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Economía ecológica



Partes: 1, 2

    1. La
      productividad
    2. La
      sustentabilidad
    3. La
      estabilidad
    4. La
      equidad
    5. La
      autonomía
    6. Referencias
      bibliográficas

    La economía
    ecológica es una rama de la teoría
    económica, también conocida como teoría del
    desarrollo
    humano o economía del bienestar natural, que asume una
    relación inherente entre la salud de los ecosistemas
    y la de los seres humanos. En ocasiones se menciona como
    "Economía Verde", y se encuentra en amplio contraste con
    otras escuelas de pensamiento en
    el seno de la economía. Los
    economistas verdes suelen tomar con
    frecuencia posturas más radicales que las que se
    encuentran entre la más convencional economía
    ambiental con respecto al crecimiento
    económico.

    El argumento primario de la economía
    ecológica que la separa de la teoría
    económica previa podría resumirse en la
    asunción de la economía en sí misma como un
    subconjunto estricto de la ecología, ya que esta
    última analiza las transacciones de materia y
    energía de la vida sobre la Tierra, y
    la economía humana está por definición
    contenida en este sistema. A la
    cabeza de las críticas de la actual economía
    normativa por los economistas ecológicos se encuentra su
    aproximación a los recursos
    naturales y el capital.

    Los análisis desde el punto de vista de la
    economía convencional y ambientalista minusvaloran el
    capital natural en el sentido de que es tratado como un factor de
    producción intercambiable por trabajo y
    tecnología
    (capital
    humano).

    Desde la economía ecológica se argumenta
    que el capital humano es complementario al capital natural, en
    lugar de intercambiable, ya que el capital humano se deriva
    inevitablemente del capital natural de una u otra forma. Rechaza
    la visión procedente de la economía
    energética de que el crecimiento del insumo
    energético en un sistema dado esté relacionado
    directamente con el bienestar -mediante estudios empíricos
    sobre la
    Paradoja de Jevons, o refutaciones
    teóricas de la hipótesis neoliberal ortodoxa de la

    Desmaterialización de la
    economía, centrándose en su lugar
    en el manejo de la biodiversidad
    y en la creatividad
    o el capital natural y el capital individual, en la
    terminología en ocasiones adoptada para describirlos
    económicamente.

    El origen de la economía ecológica como un
    campo específico per se se atribuye al ecologista y
    profesor de la
    Universidad de
    Vermont Robert Costanza, quien fundó la Sociedad
    Internacional para la Economía Ecológica
    y
    llevó a cabo gran parte de la investigación fundacional desde la
    Universidad de Maryland. Su colega de la Universidad de Maryland
    Herman Daly ha contribuido de forma significativa a su desarrollo.
    Los precursores intelectuales
    de la Economía Ecológica pueden rastrearse en gran
    parte en la economía
    política, un refinamiento de la temprana teoría
    económica que incluye entre sus primeros investigadores
    a
    Thomas Malthus,
    David Ricardo, y Karl
    Marx. El profesor David Harvey fue uno de los
    primeros en incluir explícitamente preocupaciones
    ecológicas a la literatura económica.
    Este desarrollo paralelo en economía política ha sido
    continuado por analistas como el sociólogo John Bellamy
    Foster.

    Una consecuencia esencial, resaltada desde la
    economía ecológica, derivada de la naturaleza de
    los objetos económicos es que las medidas de la actividad
    económica o del bienestar (PIB o RN)
    sólo tienen encuenta una porción de los objetos
    existentes; aquellos que son reproductibles, intercambiables y
    apropiables.

    Así, la primera conclusión a sacar es que
    la economía ecológica rechaza la utilización
    del PIB como indicador del bienestar y que la economía
    formal solamente se ocupa accidentalmente de las funciones vitales
    de la naturaleza, solo en la medida que cumplan los tres
    requisitos señalados.

    Efectivamente, los economistas tradicionalmente
    incorporan la naturaleza dentro de su función de
    producción de dos formas distintas: o bien bajo la
    categoría de tierra o bien
    bajo la categoría de recursos
    naturales.

    La tierra, obviamente, es apropiable e intercambiable
    pero no reproductible, a pesar de incumplir con la tercera de las
    condiciones la tierra es considerada un objeto económico.
    ¿ Cómo se soluciona esta paradoja? Quienes
    así proceden consideran a la tierra en sentido ricardiano,
    esto es, la tierra es inconsumible, no se deprecia con su uso.
    Proceder de esta forma es totalmente arbitrario pues la evidencia
    nos dice que la tierra se puede perder irremediablemente: las
    pérdidas de tierra por la construcción de infraestructuras es un caso
    desgraciadamente presente en la actualidad, o la pérdida
    de tierra fértil por prácticas agrícolas
    nocivas son ejemplos suficientes que demuestran la consumibilidad
    de la tierra.

    Por otra parte, la incorporación de la naturaleza
    en el proceso de
    producción mediante la categoría de recursos
    naturales acarrea problemas
    cuando consideramos los recursos no renovables que, claramente,
    incumplen el tercero de los requisitos. En este caso,
    además, no es posible equipararlos al concepto de
    tierra pues, por definición, los recursos no renovables se
    consumen con su uso. ¿Cuál es la solución en
    este caso? Considerar, de una forma nuevamente arbitraria, que el
    agotamiento de cualquier recurso natural nunca será un
    problema económico grave pues el hombre,
    mediante el progreso técnico, podrá suplir
    cualquier escasez.

    A partir de estas consideraciones iniciales debemos
    preguntarnos sobre cual es el proceder de la economía en
    la asignación de los recursos. La economía es
    la ciencia de
    los precios y su
    formación consiste en que los individuos, con sus
    dotaciones respectivas, acuden al mercado y
    expresan sus preferencias formándose los precios de
    equilibrio
    cuando la oferta
    coincide con la demanda. De
    este proceder general podemos reflexionar sobre tres
    cuestiones.

    La primera hace referencia a que aquellos individuos que
    no tienen dotación monetaria alguna no pueden acudir al
    mercado y, si nadie lo remedia, se morirán de hambre. Esto
    es, el intercambio se producirá no en función de
    las necesidades que tenga el demandante sino solamente cuando su
    demanda esté respaldada por divisas. Los
    excedentes agrícolas producidos por la política
    agraria comunitaria (PAC) son un ejemplo oportuno.

    La segunda cuestión hace referencia directa al
    objeto de este artículo: los recursos no renovables pueden
    ser utilizados en la actualidad, o pueden ser consumidos por
    generaciones futuras: esto es, un barril de petróleo consumido hoy significa un barril
    menos para mañana, o lo que es lo mismo, nuestro consumo actual
    tiene que ver con el consumo que puedan hacer los agentes futuros
    pero, dado que aún no han nacido, esos agentes no pueden
    acudir al mercado a expresar sus preferencias por ese recurso no
    renovable del cual dispondrán, o no, en función de
    la ética
    de la presente generación. ¿Cómo resuelve la
    economía este grave problema ontológico? Pues
    otorgando a la demanda de las generaciones futuras un peso
    determinado a través de una tasa de descuento.

    La economía y el mercado operan normalmente con
    tasas positivas considerando, así, que la riqueza del
    futuro es menos importante que la riqueza del presente. La
    cuestión no es "acertar" sobre cual es la tasa de
    descuento óptima sino modificar la operatividad de la
    economía en el sentido de que el economista se convierta
    en historiador de la tecnología (la demanda futura
    dependerá mucho de cual sea el estado de
    la técnica), en filósofo moral y
    sociólogo (se debe conocer como se forman las
    preferencias.) Mientras, el mercado será un
    "óptimo" asignado

    Finalmente, si llevamos al límite extremo el
    individualismo metodológico y enfrentamos la cantidad
    limitada de combustibles fósiles, por ejemplo, con toda la
    demanda que se generará hasta que el sol deje de
    brillar, dentro de 5,000 millones de años, el resultado
    serán precios infinitos, vetándose su consumo
    actual. Esta solución sería consecuencia de aplicar
    una metodología, la individualista, que
    persigue la maximización del beneficio en el corto plazo a
    problemas que afectan a toda la humanidad en los que está
    en juego la
    supervivencia de la propia especie humana. En relación con
    esto es posible realizar una nueva pregunta: ¿En
    razón a qué lógica
    los precios del petróleo,
    del cual existe cada vez una menor cantidad, tienen tendencia
    descendente en los últimos años?

    La respuesta a la pregunta formulada debemos buscarla en
    las relaciones de poder, en el
    orden económico internacional vigente. Galeano lo explica
    formidablemente; los impuestos
    occidentales que gravan las materias primas importadas del Tercer
    Mundo superan al precio pagado
    al productor

    Georgescu afirma que entre ambas fuentes de
    energía disponible existen importantes asimetrías
    de las cuales depende la resolución del problema
    bioeconómico señalado:

    1) La primera asimetría es que la componente
    terrestre es una existencia mientras que la radiación
    solar es un flujo. En teoría, los hombres podrían
    utilizar en un único período de tiempo todo el
    stock de recursos terrestres; sin embargo, no ejercen
    ningún control sobre el
    flujo solar, estando impedidos para usar ahora el flujo del
    futuro. En cambio, las
    existencias futuras de recursos terrestres están afectadas
    por el consumo que se haga en la actualidad.

    2) Cada una de las fuentes de energía disponible
    cumple un papel específico. Mientras el stock terrestre
    permite elaborar todos los aparatos fundamentales para fines
    humanos que satisfacen las necesidades exosomáticas, la
    radiación solar es la fuente primaria, empezando con la
    fotosíntesis, de toda la vida sobre la
    tierra. Además, no existe a escala humana un
    mecanismo capaz de transformar energía en materia.
    Mientras que las generaciones futuras tendrán su parte
    inalienable de energía
    solar, sus existencias pueden estar a ser consumidas en la
    actualidad.

    3) El stock de recursos terrestres es una fuente muy
    pequeña en comparación con la del sol. Mientras que
    la actividad del sol durará 5 mil millones de años,
    el stock de recursos terrestres es equivalente a
    únicamente unos cuantos días de energía
    solar (cálculos optimistas cifran en dos semanas la
    equivalencia entre todas las reservas de combustibles
    fósiles y la radiación solar llegada al
    planeta.)

    4) Desde el punto de vista de su uso industrial, la
    energía solar presenta una importante desventaja respecto
    a la energía terrestre: ésta se encuentra
    disponible en forma concentrada mientras que el uso directo de la
    energía solar no es sencillo. El flujo de energía
    solar no se acumula en ningún sitio a partir del cual
    pueda ser utilizada de una forma concentrada.

    5) La principal virtud de la energía solar es que
    su uso no causa contaminación adicional: esto es, los rayos
    solares que no son utilizados se degradan inexorablemente. Sin
    embargo, de ser usada en un lugar distinto a donde fue recogida
    el clima de ese
    sitio se vería afectado.

    6) La supervivencia de todas las especies terrestres y
    acuáticas depende, directa o indirectamente, de la
    radiación solar. Sólo los hombres y las mujeres, a
    causa de su adición exosomática, dependen
    también de los recursos minerales.

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