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El Congreso: historia constitucional y valores democráticos




Enviado por Carlos Chipoco



Partes: 1, 2

    1. La primera gran
      transformación: la democracia griega
    2. La segunda
      transformación: la democracia
      representativa
    3. Principios
      Democráticos y Congreso
    4. Gobierno
      Limitado
    5. El Principio
      de División o Separación de
      Poderes
    6. Pesos y
      Contrapesos o Control y Balance (checks and
      balances)
    7. El Pluralismo
      Político

    Introducción

    El Congreso, como institución política
    representativa, es un producto
    histórico de la voluntad –y sin duda de la lucha–
    librada por los hombres y mujeres por imaginar, y finalmente
    crear, un instrumento de gobierno y de
    representación que afirme los principios de
    libertad,
    igualdad y
    respeto mutuo,
    que alientan la participación en la vida política y
    la convivencia humana.

    Con el nombre genérico de parlamento o congreso
    se designa al cuerpo diferente del Ejecutivo que conjuntamente
    con éste asegura el gobierno del
    Estado.

    El parlamento es una de las más elaboradas y
    antiguas formas, por medio de la cual, la humanidad ha intentado
    resolver el dilema de lograr una representación ciudadana
    justa y adecuada en la esfera de lo público. El Congreso
    pretende resolver la contradicción entre el origen plural
    del poder, la
    soberanía de todo el pueblo –ejercido
    directamente por cada ciudadano—y la necesaria singularidad
    del acto de gobierno –realizada por el representante electo–
    quién sin embargo crea, gracias al mandato conferido por
    la ciudadanía, normas
    obligatorias para todos en una sociedad.

    La contradicción se produce entre el deseo de
    tomar individualmente cada decisión política que
    pudiera afectarnos y la imposibilidad práctica de dar
    nuestra opinión de manera permanente y sobre todos los
    actos de gobierno. La contradicción se resuelve cuando el
    congreso como un todo, y sus miembros en específico,
    representan, y en ése sentido, son los portavoces del
    pueblo. Teóricamente cada ciudadano –al haber elegido a
    su representante– dio consentimiento para que actúe en su
    nombre al aprobar leyes de carácter general.

    La institución parlamentaria y el congreso son
    también la vía más expandida de organizar el
    poder en el mundo, prácticamente no hay país en el
    orbe sin alguna forma de congreso o parlamento. Y no se trata de
    Congresos formales como los que existían en los
    países de Europa del Este y
    la URSS, o todavía existen en Cuba, Corea y
    China. Estamos
    hablando de Congresos que practican el respeto al Estado de
    Derecho, a la pluralidad política y a las elecciones
    libres. Lo que algunos autores han denominado la tercera ola de
    democratizaciones comprende tambien la extensión de la
    institución parlamentaria por el mundo. Hoy dia esa
    tendencia se extiende hacia establecer parlamentos regionales,
    como el Parlamento Europeo o el Andino en nuestras
    latitudes.

    Como se ha dicho, bastaria solo atrasar el reloj 60
    años atrás y encontraremos un panorama
    constitucional sombrío. La Constitución de Weimar se había
    derrumbado, el ingenioso ensayo de
    Austria con su Corte Constitucional tambien había
    caído. Ni los franceses ni los ingleses tenían
    mucha fe en el poder de las constituciones para imponer límites al
    poder. Tampoco un siglo de experiencia latinoamericana
    había aportado mucho, las constituciones liberales fueron
    disueltas o usadas por el caudillismo.
    Sesenta años más tarde el panorama ha cambiado. La
    fe ilumina en las constituciones escritas, se expande, sobretodo
    luego de la caída del muro de
    Berlín. Alemania,
    Francia,
    España,
    Italia, Israel,
    Hungría, Canadá y la India tienen
    tribunales constitucionales poderosos. Hoy en dia se discuten
    incluso textos constitucionales regionales como el de la
    Constitución Europea.

    El Parlamento es igualmente la expresión
    –sin duda creativa y compleja– de los ciudadanos por darse un
    gobierno estable que permita que los asuntos públicos sean
    directamente abordados, debatidos y resueltos por las reglas de
    la competencia
    electoral y la subsecuente representación de quién
    gana, en buena lid, ésa competencia.

    Es por definición un escenario privilegiado del
    debate
    político público entre mayoría y
    minoría, entre gobierno y oposición, en síntesis
    entre los grupos
    políticos que acceden a él. Con sus potencialidades
    y debilidades expresa fielmente a sus inventores: los propios
    seres humanos. En éstas asambleas, llámense
    congresos o parlamentos están presentes por
    decisión popular, no sólo quiénes ganan las
    elecciones, sino también quiénes las pierden. Es
    decir, todas las fuerzas significativas al momento electoral y
    con la legitimidad obtenida de esa votación durante el
    lapso que dure su mandato. Por ello en la doctrina se ha dicho
    con claridad que el Congreso representa a la Nación,
    sin excepción alguna. Es una vía o canal del debate
    institucional y político, así se puede
    institucionalizar el debate y la confrontación
    política, que de no existir produciría una
    situación de estado de
    naturaleza o
    anarquía. Se ha sostenido igualmente que — si se
    desarrolla plenamente y tiene poder propio–puede ser un
    impedimento para los golpes de estado, los mismos que cuando son
    exitosos, son siempre realizados contra poderes del estado
    –entre ellos el congreso—totalmente
    desacreditados.

    Aún cuando este trabajo es
    básicamente jurídico, para analizar al Congreso ha
    sido necesario acudir a distintas disciplinas académicas.
    En muchas oportunidades hemos tenido que recurrir a aportes
    realizados desde el campo de las ciencia
    política. El parlamento es un tema del derecho
    constitucional, en la medida en que la Carta
    Política define las facultades y su ubicación en el
    sistema de
    gobierno del Congreso de la República, y porque expresa la
    división de poderes establecida en la
    Constitución.

    Pero es también un tema político ya que
    las facultades formales y reales que puede tener el Congreso son
    finalmente una opción política –tomada por
    quiénes ejercen ése poder en una coyuntura
    determinada– sobre como distribuir y ejercer la energía
    política de un país. Se trata de precisar el rol de
    la asamblea más representativa de un Estado, y no
    está demás advertir que el Congreso, siendo como
    es, un poder del Estado, entra dentro del ámbito del poder
    y como tal es objeto clásico de estudio de la ciencia
    política.

    Algunos autores han pretendido diferenciar los conceptos
    de Congreso y Parlamento de acuerdo al sistema
    político. La denominación de Congreso
    correspondería al régimen presidencialista mientras
    la denominación de Parlamento a la del régimen
    parlamentario. Así, se sostiene que el Congreso es una
    reunión de representantes elegidos, que tienen poderes
    para hacer leyes, pero no para escoger al Jefe del Ejecutivo; el
    Presidente o Primer Ministro es escogido por el pueblo. Por el
    contrario el Parlamento es una reunión de representantes
    elegidos que aprueban leyes y escogen al jefe del ejecutivo
    (llamado habitualmente primer ministro). En nuestra
    opinión, y siguiendo lo consagrado en muchos ordenamientos
    constitucionales, los dos términos son en realidad
    sinónimos e intercambiables, existen regímenes
    parlamentarios que denominan a sus asambleas políticas:
    congresos, del mismo modo que existen congresos que eligen al
    presidente, como es el caso del sistema constitucional en
    Bolivia.

    a)
    La Primera Gran Transformación: la Democracia
    Griega

    Hasta donde conocemos y de acuerdo a los estudios sobre
    historia
    política más elaborados sobre el tema de la
    democracia, alrededor de la primera mitad del siglo V antes de
    Cristo, se produjo una primera gran transformación
    política. Esta revolución
    en el pensamiento y
    la práctica política permitió el
    advenimiento de una original y fascinante forma de democracia de
    origen griego y más precisamente ateniense. Se
    trató de una gran "transformación en las ideas e
    instituciones
    políticas vigentes entre griegos y romanos que, por su
    importancia histórica es comparable a la invención
    de la rueda o al descubrimiento del nuevo mundo".

    El cambio
    consistió en que "varias ciudades – Estado que desde
    tiempos inmemoriales habían sido gobernadas por diversas
    clases de líderes no democráticos
    (aristócratas, oligarcas, monarcas o tiranos) se
    convirtieron en sistemas en los
    cuáles una cantidad sustancial de varones adultos libres
    tenían derecho a participar directamente, en calidad de
    ciudadanos del gobierno. Dicha visión sigue constituyendo
    el núcleo de las modernas ideas democráticas y
    plasmando las instituciones y prácticas
    democráticas de hoy. Sartori por su cuenta ha sostenido
    que denominar a las ciudades griegas de entonces "ciudad-estado"
    es un error.

    Para él la polis griega no constituía en
    modo alguno la ciudad estado como acostumbramos a llamarla –
    porque no era de ninguna forma un Estado. La polis era una
    ciudad-comunidad, una
    koinomia. Tucídides lo dijo en tres palabras: andres
    gar polis
    (son los hombres los que son la polis). Lo que
    caracterizaba a los antiguos era una democracia sin estado. Las
    diferencias entre las democracias antiguas y las modernas
    –según Sartori– no son sólo de tamaño,
    sino que estriban también en fines y valores.

    Existe un largo debate académico sobre la
    libertad de los antiguos y la de los modernos. Sin duda las
    diferencias existían, para el antiguo era imposible
    imaginarse la libertad individual, salvo en esferas absolutamente
    privadas y en ocasiones religiosas. Aún cuando hay
    opiniones diversas: "nadie hay quién ponga en duda la
    similitud de nuestras democracias con la democracia en Atenas en
    lo siglos V y IV antes de Cristo, incluso en cierta medida en el
    VI. La palabra es griega, muchas de las instituciones dentro de
    nuestras democracias son comparables a las atenienses, como lo
    son los conceptos de libertad, igualdad, solidaridad y
    justicia".

    Lo paradójico es que sabemos más de las
    características de este original invento político
    griego por sus adversarios –sean moderados como Aristóteles (384-347 a.c.) o enemigos
    radicales como Platón
    (427-347 a.c.)– que por los propios defensores del sistema de la
    democracia griega. Para Aristóteles la sociedad es
    naturaleza y no convención, se trata de algo inherente al
    hombre mismo,
    no instituido. Toda sociedad tiende a un bien para interpretar el
    ser de la polis, el bien no se decide por
    elección.

    Partes: 1, 2

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