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La Alquimia: El Arte Perdido (página 2)




Enviado por Adriel Downie



Partes: 1, 2

La misma palabra, alquimia, parece tener una procedencia
dudosa. Muchos afirman que la expresión actual, legada
directamente por los árabes, puede ser dividida en dos
partes: el artículo "al" y el término "chemia" que
significa "tierra o
suelo negro".
Según esta hipótesis, los musulmanes se
referían a las oscuras tierras de Egipto donde
habrían aprendido los primeros secretos de la misteriosa
ciencia. La figura del filósofo egipcio Hermes Trimegistus
se consideraría entonces como padre del saber humano y de
ahí derivaría el término "hermético"
que con tanta frecuencia aparece relacionado con la alquimia.
Pero no solo del país egipcio provienen los primeros
escritos sobre esta actividad, sino también de las lejanas
tierras de China. En el
año 140 apareció en aquel país el primer
tratado alquímico y las ideas que contiene aparecen
estrechamente relacionadas con el Taoísmo.
El hecho es que se han hallado tanto escritos griegos citando a
los orientales como referencias egipcias en los textos
árabes. En la actualidad los principales documentos se
hallan en la Biblioteca
Nacional de París y en Leyden, donde se han ordenado los
textos alquímicos en dos grandes grupos: aquellos
de origen griego y aquellos otros firmados por un misterioso
personaje llamado Jabir ibn- Hayyan, también llamado
Geber, que se supone vivió en el siglo VIII de nuestra
era. Estudios más cuidadosos han demostrado que no todas
las obras atribuidas originariamente a Geber fueron en realidad
escritas por el científico árabe.
A medida que el influjo árabe se iba adentrando en Europa,
nuevos hombres se dedicaron al estudio de la nueva disciplina.
Los nombres que la historia señala son bien conocidos y
entre ellos destacan los de Nicolás Flamel (1330-1417) e
incluso Newton, el primer gran científico moderno que,
aunque no se dedicó por completo a la alquimia, la
citó con frecuencia en sus obras y se dice que
mandó construir un pequeño laboratorio en
el Trinity College para estudiar los misterios de la
transmutación.

Dejando aparte su faceta misteriosa y oculta, hay que
hacer notar que la alquimia contribuyó de forma muy
importante al progreso de la química de
laboratorio.

Nuevos aparatos como el alambique y nuevas técnicas
como la destilación se convirtieron el algo de uso
cotidiano, al mismo tiempo que se descubrían sustancias
hasta entonces ignoradas como el aceite de
vitriolo (ácido sulfúrico), el agua regia,
el agua fuerte
(ácido nítrico), el amoníaco, etc.
Pero la alquimia era ante todo una ciencia hermética
alrededor de la cual se fue tejiendo un halo de misterio y
secreto, originado en parte por las aspiraciones extrañas
y a menudo incomprensibles de algunos de sus seguidores,
así como por la forma simbólica y casi
indescifrable de sus escritos. No es fácil resumir en
pocas palabras la labor de un alquimista. Esta se centraba
especialmente en tres facetas distintas: por una parte la
búsqueda de la piedra filosofal, en presencia de la cual
todos los metales podían ser convertidos en oro; en
segundo lugar el descubrimiento del elixir de larga vida,
imaginado como una sustancia capaz de evitar la corrupción
de la materia y por último la consecución de la
"Gran Obra", cuyo objetivo era elevar al propio alquimista a un
estado
superior de existencia, en una situación privilegiada
frente al Universo.

La lectura de una
obra alquímica es extremadamente ardua para un
no-iniciado. El lenguaje
alquímico parece abstracto, absurdo, incomprensible, pero
en realidad es esotérico y místico, saturado de
códigos, de símbolos, de referencias que confunden al
profano. Trampas y desvíos son frecuentes.

"El alquimista
considera esencial esta dificultad de acceso, ya que se trata de
transformar la mentalidad del lector a fin de hacerlo capaz de
percibir el sentido de los actos descritos", explica el escritor
francés Michel Butor. "El lenguaje
alquímico es un instrumento de extrema agilidad que
permite describir operaciones con
precisión y, al mismo tiempo, situándolas con
respecto a una concepción general de la realidad."
Como muestra de lo
antedicho, se incluye en esta página un anexo que conduce
a un antiguo texto de uno
de los alquimistas más respetados. Es recomendable leerlo
con una mentalidad totalmente abierta y, al mismo tiempo, tratar
de ubicarse en la época en que fue escrito.

La
Piedra Filosofal y La Panacea Universal

La piedra filosofal era algo ansiosamente buscado y
codiciado porque se le suponían virtudes maravillosas, no
sólo la de conseguir el oro
sino la de curar algunas enfermedades y otorgar
la inmortalidad,
por medio del elixir de la vida o panacea universal que
podía ser logrado gracias a la piedra
filosofal.

Para la fabricación de oro se buscaba
un material que facilitase la mezcla de
mercurio y azufre
porque se suponía que ese era el camino acertado. A
partir de esa mezcla hallarían el noble metal. Estos dos
aspectos están relacionados, una característica del
oro es que no se oxida a diferencia de otros metales, es decir
el oro es "inmortal" por lo tanto si descubrían como
formar oro a partir de metales vulgares, tal vez podrían
hacer que el pobre cuerpo mortal se volviera inmortal.

La Gran
Obra

Según el Maestro Samael Aun Weor, la Gran Obra
es, ante todo, la creación del hombre por
sí mismo, a base de trabajos conscientes y padecimientos
voluntarios. La Gran Obra es la conquista interior de sí
mismos, la conquista de nuestra verdadera libertad en
Dios.

El
Arte de la
Transmutación

Transmutar consiste en transformar algo en otra cosa que
es de una naturaleza
superior. En el campo material la antigua ciencia se
consagró a la transmutación y purificación
de las sustancias materiales,
cambiando su carácter, exaltando sus cualidades, para
llevarlas así a un estado
más avanzado de evolución. De esta manera el alquimista
llegó a crear productos que
la naturaleza no habría engendrado por sus propios
medios.

En el plano espiritual los alquimistas hacían lo
mismo, transmutando la naturaleza
humana en naturaleza divina, significando esto el cambio de lo
ilusorio a lo real, del inconsciente al consciente, de las
tinieblas de la ignorancia a la luz de la verdad,
de lo mortal a lo inmortal. La transmutación, tanto
física
como espiritual, es consecuencia de la "elevación de las
vibraciones". Una de las premisas de la Alquimia es la unidad de
la materia, esto
es, que todas las cosas están hechas de lo
mismo.

En la alquimia,
el círculo de transmutación es una ecuación
para balancear los elementos a transmutar, siempre teniendo en
cuenta la ley de
intercambio.

Esta ley se basaba en que para obtener algo se debe dar
algo de igual valor a
cambio, esto se ve claramente en la búsqueda de los
alquimistas de convertir el plomo en oro, ya que para conseguir
algo de tal valor como ese metal precioso, entregaban la misma
cantidad de plomo.

Historia de la alquimia

  • La alquimia en el antiguo Egipto

El origen de la alquimia occidental puede generalmente
situarse en el
Antiguo Egipto faraónico. La
metalurgia
y el misticismo
estaban inexorablemente unidos en el mundo antiguo, pues la
transformación de oscuro mineral en brillante metal debe
haber parecido un acto de magia gobernado por misteriosas
leyes. Se
afirma pues que la alquimia era en el Antiguo Egipto el
dominio de la
clase
sacerdotal.

La alquimia egipcia es conocida principalmente a
través de los escritos de antiguos filósofos griegos
(helénicos), que a su vez han sobrevivido a menudo
sólo en traducciones islámicas.
Prácticamente no se ha conservado ningún documento
egipcio original sobre la alquimia. Estos escritos, si
existieron, probablemente se perdieron cuando el
emperador Diocleciano
ordenó la quema de libros
alquímicos tras sofocar una revuelta en Alejandría
(292),
que había sido un centro de alquimia egipcia.

No obstante, recientes expediciones
arqueológicas han desenterrado
evidencias de
análisis químico durante los
periodos Naqada.
Por ejemplo, una herramienta de cobre
fechada en esta época tiene rastros de haber sido
usada de esta forma. Además, el proceso
de
curtir pieles
animales
ya se conocía en el
Egipto predinástico en tiempos tan
antiguos como el
VI milenio AC, si bien posiblemente fuera
descubierto por accidente.

Otras evidencias indican claramente que los primitivos
alquimistas del antiguo Egipto habían inventado el

mortero ya en el 4000 AC y el
cristal
en el 1500 AC

El Antiguo Egipto produjo además
cosméticos, cemento,
fayenza
y también
pez para la
construcción naval. El
papiro
también había sido inventado en el 3000
AC

La leyenda cuenta que el fundador de la alquimia egipcia
fue el dios
Thot,
llamado Hermes-Thot o
Hermes Trimegisto por los griegos.
Según la leyenda, escribió los llamados cuarenta y
dos Libros del Saber, abarcando todos los campos del conocimiento,
alquimia incluida. El símbolo de Hermes era el
caduceo
o vara de serpiente, que llegó a ser uno de los
muchos símbolos principales de la alquimia.
La
Tabla de Esmeralda o
Hermética
de Hermes
Trimegisto, conocida sólo por traducciones griegas
y
árabes, es normalmente considerada
la base de la filosofía y práctica
alquímicas occidentales, llamada
filosofía hermética por sus
primeros seguidores.

  • La Alquimia en china

Mientras la alquimia occidental terminó
centrándose en la transmutación de metales
corrientes en otros nobles, la alquimia china
tuvo una conexión más obvia con la medicina.
La
piedra filosofal de los alquimistas
europeos puede ser comparada con el
gran elixir de la inmortalidad perseguido
por los alquimistas chinos. Sin embargo, en la visión
hermética, estas dos metas no estaban desconectadas y la
piedra filosofal era con frecuencia equiparada a la

panacea universal. Por tanto, las dos
tradiciones pueden haber tenido más en común de lo
que inicialmente parece.

La pólvora
puede haber sido una importante invención de los
alquimistas chinos. Descrita en textos del siglo IX y usada
en
fuegos artificiales en el siglo X, fue
empleada en
cañones sobre 1290. Desde China, el uso
de la pólvora se extendió a Japón,
los mongoles,
el mundo árabe y Europa. La
pólvora fue usada por los mongoles contra los
húngaros en 1241 y en Europa a partir del siglo
XIV.

La alquimia china estaba estrechamente relacionada con
las formas taoístas
de la
medicina tradicional china, tales como
la acupuntura
y la
moxibustión, y con
artes marciales como el
Tai Chi Chuan y el Kung
Fu, aunque algunas escuelas de Tai Chi creen que
su arte deriva de las ramas filosófica o higiénica
del taoísmo, no de la alquímica.

  • La Alquimia en Grecia

La ciudad griega de
Alejandría en Egipto era un centro de
saber alquímico que retuvo su preeminencia durante la
mayor parte de las eras griega y romana. Los griegos se
apropiaron de las creencias herméticas egipcias y las
unieron con la filosofía
pitagórica,
jonista y gnóstica.
La filosofía pitagórica es, esencialmente, la
creencia en que los números gobiernan el universo,
surgida de las observaciones del sonido, las
estrellas y formas geométricas como los triángulos o cualquiera de la que pueda
derivarse una
razón.

El pensamiento
jonista se basaba en la creencia en que el
universo
podía ser explicado mediante la concentración en
los
fenómenos naturales; se cree que esta
filosofía fue iniciada por Tales
y su pupilo Anaximandro
y posteriormente desarrollada por Platón
y
Aristóteles, cuyas obras llegaron a
ser una parte integral de la alquimia. Según esta
creencia, el universo puede ser descrito por unas pocas

leyes unificadas que pueden determinarse
sólo mediante cuidadosas, minuciosas y arduas
exploraciones filosóficas.

El tercer componente introducido a la filosofía
hermética por los griegos fue el gnosticismo,
una creencia, extendida en el
Imperio Romano cristiano, en que el mundo es
imperfecto porque fue creado de manera imperfecta y que el aprendizaje
sobre la naturaleza de la sustancia espiritual llevaría a
la salvación. Incluso creían que Dios
no «creó» el universo en el sentido
clásico, sino que el universo fue creado «de»
él pero se corrompió en el proceso. Según
las creencias gnósticas, al adorar el cosmos, la
naturaleza o las criaturas del mundo, uno adora al Dios
Verdadero. Los gnósticos no buscaban la salvación
del pecado, sino que perseguían huir de la ignorancia,
creyendo que el pecado es meramente una consecuencia de
ésta. También absorbieron las teorías
platónicas y neoplatónicas sobre los universales y
la omnipotencia de Dios.

Un concepto muy
importante introducido en esta época, concebido por

Empédocles y desarrollado por Aristóteles, fue que todas las cosas del
universo estaban formadas por sólo cuatro elementos:
tierra,
aire, agua y fuego.
Según Aristóteles, cada elemento tenía una
esfera a la que pertenecía y a la que regresaría si
se le dejaba intacto.

Los cuatro elementos de los griegos eran aspectos
mayoritariamente cualitativos de la materia y no cuantitativos
como lo son nuestros elementos modernos. «… La
auténtica alquimia nunca trató la tierra, el
aire, el agua y el
fuego como sustancias corpóreas o químicas en el
sentido actual de la palabra. Los cuatro elementos era
simplemente las cualidades primarias y más generales por
medio de las cuales la sustancia amorfa y puramente cuantitativa
de todos los cuerpos se presentaba primero en una forma
diferenciada.» Alquimistas posteriores (si puede llamarse
así a Platón
y Aristóteles) desarrollaron extensivamente los aspectos
místicos de este concepto.

  • La Alquimia en la edad media

La Alquimia en la edad media se
caracterizo por los numerosos Eruditos que estudiaron esta
disciplina,
tales como Bacon o Flamel.

El primer alquimista auténtico en la Europa
medieval fue
Roger Bacon
. Su obra supuso tanto para la
alquimia como la de
Robert Boyle para la química y la
de
Galileo Galilei para la astronomía y la física. Bacon
(1214–1294) era un franciscano de Oxford que estudió
la óptica
y los lenguajes además de la alquimia.

Los ideales franciscanos de conquistar el mundo en lugar
de rechazarlo le llevaron a su convicción de que la
experimentación era más importante que el
razonamiento: «De las tres formas en las que los hombres
piensan que adquieren conocimiento
de las cosas: autoridad,
razonamiento y experiencia, sólo la última es
efectiva y capaz de llevar de paz al intelecto.» (Bacon)
«La ciencia
experimental controla las conclusiones de todas
las otras ciencias.
Revela verdades que el razonamiento de los
principios generales nunca habrían
descubierto.» (Hollister) A Roger Bacon también se
le ha atribuido el inicio de la búsqueda de la piedra
filosofal y del elixir de la vida: «Esa medicina que
eliminará todas las impurezas y corrupciones de los
metales menores también, en opinión de los sabios,
quitará tanto de la corruptibilidad del cuerpo que la vida
humana podrá ser prolongada durante muchos siglos.»
La idea de la inmortalidad
fue reemplazada por la noción de la
longevidad: después de todo, el
tiempo que
el hombre pasa
en la Tierra era simplemente para esperar y prepararse para la
inmortalidad en el mundo de Dios. La inmortalidad en la Tierra no
encajaba con la teología cristiana (Edwards).

Nicolas Flamel (1330-1413) fue un
escriba francés; aunque sin duda un personaje
histórico, que lo reputan como alquimista de suficiente
habilidad para ejecutar las dos obras más complejas del
arte alquímico: la
transmutación de los metales en oro
gracias a la elaboración de la
piedra filosofal, y la inmortalidad.

Flamel era un hombre letrado para su época;
había aprendido el oficio de copista de su padre.
Comprendía correctamente el hebreo y el latín. De
acuerdo a la leyenda, Flamel se hizo alrededor de 1355
con un grimorio
alquímico (Un libro de
conocimiento mágico escrito entre la
Alta Edad Media) —diferentes
versiones aseguran que lo recibió de un desconocido, que
lo compró casi al azar o que le fue entregado por un
ángel en sueños— que excedía con
creces sus conocimientos, y empleó 21 años en
intentar descifrarlo. Para ello viajó a España,
donde consultó tanto a las autoridades sobre
Cábala
como a los especialistas en el mundo antiguo hasta
encontrar un anciano rabí,
el Maestro Canches, quien identificó la obra como
el Aesch Mezareph de
Rabí Abraham, y
enseñó a Flamel el lenguaje y
simbolismo de su interpretación.

Habiendo dominado los secretos del texto, Flamel
regresó a París, donde en 1383
logró por primera vez transmutar el mercurio, el
cobre y luego
el plomo en oro. Gracias a la riqueza que acumuló de este
modo, se convirtió en un filántropo, haciendo
grandes donaciones a hospitales e iglesias. En 1407
se hizo construir una casa, aún en pie.

Se asegura que durante esos años elaboró
también una tintura, gracias a la cual él y su
mujer, Perenelle,
obtuvieron la inmortalidad. Aunque a todas luces fallecieron y
fueron enterrados entre 1410
y 1415
en el
cementerio de St. Jacques de la Boucherie,
el intento de exhumarlo se encontró con una tumba
vacía; aunque bien pudo deberse al saqueo de la misma en
busca de objetos de valor o de textos, esto no hizo más
que reforzar los rumores de su inmortalidad.

Paracelso (1493 – 1541), su verdadero
nombre era Aureolus Philipus Teofrastus Bombastus von Hohemheim y
fue el alquimista de mayor renombre y prestigio. Critica a los
médicos y realiza enormes adelantos para la medicina. En
su categoría de hombre "puente" recopila todo el saber
alquímico y ocultista de los siglos anteriores,
llegándose a convertir en la mayor autoridad en estas
ciencias. Ha sido frecuentemente estudiado, tanto por
médicos, como por psicólogos, como por los Adeptos
de las ciencias ocultas y especialmente la Alquimia.

Uno de sus libros mas famosos fue el "THESAURUS
THESAURORUM ALCHIMISTORUM" (El tesoro de los tesoros de los
alquimistas) donde explica su hipótesis sobre como conseguir que el
mercurio el azufre y el agua (los materiales elementales de la
Piedra Filosofal) fueran preparados para una transmutación
y así lograr con su objetivo.


Robert Boyle
(1627–1691),
más conocido por sus estudios sobre los gases, fue uno
de los pioneros del método
científico en las investigaciones
químicas. Boyle no asumía nada en sus experimentos y
recopilaba todos los datos relevantes:
en un experimento típico anotaba el lugar en el que se
efectuaba, las características del viento, las posiciones
del sol y la luna y la lectura
barométrica, por si luego resultasen ser relevantes. Este
enfoque terminó llevando a la fundación de la
química moderna en los siglos XVIII y XIX, basada en los
revolucionarios descubrimientos de
Lavoisier y John
Dalton, que finalmente proporcionaron un marco
de trabajo
lógico, cuantitativo y fiable para entender las
transmutaciones de la materia, revelando la futilidad de las
tradicionales metas alquímicas tales como la piedra
filosofal.

Isaac Newton
(1647-1727):
dedicó considerablemente más
tiempo y escritos al estudio de la alquimia que a la
óptica o la física, por las que es
famoso.

Considerado como fundador de la Ciencia
Moderna, Newton, el autor de la Ley de la Gravitación
Universal, dedicó muchos años de su vida a la
alquimia: No creía que el oro fuera un elemento y
especulaba con la posibilidad de elaborarlo a partir de otras
substancias.

Conclusión:

La alquimia es un arte olvidado, en nuestros tiempos ya
nadie conoce su significado, todos obvian la importancia que tuvo
en el pasado ya que sin los conocimientos logrados luego de
siglos de estudios, la química no estaría tan
evolucionada. Por eso podemos decir que la alquimia es la madre
de la química.

Los estudios alquímicos tuvieron su comienzo en
la mente de las personas, impulsadas por la codicia y los mayores
deseos de la humanidad, podemos mencionar tres de
ellos.

El primero era la inmortalidad, este siempre fue uno de
los paradigmas mas
grandes de la humanidad, muchas culturas antiguas sentían
gran temor y respeto hacia
la muerte, por
lo que algunas personas pasaban toda su vida estudiando manera de
burlarla. Los hombres creían q la vida eterna les
brindaría una gama de oportunidades, principalmente
poder.

Para muchos emperadores y reyes antiguos lo único
que se interponía entre su eterna soberanía era la mortalidad, por lo que le
dieron mucha importancia al estudio de la alquimia entre otros
mitos y
leyendas.

El segundo era la conversión de los metales
vulgares en oro con el que obtendrían la riqueza necesaria
para cumplir con sus sueños. Siempre fue de naturaleza
humana la codicia por el dinero y
esta fantasía alimentaba sus ansias de conocimientos para
llegar al objetivo deseado.

El tercero era la búsqueda de la "Panacea
Universal" un elixir q podría curar todas las
enfermedades. A lo largo del tiempo las personas siempre
soñaron con acabar con las enfermedades mortales y plagas,
la medicina abarco todo este estudio pero muy pocas veces logro
dar con un resultado, algunos alquimistas pensaron q la
creación de este "elixir" seria la solución y
buscaron fervientemente este remedio, especialmente en la edad
media, donde la iglesia
persiguió a todos los q estudiaban ciencias q no estaban
basadas en la teología, y la medicina sufrió un
retraso importante.

Podría decirse q alquimia es una palabra q se usa
para definir a los mayores sueños de la humanidad, ya q
los principales deseos en el pasado fueron los definidos con
anterioridad.

Ahora, la química, la sucesora de la alquimia, es
la responsable de lograr nuestros deseos realidad, la
clonación, es uno de los ejemplos mas
renombrados.

Esta puede ser para muchos la respuesta a la muerte, ya que
seria posible vivir, morir y volver a renacer. Gracias a ella se
podrían curar enfermedades mediante el transplante de
órganos "nuevos" por los viejos y dañados. A pesar
de estas soluciones
seriamos hipócritas si pensáramos q renacer de esa
manera seria vivir inmortal, ya q solo seria otra persona con las
mismas características físicas, pero no igual
personalidad.

La alquimia, para nosotros, siempre va a ser un arte
inmortal ya q siempre surgirán nuevos métodos
químicos para la solución de los deseos mas
utópicos de la humanidad.

Bibliografía:

Diccionario enciclopédico Quillet, editorial
Grolier.

Diccionario enciclopédico Espasa, editorial
Carpe.

El tesoro de los tesoros de los alquimistas. De Aureolus
Philipus Teofrastus Bombastus von Hohemheim, El Gran
Paracelso.

Nicolas Flamel: De Oro y Libros. De Nigel
Wilkins.

Las Artes Oscuras. De Richard Cavendish. Editorial
DM.

El Origen de la Alquimia en Grecia,
Roma Y Egipto.
Jack Lindsay (1970). Editorial Muller.

Alquimia: Ciencia del Cosmos, Ciencia del Alma. Titus
Burckhardt (1967). Editorial Elexer.

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