la
    fermentación, se desarrolla a 37-40º pero puede
    resistir 50º e incluso 65º media hora. Tiene menor
    poder de
    acidificación que el Lactobacilus. En el yogur viven en
    perfecta simbiosis.

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