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La Educación de Valores




    Rreto para la universidad
    finisecular

     Dos serán los vuelcos
    más notables de la Universidad
    cubana cuando inicie el siglo XXI: la informatización a
    gran escala de su
    labor formativa y de gestión, y la conversión de la
    educación
    de valores en el
    centro del trabajo de formación de
    profesionales.

    Si en el tratamiento del universo de
    problemas de
    la formación de profesionales es necesario dejar
    esclarecido desde un inicio el fin que se persigue, es justamente
    en el tema de la EDUCACION EN VALORES en
    los predios universitarios. En esta presentación
    transitaremos por reflexiones conceptuales, contextuales,
    filosóficas y prácticas. Pero el fin no es tratar
    de conciliar una conceptualización, ni esclarecer una
    filosofía, lo cual también es importante. El fin,
    en este caso, y ante este tema hoy, sólo ha de ser
    contribuir a encontrar los caminos más expeditos para
    formar hombres profesionales más íntegros que son
    los que Cuba reclama
    para su desarrollo.

    De las Universidades cubanas han egresado desde 1959
    hasta 1995, 564 298 profesionales. En una economía con una
    población laboral de
    aproximadamente 3 millones de personas, es esta una cifra que
    demuestra el alto significado social que ellos poseen para la
    vida de la nación.
    Uno de cada 6 trabajadores, aproximadamente, es un profesional
    graduado en la Universidad cubana posterior al triunfo de la
    Revolución
    en 1959.

    De ellos aproximadamente 190 000 se han graduado en el
    transcurso de estos años de aguda crisis
    económica que se ha denominado Periodo especial en tiempos
    de paz. Hoy están en las aulas universitarias
    aproximadamente 130 000 jóvenes, que se forman para
    ejercer su profesión en un mundo no sólo
    caracterizado por su elevada tecnologización, por lo que
    se ha dado en llamar por algunos el mundo de la REVOLUCION DEL
    CONOCIMIENTO,
    o aplicación del conocimiento
    al propio conocimiento, sino además por sus
    acompañantes contradictorios dados en las crisis
    ecológicas, alimentaria, laboral,
    energética, climatológica, financiera,
    económica, axiológica y la que nos parece una de
    las más cruciales crisis que se vive a nivel global, que
    podemos denominar CRISIS DE PARADIGMAS.

    Es decir, crisis de modelos, de
    conductas, de valores, de motivos, de sistemas, de
    aspiraciones. El afianzamiento de la
    personalidad se da con su autoreproducción a nivel de
    individualidad, proceso regido
    por valores y motivos jerarquizados en la personalidad.
    Ellos responden a modelos, a
    aspiraciones a seguir, a aquello que para cada cual se constituye
    en un estado
    deseado. Y ahí es donde vemos la mayor de las crisis. Las
    aspiraciones que se presentan ante todos como patrones a seguir
    tienen que ver con el éxito
    económico a toda costa, no con la misma esencia de la
    reproducción de lo humano, lo que se
    subordina en nuestro mundo globalizado a la capacidad de compra
    de la persona. Ese es
    el indicador que mide la aspiración que se propone al
    mundo, y ese fin ha de lograrse a toda costa, empeñando
    sobre todo la condición humana.

    Esta crisis de paradigmas
    impacta muy severamente la labor educativa. Y los mas afectados
    son los procesos de
    educación
    en las regiones tercermundistas. Distantes como nadie de alcanzar
    la materialidad de la cosificación de la vida humana que
    se ha establecido como modelo de
    personalidad
    exitosa, añorantes, pues son víctimas de una labor
    permanente de educación de dicho modelo
    consumista como aspiración individual, ven que sus
    sueños se alejan mucho de poder ser
    reales. Por otra parte, insertos, los que pueden, en procesos
    educativos preñados de carencias, terminan asumiendo el
    ciclo infernal ya identificado del paso del SINDROME DE LA
    PERPLEJIDAD AL SINDROME DE LA IMPOTENCIA, es decir, de la
    admiración por el desarrollo, a
    la pena por la imposibilidad de alcanzarlo. Ese camino conduce a
    la quiebra de
    valores tan necesarios para que el hombre siga
    siendo, ante todo, digno representante de lo humano. Y lo que es
    peor, a la sustitución de ellos por antivalores que
    comienzan a regir las conductas ciudadanas.

    Las Universidades latinoamericanas no escapan de estas
    carencias. Aunque no resulta similar la problemática de
    las mayorías de las casas de altos estudios del norte
    desarrollado, y las del sur subdesarrollado, estas últimas
    concentran las penurias todas, y en la mayoría de ellas su
    producto final
    fundamental, el graduado universitario, sigue estando por debajo
    de las expectativas y necesidades de la sociedad para
    cuyo servicio se
    formó.

    Esta problemática está en el centro de las
    preocupaciones de autoridades y académicos de la educación
    superior cubana. Aunque la situación de la Universidad
    de la isla dista mucho de expresar las carencias que vemos en
    muchas instituciones
    de nuestro continente.

    Cuando el paradigma
    universal de la
    globalización hegemonista parece llegarnos de una
    brutal cosificación de lo humano, Cuba,
    reconociendo sus carencias formativas en lo profesional, levanta
    como discurso
    contestatario la inmensa obra de la Revolución
    y en el marco de su labor formativa de los futuros profesionales,
    el ENFOQUE INTEGRAL PARA LA LABOR EDUCATIVA Y POLÍTICO
    IDEOLÓGICA CON LOS ESTUDIANTES. Parte de este son los
    PROYECTOS
    EDUCATIVOS, es decir, la integración sistémica que marca la unicidad
    de lo curricular, extensionista, y socio político, como
    dimensiones que cubren todo el espectro formativo del proceso
    docente, visto este en su multivariedad de escenarios y la
    pluralidad de sus protagonistas.

    Pero los jóvenes cubanos viven una realidad
    nacional muy compleja. Insertos en una página épica
    de la historia
    patria, son partícipes de la construcción de un proyecto social
    único basado en una doctrina revolucionaria de
    dignificación nacional, individual y social. Un proyecto hermoso
    pero que se enfrenta a una doctrina de anexión producida
    en el norte y que se acompaña además de una
    profunda crisis económica. Las medidas adoptadas para ir
    dejando atrás la crisis incorporan elementos de la
    lógica
    del mercado en la
    realidad nacional, tornando aún mucho mas complejo el
    mundo individual y social en que nuestro joven se forma como
    futuro profesional.

    En ese entorno hay que formar a un profesional que
    continúe dando respuestas contundentes a los problemas
    tecnológicos de su profesión, que sea en fin un
    profesional capaz, pero que además sea una personalidad
    íntegramente comprometido con esa doctrina de
    dignificación del hombre que
    pasa por la independencia
    de la nación y el desarrollo de la identidad
    nacional sin que ello lo conduzca a un nacionalismo
    castrado.

    Hoy consideramos desde la universidad cubana, que el
    proceso de formación de profesionales ha de conducir a la
    aprehensión de conocimientos en los jóvenes, el
    desarrollo de habilidades profesionales y la educación de su
    sistema de
    valores de manera que su formación se arraigue desde estos
    últimos, que afianzan lo trascendente en la
    personalidad.

    Los valores se encuentran en la médula de la
    personalidad. Son como el esqueleto que sirve de sostén a
    todo el andamiaje ideológico de la persona, vista
    ella como "sistema de
    motivos que se expresa en concepciones, estereotipos, normas, valores y
    sentimientos, teniendo un conjunto de manifestaciones conscientes
    que definen el comportamiento
    ideológico intencional, así como manifestaciones
    inconscientes, que participan en la definición
    comportamental del sujeto hacia otras esferas de la
    vida".

    Los valores están en lo mas profundo del ser,
    presentándose de diversas maneras y por vías
    disímiles, en la expresión conductual de la
    persona. Fundamentan juicios, respaldan conductas, se
    sistematizan como síntesis
    cuando aparecen como virtudes, cualidades de la persona. En
    todos, la esencia es dictada por el valor. Por
    tanto, el proceso a cuya responsabilidad respondemos, de formación
    de profesionales universitarios, alcanzará en cada joven
    su expresión mas completa si penetra hasta las
    raíces del sistema de valores de ese individuo.

    En el terreno de la didáctica ha ganado reconocimiento la
    consideración que identifica a conocimientos y habilidades
    como fines del proceso docente educativo. Pero es un reclamo
    mundial la necesidad de repensar el escenario universitario en
    sus conceptos y acciones con
    miras a lograr profesionales verdaderamente capaces de estar a la
    altura del salto cognoscitivo permanente en que estamos
    viviendo.

    En Cuba se está iniciando una nueva fase en el
    desarrollo de la educación universitaria. Ella aparece
    como reclamo del propio desarrollo. La formación de
    profesionales ha avanzado notoriamente, pero ese propio avance,
    generando soluciones a
    los problemas que el proceso docente educativo produce, va
    engendrando a su vez contradicciones que dictaminan necesidades
    de cambios. La respuesta, encaminada ya y convocada por la
    dirección central de la educación
    superior cubana, ha dado en llamarse PERFECCIONAMIENTO DE LOS
    PLANES DE ESTUDIO C (o elaboración de los planes de
    estudio C´ ), proceso que pudiéramos considerar como
    la aparición de la cuarta generación de Planes de
    Estudios.

    Uno de sus centros principales está en la
    incorporación curricular de la formación de valores
    en todo el escenario pedagógico que sirve de marco a la
    formación del profesional. Esta orientación
    tendencial se abre paso en las definiciones de componentes
    importantes de los nuevos planes, tanto en el modelo del
    profesional como en las disciplinas y años de la carrera.
    A la aprehensión de nuevos conocimientos y el desarrollo
    de habilidades profesionales, han de añadirse los valores
    como motivo de reflexión y práxis
    universitaria.

    El asunto es: ¿se forman valores en la
    educación universitaria o se consolidan y depuran los
    formados y deformados por la educación precedente?. Si al
    final concluimos en reconocer la responsabilidad universitaria en la
    formación de valores, ¿qué papel
    corresponde en dicho proceso a la profesión que se
    estudia?. Es decir, ¿existen valores de la
    profesión?, y por último, ¿cómo medir
    el desempeño, la marcha del proceso formativo
    para encauzar mejor las acciones?.

    Si por otro lado se concluye que nos corresponde
    sólo reforzar o eliminar lo hecho y lo mal hecho, el
    valor y el
    antivalor respectivamente, ¿cómo lograrlo en el
    seno de la formación de profesionales?. Se impone aclarar
    que estas preguntas encuentran muy disímiles respuestas.
    Sólo esbozaremos apuntes para un acercamiento al tema que
    propicie la polémica en torno a estas
    cuestiones.

    & 1.1.- CONCEPTUALIZANDO SOBRE EL
    VALOR.

    Un punto de partida debe de ser la
    conceptualización del valor. En este sentido existen
    diferentes puntos de vista de los cuales expondremos algunos. En
    conferencia
    magistral dictada por el Dr. Carlos Alvarez de Zayas en la
    Universidad de Holguín presentaba la siguiente
    concepción del valor: "La significación que para el
    sujeto tiene un objeto determinado. El grado de
    significación que tiene algo para el hombre.
    Todos los objetos tienen valores asociados a ellos, en un plano
    objetivo, y al
    sujeto que se vincula en un plano subjetivo" Y en cuanto a su rol
    en el proceso de formación de profesionales
    planteó: "El contenido posee: 1.- El
    conocimiento del objeto de estudio; 2.- El vínculo
    entre el hombre y su
    objeto de estudio, es decir, la habilidad; 3.- la
    significación que ese objeto de estudio tiene para el
    estudiante, es decir, el valor."

    Abordar el valor como significado no alcanza a brindar
    la trascendencia que el valor posee para la personalidad, pues el
    mismo se ubica en el ámbito de lo mas trascendente para la
    persona. Y no todo significado alcanza esa magnitud
    sociológica. Sin embargo la ubicación del nivel del
    valor en el proceso docente educativo, si nos parece de las mas
    meridiana precisión en la propuesta referida.

    El mundo real SIGNIFICA para el hombre. Su
    autoreproducción biológica y social, su habitat, su
    trabajo, su vínculo social, todo el hombre lo encuentra a
    través de su vínculo con el mundo real, de la
    naturaleza, y
    el mundo de la sociedad y el
    pensamiento.
    Por ello SIGNIFICA, VALE, TIENE UN SENTIDO, obligadamente para
    él. Pero no es un valor en sí. A partir de las
    relaciones de la individualidad o del grupo,
    colectivo o sociedad, en fin, del vínculo humano entre los
    hombres y entre ellos y la naturaleza,
    aparecen criterios valorativos en un proceso de
    subjetivización de eso que SIGNIFICA, VALE, se compara con
    los indicadores o
    parámetros de valor que el hombre porta en su
    individualidad y que construyen sus juicios de valor, los juicios
    del bien y el mal, lo real, lo justo e injusto, que constituyen
    abstracciones, generalizaciones, donde los de mayor trascendencia
    para el hombre se elevan hasta arribar al umbral de lo mas
    connotado y escalar la cima que significa para el hombre su
    SISTEMA DE VALORES.

    Desde este ángulo es que no coincidimos en la
    comprensión del valor como significado.

    Esta visión parece surgir como
    interpretación de las propuestas del Dr. José R.
    Fabelo, quien apunta tres planos de análisis en la categoría Valor. "En
    el primero, es necesario entender los valores
    como parte constitutiva de la propia realidad social. …El
    segundo plano de análisis se refiere a la forma en que esa
    significación social, que constituye el valor objetivo, es
    reflejada en la conciencia
    individual o colectiva. Por otro lado- y este es el tercer plano
    de análisis- la sociedad debe siempre organizarse y
    funcionar en la órbita de un sistema de valores instituido
    y reconocido oficialmente."

    Suscribo como base esta opinión, pero me inclino
    a subrayar que el VALOR sólo existe en la relación
    hombre – medio, a nivel de subjetivización del resultado
    de esa relación escalada a su más alto nivel de
    trascendencia para el hombre. El significado per se, no es valor.
    Valor es generalización, abstracción como proceso
    que opera en el hombre por canales naturales, muchas veces no
    concientizados. La socialización del valor es para nosotros el
    tercer plano.

    Visto desde este plano el contenido de una disciplina no
    POSEE VALORES, aunque si posee significados. La
    comunicación con la necesaria calidad de esos
    contenidos de manera que trasladen al estudiante un componente
    que se corresponda con sus nociones de lo bueno, de lo valioso,
    asaltará así su sistema de valores y lo
    enriquecerá, consolidará, o aportará nuevos
    componentes. Este es, para nosotros, un punto de partida en eso
    que el Dr. Alvarez de Zayas ha denominado LA DIDACTICA DEL
    VALOR.

    Por otra parte el Dr. Rugarcía, desde su
    experiencia rectoral e investigativa, propone entender el valor
    como algo a lo que vale la pena dedicar la vida o parte de ella,
    y hasta entregarla. Destaca al mismo tiempo dos
    ángulos dados en el sentido de la vida y la forma como se
    trata de vivir. Por último apunta que las actitudes
    expresan los valores de la persona.

    Se destaca en esta propuesta la trascendencia del valor
    ubicándolo en la más alta jerarquía para la
    caracterización de la personalidad. Esta visión la
    consideramos oportuna.

    &1.2 .- SOBRE UNA TIPOLOGIA DE
    VALORES.

    Otro punto está en el esclarecimiento de la
    tipología de valores, pues se habla de valores morales,
    valores sociales, valores individuales, valores profesionales,
    valores antropológicos, y otros.

    Cuando se habla de tipología no se trata del
    contenido de un valor específico, sino se refiere al
    objeto o relación de la vida real del cual emerge como
    paradigma el
    valor. Aclaro esto porque todo valor es moral, al
    igual que todo valor es social y emerge de una individualidad.
    Desde ese ángulo todos los valores son morales, sociales,
    individuales. Pero no todos refieren el mundo moral de la
    persona, como no todos refieren el mundo de las relaciones
    sociales de la persona y la sociedad como un todo y sus partes,
    no todos refieren la autoreproducción de lo humano, tan
    vital y dañado hay día.

    GRAFICO 1.- PROPUESTA DE TIPOLOGIA DE
    VALORES.

    Por tanto coincidimos en que para su estudio es un
    recurso metodológico importante reconocer una
    tipología de los valores. Y reconocemos la existencia de
    valores
    morales, individuales, sociales, profesionales y humanos o
    antropológicos.

    No existe barrera entre ellos. Pero si existe una
    configuración conceptual propia en cada individuo y
    sociedad para evaluar e incorporar valores. Por ejemplo, somos de
    la opinión de que el valor rector que deberá
    proponerse formar toda carrera universitaria es la
    PROFESIONALIDAD , no como rasgo o cualidad de
    ejercicio profesional, sino como atributo de la conducta
    cotidiana de la persona. Ese nuevo valor se va configurando a
    partir de rasgos conductuales, aptitudes, conocimientos,
    cualidades, habilidades, que pasan por el tamíz de los
    valores individuales (que nunca existen al margen del entramado
    de valores de la sociedad, o lo que se conoce como LA MORAL
    SOCIAL), y este los considera buenos, honorables, seguros,
    honestos, de calidad,
    presentables, etc. y los va integrando a la personalidad hasta
    que se sistematiza y sintetiza en un nuevo valor.

    De aquí se deduce que los valores no son cajas
    negras, cerradas y estáticas, sino que se enriquecen,
    nutren, amplían, diversifican etc. Pero también se
    deforman, o se pierden dando lugar a la aparición de un
    antivalor. ( Por ejemplo el rol de la honestidad en la
    profesionalidad del contador que luego conforma dos libros y
    roba).

    Aunque toda enumeración siempre corre el riesgo de ser
    incompleta, y la presente de seguro lo es, si
    nos parece oportuno enunciar algunos valores en los tipos que
    hemos mencionado. Así, entre los morales
    aparecen los rectores del sistema axiológico de toda
    persona, lo justo, la libertad, el
    decoro, lo bueno, lo moral; entre los individuales
    el honor, la amistad, la
    autoestima, el
    respeto; entre
    los sociales la cultura,
    el trabajo, la
    propiedad, la
    convivencia, la equidad, la identidad, la
    pertenencia; entre los profesionales la honestidad, la
    eficiencia, el
    prestigio, la estética, la limpieza, la responsabilidad,
    la profesionalidad, el reconocimiento, entre los
    antropológicos el amor, la
    belleza, la dignidad y otros que de seguro la lectura de
    este trabajo le sugerirá.

    Esta enumeración, que afilia ciertos valores a
    grupos de
    acuerdo con el aspecto de la vida social a que refieren, no nos
    puede conducir a dividirlos en la cosmovisión de la
    persona. Por el contrario, se manifiestan en la más
    profunda concatenación y dependencia mutua. Para ver con
    mayor claridad esta imbricación se requiere que
    incorporemos al análisis u concepto
    cardinal: la MORAL
    SOCIAL. Ella no es sumatoria, sino síntesis. Todo proyecto
    social critica o refrenda los preceptos de la moral social, la
    cual se ha ido nutriendo a lo largo de la vida nacional y ha ido
    conformando un cuerpo de preceptos, inicialmente no escritos, que
    van configurando lo que es percibido socialmente como valioso,
    como justo. Esos preceptos indican luego la afirmación de
    la legalidad, toman cuerpo jurídico muchos de ellos
    formando los principios
    máximos que conforman la nación y la nacionalidad,
    en fin van nutriendo la IDENTIDAD. A
    esa conjunción necesaria de valores de la moral social, de
    la individualidad, de la profesionalidad, etc. se debe responder
    en la labor educativa en el ámbito de la formación
    de profesionales.

    Es bueno apuntar que los componentes de la moral social
    están expuestos de modo permanente a la más
    profunda dinámica, que incluso llega a expresarse
    como saltos o rompimientos en procesos de cambios generacionales
    o revolucionarios. Estamos viviendo en Cuba momentos de saltos,
    movidos por cambios generacionales y profundos cambios sociales
    traídos de la mano por las transformaciones sociales que
    se acometen. El problema cardinal es garantizar la continuidad y
    el enriquecimiento de los preceptos que conforman la ética
    social de la Revolución. Entonces hay cambios que pudieran
    aparecer como reclamos del desarrollo, que son consecuencia de la
    crisis que vivimos o de las medidas para resolver dicha crisis, y
    esos cambios axiológicos pueden perturbar las
    raíces del patriotismo, el espíritu de
    consagración al trabajo, la revolucionariedad de nuestros
    jóvenes.

    Pueden hacer aparecer expresiones de tolerancia
    asociados a los difíciles momentos que se viven, y con
    ello aparecer la blandenguería, degradación, el
    conformismo, la tolerancia, la
    corrupción, la doble moral. Esos son
    componentes nuevos de nuestro paisaje nacional, minoritarios pero
    no desdeñables. Sus antídotos están claros,
    y en nuestras manos. El proceso de educación en valores
    dirigido a consolidar y formar los valores de nuestra
    Revolución insertos en su ámbito profesional y
    cotidianeidad tiene que ser el camino. Consolidar el patriotismo,
    la identidad, la disciplina, el
    cumplimiento del deber, en fin, lo que llamamos VALORES
    TRASCENDENTES, y que otros han llamado SUPRAVALORES Y VALORES
    CENTRALES. Abrazamos cualquier denominación. Eso no es lo
    importante. Lo importante es que quede claro que esos tienen que
    ser nuestros centros de atención y que ellos si encuentran, a
    nuestro juicio, una expresión en los predios
    universitarios, y ya no sólo hablando del proceso docente
    – educativo, añado, los procesos
    administrativos, de investigación, de superación
    posgradual, extensionistas, etc.

    El centro de esa expresión lo vemos en la
    claridad de la trascendencia máxima que adquiere alcanzar
    como meta la PROFESIONALIDAD en la conducta de
    nuestros jóvenes.

    En cuanto al valor PROFESIONALIDAD, lo consideramos un
    valor SINTESIS, en el
    cual se integran valores
    morales, sociales, individuales, profesionales, en fin,
    aquellos que tienen que ver con el perfeccionamiento de la
    conducta ciudadana y profesional de una persona que al culminar
    su carerra universitaria tiene que erguirse ante el mundo ya con
    una nueva visión de él, de sí mismo y de su
    misión
    social. Esa conceptualizacion de la individualidad ha de
    acompañarlo no sólo en su desempeño como
    profesional sino en toda la amplia gama de facetas que
    acompañan a todo ser. Se trata de un mecanismo que nos
    permite combatir contra el eminente cirujano que no es capaz de
    sostener una conversación más allá del
    universo de su
    profesión o que es capaz de maltratar de palabras a un
    paciente. El directivo que es horror de relaciones sociales en su
    habitat domicialiario por pedantería, orgullo falso o
    inmodestia. La profesionalidad como valor trasciende los marcos
    del ejercicio profesional y educa ante la vida con una
    posición responsable e íntegra. Ese es el
    ángulo desde el cual apreciamos la necesidad de
    reconocerlo como valor y dosificar su desarrollo en nuestros
    educándos.

    GRAFICO 2. PROPUESTA DE COMPONENTES DEL VALOR
    PROFESIONALIDAD.

    Otro enfoque es el intento de estigmatizar, parcelar,
    los valores, viéndolos como bloques que se unen y dan
    lugar a una pared, pero que pueden separarse deliberadamente. Una
    pared no es un sistema cuyos subsistemas son los bloques, el
    cemento no es
    una interrelación. Hemos encontrado disciplinas
    académicas que, responsabilizadas con peldaños de
    la formación del profesional, atribuyen a cada asignatura
    el desarrollo de un valor específico que no
    corresponderá desarrollar a la asignatura siguiente, pues
    se considera cumplida la misión
    formativa. Como un convencionalismo que sirva para organizar el
    proceso pudiera entenderse aunque no del todo, pero cuidado con
    que un profesor pretende que no ha de enriquecer con su
    desempeño la visión estudiantil de la honradez,
    pues eso le correspondió al profesor anterior.

    La Disciplina debe fortalecer o formar determinados
    valores. Para ello ha de partir de identificarlos, definirlos y
    proponer el camino para lograrlo. Pero en ningún caso ese
    camino ha de ser la asignación a cada asignatura de la
    disciplina de x valores específicos que corresponden a
    ella y no a las otras. No se trata de dividir entre las
    asignaturas los valores que está llamada a desarrollar la
    disciplina. Se trata de que todas las asignaturas de una
    disciplina tienen responsabilidad en la formación o
    consolidación de esos valores definidos. La diferencia
    estará entonces en las gradaciones que cada asignatura
    debe alcanzar, medición que la disciplina deberá
    diseñar para poder
    precisar, entonces si, a nivel de asignatura, qué
    ejercicios integradores servirán para medir si se han
    alcanzado los grados de profundidad necesarios en la
    consolidación o formación de un valor determinado.
    Ese, para cada año, carrera, y departamento docente
    será el mas profundo de los análisis y la mas
    importante y útil de las reuniones.

    BIBLIOGRAFIA.

    1.- Alvarez de Zayas, C. Didáctica de los valores. En: II Taller
    Nacional sobre Trabajo político ideológico. MES. La
    Habana, 1998.

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    Magistral en la Universidad de Holguín. Sept.,
    1997.

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    C. Toda gran libertad
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    4.- Fromm, E. Marx y concepto del
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    Amador. Edit. Ariel, S:A., Bogotá, 1998.

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    Cuba: historia,
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    de Educación Superior. Nro. 1, 1997.

     

     

    Autor:

    Dr. Luis Orlando Aguilera García.

    Universidad de Holguín. CUBA.

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