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Nosotros: ética, política y cultura (página 2)



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Emmanuel Levinas (1974) plantea la responsabilidad para el OTRO como inherente al
YO:

"Necesidad de aquel que no tiene ya necesidades, se
reconoce la necesidad de otro que es otro, que no es mi enemigo
(como en Hobbes o en
Hegel), ni mi
"complemento",…El deseo de otro-la sociabilidad- nace en
un ser al que no le falta nada o, mas exactamente, nace mas
allá de todo lo que puede faltar o satisfacerle.
(p.55)

Ser Yo significa, por lo tanto, no poder
sustraerse a la responsabilidad, como si todo el edificio de la
creación reposara sobre mis espaldas…la Unicidad
del Yo es el hecho de que nadie puede responder en mi
lugar…" hemos llamado a la relación que une el Yo y
el Otro, idea de lo infinito. (p.62). Es a pesar mío que
el Otro me concierne. (p.110)

En su obra Ética e Infinito (1991) es aun
más profundo en los límites de
esta responsabilidad para el otro como condición ética de
lo humano: "En este libro hablo de
la responsabilidad como de la estructura
esencial, primera, fundamental de la subjetividad. Puesto que es
en términos éticos como describo la subjetividad.
(p.89)…yo soy responsable del otro sin esperar la
reciproca, aunque ello me cueste la vida." (p.92)

Igualmente, el "Nosotros" no podrá ser nunca la
pretensión populista o vanguardista de hablar en nombre de
los "Otros". Por los excluidos y la victimas solo pueden hablar
ellos mismos. Nadie sin ser excluidos o victimas puede hablar en
nombre de algo a lo que no pertenece, no conoce a profundidad y
por mas sensible que sea solo tiene referencias. La ética
del "Nosotros" en este caso es el reconocimiento a ese
OTRO.

Pero fundamentalmente contribuir en la posibilidad para
que ellos mismos se expresen y participen. Así lo plantean
Bárcena y Mélich(2003):

Hemos dicho antes que la victima no puede hablar, y
eso produce que otros tomen la palabra en su nombre, y que se la
apropien. Este aspecto resulta sumamente peligroso y es, a
nuestro juicio, lo que una educación desde la
mirada de la victima debería poder evitar. Quizás
pueda objetarse que esta posición resulta poética.(
p. 202) El momento justo es el instante en el que escuchamos el
silencio del otro cuya trágica mirada nos atraviesa. El
momento justo es el instante en el que captamos la suma
fragilidad de su grito , hurtado tantas veces y sin posibilidad
de poder denunciar el mundo, cuando le escuchamos tanto en lo que
dice como en lo que no puede decir , en lo que es imposible de
decir y, sin embargo, expresa muestra .(p.
203)

No se trata de vanguardias revolucionarias o de intelectuales
orgánicos o políticos populistas que hablan siempre
de un pueblo al cual no conocen, al que siempre subestiman porque
creen inferior y cuya reproducción de esta supuesta inferioridad
es muchas veces mantenida porque esto legitima la existencia de
estos quienes pretenden hablar en nombre de las victimas. La
condición de oprimido, explotados, excluidos, victimas,
reconocidas y a conciencia de
muchos intelectuales y políticos de la izquierda garantiza
su sostenibilidad. La desaparición de estas condiciones
les haría perder sentido. Por ello de lo que se trata no
es de representar sino de tener responsabilidad hacia los otros,
sin lo cual la existencia del yo no tendría sentido.
Existimos para los otros.

Tarea difícil establecer el deslinde en
qué momento estamos siendo sinceros al hablar de un
nosotros del que somos responsables por su propia
participación o el nosotros petulante que sustituye
y pretende representar a los otros bajo una condición
conciente o inconciente de la superioridad del yo. Bárcena
y Mélich(2003)se refieren a este OTRO excluido como LAS
VICTIMAS
:

Nuestras democracias no han incorporado
todavía , como una de las grandes lecciones que cabe
aprender , el inmenso valor y
significado que contiene la condición de la víctima
. Creemos que, simplemente, no es posible una educación
que no tenga, entre sus lecciones más importantes,
el aprendizaje
del dolor de las víctimas de la historia Pág. 203. La
víctima nunca se sitúa a "nuestro lado", sino que
siempre está "frente a "nosotros, retándonos con un
"cara a cara" ineludible. (…)La relación con la
víctima no puede pensarse desde la categoría de la
reciprocidad. No se acoge a la víctima esperando que
algún día nos devuelva lo dado. La relación
con la víctima es don, es una relación de
donación, como la que Jacques Derrida ha descrito en su
ensayo Dar
(el) tiempo.
(Pág. 207)

Para muchos esto podría representar el fin de las
representaciones, del discurso en
nombre de los otros, del poder en nombre de los otros,
representaría el fin de la política. Por el
contrario, para quien escribe, representaría el fin de la
forma tradicional de hacer política, entraríamos a
la democracia
directa, igualitaria, para mi, la verdadera democracia, donde no
solamente se garantiza el derecho a dialogar en forma
simétrica sino el derecho a la vida misma, al trabajo,
la familia,
la
educación, la cultura en una
sociedad no
competitiva sino solidaria. Es decir, para mí, esta
sociedad tiene nombre, es el socialismo.

Así como la categoría OPRIMIDO en
Latinoamérica nos lleva a Freire, el
termino VICTIMAS nos lleva a Dussel y a otros autores que
consideran mas precisa esta categoría para expresar el
drama de quienes no son solo explotados económicamente
sino expresión de todo tipo de violencia:
exclusión
social, educativa, cultural, jurídica y
política .Marginados de la vida digna, del propio derecho
a existir: perseguidos ,asesinados, prisioneros de un sistema social
cuya inclusión es su exclusión, viven para ser
excluidos, para ser victimas. Son lo que no deberían ser.
Por eso este concepto es
difícil descifrarlo solo desde la perspectiva
científica, no solo es plusvalía o
alineación, dominación, es todo eso y mas .El
abordaje objetivita de la ciencia le
roba el espesor humana, pasional con el que también debe
tratarse. Bárcena y Mélich(2003) hacen las
siguientes reflexiones al respecto:

Nuestro punto de partida consiste en afirmar que la
victima no es una" categoría" y que, por lo tanto,
el lenguaje
estrictamente objetivante y científico, tal y como ha sido
tradicionalmente entendido al modo idealista, es radicalmente
insuficiente para tratar el tema que nos ocupa. De la victima no
se puede hablar "conceptualmente" o "categóricamente":
Dicho a la Wittgenstein, sobre la víctima no puede decirse
nada, solamente puede mostrarse. (p. 198)

Podemos referirnos a un nosotros cultural: familia, tribu,
nación,
pero también a un nosotros político-social: pueblo,
organizaciones, sociedad civil,
estados nacionales, organismos internacionales. En este trabajo
deseamos referirnos a un "nosotros" como categoría
política que representa a los que históricamente
han sido excluidos o victimas del sistema social. Un NOSOTROS que
se reconoce así mismo en la opulencia, en la
tiranía, en el poder de Otros. Es un nosotros que integra
lo étnico cultural pero que supera este espacio, es un
nosotros comprometido, no contemplativo, no resignado.

Es un "nosotros" cuya primera tarea es la
concientización de su situación de victimas y
excluidos para poder transcurrir a niveles de organicidad que
desde el barrio, pasando por las ciudades, las naciones,
configuren un nosotros mundial. Pero no es un nosotros para
excluir al Otro opresor sino para destruir las bases de las
estructuras
que han hecho posible su existencia. Al final ese Otro
tendrá que ser parte de Nosotros. Así como la
reconstrucción del nuevo modelo
societal debe impedirse que el Nosotros se convierta o sustituya
a los antiguos Otros represores y excluyentes. Bárcena y
Mélich(2003):

En estos escenarios, los sujetos habitan espacios de
marginación que, sin embargo, quedan incluidos dentro del
sistema, con toda la legitimidad que el Estado
democrático otorga a "lo social", y a la vez constituyen
espacios- otros de exclusión donde el "cuidado del otro"
es, normalmente , un modo de gobernación del otro
según reglas que los mismos sujetos no dominan ni
controlan . Pág. 210

Se trata , por así decir, de una mirada
excéntrica que renunciando a la fortaleza de la identidad del
sujeto que mira ,acepta la fragilidad del otro, no para
debilitarlo más, sino para fragilizar el yo sin perder el
plano de la asimetría bajo la cual se define la
relación entre ambos (…)Necesita conferirles un
significado para que la vida humana resulte soportable , porque
en ausencia de todo sentido la vida deja de ser humana aunque sea
todavía "vivible." (P.211-212)

Estos autores se atreven hacer las siguientes
sugerencias en el tratamiento método-sensitivo de las
victimas:

Existe un número de categoría sensibles
que convendría recuperar para una formación de la
mirada particularmente atenta al aspecto humano del otro que
sufre. Las vamos a citar a continuación: en primer lugar,
una poética del silencio como forma de comunicación y la opción del
silencio , que no el mutismo , como resistencia
frente al abuso de poder y a la dominación . A
continuación, una imaginación narrativa como un
dispositivo esencial para captar las intenciones, los deseos y
las creencias de los otros .En tercer lugar , el tacto y la
capacidad de escuchar como apertura al mundo afectivo y
sentimental de los demás. En un cuarto apartado
situaríamos las descripciones y uso de términos
sensibles. Se trataría de formar hábitos mentales
que no acostumbren a pensar en términos de descripciones
sensibles, en vez de en términos de conexiones simplemente
lógicas , de modo que seamos capaces de captar las
expresiones de las cuestiones existencialmente relevantes para el
sujeto como parte de nuestras formas de relacionarnos con el
mundo. Y, finalmente, estar atentos al abuso de analogías
mentales en la representación del otro, es decir, intentar
abandonar las analogías mentales como forma de mantener la
extranjeridad del otro como algo natural en nuestra
relación asimétrica con el . No cabe duda de que
cada uno de estos aparatos necesitaría un desarrollo
pormenorizado. (Pág. 215)

El propósito de este trabajo es el rescate del
nosotros, del colectivo, del pueblo frente al individualismo
egoísta y frío que defiende el liberalismo y
su nueva versión neoliberalista. En el contexto de la
posmodernidad
supuestamente se ha pretendido rescatar el papel del sujeto como
individualidad frente a varios siglos- desde el pensamiento
judeo cristiano pasando por el socialismo–de Megarelatos
que pusieron al ser individual de un lado.

Con la caída del socialismo soviético
sufre una fuerte crisis este
discurso colectivo, de quienes se anarquizan, se esconden,
quienes tienen miedo de hablar de comunidad, de
revolución, mucho menos de socialismo. Hoy
esos colectivos no están claros, quizás no sean las
clases
sociales, tomara otros nombres, pero tampoco pueden ser
sustituido por esas categorías sin sentido como es esa
estratificación de carácter publicitaría que nos divide
en extractos a,b,c,d como si tratara de tallas de camisa. Ni es
el pueblo en el sentido geográfico, de todos los que
habitan una nación,
es un nosotros comprometido que produce en términos
económicos un valor agregado, que enriquece, que busca la
transformación de una mayoría empobrecida,
excluida, es un nosotros que no pretende convertirse en vanguardia, ni
en representación de nadie, sino que permite la
expresión del otro, que lo reconoce, que lo respecta, que
lo ama.

John Holloway en su obra Tomar el Mundo sin Cambiar el
Poder (2002) hace alusión a este asunto:

Por su puesto, este nosotros no es un sujeto puro y
trascendente: No somos el Hombre, ni
la Mujer, ni la
Clase Obrera,
al menos no por el momento. Estamos demasiado confundidos para
esto. Somos un nosotros antagónico que surge de una
sociedad antagónica. Lo que sentimos no es necesariamente
correcto pero es un punto de partida que debe ser respetado y
criticado, no despreciado a favor de la
objetividad."(P.18)

Para Dusse (2001) el nombre de las categorías
tampoco importa, porque compartiendo con Holloway considera que
las estructuras de poder y dominación no están solo
donde tradicionalmente se han ubicado: "Fue mostrar que la
categoría "clase" no agotaba ni el análisis ni el horizonte de la
opresión , ya que podía haber opresión en el
genero, en la
pedagogía, en la política ( y no
solo en la economía ), en las
estructuras del imaginario fetichizado ,en la cultura ,en la
ecología,
el racismo, etc. "
(P. 185)

Por ello en este trabajo trataremos de reflexionar sobre
categorías como cultura, identidad, democracia, derechos humanos,
ciudadanía que en principio parecen
legítimos revestidos de moral pero que
en realidad expresan un tipo de sociedad marcada por el
individualismo, una libertad a
despensa de los derechos del otro, una
igualdad solo
jurídica pero no de hecho, una ciudadanía que niega
al OTRO.

II-¿QUÉ
ES EL PUEBLO?

Seguro estoy, apreciado lector, que compartirá
conmigo la afirmación de que no existe un termino mas
citado como es el de PUEBLO .Este concepto usado por igual por
políticos de derecha e izquierda, por liberales,
comunistas, populistas, sociólogos, historiadores,
economistas de cualquier tendencia o corriente, sin embargo; su
"popularización" es de relativa poca data. Fueron los
franceses del siglo XVIII los que comenzaron a usarlo
diferenciándolo de la acepción estricta del
término: conglomerado de seres vivos (personas, animales o
plantas) que
habitan en un lugar determinado o pequeña ciudad con
características rurales.

La nueva acepción del término pueblo ha
sido usada para referirse a los excluidos, a esa "masa" de
pobladores que iban habitando las nuevas ciudades y que no
formaban parte de los sectores privilegiados, como lo era el
clero y los señores feudales, ni de la nueva clase social
dominante como seria la burguesía. Marx, en el
"Dieciocho Brumario" de Luís Bonaparte hace uso del
termino "Pueblo Llano" para intentar definir aún mas este
concepto.

El concepto de pueblo, así como los que se
derivan de él, como es el caso de "popular", son a veces
tan ambiguos y confusos como cuando hablamos de democracia,
nacionalismo,
los cuales muchas veces sirven para decir todo y otras muchas no
dicen absolutamente nada, desde su significado amplio aquel de
todos los habitantes de un sitio o todas las diversas versiones
que les han dado las corrientes políticas
modernas. Existe una visión de pueblo como sinónimo
de masa o colectivo "amoldable" a las direcciones de un líder o
caudillo, percepción
que coloca al pueblo como masa ignorante que como ovejas de un
rebaño deben seguir a quien supuestamente posee la verdad.
Existen también las otras visiones de corte
romántico que ven en el pueblo una especie de destino
manifiesto, que no se equivoca y con una clara vocación
revolucionaria.

En América
Latina, tanto en época colonial como en el siglo XIX,
las elites intelectuales y políticas se referían al
pueblo como las grandes mayorías ignorantes a las cuales
era necesario guiar, una especie de niño perenne, que
necesita la tutela de un
adulto, otros se trazaron la meta de formar
ciudadanos. Tanto liberales como marxistas chocaron en sus
visiones con respecto al pueblo, pero para ambos el pueblo
requería ser dirigido, ya sea por el "cesar
democrático" o la "vanguardia revolucionaria". Para el
marxista latinoamericano fue fundamental utilizar la
categoría pueblo.

En una región donde, a diferencia de Europa, no
existía un proletariado o una clase obrera claramente
constituida, la categoría pueblo fue usada para sumar al
campesino y al
nuevo habitante de las ciudades y diferenciarlo con respecto a la
clase terrateniente y a la incipiente burguesía. Pero
fueron fundamentalmente los populistas, a partir de la
década del 40 del siglo XX, los que llevaron al extremo la
utilización del término a través de la
categoría política policlasismo, para enfrentarla a
la concepción socialista del papel predominante de la
clase obrera. El policlasismo hizo posible el predominio
nuevamente del concepto de pueblo refiriéndose a todos los
que habitan en un país: "pueblo somos todos". De
esta manera, cuando hablan de pueblo se refieren por igual
al humilde campesino y al terrateniente, al obrero de la
fábrica y al empresario.
Mas adelante haremos mención a la ambigüedad de
conceptos como el de cultura popular , que originalmente estaba
referido a la cultura de los excluidos y a las diversas
identidades particulares, por lo tanto no puede ser masivo o
popular. Si bien hay elementos que los unen, no puede ser
exactamente igual la cultura de una etnia
fundamentalmente negra, aborigen, blanca, campesino, urbana,
entre otros. Muchas veces lo popular se convierte en una etiqueta
o peor aun en un proceso que
enmascara la imposición de una cultura sobre las otras,
para implantar un pensamiento único y
hegemónico.

Sin la menor duda, los cambios ocurridos en la
globalización y el debate
posmoderno exigen replantearse conceptos que fueron validos para
la modernidad,
categorías como clases sociales exigen ser revisados y
replanteados por los científicos sociales. Es
difícil decir hoy con precisión quiénes son
los miembros de la burguesía, dónde esta la clase
media o la clase obrera, ya todo no se resuelve con la
posesión de los medios de
producción o el nivel de ingresos; sin
embargo, esta realidad no nos puede llevar al extremo de ignorar
estas categorías. Hoy es común oír hablar de
estrato "A", "B", "C", o referirse a clase alta y baja como si se
tratara de las tallas de un pantalón: ¿Bajo con
respecto a que? ¿Alta a cuenta de qué?
Sociológicamente, estas no es una estratificación
valida y que nuevamente son conceptos que se prestan a la
manipulación para enmascarar realidades y tienden a
parecerse más a las viejas estratificaciones del periodos
colonial, cuando las diferenciaciones eran determinadas por el
color de la
piel o castas.
Así mismo, actualmente, algunos siguen manipulando con el
concepto de pueblo en la versión populista o la socialista
pero también por quienes al extremo parece que les asquea
hablar de pueblo y utilizan concepto como el de "Sociedad Civil",
ampliamente valido, pero que muchas veces se utiliza para
referirse solamente a las personas con instrucción
académica, sectores de la clase media y excluyen a las
grandes mayorías, a esos que tradicionalmente se les ha
llamado pueblo

III-LA SOCIEDAD CIVIL: CIUDADANÍA Y
DEMOCRACIA

El término ciudadano es quizás hoy uno de
los mas utilizados en el mundo y fundamentalmente se define en su
esencia político-jurídica en el reconocimiento de
los deberes y derechos individuales de los seres
humanos.

Desde la ciudadanía griega, pasando por la
ciudadanía de la
ilustración, de la revolución
francesa, la de los derechos humanos a mediados del siglo XX,
hasta llegar a las modernas sociedades
civiles de carácter nacional e internacionales, conlleva a
una concepción de carácter ético sobre lo
que en principio es difícil tener desacuerdos.

Sin embargo; cuando este mismo proceso histórico
de conformación de la ciudadanía es revisado desde
el punto de vista socio histórico y en relación a
las estructuras del poder, se abren espacios para las
incertidumbres o las contradicciones. Cuando desde los griegos se
habla de ciudadanos para diferenciarse de los pobres y los
esclavos que ningún derecho tenían y si muchas
obligaciones,
vemos en la categoría ciudadano el ideal representativo de
una elite. El ciudadano ha sido un concepto utilizado para
contraponerse al de pueblo, fundamentalmente al del "pueblo
llano" en el sentido marxista o el de los excluidos, oprimidos,
victimas, según Levinas, Dussel, Freire, entre
otros.

Normalmente se refiere la ciudadanía o el poder
ciudadano a la capacidad de intermediar y de ser representado en
las estructuras jurídicas. Estructuras que no son neutras,
que legitiman y legalizan el poder económico, social y
cultural de unos sobre otros, que han sustentado la violencia de
siglos de unos habitantes sobre otros, de unas naciones sobre
otras. . Al decir de Magendzo(2000): "Por lo que ha sido
común conceptualizar ciudadanía sobre todo en
términos de los derechos políticos, quedando al
margen los derechos económicos, sociales y los derechos
colectivos." (P. 14)

Tampoco podemos conformarnos con la definición
burda de que el ciudadano o sociedad civil es lo contrario a lo
militar o a lo religioso. A nuestro modo de ver esto no define
nada, ya que históricamente tanto militares como
religiosos han tenido vida activa e influencia en los espacios de
lo que llamamos civil. Nos contraponemos a una concepción
de lo ciudadano donde prive el aspecto individual ya que esta
percepción encierra una concepción vinculada al
liberalismo político y económico, desarrollada a
partir del siglo XVIII y que contribuye al modo de ser
capitalista: egoísta, competitivo, indiferente, en fin;
inhumano. Donde el ciudadano se confunde con quien tiene derecho
al voto, al que tiene capacidad de consumir
económicamente, al que paga impuesto, los que
no gobiernan, son gobernados.

Una ciudadanía apática, excluyente,
ególatra, que se cree poseedora de la verdad. Una
ciudadanía que pone barreras a la mayoría de la
población por tener medios
económicos y haber sido la elite que ha podido acceder a
las instituciones
educativas y culturales. Una ciudadanía, que a igual que
la antigua Grecia,
pretende mantener su estatus gracias a la existencia de otras
mayorías: VICTIMAS

Por esta razón partimos de la idea de que
ciudadanos y estos organizados en sociedad civil deben ser todos,
sin exclusión, pero esto no se resuelve en el tradicional
sistema republicano de la división de los poderes, de los
Estados laicos, del alejamiento de los militares a las
estructuras de poder, ni con el voto individual sino con la
transformación y destrucción de las actuales
estructuras de poder económicos, política y
culturales que imposibilitan la inclusión. De lo que se
trata es de defender la liberación y no las libertades
individuales o el liberalismo que la sustenta, que al final son
libertades de unos para someter a otros. La liberación
debe ser de todos y para todos sin exclusión.

Los especialistas en la materia
coinciden en señalar que la sociedad civil se refiere a
grupos de
personas que sin fines de lucro, sin depender del Estado, no
persiguiendo ocupar puestos gubernamentales, se organizan para
lograr fines determinados. De esta manera queda claramente
diferenciado el papel de la sociedad civil y de los partidos
políticos, ya que estos últimos tienen
claramente entre sus objetivos
ocupar cuotas de poder. . Muchas veces este concepto es utilizado
para enmascarar a organizaciones políticas gubernamentales
o de oposición que solo aspiran conservar o lograr el
control del
Estado. Tampoco la sociedad civil puede convertirse en la
plataforma de los tradicionales y nuevos sectores
económicos que han visto en este tipo de organización una forma más
fácil de acceder al poder político. Ni la sociedad
civil debe convertirse en grupos excluyentes que marginen a la
mayoría de la población, a esos que
tradicionalmente llamamos el pueblo.

Según el sociólogo venezolano Michel
Mújica no puede haber democracia en el capitalismo:

En efecto, en lo atinente a la política, la
noción de ciudadanía vinculada a la idea de
autonomía no es una condición universal de la
humanidad; resulta ser que su condición universal es fruto
o creación histórica y social de la modernidad
occidental y ha trascendido el ámbito estrecho del espacio
político.(P. 65)Del mismo modo, una política
subordinada a los requerimientos de una economía de
mercado no puede
ser calificada de democrática sino de liberal.
(P.66)

Natalio Kisnerman comparte este parecer al afirmar que
desde las estructuras de poder, la razón y el discurso
capitalista no se emanan ética ni justicia
social:

Las cosas no son, sin embargo, tan simple. La
libertad de pensamiento reducida a sí misma, la libertad
de pensamiento que no es más que libertad de pensamiento,
es por ello mismo una conciencia de tiranía. Al lado del
mandato razonable del jefe filósofo se manifiesta el
mandato del tirano al que la libertad de pensamiento, aun
sabiéndose violentada, resiste. En estas condiciones,
¿sería la tiranía la verdadera acción,
y el tirano, el único ser libre? Pág.
70

Levinas( 2002) en su obra Algunas reflexiones
sobre las Filosofías del Hitlerismo
señala
:"La ciencia,
la moral, la
estética, no son moral, ciencia ni
estética en sí, sino que traducen a cada momento la
posición fundamental de las civilizaciones burguesas y
proletarias." (P12).

Para el filósofo chileno Marturana:

"En el mundo presente, en el mundo occidental vivimos
el rechazo a las teorías
filosóficas en el campo sociopolítico con las que
se intentó establecer, desde una preocupación
ética, un modelo de convivencia humana fundada en el
respeto, que fue
negado de partida por las convicciones de control y poder de la
misma cultura patriarcal que le dio origen. Yo sostengo que la
fuente de este rechazo, sin embargo, no se encuentra
principalmente en la reflexión epistemológica o en
la evidencia de un quiebre ecológico que se avecina, o en
la conciencia de su fracaso desde un punto de vista
económico, o en la defensa de la justicia, sino en la
rebelión contra la justificación racional de la
negación del otro, en una ruptura de la red de conversaciones
patriarcales desde el operar de la biología del amor".
(p135)

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Pedro Rodríguez Rojas

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