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El neoliberalismo y la política de empleo en América Latina (página 2)



Partes: 1, 2

Evolución del empleo en
América
Latina en los años noventa.

En los años noventa, entre los organismos
internacionales existe un consenso bastante amplio sobre los
efectos de la
globalización para el empleo en los países del
"Tercer Mundo" y específicamente de América
Latina. Coinciden en que los procesos de la
globalización generan costos y
beneficios, y que los segundos superan a los primeros si los
países adoptan políticas
adecuadas.

Sin embargo, el desempeño laboral de la
región latinoamericana durante la primera mitad de los
años noventa ha sido caracterizado como una de las
principales debilidades de la modalidad de crecimiento emergente
con las reformas estructurales de los últimos quince
años (CEPAL 1996b, CEPAL 1997). La debilidad en la
generación de empleo productivo, las altas tasas de
desempleo
abierto, la fuerte y creciente heterogeneidad estructural y la
débil recuperación de los salarios reales
son expresión de este problema.


Algunas tendencias de la generación de empleo en los
años noventa.

Tendencias generales.

A continuación se presentan brevemente las
principales tendencias de la generación de empleo en los
años noventa. En esta década, la oferta laboral
tiende a crecer con un dinamismo menor debido a factores
demográficos. Sin embargo, la tasa de participación
sigue aumentando con el mismo ritmo que en la década
previa, de 0.2 puntos porcentuales por año, para lo cual
la causa principal sigue siendo la incorporación creciente
de las mujeres al mercado de
trabajo (CEPAL
(a) 1997: 98s). De esta manera, a nivel regional la fuerza laboral
se incrementaría anualmente en 2.5%, levemente por debajo
de los 2.9% de la década anterior.

A la vez, la tasa de ocupación, en el promedio
regional simple (12 países) creció entre 1990 y
1997 anualmente casi 0.2 puntos porcentuales; sin embargo, la
debilidad de la generación de empleo en Brasil
incidió en un leve decrecimiento del promedio ponderado de
esta tasa. Esta evolución del nivel relativo de la
ocupación significa que el número de ocupados
creció alrededor de 2% por año (promedio acumulado)
y, por lo tanto, menos que la fuerza de trabajo y explica el
aumento del desempleo a nivel regional (CEPAL (a) 1998,
gráfico VII-1). En el mismo período, la economía de la
región creció anualmente 3.7%, lo que implica una
elasticidad
empleo-producto de
entre 0.5 y 0.6.

En los años ochenta el empleo creció
anualmente aproximadamente 2.9%, lo que implica – dado un
crecimiento
económico anual de 1.1% – una elasticidad
empleo-producto de 2.6.

Esta reducción de la elasticidad empleo-producto,
en conjunto con tasas de crecimiento de la oferta laboral
todavía elevadas, incidió en que la
situación del desempleo abierto no mejoró en los
años noventa.

Extraído de

Si bien en esta década se mantiene el
vínculo entre el crecimiento económico y el
desempleo observado en la década anterior – un mayor
crecimiento de un punto porcentual incide en una reducción
(o un menor aumento) de la tasa de desempleo de entre un quinto y
un cuarto punto porcentual –, los requerimientos del nivel
absoluto del crecimiento aumentaron (véase gráfico
1). Mientras en los años ochenta, el desempleo abierto
tendió a bajar con una tasa de crecimiento encima del uno
por ciento, a nivel regional en los años noventa se
necesita una expansión de la economía de 4% o
más.

Las principales categorías de ocupación
crecieron con tasas muy parecidas, manteniéndose a este
respecto aproximadamente la estructura del
inicio de la década (véase cuadro 1).
Específicamente, el ritmo de la generación de
empleo asalariado está a niveles cercanos a la
generación de empleo total.

Fuente: Cuadro 1 de
http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

Notas: Se trata de datos
preliminares, tomados de las encuestas de
hogares de los países. Este método
implica una alta sensibilidad respecto a los factores de
expansión que se aplican en a los resultados de las
muestras. Otra limitación consiste en que no en todos los
casos las encuestas tienen cobertura nacional. Se
dispondrá de datos más firmes sólo con
nuevos censos.

Tendencias sectoriales.

En términos sectoriales, se observa que durante
los años noventa se mantiene las tendencias a largo plazo
de una reducción del sector primario y de una
expansión del sector terciario en el empleo, mientras la
expansión relativa del empleo del sector secundario,
interrumpida al inicio de los años ochenta y reactivada a
finales de aquella década, parece haber llegado a su fin,
lo que destaca como principal cambio de
tendencia a nivel sectorial (véase cuadro 2).

Fuente: Cuadro 2 de
http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

Nota: El crecimiento del empleo en su conjunto discrepa
de los datos del cuadro 1 debido a diferencias en la
cobertura.

En efecto, el empleo manufacturero expandió
levemente, a una tasa anual de 1.1%. Entre los países
medianos y grandes existe un claro contraste entre el
estancamiento o incluso la contracción del empleo
manufacturero en países como Argentina y Brasil, y su
recuperación en México. El
empleo agropecuario está descendiendo, incluso, en
términos absolutos en una serie de países y
aparentemente también a nivel regional. En contraste, el
desempeño más dinámico en términos de
generación de empleo registraron los diferentes rubros del
sector terciario. Destacan, por un lado, algunas ramas de
actividad en gran parte vinculadas a la transformación de
las economías de la región, sobre todo la rama de
servicios
financieros, seguros,
servicios a empresas y
bienes
raíces y los servicios básicos (electricidad,
gas y agua; transporte,
almacenamiento y
comunicaciones). Por otro lado, en el comercio se
encuentran tanto actividades muy rentables que potencialmente
generan empleo de calidad
satisfactoria (comercio exterior
y al por mayor, y grandes tiendas y supermercados) como el
típico comercio informal. Un alto grado de heterogeneidad
también caracteriza a los servicios sociales, comunales y
personales.

A continuación se discute algunas tendencias del
empleo a nivel sectorial. En la agricultura se observan
transformaciones de la estructura productiva en el marco de la
globalización que tienen efectos múltiples sobre la
generación de empleo y las características de
la
organización del trabajo.

Cabe notar que para definir la formalidad del empleo, en
este cuadro se emplea un concepto
diferente al utilizado previamente: Como asalariados formales del
sector agropecuario se definen los trabajadores con cobertura de
la seguridad
social o con un contrato de
trabajo registrado. En los niveles absolutos de estos
indicadores
obviamente influye la legislación
laboral y social que facilitarían o
obstaculizarían la formalización del empleo
agropecuario.

Fuente: Cuadro 3 de
http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

1 Para el empleo formal de Brasil y México:
Diciembre 1984=100. En estos casos, las cifras siguientes se
refieren al mes de diciembre de cada año. 2 Trabajadores
con contrato
registrados en el Ministerio de Trabajo. 3Trabajadores asalariado
asegurados en la Caja Costarricense de Seguro Social.
4 Los valores de
la columna "1984" corresponden a 1985. 5 Trabajadores asalariados
cotizantes al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.
6 Asegurados permanentes en el Instituto Mexicano del Seguro
Social.

En tres de los cuatro países con información disponible, entre ellos Brasil
y México, la ocupación formal en el sector
agropecuario descendió significativamente, a pesar de un
crecimiento anual del sector que alcanzó alrededor de 2.7%
en Brasil y Guatemala y
1.2% en México entre 1984/85 y 1997. Detrás de las
cifras del cuadro 3 aparentemente se esconde el doble proceso
mencionado previamente: Por un lado, las transformaciones
sectoriales inciden en una reducción de la intensidad del
uso de la fuerza de trabajo lo que baja el volumen de la
demanda
laboral; por otro lado, recomponen el empleo hacia formas
más precarias. Así, mientras en Brasil entre 1992 y
1997, el empleo asalariado formal bajó aproximadamente 7%,
se ha calculado que la demanda laboral entre 1990 y 1997
"solamente" bajó en 4%. A pesar de que la incongruencia de
los períodos de análisis prohíben conclusiones
definitivas, aparentemente más allá de la
reducción de la demanda laboral se transformó una
parte de los puestos de trabajo agropecuarias hacia formas
más precarias de empleo.

En contraste, en Costa Rica – que
en el conjunto del período registró tasas de
crecimiento del sector de la misma magnitud que los primeros dos
países mencionados – el empleo formal del sector
creció con tasas elevadas e incluso más altas que
el mismo valor agregado
sectorial. Esto no refleja un comportamiento
desfavorable de la productividad
sectorial – la cual calculado con base en el empleo total del
sector creció significativamente desde mediados de los
años ochenta – sino una política deliberada
de universalización del seguro social.

Esta situación tiende a profundizar la
heterogeneidad del sector. Esta heterogeneidad también se
expresa en una brecha de bienestar entre regiones de un mismo
país.

Tanto los factores que tienden a limitar la
expansión del empleo en actividades agropecuarias de
fuerte crecimiento económico como aquellos que frenan el
empleo en la agricultura
campesina inciden en la generación de empleo a nivel
sectorial. Así se explica el estancamiento y la
contracción del empleo en este sector que se observa en
muchos países. De esta manera se mantiene la tendencia a
largo plazo, de una reducción del empleo agropecuario en
el empleo total.

Mientras el descenso de la participación del
sector agropecuario en el empleo es una tendencia a largo plazo
(si bien no lo es el descenso del empleo agropecuario en
términos absolutos), no lo es la contracción
relativa del sector secundario. Después de la caída
relativa del empleo secundario al inicio de los años
ochenta y su posterior recuperación, en los años
noventa este sector nuevamente pierde participación en la
estructura ocupacional. Esto contrasta con las expectativas de
una expansión del empleo en las actividades productoras de
bienes transables, sobre todo la industria
manufacturera.

Sin embargo, básicamente tres factores atentan en
contra de una expansión importante del empleo
manufacturero:

  1. La competencia
    creciente frente a regiones con niveles salariales aún
    más bajos incrementó las importaciones y
    causó serios problemas,
    sobre todo para el empleo en ramas de actividades
    tradicionalmente intensivas en mano de obra.
  2. El cambio tecnológico global y la integración de los mercados
    generó esquemas de mejores prácticas que
    requieren un uso intensivo de capital,
    tecnología y mano de obra calificada,
    mientras limitan las posibilidades de sustitución
    según la abundancia relativa de los
    factores.
  3. Las tendencias de apreciación cambiaria de los
    años noventa, en muchos casos, afectaron la competitividad de la industria manufacturera de
    la región a pesar de aumentos salariales por debajo del
    crecimiento de la productividad.

A la vez, cambiaron los precios
relativos en favor de bienes de capital y en contra de la mano de
obra, lo que favoreció la sustitución de mano de
obra por capital .Como resultado de las transformaciones de la
estructura productiva manufacturera, se redujo la intensidad de
uso de mano de obra dentro de las actividades. Pero
también se registró una reestructuración de
la producción industrial entre los diferentes
grupos de
ramas de actividad que redujo la demanda laboral. En efecto, en
los años ochenta expandieron, sobre todo, actividades
procesadoras de recursos
naturales (con altos niveles tecnológicos y de
capital); en contraste perdieron participación los rubros
tradicionalmente intensivos de mano de obra, con excepción
de la industria agroalimentaria.

En los años noventa, se expandió una
industria tradicionalmente intensiva en mano de obra, la
automotriz, pero después de fuertes transformaciones
tecnológicas y organizativas que bajaron el uso de la
fuerza de trabajo.

Por lo menos durante los primeros dos tercios de los
años noventa, las transformaciones de la industria
manufacturera han incidido en una generación de empleo
sumamente débil. En las grandes (y parcialmente medianas)
industrias, el
saldo incluso ha sido negativo (véase cuadro 4). Como ya
se mencionó, la gran excepción ha sido la maquila,
lo que explica en parte el mencionado comportamiento más
dinámico del empleo manufacturero en México (y
también en algunos países centroamericanos y del
Caribe). En las pequeñas y medianas empresas que lograron
mantenerse activas en las nuevas circunstancias, generalmente no
se han perdido puestos de trabajo en el mismo grado; sin embargo,
en este segmento la incidencia de cierres fue más alta.
Las transformaciones recientes han bajado el "piso" del empleo
manufacturero. Sin embargo, esto no necesariamente implica que
esta pauta se mantendrá con la misma intensidad.
Aparentemente en muchos países las empresas en las ramas
más afectadas por la apertura y otras reformas ya han
tomado las medidas de ajuste que más fuertemente golpea al
empleo.

Un saldo positivo en la generación de empleo en
el contexto de un mayor crecimiento, como en 1997, indica que en
el futuro una expansión de la producción
estaría vinculada a la generación de nuevos puestos
de trabajo. Sin embargo, la presión de
un ámbito muchos más competitivo incide en que
aún en el futuro el empleo manufacturero crecería
por debajo del promedio y no volvería a convertirse en un
motor de
generación de empleo directo.

Fuente: Cuadro 4 de
http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

a/ Cifras preliminares. b/ Los índices de empleo
industrial formal reflejan la situación en las grandes y
medianas empresas, en tanto que los referentes al empleo
industrial total incluyen a la pequeña y microempresa
así como el trabajo por
cuenta propia. c/ Industria manufacturera, excluida la trilla de
café.
d/ Establecimientos industriales con 20 y más personas
ocupadas. e/ Establecimientos industriales con 10 y más
personas ocupadas. f/ Cotizantes en el seguro social. Incluye la
minería.
g/ Empleo industrial formal total. h/ Establecimientos
industriales en empresas con 100 y más trabajadores en
Lima metropolitana.

i/ La cifra que aparece en la columna de 1980 se refiere
a 1982. j/ Establecimientos industriales con 5 y más
personas. k/ Hasta 1990 industria manufacturera formal; desde
1991 total de ocupados en la industria manufacturera del Gran
Buenos Aires,
al mes de octubre de cada año. l/ Ciudades capitales. m/
Región metropolitana. n/ Siete áreas
metropolitanas, cuarto trimestre de cada año. o/ La cifra
que aparece en la columna de 1980 se refiere a 1982.

En contraste, el sector terciario sigue aumentando su
participación; ya en los años ochenta este sector
llegó a emplear la mitad de la fuerza de trabajo a nivel
regional. Es de esperar que también en este sector, el
impacto de los procesos de globalización es
heterogéneo. Como se notó previamente, algunas de
las actividades terciarias están estrechamente vinculadas
a estos procesos, como la
comunicación, los servicios financieros, los servicios
a empresas, el transporte y el comercio exterior. Donde estas
actividades logran desarrollarse, aumentaría la demanda
por mano de obra, frecuentemente de alta calificación y
relativamente bien remunerada. De hecho, en los años
noventa han sido estas ramas de actividades que mostraron el
crecimiento más dinámico en la generación
del empleo. Si bien se ha registrado que las nuevas
tecnologías también en América Latina
empiezan a transformar el sector servicios, amenazando a reducir
la elasticidad en la generación de empleo en estas
actividades, en el contexto de altas tasas de crecimiento
sectorial este proceso todavía no ha impactado
significativamente en la generación de empleo.

Por otro lado, el sector terciario, sobre todo el
comercio, por sus bajas barreras de entrada, tradicionalmente ha
concentrado gran parte del sector informal urbano. El aumento del
empleo terciario de los últimos 15 años refleja
fuertemente la expansión de estas actividades. En
períodos de contracción del empleo en actividades
formales muchas actividades terciarias siguen representando una
última alternativa de empleo. Por ejemplo, muchos
trabajadores manufactureros argentinos que perdieron su empleo
durante el primer lustro de los años noventa se orientaron
hacia el trabajo por cuenta propia en actividades
terciarias.

Finalmente, a nivel regional la participación del
sector público en el empleo, en contraste con las
décadas previas, dejó de crecer. Sin embargo,
contrario a lo que se podría suponer, esta
participación descendió solo levemente durante los
años ochenta, a pesar de políticas declaradas de
limitar el crecimiento del Estado y
medidas correspondientes en algunos países.

En resumen a nivel sectorial destacan las tres
tendencias siguientes:

  • Se acelera el aumento de la productividad media en
    el sector primario (tanto en la agricultura como en la
    minería), resultado de significativos procesos de
    modernización y del estancamiento de los niveles de
    empleo. De esta manera, la brecha de productividad entre este
    sector y la media regional se achica.
  • Después de la caída de la
    productividad laboral media del sector secundario en los
    años ochenta, se reanuda su crecimiento previo, y lo
    hace con tasas elevadas.
  • El sector terciario, que hasta 1980
    compartía los mayores niveles de productividad con el
    sector secundario, no puede revertir la tendencia descendiente
    de los años ochenta y sigue con una productividad media
    decreciente, con tasas menores
    .

Mientras en el conjunto de las empresas medianas y
grandes en los años noventa se redujo el empleo
manufacturero y se aceleró el crecimiento de la
productividad laboral media, la pequeña y microempresa
industrial registró un leve aumento del empleo y un
estancamiento de la productividad media.

En conclusión, frente a una oferta laboral que
sigue creciendo con tasas altas – si bien decrecientes – los
sectores y segmentos de la estructura productiva latinoamericana
sufren importantes transformaciones que afectan su capacidad de
generación de empleo productivo. A nivel de sectores y
segmentos, esta capacidad se ve afectada, por un lado, por el
progreso técnico – por medio de su impacto en la
productividad laboral – y, por otro lado, por el crecimiento del
producto. Contrario a ciertas expectativas, la generación
de empleo no se concentra en los sectores de bienes transables,
pero se puede suponer que un comportamiento dinámico de
estos sectores, con su impacto correspondiente en el crecimiento
económico, contribuye a la generación de empleo
indirecto en otros sectores.

Tendencias en la calidad del
empleo.

Desde el punto de vista de una estrategia de
"transformación productiva con equidad"
(CEPAL 1992) no solamente interesa la cantidad de empleo generado
sino también su calidad. Por lo tanto, sin pretender ser
exhaustivo, a continuación, se revisan algunas
características de los puestos de trabajo que se
están creando en los años noventa. Como se
planteó en el apartado anterior, durante los años
noventa la generación de empleo ha sido muy
heterogénea. Por un lado, en el contexto de una mayor
competencia interna y externa muchos sectores están
llevando a cabo una transformación tecnológica y
organizativa que requiere una mayor incorporación de
personal
altamente calificada que se expresa en la estructura ocupacional.
Esto es así en algunos rubros industriales, pero en forma
muy importante en aquellas actividades terciarias que viven un
fuerte proceso de modernización.

Por ejemplo, el cuadro 5 muestra que,
entre 1991 y 1995, el empleo de la banca chilena
creció en un 2.5% por año.

La expansión del empleo se concentró en
los grupos de alto nivel de calificación, sobre todo en el
grupo de los
profesionales y técnicos y en menor grado los
administradores y gerentes, los que conjuntamente contribuyeron
un 77% del empleo nuevo en los grupos en expansión. El
resto de los nuevos puestos fue para vendedores y obreros. En
contraste, bajó el número del personal
administrativo y de los otros empleados.

Por el otro lado, los procesos de transformación
conllevan a una destrucción de puestos de trabajo que no
necesariamente son aquellos de calidad más
baja.

Fuente: Cuadro 5 de
http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

Así, en Brasil, entre 1991 y 1996 las principales
reducciones de puestos de trabajo formales afectaron sobre todo
ocupaciones industriales de cierto nivel de calificación,
como obreros de la labra de metales (torneros
y otros), montadores y mecánicos, y también
técnicos y dibujantes técnicos y contramaestres y
capataces mayores. Los nuevos empleos formales, en contraste, se
crearon principalmente en ocupaciones mayoritariamente de bajo
nivel de calificación, como vendedores y otros empleados
de comercio, administración, seguridad y limpieza de
edificios, servicios administrativos subordinados, cocineros
meseros y bármanes y ocupaciones no
clasificadas.

Con respecto a esto hay que tomar en cuenta que
aquí solamente se consideran puestos de trabajo formales.
La expansión relativa de los puestos de trabajo no
registrados en el mismo período reforzaría esta
tendencia.

También indicadores sobre insuficiencias del
volumen de trabajo, de los ingresos
laborales de los ocupados y otros indican que en muchos
países ha habido un empeoramiento de la estructura
ocupacional durante los años noventa, dado que en la
mayoría de los casos los niveles de estos indicadores en
1997 superan aquellos del inicio de la década. Esta
evolución desfavorable, en parte, se debe a la
expansión del peso relativo del sector informal, donde en
general, prevalecen condiciones laborales más
desfavorables.

Otro factor explicativo reside en el cambio de la
legislación laboral, que en algunos países ha
facilitado el uso de contratos con
características más precarias. De esta manera,
aparentemente, en los años noventa la generación de
empleo ocurre en forma polarizada, con la creación de
nuevos puestos de alto y de bajo nivel a la vez, con una
preponderancia de los últimos. Esta pauta también
caracteriza la generación de empleo de mujeres en un
contexto de creciente participación laboral femenina
(Valenzuela 1996).

Por un lado, dentro del empleo femenino, las ocupaciones
de alto nivel (profesionales y técnicos) generalmente
tienen una alta participación, tradicionalmente sobre todo
por su presencia en el sector
público.

Ahora, la transformación productiva abre nuevos
espacios en una serie de actividades terciarias en
modernización. Además, se registran lentos procesos
de mayor acceso de mujeres a puestos directivos. En el otro
extremo, en una serie de actividades en expansión surgen
puestos de trabajo precarios y de bajas remuneraciones
para mujeres, por ejemplo en algunas actividades de agro-exportación, la maquila, el trabajo a
domicilio y el empleo doméstico.

Esta mayor incorporación laboral de las mujeres
ocurre en el contexto de una persistente discriminación salarial, la cual incluso,
tiende a aumentar en niveles educativos más altos .Una
característica central de la calidad de los puestos de
trabajo son las remuneraciones.

Durante los años ochenta los salarios reales del
sector formal mostraron ser mucho más flexibles que
frecuentemente se había supuesto y – en el contexto de
productividades medias decrecientes y facilitado frecuentemente
por altos niveles de inflación – sufrieron fuertes
caídas. Con la reversión de las tendencias adversas
en la evolución de la productividad laboral, en los
años noventa los salarios de las empresas formales
volvieron a subir. Sin embargo, en una serie de países a
mediados de los años noventa todavía no se han
podido compensar las pérdidas previas.

Como se mencionó previamente, en este contexto se
plantea la pregunta si los procesos de transformación
hacia un nuevo modelo de
crecimiento inciden en una reducción o una
ampliación de las brechas salariales.

Sin embargo, en el contexto de procesos de
liberalización se ha observado que los salarios relativos
de las personas con mayores niveles educativos crecen.

Como explicación se ha sugerido que la apertura
conlleva a cambios tecnológicos que inciden en aumentos de
la demanda por trabajo más calificado. En procesos
paralelos de generación y destrucción de empleo,
algunas calificaciones laborales se hacen obsoletas, mientras la
demanda por otras aumenta.

Se puede concluir que las expectativas sobre la
generación de empleo en América Latina como
consecuencia de las reformas no se han cumplido y que la
principal base teórica en que se fundamentaron estas
expectativas mostró ser inadecuada. Sin embargo, los
novedosos procesos de cambio vigentes en los mercados laborales
complican el análisis y prohíben las respuestas
sencillas ya que muchos de los instrumentos de medición y análisis utilizados
comúnmente se vuelven insuficientes para captar estas
tendencias. Por lo tanto, los resultados tentativos sobre las
tendencias en el mercado de trabajo de la región
todavía requieren un mayor análisis, a lo cual
pretende contribuir el mencionado proyecto en
curso.

En consecuencia, por un lado, se requiere un nuevo
enfoque de medición y análisis que sea capaz de
captar mejor la evolución heterogénea del empleo y
sus características.

Por otro lado, surgen una serie de preguntas
relacionadas con las políticas necesarias para mejorar el
desempeño de la región en términos
laborales, respecto a las cuales hay ciertos avances, pero que
están lejos de encontrar sus respuestas:

  • Cómo se puede armonizar la necesidad de
    mejorar la competitividad sistémica de los países
    de la región con los requerimientos de empleo e ingresos
    laborales?
  • Cómo se puede avanzar hacia la
    reducción de la alta heterogeneidad y fuerte
    polarización en los mercados de trabajo?
  • Qué son las características de una
    institucionalidad laboral acorde a las nuevas condiciones
    económicas que cumpla con el doble objetivo de
    contribuir a la eficiencia del
    mercado de trabajo y proteger a los actores
    débiles?

Debido al desarrollo de
la corriente de pensamiento
neoliberal que se ha impuesto en los
países latinoamericanos, existen grandes números de
empresas que se juntan y conforman las llamadas trasnacionales,
que juegan un papel fundamental en el desempleo que se esta
poniendo en practica en los países subdesarrollados
fundamentalmente. La expansión de las firmas
transnacionales en América Latina, de la mano de la
globalización acarrea, entre otros efectos, una creciente
merma del empleo ante la impotencia de gobiernos para corregir
este fenómeno. El recorte masivo de personal en las
grandes corporaciones tiene importantes costos sociales y serias
consecuencias económicas para los países de la
región y sus trabajadores y familias.

El desempleo en América Latina alcanzó en
2002 el pico más alto en la historia de la región
al afectar a 9,1 por ciento de su fuerza laboral, lo cual
significó que dos millones de trabajadores perdieron ese
año sus fuentes de
ocupación. El proceso de globalización fue
acompañado de desregulaciones del mercado laboral,
así como de una mayor tecnificación de los procesos
productivos, y las empresas transnacionales se aprovechan de
estos dos fenómenos que tienen un particular impacto en
América Latina y el Caribe.

La región latinoamericana tiene una doble
desventaja en la economía globalizada. Sus salarios son
más altos que los de sus competidores globalizados
más pobres. Al mismo tiempo, su
nivel de habilidades (capacitación laboral) es más bajo
que el de sus competidores globalizados más ricos e
incluso que algunos de los más pobres. La
incorporación de nuevas tecnologías es uno de los
factores de reducción de costos y al mismo tiempo de
optimización de las ganancias, ya sea con mayores
volúmenes de producción o dando prioridad al sector
servicios, destacó.

Como resultado de la globalización y de la
creciente importancia en la región de las corporaciones
multinacionales, muchas de las decisiones clave en esta
área (del empleo) están más allá del
control nacional,
por lo que los encargados de tomar las decisiones en los
gobiernos tienen severas limitaciones para solucionar esta
situación.

Datos estadísticos señalan que 22 de las
100 mayores firmas transnacionales son más grandes que la
mitad de las economías de América Latina y el
Caribe, sin considerar a los 12 países más
pequeños, por ejemplo:

  1. El valor agregado de la empresa
    petrolera Exxon, es ligeramente inferior al producto interno
    bruto (PIB) de
    Chile y superior al de Perú.
  2. Mientras que Mitsubishi y Sony se equiparan al PIB de
    Uruguay y
    República Dominicana.
  3. El PIB de Ecuador es
    similar al valor agregado de Telefónica de España y
    que el tamaño de la economía de Honduras es igual
    al poderío económico de McDonalds o
    de Pepsi Cola Company, ambas de Estados
    Unidos.

En 2001, alrededor de 40 por ciento de las 50 mayores
empresas transnacionales instaladas en América Latina
anunciaron reducciones de puestos de trabajo. Si se considera a
las 100 mayores, un tercio de ellas notificó de
disminuciones de su personal, según fuentes de la CEPAL.
Uno de los sectores más golpeados por la
disminución de puestos laborales en las
compañías transnacionales en la región es el
de la industria de automotores, por ejemplo:

La firma Daimler Chrysler eliminó al menos 3.000
empleos en México, Brasil y Argentina, país este
último en que Ford redujo 1.500 puestos de trabajo,
mientras 3.000 operarios brasileños perdían su
empleo en Volkswagen, que también anunció despidos
en México.

El sector de tecnologías de la
comunicación y la información fue otro frente de
recortes de empleo en la región en 2001. En este sector se
registraron despidos en la firma Hitachi en México,
mientras Nextel reducía personal en Argentina, Brasil,
Chile, México y Perú, y Power-One lo hacía
en República Dominicana, México y Argentina, para
completar la lista con reducciones en la firma Canon en
México y en Siemens en Brasil.

El sector financiero, sobre todo en Argentina, pero
también en México, Bolivia y
Chile dejó una estela de reducción de puestos de
trabajo en 2001, a través de transnacionales como
Citigroup, Goldman Sachs, JP Morgan Chase y ABN Amor, entre
otros.

Según los antecedentes recopilados por la
investigadora de CEPAL, Costa Rica, Perú, Venezuela,
Trinidad y Tobago y Jamaica fueron también escenario de
desaparición de puestos de trabajo por parte de
transnacionales en sectores de servicios, producción
agrícola y manufacturas de
electrodomésticos.

Resumiendo las tendencias generales del empleo en
América Latina son:

  1. El empleo asalariado creció más
    rápidamente en las microempresas que en el resto del sector
    privado, siendo este sub.-segmento, generalmente el más
    dinámico en la generación del empleo.
  2. El numero de trabajadores por cuenta propia del
    sector informal se expandió con tasas muy altas que el
    empelo urbano en su conjunto. El empleo en el sector informal
    contribuyó la mayor parte del empleo
    adicional.
  3. Se mantiene la tendencia a largo plazo de una
    reducción del sector primario y de una expansión
    del sector terciario en el empleo.
  4. El empelo manufacturero se expandió levemente
    a una tasa de 1.1%.
  5. El empleo agropecuario esta descendiendo, en
    términos absolutos en una serie de países y
    aparentemente también a nivel regional.
  6. A nivel regional, la participación del sector
    publico en el empleo, en contraste con las décadas
    previas, dejó de crecer.
  7. La expansión del empelo se concentró en
    los grupos de alto nivel de calificación, sobre todo en
    el grupo de los profesionales y técnicos y en menor
    grado los administradores y los gerentes.
  8. En muchos países ha habido un empeoramiento de
    la estructura ocupacional en los años 90.
  9. El aumento del desempleo se produjo mayormente en los
    países de América del Sur.
  10. El 50% de la mano de obra empleada no tiene estudios
    o solo los tiene primarios. El 37% tiene estudios secundarios y
    el 13% terciarios.
  11. A principios de
    la década de los 90 el 17% de los salarios era de
    pobreza.
  12. Los datos indican que en todos los países de
    América Latina se incrementó la desigualdad de la
    renta y además se abren las desigualdades
    salariales.
  13. En los años 90 se aceleró la tendencia
    a largo plazo de la caída del empleo en la agricultura y
    su incremento en los servicios.
  14. Los países que crecieron más
    vigorosamente tuvieron mejores resultados en materia de
    empleo y salarios.
  15. En los países centroamericanos el desempleo
    tendió a disminuir o se mantuvo en niveles relativamente
    moderados.
  16. Durante la década, más de 10 millones
    de personas ingresaron en las filas de los desocupados, la que
    en 1999 alcanzó el 8.6% de la fuerza de trabajo a nivel
    nacional (poco más de 18 millones de personas), en
    contraste con el 4.6% de 1990. Este fenómeno
    afectó particularmente a la población urbana, al punto de que entre
    1990 y 1999 la tasa de desempleo en esas zonas se elevó
    de 5.5% a 10.8% en la región.


Situación Actual del empleo.

  1. La región experimentó, en el 2001, un
    incremento cercano al 1.1% del PIB de un 4.5% previsto. La
    desocupación terminó en 8.3%
    similar a la del 2002.
  2. La estructura del empleo tuvo una tendencia de
    privatización, 95 de cada 100 nuevos
    empleos creados son generados en el sector privado.
  3. La tasa de desempleo urbano tendió a
    disminuir, aunque en menor valor porcentual: de 11.2% en 2002 a
    11% en el 2003.
  4. Al comparar los períodos del 2002 y 2003 la
    desocupación urbana aumentó en Brasil, Ecuador,
    Uruguay, Venezuela; sin embargo disminuyó en Argentina,
    Chile, Colombia, Costa
    Rica, Panamá y
    Perú.
  5. El Panorama Laboral de América Latina 2003,
    constataba que el desempleo juvenil aumentó y el sector
    de las mujeres continúa siendo el más vulnerable
    a la falta de trabajo.
  6. La cifra de desocupados alcanzó alrededor de 2
    millones de trabajadores en el transcurso del 2001, casi tres
    veces el número de desocupados en 1999, por lo que
    originó una tasa de desempleo de 5.8%.

Conclusiones

  1. El diseño e implementación de la
    política de empleo en Al esta marcado por la
    política neoliberal.
  2. El neoliberalismo ha traído como
    consecuencia bajos salarios, desempleo, pérdida de
    conquistas de carácter laboral, aumento del trabajo
    infantil e incremento del empleo informal.
  3. Como resultado de la globalización y de la
    creciente importancia en la región de las corporaciones
    multinacionales, muchas de las decisiones clave en esta
    área (del empleo) están más allá
    del control nacional, por lo que los encargados de tomar las
    decisiones en los gobiernos tienen severas limitaciones para
    solucionar esta situación.

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  • Scripta Nova, Revista
    Electrónica de Geografía y Ciencias
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    , Universidad
    de Barcelona, SN: 1138-9788. Depósito Legal: B.
    21.741-98 Vol. VI, núm. 119 (60), 1 de agosto de
    2002.

 

 

 

Autor:

Ms. C.. Sara Colás
Griñan

saracg[arroba]uclv.edu.cu

Ms. C. Macyuri Álvarez Luna

macyuri[arroba]fce.uclv.edu.cu

Ms. C. Jorge Luis Garcia Jacomino

jacomino[arroba]uclv.edu.cu

Universidad Central "Marta Abreu" de Las
Villas

 

Partes: 1, 2
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