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Una explicación para la Conciencia (página 3)



Partes: 1, 2, 3

 

Lo anterior no reviste ninguna novedad; es conocido por
los especialistas que el mundo infantil se ve profusamente
poblado como consecuencia de las palabras que escucha y cuyo
significado ya conoce, y que durante cierta etapa los infantes
son incapaces de discriminar la realidad (mundo material) de la
fantasía (mundos inmateriales). En esta etapa, cuando
escuchan una palabra cuyo significado conocen y que denota a un
elemento material, incorporan dicho elemento en su
representación mental del medio relevante,
asociándole una dinámica tiempo-espacio
y un significado conforme les reseña su experiencia de
vida asociada a dicho elemento. Así, las palabras "silla",
"pelota", "abuelita", no sólo representan muy diferentes
elementos presentes en su medio al momento en que escucha la
palabra, sino que el niño aprende a asignarles una muy
distinta dinámica témporo espacial en su
Actualización del Presente. Por supuesto, en dichos
escenarios el actor principal es el Individuo, que
es mucho más que un cuerpo material en interacción con el medio
material.

La palabra "abuelita", cuando es escuchada por el
niño, le induce no sólo a la evocación del
muy material "elemento abuelita"; asociada a su abuela hay una
carga inmaterial, accesoria al cuerpo material de su abuela, que
el niño ha ido adquiriendo en su experiencia de vida,
relacionada a mucho más que al simple conjunto de ojos,
piernas, cabeza, etc., que conforman el cuerpo de su abuela. El
niño localiza en su representación mental del
medio, al elemento "abuelita" que emerge al escuchar dicha
palabra. Los escenarios donde la ubica están circunscritos
a aquellos que le entrega su experiencia de vida por la
vía de la evocación, todo ello valorado conforme a
las particulares condiciones en que se encuentra en el momento en
que escucha la palabra. Incierto y vago escenario en muchos
sentidos, en particular en lo que dice relación con la
Actualización del Presente del "elemento abuelita".
¿dónde la ubica? ¿cómo va
evolucionando a través del tiempo el "elemento abuelita"
en la particular representación mental donde tiene cabida
su abuela?.

Como fuere que opere, lo cierto es que el cerebro humano
cuenta con la capacidad de sostener simultáneamente
infinidad de componentes que no están siendo percibidos
directamente por haber ingresado a la Realidad del Individuo a
través del lenguaje y
formar parte de la Actualización del Presente. Para el
niño, las expectativas de acción
en su Proyección a Futuro que se generen en su cerebro
como resultado de escuchar una palabra, pueden inducirle a la
tarea de jugar con su abuelita, y tal vez mueva su cabeza
intentando verla, para así establecer de mejor forma una
estrategia de
acción que conduzca al cumplimiento de la tarea pendiente,
esto es, jugar. A partir del momento en que escucha la palabra, y
en tanto no se produzcan eventos que
refuercen el significado asociado a la panorámica mental
de ese segmento del escenario donde ha ubicado a su abuelita,
irá perdiendo relevancia el "elemento
abuelita".

Paulatinamente el niño valida que algunos
segmentos de la Actualización del Presente que han sido
generadas por medio del lenguaje que escucha no son asequibles a
una percepción
posterior a través de sus sentidos, lo que en caso alguno
le resta validez a estos nuevos escenarios que se encuentran
disociados del mundo material, solo que, son escenarios que se
caracterizan por una particular dinámica.

Como se dijera anteriormente, desde el momento en que
nace el niño, a través de su experiencia de vida va
consolidando un cada vez más adecuado manejo del
tiempo-espacio asociado tanto a la Actualización del
Presente como a la Proyección a Futuro; lo que demora en
caer un objeto, el lugar y el momento en que debe estar su mano
para atrapar la pelota que le arrojan, etc., responde a leyes
físicas que gobiernan la materia, que
paulatinamente son validadas. A su vez, en aparente
contraposición con lo anterior, su experiencia de vida en
el lenguaje le
impondrá dar cabida a eventos que no respetan estas
leyes.

La
expansión, gracias al lenguaje, de los escenarios que
conforman la Actualización del Presente y la
Proyección a Futuro y sus consecuencias

A diferencia del lenguaje no humano, el que siempre
está referido a algo que guarda directa relación
con aquello que está acaeciendo en el medio material o que
está por suceder, los adultos emplean palabras y frases
con el niño que no necesariamente están asociadas
con sucesos que tienen cabida en el medio material. Esto
evidentemente trae como consecuencia que para el niño la
Actualización del Presente sufre una suerte de
expansión con el aporte de la palabra, al poblarse
ésta con elementos y relaciones entre elementos que no
están presentes, ni lo estarán, en el medio
material.

Sin esta particularidad, que se gesta por medio del
lenguaje que el niño escucha, no sería posible
acceder a uno de los efectos más significativo que
caracteriza al lenguaje humano, que se refiere a que se torna
posible que la Actualización del Presente posea una nueva
dinámica, dada por el quiebre de las leyes que gobiernan
el mundo material. Con el lenguaje que emplean con el niño
y que alude a elementos o eventos no susceptibles de ser
percibidos por el menor por no formar parte del medio material,
se induce a que el niño traspase las fronteras del medio
material, toda vez que para el niño que escucha palabras
cuyo significado ya conoce, en ausencia en el medio material de
los elementos asociados a las palabras, se plantea la exigencia
de sostener escenarios, en su Actualización del Presente,
sin contar con mecanismos perceptuales que le permitan disminuir
la incertidumbre asociada con dicha proyección.

El Individuo, poco a poco internaliza como factible una
Actualización del Presente asociada a relatos del tipo:
"Caperucita roja despertó, se vistió, salió
de su casa, caminó por el bosque, y se la comió el
lobo". En un caso como este, en el cual el relato tardó
escasos segundos, la dinámica de su Actualización
del Presente del "elemento caperucita roja" y de los eventos
asociados con el cuento que
escuchó, no guarda relación alguna con la
dinámica tiempo- espacio que opera en el mundo material y
que el menor ha ido internalizando por medio de su experiencia de
vida. A través del relato, en cualquier momento,
caperucita roja puede trasladarse a cualquier parte, a sola
voluntad del relator, y le puede suceder cualquier cosa. Si la
mente del niño se remitiera en exclusiva a su experiencia
de vida asociada a eventos que suceden en el mundo material,
entonces caperucita roja tardaría un tiempo en vestirse,
en caminar hacia el bosque, etc.

Es imprescindible la participación del lenguaje
de terceros para que el niño acceda al dominio de la
particular dinámica de la Actualización del
Presente que tiene lugar en relatos como el descrito. El relator
le impone readecuar permanentemente los parámetros tiempo-
espacio en su Actualización del Presente. A su vez, la
experiencia de vida que va adquiriendo con el lenguaje que
escucha y que no está referido a elementos y eventos
presentes en el medio material, le induce a incorporar similar
plasticidad en la generación de su Proyección a
Futuro. Esta particularidad que emerge como consecuencia de las
especiales características del lenguaje humano, le permite
por su parte al niño generar con el lenguaje que emplea
escenarios de acción en el presente que está
viviendo que admiten una infinita adecuación
témporo espacial; ello, no obstante que todo está
ahí, en el presente que está viviendo, un presente
en el cual le es posible proyectar tareas y buscar llevarlas a
cabo en la acción del lenguaje, en segmentos de su medio
relevante expandido más allá del medio material,
donde son factibles relaciones de tiempo-espacio infinitamente
maleables en comparación a las que le están
permitido emplear para la Actualización del Presente y
Proyección a Futuro de su representación mental del
medio material relevante.

Son infinitamente extensos los escenarios mentales, que
se incorporan como experiencia de vida, factibles de construir
con el empleo del
lenguaje, gracias a este auténtico quiebre de la
relación tiempo-espacio que históricamente ha
condicionado en todos los seres vivos la estructuración
tanto de la Actualización del Presente como de la
Proyección a Futuro. Requisito fundamental para ello,
disponer en el cerebro de una arquitectura pre
establecida por la genética
capaz de realizar dichos procesos a
través del lenguaje y de contar con quienes, a
través del lenguaje que emplean con el niño, se
refieran a elementos o eventos no presentes en el medio material
induciendo en la mente del niño la generación de
escenarios inmateriales y atemporales.

En la estructuración de las acciones que
llevan a cabo los seres vivos que cuentan con cerebro existen
condicionantes que escapan al ámbito de lo meramente
material, aunque empleen al cuerpo y al medio material como
instrumentos para dar cumplimiento a las tareas. La necesidad de
ser acogido, valorado, querido, constituyen evidentemente
inmateriales requerimientos para el ser humano, que están
incorporados como condicionantes de un sinnúmero de las
acciones que éste realiza. Tras las referidas necesidades,
en definitiva está presente el satisfacer requerimientos
que de una u otra forma se relacionan con el cuerpo, el soporte
de la vida, y, por supuesto, con el desconocido
"propósito" de la vida.

A través de la interacción, por ejemplo
por medio de la sonrisa que su madre le prodiga al niño,
se posibilita que éste acceda a un necesario alimento: el
afecto. Entre las muchas condicionantes que en lo inmediato no
apuntan a satisfacer necesidades materiales, y
que participan en la gestación de las acciones de los
seres humanos, el peso de su naturaleza
gregaria afectiva pareciera constituir el núcleo central
de muchas de ellas. En una significativa proporción de las
acciones que realizan los humanos es posible reconocer como
agente motivador al afecto.

Compartiendo los escenarios generados por el
lenguaje. La Coherencia Afectiva del Lenguaje

El lenguaje humano sólo se aprende en la
interacción con terceros; se nace con la capacidad para
aprender lenguaje, la genética así lo posibilita,
pero no se llega a este mundo dominando un idioma. A su vez, el
condicionante afectivo humano posibilita que haya quienes se lo
enseñen al niño.

Para que el lenguaje constituya una herramienta es
necesario "compartir escenarios" generados por su intermedio,
entre quien habla y quien escucha, esto es, que se establezca un
cierto grado de coherencia entre las expectativas asociadas al
empleo del lenguaje por parte de quien habla y los escenarios que
este lenguaje genera en el oyente, como quedó de
manifiesto ocurre en el caso del empleo de las señales
de alarma en los monos verdes. Esta necesaria sintonía
recibe el nombre de Coherencia Afectiva del Lenguaje.

Cuando le hablan a una persona y escucha
con atención, genera escenarios mentales, que
no siendo idénticos a los que están representados
en la mente de quien le habla, tienen mucho de semejante. Esto
por supuesto también se da cuando una persona lee
atentamente un libro. Es, sin
duda en muchos aspectos, un auténtico "ver lo que quieren
mostrarle". Habría que agregar a lo anterior que el que
inicialmente el niño sea capaz de entender muchas
más palabras de las que puede hacer uso para expresarse lo
enfrenta a una situación muy particular; esto es, a
"poder ver lo
que quieren mostrarle y no poder mostrar lo que
quisiera".

El aprendizaje del
lenguaje en el niño progresa desde cero Coherencia
Afectiva del Lenguaje al escuchar por primera vez una palabra,
hasta la suficiente como para permitir un fluido tránsito
por "mundos ajenos", para posteriormente, haciendo uso del
lenguaje, convertirse él en generador de mundos
inmateriales.

Cuando se domina adecuadamente el lenguaje, el "seguir"
una conversación implica un "compartir" escenarios, muchas
veces en ausencia de elementos materiales que operen como
referencia común para el que habla y para el que escucha,
no obstante que para llegar a acceder a esto, las palabras que
inicialmente el niño aprende sólo se refieren a
elementos concretos que están presentes en el medio
material.

En los dominios del lenguaje, cuando le hablan a una
persona, ésta es literalmente conducida a percibir
–a través de las palabras que escucha- y por ende a
realizar representaciones mentales de un medio que se gesta a
partir de las expectativas de quien le habla. Es decir, cuando le
hablan, quien lo hace se convierte en un auténtico
"generador de medios" a
través de los cuales transita el oyente, cual si fuera
guiado por senderos siempre nuevos. Por cierto, en su esencia
esta característica es propia del lenguaje de todos los
seres vivos, la diferencia fundamental con los restantes
lenguajes estriba en que los escenarios por donde los humanos
pueden desplazarse exceden a aquel que constituye la
representación mental del medio material, gracias a la
expansión de la Actualización del Presente que se
obtiene con el uso del lenguaje humano, como consecuencia de la
neutralidad de la palabra. Los restantes seres vivos recogen del
medio material, a través de lo que perciben, los
estímulos para generar lenguaje, en tanto que los humanos
pueden extraer de los medios generados por la propia
acción del lenguaje el equivalente a los estímulos
perceptivos a través de los cuales generan nuevos
escenarios. En tal sentido, puede hablarse con propiedad de
que el lenguaje humano es auto generativo.

El "ir viendo lo que quieren mostrarme", tiene a todas
luces implícito un "veo lo que los otros ven", un "ver a
través de los ojos de terceros", lo que en la
práctica en muchos aspectos equivale a un "ponerse en el
lugar de". Por supuesto, ningún humano puede sentir lo que
siente otro, así como nadie puede ver a través de
otros ojos que no sean los propios, sin embargo, en el acotar los
escenarios generados por el lenguaje que se percibe hay un
auténtico y necesario "ponerse en el lugar de".

El llamado de alerta de los monos verdes cumple con lo
anterior, sin embargo se presenta una diferencia importante al
momento de compararlo con el lenguaje humano: el llamado de
alerta de los monos verdes hace referencia a algo que está
sucediendo en el mundo material, y que por ende es susceptible de
ser percibido a través de los sentidos de
quien escucha dicho llamado, lo que posibilita que ambos monos
verdes, el emisor y el receptor, cuenten con similar referencia,
el muy material entorno aéreo, para incorporarlo en su
Realidad del Individuo, en cambio con el
lenguaje humano se pueden generar escenarios ajenos al
"aquí, ahora", que no son susceptibles de ser percibidos a
través de los sentidos. Con ello, se deja de contar con un
referente común para nada despreciable, como es el medio
material, cuna y soporte de la vida. Gracias al lenguaje, la
capacidad de "ponerse en el lugar de", se ha desarrollado en el
ser humano en un grado que no es posible encontrar en otro tipo
de criatura.

Los humanos construyen gracias al lenguaje un medio no
material anexo al medio material. Tardará años el
niño en valorar adecuadamente qué, de aquello a lo
que hace mención el lenguaje que escucha, e incluso el que
emplea, es lo que en efecto forma parte del medio material y
qué no. El niño al comienzo simplemente incorpora a
su representación mental del medio material a la figura de
un viejito pascuero, una abuelita, un lobo, etc., por medio de un
proceso que
exige la participación de terceros, quienes a
través de la generación de escenarios atemporales e
inmateriales promovidos por la acción del lenguaje al que
accede el niño, validan la existencia de dichos
medios.

Lo anterior da cuenta del grado en que se depende de
terceros en la temprana edad para la construcción de aquella parte de la
Realidad del Individuo que se genera con la intervención
del lenguaje, y que dice relación con mundos inmateriales
y atemporales.

Se vio anteriormente que en general la
Actualización del Presente está asociada a una
elevada incertidumbre. En el ser humano, la incertidumbre aumenta
en grado notable con la neutralidad de la palabra, incertidumbre
que es marcadamente superior a la que se puede apreciar
está asociada al lenguaje de las restantes criaturas. Este
grado adicional de incertidumbre tiene también
consecuencias positivas, pues da lugar a la generación
mental de infinidad de distintos escenarios potenciales, jugando
un rol sustantivo en la delimitación de dichos escenarios
la Coherencia Afectiva del Lenguaje, que condiciona el "ver lo
que otro pretende que yo vea" cuando se es el receptor de
lenguaje. Con toda la incertidumbre que para un mono verde
implica la representación mental del medio que se genera
al escuchar el llamado de alerta, dicha representación
está acotada al entorno material, con las particulares
leyes que gobiernan el mundo de la materia, en cambio para el
humano, gracias a la propiedad auto generativa de su lenguaje, no
hay barreras de tiempo y espacio para la representación
mental del particular medio que genera con el lenguaje. Por
cierto, la propiedad auto generativa del lenguaje no pasa
más que por incorporar los escenarios generados por la
acción del lenguaje a la representación mental del
medio, medio que se ve infinitamente expandido gracias al
lenguaje, al accederse a la atemporalidad e inmaterialidad que
caracteriza a su empleo.

En la acción del lenguaje la atención se
centra en quien está haciendo uso de él, y el grado
de libertad para
generar escenarios, en función de
las palabras empleadas, está fuertemente supeditado a las
expectativas de quien habla. Sin embargo no puede dejar de
observarse que a su vez las expectativas de quien está
haciendo uso del lenguaje incorporan como un elemento fundamental
de su medio relevante a quien escucha; ningún padre le da
una perorata a su hijo de un año y no precisa racionalizar
acerca de la capacidad con la que cuenta el menor para emplear un
lenguaje acorde con la edad del niño.

Cuando, conociendo el significado de las palabras, el
niño escucha el anteriormente citado: "caperucita roja
caminó por el bosque hasta que se obscureció…."
todo un universo de
mundos atemporales e inmateriales se van incorporando a su
Actualización del Presente. Para el mecanismo cerebral del
niño, caperucita roja está ahí, en su medio,
ajena a la percepción que le otorga sus sentidos, pero muy
presente. Para el niño, dicho medio, donde se sitúa
caperucita, es compartido con el relator, quien se convierte en
un conductor o guía, a través de los escenarios que
genera el relato. En dichos mundos, habita también un
hombre bueno,
que es el leñador, que trabaja de sol a sol, y que rescata
a caperucita. El narrador le asigna atributos a la entidad
"leñador", atributos que exceden lo meramente corporal, y
que están integrados al escenario mental que el
niño configura de los particulares segmentos de su medio
en los que va teniendo lugar el dinámico desarrollo del
cuento, en el que participa la figura del leñador, como
una Entidad con específicos atributos.

Se ha mencionado que los humanos aprenden en los
primeros años, gracias al lenguaje que adquieren a
través de quienes hacen uso de él en su presencia,
a generar Actualizaciones del Presente que rompen el marco de
tiempo- espacio que gobierna a la materia. De igual forma sucede
con la Proyección a Futuro en el uso del lenguaje. El
niño aprende que se torna factible el proyectar y llevar a
cabo acciones que no tienen cabida en el mundo material. Cuando
así sucede, el fruto del lenguaje no es susceptible de ser
percibido a través de los sentidos- que no sea a
través de la palabra empleada- sosteniéndose en la
mente como una Actualización del Presente los escenarios
generados, para los cuales no necesariamente rigen las leyes que
gobiernan el mundo material.

Roto el lazo con un histórico compromiso
existente entre el ser vivo y su medio material, los humanos
acceden a estructurar Actualizaciones del Presente y Proyecciones
a Futuro en las cuales el tiempo y el espacio aparentemente son
gobernados a voluntad en los escenarios factibles de construir
por medio del uso del lenguaje, generándose una
inédita dimensión.

Enfrentando un dilema

Hay un tema no menor sobre el cual hasta el momento no
se ha hecho referencia, sin cuya incorporación al análisis queda trunco el rompecabezas que
se pretende armar para acceder a una coherente explicación
de la particular naturaleza
humana, y que se refiere a que, como se ha mencionado
anteriormente, la representación mental del estado
corporal cuenta con una permanente actualización,
incorporada por cierto en la Realidad del Individuo, por lo que
no admite una Actualización del Presente en el sentido
como se ha definido a esta última, dado que sólo es
susceptible de una Actualización del Presente aquello que
no está siendo percibido, pero que sí lo fuera
anteriormente.

Bajo estas condiciones, es decir, con un cuerpo
literalmente anclado al medio material, toda experiencia de vida
está supeditada al "aquí, ahora, este cuerpo", en
circunstancia de que es evidente que de alguna forma los humanos
logran lo que pareciera ser un desplazamiento a través de
los inmateriales y atemporales medios generados por el lenguaje,
adquiriendo experiencia de vida en esas auténticas
travesías. La generación de escenarios por medio
del lenguaje, donde el Individuo participa como actor sin que
intervenga su cuerpo en la acción, medios en los cuales
pueden haber abuelitas, lobos, alegrías, miedos, penas,
dolores, etc., necesariamente exige de un "alguien" que viva la
experiencia, capaz de desplazarse en lo inmaterial y atemporal.
¿Suerte de desdoblamiento del Individuo?. De ser
así, sería una inédita fragmentación;
la individualidad ha estado histórica e indisolublemente
atada al actor fundamental, a aquel que opera en el medio
material, al cuerpo material, por los cientos de millones de
años a través de los cuales la acción de
todos los seres vivos se ha circunscrito a un cuerpo material en
interacción con un medio material. ¿cómo
resolver este aparente dilema, sin renunciar a la
individualidad?

Como en todo rompecabezas, el desafío está
en armarlo, no en crear nuevas piezas, por lo que la respuesta ha
de hallarse en alguna característica propia de los seres
humanos que aún no ha sido considerada.

Resolviendo el dilema; el nacimiento de una nueva
entidad

Al ir aprendiendo el lenguaje, cuando la palabra
empleada involucra la participación activa del niño
sin que ello signifique la intervención de su cuerpo en la
acción, indudablemente hay un "alguien" que se desplaza en
los escenarios generados por el lenguaje. Por supuesto, ese
"alguien" no posee un cuerpo material; no es factible que un
cuerpo material se desplace a través de la inmaterialidad
y atemporalidad que se genera con el lenguaje humano. Es obvia la
presencia de una abuelita –virtual en todo caso por no
existir un correlato material que la sustente- en la mente del
niño cuando escucha el cuento respectivo, sin embargo no
resulta evidente en forma inmediata la necesaria presencia de un
pseudo niño en la mente del individuo al escuchar el
cuento. Sin embargo se torna necesario considerar la existencia
de dicha figura, suerte de representante del Individuo, toda vez
que el relato genera experiencia de vida en este
último.

En los mundos que inicialmente se generan en la mente
del niño por la acción del lenguaje que va
aprendiendo de terceros, estos últimos incorporan una
particular figura, a la entidad "niño", al "hijo", al que
le han asignado un nombre, como pudiera ser por ejemplo el de
"Pablito", figura construida por medio de la acción del
lenguaje de terceros, quienes definen al "niño",
"Pablito"" "hijo", entidad que paulatinamente se va consolidando
en la mente del niño, empleándose para los efectos
de dicha consolidación similar mecanismo al que opera
cuando se consolida en su mente por ejemplo el objeto "pelota", a
través de su experiencia de vida con dicho objeto, o
cuando se consolida la representación mental de su
abuelita con sus particulares características.

En un proceso en el cual inicialmente el Individuo
genera una entidad que participa como una más en los
escenarios creados por el lenguaje, paulatinamente el Individuo
va adquiriendo un sentido de pertenencia sobre dicha entidad, en
particular por el grado en que le afecta en forma directa aquello
que los demás ven y hacen con dicha entidad y ven y hacen
con el cuerpo del Individuo.

Es decir, no es necesario renunciar a la individualidad,
pues surge el niño que ven en él, como el actor que
se moviliza en la acción del lenguaje. No es el Individuo;
el Individuo está indisolublemente atado al cuerpo
material, al "aquí, ahora" en lo que a ejecución de
acciones se refiere. Hay que recalcar que esta entidad que
emerge, "Pablito", se gesta en el aprendizaje
del lenguaje, e incluso inicialmente el niño se refiere a
si mismo como quien hace mención a un tercero; "Pablito"
juega", dice el niño para expresar que él
está jugando; "Pablito" duele dedo", para informar que le
duele un dedo.

La individualidad, sello distintivo primigenio de todo
ser vivo, presente durante cientos de millones de años, no
se ve menoscabada al hacer uso de una entidad como
"Pablito".

En el aprendizaje del lenguaje y en el empleo del
lenguaje por parte de terceros, el niño inicialmente ha
sido fundamentalmente un espectador, que se ha ido impregnando
con los calificativos que los adultos expresan acerca del
niño, calificativos que exceden el ámbito de su
cuerpo material; el niño es bueno, es gracioso, es
obediente, etc. Estas características son de "Pablito",
del hijo, del niño, valoradas por supuesto con el
particular significado que adquieren en la Realidad del Individuo
que se genera en la mente del niño. El Individuo valida
como parte de su medio la imagen que de
"Pablito" construye a partir de los calificativos y la
acción de terceros.

El Individuo no precisa sufrir de modificación
alguna con la incorporación de esta nueva figura, es
decir, no se pasan a llevar los millones de años de
evolución que hay tras el ser humano en lo
referente a la biunívoca relación "un cuerpo
material- un individuo". En su génesis, esta Entidad
emerge como un tercero en escena, como pudiera ser la figura del
leñador en el cuento de Caperucita Roja, e inicialmente,
al igual que la entidad "abuelita" del cuento referido,
sólo esporádicamente participa en la Realidad del
Individuo del niño; con posterioridad llega a estar
permanentemente presente en la Realidad del Individuo. Esta
entidad, que comienza a cobrar vida como un "niño",
"hijo", "Pablito", poco a poco va adquiriendo mayor relevancia,
como un activo participante en la representación del medio
relevante del Individuo durante la niñez, medio que, con
el dominio del lenguaje y su particular potencia, abarca
escenarios que no requieren cumplir con las exigencias de
tiempo-espacio que opera en el medio material, y que se
incorporan a la Realidad del Individuo a través de la
Actualización del Presente. Esta última
característica asociada al lenguaje humano es la que le
otorga al Individuo la posibilidad de realizar, a través
de la entidad "Pablito", un aparente desplazamiento por los
inmateriales y atemporales mundos que con el lenguaje humano es
posible generar, viviendo el Individuo la experiencia, siempre
sólo como observador, a través de las acciones que
en dichos mundos lleva a cabo la entidad generada, esto es,
Pablito. Sin embargo, se da la particularidad de que recibe
premios y castigos afectivos y corporales conforme a cómo
sea percibida y valorada por sus semejantes la entidad "Pablito",
lo que en definitiva va estableciendo un vínculo entre la
acción de "Pablito" y la relación del Individuo con
sus semejantes, es decir, no le resulta indiferente lo que haga
dicha entidad.

Durante la niñez, al ir estructurándose la
entidad "Pablito" y adquiriendo relevancia para el Individuo, lo
que tiene lugar básicamente a través de la
ejercitación del lenguaje, cobra importancia para el
Individuo el "como ven a Pablito", en grado superlativo, por el
lazo que los une y los involucra.

Los humanos han llegado a disponer de un "Pablito"
gracias al empleo de un lenguaje cuyo aprendizaje precisa de que
exista una fuerte dependencia afectiva, por lo que no ha de
llamar la atención que, una vez se ha accedido como
especie a estos nuevos horizontes que son provistos por el
lenguaje, se refuerce la dependencia afectiva, adquiriendo
"Pablito" un rol protagónico para el Individuo.

Conforme a lo que se ha ido exponiendo, sutiles
diferencias diferencian en extremo a los humanos de los restantes
seres vivos. Para estos últimos, su lenguaje está
limitado a hacer referencia sólo a aquello que está
acaeciendo en el medio material, a representar una parte de
él, y por ende permanecen atados a las relaciones
tiempo-espacio que caracterizan a la materia, en el presente que
se vive.

La extensión del lenguaje humano, el que a partir
de algo más de un par de docenas de fonemas consigue a
través de éstos crear miles de palabras, posibilita
asignarle una palabra a un particular elemento, y además
caracterizarlo, expandiendo con ello el campo de
aplicación de la palabra gracias a lo que se ha llamado la
"neutralidad" de la palabra, conforme al particular estado del
medio que exista en el que se emplee. Esta diferencia abre la
puerta para acceder a lo que los humanos han definido como "lo
abstracto".

Es importante destacar que no es sino a través de
la asociación que se produce entre "Pablito" y el
Individuo, gestada gracias a la participación de terceros
en el aprendizaje del lenguaje por parte del niño, que se
consigue que para el Individuo adquiera particular relevancia la
acción de "Pablito". De no producirse esta
asociación, la experiencia de vida del Individuo a
través del uso del lenguaje tendría similar
limitación a la que se observa se da en los restantes
animales con
cerebro; esto es, estaría anclada a aquello que sucede en
el medio material en el presente que se está
viviendo.

El dominio de la capacidad de "ponerse en el lugar de"
al que se accede como consecuencia de la permanente
ejercitación que el Individuo realiza a través de
la Entidad "Pablito", le permite al Individuo, por momentos,
llevar a cabo una suerte de "personificación" de otras
entidades. Se evidencia lo anterior cuando por ejemplo se ve una
película; entonces, un particular "Pablito" personifica
convenientemente a uno a más actores, haciendo suyas
algunas de sus características y acciones, accediendo el
Individuo a estados emocionales como consecuencia del rol que el
actor va desempeñando en el film. Es posible emocionarse
hasta las lágrimas al contemplar algunas escenas, o
llenarse de odio al ver que el malvado castiga a una mujer indefensa,
cual si "Pablito" adhiriera, hiciera suyo, algunos rasgos y
vivencias de los actores. Si le resultara conveniente al
Individuo, puede abandonar en la mitad de la obra uno de los
papeles, y continuar con los otros que está representando.
Cuando se observa al campeón nacional jugando un partido
importante, literalmente "Pablito" se apropia de él, y no
duda en abandonarlo si el campeón pierde el partido; en su
afán por romper el lazo de identidad con
el perdedor, que subyace en la mencionada apropiación del
personaje, incluso le resulta conveniente criticarle, útil
forma de romper el vínculo generado con el, ahora,
perdedor, cual si se quisiera evitar con ello ser valorado
negativamente por el desenlace del partido.

La importancia que desde siempre ha tenido para los
seres vivos el "cómo me ven" se ha visto potenciada con la
evolución del lenguaje humano, y un aparente costo que se
debido pagar por la incorporación de la figura de
"Pablito" ha sido el sustancial aumento de la dependencia al
"cómo me ven", dependencia adquirida a través del
permanente ejercicio "cómo veo que ven a "Pablito" que
realiza el Individuo. Esto último, sin duda constituye una
inédita asociación que ata al Individuo a la
percepción de cómo es valorado por sus semejantes a
través de una entidad como "Pablito". La dependencia
afectiva del ser humano encuentra en el estructurar a una entidad
que se forja a partir de la interacción con terceros, no
un sustituto del Individuo, pero sí una
representación del Individuo en interacción
afectiva, lo que en definitiva potencia la humana dependencia al
afecto.

No es posible definir en su real dimensión por
medio de palabras el vínculo que se establece entre
"Pablito" y el Individuo, sin embargo, resulta evidente que el
Individuo se desplaza corporalmente con las limitaciones propias
que impone el mundo material, y moviliza a "Pablito" a
través de los mundos inmateriales que va generando el
lenguaje, en el presente que vive, libre de limitaciones de
tiempo y espacio.

Para el Individuo, la incorporación de la Entidad
"Pablito" a su representación mental del medio, posibilita
que se refiera por medio del lenguaje a dicha entidad, emergiendo
un "Yo", el Ser Conciente.

COMENTARIOS

Para muchos efectos Pablito puede ser considerado como
una suerte de marioneta que se encuentra integrada en la Realidad
del Individuo como una entidad, tal como tantas otras entidades
que están en un momento dado participando en la Realidad
del Individuo, poseyendo la particularidad de ser el
vehículo por medio del cual al Individuo se le abre la
puerta para acceder a experiencias de vida en escenarios no
materiales y atemporales a través de la acción del
lenguaje.

Este tipo de experiencias de vida, que no encuentran
cabida en el mundo material, tienen lugar en escenarios que
provee la Actualización del Presente, que es aquella parte
de la Realidad del Individuo que sostiene y actualiza escenarios
previamente percibidos, en este caso en particular, percibidos a
través de la acción del lenguaje. El monitoreo
permanente de la actuación de la marioneta lo realiza el
Individuo, cual director de la obra que está siendo
representada en el presente que se vive, y como buen director, en
todo momento está evaluando cómo es valorada dicha
actuación por el público presente y por los
restantes actores, a quienes en definitiva Pablito se debe, como
consecuencia de la elevada dependencia afectiva que caracteriza
al ser humano.

Aquello que está sucediendo en la obra en la que
participa Pablito da lugar a lo que se definirá como la
Realidad del Individuo Conciente. La Atención, un recurso
escaso, privilegia resaltar algunos aspectos de aquello que se
está representando en desmedro de la calidad de
información que se obtiene de otros, tal
como en la práctica le sucede al director de una obra de
teatro, quien por
prestarle por un momento atención a la calidad de la
iluminación deja de percibir la
expresión del rostro de aquel actor a quien un momento
antes contemplaba. Conforme a lo descrito, el Ser Consciente es
Pablito.

La experiencia de vida de Pablito no se limita a lo
atemporal e inmaterial. La permanente interacción con el
medio material del cuerpo material asociado a la entidad Pablito
constituye experiencia de vida que se incorpora en la biografía de Pablito.
Así como el niño cuenta con una biografía
mental de su madre, con el conjunto de acciones en las que ha
participado Pablito el Individuo genera una conveniente
biografía que le asigna y atribuye a éste. La
pregunta "¿qué hiciste ayer en la tarde Pablito?"
que su madre le hace al niño, conduce a que el Individuo
movilice a Pablito – lo que en definitiva corresponde a
activaciones de asociaciones neuronales como consecuencia de las
particulares condiciones en las que se desenvuelven las acciones
a partir de la pregunta formulada por su madre- para incluir en
la Actualización del Presente al "ayer en la tarde" vivido
por la entidad Pablito, escenario desde donde se rescatan las
actividades que, valoradas por el Individuo, resultan ser
relevantes.

El potencialmente extenso panorama que se gesta en la
mente frente a la pregunta en cuestión en definitiva es
acotado por la Coherencia Afectiva del Lenguaje. Si por ejemplo
Pablito en la tarde de ayer, trasgrediendo las normas impuestas
por su madre hurgó en la despensa y no resistiendo la
tentación se comió parte importante de las
golosinas que su madre tenía reservadas para la navidad, y la
pregunta es realizada un momento después de que su madre
abre la despensa, de las innumerables experiencias de vida del
niño acaecidas en el día anterior destacará
en particular lo relativo al suceso vivido en los momentos en que
tuvo acceso a la despensa.

La lectura por
medio de la razón de una experiencia vivida, constituye
nueva experiencia de vida, y no se caracteriza precisamente por
constituir una fiel representación de lo vivido; es mas
bien una conveniente representación de lo
vivido.

¿Y qué es la "razón"?. Como tantos
términos que se emplean sin contar con un referente que
perteneciendo a la Realidad del Individuo Consciente esté
asociado a plena certidumbre (como por ejemplo en general sucede
con la ecuación 1+1 = 2 en el ámbito del actuar
consciente, y con un sonido que se
acaba de escuchar, el que es valorado por el Individuo, en el
inconsciente, como cierto, independientemente del significado que
se le otorgue ) resulta válida una redefinición
conforme a lo que se ha visto hasta el momento. Para lo anterior
es necesario previamente hacer mención a que existe una
inseparable hermandad en la trilogía
Lenguaje/Razón/Conciencia. En
ella, el lenguaje es el instrumento, la razón es el
instrumento en acción y la conciencia (el Ser Conciente)
es el sujeto involucrado en la acción.

Es el programa de
acción del Individuo el que dispone la acción de
Pablito cuando se hace uso del lenguaje propio. El lenguaje
empleado por terceros induce el desplazamiento de Pablito por los
escenarios que el Individuo incorpora como parte de la Realidad
del Individuo a partir de lo que escucha o lee. Así como
el programa de acción del Individuo dispondrá
correr cuando un perro furioso se dirige hacia la persona,
apuntando con ello a acceder a escenarios materiales más
favorables, similar mecanismo actúa frente a los peligros
que se detectan en los escenarios inmateriales y atemporales
donde le es dado habitar a Pablito. La dinámica que provee
la acción del lenguaje para la generación de
escenarios, infinitamente más maleable que los escenarios
que forman parte del mundo material, es empleada por el Individuo
para rescatar entre la infinidad de escenarios factibles de
construir, aquel que le resulte más favorable.

En todo caso, de la misma forma como constituiría
un atentado contra la supervivencia el cerrar los ojos y taparse
los oídos para no ver ni oír al perro furioso
mencionado, hay muchos escenarios poco favorables a los que se
accede a través de la acción del lenguaje y que
deben ser enfrentados por el Individuo.

La elevada dependencia afectiva del ser humano actual,
condicionante que impone que las acciones de Pablito estén
dirigidas a ser querido, valorado, estimado, reconocido, etc. ha
ido evolucionando a la par de la singular forma cómo lo ha
hecho el "cómo me ven". El "cómo me ven" al
disponer el Individuo de la entidad Pablito se transforma en un
"como veo a Pablito, quien necesita ser exitoso en lo afectivo"
en aquel segmento del teatro de operaciones que
el Individuo asume es compartido por sus semejantes

Lo que para el Individuo constituye experiencia de vida
de Pablito, está dado por aquello que el programa de
acción del Individuo valora como la acción de una
entidad que es susceptible de ser percibida por sus semejantes.
Por lo anterior, y a diferencia de lo que sucede con las
restantes criaturas con cerebro, la Realidad del Individuo
Conciente convive con la desnudez que propicia el "percibirse
observado", que se genera como consecuencia de la capacidad del
Individuo de "observar" la acción de Pablito.

El ámbito de acción del Ser Conciente
expande infinitamente los escenarios a los que el Individuo puede
optar en ausencia del empleo del lenguaje para la
configuración de la Realidad del Individuo, por lo que no
ha de llamar la atención que el Individuo le asigne a la
entidad Pablito un rol fundamental, sin cuya participación
el Individuo es incapaz de acceder al empleo de la razón.
La capacidad de razonar es atribuida por el Individuo a la
acción de Pablito, de un Pablito que según se ha
visto emerge con posterioridad al nacimiento del ser humano,
fruto del aprendizaje del lenguaje durante los primeros
años de vida.

Ancestrales condicionantes de territorio, dominio,
estatus, etc., presentes de una u otra forma en todo tipo de
vida, en el particular caso del ser humano en forma alguna han
perdido su vigencia, y se manifiestan abiertamente o en forma
encubierta en toda acción que se lleva a cabo, acciones
que a su vez pretenden conjugar satisfactoriamente los
requerimientos que impone el severo condicionamiento afectivo que
caracteriza a los humanos.

La trilogía lenguaje, razón, conciencia,
como herramienta, resulta ser en extremo poderosa por permitir el
quiebre espacio/tiempo que ha mantenido atada a todas las
criaturas con vida al "aquí, ahora, este cuerpo", quiebre
que sólo se consigue con la participación de una
entidad capaz de desplazarse por lo inmaterial y
atemporal.

Como contrapartida, la razón resulta ser torpe
para traducir adecuadamente la Realidad del Individuo, o al menos
aquello que tras ella en apariencia hay, esto es, certeza de
realidad. (la que, al decir del discurso
humano, se traduce como la búsqueda de la Verdad, de lo
cierto). Para los seres vivos con cerebro la Realidad del
Individuo constituye la más certera traducción de la realidad a la que pueden
optar, y de ello da fe nada menos que el éxito
–o fracaso- de la supervivencia. Los incuestionablemente
extensos límites de
la razón para configurar escenarios inmateriales y
atemporales encuentran una infranqueable barrera al momento de
querer traducir a través de palabras el mundo interior con
que cada ser humano cuenta en cada momento de su
existencia.

Esta limitación se explica tanto por el sesgo que
provee la limitada capacidad de las palabras para conseguir por
su intermedio representar escenarios cuya amplitud potencial
resulta ser infinitamente superior al extracto implícito
que en definitiva tiene lugar con la palabra una vez que opera la
Coherencia Afectiva del Lenguaje, como por las limitaciones y
condicionamientos que impone la experiencia de vida –lo que
es desconocido en su real dimensión por la razón-
que induce a privilegiar la acción, y específicas
acciones, a partir de destacados pero restringidos segmentos de
la Realidad del Individuo. La razón, como herramienta,
juega a favor del Individuo, por lo que vastas zonas de la
Realidad del Individuo resultan ser inaccesibles para el Ser
Conciente, y por ende no llegan a generar experiencia de vida,
por constituir un peligro potencial el aventurar acciones de
lenguaje que pudieran conducir a dichas zonas.

En lo referente a que el Individuo acota
convenientemente el rango de acción del lenguaje, es
razonable asumir que así como ningún ser vivo se
expondría al peligro inminente que como tal es valorado
por su Realidad del Individuo (un ratón no camina hacia
las fauces del gato al que está mirando), la acción
del Ser Conciente emerge como resultado de una previa
valoración de lo que pudieran ser escenarios favorables y
peligrosos, por lo que no tiene sentido esperar que por medio de
la razón el ser humano consiga aventurarse a explorar
zonas que el Individuo valora como peligrosas de no mediar un
recompensa potencial que lo justifique.

Sobre la permanente búsqueda de la Verdad que
caracteriza al ser humano, tarea que el Individuo acomete por la
vía de la acción del Ser Conciente, resulta de
interés
observar que la Verdad en el ámbito de acción del
Ser Conciente adquiere especial connotación si es
reconocida como tal por otros seres humanos. Tal vez uno de los
mayores logros conseguido por la humanidad en este aspecto, en
términos de que apunta a una verdad compartida,
esté representado por el Método
Científico, por medio del cual se consigue asegurar,
bajo parámetros de validación racionales, que la
verdad que de él emana, es universal. En todo caso, el
restringido campo de aplicación del Método
Científico en relación al extenso universo de
realidad en el que habita el ser humano no constituye más
que un magro alimento para un ser que vive condicionado en grado
extremo por sus semejantes, y que no encuentra en el expresarse a
través de la razón un instrumento que consiga
conjugar adecuadamente su naturaleza gregaria
afectiva.

Según se observa, cada cual en lo suyo –si
cupiera hacer la distinción entre uno y otro- el Ser
Conciente con su capacidad para exceder las limitaciones
impuestas por el "aquí, ahora, este cuerpo" y el
Individuo, incapaz de acceder sin la figura de un Pablito a la
atemporalidad e inmaterialidad de las que provee el lenguaje, sin
ser precisamente complementarios, conforman una unidad
inédita en la historia de la
evolución.

Inseguridad bañada de torpeza o torpeza propia de
las limitaciones de un Individuo que no termina por interiorizar
como suya la obra que genera con la acción del lenguaje,
lo cierto es que sin llegar a ser súbdito el Individuo de
la Razón, le asigna a ésta un rol que aparentemente
excede su potencial, según se desprende al observar el
grado en el cual los humanos condicionan su existencia, en el
día a día, a compromisos generados a través
de la acción del lenguaje, que pueden literalmente "atar"
el futuro de una persona –estudio de una carrera
universitaria por ejemplo y su posterior ejercicio- cual si las
condicionantes que en su oportunidad condujeron a la
decisión de matricularse en dicha carrera fueran
inmutables en el tiempo.

En tal sentido los humanos resultan ser esclavos del
lenguaje, por los compromisos que por su intermedio genera, los
que por formar parte de la biografía del Ser Consciente
deben ser respetado para que Pablito pueda a su vez optar a ser
respetado y valorado en su extenso entorno afectivo. La
inconsecuencia entre el discurso de una persona y su
acción, es castigada por la comunidad humana
por la vía de desacreditar posteriores discursos de
quien es inconsecuente.

Según se ha visto, la Proyección a Futuro
que está presente en un momento específico en el
cerebro de un predador que persigue a una potencial presa en caso
alguno resulta ser una exacta réplica de lo que en
definitiva será la experiencia de vida con la que
contará el predador una vez que haya concluido
exitosamente la cacería.

Momento a momento durante la persecución se van
alterando las particulares condiciones del medio material en el
que tiene lugar el juego de la
supervivencia, y lo que fuera proyectado como una potencial
acción exitosa un segundo antes, no necesariamente
constituirá un segundo después la mejor alternativa
de acción. Se requiere de una continua readecuación
de la Proyección a Futuro, conforme a las particulares
condiciones que se estén dando en el presente que se vive.
En el empleo del lenguaje opera idéntico mecanismo; el
Individuo valora como acciones viables el empleo de particulares
palabras, emergiendo Proyecciones a Futuro que en caso alguno se
corresponden en su totalidad con la experiencia de vida que en
definitiva generará la acción del particular
lenguaje que se emplee. Instante a instante la Realidad del
Individuo se impone para dar como resultado la proyección
y ejecución de acciones. Esto es, al hablar, los humanos
no cuentan con un discurso pre establecido; instante a instante
la Realidad del Individuo readecua el programa de acción a
ejecutar, conforme a las expectativas que provea la
Proyección a Futuro, lo que por supuesto está
relacionado por las condiciones imperantes en el
medio.

Cabe observar que la dependencia afectiva del ser humano
ha llevado a que el ser humano le otorgue a la Realidad del
Individuo Conciente un carácter de representación de la
realidad que por cierto no tiene; el extenso escenario de la
Realidad del Individuo, el que abarca la Realidad del Individuo
Consciente, dispone de mucha más información que
este último, lo que en definitiva le otorga precariedad al
grado de certidumbre a través del cual transita la
existencia del Ser Conciente. La búsqueda de la "verdad"
ha sido y seguirá siendo en el ser humano el reflejo de la
diferencia entre el nivel de certidumbre al que opta la Realidad
del Individuo y la Realidad del Individuo Conciente.

Todo aquello en lo que se involucra el Ser Consciente
forma parte de la Realidad del Individuo, sin embargo el
Individuo no piensa por si solo, (el Individuo no es más
ni menos que el resultado, en tiempo real, de un complejo proceso
cerebral capaz de relacionar y procesar información
conforme a patrones pre establecidos, adquiridos tanto a
través la evolución como por intermedio de la
experiencia de vida) no razona, así como tampoco lo hace
un gato o un chimpancé.

 

Guillermo Brand Deisler

Ingeniero Civil Industrial, Pontificia Universidad
Católica de Chile

Partes: 1, 2, 3
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