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Seguridad Ciudadana




Enviado por pipe_silva



    El trabajo contiene una investigacion sobre seguridad
    ciudadana. Una definicion historica del concepto y su
    aplicacion en los municipios. Para ello se ha tomado como ejemplo
    el municipio de las condes, el cual ha demostrado ser
    tremendamente eficiente en su accion antidelincuancia siendo un
    modelo ha
    seguir por los demas municipios.

    Introducción

    La propuesta de políticas
    públicas en torno al tema de
    la seguridad
    ciudadana implica reconocer que ésta es una
    aspiración permanente de los ciudadanos, cuyos límites
    son bastantes difusos. Por lo tanto, el planteamiento de políticas
    públicas en este tema implica, en primer lugar, reconocer
    ese dinamismo permanente e inherente a la
    situación.

    Cuando se plantean políticas publicas, puede
    hacerse mas bien en términos clásicos, y entonces
    comenzamos a hablar de políticas publicas referidas al
    diagnostico y al seguimiento de la situación de la
    seguridad, o de políticas publicas referidas a la
    prevención de la inseguridad o
    a la represión sobre la comisión de delitos que
    atentan contra la seguridad, o a la sanción de estos
    delitos, e
    incluso a la rehabilitación de los transgresores de las
    normas
    sociales.

    Desde la visión particular de los municipios,
    debemos plantearnos que las causas de esta sensación o
    percepción de inseguridad no
    necesariamente son objetivas ni objetivables. Son de carácter
    muy subjetivo, ya que si se analizan las estadísticas disponibles nos damos cuanta
    que la sensación o percepción
    de inseguridad que los ciudadanos expresan, esta bastante
    sobredimensionada en relación con lo que efectivamente
    esta pasando en la sociedad
    contemporánea, no sólo en Chile, sino en
    el mundo.

    Entonces, la pregunta que surge es ¿por
    qué la población se acerca a los municipios
    permanentemente con una percepción tan fuerte de
    inseguridad?. No cabe duda que los vecinos están situados
    en un marco cultural que propende a inseguridad; un marco
    cultural que estipula el individualismo, el consumismo, que
    presenta situaciones socio económicas extraordinariamente
    desintegradas. Estamos hablando de un contexto de violencia
    creciente e las relaciones sociales, incluso al interior del
    núcleo familiar, y en una sociedad que
    estimula el aislamiento. La sociedad actual desincentiva la
    recreación colectiva para estimular la
    recreación individual, e incluso genera infraestructura y
    espacios públicos orientados en esta lógica
    mas que en un enfoque de vida social colectiva, donde el centro
    de la actividad es compartir con otro y generar espacio de
    confianza entre los vecinos.

    En este contexto cultural se expresan un conjunto de
    consecuencias que dicen relación con agudos problemas
    sociales, con las limitaciones de desarrollo que
    presentan nuestras ciudades y nuestro país, y con la
    debilidad de nuestras instituciones
    para abordar un fenómeno individual, cada ves más
    atomizado y mas desintegrado.

    Abordar esta situación implica esfuerzos de
    modernización muy relevantes para todas las instituciones,
    incluidos, por supuesto, los municipios, pero también esta
    tarea incluye a las fuerzas policiales y a los actores
    judiciales.

    Evidentemente produce inseguridad la comisión de
    delito que no
    tienen sanción, que no tiene represión y que, en su
    grado máximo, lo hemos visto en estos días, cuando
    la gente se pasea por Chile
    después de fallos judiciales muy claros. Estos son
    fenómenos colectivos que atentan contra la
    percepción de seguridad objetiva de la población, pero también sobre la
    percepción de seguridad sico-social de los ciudadanos, que
    es el fenómeno mas complejo. No cabe duda de que la
    sensación de impunidad lleva al desarrollo de
    conductas mas violentas y a incrementar una espiral que produce
    una especie de norma de "ley de la selva",
    donde el mecanismo central que se desarrolla es la autodefensa
    mas que la mutua protección.

    Todos estos elementos y análisis de ellos llevan a preguntarse que
    se puede hacer o como podemos aportar.

    Lo primero que llama la atención es la indefinición con
    respecto a lo que se espera del rol municipal en este tema. Para
    los vecinos, el municipio es el gobierno, y, por
    lo tanto, la institución que debe resolver los problemas
    concretos que tiene la gente.

      

    Seguridad ciudadana como
    definición histórica.

    No tener una agresión violenta es el primer y
    principal significado de la seguridad; saber respetada la
    integridad física y, por
    extensión, "lo propio". Estar seguro significa
    por sobre todo poder
    disfrutar de la privacidad del hogar sin miedo a ser asaltado y
    poder circular
    tranquilamente por las calles sin tener un robo u otra
    agresión. Esta seguridad física, cuasi
    corporal, concierne pues a las reglas básicas de
    convivencia pacifica. No vasta, empero, la ausencia de miedo a
    una muerte
    violenta. Al hablar de seguridad ciudadana o seguridad publica
    hacemos alusión a una dimensión mas amplia que la
    mera supervivencia física. La seguridad es una
    creación cultural que hoy en día implica una forma
    igualitaria (no jerárquica) de sociabilidad, un
    ámbito compartido libremente por todos. Esta forma de
    "trato civilizado" representa el fundamento para que cada
    persona pueda
    desplegar su subjetividad e interacción con los
    demás. Esta en juego la vida
    no sólo de la persona
    individual, sino igualmente de la sociedad. Dada lo fundamental
    de esta dimensión y, por ende, el peligro que involucra
    toda la transgresión, la percepción de amenaza
    puede ser extremadamente sensible.

    Como es sabido las estadísticas registradas a partir de los
    años 40 por la policía de investigaciones y
    carabineros varían mas la actividad policial que la
    actividad delictual. Resulta entonces difícil averiguar en
    que medida el miedo responde a un aumento efectivo de la delincuencia y
    de la violencia. En
    todo caso, no estamos ante un fenómeno reciente; el miedo
    ante el delito
    común o a la violencia tiene una larga historia, pero alcanza
    dimensiones alarmantes a raíz de los procesos de
    urbanización e industrialización. La violencia se
    traslada del campo a la ciudad, donde el desarraigo de los
    emigrantes, las desigualdades sociales y la inestabilidad
    laboral
    favorecen la delincuencia.
    Autores de comienzos de siglo destacan como el trabajo
    fabril fomenta la desorganización de la familia
    tradicional, el abandono del niño y la aparición
    masiva de vagos y mendigos; todo ello acentuado por el alcoholismo y
    la frecuente impunidad. El temor provocado por el deterioro del
    antiguo orden de convivencia toma cuerpo en las llamadas "clases
    peligrosas". Mas que la criminalidad (acotada) es la violencia
    (difusa) la que imprime a la "cuestión social" su
    virulencia.

    En este periodo se consolida el papel
    ancestral del estado como
    garante de la paz social y de la seguridad publica. A los
    procedimientos
    propios de un estado de derecho
    se agrega una intervención activa que combina mecanismos
    represivos con medidas preventivas y promocionales. La
    acción estatal dispone acciones
    (justicia
    penal) y de incentivos
    (estado
    asistencial). Tanto la ley penal como
    las medidas sociales que se guían por una idea de sociedad
    basada en una familia legitima
    y un trabajador disciplinado. El estado es
    fuertemente regulador y no vacila en vulnerar principios
    liberales con tal de afirmar el disciplinamiento
    social.

    Hasta mediados de siglo el miedo al delito esta
    vinculado a acciones
    individuales y concentrada en los sectores populares. En los
    años 70 aparece una nueva modalidad de delincuencia
    violenta y de violencia política; aumentan
    los robos y los delitos comunes con fines políticos. En la
    medida en que la sociedad se polariza políticamente
    también aumentan los conflictos
    intergrupales tanto en las ciudades como en el campo (huelgas,
    tomas de tierra). En
    septiembre de 1972, ocho de cada diez personas entrevistadas era
    de la opinión que en Chile se vivía un clima de
    violencia. Ya no es el delito sino un ambiente
    generalizado de violencia difusa el que generaba miedo.
    Éste adquirió una dimensión desconocida
    hasta entonces con la intervención militar. Aparece una
    nueva forma de violencia; el propio estado abandona el marco
    jurídico. La represión estatal es particularmente
    intensa en 1973.

    En los años 70 y 80 la sociedad chilena se
    encuentra dominada por una verdadera "cultura de
    miedo": miedo al comunista, al subversivo; miedo al
    "cáncer invisible" y omnipresente que corroe al cuerpo
    social. Miedo a la represión y al delator; miedo a ser
    "descubierto" en alguna (no se sabe cuál) imprudencia. Las
    "reglas del juego" quedan
    suspendidas, la arbitrariedad del poder provoca estrategias de
    disimulación y autocoerción. La desconfianza del
    otro se instala en toda la vida social, incluido el hogar. No
    todo es violencia política;
    también aumenta la delincuencia. El control estatal
    no logra opacar la disgregación producida por la crisis
    económica y el desempleo. En
    pleno gobierno militar
    los robos con violencia aumentan 77% entre 1980 y 1986. Sin
    embargo el fenómeno solo alcanza niveles de alarma publica
    bajo el régimen democrático.

    La democracia
    pone fin a la represión, pero no al miedo. La
    transición esta acompañada de un temor
    físico que, a falta de amenaza explícita, se
    cristaliza nuevamente en la delincuencia. A partir de 1990 se
    afianza la percepción de que la delincuencia ha crecido y
    que esta fuera de control. Desde
    entonces las encuestas
    señalan a la delincuencia como uno de los problemas
    prioritarios de los chilenos.

    Más importante que el aumento de cuantitativo es
    el cambio
    cualitativo: hay mas asaltos a mano armada, ellos afectan
    también a hogares en comunas del "barrio alto" y comienzan
    a operar bandas organizadas. Ademas adquiere visibilidad un
    factor que comienza a cristalizar el miedo al delito: la droga. En 1977
    y 1992 los detenidos por trafico de estupefacientes aumentan de
    254 a 10.119, según datos de
    carabineros

    El sentimiento de
    inseguridad

    Las encuestas de
    opinión confirman los sentimientos que afloran en los
    grupos de
    discusión: la inseguridad cotidiana está asociada a
    la delincuencia. Casi ocho de cada diez personas entrevistadas
    por CEP-PNUD en julio de 1997 estiman muy probable o medianamente
    probable que pueda ser víctima de un robo o intento de
    robo en la calle, seis de cada diez presumen que ello les puede
    ocurrir en su hogar, la mitad de las mujeres entrevistadas temen
    ser víctima de una agresión sexual o
    violación y cuatro de cada diez entrevistados consideran
    muy o medianamente probable otro tipo de agresión
    (pandillas, etc.). Este miedo se proyecta en un miedo al otro. La
    imagen del
    otro es de la de un agresor potencial que amenaza en cualquier
    momento y en cualquier lugar. El miedo a una violencia
    descontrolada se condensa en la imagen del
    delincuente drogado; él simboliza la perdida de todo lazo
    social y de toda norma moral.

    Ahora bien, el aumento notable del miedo al delito y a
    la violencia en los años recientes no corresponde,
    según vimos, a un incremento similar de la delincuencia.
    La encuesta
    CEP-PNUD de 1997 permite contrastar la percepción de los
    entrevistados acerca de las probabilidades de ser una
    víctima de un delito. En el cuadro se indica una
    proporción significativa, pero el hecho deviene motivo de
    alarma a raíz de ciertas razones adicionales (ver cuadro
    1).

    Al sentimiento generalizado de inseguridad contribuye,
    por una parte, el hecho de ser agredido en mas de una
    ocasión; un 5.3% de dichos entrevistados había
    sufrido dos o mas robos sin violencia en lugar publico y un 2%
    fueron de dos o mas asaltos en el hogar. Tales situaciones
    potencian el sentimiento de vulnerabilidad. Por otra parte, es un
    hecho novedoso que las víctimas pertenecen a todos los
    grupos
    sociales. Las víctimas de robo sin violencia tanto en
    la calle como en el hogar pertenecen preferentemente al nivel
    socioeconómico alto (32% y 13%) seguido del nivel
    socioeconómico medio (21% y 7%) y del nivel
    socioeconómico bajo (15% y 7%).

    En años recientes los delitos contra la propiedad
    aumentan significativamente en las comunas pudientes, mientras
    que los delitos contra personas son más numerosos en las
    comunas populares. En el pasado parecía existir una clara
    delimitación de lo que eran lugares y grupos
    peligrosos. La amenaza era acotada social y
    geográficamente. De los grupos de discusión antes
    mencionados se desprende que las deslimitación actual
    transforma a la ciudad entera en territorio hostil e incrementa
    incertidumbre.

    A la alarma publica contribuyen también los
    medios de
    comunicación masiva. La "crónica roja" concita
    un amplio interés
    publico, y es tenue la distinción entre la información detallada del acontecer social
    y el relato sensacionalista. La conmoción es
    todavía mayor cuando la imagen viva del delito se
    introduce, por medio de la
    televisión, al hogar. Incluso el espacio intimo
    aparece entonces indefenso.

    La inseguridad provocada por la
    impunidad.

    Finalmente, es menester mencionar un cuarto factor que
    incide en el sentimiento generalizado de inseguridad: la (real o
    supuesta) impunidad del delito. Nueve de cada diez entrevistados
    por CEP-PNUD en 1997 expresaban poca o ninguna confianza en que
    la ejecución de un delito grave recibiera castigo en un
    tiempo
    razonable (ver cuadro 2). Sólo entre los entrevistados en
    zonas rurales existía algo mas de confianza. Tal vez por
    eso solamente algo mas de la mitad de los entrevistados que
    había sufrido algún tipo de robo realizo la
    denuncia correspondiente. Las denuncias disminuyen cuando se
    trata de un secuestro,
    venganza o alguna agresión por pandillas.

    En el caso de agresión sexual, ni siquiera la
    cuarta parte de las entrevistadas hicieron la denuncia. La
    percepción de que el delito queda sin sanción
    posiblemente influya en la evaluación
    negativa que hace la sociedad del poder judicial.
    En todo caso, genera desconfianza y acentúa el sentimiento
    de impotencia y frustración. La situación parece
    estar fuera de control. No debe sorprender entonces el pesimismo
    reinante. Según encuestas de Paz Ciudadana la
    proporción de personas que opina que la delincuencia
    había aumentado respecto al año anterior
    subió de un 59% en 1993 a un 74% en 1996, para bajar al
    69% en 1997 (Paz Ciudadana – Adimark, 1997). Es decir, dos
    tercios de las personas estiman que la situación va a
    empeorar aun más. Opinión tan masiva indica que, al
    menos en la percepción de la gente, los mecanismos de
    seguridad son deficientes.

    La seguridad
    publica.

    La seguridad ciudadana es considerada una tarea
    primordial del estado. Desde antiguo corresponde al estado velar
    por "la ley y el orden". Para ello cuenta con el instrumentario
    tradicional: control policial (preventivo y represivo) y medidas
    legales. En relación con la policía es menester
    constatar la permanente disminución de la dotación
    de Carabineros e Investigaciones
    con respecto al numero de habitantes. De acuerdo con estimaciones
    de Hugo Frühling a cerca del personal
    efectivamente operativo, en 1933 y 1941 había un
    policía por 277 habitantes: la relación bajó
    a 440 habitantes por policía en 1990 y a 454 habitantes
    por policía en 1994. En años recientes, sin
    embargo, hubo un fuerte incremento del aporte fiscal a la
    labor policial. Mientras que el aporte fiscal a
    Carabineros e Investigaciones disminuyó en un 13.5% entre
    1986 y 1990, entre 1990 y 1996 aumento en 9.3%, respondiendo a
    las demandas de la opinión publica. A ello se agregan
    aportes municipales y privados (Frühling, H.
    1997).

    Existe asimismo un conjunto de medidas legales
    destinadas a combatir mejor el delito. Se creo en 1991 el Consejo
    Nacional para el Control de Estupefacientes y en 1993 la Dirección de Seguridad Publica e
    Informaciones; se facilitaron los tramites para denunciar delitos
    de hurto y robo; se incrementaron las potestades policiales para
    investigar el tráfico ilícito de estupefacientes y
    se tipificaron nuevos delitos (lavado de dinero). La
    iniciativa más relevante, empero, concierne a la amplia
    reforma al poder judicial.
    No se trata tan solo de perfeccionar el sistema de
    justicia penal
    sino de simbolizar, por medio del poder judicial, la responsabilidad que asume la sociedad entera por
    la seguridad.

    La privatización de la
    seguridad.

    La desconfianza en los mecanismos públicos de
    seguridad ha dado mayor protagonismo a los mecanismos privados.
    El creciente miedo al delito motiva conductas elusivas y medidas
    de seguridad domestica. Especialmente en Santiago está a
    la vista el aumento explosivo del mercado privado
    de seguridad. La privatización se hace visible en la
    proliferación de alarmas, en la presencia de 14.000
    guardias privados, en el cierre de calles. Acorde con el estudio
    de la fundación Paz Ciudadana, en 1994 los chilenos
    gastaron cerca de 100 mil millones de pesos en diversas formas
    privadas de seguridad (ver cuadro 3).

    Ahora bien, según se desprende de los grupos de
    discusión realizados, la gente se da cuenta del circulo
    vicioso: los equipos de alarma a la ves crean mas alarma. Se hace
    evidente que la seguridad se ha vuelto un negocio y que, en
    definitiva, lo que hace falta es una renovación de los
    lazos sociales.

    En efecto, la seguridad ciudadana es fundamentalmente un
    asunto ciudadano. No obstante, la cooperación ciudadana
    parece limitada.

    La encuesta de
    Paz Ciudadana de 1996 documenta la retracción al espacio
    privado como principal reacción frente a la delincuencia.
    Apenas la mitad de los entrevistados cuanta con la ayuda de los
    vecinos (ver cuadro 4). Un estudio realizado en tres comunas de
    Santiago confirma los resultados: la cooperación entre
    vecinos no constituye una opción masiva. Prevalece pues el
    síndrome de "fortaleza asediada", cada cual defendiendo su
    hogar.

    El deterioro de lo
    publico.

    La razón de fondo del miedo al otro parece
    radicar en las grandes y aceleradas transformaciones que vive la
    sociedad chilena. Ellas tienen su expresión mas notoria en
    el deterioro de las pautas básicas de sociabilidad. El
    vecino, el prójimo, aparecen como personas extrañas
    con las que se comparte poco o nada. Resultados de la encuesta
    CEP-PNUD nos muestran en primer lugar que casi dos tercios de los
    entrevistados estima difícil o muy difícil
    organizar a la gente para enfrentar un problema en el barrio.
    Sólo en el sector socioeconómico alto y en la zona
    rural se encuentra algo mas de confianza en poder organizar a los
    vecinos.

    En segundo lugar, resalta el hecho de que la gente suele
    confiar sólo en su propia familia. Casi
    seis de cada diez entrevistados no confían en que alguien
    que no pertenezca a su hogar le ayudara a resolver un problema.
    Nuevamente las personas de zonas rurales y de nivel
    socioeconómico alto se declaran mas confiadas en recibir
    ayuda externa.

    El tercer resultado concierne a la fuerte desconfianza
    cuando se trata de esperar ayuda frente a una agresión en
    un lugar publico. Casi nueve de cada diez entrevistados tienen
    poca o ninguna confianza en que la gente que pase por allí
    acuda en su ayuda (ver cuadro 5).

    En este caso, las personas de nivel
    socioeconómico alto son todavía más
    desconfiadas. Incluso en la zona rural menos de un tercio de los
    entrevistados manifiestan alguna confianza. Estas cifras
    desoladoras señalizan cuan resquebrajado se encuentra el
    cuidado del otro en los espacios compartidos.

    Precisamente la esfera publica es uno de los
    ámbitos mas dañados por los cambios sociales. En
    Chile se ha deteriorado ese ámbito en que estar juntos
    exterioriza una pasión y un interés
    compartido por la vida común. Cuando las personas acuden a
    un centro comercial o a un estadio, tal vez comparten emociones, pero
    no un bien publico. El gran dinamismo de la sociedad chilena
    descansa sobre estrategias
    individuales y no en un animo de sociedad. Parecería no
    existir un "nosotros" capaz de hecerse cargo de la vida en
    sociedad.

      

    UN MODELO DE
    CONTROL: EL CASO DE LA MUNICIPALIDAD DE LAS
    CONDES

    Desde un punto de vista comunal, el control de la
    delincuencia esta sujeto a una serie de restricciones que tiene
    que ver con la descentralización que necesariamente debe
    existir en una sociedad. Dichas restricciones guardan
    relación con facultades que de suyo no le corresponde
    desarrollar o definir a los municipios, sino que a la sociedad en
    su conjunto. Entre las principales encontramos:

    1.- Las Municipalidades no tiene control sobre los
    medios de
    represión, vale decir, no dependen del municipio las
    políticas de prevención y gestión
    policial, como así mismo las dotaciones especificas de la
    policía.

    2.- La definición de las penas según
    delito no es algo que dependa de la Municipalidades; para ello
    existe un sistema de
    sanciones que es determinado a través del código
    penal.

    3.- El sistema de la administración de las sanciones es
    desempeñado por un ente autónomo que en este caso
    es el poder judicial.

    4.- Finalmente, la aplicación de las sanciones,
    esto es, el sistema carcelario, tampoco depende de los gobiernos
    locales.

    Ahora bien, aun cuando ninguna de dichas funciones es
    realizada por los municipios, ello no obsta para que exista una
    adecuada colaboración entre aquel y las demás
    instituciones que desempeñan las actividades mencionadas.
    Así, por ejemplo, dicha cooperación de hecho existe
    y se manifiesta de diversas formas, tales como las transferencias
    de recursos que
    realiza el municipio hacia instituciones policiales, judiciales y
    carcelarias. Sin perjuicio de lo anterior, los municipios pueden
    tener un nivel de contribución en el combate contra la
    delincuencia mucho mayor, el cual podría expresarse de
    diversas formas. En este sentido, la experiencia desarrollada por
    la Municipalidad de las Condes es alentadora.

    ¿Cuales han sido los ámbitos de
    colaboración y cuales son sus resultados?.
    A
    continuación realizaremos una breve síntesis
    en materia de
    control de la delincuencia que se han implementado en la comuna
    de Las Condes.

     1.- Se encuentra un conjunto de señales, en
    concreto
    anuncios, que se realizan respecto del combate de la
    delincuencia. Es decir, se establece una posición clara
    respecto al tema y la voluntad de llevar adelante una
    política activa en contra de la delincuencia. La
    importancia de esta acción radica en que se genera una
    señal, la que, sin lugar a dudas, es internalizada por los
    delincuentes al momento de tomar sus decisiones.

    2.- Desde un punto de vista de la prevención y la
    auto protección, a principios de
    1993 se tomo un conjunto de medidas tendientes a incentivar e
    incorporar a la comunidad, las
    cuales se tradujeron en la autorización y cierres de
    pasajes y levantamientos de panderetas, generándose un
    sistema de subsidios para aquellos sectores que no cuentan con
    recursos para
    ello. Ello permitió, por una parte, una practica que en
    algunos casos ya se estaba desarrollando y por otra, fomentar
    mecanismos eficientes de auto protección, como así
    mismo aumentar las señales disuasivas.

    3.- Como instancia de acción colectiva se realizo
    una consulta popular donde las personas de la comunidad
    definieron el set de prioridades de inversiones
    municipales, entre las cuales se ratifico el control de la
    delincuencia. La importancia de dicha consulta es que
    permitió organizar a la comunidad en torno al tema,
    como asi mismo, generar una instancia de legitimación de
    las decisiones municipales.

    4.- Como parte de una política integral de
    generar costos a la
    delincuencia se desarrollo el proyecto de
    "FISCALIAS MUNICIPALES", el cual fue producto de un
    diagnostico de seguimiento de causas penales de delito cometidos
    en la comuna. Dicho diagnostico arrojo como resultado el que las
    probabilidades asociadas de detención, proceso y
    condena de delincuentes era inferior al 4%, esto es que 4 de cada
    100 delitos denunciados terminaban en condena. En este caso, como
    es obvio, la idea era de hacer mas ciertas las probabilidades v
    que los delincuentes detenidos por delitos cometidos en la comuna
    fueran procesados. Es decir, claramente aumentar los costos esperados
    de la delincuencia.

     5.- A mediados de 1993 se estableció un
    sistema de patrullaje comunal el cual, aun cuando en principio
    fue diseñado para que fuera desarrollado por el sector
    privado con el objetivo de
    liberar recursos policiales, en la practica tuvo como resultado
    final un sistema mixto en que cada patrulla estaría
    compuesta por un funcionario municipal (inspector) y un
    funcionario policial. En este caso, la idea central fue de
    contribuir con la labor policial, proveyendo un sistema disuasivo
    en contra de delincuencia, a través de aumentar las
    probabilidades de captura o detección "in fragante" de
    actos delictuales.

    6.- Finalmente, como parte de un sistema de
    prevención de riesgo a termino
    del año 1993 se diseño
    un sistema de línea telefónica de emergencia, el
    cual consistía en que las personas daban aviso al iniciar
    su temporada de vacaciones. La utilidad de este
    sistema es que permitía establecer áreas de
    riesgo,
    focalizando de forma mas adecuada la labor de patrullaje y
    mejorando los sistemas de
    información de riesgos entre la
    comunidad y las autoridades competentes.

    En general, la importancia del modelo de las Condes
    reside en que a través de una adecuada coordinación entre policía,
    municipio y comunidad, al parecer es posible reducir de manera
    considerable los riesgos de robo y
    en general la delincuencia a nivel local.

    Desde un punto de vista analítico se puede
    señalar que el modelo de Las Condes posee tres objetivos
    esenciales tendientes a aumentar los costos esperados de
    delinquir, o lo que es lo mismo reducir los beneficios esperados
    de la actividad delictual. El primero de dichos objetivos se
    dirige a reducir los beneficios por la vía de aumentar las
    probabilidades de detección o captura de los delincuentes,
    a través de un aumento del patrullaje; el segundo a
    aumentar los costos del proceso o de
    la probabilidad de
    que los delincuentes serán sometidas a este, a
    través de la "Fiscalía Municipal"; y el tercero,
    disminuir la rentabilidad
    de la actividad delictual propiamente tal, por la vía de
    aumentar las instancias de prevención de parte de las
    personas, lo cual implica ya sea reducir el universo de
    posibilidades del delincuente o alterar su estructura de
    costos y riesgos.

     Un aspecto interesante a considerar es que a
    través de los sistemas de
    patrullaje ha sido posible liberar recursos policiales
    considerables, toda vez que se ha hecho mas eficiente el sistema
    de notificaciones policiales (mas de 1217 en el primer trimestre
    de 1995), las que sin lugar a dudas distraen recursos altamente
    valiosos.

    Ademas de lo anterior, el sistema de patrullaje, el cual
    ha sido complementado recientemente con otros servicios
    comunales (defensa civil), ha permitido mantener un contacto
    permanente con los problemas comunales, tales como el estado de
    las calles, alumbrado, traslado de personas a centros
    hospitalarios, o asistencia en caso de accidentes de
    transito.

    La delincuencia en el contexto
    general de Santiago.

    Resulta interesante analizar ahora el caso de otras
    comunas donde las tasas de denuncias son las mas altas del
    país y en particular de Santiago. A este respecto, se han
    seleccionado las comunas de Vitacura, Providencia, Santiago, La
    Reina, La Cisterna y Ñuñoa. Ello permitirá
    extraer conclusiones mas validas respecto del modelo aplicado en
    Las Condes.

    Entre 1987 y 1994, se aprecia que las principales
    caídas en las tasas de denuncias se encuentran en las
    comunas de Las Condes y Providencia, las cuales son inferiores a
    1987 y al promedio de caída de la Provincia de Santiago
    (ver cuadro 6).

    Ahora bien, al analizar la variación para el
    periodo 1992-94 (ver cuadro 7), observamos que las comunas que
    mayor caída muestran son: Las Condes, Providencia y
    Vitacura, las que alcanzan el -49%, -37,9% y -29,4%,
    respectivamente. Dichas caídas son incluso
    significativamente superiores a la correspondiente a la Provincia
    de Santiago (en las tres comunas se duplica al valor
    provincial).

    Lo anterior merece dos comentarios con relación
    al análisis desarrollado en el
    trabajo:

    1.- En las tres comunas señaladas, Las Condes,
    Providencia y Vitacura, a partir de 1992 comienza a darse una
    serie de señales en materia de
    control de la delincuencia, las que son similares entre si, esto
    es, fiscalías anti-delincuencia, instructivos
    anti-delincuencia, transferencias de equipos y recurso
    significativos a las unidades policiales, patrullaje, sistemas de
    control informático, encargo de casas, etc.. Dichas
    comunas han sido las mas activas en cuanto a emitir
    señales en contra de la delincuencia, incluso con
    antelación al reconocimiento global del problema por parte
    del gobierno en la materia (fines de 1993).

    2.- El que las caídas observadas entre 1992 y
    1994 sean considerablemente superiores en dichas comunas
    implicadas, de algún modo, que en ellas se realizaron
    esfuerzos importantes en el combate de la delincuencia, cuyos
    resultados superaron el promedio provincial (-13,6%), y por lo
    tanto, las tendencias globales, lo cual, no cabe duda que estuvo
    asociado a la aplicación de las medidas como las
    indicadas. Dichos esfuerzos son claros en el sentido de que en
    los tres casos los niveles de delincuencia de robo alcanzaron su
    máximo en 1992 (177,2 Las Condes, 147,4 Providencia y
    251,9 Vitacura) y posteriormente comenzaron a caer.

    En resumen, los anteriores antecedentes confirman la
    hipótesis de que en la medida que se
    transmitan señales claras y se implementen
    políticas concretas en este ámbito, la delincuencia
    se ve afectada en forma significativa.

    Carabineros y gobierno
    municipal.

    La creciente demanda por
    seguridad a principios de los ’90, expresada a
    través de las encuestas de opinión publica,
    presiono no sólo al gobierno central sino también a
    las municipalidades, designadas por el recién elegido
    gobierno democrático, dispusieron de la realización
    de diversas actividades de diagnostico con el fin de definir
    políticas. En dichos diagnósticos el tema de la
    seguridad ciudadana fue recurrente. Las medidas adoptadas por las
    municipalidades para responder a dicha demanda
    contemplaron la mayoría de las veces el traspaso de
    recursos materiales a
    Carabineros como la donación de vehículos y la
    construcción de retenes y
    subcomisarias.

    En el panorama general destacan los municipios de
    Santiago y Las Condes. Esta ultima comenzó una
    campaña de seguridad ciudadana con la entrega de un
    folletos con recomendaciones elaboradas por carabineros para
    disminuir el riesgo de ser víctimas de delitos. Con la
    elección de Joaquín Lavin como alcalde, la
    campaña de seguridad ciudadana adquiere notable
    importancia. Recién elegido hizo aprobar un fondo para
    financiar proyectos
    relativos a seguridad ciudadana propuestos por las juntas de
    vecinos. Otras medidas fueron la autorización de cierres
    de pasajes ciegos y el aumento de la altura permitida para
    panderetas de 2 a 2.5 metros de altura. Asimismo dispuso la
    creación de una "fiscalía anti-delincuencia" cuyo
    objetivo era
    defender a las víctimas de delitos y hacerse pare ante los
    Tribunales de Justicia por aquellos delitos que afecten a los
    vecinos.

    En 1993 entro en operación un nuevo organismo
    integrado por funcionarios municipales denominados inicialmente
    "serenos" y más tarde "Las Condes 133", que tenia por
    objetivo desarrollar labores de vigilancia para la
    prevención de la delincuencia en la comuna. Carabineros
    cuestiono la propuesta original por lo que en definitiva se
    acordó que en los vehículos de vigilancia
    viajaría un inspector municipal y un carabinero. Otras
    medidas contemplaron la instalación de cámaras de
    seguridad siguiendo el modelo implementado por la municipalidad
    de Santiago. Finalmente se conoció el proyecto de
    instalación de alarmas en todas las casas y departamentos
    de la comuna. Estas alarmas estarían conectadas con
    carabineros. Cabe destacar dentro del programa de
    seguridad ciudadana de la comuna de Las Condes, la construcción de una comisaria financiada
    completamente por el municipio con una inversión de mas de 400 millones de
    pesos.

    En Las Condes al igual que en otras comunas de Santiago,
    la mayor parte de la inversión en seguridad ciudadana se realizo
    en equipamiento e inmuebles destinados a carabineros.

    En esta política de donaciones se
    estableció una relación distinta entre la autoridad
    municipal y carabineros. La primera mostró ahora un fuerte
    interés por el desempeño de carabineros en la comuna y la
    utilización eficiente de los recursos entregados. Asimismo
    ejerció presión
    para que la actuación de la policía uniformada
    fuera coherente con las políticas de seguridad ciudadana
    elaboradas por la municipalidad.

    No siempre se percibió que carabineros actuara
    con la dedicación requerida. Ha existido algún
    grado de conflictividad cuando se trata de desarrollar proyectos en que
    carabineros debe coordinarse con civiles. Según lo
    manifestaron, por ejemplo, entrevistados de las comunas de
    Santiago, Las Condes y Pedro Aguirre Cerda, el trabajo conjunto
    entre personal
    municipal y carabineros ha sido un proceso de aprendizaje no
    exento de dificultades.

    Ha sido la alcaldía de Las Condes la que ha
    tenido las mayores discrepancias publicas con carabineros. En
    1993, esta institución criticó fuertemente el
    proyecto que creaba un organismo municipal para efectuar labores
    de vigilancia en la comuna, y cuyos funcionarios se denominaron
    "serenos". Como hemos dicho, se acepto que junto al funcionario
    municipal viajara un carabinero, lo cual de toda maneras parece
    ser más eficiente en términos de utilización
    de personal que el patrullaje que realiza carabineros que emplea
    dos o tres funcionarios.

    En Marzo de 1997 la alcaldía polemizó con
    carabineros que detuvo a funcionarios municipales que realizaban
    tareas de transito dentro del proyecto de "semáforos
    móviles", acusándolos de usurpación de
    funciones. La
    acción generó un intercambio publico de opiniones
    con carabineros. El alcalde Lavin interpreto la medida como una
    expresión de molestia por criticas que había
    realizado a carabineros por un supuesto descuido en un procedimiento
    policial. Carabineros desmintió terminantemente que se
    tratara de una represalia. Carabineros vigiló la labor de
    estos funcionarios. Lavin señalo como una
    "niñería" la actitud de la
    policía uniformada. Señalo que "… nos encontramos
    que al lado de un semáforo había un uniformado.
    Es decir un funcionario municipal y otro policial a la misma hora
    y en el mismo lugar". Concluyo que "Hay un tema de fondo:
    carabineros tiene que aceptar colaboración. Nadie intenta
    usurpar sus funciones".

    En julio del mismo año, ante un informe de la
    fundación Paz Ciudadana que señalaba un aumento en
    el numero de delitos cometidos en Las Condes, el alcalde
    reaccionó sosteniendo que "carabineros debe darnos una
    explicación. Le hemos entregado 15 radio patrullas y
    30 motos para que incrementen la vigilancia, pero la delincuencia
    en ves de bajar ha crecido". Carabineros habría respondido
    que estudiaba la devolución de los vehículos
    donados.

    Esta situación de discrepancia entre al autoridad
    municipal y carabineros tenderá a repetirse a medida que
    las municipalidades sigan entregando equipamiento a la
    policía uniformada. El hecho de que carabineros dependa
    del gobierno, hace que muchas veces las prioridades no sean las
    mismas definidas por la municipalidades. Esto podría hacer
    crecer la tentación de establecer cuerpos policiales
    comunales, como de alguna forma lo esbozo el proyecto "serenos"
    de la municipalidad de Las Condes. De hecho, el sistema en que
    viaja un funcionario municipal y un carabinero se ha replicado en
    otras comunas como Pedro Aguirre Cerda por ejemplo. En este tipo
    de proyectos los entrevistados de ésta y otras comunas
    como la de Santiago sostuvieron que la institución
    policial no se integraba adecuadamente con la autoridad comunal
    en la coordinación de estrategias de seguridad
    ciudadana.

    Con todo la evaluación
    del resultado de los planes de seguridad ciudadana aplicados en
    varias comunas, especialmente en Las Condes y Santiago es
    positiva. En el balance
    general, la relación con carabineros ha sido de
    creciente colaboración, aun cuando han existido
    dificultades puntuales.

    Conclusión.

    En general, las estadísticas disponibles sobre el
    aumento de la delincuencia permiten señalar
    que:

    1.- El crecimiento
    económico del país y la alta
    concentración urbana son fenómenos que se
    encuentran aparejados al desarrollo de la delincuencia. Lo
    anterior implica que la delincuencia no se atribuye de manera
    uniforme en el país, y en el caso particular del robo, los
    riesgos asociados al mismo, difieren de una comuna a
    otra.

    2.- Desde un punto de vista del proceso policial-penal,
    las probabilidades de aprehensión y detención
    presentan una tendencia decreciente. De igual modo, las
    probabilidades asociadas de proceso y condena han caído en
    los últimos 18 años, lo cual implica que los
    delincuentes hoy enfrentan menores riesgos.

    3.- El control de la delincuencia a nivel local se
    encuentra sujeto a un conjunto de restricciones que están
    dadas por el hecho que las municipalidades no pueden alterar o
    desarrollar las funciones que son propias de otros órganos
    de la
    administración y del Estado.

    No obstante, a lo anterior, la evidencia disponible
    muestra que
    cuando se dan señales claras en términos de abordar
    el tema, a través de políticas de
    prevención, disuasión y de aumento de la probabilidad de
    sanción, la delincuencia se reduce en forma
    importante.

    Tal es el caso de las comunas de Las Condes, Providencia
    y Vitacura. En concreto, a
    través de alterar los riesgos asociados de
    detección y sanción, asi como también, la
    disminución de la rentabilidad
    de la industria
    criminal se han obtenido resultados que muestran una
    mejoría en el nivel de seguridad ciudadana.

    Bibliografía.

    • Encuesta Nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD,
      1997
    • Informes Fundación Paz Ciudadana.
    • "La Segunda" días 25 de marzo y 23 de julio.
      1997
    • Blanco, Rafael; Hugo Frühling. (1995)
      "Proposiciones de políticas publicas en materias de
      seguridad ciudadana". En "Seguridad ciudadana y
      políticas publicas". Blanco Rafael; Hugo Frühling y
      Eugenio Guzmán (Santiago, Universidad
      Andrés
      Bello, CED e Instituto de Libertad y
      Desarrollo).
    • Guzmán Eugenio (1995). "Causas del aumento de
      la delincuencia: un modelo de control". (Santiago, Instituto de
      Libertad y
      Desarrollo).
    • Seguridad ciudadana, democracia y
      participación. Ministerio de Interior; Dirección de Seguridad Publica e
      Informaciones.
    • Cuadernos del CED Nº 27.Temas
      Policiales.

    Apéndice: cuadros
    estadísticos

    CUADRO 1

    Probabilidad percibida de ser
    víctima, y víctimas efectivas de un
    delito.

    Cuna probable cree usted o alguien de
    su hogar puede ser víctima de…?

     

    Muy probable/

    bastante probable

    Poco probable/

    Muy improbable

    NSNC

    Robo en calle, locomoción

    78.1

    20.9

    0.9

    Robo al interior del hogar

    61.8

    37.0

    1.2

    Agresión
    sexual/violación

    47.2

    51.0

    1.8

    Otro tipo de agresión

    39.8

    58.5

    1.7

    Cuantas veces en los últimos
    doce meses ha sido usted o algún miembro de su hogar
    víctima de…?

    Una o más veces

    No fue víctima

    Robo en calle, sin violencia

    17.4

    82.2

    Robo en calle, con violencia

    6.0

    93.7

    Robo sin violencia en el hogar

    6.0

    92.6

    Robo con violencia en el hogar

    0.3

    99.3

    Agresión
    sexual/violación

    0.9

    98.8

    Otro tipo de agresión

    2.5

    96.9

    Fuente: encuesta nacional
    sobre Seguridad Humana CEP-PNUD, 1997

    CUADRO 2

    Si usted o alguien de su hogar fuera
    víctima de un hecho delictual grave,
    ¿cuánta confianza tiene usted de que el o los
    culpables serian condenados en un tiempo
    razonable?

    Absoluta/bastante confianza

    9.0%

    Poca/ninguna confianza

    89.1%

    NS/NC

    1.8%

    Fuente: encuesta nacional sobre Seguridad
    Humana CEP-PNUD, 1997.

    CUADRO 3

    Gastos privados en seguridad,
    1994 (en miles de millones de pesos)

    Servicios privados de vigilancia.

    66.8

    Seguros de robo

    7.7

    Otros productos de seguridad

    14.4

    Fuente: Paz Ciudadana 1994

    CUADRO 4

    Medidas adoptadas para
    enfrentar la delincuencia.

    No salir de casa a ciertas horas

    70%

    Reforzar seguridad en casa

    67%

    Cooperación entre vecinos

    51%

    Fuente: Paz Ciudadana 1996

    CUADRO 5

    La fragilidad del
    nosotros.

    Sociabilidad:

    La fragilidad del nosotros

    Evaluación
    positiva

    Evaluación
    negativa

    NS/NR

    Confianza en recibir ayuda de los
    demás

    41.5

    40.7

    0.9

    Facilidad para organizar a la gente

    35.5

    63.4

    1.2

    Confianza en recibir ayuda ante la
    agresión.

    11.7

    87.7

    0.7

    Fuente: Encuesta Nacional sobre Seguridad
    Humana CEP-PNUD, 1997

    CUADRO 6

    INDICE DE LAS TASAS DE
    DENUNCIA

    1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994

    Las Condes 100 79,6 77,1 117 148,8 177,2 125,8
    90,4

    Providencia 100 81,9 60,3 116 130,3 147,4 130,5
    91,5

    Santiago
    100 108,8 112,7 140,3 145,5 120,7 134,6 143,2

    Ñuñoa 100 108,8
    123 141,6 144,5 143,9 140,6 117,1

    Vitacura 100
    92,4 105,9 192,9 214,4 251,9 244,9 180,8

    La Reina 100 90 106,8 140,3
    149 162,9 162,4 136,3

    La Cisterna 100 98,7 85,3 102,1 113,4 96,2
    99,5 103,8

    Prov. Santiago 100 95,2 93,5 117,7 128,8 113,7 108,9
    98,3

    CUADRO 7

    VARIACION DE LAS TASAS DE
    DENUNCIA

    1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 %92-94

    Las Condes -20,4 -3,2 51,8 27,2 19 -29 -28,2
    -49

    Providencia -18,1 -26,4 92,7 12,2 13,2 -11,5 -29,9
    -37,9

    Santiago 8,8 3,6 24,5 3,8 -17 11,5 6,4
    18,6

    Ñuñoa 8,8 13 15,2 2,1 -0,4
    -2,3 -16,7 -18,6

    Vitacura -7,6 14,6 82,2 11,2 17,5 -2,8 -27,4
    -28,2

    La Reina -9 17,4 31,4 6,2 9,3 -0,3 -16,1
    -16,3

    La Cisterna -1,3 -13,6 19,7 11 -15,2 3,4 4,3
    7,9

    Prov. Santiago -4,8 -1,7 25,9 9,4 11,7 -4,3 -9,7
    -13,6

    Este trabajo fue enviado por:
    Francisco Silva y Gabriel Sepulveda
    Estudiantes de licenciatura en Gobierno, Gestión
    Publica y Ciencia
    Política
    Universidad de
    Chile
    pipe_silva[arroba]hotmail.com

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