¿Ciencia-teoría o investigación acción?: Algunas críticas a una perspectiva de investigación
- Resumen
- Predominio de lo
inductivo y lo descriptivo: no hay ciencia - La
investigación acción y la ética
capitalista - Los
protagonistas - Referencias
bibliográficas
RESUMEN
Este artículo persigue ser una primera
aproximación crítica
a la denominada Teoría
o Ciencia de la
Acción.
No se trata de un examen exhaustivo de lo que es y comos se
origino esta perspectiva de investigación, sino una critica a una
determinada corriente de esta línea de
investigación, fundamentalmente la liderizada por autores
como Cris Argyris y Donal Schon, a nuestro modo de ver claramente
vinculada a la gestión
empresarial capitalista, cuyos conceptos y categorías
de análisis como son la eficiencia
,eficacia,
productividad,
rentabilidad,
gestión, calidad son
trasladados a otras instituciones
como las educativas. Por el contrario valoramos el esfuerzo y
claro deslinde de otras corrientes encabezadas por intelectuales
como Fals Borda y Kemmis entre otros, de un sólido
compromiso con las más profundas reivindicaciones
humanas.
Uno de los propósitos de este trabajo es
poner al descubierto el uso de las ciencias
sociales al servicio de la
lógica
del capital, las
cuales se nos ofrecen como si fueran teorías
e instrumentos de investigación neutros, validos para
todos, cuando en realidad representan mecanismos para garantizar
la estabilidad del sistema
capitalista dominante. No negamos que la Investigación
Acción propuesta por Argynis y Schon produzcan conocimiento–
conocimiento para la acción tal como lo señala
Elliot- pero a nuestro modo de ver es un conocimiento que se
convierte en mercancía, que comercializa a la ciencia y
al final como veremos en la propuesta de Picón persigue
convertir a los centros de educación en
corporaciones mercantiles. Es un conocimiento para la
colonización y nuestro deseo es aportar elementos para
desconstruir el pensamiento
colonizador.
I-
INTRODUCCIÓN
En el contexto de un debate sobre
el papel de las ciencias, que
las cuestiona, hay quienes se preguntan legítimamente:
¿qué es ciencia hoy? ¿Para qué sirve?
¿A quién sirve? ¿Cómo se hace?, es
decir: ¿qué es investigación?
¿Cuáles tipos de investigación existen?
¿Es suficiente la ciencia para entender y trasformar la
realidad? Hoy que tanto se habla de lo cualitativo en
cuestionamiento al positivismo y
al propio racionalismo
predominante, que ha perdido de vista buena parte de la realidad
o la ha mecanizado, y por consecuencia ha desdibujado al propio
hombre.
Como alternativa han surgido tendencias cualitativas que
pretenden rescatar lo subjetivo, la cultura, la
esencia de la realidad, lo cotidiano, pero no hay la menor duda
de que muchas veces se cae con facilidad en extremos y
contradicciones, de discursos
cualitativos que al final hablan de datos, experimentos, es
decir caen nuevamente en lo cuantitativo, o investigaciones
supuestamente cualitativas pero sin teoría, solo
especulativas y descriptivas, en la mayoría de los casos
de un simplismo que podría ser cualquier cosa menos
investigaciones científicas.
Esto no le quita su valides social y política pero es
necesario precisar su evidentes diferencias. Ya en otros
oportunidades (1) hemos dedicado espacio a esta reflexión,
deseando ahora hacer algunos comentarios sobre la corriente
denominada Teoría o Ciencia de la Acción, postulada
por autores como Kurt Lewin, Donal Schon, Chris Agirnis, Jhon
Elliot y particularmente en Venezuela
Gilberto Picon.
Queremos empezar por afirmar que tal como estos autores
lo describen se trata del intento de traslado de experiencias
gerenciales empresariales, que ellos llaman exitosas
(habrá que averiguar para quién: ¿los
consumidores, los empleados, los empresarios?) a otras
instituciones como las educativas a través del proceso de
aprendizaje
organizacional. También en trabajos anteriores (2) hemos
asumido postura critica al discurso que
desde las empresas con
carácter lucrativo se filtra como si fuera
neutro a otras instituciones de carácter social
Este discurso gerencial, propio de las empresas
lucrativas, logró sus primeras experiencias en el
área educativa en las conocidas universidades corporativas
norteamericanas sustentadas por la Escuela
Neurolinguística de Palo Alto, pero cuyos antecedentes
remotos son el utilitarismo nacido en Inglaterra en el
siglo XVIII y proseguido por Kant , James
Mill, John Stuart Mill, y que llega a las teorías
educativas a través de la corriente pragmática
norteamericana dirigida por Peirce, James y Dewey.
La teoría del Desarrollo Organizacional
tiene sus antecedentes en los años cuarenta en los
estudios de laboratorio
del Instituto Tecnológico de Masachusee (MIT), en el
conocido Grupo T, entre
cuyos fundadores se encuentran: Robert Blake,
Herbat Shepard, Jane Mouton,
Douglas Mc Gregor y Richar Beckhord, quienes desde el
funcionalismo parsoniano y la teoría del cambio social
persiguen formular modelos
societales que tienen como base las organizaciones.
En los años sesenta, en los trabajos de Katz y Kahn, esta
teoría asimilaría la Teoría de
Sistemas desarrollada en la década anterior por Ludwig
Van Bertalanffy. Otras de las bases de sustentación de
esta teoría son los estudios realizados en la Escuela
de la Investigación Acción, iniciada en los
años cuarenta por Kurt Lewin, un investigador de oficio y
el empresario
John Collier y que seria perfeccionada por los aportes de Argyris
y Schon , quienes incursionaron en la
microsociología a través del estudio de la
vida cotidiana. Años después el propio Kurt
Lewin, fundador de la Escuela de Investigación
Acción, realizo fuertes críticas a la tendencia de
esta a satisfacer más la demanda de los
clientes que a
los propios fines del proceso investigativo y la
desvinculación de estos estudios con el contexto donde se
desarrollan y a las relaciones implícitas o explicitas con
el poder
económico y político. Uno de los principios de
esta teoría es que no se puede construir conocimiento
científico como si el objeto de estudio fuera una
muestra, el
investigador forma parte de la realidad a investigar y debe
involucrarse en la realidad estudiada, no solo para la
contemplación o descripción fría sino para la
acción, fundamentalmente para contribuir en la
resolución de problemas.
Nuestra preocupación es ¿a que se refieren
con problemas?: a lo asincrónico, a las anomalías
que no permiten el buen funcionamiento del sistema. ¿De
cuál sistema hablamos? No percibimos en estos autores la
necesaria discusión ontoepistemológica que defina y
contextualice la realidad del sistema u organización a la que se refieren. Estudiar
circunscrito al sistema es caer en lo mas radical del funcionalismo,
donde no parece importar si la función de
la
organización favorece a las mayorías, si tiene
sentido colectivo y ético, sino que lo importante es que
funcione bien, no importan si es para hacer el mal.
Asimismo se expresa que lo fundamental es establecer la
relación entre un discurso explicito y otro
implícito, entre lo que dicen que hacen los actores
(termino por de mas propio del funcionalismo parsoniano) y lo que
realmente hacen, es decir lo que se persigue estudiar es las
razones o motivaciones de la conducta humana,
no se estudia la pertinencia de estas conductas, no se valoran,
sino que ante el aparente apego al cienticismo se hace
análisis de conductas. Se advierte sobre el alejamiento
con respecto a las investigaciones cuantitativas, que no
pretenden medir, que no son estudios de campo, donde se estudian
grupos
aislados tipo laboratorio social, sino que se pregona
verticalidad, pero al final se busca conocer conductas aunque no
se midan y cuantifiquen.
Pretender estudiar organizaciones sin contextualizar,
sin revisar el proceso histórico en el que están
inmersas legitima su funcionamiento, sin cuestionar su posible
generación como producto de
imposiciones, actos de violencias enfrentados al proceder
moral. De esta
manera se pudiera estar buscando calidad, eficiencia,
productividad en organizaciones donde la mayoría de sus
miembros pudieran estar ajenos al proceso total y al producto
final de la organización, es decir alienada la percepción
del trabajo como un proceso creativo natural del hombre y no solo
una obligación para lograr el sustento, incapacitados
muchas veces de obtener el producto de la organización en
que se desempeñan.
En el caso concreto de
las instituciones educativas, como otras de carácter socio
político y cultural, pudieran estar para contribuir a la
reproducción de sociedades
donde priva las injusticias, desigualdades y pudieran funcionar
bien en sí misma pero sin capacidad para cuestionar su
propio sentido y trascendencia. Para Heidegger (citado por
Álvarez):
"La ausencia de pensamiento es un huésped
inquietante que se insinúa hoy en todo el mundo. Este
huésped inquietante se reconoce no en la estupidez sino en
su eficacia: preocupado por el cómo y no por el por
qué, rebaja la inteligencia a
la condición de instrumento, de simple agente de
ejecución, y abandona la cuestión del sentido por
la brusquedad exclusiva, desenfrenada, incesante del performance
o el rendimiento. Bajo su égida todo funciona, pero con un
olvido cada vez mas denso de la destinación o finalidades
de este funcionamiento generalizado" (3).
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