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política
CAPÍTULO I
LA
IDEOLOGÍA.
EL ORIGEN DE LA ALIENACIÓN.
La ideología, forma particular de
alienación no existía en la comunidad
indígena basada en el comunismo, cuya
organización social era el
matriarcado.
El hombre
primitivo no estaba alienado, (dividido) en virtud de que sus
intereses eran los de su comunidad.
No había propiedad
privada, clases
sociales ni Estado.
Con la aparición de la propiedad privada
centralizada, por medio de la dote matrimonial femenina, en pocas
familias masculinas, surgió la primera clase
explotadora y dominante.
A partir de ese momento el hombre se
escindió en amo y esclavo.
Se había dado un paso hacia el desarrollo de
la alienación en todas sus formas.
La clase dominante necesitó de una
ideología que encubriera la realidad y, al mismo tiempo,
justificara su explotación.
La religión y la moral
sexual, ambos paterno autoritarios, serán los principales
instrumentos ideológicos de los explotadores.
La propiedad privada alienó al individuo
hasta el grado de que su vida no le pertenecía, su
trabajo se
convirtió en ajeno, las riquezas que producía ya no
eran para él y su felicidad se la dio a su amo.
En la roma imperial, la
esclavitud y
la alienación alcanzaron grados de inhumanidad muy
considerables.
El Estado, la política, la riqueza
social, la libertad
dejaron de pertenecerle al esclavo y el único derecho
ciudadano fue proteger la propiedad privada de sus
amos.
La propiedad privada, la división del trabajo y
la producción mercantil constituyen la triple
raíz histórica-genética
de la alienación.
La división del trabajo surge cuando se separan
el trabajo
físico y el intelectual.
Según Engels, cuando se separan el trabajo
masculino y el femenino.
Con el tercer factor, la producción de
mercancías y por ende economía monetaria,
se consolida la alienación.
La alienación social del hombre consiste en que
sus productos
(riqueza social, Estado etc.) se le aparecen como cosas
extrañas a él, cosas que dominan a su propio
creador.
Según Marx el
trabajador, dependiendo de su patrón produce
enajenadamente, bienes que
aumentarán la riqueza y el poder de su
explotador, produciendo también las condiciones que
permiten su existencia como explotado.
Son siete las características del hombre
alienado:
- El trabajo le es externo, no le pertenece por ser
obrero asalariado. - Se siente mal en el trabajo, arruina su cuerpo y su
espíritu. - Se siente bien fuera del trabajo donde recobra su
personalidad. - Su trabajo no es voluntario, es forzado.
- Su trabajo no satisface una necesidad propia, sino la
de su patrón. - Su trabajo no le pertenece, él mismo pertenece
a otro, al patrón.
7. Se siente libre en sus funciones
animales, y en
sus funciones humanas se siente como un animal.
Una forma particular de la alienación laboral es la
alienación de la actividad donde el obrero se pierde en la
tarea.
Pero la más importante característica, la
esencial desde el punto de vista humano, es la
deshumanización que sufre el obrero en la
alienación social y laboral.
La explotación económica y la
capitalización de plusvalía, necesitan de su
complemento: La alienación social y laboral.
Son tan inseparables que puede afirmarse: El Capital es
trabajo alienado acumulado.
La alienación, por otra parte, requiere de la
fetichización de los productos que el hombre
crea.
Lo que no puede ser dominado (las riquezas sociales,
el estado, la
cultura etc.)
por detentarlo los explotadores, es substituido por un fetiche
que representa falsamente a los objetos deseados.
El fetichismo expresa impotencia.
La alienación religiosa es doble: por ser
alienación en sí misma, en cuanto escinde
interiormente al hombre y lo somete a sus propios fantasmas e
ideológicamente, oculta y "suaviza" la miseria
real.
La alienación filosófica consiste, por su
parte, en que el filósofo imagina que transforma el mundo,
cuando en realidad, es el mundo, la sociedad
burguesa, la que lo transforma y domina.
La nueva forma de alienación, acorde con las
manías consumistas (condicionadas por refinadas técnicas
de control mental),
propias de la sociedad burguesa decadente, es la creación
de falsas necesidades.
Valorizando el mercado
capitalista, se desvaloriza al consumidor-productor.
En suma, la alienación ideológica toma
tres formas:
1.-Alienación del trabajo (ocultamiento de la
explotación).
2.-Alienación religiosa (inversión de valores). El
hombre crea a Dios, no Dios crea al hombre.
3.-Alineación de las necesidades
(producción para el mercado capitalista y no para las
necesidades humanas).
En esencia la ideología es un conjunto de ideas
que invierte, falsea y encubre la explotación
económica.
La ideología, no sólo justifica la
explotación económica, sino también inyecta
en la mente de los trabajadores una falsa conciencia de los
obreros, una conciencia enajenada al sistema
capitalista en su conjunto.
Toda estructura
social, basada en la explotación, necesita de una
ideología que anide en la mente de los explotados, a fin
de que acepten la explotación y todas las injusticias como
algo "natural" e inevitable.
El trabajador, imposibilitado prácticamente para
resolver sus problemas
económicos, políticos y sexuales, acude a la
ideología, en la cual resolverá ilusoriamente, lo
que no puede realizar y se explica aparentemente, lo que no puede
entender.
La estructura
social puede compararse al cimiento de un edificio, su
ideología a la fachada.
El ideólogo olvida que los cimientos sostienen a
la fachada, llegando al absurdo de afirmar que es la fachada, la
ideología, la que sostiene los cimientos
económicos.
Mientras que la ideología encubre la realidad,
la ciencia
descubre la verdadera esencia de la explotación que oculta
la ideología.
En tanto que la ideología estudia la apariencia
de las cosas, la ciencia va
más allá de la cáscara aparente, hasta
llegar a la esencia estructural de las cosas.
El sistema capitalista se manifiesta
fenoménicamente, como un sistema racional, es su
apariencia con la que oculta su irracionalidad.
Muestra su máscara….no su rostro.
La apariencia, en ese caso, es ideológica, no
porque todas las apariencias sean ideológicas, sino porque
la clase dominante la hace pasar como si fuera
realidad.
Pero la apariencia no solo oculta la realidad (la
esencia de las cosas), también expresa lo interior,
manifiesta la misma realidad que disfraza.
La ciencia, con su método
distingue las estructuras
sociales de sus apariencias ideológicas, pone sobres sus
pies todo ese mundo encantado e invertido que los
ideólogos presentan cabeza abajo; demuestra el carácter determinado de la
apariencia.
Ludovico Silva dice que no es posible hablar de
"ideología revolucionaria" pues una revolución
no puede ser impulsada por prejuicios, fetiches o catecismos,
sino contra ellos y a pesar de ellos.
De lo que si podemos hablar es de ideología
burguesa y conciencia proletaria.
Los obreros adquieren conciencia de clase y ésta
triunfa sobre la falsa conciencia que es la
ideología.
El sistema capitalista se reproduce reinvirtiendo la
plusvalía (tiempo de trabajo no pagado al asalariado), con
el fin de incrementar el capital.
Hemos observado que la ideología es complemento
indispensable de la explotación económica, y por
ende, de la plusvalía.
Sólo resta analizar los instrumentos sociales,
las instituciones,
que transmiten dicha ideología a los cerebros
proletarios.
Estos instrumentos denominados aparatos
ideológicos del Estado (AIE), por Althusser, son los
siguientes: el religioso, el escolar, el familiar, el
jurídico, el político, el sindical, el de información, el cultural, etc.
Son tan importantes los AIE. que toda clase explotadora,
para mantener el poder político del Estado, debe ejercer
su hegemonía sobre y en los AIE
Otro componente del Estado burgués lo constituye
el aparato represivo de estado (ARE).
Mientras que los AIE funcionan esencialmente con
ideología y utilizan en forma secundaria la violencia, el
ARE usa predominantemente la violencia física y en forma
secundaria hace uso de la ideología.
En la actualidad los AIE dominantes son: la familia, la
escuela y los
medios de
información de masas.
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