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Capítulo uno
EL JOVEN
LIBERAL.
Ricardo Flores Magón nació el 16 de
septiembre de 1873 en San Antonio Eloxochitlán, distrito
de Teotitlán del Camino, Oaxaca, donde sobrevivían
los valores y
prácticas comunales.
En 1911, en un artículo publicado en
REGENERACIÓN de fecha 2 de septiembre, Ricardo, recordando
el medio social en que nació escribió:
"En México
viven unos cuatro millones de indios, que hasta hace veinte o
veinticinco años vivían en comunidades, poseyendo
en común las tierras, las aguas y los bosques.
"El apoyo mutuo era la regla de esas comunidades…no
había jueces, ni alcaldes, ni carceleros, ni ninguna
polilla de esa clase.
" Todos tenían derecho a la tierra, al
agua para los
regadíos, al bosque para la leña y a la madera para
construir los jacales.
" Los arados andaban de mano en mano, así como
las yuntas de los bueyes.
" Cada familia calculaba
ser suficiente para producir lo necesario y el trabajo de
escarbar y levantar las cosechas se hacía en común,
reuniéndose toda la comunidad, hoy
para levantar la cosecha de Pedro, mañana para la de Juan
y así sucesivamente.
"Para levantar un jacal ponían manos a la obra
todos los miembros de la comunidad…la moneda casi no era
necesaria, porque había intercambio de productos".
Juan Gómez Quiñónez en su libro LAS
IDEAS POLÍTICAS DE RICARDO FLORES MAGÓN, dice que
esta experiencia colectivista del joven Ricardo se
fortaleció en las discusiones familiares y su posterior
visión de una utopía anarco-comunista se
inspiró, en parte, en esa realidad indígena y en la
herencia
histórica.
Nunca negó su devoción a los valores
colectivos.
Su familia, aunque no estaba en la miseria, se hallaba
en situación económica precaria, la cual
empeoró durante la juventud de
Ricardo.
Tanto su padre, Teodoro Flores, como su madre, Margarita
Magón, fueron liberales, "juaristas de hueso
colorado".
Ambos lucharon contra los conservadores y contra los
franceses.
Su padre era oficial de Ejército y, junto con su
esposa, rechazaba a Porfirio Díaz, llamándolo
usurpador, tirano y traidor a los ideales liberales.
El padre de Ricardo no buscó acomodo en el
régimen de Díaz, a diferencia de muchos otros
"liberales", y siempre sintió una fuerte veneración
por el presidente Benito Juárez y por los liberales de la
Reforma.
James D. Cockcroft, en su libro Precursores intelectuales
de la Revolución
Mexicana, escribió que el padre de Ricardo era un militar
que había luchado con Díaz en la revuelta de 1876y
que, más tarde, fue ascendido al rango de Teniente
Coronel.
El padre de Ricardo eran de ascendencia indígena
y su madre era mestiza.
Salvador Hernández Padilla, en su libro El
Magonismo: historia de una
pasión libertaria, nos habla de cómo eran los
padres de Ricardo.
Cuando Ricardo, junto con su hermano Jesús, fue
encarcelado, después de su discurso
antiporfirista de 1901 en el primer Congreso Liberal, su madre
enfermó de gravedad.
Una noche alguien llamó a la puerta del cuarto de
vecindad que habitaban Doña Margarita y su hijo Enrique,
quien al abrir se encontró con un desconocido que
pedía hablar con la señora Magón, y una vez
frente a ella, dijo: "Tengo el honor de hacerle una propuesta de
parte del Presidente Porfirio Díaz".
De qué se trata, preguntó Doña
Margarita. "El presidente le promete, sobre su palabra de honor,
que en menos de media hora sus hijos quedarán en completa
libertad, con
la condición de que les pida usted, como última
voluntad, que dejen de atacarlo".
Aunque consumida por la fiebre, la
Señora Magón respondió con voz tranquila:
"Diga al presidente que mejor decido morir sin ver a mis hijos. Y
lo que es más, dígale esto: Prefiero verlos
colgados de un árbol, o pegados a un garrote, a que se
arrepientan o retiren nada de lo que han dicho o
hecho".
Poco después, moría Margarita
Magón.
El joven Ricardo, estudiante de la Escuela de
Jurisprudencia
en la capital del
país, no sólo bebió de los libros de
historia, donde se resaltaba la importancia del liberalismo
del siglo pasado, sino, sobre todo, inició sus actividades
políticas en compañía de
varios liberales que se enfrentan al régimen dictatorial
del general Porfirio Díaz.
Este grupo
oposicionista, en el que estaba Camilo Arriaga, nieto del gran
liberal reformista Ponciano Arriaga, sentíase heredero de
los principios que
habían sostenido la generación reformista de
Juárez, Ignacio Ramírez,
Guillermo Prieto, Melchor Ocampo y Sebastián Lerdo de
Tejada.
Es común afirmar que el pensamiento de
Ricardo Flores Magón evolucionó del liberalismo al
anarquismo, pero pocos autores indican que este cambio se
realizó en 1901, cuando conoció a Camilo
Arriaga.
Camilo, de quien hablaremos más adelante,
simpatizaba con las ideas anarquistas, y cuando Ricardo y otros
jóvenes lo visitaron en San Luis Potosí, él
les proporcionó las obras de los teóricos
anarquistas europeos.
Por tanto, podemos afirmar que fueron cerca de diez
años, de 1892 a 1901, los que militó Ricardo en las
filas del pensamiento liberal reformista.
Como liberal, Ricardo formó parte de la corriente
nacionalista del liberalismo mexicano.
Sus principales motores como
liberal, eran el amor a la
Patria y el deseo de que la clase media, los trabajadores y los
indígenas disfrutaran de bienestar.
Luchó por la democracia
representativa y por el cumplimiento, en la práctica, de
la Constitución de 1857.
Mientras fue liberal, creyó que las buenas
intenciones y una conducta ética
bastaban para lograr la reforma de la sociedad.
Ponía énfasis en la importancia de
la
educación general y de la voluntad individual para
realizar las reformas políticas.
Predicaba el sentido de responsabilidad cívica y exhortaba a las
masas a organizarse políticamente creyendo, que esto era
posible aún bajo el régimen de
Díaz.
Durante sus primeros años de militancia Política, se
preocupó principalmente de los problemas
jurídicos y políticos, apoyando tanto la idea como
la del patriotismo cívico, y
rechazando la revolución como método, ya
que la consideraba contraproducente para el progreso
nacional.
Para el joven liberal, el único resplandor
democrático en la historia de México era la
Reforma, experimento que fue sofocado por la dictadura de
Porfirio Díaz.
Poco a poco, Ricardo y, sus seguidores más
cercanos, fueron radicalizándose y ampliando su
pensamiento y acción,
como resultado de la experiencia política, la
represión policíaca y el estudio de libros
anarquistas.
Antes de continuar con las actividades políticas
de Ricardo, es necesario ubicar históricamente las
condiciones económicas, políticas y sociales que le
tocaron vivir: nos referimos al porfirismo.
Adolfo Gilly nos dice en su libro La Revolución
interrumpida, que el grupo de intelectuales encabezados por
Benito Juárez tuvo como objetivo
económico y político desarrollar el capitalismo
mexicano.
Las Leyes de Reforma
tuvieron como fin quitarle las propiedades agrarias al clero
católico mexicano y, de paso, a las comunidades
indígenas, para fortalecer económicamente al
Estado,
instrumento jurídico-militar al servicio de
las clases dominante.
Estas leyes pretendían crear una clase de
pequeños propietarios agrarios, pues no sólo iban
dirigidas a poner en circulación en el mercado las
propiedades del clero, sino también las tierras de las
comunidades indias, liquidando la antigua estructura de
la propiedad
comunal.
El resultado de esas leyes fue el surgimiento de una
nueva concentración latifundista de la propiedad
agraria.
Al desarrollarse el capitalismo, no solo debilitó
al clero católico, sino también a las comunidades
agrarias indias, que fueron fraccionadas y acaparadas por los
grandes latifundistas, convirtiendo a los comuneros en peones de
los terratenientes.
Aun cuando los liberales juaristas y el grupo encabezado
por el Díaz tenían el mismo objetivo, ayudar al
desarrollo
capitalista de México, sus métodos
para lograrlo eran diferentes.
Mientras Juárez y Lerdo buscaban el crecimiento
del país sin una importante intervención
extranjera, respetando las formas federales de gobierno,
Díaz y sus seguidores cercanos querían consolidar
la paz social mediante la represión al pueblo y la
conciliación con los conservadores- en particular, el
clero político católico-, impulsando el desarrollo
capitalista a base de abrir las puertas al capital extranjero, y
constituyendo un gobierno fuerte y centralizado.
Los treinta y cuatro años de dictadura porfirista
se caracterizaron por un acelerado desarrollo capitalista y por
un crecimiento
económico sin precedentes en nuestra historia,
acompañado de grandes injusticias y contradicciones que
fueron la causa del estallido social de 1910.
En los hechos, Porfirio Díaz es el ejecutor del
proyecto
capitalista que los liberales habían delineado y comenzado
a realizar.
Cabe aclarar que fueron las condiciones
históricas las que hicieron posible la dictadura
porfirista.
Esas condiciones tuvieron como causa económica la
necesidad, por parte de la clase explotadora, la burguesía
mexicana, del desarrollo capitalista, que fue acelerado por la
"paz social" de la tiranía porfirista.
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