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América latina frente a la globalización y la posmodernidad (página 2)



Partes: 1, 2

La otra parte de esta falsa tesis es
la muerte del
socialismo
¿Fue socialismo lo que se implanto en la Unión
Soviética? Para quien escribe el más fragante
capitalismo de
Estado y
nepotismo político nada tiene que ver con socialismo.
¿Pero es que acaso el país más grande
territorial y poblacionalmente del mundo no sigue siendo –a
pesar de todas las reformas- un sistema
socialista? ¿No hay en África, Asia, en América
Latina países socialistas? ¿No hay, aun con
mayor fuerza,
partidos
políticos, movimientos armados, agrupaciones de toda
índole que siguen luchando por una sociedad donde
llegue el fin del capitalismo?, entonces, ¿Cuál es
el socialismo muerto?

Lo que es cierto es que la caída de la
Unión Soviética, que se produjo sin la ayuda o
influencia de nadie sino por sus propias debilidades y
contradicciones, sirvió para rehabilitar un capitalismo en
crisis y
seriamente cuestionado. Igualmente esta crisis desbalanceó
el pensamiento
predominante en intelectuales
y agrupaciones autodenominadas socialistas pero que eran
más fieles a los mandatos de Moscú que a los
principios
originales de esta doctrina. Evidentemente en el mundo
político e intelectual las corrientes progresistas
enfrentadas al capitalismo se vieron y aun están
fuertemente lesionados por estos cambios.

Neoliberalismo y Globalización: Se Subasta un
Continente.

Desde finales de los años ochenta los
países de la América
Latina se han abalanzado sobre las nuevas corrientes
económicos, que de nueva no tienen nada y rescatan al
viejo liberalismo
del siglo XVIII, pero reconociendo la necesaria
intervención del Estado para garantizar infraestructura y
"orden social". Nuestras naciones en estas décadas han
privatizado sus empresas,
liberado los precios,
tasas de
interés, abierto sus economías más que
cualquier otra región en el mundo. ¿Qué han
conseguido?

A nuestro modo de ver, mayor poder
monopólico y dominado por parte del capital
transnacional, mayor dependencia y cambio de
hábitos de consumo, mayor
poder del sector bancario, también monopolizado por
transnacionales financieras. En lo político – social
¿Han aumentado los canales de participación y
profundizado los sistemas
democráticos? ¿Ha disminuido la pobreza, la
degradación ambiental?, ¿Tenemos un índice
educativo y cultura
cuantitativa y cualitativamente mayor? Y en el ámbito de
nuestras expectativas con el resto del mundo: ¿Han abierto
por igual los países desarrollados sus economías a
nuestros productos?,
¿Entran libremente y son igualmente tratados nuestros
productos?, ¿Entran libremente y son igualmente tratados
nuestros ciudadanos en los países
desarrollados?

Si es verdad que sólo de 1989 a 1991 se
cuadriplicó la inversión externa en la región,
aún los índices de pobreza crecen,
lo que se demuestra con el referido consumo percápita que
en 1995 fue aun inferior en un 7% al alcanzado en 1980. En los
cacareados "milagros económicos" chilenos y argentinos hay
demostración de que no hay avance en la lucha contra la
pobreza, igual sucede en sus respectivas democracias, el fantasma
de Pinochet y la humillante posición de Menen como el
más grande de nuestros adulantes, dejaron mucho que decir
y abren más la duda de los resultados obtenidos de
la
globalización y el neoliberalismo.

Lo cierto es que en estos años la economía
latinoamericana se convirtió "más en un casino de
apuestas y especulación financiera, que una verdadera
economía". La inversión Light de los capitales
golondrinas cuyo origen en muchos casos es dudoso ha hecho
tambalear las economías de la región como
sucedió en México,
Argentina y la propia Venezuela.
Este proceso de
apertura ha sido él más violento desde la
colonización y nos llevo a convertirnos en un "gran casino
mundial", en un lamentable proceso que pudiéramos resumir
en una grotesca frase: "La prostitución de América Latina" o
"Se vende un Continente". La panacea del Neoliberalismo y la
Globalización han demostrado ya su evidente fracaso, luego
de examinar los resultados de estas décadas dejan
claramente evidenciado que nos han conducido a más de los
mismo, el eterno plagio y/o traslación de modelos
desarrollistas que nada tienen que ver con nuestra realidad
histórica-cultural, nuestras propias condiciones naturales
y mucho menos con un proyecto
auténticamente latinoamericano.

Del Industrialismo, del modelo de
sustitución de importaciones,
pasamos de la noche a la mañana al aperturismo del modelo
neoliberal globalizante. Pero ambos son parte del mismo engranaje
de la dependencia económica iniciada hace quinientos
años.

Colonización y Globalización: Dos
Caras de la dependencia.

América Latina no entra a la Globalización
en 1989 y este no es mucho menos un proceso reciente, es tan
viejo como los grandes imperios y tiene en el capitalismo de la
Edad Moderna
su mayor representante. América entra a la
globalización –con otro nombre- en 1492 con la
colonización. No hemos estado desde entonces fuera de la
órbita global capitalista. ¿Hasta cuando
América Latina sigue copiando modelos económicos
que en nada benefician a las mayorías y sólo lo
hace a las elites ligadas al capital e intereses transnacionales?
¿Para que el crecimiento de los grandes índices
macroeconómicos, cuando estos no sólo no mejoran
sino que imposibilitan resolver los problemas
vitales, como: salud, empleo,
alimentación, educación que
garanticen el bienestar y felicidad de la sociedad?

Mientras esto ocurre en lo interno de cada una de
nuestras naciones, lo cierto es que el proceso de integración ha sufrido nuevos cambios,
fundamentalmente en el debilitamiento de las tradicionales
asociaciones económicas y el surgimiento de otras nuevas
agrupaciones subregionales como el MERCOSUR. En lo
político han sido significativas las cumbres de
presidentes de Estados. Pero aun las rivalidades entre naciones
(Argentina – Brasil; Colombia
Venezuela; Chile – Argentina), el aislamiento de Perú y
sus relaciones con el Asia, el tratado de México con
Canadá y EEUU, los graves problemas políticos
sociales de Centroamérica y Suramérica han
debilitado estos procesos. La
globalización ha estimulado este proceso que por un lado
debilita a los estados nacionales y por el otro busca la
fragmentación regional y nacional. Así lo describe
Norbert: "El proceso de globalización se caracteriza
preciosamente por desbordar el ámbito del Estado Nacional.
Actualmente, las instancias internacionales (Banco Mundial,
FMI, etc.)
restringen la autonomía estatal…"
(Norbert,
1994:88-87)

En lo político, lo mismo pudiéramos decir
de la ONU, o de la DEA,
organizaciones
mundiales pro derechos humanos,
ambientales, etc., que peligrosamente se involucran y coartan la
autonomía de los Estados Nacionales. El debilitamiento de
los Estados Nacionales (lo que los economistas venezolanos
Malavé Mata y Maza Zavala llamaron "la privatización del Estado") produjo un
ligero obstáculo no sólo a las integraciones
regionales, sino al propio terecermundismo, al cual
también se le había decretado su muerte. "El
tercermundismo, aquel de los países no alineados tanto de
los fervientes aliados a cualquiera de los bloques (comunista,
capitalista) ha dejado de existir, en adelante, cada uno
deberá contar con sus propias fuerzas, visto que las
alianzas entre los miserables sin ideología siempre fueron difíciles y
pasajeras. Las negociaciones por separado hace mucho tiempo que
fueron escogidas por los poderosos como las políticamente
óptimas…" (Arrieta Abdalla, 1992: 151)

Pero lo más importante es que esta nueva etapa de
la integración adolece de las mismas fallas de las que le
precedieron, con el agravante de ser sólo un engranaje
para entrar a conformar un gran bloque económico americano
(líderizado por los EEUU) y que enfrente en este mundo
contradictorio de la globalización las amenazas del bloque
Asiático y el de la Comunidad
Económica Europea: Un Panamericanismo ya no tan solo
político – ideológico, sino económico, el
sueño norteamericano desde Monroe "América para los
Americanos".

"La nueva integración bajo una estrategia de
economía abierta y mercados libres
difiere sustancialmente de la anterior. Los sistemas de
integración no se conciben como castillos rodeados de un
fosoro profundo para enfrentarse al mundo, sino como un
trampolín para integrarse más efectivamente al
comercio
mundial (…) la integración se caracteriza entonces como
un "regionalismo abierto" (Thounis (1993):P. 76).

El discurso
globalizador es evidencia de la doble moral o lo
antimoral de las grandes potencias, que hablan del fin de la
guerra,
promueven foros de la Paz Mundial, y son los principales
productores y comercializadores de armas y
provocadores de conflictos;
pregonan la defensa del ambiente y son
los principales enemigos de naturaleza;
dicen luchar en contra de la
drogadicción, alcoholismo
violencia y
prostitución y sus naciones son las que más
consumen y padecen estas deformaciones. Promueven en los
países pobres el deslastrarse de los nacionalismos y
regionalismos y ellos conforman grandes bloques
económicos, políticos y militares. Pregonan la
Globalización económica pero no impulsan la
solidaridad
humana.

América
Latina Postmoderna

¿Qué es Postmodernidad?

Así como en el mundo económico – comercial
de fines de milenio la Globalización fue el escenario que
sirvió de contexto tanto a los defensores como opositores
del liberalismo, en el mundo intelectual lo es la Postmodernidad.
Sobre la postmodernidad existe diversidad de interpretaciones que
ha dado surgimiento a un caudal bibliohemerográfico, pero
también a planteamientos confusos, contradictorios.
Así define Rigoberto Lanz, el principal apóstol de
la postmodernidad en Venezuela, a la postmodernidad:
"El tiempo postmoderno es más bien contingente,
discontinuo, fragmentario, tiempo transversal que viaja sin un
"orden lógico"" (
Lanz ,1997:. 36)

Para los fines de este trabajo, la
postmodernidad no solo se refiere al cambio épocal que
debe transcurrir agotada definitivamente la modernidad.
Entendiendo esta última como el proceso económico,
político y cultural que surge al final de la Edad Media,
desde el siglo XVI de nuestra era. Esto es una definición
simple de postmodernidad, vinculándola solamente a la
variable tiempo, que para algunos ya estamos transcurriendo y
para otros no ha llegado todavía. Pero la discusión
postmoderna nos lleva a un debate
filosófico sobre la racionalidad, el sentido mismo de las
sociedades
humanas. La Postmodernidad es un escenario donde se cuestiona la
modernidad: la deshumanización el deterioro ambiental,
producto del
tecnicismo, el desarrollismo, el racionalismo,
el cientifismo.

Desde este punto de partida, la Postmodernidad es no
sólo un cuestionamiento, es una válvula de escape
al encasillamiento del pensamiento al que nos habían
sometido "los grandes relatos" (liberalismo, socialismo,
ecologismo, etc.) o teorías
que pretendían comportarse como manuales, con los
cuales todo podía ser explicable y sometido a unas
normas.

¿Una Postmodernidad Capitalista?
:

Con esta humilde apreciación de lo que significa
la Postmodernidad como cambio a una sociedad distinta, abierta,
creo que muy pocos puedan estar en desacuerdo, las diferencias se
presentan cuando se pretende decretar el fin de la modernidad y
el nacimiento de la era postmoderna. A partir de ese momento
pueden derivarse un sin fin de controversias. Pretender que el
cambio de las ideas, la disposición de un grupo reducido
de intelectuales – como siempre ha sido- a abrir su
pensamiento a otras realidades a cuestionar los grandes paradigmas y
cuestionarse asimismo representa el cambio automático de
la realidad, es no sólo una manifestación de
petulancia intelectual es también un mito
relato, es una utopía.

"…Los cambios de los paradigmas hacen que los
científicos vean al mundo de la investigación que le es propio, de manera
diferente. En la que su único acceso para ese mundo se
lleva a cabo a través de lo que ven y hacen, podemos
desear decir que después de una revolución
(paradigmática) los científicos responden a un
mundo diferente"… "Aunque el mundo no cambia con un cambio
de paradigmas el científico después trabaja en un
mundo diferente"
(Khun, 1996: 176-177)

Los cambios en la cosmovisión de los
intelectuales no representan obligatoriamente un cambio de
realidades. Veamos lo que al respecto opina el filósofo
venezolano Eduardo Vásquez :"Admitir esta tesis nos
conduciría a aceptar que la filosofía es la que
dice cómo debe ser el mundo, la filosofía, como
Dios crea al mundo a su imagen y
semejanza, la filosofía sería entonces responsable
de lo que ocurre en el mundo. A ella sería imputable lo
bueno y lo malo que hay en el mundo."(
Vásquez,
1997:44)

Quizás esta pretensión está hoy
mucho más auspiciada por los grandes cambios
tecnológicos, sobre todo en el sector informático,
donde ya es posible modelar y crear realidades, comportamientos
distintos a los que nos hemos habituado. Pero la "realidad
virtual" con todo sus avances no desaparece la "realidad real".
Esta aunque no nos guste existe, con errores y malformaciones
pero existe. La pretendida sociedad postcapitalista, la sociedad
del conocimiento,
está basada en una magnificación de los cambios
tecnológicos informáticos. En una postmodernidad
que cuestiona los males del hipercientifisismo y tecnologismo
paradójicamente hace de la revolución informática su principal paradigma y
medio de legitimación. "Queremos pensar que es
posible superar las deficiencias de un mundo mediocre e inculto y
si ni la religión ni la
política
van a conseguirlo, sólo nos queda la
ciencia".
(Pérez,1998:127-128)

La expansión de la información por las grandes redes se presenta como
sinónimo de democratización del conocimiento y la
inteligencia,
pero en realidad son cosas totalmente distintas. El mundo antiguo
luchaba por alcanzar la sabiduría, en la modernidad
el hombre
quería conocer (ciencia) en la
actualidad sólo quiere estar informado.

¿Es Posible la Postmodernidad en
América Latina?

El cuestionamiento a la modernidad no es nuevo, desde
finales del siglo XIX ya Nietzsche con
"la muerte de Dios" había iniciado este debate que se
presenta durante todo el siglo XX, y que es ahora alimentado por
la lógica
reflexión de un inicio de siglo y milenio, que hasta ha
dado pie a firmes creencias en el fin de la propia vida sobre
la tierra. Lo
que ocurre a igual que con otros grandes cambios del pensamiento,
es que estos han llegado tarde a América
Latina.

Es ahora cuando el tema se hace moda, demostrando
que nuestra dependencia no es sólo económica es
cultural, y nuestros intelectuales son en parte los culpables. No
sólo llegó tarde el debate postmoderno a
América Latina sino que a igual que con el liberalismo y
el socialismo lo asumimos como una verdad cierta, lo adoptamos
sin haberlo asimilado, sin cuestionamiento o simplemente por
ignorancia o comodidad lo negamos.

En conclusión, nuestra posición es que
pretenden decretar el fin de la modernidad, dar por hecho la
entrada a otra era, puede convertirse (y a nuestro modo de ver ya
está ocurriendo) en el discurso legitimador del triunfo
del capitalismo y su inevitable existencia, puesto que aun la
racionalidad capitalista, – a pesar de los cambios – es la
dominante: hasta las redes informáticas que hacen posible
la realidad
virtual es producto de un proceso de producción, comercialización y consumo capitalista y la
sociedad dividida en productores o no, en poseedores o no de
estas tecnologías es la misma de la sociedad capitalista.
No pretendemos caer en posturas radicales como las de Frederic
James quien define a la postmodernidad solo como "una cultura
estadounidense" "expresión de una nueva ola de
dominación militar y económica
…"
(James, 1995:19), ya hemos hecho referencia a algunas posturas
iniciales de la postmodernidad de cuestionamiento a las
deformaciones de la modernidad con las cuales difícilmente
se puede estar en desacuerdo.

Otro argumento en contra de esta traslación
automática del debate postmoderno es que esta tiene un
origen ubicado geográficamente en Europa y ha sido
allí fundamentalmente donde se ha desarrollado y el
cuestionamiento a la modernidad, la crisis de la misma se refiere
particularmente a la realidad de los países desarrollados,
"maduramente modernos". Ante la tentación de adoptar la
postmodernidad en América Latina debemos preguntarnos si
el requisito mínimo para tal cosa no es la existencia,
maduración y agotamiento de la modernidad, es decir,
¿ha sido plenamente Moderna la América Latina?
¿Ha logrado la región el desarrollo
pleno de las fuerzas de producción capitalista; trabajo,
capital, para poder así hablar del fin del capitalismo?,
¿Han sido modernamente maduros las estructuras
políticas y sociales para poder entrar al
fin de la política, de la ciudad, del Estado, etc.?, en
definitiva ¿Podemos ser postmodernos sin haber alcanzado
plenamente la modernidad? En algunos de nuestros países
aun coexisten importantes manifestaciones del Feudalismo.
¿Es posible saltarse la aun añorada modernidad para
estos países y llegar a la postmodernidad? Muchos
responderán que Sí, y además dirán
que es lo deseable. Nuestra repregunta es y será:
¿entraremos a la postmodernidad igual que a la
modernidad?, es decir, atados a la dependencia, por que al final
ambos proyectos, ambas
épocas no son nuestras, sino realidades y cosmovisiones
ajenas.

¿Qué dicen los posmodernos sobre el fin de
la pobreza?, ¿hay posibilidades de una postpobreza,
postdependencia, en fin una post-américa Latina que niegue
su existente y la considere un atrofio del desarrollo? Tal como
lo señala Peter Druker la era post esta negada para los
países subdesarrollados:

"Las fuerzas que está creando la sociedad
poscapitalista tiene su origen en el mundo desarrollado. Son el
producto y el resultado de su desarrollo. Las soluciones de
los retos de las sociedades poscapitalista no se van a encontrar
en el tercer mundo (…). Los problemas de la sociedad
poscapitalista y el estado
poscapitalista sólo se puede atacar donde se originaron y
fue en el mundo desarrollado"
(Druker
,1997:12)

Al final pudiéramos caer en el mismo juego de
quienes en defensa del supuesto triunfo capitalista y de la
panacea globalizadora subestiman la existencia de la
latinoamericaneidad, no sólo como un proyecto de
asociación económico sino la de una existencia y
consciencia política, cultural y moral, que se enfrente a
los desvanes de la pretendida homogeneización bajo los
parámetros que imponen las naciones poderosas. Sí
nadie cuestiona la existencia de lo Europeo, como una realidad
histórica que hoy – a pesar de las dificultades
– camina hacía su total integración
económica, siendo este continente el más
heterogéneo desde el punto de vista físico y
cultural (diferentes idiomas, etnias) que ha sido escenario de
los más cruentos enfrentamientos militares, mas aun es
imposible negar la existencia y conciencia de la
identidad
latinoamericana.

"Otros grupos de
países se encuentran relacionados por su historia y por su raza, por
su lengua y por
su religión o por pactos políticos o
económicos, pero no es frecuente que coincidan todos estos
vínculos, y lo es aun menos que, como en el caso de
América Latina los rasgos comunes sean más fuertes
que la voluntad del individualismo y aún que las
disidencias"
(Martínez, 1979:73)

Los parámetros con los que históricamente
hemos sido juzgados son los parámetros tecnicistas de las
sociedades occidentales, de esta manera la conclusión ayer
y hoy es que somos inferiores. Nuestra supuesta inferioridad
científica – tecnológica se debe a que esta
racionalidad no nos pertenece, competir bajo estos
parámetros siempre nos hará inferiores. La creatividad
cultural – artística del latino americano reconocida
mundialmente es demostración de nuestras capacidades, la
"raza cósmica" a la que hizo referencia Vasconcelos,
nuestra poderosa imaginación, se enfrenta cada día
a esta cosmovisión planetaria neopositivista, que al
tiempo que pregona el fin de los grandes relatos, pretende crear
"un orden mundial", demostración de la falsedad de la
globalización y el neoliberalismo que profesan un "libre
mercado" o el
"orden natural" tal como propuso Adam
Smith.

Lo que no es menos cierto es que ante la realidad de una
conciencia e identidad latinoamericana, del reconocimiento de una
especie de interconexión cosmo – simbólica
que nos identifica, la realidad real, la tangibilidad del mercado
globalizante-, que cuenta a su vez con el también tangible
mercado comunicacional –informativo- se oferta como
más ventajoso ante la primera realidad. La lógica
neo positivista del orden mundial (homogenización
capitalista) aparece como más cercana y factible que la
del romanticismo
criollo. Esto seguirá ocurriendo hasta que la
economía latino americana sea realmente latinoamericana.
Mientras tanto ambas realidades coexistirán, la identidad
cultural y la fragmentación globalizante. Al leer de
Simón Rodríguez: "América debe ser
original", y su originalidad está precisamente en esa
dialéctica – que no debemos confundir con el
concepto
ambiguo de mestizaje- que para Alejo Carpentier es el producto de
un "constante rejuego de confrontaciones entre lo propio y lo
ajeno, lo autóctono y lo importado"
(
Carpentier,1984:14)

¿Otra Postmodernidad Posible para
América Latina?

La intuición, la fantasía, el mundo
mágico y creativo que legítimamente se reconoce en
nuestra cultura latinoamericana, debe estar al servicio del
proyecto integracionista. El político, el planificador, el
burócrata debe contagiarse de esta emotividad del
intelectual latinoamericano. "Para su bien o para su mal, el
intelectual de América Latina, por temperamento, por
distinto nivel cultural, por alucinamiento del contorno, esta
mucho menos pendiente que el Europeo de una manera racionalista
de encarar el mundo. Para su bien o para su mal, o para ambas
cosas a la vez, hay en el intelectual latinoamericano un
cordón umbilical que lo une de manera inexorable a la
intuición"
(Benedetti, 1979: 370)

Hemos sido enfáticos en la peligrosidad de asumir
en América Latina la discusión postmoderna en el
sentido de convertir a este en un discurso legitimador del status
quo capitalista y además por representar una continuidad
de la dependencia cultural que no nos permite vernos y
comprendernos a nosotros mismos, con nuestros ojos. Pero
así tan tajante en esta posición, debemos al mismo
tiempo reconocer que la otra cara de la discusión
postmoderna, la que clama por la libertad de
pensamiento, por cuestionar el racionalismo –
lógico- lineal se parece mucho a América
Latina.

Parafraseando a Alejo Carpentier, quien considera que
por la espontaneidad, la libertad y tendencia contradictoria el
arte
latinoamericano siempre ha sido Barroco, mucho
antes de que esta corriente llegara a nosotros. Igualmente
pudiéramos decir que América Latina ha sido siempre
postmoderna, mucho antes de que Nictzche asesinara a Dios, mucho
antes de la escuela de
Frankfurt, quizás es la América Latina el espacio
ideal para la nueva era, tal como lo señalo el intelectual
mexicano Leopoldo Zea: "…Los pueblos bajo subdesarrollo
son los mejor preparados para el futuro en que la humanidad haya
de volver a la vida natural, ya sin la violencia que hicieran los
hombres y pueblos que encarnaron la modernidad"
. (Zea
,1995:164)

NOTAS
BIBLIOGRÁFICAS

  1. Lechner, Norbert (1994)"El Debate sobre Estado y
    Mercado" Revista
    Nueva Sociedad. N. 121. Caracas. P. 86-87.
  2. Abdalla, Mario Arrieta. (1992) "La Metrópolis
    Universal". Revista Nueva Sociedad. N° 119. Caracas. P.
    151.
  3. Thounis, F. (1993) "Estrategia de desarrollo" Revista
    Nueva Sociedad. N° 125. P. 76.
  4. Lanz, Rigoberto. (1997) "La Historia Finalizada por
    la Izquierda" en Revista Tharsir. Año 1. N° 1. UCV.
    Caracas. P. 36
  5. Khun, Thomas. (1996) La Estructura
    de la Revolución Cientifica. Fundo de cultura
    Económico. Bogotá. P. 176.
  6. Idem, P. 190.
  7. Vázquez, Eduardo. (1997)"Racionalismo y
    Modernismo"
    Revista Tharsis. Biblioteca
    UCV. Caracas. P. 44.
  8. Pérez, Juan, (1998) "Entre la Utopía y
    la paranoia" en Revista Occidente N° 206. Barcelona,
    España. P. 127-8.
  9. Mora, Pascual. (1997. La Escuela del Día
    Después. Grupo de Investigación de Historia
    de los Mentalidades. ULA. Táchira. P. 95.
  10. Jameson, Frederick. (1995) El Posmodernismo o la
    lógica cultural del capitalismo avanzado. Ediciones
    Paidos. Barcelona. P. 19.
  11. Drucker, Peter. (1997) La Sociedad Post Capitalista.
    Editorial Norma. Bogotá. P. 11.
  12. Martínez, J. L.(1979) "Unidad y Diversidad
    (en) América Latina en su Literatura.
    UNESCO. Siglo XXI Editores .México.p 73.
  13. Carpentier, Alejo, (1984) "América Latina en
    la Confluencia de coordinadas históricas y su
    repercusión en la música"
    en América Latina en su música". UNESCO.
    Siglo XXI. México. P. 8.
  14. Benedetti, Mario.(1979) (en ) América Latina
    en su Literatura. UNESCO. Siglo XXI Editores. México. P.
    370.
  15. Zea. Leopoldo. (1995). Revista Nueva Sociedad
    N°139. P. 164.

 

Dr Pedro Rodríguez Rojas

Universidad Simón Rodríguez _
Venezuela

Venezolano. Sociólogo, historiador, doctor
ciencias
sociales. Coordinador área filosófica y
sociopolítica de la Universidad
Simón Rodriguez. Barquisimeto

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