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Alemania ayer y hoy (página 3)




Enviado por EDUARDO LUIS HAIEK



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Tras la II
Guerra
Mundial, casi toda la Silesia prusiana fue cedida a Polonia,
y la población alemana hubo de emigrar. En la
actualidad, su superficie es de 12.294 km² y su
población (2000), 4.861.300 habitantes.

En la actualidad, su
superficie es de 12.294 km² y su población (2000),
4.861.300 habitantes.

PRUSIA

ESCUDO DE ARMAS DEL REINO
DE PRUSIA, 1701-1918

INTRODUCCIÓN
HISTÓRICA Y POLÍTICA

PRUSIA
fue una región de Europa que aunque
no existe oficialmente en la actualidad, ocupa un lugar destacado
en la historia europea, especialmente durante
los siglos XVIII y XIX.

MAPA DE PRUSIA XVIII

El reino de Prusia se estableció en 1.701 con la
unión del Electorado de Brandeburgo y el Ducado de Prusia
bajo la dinastía Hohenzollern, familia de
gobernantes alemanes, que tuvo su origen en una familia de condes
de Suabia, en el siglo XI o XII. Esta dinastía, sobre todo
a partir de 1.700, había construido una serie de palacios
en Berlín y sus alrededores.

Con el fin de la Primera Guerra
Mundial llega también el de la dinastía,
representada por la abdicación de Guillermo II.

Federico II (el Grande) se alió con Francia
(1.740) en contra de la emperatriz Maria Teresa y obligó a
ésta a reconocer la anexión de Silesia (25.000
km² y 125.000 habitantes) por parte de Prusia, en el
transcurso de esa época formó un ejército de
150.000 hombres que convirtió a Prusia en el país
militarmente más preparado del mundo.

EL SURGIMIENTO DE
PRUSIA

1660 – 1789

ANTECEDENTES POLÍTICOS

Otro acontecimiento destacado vendría a confirmar
el engrandecimiento prusiano en el momento que se producía
el tránsito de un siglo a otro, a saber: la
configuración de Prusia como Monarquía. El logro en este caso fue de
Federico III (1.688-1.713), quien a pesar de no estar a la altura
como príncipe de su antecesor, el Gran Elector, supo por
lo menos conseguir del Emperador la autorización necesaria
para que el ducado de Prusia, que ya estaba bajo la plena
soberanía del electorado de Brandeburgo
desde 1.657, se convirtiera en Reino, pasando pues a ser nombrado
como rey de Prusia con el nombre de Federico I, titulo que
recibiría desde 1.701, con lo que se incrementaba su
significación sobre los demás príncipes del
Imperio y se reafirmaba la superioridad del electorado de
"Brandeburgo-Reino de Prusia"
en la mitad norte del conglomerado imperial.

Intentar acabar con la desunión y descentralización política de Alemania fue
uno de los objetivos
principales que se marcó Leopoldo I, en el transcurso de
su largo reinado durante la segunda mitad de la centuria.
Anteriormente ya se había producido un avance importante
en esta dirección cuando, en plena guerra de los
Treinta Años, la Monarquía austriaca pudo controlar
más eficazmente el territorio Checo imponiendo en Bohemia
un régimen hereditario, católico y sometido a la
Corte de Viena, plan que
posteriormente se empezó a aplicar al Reino de
Hungría, suscitando el total rechazo de la
población magiar, que veía amenazados sus
Derechos Políticos, Institucionales
y Religiosos por el centralismo de
los Habsburgo, no dudando en buscar cualquier tipo de alianza
para oponerse a la política austriaca.

Una serie de revueltas, normalmente apoyadas por
Francia, incluso por los turcos, y dirigidas por la nobleza
húngara, de mayoría protestante, se dejaron sentir
en el último tercio del siglo, pero no pudieron evitar que
Leopoldo I, tras aplicar una política represiva, sin
contemplaciones y con métodos
muy violentos, convirtiera en hereditario el Reino de
Hungría, aunque respetando una serie de instituciones
que permitieron que se mantuviera allí una relativa
autonomía.

La proyección austriaca sobre Hungría
quedaría completada felizmente en los últimos
años del siglo al recuperar los Habsburgo, después
de varios enfrentamientos armados y batallas victoriosas sobre
los turcos, la parte del territorio magiar que éstos
habían tenido hasta entonces, integrándose por
tanto el Reino de Hungría casi al completo, a
excepción del banato de Temesvar, dentro de la
Monarquía austriaca. No obstante, las amenazas de protesta
interior contra el dominio de los
Habsburgo no desaparecerían, como volvería a
ponerse de manifiesto no mucho tiempo
después, ya en el siglo XVIII.

Para poder realizar
la ambiciosa política exterior que deseaba, orientada
hacia su intervención en la sucesión de España y
en su lucha contra Francia y sus aliados, por un lado, y contra
el Imperio turco,
por otro, el monarca austriaco quiso potenciar la maquinaria
estatal a su servicio,
modernizándola en el sentido de dotarla de mayores
recursos,
tanto económicos como militares, y de centralizar su
funcionamiento intentando contrarrestar con organismos renovados
y fieles funcionarios la tendencia a la disgregación que
presentaban los territorios bajo su soberanía. Un sistema
impositivo más estable y la formación de un
poderoso ejército fueron de nuevo los instrumentos sobre
los que basar esta política de control interior
y expansionismo exterior.

Los logros fueron apreciables hacia el final del
reinado, sobre todo por lo que significaron para el
engrandecimiento de la Corona el sometimiento de Hungría,
aunque éste fuera momentáneo y necesitase una nueva
intervención militar, y la recuperación de la tierra
magiar tomada desde el siglo anterior por los otomanos, cuyo
declive a partir de estos momentos finales del siglo XVII se hizo
evidente, más aún cuando paralelamente se estaba
produciendo en el ámbito danubiano el desarrollo del
Imperio austriaco, convertido ya en la gran potencia
dominadora de la zona.

PRUSIA Y AUSTRIA

EL COMIENZO DE UNA
LEYENDA

Se había librado la batalla, una batalla
más…

LO MILITAR

Por la noche de ese 5 de diciembre de
1.757, unos 10.000 austriacos muertos o heridos cubrían el
centro de romerías de Leuthen, 12.000 habían
caído prisioneros, 116 cañones y 55 banderas eran
botín de los vencedores prusianos, que con 1.200 muertos y
85 desaparecidos habían pagado un precio
bajo.

El precio de Silesia. El precio de una
provincia alemana que pasaba de manos de la Austria alemana a las
de la Prusia alemana.

En junio de 1.757, y en el transcurso de esa misma
guerra de amplitud mundial, Inglaterra,
aliada de Prusia, ha vencido a las órdenes de Robert Clive
en la lejana India cerca de
Plassey, y con la pérdida de sólo 17 hombres, en la
batalla decisiva contra los aliados de Francia y se ha convertido
en dueña del subcontinente más rico del mundo. Pero
no podría haber vencido en India ni en Canadá si no
hubiera contado con Prusia como "Espada Continental", que ligó las
tropas francesas en la guerra de los siete años y a las
que sólo hacía pocas semanas había vencido
totalmente en la batalla de Rossbach. Ahora que había
ocurrido lo impensable, que el ejército prusiano hubiera
vencido al ejército Imperial austriaco, los regimientos
marchan desordenados y cansados por el atardecer.

Los austriacos habían esperado el ataque, bien
parapetados, cerca del pueblo de Leuthen, al oeste de Breslau.
Federico II, a quien muchos llamaban ya "El Grande", se
había introducido bajo la protección de la niebla
matinal, con sus tropas, en el flanco de los austriacos. En un
orden de combate oblicuo había desbordado las posiciones
enemigas. No era el más fuerte, pero había mostrado
la habilidad de tener siempre a mano los batallones más
fuertes en el lugar decisivo. De este modo se había
rechazado a los enemigos en su propio orden de combate de avance,
se habían entorpecido entonces a sí mismos y
cayeron en el pánico
y la fuga: se convirtió en un triunfo del arte de la alta
estrategia.

Sobre la larga carretera de Sahra a
Breslau resuenan las voces y las armas del ejército
prusiano en marcha, el rey trota solitario a la cabeza de sus
soldados.

¿Qué se ha hecho de los plácidos y
hermosos días en que presidía la sobremesa en su
amado palacio de Sanssouci, donde discutía con Voltaire y
Maupertuis y concluía las conversaciones llevadas en un
francés melodioso con un concierto de flauta? Fue en
aquellos tiempos cuando *teniendo ya a sus espaldas dos guerras por
Silesia* había dicho la frase:

"Estoy harto de la guerra y estoy
dispuesto a no volver a meterme jamás en camisa de once
varas."

Y ahora vuelve a cabalgar de un campo de batalla a otro,
a través del frío y de la noche, por el
engrandecimiento de Prusia.

MAPA DE PRUSIA 1866

FEDERICO II

Apenas había alcanzado en 1.740 el trono
Hohenzollem de su pequeño y pobre "reino" de Prusia
cuando, armado por unos argumentos bastante poco convincentes,
exigió de la recién establecida emperatriz
María Teresa de Austria la entrega de la provincia de
Silesia e hizo estallar la primera guerra de Silesia. Aprovechaba
la ventaja del momento político: la joven emperatriz
veía puestos en duda por doquier sus derechos sucesorios y estaba
amenazada militarmente por todas partes, de modo que apenas
podía defenderse bélicamente de Federico. Durante
la misma guerra de sucesión austriaca llevó a cabo
Federico su segunda guerra de Silesia (1.744/45); volvió a
vencer porque Austria estaba rodeada de enemigos y
debilitada.

El joven prusiano no sentía como alemán o
príncipe Imperial, por lo que se hubiera visto en deuda
ante la Corona Imperial, sentía como prusiano, nada más que como
prusiano, si se prescinde de él como
filósofo y hombre de
mundo. La casa de Hohenzollem había cobrado pujanza
después del desastre sufrido por el Imperio tras la guerra
de los treinta años. Había vencido en 1.675, a las
órdenes del gran Príncipe Elector, a los suecos en
Fehrbellin. Había invadido Polonia y redondeado un poco,
de este modo, sus territorios distribuidos a escaques sobre el
mapa. Se prestaba atención a sus victorias, pronto se
temió a su aparato militar. Prusia debía hacerse
mayor para merecer realmente el nombre de reino.

Pero Austria no cedía tan fácilmente sus
provincias; no se sometía por el mero hecho de haber sido
momentáneamente débil. Durante los años
siguientes, en los que Federico II vivía sus buenos
tiempos en el palacio de Sanssouci, recibía a Juan
Sebastián Bach, llamaba su amigo a Voltaire y charlaba
rodeado de sus amigos en la sobremesa; María Teresa, la
valerosa, la irreductible de Viena, forjaba con su canciller
Kaunitz la gran alianza. Resultó una conjura de las
mujeres que Federico había denigrado en sus versos
ligeros: la Pompadour convenció a su galán Luis XV
de Francia, y también la emperatriz Isabel de Rusia
ofreció su ayuda. Se soliviantó todo el imperio;
Sajonia se afilió a la alianza. El cerco era perfecto;
Prusia, de tan pobre aspecto, con un presupuesto
militar de apenas 6 millones de táleros, debía
medirse con países que, como Francia, gastaban anualmente
450 millones de libras en armamento.

EL ALIADO Y SUS INTERESES

Uno solo se le presentó a Prusia,
Inglaterra. Porque sobre los mares del mundo y en los lejanos
continentes coloniales se estaba fraguando la tormenta de un
enfrentamiento entre Francia e Inglaterra. Prusia
recibiría dinero
inglés,
también algunas tropas auxiliares de Hannover y armas,
para ligar en Europa el ejército francés. Para los
británicos estaba en juego el
dominio de los mares, de América
e India.

Para Prusia se trataba de Silesia. No, Federico II,
siguió el camino de su destino con conciencia del
deber, dureza y tenacidad. El "Rey
Soldado", que se había comprado por toda
Europa los "tipos largos" del regimiento de la guardia de
Potsdam, ese padre severo que domaba sus hijos y sus soldados con
vara de cabo, le había dejado, al fin de cuentas, las
arcas llenas y un aparato militar que funcionaba con la
precisión de un mecanismo de relojería. Con ese
famoso ejército prusiano ganó Federico dos guerras
silesianas y venció en Rossbach y Leuthen en la tercera.
Más entonces llegaron las crisis. En
Kunersdorf quedó destruido en 1.759 casi todo el
ejército prusiano; los rusos ocuparon Berlín, pero
Federico II lo soportó todo, él y su nueva Prusia
sobrevivieron también la tercera guerra, durante la cual
vino en su ayuda la suerte: en enero de 1.762 murió la
zarina Isabel; su sucesor Pedro III no continuó la guerra.
La paz se firmó en Hubertusburg: Silesia, la tan
disputada, quedó como botín de Prusia. Federico el
Grande volvió de sus batallas a Berlín cargado de
hombros, él había hecho de Prusia una gran
potencia.

El auge de una nueva gran potencia alemana, sobre todo
la victoria sobre los franceses, entusiasmó a amplios
círculos de la burguesía alemana. Goethe informa
que todo el mundo era "fridericiano" entonces. Se mostraban las
primeras señales
del nacionalismo.
El, "Federico el Grande", que desecó las marismas del
Oder, que ganó tierras de cultivo al mar, que introdujo
obligatoriamente la patata, que abolió la tortura y que
dejaba que "todo el mundo fuera
feliz a su manera": este monarca ilustrado de la
época prerrevolucionaria era considerado por muchos de sus
contemporáneos un soberano modelo.

Pero este filósofo, autor del "Anti-Maquiavelo",
en el trono, sabía también ser bien duro y
tiránico cuando estaban en juego los intereses de Prusia.
Dos veces participó notablemente en la repartición
de Polonia (1.772 y 1.775) Y evitó todavía poco
antes de su muerte la
consolidación de la casa imperial cuando se puso a
debate el
cambio de
Baviera por un reino germano-holandés.

En último término fundó aquel fatal
dualismo entre las dos dinastías rivales de Hohenzollem y
Habsburgo que condujo al final del imperio en 1.806 y más
tarde a la solución pequeño-alemana de un segundo
Imperio en 1.871, en el que entonces la hegemonía la
tenía Prusia y no la vieja potencia tradicional y cultural
de Austria.

El espíritu de la futura Alemania habría
de ser durante mucho tiempo fundamentalmente prusiano y
militarista antes de que Prusia y el militarismo sucumbieran tras
la tormenta de fuego de la segunda guerra
mundial. Otro acontecimiento destacado vendría a
confirmar el engrandecimiento prusiano en el momento que se
producía el tránsito de un siglo a otro, a
saber:

  • La configuración de Prusia como
    Monarquía. El logro en este caso fue de Federico III
    (1.688-1.713), quien a pesar de no estar a la altura como
    príncipe de su antecesor, el Gran Elector, supo por lo
    menos conseguir del emperador la autorización necesaria
    para que el ducado de Prusia, que ya estaba bajo la plena
    soberanía del electorado de Brandeburgo desde 1.657, se
    convirtiera en Reino, pasando pues a ser nombrado como rey de
    Prusia con el nombre de Federico I, titulo que recibiría
    desde 1.701, con lo que se incrementaba su significación
    sobre los demás príncipes del Imperio y se
    reafirmaba la superioridad del electorado de Brandeburgo-Reino
    de Prusia en la mitad norte del conglomerado imperial. Intentar
    acabar con la desunión y descentralización
    política de Alemania fue uno de los objetivos
    principales que se marcó Leopoldo I, en el transcurso de
    su largo reinado durante la segunda mitad de la
    centuria.

Anteriormente ya
se había producido un avance importante en esta
dirección cuando, en plena guerra de los Treinta
Años, la Monarquía austriaca pudo controlar
más eficazmente el territorio checo imponiendo en Bohemia
un régimen hereditario, católico y sometido a la
Corte de Viena, plan que posteriormente se empezó a
aplicar al Reino de Hungría, suscitando el total rechazo
de la población magiar, que veía amenazados sus
Derechos Políticos, Institucionales y Religiosos por el
centralismo de los Habsburgo, no dudando en buscar cualquier tipo
de alianza para oponerse a la política austriaca. Una
serie de revueltas, normalmente apoyadas por Francia, incluso por
los turcos, y dirigidas por la nobleza húngara, de
mayoría protestante, se dejaron sentir en el último
tercio del siglo, pero no pudieron evitar que Leopoldo I, tras
aplicar una política represiva, sin contemplaciones y con
métodos muy violentos, convirtiera en hereditario el Reino
de Hungría, aunque respetando una serie de instituciones
que permitieron que se mantuviera allí una relativa
autonomía. La proyección austriaca sobre
Hungría quedaría completada felizmente en los
últimos años del siglo al recuperar los Habsburgo,
después de varios enfrentamientos armados y batallas
victoriosas sobre los turcos, la parte del territorio magiar que
éstos habían tenido hasta entonces,
integrándose por tanto el Reino de Hungría casi al
completo, a excepción del banato de Temesvar, dentro de la
Monarquía austriaca. No obstante, las amenazas de protesta
interior contra el dominio de los Habsburgo no
desaparecerían, como volvería a ponerse de
manifiesto no mucho tiempo después, ya en el siglo
XVIII.

Para poder
realizar la ambiciosa política exterior que deseaba,
orientada hacia su intervención en la sucesión de
España y en su lucha contra Francia y sus aliados, por un
lado, y contra el Imperio turco, por otro, el monarca austriaco
quiso potenciar la maquinaria estatal a su servicio,
modernizándola en el sentido de dotarla de mayores
recursos, tanto económicos como militares, y de
centralizar su funcionamiento intentando contrarrestar con
organismos renovados y fieles funcionarios la tendencia a la
disgregación que presentaban los territorios bajo su
soberanía.

BANDERA DEL REINO DE PRUSIA,
1701-1918

Un sistema impositivo más estable y la
formación de un poderoso ejército fueron de nuevo
los instrumentos sobre los que basar esta política de
control interior y expansionismo exterior. Los logros fueron
apreciables hacia el final del reinado, sobre todo por lo que
significaron para el engrandecimiento de la Corona el
sometimiento de Hungría, aunque éste fuera
momentáneo y necesitase una nueva intervención
militar, y la recuperación de la tierra magiar
tomada desde el siglo anterior por los otomanos, cuyo declive a
partir de estos momentos finales del siglo XVII se hizo evidente,
más aún cuando paralelamente se estaba produciendo
en el ámbito danubiano el desarrollo del Imperio
austriaco, convertido ya en la gran potencia dominadora de la
zona.

CONFEDERACIÓN DEL
RIN

(En alemán Rheinbund) Nombre que
recibe la asociación de estados de Alemania establecida en
1.806 por Napoleón I tras haber conquistado la casi
totalidad de Renania. Napoleón para acabar con la
influencia de Austria elevó a la categoría de
reinos a Bavaria
y Württemberg e hizo de Baden un gran ducado al igual que
Berg. Creada de manera similar a la Liga del Rin, ideada por Luis
XIV, pero con la diferencia de que ahora los Estados se separaban
del "Sacro Imperio Romano
Germánico" de manera definitiva.

El 12 de julio de 1806 se reunieron en París
dieciséis príncipes alemanes y firmaron el acta de
confederación, en la que ponían fin a su
conexión con el "Sacro Imperio Romano" y concretaban la
alianza con el Imperio Francés. Liechtenstein se
separó del imperio germánico y se alió con
la Confederación. Los territorios situados en la orilla
izquierda de Rin no fueron aceptados, ya que estaban anexionados
al Imperio Francés. También participaron el gran
duque de Hesse, el duque de Nassau y otros diez principados
ubicados entre Berg, Sajonia, Hannover y Prusia. Por el lado de
Francia fue Talleyrand quien firmo el tratado. Ante tales
circunstancias, Francisco II de la Casa de Austria,
renunció al título de emperador germánico,
guardando el de Emperador de Austria, lo que puso fin al
milenario Imperio Romano.

Con anterioridad
al rey de Bavaria se le había impuesto como
yerno al hijastro de Napoleón y las casas de
Württemberg y Baden recibieron también familiares del
emperador. Estros tres antiguos estados se transformaron en
reinos absolutistas, a pesar de que el Código
Napoleónico
se implantó en todos los
Estados creados por el Emperador. Se abolieron el feudalismo y la
servidumbre y se estableció la libertad de
culto. Le fue otorgada a cada Estado una
Constitución en la que se concedía
el sufragio
universal masculino y una declaración de derechos y la
creación de un parlamento; fue instaurado el sistema
administrativo y judicial francés; las escuelas quedaron
supeditadas a una administración centralizada y se
amplió el sistema
educativo libre. Cada Estado disponía de una academia
o instituto destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al
tiempo que se financiaba el trabajo de
los investigadores.

Napoleón se otorgo a si mismo el titulo de
Protector de la Confederación del Rin con lo que
tuvo a su disposición un ejercito adicional de 60.000
soldados. La capital de la
Confederación se estableció en Frankfurt. A finales
de 1.806 y después de la derrota de Prusia a manos de
Napoleón, este creo el Reino de Westfalia, con el que
llevo la frontera
occidental del Imperio Francés hasta el Río Elba,
también como consecuencia de la derrota Prusiana fue
también la creación del Gran Ducado de
Varsovia.

En su periodo de máxima extensión
(1.808-1.809), la confederación comprendía 38
estados, 360.000 km2 y 15 millones de habitantes. Bien acogida
por el pueblo en un principio e interpretada como un paso hacia
la unificación, su popularidad disminuyó a medida
que la integración en el Sistema Continental se
tradujo en la implantación de duras medidas
económicas.

En 1.815, con la derrota del Emperador francés,
Prusia se anexionó Renania y los príncipes alemanes
crearon una confederación de 39 estados independientes,
salvo en el campo de la política exterior, dentro de estos
Estados, Austria y Prusia se erigían como dominantes y se
perfilaba nuevamente entre ellos una
confrontación.

La Confederación se disolvió
después de la derrota de Napoleón en la Batalla de
Leipzig en 1.813; cada uno de los estados alemanes firmó
la paz y respaldó la Alianza entre Prusia, Rusia, Austria
y Gran Bretaña y sobreviene el Congreso de
Viena.

CONGRESO DE VIENA

Conferencia Internacional convocada, con el objeto de
restablecer las fronteras de Europa tras la derrota de
Napoleón I. La reunión se llevo acabo del 1 de
octubre de 1.814 al 9 de junio de 1.815.

Klemens von Metternich, que presidió la conferencia y
Charles Maurice de Talleyrand, que actuaba en
representación de Luis XVIII fueron los participantes mas
destacados, además del Zar Alejandro I, (que
pretendía la unificación de los estados alemanes y
la implantación de un régimen constitucional en
Polonia), Francisco I de la Casa de Austria y Federico Guillermo
III de Prusia.

Como resultado de las negociaciones sostenidas en el
Congreso se decidió:

  • Francia perdió todos los territorios
    conquistados.
  • Prusia recibió la Prusia Occidental, Posen, el
    norte de Sajonia y parte de las provincias del Rin y de
    Westfalia.
  • El Imperio Austriaco recupero la mayoría de
    las zonas que había perdido frente a Napoleón y
    se le concedieron Tirol y Salzburgo (Bavaria), Lombardía
    y Véneto para compensar la perdida de los Países
    Bajos austriacos y Dalmacia.
  • Rusia recibió la mayor parte del Gran Ducado
    de Varsovia.
  • Hannover consiguió territorios y pasó a
    ser un reino.
  • A María Luisa la esposa de Napoleón le
    fueron otorgados Parma, Plasencia y Guastalla.
  • Se ratificó la fundación del reino de
    los Países Bajos (con Guillermo I como
    titular).
  • Suecia y Noruega se agruparon bajo la corona de
    Carlos XIII.
  • Se reafirmo la neutralidad de Suiza.
  • Gran Bretaña se anexionó El Cabo,
    Ceilán, isla Mauricio, Helgoland, Malta, las islas
    Jónicas, Trinidad y Tobago y Guayana.
  • Piamonte-Cerdeña recuperó el condado de
    Niza y Saboya y recibió Génova.

El Congreso tomó la decisión de condenar
el comercio de
esclavos. Los acuerdos tuvieron vigencia en los territorios de
Europa Central y del Este hasta el final de la Primera Guerra
Mundial, sin embargo la paz se consiguió mediante el
establecimiento del absolutismo.

La
comisión territorial de 1.819 decidió la
creación de la Confederación Germánica, de
la que puede decirse que reemplazo a la Confederación del
Rin y "El Congreso de Viena" (1.814-1.815), acordó la
creación de la "Confederación Germánica" que
reemplazo a la del Rin.

CONFEDERACIÓN
GERMÁNICA

Unión
establecida en 1.815 por el Congreso de Viena, que agrupó
a 39 Estados alemanes en una confederación de Estados
soberanos bajo la presidencia de la Casa de Austria.

Creada para
mantener la seguridad de los
múltiples pequeños Estados del desaparecido "Sacro
Imperio Romano Germánico", la Confederación no
suponía ninguna concesión al creciente nacionalismo
alemán, por no ser este del agrado de Viena.
Sucedió a la Confederación del Rin, creada en 1.806
por Napoleón I en sustitución del Sacro
Imperio.

En 1.834 se estableció la "Unión Aduanera del Norte de Alemania"
y, con ello, se creó un mercado interno
unitario para la mayoría de estados.

UNIÓN ADUANERA DEL NORTE DE
ALEMANIA

1.834

(En alemán
Zollverein) Asociación de aduanas por medio
de la cual se abolieron los aranceles
entre los miembros de la Confederación Germánica, a
excepción de Austria.

Napoleón I
impuso los principios del
Código
Civil francés en la Confederación del Rin;
fundamentalmente el respeto a la
propiedad
privada. Prusia también adoptó este sistema,
aboliendo la servidumbre y la distinción entre propiedad
noble y no noble. Se creaban así las condiciones para la
existencia de un mercado libre de tierras.

En 1.828 se
organizo una reforma aduanera general, teniendo por eje a Prusia.
Simultáneamente se habían constituido dos uniones
aduaneras, una entre Prusia y Hesse-Darmstadt y otra entre
Bavaria y Wurtemberg, en cada una de las cuales las había
libre circulación de mercancías, existiendo un
arancel común.

Se realizó un acercamiento
entre ambas uniones, que llevo a la formación
del
Zollverein, que entró en
vigor el 1 de enero de 1.834.
Austria intento bloquearla y algunos estados alemanes,
crearon uniones rivales contra la influencia de Prusia, pero casi
todos acabaron por integrarse en el transcurso de esa
década, excepto, Hannover, Oldenburg, Mecklemburgo y las
tres ciudades que formaban la Liga Hanseática, todos ellos
bajo la esfera de Austria.

Se transformo en casi una unión
nacional, ya que dio cierta cohesión política.
Sirvió de base para el proceso de
unificación alemana, que daría lugar al nacimiento
del Segundo Reich, cuyos límites
territoriales fueron esencialmente los mismos de la
Zollverein.

Constituyo un modelo para
la moderna arquitectura
comunitaria de la UE.

La Revolución
de 1.848, Probó que La Confederación solo
funcionaba cuando coincidían las posiciones, Austria y
Prusia, cuya confrontación finalmente condujo a la Guerra
de las Siete Semanas, en la que tras el triunfo prusiano, la
Confederación Germánica quedó disuelta y fue
sustituida por la Confederación Alemana del Norte, que
sirvió de preámbulo al Segundo
Reich.

LO POLÍTICO.
Al periodo que se prolonga hasta los acontecimientos
revolucionarios de marzo de 1.848 se le denomina en Alemania como
periodo de la Restauración o Vormärz (anterior a
marzo), aunque no se trate de una Restauración tan rotunda
como hubieran deseado los firmantes del Congreso de Viena, ni
todos los acontecimientos de aquellos años puedan
explicarse en función de
los acontecimientos revolucionarios posteriores. En junio de
1.815 se había formado la
Confederación-Germánica (Bund) que agrupaba 39
Estados bajo la presidencia del emperador de Austria y, aunque se
trataba de una autoridad
más moral que
real, resultaba indudable la influencia austriaca como gran
potencia.

La Confederación no suponía ninguna
concesión al naciente nacionalismo alemán y la
actitud
vigilante de Austria hizo difícil la consolidación
de los focos nacionalistas, especialmente entre las asociaciones
universitarias.

Las escasas manifestaciones del liberalismo
alemán se concentraban en los Estados alemanes del sur y
en algunos de los del centro, que era donde existían las
únicas instituciones parlamentarias (Baden había
otorgado, con algunas reservas, el sufragio universal). Figura
destacada del liberalismo alemán fue Karl von Rotteck,
miembro del Parlamento de Baden y autor de un Diccionario
Político (1.834-1.843) que puede ser considerado como la
principal obra de referencia del pensamiento
liberal alemán de aquellos años. A él se
podría añadir Karl Follen, de Giessen, republicano
y partidario del tiranicidio (un discípulo suyo
sería el asesino del poeta Kotzebue en 1.819, que
habría de desatar una fuerte oleada represiva contra
liberales y nacionalistas), o Karl-Theodor Welcker, que en 1.831
propondrá en la Dieta de Baden un Parlamento común
a todos los Estados alemanes. En la Alemania del norte el
liberalismo estaba representado por Dahlman, partidario de la
unidad nacional bajo la hegemonía prusiana. Después
de los sucesos revolucionarios de 1830, el liberalismo
alemán ganaría también el apoyo de poetas
como Heine, Börne, Freiligrath y Hoffmann von Fallersleben,
que apoyan un Estado popular y democrático, en contra del
feudalismo y del clericalismo. Era un liberalismo que, en todo
caso, encontraba mayor eco en los ámbitos culturales y
universitarios que en el de los negocios.

Una posición más extrema la representaban
los radicales, que se podían considerar herederos del
jacobinismo francés, y que abogaban por la idea del
gobierno del
pueblo y el logro de la verdadera igualdad
social. Georg Büchner (1.813-1.837) fundó en 1.834
una Sociedad para
los Derechos del Hombre que animó un fracasado
levantamiento de campesinos y obligó a su inspirador al
exilio y al refugio en la literatura (La muerte
de
y Woyzeck).

NOTA: Como podemos observar, lo
ejes del trabajo,
NO pueden ser separados desde el enfoque objetivo, ya
que se perdería el hilo conductor del mismo y como
sabemos, este es cronológico desde lo
metodológico.

LA POLÍTICA SOCIO
ECONÓMICA.
Las
reivindicaciones de estos extremistas radicales estaban
directamente condicionadas por la experiencia del empobrecimiento
que habían experimentado muchos campesinos y artesanos,
debido a la desaparición de los lazos serviles, en el
mundo rural, y al comienzo de la industrialización y la
desaparición de las corporaciones en las ciudades. La
oleada revolucionaria de 1.830 devolvió también la
fortaleza al sentimiento nacionalista en Alemania y se tradujo en
la proliferación de fiestas populares, especialmente entre
los Estados del suroeste. Estas concentraciones demostraron
rotundamente el enraizamiento popular de esos sentimientos
nacionalistas. La más notable tuvo lugar en el castillo de
Hambach, a finales de mayo de 1.832, cuando más de 30.000
personas se reunieron con el pretexto de celebrar el aniversario
de la Constitución bávara de 1.818, aunque los
principales discursos
(Wirth y Siebenpfeiffer) se dedicaran a denunciar la
opresión de los príncipes y a reclamar reformas
democráticas profundas en un Estado nacional
alemán.

Pieza esencial en el
fortalecimiento de esas convicciones resultó, en todo
caso, el desarrollo
económico y la marcha hacia un mercado unificado y
librecambista que permitiera superar las condiciones creadas por
la fragmentación política y aduanera existente.
Prusia suprimió sus barreras interiores en 1.818 y, al
año siguiente, se fundó en Frankfurt una
Asociación General del Comercio y de la Industria de
Alemania, que se convertiría en portavoz de los intereses
económicos en pro de la unificación
política.

El éxito
se alcanzaría el 1 de enero de 1.834, cuando se puso en
marcha la Unión Aduanera (Zollverein) que, bajo la
inspiración prusiana, puso en pie un mercado en el que
participaban 18 Estados alemanes y 23.000.000 de personas. La
medida suponía un evidente logro económico, pero
tampoco faltaron (Friedrich List) quienes supieron ver
detrás de ella las implicaciones políticas
que podría tener, con vistas a la
organización de un futuro Estado alemán unido.
En paralelo a esta medida cabe situar la construcción de una red de ferrocarriles,
así como de rutas terrestres y canales fluviales, en donde
aparecen los primeros barcos de vapor. En 1.835 se inaugura la
primera línea de ferrocarril (de Nuremberg a Fürth) y
en 1.842 el Gobierno prusiano publica un decreto en el que
garantiza un interés
del 3,5 por 100 a las acciones de
las sociedades
ferroviarias, aunque los rendimientos pasarían a ser
pronto muy superiores (la línea de Magdeburgo a Leipzig
proporciona dividendos del 10 por 100 ya en 1.843). Sólo
en 1.846 se construyen 1.100 kilómetros de vías y,
desde mediados de esa década, la siderurgia alemana
(Cuenca del Ruhr) se encuentra en condiciones de contrarrestar la
competencia de
ingleses y belgas.

Los cambios económicos traen un
problema generalizado de empobrecimiento como consecuencia de la
aparición de un nutrido proletariado agrícola,
debida a las medidas de liberalización de la propiedad
agraria. También aparece un proletariado artesanal como
consecuencia de la aparición de las nuevas formas
industriales. En 1.844 se produce una revuelta de tejedores en
Silesia, que es reprimida por las tropas prusianas, pero que
revela la profundidad de lo que se denomina la cuestión
social. Las primeras asociaciones para luchar contra este estado
de cosas tienen carácter clandestino, como consecuencia de
la legislación prusiana en contra del asociacionismo. En
contacto con asociaciones extranjeras, inspiradas por

Mazzini
o
Blanqui
) surgen agrupaciones como la
Federación de los Proscritos que propone un programa en
1.834, reclamando la igualdad social. Otros derivan hacia un
comunismo
primitivo, como es el caso del sastre Wilhelm Weitling, que tiene
que buscar refugio en París.

El Estado de
más entidad en el mundo germánico, al margen del
Imperio austriaco, era el reino de Prusia, que tenía una
gran extensión territorial, aunque fragmentada entre la
tradicional Prusia oriental, acrecentada a costa de los polacos,
y los territorios adquiridos después de 1.815 en el oeste,
en las riberas del Rin. En 1.840 accedió al trono Federico
Guillermo IV, que pareció dispuesto a corregir el
rígido absolutismo hasta entonces imperante. Esto
animó las tendencias liberales latentes en la zona renana,
que se marcaban como objetivo el establecimiento de una
Constitución y la existencia de un Gobierno
representativo. Ese fue el sentido del memorándum que
David Hansemann presentó al rey ese mismo 1.840, en el que
criticaba los peligros del excesivo burocratismo, a la vez que se
mostraba partidario de conjurar la amenaza de una
revolución a través de la consolidación de
la propiedad y el desarrollo de la
educación.

Por lo
demás, el mundo universitario y académico
seguía manifestándose como un foco de los ideales
nacionalistas. La organización de congresos y reuniones para
estudiar los asuntos alemanes tuvo una gran significación
política, y las autoridades se vieron muchas veces
obligadas a intervenir en los asuntos académicos. Rotteck,
por ejemplo, fue depuesto en 1.832 de su cargo de decano de la
Facultad de Medicina de la
Universidad de
Friburgo.

La prensa
también fue un ámbito de gran importancia
política. A principios de 1.842 comenzó a
publicarse el Rheinische Zeitung, que se convirtió en una
plataforma de las posiciones demócratas más
radicales, exigiendo la aplicación incondicional del
principio de la soberanía del pueblo, en un Estado
republicano alemán. Karl Marx
(1.818-1.883) formaba parte de su redacción. La situación alemana
seguía exigiendo urgentes reformas en vísperas de
los sucesos revolucionarios de 1.848 y las fronteras
políticas no eran obstáculo para el entendimiento
entre liberales y demócratas de carácter radical.
La propuesta de estos últimos se concretó en
septiembre de 1.847, durante una reunión celebrada por los
republicanos (Hecker, Struve) en Offenburg. En el programa
aprobado reclamaron libertades básicas y un programa
social igualitario, todo ello a través de la
representación del pueblo en el seno de la
Confederación Germánica. Los liberales se reunieron
un mes más tarde, en Heppenheim, y aglutinaron los puntos
de vista de los liberales del sur con los renanos (Deutsche
Zeitung, de Heildeberg). Opuestos a la violencia,
confiaban en el desarrollo político del
Zollverein.

La Dieta, que no era un parlamento de
representantes elegidos por el pueblo sino un congreso de
legados con
sede en Frankfurt del Meno, fue su única entidad central,
aunque en 1.834 se estableció la "Unión Aduanera del
Norte de Alemania" y, con ello, se creó un mercado interno
unitario para la mayoría de estados.

La
Revolución de 1.848 tuvo gran resonancia en Alemania. En
marzo se produjeron en todos los Estados de la
Confederación alzamientos populares que obligaron a los
príncipes a hacer concesiones, que llevaron al surgimiento
de los primeros parlamentos verdaderamente representativos. La
Confederación solo funcionaba cuando coincidían las
posiciones, Austria y Prusia, cuya confrontación
finalmente condujo a la Guerra de las Siete Semanas, en la que
tras el triunfo prusiano, la Confederación
Germánica quedó disuelta y fue sustituida por la
Confederación Alemana del Norte, que sirvió de
preámbulo al Segundo Reich.

SEGUNDO REICH

LA UNIFICACIÓN
ALEMANA,
después de una
serie de guerras victoriosas contra Dinamarca sobre
Schleswig-Holstein en 1.864, y contra Austria en 1.866, la
Confederación de Alemania del Norte (Norddeustcher
Bund
) fue formada en 1.867 bajo control prusiano. En 1.870,
tras la victoriosa conclusión de la guerra
franco-prusiana, se anexionó Alsacia y Lorena.

El II Reich, fue fundado el 18 de enero
de 1.871 tras la victoria de Prusia en la Guerra Franco-Prusiana
y consiguió la unificación de los diferentes
Estados alemanes en torno de Prusia
excluyendo a Austria. A partir de ese momento Alemania es junto a
Inglaterra una de las dos grandes potencias mundiales, si bien la
presencia colonial de Alemania es muy inferior respecto a la de
los ingleses.

A partir de este
punto y durante las siguientes dos décadas se establece
los llamados sistemas
bismarkianos, que dominan la política europea en ese
periodo. Entre 1.884 y 1.885 Bismarck convoca la conferencia de
Berlín en la que potencias establecen las pautas para el
reparto colonial de África.

El Imperio
Alemán fue proclamado en Versalles, el 18 de enero de
1.871 con el rey Guillermo I como Emperador, y Bismarck como
Príncipe y Canciller Alemán
(Reichskanzler).

GUILLERMO I DE PRUSIA

1.797 – 1.888

Rey de Prusia
(1.861-1.888) y Emperador de Alemania (1.871-1.888).
Culminó el proceso de la unificación alemana bajo
la corona prusiana con la fundación del II
Imperio Alemán.
La ocupación francesa de su patria en 1.806 le
causó verdadera conmoción, de modo que al estallar
la rebelión en Prusia Oriental seis años más
tarde no dudó en participar en ella a pesar de su juventud.

En 1.813, cuando
su padre declaró la guerra a Francia, intervino en ella y
colaboró en la reconstrucción de Prusia. Durante el
reinado de su hermano Federico Guillermo IV actuó con
dureza para sofocar la insurrección republicana de Baden
de 1.849, y al año siguiente mostró su disgusto
ante la indecisión del monarca a la hora de unificar
Alemania excluyendo a Austria, lo cual permitió que este
país obligara a Prusia a la retirada de
Olmütz. La
locura de su hermano en 1.858 le dio la regencia y allanó
el camino para su coronación en
1.861.

Partidario de una monarquía
fuerte, emprendió inmediatamente una profunda
reorganización del ejército con el objetivo de
hacer realidad la realpolitik, el proyecto de
unidad alemana. El Landtag, el parlamento bicameral, no
aprobó las partidas presupuestarias necesarias para su
financiación, pero Bismarck, su nuevo canciller, hizo caso
omiso tanto del voto parlamentario como de las protestas de la
oposición y llevó adelante los planes.

Después de
la guerra de los Ducados (1.864-1.865), autorizó, no sin
reparos, la guerra contra Austria, que fue derrotada en Sadowa.
Tras la victoria militar, se anexionó los estados de
Schleswig, Holstein, Hannover, Hesse, Hesse-Nassau y Frankfurt,
logró el apoyo de otros en el seno de la
Confederación Alemana del Norte y firmó alianzas
militares con los estados del sur. Aun así, el rey no se
mostró favorable a la idea de su Primer Ministro de
provocar la guerra con Francia y consintió en retirar la
candidatura al trono español de
Leopoldo de Hohenzollern, propuesta que constituía el
principal punto de tensión.

Sin embargo,
Bismarck, decidido a no cejar en sus propósitos,
modificó los términos del telegrama real, ardid que
ocasionó el estallido del conflicto
franco-prusiano en 1.870. Después de una fulgurante
campaña, las tropas prusianas vencieron a las francesas en
la decisiva batalla de Sedán y ocuparon
París. Eliminados los
obstáculos externos, se consumó la unidad de
Alemania bajo la hegemonía de Prusia y Guillermo I fue
coronado emperador en Versalles el 18 de enero de
1.871.

Nació de este modo una
gran potencia económica, en cuyo interior el Monarca
debió afrontar los avances del socialismo y la
creciente radicalización de las masas obreras.
Apoyó a su canciller en la sanción de leyes sociales
proteccionistas que tendían a debilitar la influencia de
los socialistas, contra quienes se dictaron duras medidas
represivas que no impidieron su crecimiento entre el electorado.
Pronto también se vio enfrentado a la Iglesia
Católica, a raíz de las leyes laicas y el
kulturkampf que impulsaba Bismarck, hasta que logró de
éste actitudes
más moderadas.

En política
exterior, advirtió el peligro que suponía el
establecimiento de alianzas militares que consolidaban la paz
armada en el continente y hacían de éste un
verdadero polvorín. Sin embargo, la dinámica expansionista en la que
había entrado Alemania de la mano de Bismarck le indujo a
firmar, en 1.872, la alianza de los tres emperadores, que al
deshacerse siete años más tarde, cuando los
intereses germanos y austriacos chocaron con los rusos en los
Balcanes, fue sustituida por la Dúplice alianza Austro
Alemana, coalición a la que también se sumó
Italia en
1.882.

Se completaba
así la llamada unificación alemana y nacía
el II Imperio Alemán. La victoria definitiva prusiana fue
ratificada por medio del Tratado de Frankfurt, acordado el 10 de
mayo de 1.871.

Guillermo I
apoyó el militarismo y la política defendida por
Bismarck durante su reinado. Sufrió dos atentados contra
su vida en 1.878 y resultó gravemente herido en el segundo
de ellos. Fallecido en Berlín el 9 de marzo de 1.888, su
hijo Federico Guillermo le sucedió en el trono con el
nombre de Federico III, pero su reinado apenas duró tres
meses.

OTTO VON BISMARCK

CANCILLER IMPERIAL

(1815-1898)

Fue el arquitecto de la
unificación alemana y árbitro de la política
europea durante la segunda mitad del siglo XIX. Bismarck,
también conocido como el "Canciller de Hierro", fue
fundador y primer Canciller del Imperio Alemán, y a
través de sus habilidades diplomáticas,
consiguió mantener la paz en Europa durante una
generación, siendo el verdadero artífice de la
unificación, y se inicia un periodo de gran desarrollo de
la Nación
alemana en todos los campos; económicamente,
geográficamente, políticamente y
militarmente.

Los primeros
años de su vida y carrera

Su Vida. Otto von
Bismarck, nació el 1 de abril de 1.815 en Schönhausen
en Brandenburgo, Prusia. Su padre, Ferdinand von
Bismarck-Schönhausen, procedía de la antigua nobleza
prusiana. Su madre, Wilhelmine Mencken de la alta
burguesía. Bismarck estudió leyes en al universidad
de Göttingen en Hanover, donde obtuvo su título en
1.837. En 1.847, se casó con Johanna von Puttkammer.
Durante las revoluciones de 1.848, Bismarck apoyó la
supresión de la revuelta oponiéndose a otorgar
concesión alguna a los liberales, y manteniéndose
leal a la monarquía. In 1.849, fue elegido para la
cámara prusiana de representantes (la cámara baja
de la prusiana). En 1.851, Federico Guillermo IV nombró a
Bismarck como representante a la cámara de Frankfurt. En
1.859, fue enviado a Rusia como embajador prusiano en San
Petersburgo, y en mayo de 1.862, marchó a París
como embajador en la corte de Napoleón III. Poco
después regresó a Berlín, y el 22 de
septiembre de 1.862, Bismarck fue nombrado ministro presidente y
ministro de exteriores de Prusia por el Rey Guillermo
I.

Como Canciller
alemán, Bismarck dirigió una política
exterior enfocada a mantener y fortalecer el Imperio. Para
prevenir una guerra de revancha, Bismarck decidió ahora
aislar a Francia diplomáticamente. En 1.973, forma la Liga
de los tres Emperadores (Dreikaiserbund) con Rusia y
Austria-Hungría. Pero la rivalidad en los Balcanes
provocó al guerra ruso-turca de 1.877, y Bismarck tuvo que
mediar en el congreso de Berlín de 1.878 consiguiendo
mantener la paz. La creciente hostilidad rusa, trajo la doble
alianza con Austria (1.879), y luego la triple alianza cuando
Italia se unió en 1.882. Bismarck, sin embargo quiso
incluir a Rusia en esta alianza formando de nuevo la Liga de los
tres Emperadores (1.881-87). Obtuvo además apoyo
británico.

Después de la muerte de Guillermo
I en 1.888, diferencias con Guillermo II provocaron la
dimisión de Bismarck el 18 de marzo de 1.890.
Empleó sus últimos días escribiendo sus
memorias y
murió en Friedrichsruh el 30 julio de 1.898.

EL NUEVO
KÁISER

1859 – 1941

Con la coronación de Guillermo II
como Káiser (1.888 – 1.918), se inicia
un enfrentamiento entre este y Bismarck, el cual provoca la
caída del canciller. La primera medida importante que
adoptó como emperador fue la destitución en 1.890
del anciano canciller Otto von Bismarck, a quien se debía
la fundación del II Imperio Alemán durante el
mandato de su abuelo, Guillermo I. Participó de forma
significativa, y en ocasiones decisiva, en la política
exterior e interior de su país. Gracias a su gestión, Alemania dejó de ser un
Estado agrícola para convertirse en poco tiempo en uno de
los principales países industrializados, aunque esta
transformación provocó el surgimiento de graves
conflictos
entre empresarios y trabajadores. Guillermo II no
consiguió frenar totalmente el ascenso del Partido
Socialdemócrata Alemán, que finalmente llegó
a ser la fuerza
política más importante del Imperio. El emperador
será incapaz de continuar con las políticas
implantadas por Bismarck y Alemania, se ve poco a poco en la
incapacidad de mantener el equilibrio
europeo que para entonces era más que nunca la base del
equilibrio mundial. Consideraba que su derecho a gobernar
tenía origen divino. Le interesaban los asuntos
internacionales, pero su política a este respecto fue
contradictoria y confusa. Profesaba una profunda amistad hacia
Gran Bretaña, pero impulsó a este país a
establecer en 1.907 una alianza con Francia y Rusia (la Triple
Entente) como réplica a su ambicioso programa de
expansión colonial, comercial y naval.

A medida que avanzaba el conflicto, Guillermo II fue
perdiendo poder. Era consciente de sus limitaciones como militar,
y delegó las decisiones bélicas en manos de los
generales alemanes Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff. Hizo
caso omiso de las resoluciones de paz elaboradas por el Reichstag
(cámara baja del Parlamento alemán) en 1.917 y
exigió que la guerra continuara. El fracaso de la ofensiva
alemana de 1.918 aumentó la intranquilidad del
Ejército y de la población; el 10 de noviembre, un
día antes de que se firmara el armisticio, el Emperador
abandonó el país y se refugió en los
Países Bajos, cuando ya se había instaurado en
Alemania la que habría de llamarse República de
Weimar

Falleció el 4 de junio de 1.941 y fue enterrado
con honores militares por orden del dictador alemán
Adolf
Hitler.

En 1.914
estalla la Primera Guerra Mundial que al provocar la derrota de
Alemania en 1.918 marca el fin de
la Dinastía Hohenzollern.

MAPA DE ALEMANIA ANTES Y
DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

EUROPA ANTES Y DESPUÉS DE LA I
GUERRA MUNDIAL

Después de la I Guerra Mundial,
el mapa de Europa sufrió grandes transformaciones. Por los
términos del Tratado de Versalles (1.919), Alemania
cedió territorio a Bélgica, Dinamarca, Francia,
Checoslovaquia y Polonia. Estos dos últimos países,
al igual que Rumania y Yugoslavia, recibieron, además,
territorios del Imperio Austro-Húngaro, que fue disuelto
tras el fin de la contienda. El Imperio otomano también se
desintegró, a excepción de Turquía, por lo
que la Sociedad de Naciones convirtió la mayor parte de
las naciones que lo integraban en mandatos franceses o
británicos.

Las naciones
vencedoras imponen el Tratado de Versalles y con ello se inicia
la República de Weimar, el territorio Alemán se
encuentra nuevamente dividido.

TRATADO DE VERSALLES

1919

Las causas que originaron la segunda guerra
mundial  tienen su origen en el famoso Tratado de
Versalles, firmado el día 28 de junio de 1.919.Aunque el
tratado fue severo, sus previsiones políticas no fueron,
en modo alguno, tan injustas como alegaron los
alemanes.

Alemania perdió, aproximadamente,
un octavo de su territorio continental, unos 6.500.000 habitantes
de su población y sus posesiones coloniales, pero el
Estado Alemán no quedó desmantelado ni el
país desmembrado. Para garantizar que Alemania no
representaría jamás un peligro de guerra, su
ejército quedó reducido a 100.000 hombres, su flota
en 15.000 unidades y quedó prohibido el reclutamiento
militar. La escuadra alemana fue reducida a media docena de
acorazados y cruceros y una docena de destructores y lanchas
torpederas.

Las duras condiciones económicas de la posguerra
abrumaron al pueblo alemán que veía como el dinero se
evadía del país a la par de una inflación
galopante. El desempleo era
excesivo y para 1.923, un alemán de cada cuatro se hallaba
sin trabajo. Los soldados que retornaban del frente
después de cuatro años de penurias vividas en las
trincheras, se vieron anonadados y enfurecidos, resultando
elementos propicios para los movimientos nacionalistas. Cuando el
gobierno alemán solicitó una moratoria para
satisfacer sus reparaciones, los gobiernos de Francia,
Bélgica e Italia respondieron enviando tropas para ocupar
la zona del Rin en enero de 1.923. Estas humillaciones despertaron la furia
nacionalista germana
, que se dirigió contra los
aliados y contra su propia República de Weimar.

PRUSIA DESPUÉS DE LOS
HOHENZOLLERN

Recordemos que en 1.918 Guillermo II abdica y se exilia,
luego de que Alemania capitulara en la guerra. El Tratado de
Versalles estipula la anexión de gran parte del territorio
de Prusia a la recién restablecida Polonia. Danzig y
Memel, (ciudades prusianas del Báltico), fueron declaradas
ciudades libres.

Estas medidas dividieron drásticamente el
territorio prusiano, dejando a Prusia Oriental totalmente
separada del resto de Alemania. La situación creada por
esta división es uno de los orígenes directos de la
Segunda Guerra Mundial. El 24 de
octubre de 1.938, el gobierno Alemán solicito a Varsovia
la devolución de la Ciudad libre de Danzig (unida aduanera
de Polonia) y el permiso para tender una línea
férrea y una carretera a través del corredor
polaco, bajo el estatuto de extraterritorialidad. Varsovia
rechazó la solicitud y de esta forma se precipito la
invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1.939, lo que
dio inicio a la Guerra Mundial.

PRUSIA SUBSISTE COMO TERRITORIO
AUTÓNOMO BAJO LA REPÚBLICA DE WEIMAR HASTA 1.934,
FIN DE LA AUTONOMÍA BAJO EL RÉGIMEN
NAZI.

Al final de la
Segunda Guerra Mundial la mayor parte de Prusia pasa a formar
parte de Polonia (Pomerania) y la Unión Soviética
(Königsberg que hoy se conoce como Kaliningrado). Por
decisión de los Aliados, en 1.947 Prusia como unidad
administrativa y Estado alemán es declarado oficialmente
disuelta.

Actualmente un proyecto en
Alemania trata de devolverle oficialmente el nombre de Prusia a
la región que antiguamente llevaba este nombre en lo que
aún es territorio alemán.

EL FENÓMENO NAZI

Terminada la primera guerra mundial, el hambre y las
privaciones estaban a la orden del día en toda Europa y
especialmente en Alemania donde la situación social era
caótica. Al bloqueo impuesto por los aliados tras el
armisticio se le agregaban las reparaciones territoriales y
económicas exigidas por el "Tratado de Versalles". La
pérdida de Alsacia y Lorena le significó a Alemania
una merma en su producción de hierro en el orden del 75%
con respecto a sus niveles de 1914. Francia también
se apoderó de las minas del Sarre y Polonia se
adueñó de la parte meridional de Silesia,
Región Industrial y Minera.
A estas
graves mutilaciones territoriales, se le sumaba la pérdida
de sus colonias en África, Asia y Oceanía
quedando su economía seriamente
comprometida. Las duras penas económicas impuestas en el
Tratado de Versalles en concepto de
reparaciones de guerra ascendía a unos 132,000 millones de
marcos oro y la
inflación degeneró en una hiperinflación desenfrenada hacia
1923. En medio del caos económico y
político de la posguerra, los movimientos revolucionarios
anárquicos y comunistas se propagaban como hongos por todo
el país con líderes como Rosa Luxemburgo y Karl
Liebknecht.

El resentimiento y la humillación
de los excombatientes, sumado a la creciente preocupación
de la clase media y
alta por el fenómeno revolucionario de índole
comunista, abonaron el terreno para un nacionalista
mesiánico llamado Adolf Hitler.
Con el argumento de que Alemania había perdido la
guerra no en el campo de batalla sino en el campo de la
diplomacia y especialmente por culpa de los dirigentes judíos
y marxistas de la República de Weimar, Hitler supo
aglutinar en sus filas no sólo a los movimientos de
ultraderecha sino también a la burguesía y
aristocracia alemana que temían al comunismo más
que a cualquier otro fenómeno. El nacionalsocialismo era visto como una
garantía contra el comunismo y su temida prédica de
la distribución de los bienes.
No por casualidad fueron los grandes industriales, que eran
quienes más tenían para perder, el principal
sustento económico de Hitler financiando su campaña
electoral, poniendo los medios de
prensa a su disposición (Hitler pudo tener incluso su
propio diario) y facilitándole el acceso a los
círculos de poder.

En 1.919, Hitler se unió al Partido Obrero
Alemán (DAP) y dos años más tarde ya era su
jefe indiscutido. En 1.920 Hitler estableció un programa
partidario de 25 puntos, entre los que se destacaban la
abolición de los tratados de
Versalles y Saint-Germain, la unión de todos los alemanes
en una gran Alemania, la necesidad de rearme, el racismo
antisemita y el principio del espacio vital (Lebensraum), es
decir, el "Derecho" de los alemanes a conquistar todo el
territorio extranjero que necesitasen para su expansión
demográfica.

A estos principios nacionalistas e
imperialistas, se sumaban otros principios socialistas, como la
nacionalización de las grandes empresas, el
reparto de los beneficios de la gran industria y una reforma
agrícola radical para atraer a los sectores más
humildes de la población. Una vez en el poder, Hitler
cumplió al pie de la letra sus enunciados imperialistas y
racistas pero hizo caso omiso de los postulados socialistas. Una
vez más la aristocracia y los grandes industriales fueron
los únicos beneficiarios de una política que
llevó a Alemania a la ruina.

El nacionalsocialismo al igual que el
fascismo en
Italia, se presentaron como movimientos populares de
extracción obrera pero una vez en el poder sirvieron a los
intereses de sus mecenas políticos acentuando aún
más las diferencias de clases entre ricos y pobres.
Los sindicatos
únicos se revelaron una farsa al servicio de los grandes
patrones y las leyes sociales y de trabajo fueron dictadas en
función del interés de los empresarios antes que
del interés de los trabajadores. En cuanto al racismo,
Hitler se limitó a ofrecerlo a una sociedad
históricamente xenófoba como un aliciente
más dentro de sus propuestas políticas.
Cuando se hace referencia al racismo nazi
se tendría que hablar más bien del racismo
alemán intrínsecamente arraigado en su historia. A mediados del
siglo XIX el poeta judío alemán Heinrich Heine,
haciendo referencia al antisemitismo
de su época profetizó que un pueblo que quema
libros, a la
larga quemará también a la humanidad. Lutero,
Federico el Grande, Wagner y otras grandes personalidades
alemanas auspiciaron el exterminio del pueblo judío,
entendiendo por judío lo no alemán, es decir, los
extranjeros en patria y fuera de ella.

El mérito de Hitler fue saber encauzar ese
perverso sentimiento alemán dándole forma al
holocausto
más sangriento de la historia del hombre y en apenas doce
años! La complicidad del pueblo alemán en el
genocidio tomó la forma de una colaboración abierta
y activa que por momentos superaba el fanatismo propio de los
nazis. Cientos de miles de alemanes que jamás se alistaron
en el partido nazi, delataban a los judíos prófugos
ante las autoridades, destruían sus negocios con la
complicidad del poder policial y colaboraron en los campos de
exterminio realizando las más diversas tareas de
barbarie.

Después de la guerra, los alemanes lavaron sus
culpas atribuyéndole un poder sobrenatural a la propaganda de
Goebbels y a las SS que numéricamente hablando no
representaban ni el 1% del ejército regular. La
complejidad del sistema de exterminio que implantó el
gobierno alemán con el gran número de campos de
concentración que se establecieron en Alemania y fuera de
ella jamás hubiese podido funcionar con el sólo
personal de
las SS.

En 1.923 Hitler acompañado de glorias de la
primera guerra mundial como el general Ludendorff y el As de la
aviación Hermann Goering, fracasó en su intento por
conquistar el poder, en un golpe armado que tuvo lugar en Munich.
A raíz del intento de golpe, Hitler y su grupo de
colaboradores fueron encarcelados en Landsberg pero antes de
cumplir el año ya estarían de nuevo en libertad.
Estando en prisión Hitler escribió su libro "Mein
Kampf" que pronto se convertiría en la Biblia del
nacionalsocialismo.
Allí Hitler exponía
claramente sus ambiciones territoriales en el Este e incluso hace
referencia a la solución final para el problema
judío. Si los dirigentes políticos de
la época hubiesen leído con atención ese
libro muchos de los males posteriores podían haberse
evitado. Algunos por omisión y otros en connivencia con
las ideas de Hitler, permitieron que el fenómeno nazi
creciera y se consolidara como una fuerza de
hecho. El 30 de enero de 1.933, a los 43 años de edad,
Hitler se convertía en el Canciller más joven de
Alemania. Sin embargo, Hitler que vivía convencido de que
iba a morir antes de los 55 años, lamentó hasta el
final de sus días no haber asumido el poder en
1.923.

Esta "demora" de 10 años lo obligaba a acelerar
sus tiempos y en este punto se hallan muchas de las respuestas
concernientes a sus doce años de
gobierno. En apenas seis años transformó a Alemania
en una potencia mundial y necesitó de otros seis
años para causar una guerra mundial, un genocidio racial
en gran escala y la
destrucción total de su país cambiando para siempre
el mapa político internacional.

REPÚBLICA DE WEIMAR

1919 – 1933

En 1.919,
tras la I Guerra Mundial, la Asamblea Nacional Alemana, que se
reunió en Weimar, estableció la República de
Alemania, conocida como la República de Weimar, y
redactó una Constitución democrática. En
1.920 la ciudad se erigió en capital del recién
creado estado de Turingia.

Denominación del régimen político,
y, por extensión, del periodo histórico que tuvo
lugar en Alemania desde la reunión de la Asamblea Nacional
Constituyente, en 1.919, hasta la derogación de la
Constitución y la consiguiente asunción del poder
efectuada por el dirigente del Partido Nacionalsocialista
Alemán del Trabajo Adolf Hitler, en 1.933.

La República fue proclamada el 9 de noviembre de
1.918 (razón ésta por la que se podría
considerar que la República de Weimar comenzó su
existencia en dicho año), después de que los
trabajadores y las tropas del II Imperio Alemán se
sublevaran contra el gobierno a comienzos de ese año por
negarse éste a entablar conversaciones que pusieran fin a
la I Guerra Mundial.

El emperador Guillermo II huyó del país y
se formó un Gobierno Provisional del Consejo de los
comisarios del Pueblo, integrado por una coalición formada
por miembros del Partido Socialdemócrata Alemán,
liderados por Friedrich Ebert, y del Partido
Socialdemócrata Alemán Independiente
(escisión radical del anterior), que contó con el
apoyo del partido católico del Centro
(Zentrumspartei).

Este gobierno
provisional fue el encargado de sofocar la revolución
espartaquista, dirigida por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, que
en enero de 1.919 intentó establecer en Alemania un Estado
soviético como los bolcheviques hicieron en Rusia en
1.917; tanto Liebknecht como Luxemburgo fueron asesinados,
produciéndose desde entonces la definitiva
separación entre los socialdemócratas y los
grupos
más radicales que formarían el Partido Comunista
Alemán (KPD).

La nueva Asamblea Nacional Constituyente se
reunió en Weimar (Turingia) en febrero de 1.919 y
redactó una Constitución según la cual
Alemania pasaba a ser una república federal
democrática con dos cámaras parlamentarias, el
Reichstag (cámara baja legislativa) y el
Reichsrat (cámara de representación
federal).

Las medidas democráticas de la
Constitución (sufragio universal femenino,
representación proporcional, iniciativa legislativa
popular) y otras de carácter social (jornada laboral de ocho
horas) no estuvieron acompañadas de otras que hubieran
supuesto una ruptura completa con la Alemania imperial: no hubo
confiscación de las propiedades de los anteriores
dirigentes, y los antiguos funcionarios imperiales (oficiales del
Ejército, agentes de policía, jueces o maestros de
escuela) se
mantuvieron en sus cargos. Ebert fue elegido presidente de la
República.

El nuevo régimen hubo de hacer frente,
también, a revueltas promovidas desde los sectores
políticos derechistas: así, el llamado Putsch de
Kapp, organizado en 1.920 por oficiales monárquicos NO
afectos a la República, fue sofocado por el
gobierno.

EL ESTADO DE WEIMAR

DATOS GEOGRÁFICOS:

  • Está
    ubicada a orillas del río Ilm, en el Estado de
    Turingia.
  • Conserva su
    aspecto medieval, con calles estrechas y techos de tejas a dos
    aguas.
  • Es una ciudad
    industrial en la que se producen desde automóviles hasta
    instrumentos
    musicales.
  • Se conservan
    aún el Gran Palacio Ducal construido entre 1.789 y 1.803
    bajo dirección de Geothe y su casa, hoy
    museo.
  • En Weimar se
    encuentran los archivos de
    Goethe, de Schiller y de Nietzsche.
  • Tiene
    actualmente alrededor de 65.000 habitantes.

DATOS
HISTÓRICOS:

  • Fue fundada en
    el siglo X.
  • En 1.547
    pasó a ser capital del ducado de
    Sajonia-Weimar.
  • Durante el
    siglo XVIII fue el principal centro cultural de toda
    Alemania.
  • Luego de la
    Primera Guerra Mundial se reunió en Weimar la Asamblea
    Nacional Alemana (1.919), que dio origen a la República
    de Alemania, conocida como "República de
    Weimar". 
  • En 1.920
    pasó a ser la capital del Estado de
    Turingia.

MAPA DEL ESTADO DE WEIMAR

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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