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¿Debe ser aceptada o no la Eutanasia por el personal médico? Consideraciones éticas (página 2)



Partes: 1, 2, 3

3- Tipos de
Eutanasia.

Francisconi y Goldim (10) destacan que actualmente la
Eutanasia puede ser clasificada de varias formas, de acuerdo
con el criterio considerado.

Según el tipo de acción:
(intenciones).

  • Eutanasia activa o directa: el acto deliberado de
    provocar la muerte sin sufrimiento
    del paciente, por fines misericordiosos.
  • Eutanasia pasiva u indirecta: la muerte del paciente ocurre
    dentro de una situación de terminalidad, o porque no se
    inicia una acción médica o por la interrupción
    de una medida extraordinaria con el objetivo de aminorar el
    sufrimiento. Éste término ya está en desuso, ya
    que no se trata de una acción directa, y se conoce mas
    como suspensión de medidas de soporte vital, por lo tanto
    recordemos que no se habla de eutanasia, y es el principio que
    defienden desde los Cuidados Paliativos a pacientes en
    situación terminal comprobada.
  • Eutanasia de doble efecto se produce cuando la muerte
    es acelerada como una consecuencia indirecta de las acciones médicas, que
    son ejecutadas visando el alivio del sufrimiento de un paciente
    terminal.

Según el consentimiento del paciente:
(voluntariedad).

  • Eutanasia voluntaria: cuando la muerte es provocada
    atendiendo a una

voluntad del paciente.

  • Eutanasia involuntaria: cuando la muerte es provocada
    contra la voluntad del paciente.
  • Eutanasia no voluntaria: cuando la muerte es
    provocada sin que el paciente haya manifestado su posición
    con relación a ella.

Esta clasificación según el consentimiento
visa establecer la responsabilidad del agente,
en el caso del médico. Esta discusión fue propuesta
por Neukamp, en 1937.

Según sus medios:

  • Eutanasia positiva: es aquella en que el agente de
    manera directa y positiva actúa sobre la persona enferma
    provocándole la muerte.
  • Eutanasia negativa: el agente deja de hacer algo que
    permita proseguir con la vida del paciente.

Según su finalidad:

  • Eutanasia eugénica: por razones de "higiene racial", libera a la
    sociedad de los enfermos que
    son una carga.
  • Eutanasia piadosa: es la que se practica con el fin
    de aliviar los dolores y sufrimientos a un enfermo.

Estos autores (10) plantean además la
clasificación propuesta en España, por Ricardo
Royo-Villanova, en 1928:

  • Eutanasia súbita: muerte repentina.
  • Eutanasia natural: muerte natural o senil, resultante
    del proceso natural y progresivo
    del envejecimiento.
  • Eutanasia teológica: muerte en estado de
    gracia.
  • Eutanasia estoica: muerte obtenida con la
    exaltación de las virtudes del estoicismo.
  • Eutanasia terapéutica: facultad dada a los
    médicos para propiciar una muerte suave a los enfermos
    incurables y con dolor.
  • Eutanasia eugénica y económica:
    supresión de todos los seres degenerados o
    inútiles.
  • Eutanasia legal: aquellos procedimientos reglamentados o
    consentidos por la ley.

Añaden la realizada en Brasil, también en 1928,
por el Prof. Ruy Santos, en Bahía que propuso que la
Eutanasia fuese clasificada en tres tipos, de acuerdo con quien
ejecuta la acción: Eutanasia homicidio: cuando alguien
realiza un procedimiento para terminar con
la vida de un paciente.

  • Eutanasia- homicidio realizada por
    médico.
  • Eutanasia- homicidio realizada por
    familiar.
  • Eutanasia – suicidio: cuando el propio
    paciente es el ejecutante. Esta tal vez sea la idea precursora
    del Suicidio Asistido.

Finalmente, analizan estos autores(10) la
clasificación del Prof. Jiménez de Asúa en 1942,
que propuso que existe, en rigor, apenas tres tipos:

  • Eutanasia libertadora, que es aquella realizada por
    solicitud de un paciente portador de una enfermedad incurable,
    sometido a grande sufrimiento.
  • Eutanasia eliminadora, cuando realizada en personas
    que aún no estando en condiciones próximas a la
    muerte, es portadora de disturbios mentales. Justificada por la
    "carga pesada que son para sus familias y para la
    sociedad".
  • Eutanasia económica, seria a realizada en
    personas que por motivos de enfermedad, quedan inconscientes y
    que podrían, al recobrar los sentidos sufrir en función de su
    enfermedad.

Estas ideas demuestran la ínterligación que
había en esa época entre la Eutanasia y la Eugenia,
esto es en la utilización de aquel procedimiento para la
selección de individuos
aún aptos o capaces y la eliminación de los
deficientes y portadores de enfermedades incurables. (10,
11)

3.1- Conceptos relacionados. Autores
como Vega (6), Cabral (12), la Enciclopedia Microsoft (13) y Yepes (14)
plantean la relación que existe entre los distintos
conceptos:

EUTANASIA (o eutanasia
occisiva
): acción (eutanasia activa) u
omisión (eutanasia pasiva) encaminada a dar la
muerte de una manera indolora a los enfermos incurables con la
intención de poner fin a su sufrimiento.

DISTANASIA ("ensañamiento
terapéutico"
u "obstinación
terapéutica"
): adopción de medidas
desproporcionadas para mantener las funciones vitales de un
paciente moribundo, es decir, muerte dolorosa, con sufrimiento,
por lo tanto es aquí donde hablamos de encarnizamiento
terapéutico. Este término fue propuesto por Morache,
en 1904 en su libro "Naisance et mort",
publicado en París, por la editora Alcan.
ADISTANASIA: omisión o retirada de medios
extraordinarios o desproporcionados para prolongar
artificialmente la vida a un enfermo terminal. Consiste en
dejar morir en paz (y como consecuencia de su enfermedad) al
paciente que no tiene esperanzas de sobrevivir de un modo
natural. Se contrapone a la distanasia (es decir: es el no
tomar esas medidas desproporcionadas que alargan sin sentido la
vida del moribundo).
EUTANASIA LENITIVA: es la situación en
que la muerte del paciente sobreviene o se adelanta como
consecuencia de las medidas adoptadas para mitigar sus
sufrimientos y dolores.
ORTOTANASIA: es la muerte a su tiempo (sin acortar la vida
ni alargarla artificialmente mediante medios extraordinarios o
desproporcionados), es decir, la muerte natural (del griego
orthós: normal, y thanatos:
muerte).

3.2- Posiciones personales con relación a los
diversos conceptos.

La Eutanasia es inaceptable desde todos los puntos de
vista (ya que vulnera el imperativo universal de "no
matar"
) pero es especialmente perverso que se pretenda
encargar su práctica a los médicos, ya que el
principio fundamental de su código
deontológico es no dañar (y, por supuesto, no
matar) a los pacientes.

La distanasia, actitud terca y visceral
es rechazada por el sentido común y también por el
código deontológico médico: se considera una
mala praxis (ya que alarga la
agonía del paciente pero no permite ni salvarle la vida
ni mitigar su sufrimiento). La alternativa a la distanasia no
es la eutanasia sino, sencillamente, la no-adopción de
estas medidas extraordinarias y fútiles.

De estas cinco opciones, las dos primeras resultan
inaceptables. La actitud médica debe tender a la
ortotanasia y proporcionar en todo momento los cuidados
paliativos pertinentes (muy especialmente el tratamiento del
dolor) aunque éstos últimos puedan comprometer
razonablemente la vida y la conciencia del enfermo
terminal (eutanasia lenitiva).

Cualquier alternativa no es razonable Hoy por hoy, es
posible (y obligado) tratar el dolor y evitar el
ensañamiento terapéutico sin recurrir a la Eutanasia,
de modo que me atrevo a tildar de malintencionadamente
engañosos los argumentos que se utilizan para volver la
opinión pública favorable a la Eutanasia. La
alternativa a la distanasia es la adistanasia (pero NO la
eutanasia); y la alternativa a no tratar adecuadamente el
sufrimiento del enfermo terminal, son los cuidados paliativos
(pero NO la eutanasia).

La dignidad ontológica de
las personas humanas se desprende del mero hecho de ser lo que
somos: seres humanos; esta dignidad es la misma para todos, en
todos los momentos y circunstancias de nuestra vida, no podemos
ni perderla ni ganarla, incrementarla o disminuirla y por
supuesto, no está sujeta a las condiciones o la calidad de vida.

3.3- Concepto de dignidad
humana.

Los autores (14, 15) plantean que la preocupación
por la dignidad de la persona humana es hoy universal: las
declaraciones de los Derechos Humanos la reconocen y
tratan de protegerla e implantar el respeto que merece a lo
largo y ancho del mundo. Los errores que pueda haber en la
formulación de esos derechos no invalidan la aspiración
fundamental que contienen: el reconocimiento de una verdad
palmaria, la de que todo ser humano es digno por sí mismo,
y debe ser reconocido como tal. El ordenamiento jurídico y
la organización
económica, política y social deben garantizar
ese reconocimiento.

Cuanto más fijamos la mirada en la singular
dignidad de la persona, más descubrimos el carácter irrepetible,
incomunicable y subsistente de ese ser personal, un ser con nombre
propio, dueño de una intimidad que sólo él
conoce, capaz de crear, soñar y vivir una vida propia, un
ser dotado del bien precioso de la libertad, de inteligencia, de capacidad
de amar, de reír, de perdonar, de soñar y de crear
una infinidad sorprendente de ciencias, artes, técnicas, símbolos y
narraciones.

Por eso, dignidad, en general y en el caso del
hombre, es una palabra que
significa valor intrínseco, no
dependiente de factores externos. Algo es digno cuando es
valioso de por sí, y no sólo ni principalmente por su
utilidad para esto o para lo
otro. Esa utilidad es algo que se le añade a lo que ya es.
Lo digno porque tiene valor, debe ser siempre respetado y bien
tratado.

En el caso del hombre su dignidad reside en el hecho
de que es, no un qué, sino un quién, un ser
único, insustituible, dotado de intimidad, de
inteligencia, voluntad, libertad, capacidad de amar y de
abrirse a los demás.

Todos los seres humanos son personas por el mero hecho
de ser seres humanos, puesto que estos últimos son siempre
personas. La distinción entre ser humano y persona es
falaz y resbaladiza hacia justificaciones que atentan contra la
dignidad de toda persona humana. Pretender que hay un momento
en el cual el embrión "se convierte" en persona es
mantener una distinción sumamente arbitraria y que no
tiene una justificación verdadera. El embrión es un
ser humano en potencia y una persona "que
está en camino", y ambas cosas vienen a ser lo
mismos.

Desde aquí se pueden entender los reparos morales
a la manipulación genética, a la
eutanasia y al aborto. La base de esos reparos
es la dignidad humana.

4- Aspectos
jurídicos.

La Eutanasia está planteando un debate social que más
allá de su dimensión sanitaria suscita interrogantes
éticos, jurídicos y políticos.

Yepes(14) expresa que desde un punto de vista
jurídico la Eutanasia es la muerte provocada por propia
voluntad y sin sufrimiento físico, en un enfermo
incurable, a fin de evitarle una muerte dolorosa, y la
práctica consiste en administrar las drogas, fármacos u
otras sustancias que alivien el dolor, aunque con ello se
abrevie su vida. Caen fuera de este concepto las muertes
causadas a enfermos ancianos, enfermos mentales y otros, que se
estimará simples HOMICIDIOS e incluso
asesinatos. Tampoco se considera Eutanasia el no aplicar al
enfermo incurable un medio extraordinario de coste muy elevado
o de sofisticada tecnología que puede
procurar el alargamiento de la vida del paciente, pero no su
curación.

Varios autores (4,8,10,12,14) plantean que como no
suelen existir previsiones específicas en los códigos
penales, por lo general si la Eutanasia se practica sin el
consentimiento de la persona, la mayoría de los
ordenamientos la consideran delito de homicidio y si se
lleva a cabo con consentimiento, delito de auxilio al suicidio.
Con todo, un médico puede, sin embargo, decidir la
no-prolongación de la vida de un paciente desahuciado, o
la administración de
una droga que le aliviará
el sufrimiento, aunque le acorte la vida. El problema se suele
plantear cuando la víctima se encuentra imposibilitada
para prestar el consentimiento y no había manifestado nada
al respecto con anterioridad.

Yepes(14) plantea que el debate sobre la licitud
moral de la Eutanasia ha
llegado a exacerbarse tanto en el siglo XX y XXI que se han
creado no pocas asociaciones que claman por el reconocimiento
de un legítimo derecho a morir con dignidad. El movimiento para la
legalización de estas prácticas comenzó en
Inglaterra en 1935, con la
creación de la Asociación por la Legislación de
la Eutanasia Voluntaria, que después se denominaría
Asociación para la Eutanasia. Años después se
fundó otra asociación con el mismo objeto en
E.U.

4.1- Aspectos éticos.

Varios autores (16-21) plantean que son importantes en
el análisis de la ética médica el
Juramento de Fidelidad Profesional adoptado por la Asamblea
General de la Asociación Médica Mundial establecido
en Ginebra (1948) y enmendado por la XXII Asamblea Médica
Mundial en Sydney (1968), así como el Código de
Ética Médica adoptado por la III Asamblea General de
la Asociación Médica Mundial en Londres (1949) y
enmendado por la XXII Asamblea Médica Mundial de Sydney
(1968) y la XXXV Asamblea Médica Mundial de Venecia
(1983). En todos estos documentos se expresan los
deberes de consagración médica, las
características que deben primar en el ejercicio de la
profesión, así como las conductas censurables por ser
antiéticas.

Añaden estos autores que los derechos del
paciente quedan bien establecidos en la Declaración de
Lisboa adoptada por la XXXIV Asamblea Médica Mundial
celebrada en Portugal (1981) y que por conceder la máxima
importancia al análisis de aspectos bioéticos se
realizó la 93 Conferencia Interparlamentaria
de Madrid (1995), donde se
adoptó la bioética como un reto
internacional para proteger los derechos humanos.

Expresan ellos los planteamientos que la
Asociación Médica Mundial (AMM) en su 46 Asamblea
General celebrada en Estocolmo (1994) aprobó los cuales
fueron; mantener las más altas normas de ética médica
planteadas en sus declaraciones y la exhortación a los
médicos a reafirmar sus actividades profesionales
respetando escrupulosamente los principios enunciados. Todo lo
antes expuesto evidencia la importancia concedida a la
ética-bioética en la medicina por sus
profesionales.

Uno de los objetivos de la Ética
es que busca justificación para las reglas propuestas por
la Moral y por el Derecho,
argumentan que la Ética es diferente a ambos, pues no
establece reglas y que es la reflexión sobre la
acción humana lo que la caracteriza.

Goldim (17) expresa que la ética debe fundamentar
el derecho, pero se trata de dos conceptos diferentes que
aunque tengan mucho en común no se identifican. La
ética se interroga sobre el juicio moral de una
determinada conducta, mientras que las
leyes se ocupan de garantizar
el respeto de los derechos de los componentes de la sociedad en
un clima de convivencia
pacífica y de justicia. Desde el punto de
vista ético respondemos ante nuestra conciencia y desde el
punto de vista legal ante la autoridad competente,
teniendo el Estado la posibilidad de
intervenir según establezca la ley. Pero esta capacidad de
intervención no actúa directamente a partir de un
juicio moral, sino a partir de una valoración
política. Dicho en otras palabras, lo que puede ser
aceptado o rechazado desde la ética, no tiene porqué
ser regulado, de manera automática, sin evaluar
previamente y con seriedad las consecuencias sociales de dicha
ley. Puede haber personas que acepten éticamente la
Eutanasia en determinadas circunstancias extremas y estén
a la vez en contra de su legalización por razones de
carácter prudencial, en atención al previsible
balance de consecuencias por considerar.

Herranz Gonzalo (22) plantea que la Eutanasia
constituye un desafío desde el punto de vista ético y
también desde lo legal ya que algunos enfermos
desahuciados piden que los dejen morir con dignidad para que se
acaben sus sufrimientos. Ahí se presenta todo un dilema
para los médicos y familiares, quienes deben adoptar una
decisión final.

Este autor hace un análisis sobre dignidad,
plantea que se debe reconocer algo al ser humano, el derecho a
que se le reconozca la posibilidad de disponer de su propia
vida en situaciones especiales simplemente por la dignidad que
éste puede tener, es respetar la humanidad del otro (su
humanidad), es el respeto de la libertad y de la vida propia y
esto nos ayuda a definir lo que es una vida digna, se puede
argumentar desde este punto de vista, de la dignidad humana, la
exigencia de instaurar la Eutanasia (bajo ciertas condiciones)
como una lucha por el reconocimiento del derecho a la muerte
digna, entendiendo por muerte indigna aquella que prolonga
inmisericordemente la vida por medios artificiales, en la que
la vida se escapa lentamente y se da un apego puramente al
cuerpo físico.

Mirando al paciente cerca de la muerte se puede ver la
dignidad del mismo desde ciertos puntos de vista:

1. El derecho a morir es más una exigencia
ética que un derecho en toda la extensión de la
palabra, y no se refiere al morir en sí, sino a la forma y
razones de y para morir.

2. Los derechos del paciente son reconocidos por la
ley y se pueden tomar como criterio moral de la ética del
morir. Y el contenido que tiene esta resolución supone una
serie de exigencias que han de ser realizadas por parte de la
sociedad: atención al moribundo para aliviar el dolor y
prolongarle la vida; estar verídicamente informado sobre
su enfermedad; conocer y recibir explicaciones sobre costos de su tratamiento;
derecho a que su voluntad personal sea respetada, todo a
través de un comité de Ética
Hospitalaria.

El morir dignamente sería entonces el morir libre
de dolor, con los analgésicos y tranquilizantes necesarios
para el desasosiego y con el suministro de medicamentos que se
requieran contra las incomodidades que se puedan presentar
siendo respetado y tratado como ser humano, es que se respete
la dignidad del moribundo. Existen procesos de fallecimiento en
que las medidas de encarnización médica entran en
conflicto con la dignidad de
la persona, no se debe entonces, anteponer el tratamiento
médico a la dignidad de la persona, por lo cual estas
medidas ya no conservan un ser humano, sino lo que hemos
llamado mejor: una piltrafa humana. Lo que debe preservar el
médico es al ser humano integral y no solamente una mera
existencia vegetativa (4, 14, 22, 23).

Existen además otra serie de cuestiones
éticas sobre la Eutanasia, como son:

* ¿ Cuándo se retiran las medidas de soporte
vital?

* Problemas éticos de los
Cuidados Paliativos donde a veces puede quedar amparado el
término de suicidio asistido (aunque los profesionales que
trabajan en este campo cuentan con recursos para hacer frente a
este tipo de situaciones).

* Distinción entre el homicidio (hemos visto que
sería el caso de la eutanasia activa involuntaria) y el
"dejar morir" (o retirada de medidas de soporte
vital).

* El derecho a morir con dignidad, evitando el
encarnizamiento terapéutico (a veces incluso demandado por
los familiares de los enfermos o por los profesionales que los
atienden).

* Tomar en cuenta el proceso de lo que se llama el
consentimiento informado, que no es más que tener en
cuenta la opinión del paciente con todas las dificultades
que esto conlleva.

* Responsabilidad y obligación del equipo de
profesionales que atienden a estos enfermos. Sería
interesante conocer hasta qué punto el paciente cuenta con
apoyo de su equipo, hasta qué punto el profesional ha
trabajado una relación de confianza, donde haya espacio
para la comunicación con el
paciente y donde exista una posibilidad para el alivio de
aquellos síntomas que puedan desesperarlo hasta el punto
de solicitar que acaben con su vida.

Herranz (24) plantea que el debate moral y
jurídico sobre la Eutanasia dista de estar cerrado en la
civilización occidental. El suicidio asistido, o el
asesinato consentido, de una pareja británica en una
clínica Suiza lo reaviva de nuevo. Esta disparidad
legislativa promueve un siniestro turismo de la muerte que, a la vez,
constituye un lucrativo negocio funeral para algunas

clínicas que no dudan en curar las enfermedades
mediante el drástico expediente de la muerte consentida de
los pacientes.

4.2 – La unanimidad deontológica del respeto a
la vida terminal.

Expresa Herranz (24) que de acuerdo con la
deontología profesional del médico, la Eutanasia y la
ayuda médica al suicidio son incompatible con la
ética médica, y añade que esto es el parecer
universal consolidado por la Asociación Médica
Mundial en sus Declaraciones de Madrid (1988) y Marbella
(1992).
En artículos y programas hablados se emplean
con frecuencia las expresiones "ayuda a morir" o "muerte
digna". Tales expresiones son confusas pues aunque tienen una
apariencia aceptable, esconden frecuentemente actitudes contrarias a la
Ética Médica.

La asistencia médica al moribundo es uno de los
más importantes y nobles deberes profesionales del
médico, mientras que la Eutanasia es la destrucción
deliberada de una vida humana y aunque se realizara a
petición de la víctima o por motivos de piedad en el
que la ejecuta, no deja de ser un crimen que repugna
profundamente a la vocación médica sincera.
Explica que a tenor de lo que se establece en los
artículos 116 y 117 del Código de Deontología
Médica Española, el médico está obligado a
desempeñar su genuina función de ayudar y atender al
morir de sus pacientes por medio de un tratamiento competente
del dolor y de la angustia. Ha de empeñarse en procurar el
mayor bienestar material; ha de favorecer según las
circunstancias, la asistencia espiritual y el consuelo humano
al moribundo; prestará también su apoyo a los
allegados de éste.

El médico también dignifica la muerte y la
ayuda cuando se abstiene de tratamientos dolorosos e
injustificados y cuando los suspende porque ya no son
útiles.

Pero el médico traicionaría su vocación
de sanador y de protector de la vida humana si acabara con un
enfermo o colaborara a su suicidio voluntario. Nunca puede el
médico provocar deliberadamente la muerte: la Medicina no
está para eso. Aunque alguna Ley lo permitiera, jamás
el médico podrá usar el poder y lar prerrogativas
que la sociedad le ha concedido para ejecutar una pena capital ordenada por un
tribunal de justicia, o para suprimir la vida de un enfermo,
aunque se lo solicitase él, o su familia, o un comité de
cuidados hospitalarios.
Un médico es culpable de una grave infracción
deontológica si se niega a prestar a un moribundo una
asistencia médica competente y, sobre todo, si se arroga
el poder desorbitado de destruir voluntariamente una vida
humana. (21-24)

4.3- Rechazo médico:

Herranz Gonzalo (24) en el 2002 revisó lo
expresado sobre los cuatro grandes problemas de la ética
del fin de la vida (Eutanasia, ayuda médica al suicidio,
encarnizamiento terapéutico y atención paliativa) los
Códigos de Ética y Deontología médica de 39
países (22 de Europa y 17 de América) en más de
un centenar de ediciones diferentes.

Los resultados encontrados fueron que: 3 no tratan de
la materia; 10 aluden
marginalmente a ella; 11 la tratan de modo explícito, pero
no se definen sobre los cuatro aspectos específicos
analizados y 15 ofrecen de ellos una exposición
detallada.

Dentro de los debates éticos en la profesión
médica como ya hemos expresado la eutanasia goza de una
singular actualidad. Después de años, una gran
literatura médica ha sido
publicada a favor y en contra. La discusión gira alrededor
de la tensión entre los imperativos éticos para
aliviar el sufrimiento, particularmente en pacientes terminales
quienes toman una decisión consciente de finalizar sus
vidas, y la proscripción contra la participación del
médico y otros profesionales de la salud en el control de una
vida.

Herranz Gonzalo (24) encontró además que
aunque los Códigos son muy variados en contenido y estilo,
no se detecta ninguna fisura en la común tradición de
rechazo de la Eutanasia y de la ayuda médica al
suicidio.

Es también general la condena de la
obstinación terapéutica, lo mismo que el mandato
positivo de aliviar el sufrimiento y de aplicar los remedios
paliativos.

Expresa este autor en su análisis que aunque no
sea por imperativos morales que no están de moda, los médicos
consideran intangible la vida humana. Esta rara unanimidad en
el tiempo y en el espacio sobre la intangibilidad de la vida
humana que se acaba tiene que hacernos pensar.

Por muy diferentes caminos (por argumentos
utilitaristas, por vocación sanadora, por imperativo
moral, por adhesión a las tradiciones) se llega en las
diferentes áreas culturales a la misma y firme
prohibición de la Eutanasia. El respeto a la vida terminal
pertenece al mínimo ético que define el núcleo
de la profesión médica: es una afirmación basada
en pruebas. (22-24).

4.4 – Intentos de fundamentar la legitimidad
de la Eutanasia.

El supuesto derecho a una "vida digna" y los intentos
de garantizarla, han llevado a que se defiende la Eutanasia
como sinónimo de "muerte digna" y se plantea
ésta última como un derecho que el Estado debe
garantizar.

A consideración de las autoras y de otros
autores (4,16,22,25)
este supuesto "derecho a una
muerte digna"
arranca del también "supuesto"
derecho a una vida digna. Y decimos "supuestos
derechos"
de un modo insistente porque no es riguroso
afirmar que la vida, la vida digna, la salud o la muerte digna
sean derechos. Cuando hablamos del "derecho a la vida"
en realidad deberíamos decir "derecho a que nadie
atente contra nuestra vida o nos la arrebate"
. En el caso
del "derecho a una vida digna" deberíamos hablar
del "derecho a que nadie atente contra nuestra integridad
física, psicológica y
moral o nos someta a unas condiciones de vida indignas"
;
en el caso del derecho a una "muerte digna"
deberíamos hablar más bien del derecho a ser
atendidos y cuidados como personas humanas en el momento de la
última agonía.

Calificar la Eutanasia llamándola activa o
pasiva, directa o indirecta, voluntaria o involuntaria, o
suicidio asistido sólo logra confundir.

La gran contribución de Hipócrates que
pasó a la era Cristiana y guió la profesión del
médico durante los siguientes dos milenios, fue la de
separar la función de curar y la de matar del médico.
A partir de entonces, el médico solo curaría. Con
el aborto y el
apresuramiento para legalizar la Eutanasia, los médicos,
trágicamente, han vuelto a asumir esa doble
función.

Los partidarios de la Eutanasia no dudan en acusar a
los médicos de no permitir al paciente morir en
paz.

Los pacientes terminales, acaban muriendo. Aunque los
partidarios de la Eutanasia hablan constantemente sobre esos
casos, no son su verdadero objetivo. Son más bien aquellos
que se piensa que deben morir, pero que no mueren… los
biológicamente tenaces. Por lo general, tales personas no
sufren dolor y sus vidas no dependen de aparatos
terapéuticos, pero son, según el juicio de muchos,
una carga para la sociedad. Se trata de las personas con
derrames cerebrales, esclerosis múltiple, enfermedad de
Lou Gehrig, daños cerebrales, tetraplejía, etc. (4,
25-28)

Escohotado(25), Veloso(27), Galan(28) plantean que hay
personas que a favor de la Eutanasia enfatizan continuamente el
dolor constante, imposible de aliviar, insoportable,
agonizante… Salvo raras excepciones, el dolor físico
se puede controlar. Es infantil querer vivir una vida libre de
dolor, ansiedad, limitaciones. "El reclamo de que el dolor
físico agudo es una razón válida para matar a un
paciente no tiene fundamento".

El segundo tipo de dolor que constituye la razón
principal por la cual hay algunas personas que pueden llegar a
sentir deseos de ser eliminadas, es el dolor emocional, la
desesperación, la pérdida de la esperanza, la falta
de amor, la angustia, la
soledad, la pérdida de la dignidad, cansarse de la vida y
no querer depender de otros.

Estos autores argumentan que el simplismo con que
suele plantearse a la opinión pública un
tema tan complejo, lleva a dudar del valor real de las
abundantes encuestas a favor de la
Eutanasia que esgrimen sus partidarios, y cuyo objetivo es
crear la falsa imagen de una "amplia demanda social". Como la
terminología empleada es muy confusa, incluso para los
entendidos, hay fundadas sospechas de que el encuestado
contesta muchas preguntas tal como el encuestador
pretendía. Nos preguntamos si no estaremos ante una
campaña de marketing tendiente a crear
una opinión pública favorable, técnica que en
países, llámense desarrollados, ha sido muy útil
en las campañas pro-aborto.

Montero(29), al igual que como explica el Informe sobre Eutanasia de
Noviembre del 2000(30) los requisitos que exigen sus defensores
para su justificación son: el consentimiento del paciente,
la incurabilidad del enfermo, el diagnóstico médico
favorable, el dolor insufrible y el móvil
compasivo(suprimir ese dolor).

Los argumentos esgrimidos para su legalización
son:

1) La razón de la libertad o autonomía: cada
persona tendría derecho a controlar su cuerpo y su vida
incluso su muerte.

2) Se estima que la vida del paciente puede carecer de
valor según criterios objetivos: dolores insoportables,
estado terminal, como irreversible, senilidad avanzada,
situación de grave postración física o
psíquica. Aquí la elección del paciente puede
ser una confirmación del juicio objetivo, pero en el caso
de que no expresara su parecer el médico o los familiares
pueden interpretar en vez del paciente su supuesto deseo de no
permanecer vivo en tales condiciones.

Por tanto, lo que justifica aquí el homicidio por
piedad no es la voluntad autónoma del paciente, sino, el
presunto amor compasivo del médico.

Estas actitudes corresponden a dos visiones de la
ética médica muy difundidas actualmente: la escuela de la compasión
y la escuela de la autonomía. A pesar de sus diferencias,
ambas coinciden en negar que la Medicina sea
intrínsecamente una profesión moral con principios
que puedan poner límites a lo que los
médicos o enfermos consideran subjetivamente más
conveniente. (4, 26-31).

La consecuencias de la legitimación de la
eutanasia puede ser una pendiente resbaladiza según
Altisent, et al (19) donde existan situaciones que no se hayan
analizado de forma ni ética ni adecuada, y el enfermo no
cuente con juicio claro para elegir.

Según Vázquez (4) y Montero (29) la
legalización de la eutanasia no es una cuestión de
ética personal sino que depende sin duda de la ética
socio-política. Es por tanto perfectamente concebible su
prohibición –sin contradecir el pluralismo
característico de las democracias modernas– con el fin de
proteger los intereses públicos superiores, y
concretamente para:

1° proteger todos los enfermos de la sociedad:
Existe el peligro de que el paciente, lejos de sentirse
plenamente libre y autónomo en sus decisiones, se incline
más a ceder ante la presión ejercida por su
entorno. ¿No existe el riesgo de que se sienta
culpable por la carga que supone para los demás, por
gravar económicamente a la sociedad… porque se obstina
en vivir y se niega a hacer valer su derecho a la Eutanasia?
¿Este derecho no será percibido, en muchos casos,
como un (cruel) deber? Puesto que además, el paciente no
podrá contar ya con el amparo de la ley para
protegerse?

2° proteger la integridad moral de la
profesión médica: la legalización de la
Eutanasia corre el riesgo de volverse también contra los
médicos al inducir, en aquellos que la practican, una
costumbre y una trivialización. Amenaza con acabar con la
relación de confianza y el diálogo existentes
entre médico y paciente.

3° proteger las personas vulnerables a los
abusos, negligencias, errores y evitar la derivación hacia
formas de Eutanasia no solicitadas:
por encima de todo esto y teniendo en cuenta el papel
simbólico de la ley, es evidente que todo el mundo
está afectado por el levantamiento de una prohibición
tan importante que conlleva un debilitamiento general del
respeto a la vida. El reconocimiento legal –o bajo cualquier
otra forma– de la Eutanasia pondría en entredicho el
valor de algunas vidas en la conciencia colectiva.

4.5 – Eutanasia: ¿Existe un derecho a
morir?

Vale preguntarse: ¿La sociedad ha cambiado tanto
como para perder esa actitud de respeto ante la vida y la
muerte? , ¿cuál será el nuevo código de
ética por el que jurarán nuestros graduados? ;
¿por qué se exalta la dignidad humana y en los hechos
se le denigra? ; ¿es éticamente neutra la
profesión médica?

Según Herranz(22) en la primera escuela la
Medicina es moralmente neutral y sólo se usa bien cuando
se adapta a los deseos del paciente. Según la segunda
escuela lo que hace éticamente buenas las acciones del
médico no es la voluntad del paciente, sino, el motivo
filantrópico y compasivo del doctor, no en cuanto
profesional sino en cuanto ser humano.

Una muerte digna encuentra respuesta no en la
legalización de la Eutanasia, sino, en el desarrollo y difusión
de cuidados paliativos, tratando de eliminar el sufrimiento y
no al ser humano que sufre, compartiendo sus temores e
incertidumbres, en la actitud solidaria de sus familias hasta
sus últimos momentos.

Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser
humano inocente, sea feto o embrión,
niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante.
Nadie, además, puede pedir ese gesto homicida para sí
mismo o para otros confiados a su responsabilidad, ni puede
consentirlo explícitamente o implícitamente. Ninguna
autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se
trata de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un
crimen contra la vida.

Por eso, tomando la argumentación de que el
derecho a la vida lo es en tanto en cuanto se trata de una vida
digna de hombre, podemos afirmar que el derecho a morir existe
pero no como derecho a morir de cualquier modo, sino como
derecho a morir con dignidad. Es el propio derecho a la vida el
que asume con la vida limitada como es la muerte que la
extingue. El derecho a una vida digna lo es por ello, a una
muerte digna, es decir, a un término natural y no
artificial de la vida humana. El ejercicio de un supuesto
derecho a matarse y la concesión de este derecho a otro
para que me mate no parece que sea un modo digno de morir.
Entre el derecho a morir con dignidad y el derecho a morir
matándose hay sin duda una enorme y radical diferencia. La
autonomía de la persona no es razón suficiente para
desproteger las vidas vulnerables mediante la
despenalización de la cooperación al suicidio
asistido. (29, 31).

4.6 – La Eutanasia y la Ley.

Según autores como Gómez, Ruiz, Ogallar,
Rico (32) cada día surgen más voces que están
pidiendo una legalización de la Eutanasia. Hasta ahora se
ha conseguido en algunos países algo que éticamente
es aceptable. Se ha reconocido el derecho del enfermo a
rechazar tratamientos extraordinarios y poder morir en paz y
con dignidad.

Evidentemente, para varias de las asociaciones
favorables a la Eutanasia, se trata de un primer paso hacia una
situación en la que también se admita la Eutanasia
positiva con aquellos pacientes que solicitan que se ponga fin
a su vida.

Estos autores plantean que existe una serie de
objeciones muy importantes en contra de la legalización de
la Eutanasia las cuales se dividen en tres apartados: Desde el
punto de vista de los médicos, del enfermo y de la
sociedad:

a) Por parte del médico: Es muy importante
el grave deterioro que puede seguirse en la imagen social del
médico como consecuencia de la admisión de la
Eutanasia que lógicamente sería realizada por medios
"médicos". La vocación del médico se ha
entendido siempre como un servicio a favor de la vida;
si se admitiese legalmente la Eutanasia se convertiría, en
determinados casos, en un "agente de muerte". ¿Cómo
sería la relación médico-enfermo si éste es
consciente que está tratando con una persona que puede
poner fin a la vida de los pacientes?

b) Por parte del enfermo: Ante una
petición de eutanasia siempre habrá que preguntarse
si el paciente recibe la atención que debería
prestársele. Se ha llegado a afirmar que la "Eutanasia es
una práctica pasada de moda" dadas las posibilidades de
aliviar los sufrimientos de los enfermos mediante una administración racional
de los analgésicos de que se dispone hoy. Una
hipotética legalización de la Eutanasia solicitada
por el enfermo, puede actuar en forma de coacción moral
sobre él mismo. Éste podría verse forzado a
pedir una eutanasia que no desea interiormente, pero que se
resigna a solicitar ante las dificultades que su enfermedad
ocasiona entre las personas que le rodean. En una
situación en que la "salida" de la eutanasia es posible,
resulta fácil que el enfermo se sienta coaccionado para
pedir que se ponga fin a su vida, aunque no sea ésta su
auténtica voluntad.

c) Por parte de la sociedad. En primer lugar no
se ve fácil una ley que regule la Eutanasia y que evite
los abusos que pudieran seguirse de ello. Hay que reconocer que
no es sencillo una hipotética legalización de la
Eutanasia que tenga en cuenta esta complejidad de matices y que
evite los abusos que se pueden seguir.

Los que defienden la legalización de la Eutanasia
afirman que se refieren únicamente a aquellos casos en que
el propio enfermo pide insistente y conscientemente que se
ponga fin a su vida y a sus sufrimientos. Sin embargo, creemos
que no se puede infravalorar el peligro de pasar de una muerte
a petición a una sin petición; de la Eutanasia
aplicada a personas que lo solicitan a la impuesta a enfermos
inconscientes.

Subrayemos además que los mayores esfuerzos para
exigir la legalización de la Eutanasia se hacen en
países técnicamente desarrollados, donde se asiste
aun importante y creciente envejecimiento de la población: donde los
ancianos no encuentran su puesto en la sociedad y se da, para
muchos de ellos, una muerte social que precede a su muerte
física. El riesgo de una Eutanasia aplicada coactivamente
a las personas ancianas puede ser una consecuencia importante
de una legalización de esa práctica. (4,
31-33)

4.6.1 – Algunos aspectos a tener en cuenta
para su posible aprobación.

Si se aprobara la Eutanasia por parte de un Estado, se
deberían tener en cuenta aspectos como los
siguientes:

  1. De este tipo de documentos existen muy variadas
    versiones y fundaciones en muchos países que asesoran a
    cualquier persona sobre este aspecto, de acuerdo con las
    leyes vigentes en cada país.

    Los argumentos que podrían estar a favor de
    ello pueden ser: el promedio de esperanza de vida ha
    aumentado enormemente en los países más
    prósperos. (y aún en países menos
    prósperos, como el nuestro) Ello nos beneficia mientras
    gozamos de un buen estado de salud. Pero los avances
    médicos, que han supuesto una gran mejora para la salud,
    pueden servir también para alargar el proceso de la
    muerte. Hay quien pasa meses, incluso años, con una
    calidad de vida tan pobre que
    llega a desear vehementemente morir. Lo que la mayoría
    de la gente desea en todos aquellos lugares en que se han
    realizado encuestas, es que se debería permitir que los
    médicos pudiesen ayudar a morir a un paciente incurable
    si el paciente lo solicita.

  2. El testamento en Vida o testamento vital (anexo 2):
    documento en el que el interesado expresa su voluntad sobre las
    atenciones médicas que desea recibir caso de padecer una
    enfermedad irreversible o terminal que le haya llevado a un
    estado que le impida expresarse por sí mismo.
  3. Tener en cuenta el derecho a la libre
    disposición del cuerpo, como lo reconoce el derecho
    consuetudinario y reconocerle así mismo, la posibilidad de
    la autonomía sobre su vida al ser humano.
  4. Deben tenerse en cuenta o aplicarse los mismos
    principios a un paciente mentalmente capacitado que a otro
    afectado de muerte cerebral, en estado vegetativo persistente,
    o en estado grave e irreversible de demencia? Debe valorarse
    correctamente esa situación porque podría caerse a
    través de esto en una "Eutanasia social" donde los
    desechables pueden ser eliminados muy suavemente, sin condenas
    morales y desconociéndoles de alguna manera sus más
    elementales derechos.
  5. La aplicación continuada de medios
    extraordinarios para alargar la vida (o la agonía?) es una
    violación de los derechos constitucionales del paciente (o
    quien lo represente) sería ir contra la dignidad de la
    persona y contra su intimidad.
  6. Si se hablase de pacientes mentalmente incapacitados
    para tomar una decisión de este tipo, ésta debe
    apoyarse en el principio de subrogación para proteger los
    derechos de autodeterminación y el bienestar del afectado
    directamente. Sin embargo, aquí podría caerse en el
    horroroso camino de decidir quién y cómo vive alguien
    al poder plantear la ley que si una persona no puede volver a
    tener una existencia "normal" consciente, íntegra y
    útil (en los mejores términos del utilitarismo),
    significaría que sólo una vida "normal, íntegra
    y útil" es digna de protección legal. Se debe tener
    en cuenta el interés del paciente
    cuando éste no haya decidido algo en condiciones de vida
    normales anteriores, en el interés del paciente se
    hallarían implícitos aspectos como la calidad de la
    vida y la edad.
  7. Sería aconsejable que los hospitales tuviesen
    comisiones éticas a la hora de tener que tomar decisiones
    de ésta índole para aconsejar a los pacientes, si se
    puede, a los familiares y a los médicos y puedan
    establecer directrices hospitalarias sobre el trato a los
    moribundos. Idealmente, sería aconsejable que estas
    comisiones fueran interdisciplinarias, con médicos,
    abogados, psicólogos, enfermeras y sacerdotes entre
    otros.
  8. Al prolongarse inútilmente la agonía de una
    persona, se pone a la familia en situaciones
    que podrían llamarse inhumanas, estos gastos dan, por lo general, al
    traste con la economía familiar en la atención
    de quien irremediablemente iba a morir.
  9. En muchos casos se alude que mantener una persona
    "que de todas formas se iba a morir" supondría una carga
    social y económica para la sociedad mantener con vida a
    esos seres tan deficientes.

Si se legisla sobre la Eutanasia (cosa no fácil
de lograr), ésta legislación debe ser lo
suficientemente amplia y clara para que quepa la posibilidad de
que cada caso (por ejemplo el de la persona que padece una
enfermedad incurable, dolorosa e irreversible; o el del
cuadripléjico lucido a quien ya no le importa vivir)
presenta sus propias y peculiares dificultades. Por otro lado,
el estado "debe alentar a los individuos para que tomen
decisiones con respecto a su futuro por sí mismos y de la
mejor manera que puedan" (para que éstos decidan
autónomamente).

Los debates que se llevan a cabo sobre la Eutanasia
generalmente terminan enredados por prejuicios morales,
religiosos, emocionales, etc. Pero en realidad, sin cuestionar
los diferentes puntos de vista, la pregunta que se hacen las
personas que piden su legalización es que hacer si: ¿
Una persona que se siente completamente mal, siente que su vida
no es suficiente razón para vivir el dolor intratable, la
pérdida de dignidad o la pérdida de algunas
facultades, pide repetidamente ayuda para un suicidio,
está consciente y no está en capacidad de fingir una
depresión se le puede
aplicar la Eutanasia o asesorarla en su suicidio?

En los debates ellos consideran que no se debe
discutir:

– Si un enfermo terminal debe pedir la Eutanasia, lo
que siempre es una decisión personal, sino, si la gente en
general debiese darse la elección para pedir su
aplicación.
– Si se debiese permitir el suicidio. – Si a una persona
saludable que está sufriendo un período de
depresión se le debe dar ayuda para el suicidio.
– Si se debe permitir que una persona de la familia pida la
aplicación de la eutanasia, (una petición así
debe venir del enfermo terminal).

Por último, la Eutanasia es una pregunta de
elección: ¿Se debe facultar a la gente para tener
control sobre sus propios cuerpos?

Vázquez (4) plantea que los grupos que se oponen al aborto
son generalmente los que se oponen también a la Eutanasia,
entre ellos se encuentran: los grupos religiosos conservadores,
quienes se oponen a la libertad personal de elección en
muchas áreas de la vida, las asociaciones médicas que
se dedican a salvar y alargar la vida y se sienten
incómodos ayudando a la gente a terminar sus vidas y los
grupos de incapacitados que tienen miedo de que la Eutanasia
sea el primer paso hacia la inclinación de terminar, sin
su voluntad, con las vidas de la gente incapacitada.

4.6.2- Algunos puntos a favor y en contra de la
Eutanasia.

Se encuentran, a través de toda la
argumentación presentada ciertos puntos a favor y en
contra de la Eutanasia, se pueden mencionar entre los puntos
en contra de la Eutanasia los siguientes:

  • La vida como un derecho inalienable, al optar por la
    eutanasia, estoy entregando mi libertad y al mismo tiempo
    acabando con ella, cuestión aún sin
    resolver.
  • Los límites de la Eutanasia: ¿Bajo qué
    circunstancias se debe aplicar? ¿Cómo legislarla?
    Aunque aquí se plantean ciertos límites, aún no
    es claro cómo aprobarla, bajo qué
    límites.
  • Existe una dificultad de toma de posición en el
    caso de los enfermos mentales.
  • Las expectativas: ¿Cómo sé si aquella
    persona que hizo su testamento en vida autorizando ésa
    práctica no se arrepintió en el último
    momento?
  • "Mientras hay vida hay esperanza" dice un adagio
    popular, sin embargo, hay que analizar y desentrañar
    aún más el verdadero significado de esta frase,
    alguien podría decir, y si al otro día se encuentra
    la cura contra ésta enfermedad?
  • Podrían aumentar el número de eliminaciones
    a débiles y personas subnormales, así mismo,
    aumentarían las presiones sobre el ejecutante (medico?)
    del acto por parte de la familia.
  • Los mismos ejecutantes podrían ser tomados como
    verdugos, lo que puede implicar una pérdida de confianza
    en la persona tratante de la enfermedad.
  • Podrían aumentar el número de homicidios
    con máscara de Eutanasia, con el sólo fin de cobrar
    jugosas herencias.
  • Podría aplicarse la Eutanasia sólo para
    surtir el jugoso negocio del tráfico de órganos, lo
    que muestra que podrían
    existir intereses económicos y políticos tras su
    aprobación.
  • Podrían disminuir los recursos destinados a la
    cura de una enfermedad, ya que podría salir más
    económico dejar morir a las personas y con ello se
    disminuye así mismo el esfuerzo de investigación en la
    Medicina.
  • Se puede perder la esperanza de vivir, si como viejos
    las personas son dejados de lado, aisladas en asilos, como
    enfermos pueden ser eliminados simplemente.
  • Deber cívico de permanecer
    vivo.
  • La decisión que conlleve al acto, es del todo
    irreversible.

Partes: 1, 2, 3
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