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Maltrato infantil




Enviado por Dr. Walter Ponton



Partes: 1, 2

    1. ¿Qué es el maltrato
      infantil?
    2. Entre  el castigo y la
      agresividad 
    3. Diferenciando  maltrato y
      castigo
    4. Teoría del
      apego y la transmisión transgeneracional del
      maltrato
    5. Concepto
      de resiliencia
    6. Lugar y
      modo en que se presenta el maltrato al
      niño
    7. Detección del
      maltrato
    8. Como
      identificar a los niños maltratados
    9. Factores
      asociados con el maltrato y las causas
    10. Causas
    11. Características
      del niño golpeado y el agente
      agresor
    12. Consecuencias
    13. Cómo ayudar a
      las víctimas del maltrato
    14. Referencias
      bibliográficas

    ¿QUÉ ES EL MALTRATO
    INFANTIL?

    La ley considera
    niño a todo menor de 18 años, cuando este es
    maltratado o abusado, cuando su salud física o mental o su
    seguridad
    están en peligro, ya sea por
    acciones u omisiones llevadas a cabo por la
    madre o el padre u otras personas responsables de sus cuidados,
    se produce maltrato por acción,
    omisión o negligencia. Se trata de un problema social, con
    bases culturales y psicológicas, se produce en cualquier
    nivel económico o cultural. Viola los derechos fundamentales de
    los menores, implicando lo anterior que debe hacerse lo posible
    par detenerlo.

    La crueldad hacia los niños
    puede ser dividida en cuatro categorías:

    1. – Conceptos exagerados de disciplina
    aplicados por sujetos profundamente inadecuados e
    irresponsables.

    2. – Actos de violencia o
    negligencia cometidos por padres o adultos ejerciendo
    rígidas interpretaciones de la autoridad,
    de normas y reglas
    de conducta.

    3. – Patológica cuyos orígenes se
    consideran psicopatológicos y difíciles de
    identificar y tratar.

    4. – La crueldad más intangible de todas, la
    crueldad oficial o la organizada, aquella que se comete por
    ignorancia, por insensibilidad o por omisión en la forma
    de falta de legislación o de cumplimiento de la misma
    que proteja adecuadamente al menor. (1)(2)

    ENTRE  EL CASTIGO Y LA
    AGRESIVIDAD 

    El castigo como instrumento de corrección y
    estrategia de
    formación moral, aparece
    como la primera y más persistente justificación del
    daño
    que padres y  madres maltratadores causan a sus hijos. La
    repetición de los actos de crueldad y de dureza se
    presentan como acto de corrección. 

    Frente al agresor y al agredido el concepto de
    castigo opera como excusa. Algunos agresores niegan  la
    frecuencia, la intensidad y la desproporción del
    daño denunciado, mostrando en ese ocultamiento que
    entienden la arbitrariedad y el exceso al que recurren. En otros
    casos los maltratadores defienden el exceso y su
    repetición, por el beneficio que el abuso genera para
    modificar las conductas que según ellos ofenden. En
    general, la justificación de los padres, busca mostrar el
    abuso como pedagogía que se utiliza por el bien del
    menor y que, mostrado con objetivos
    educativos y de ideales sociales, normaliza el daño
    físico o psicológico producido. 

    Se encuentra que estos padres no quieren encontrar
    formas diferentes al castigo corporal y al maltrato
    psicológico. Evitan asistir a consulta para hablar de lo
    que sucede en su relación con sus hijos. Sólo la
    obligación legal aplicada por las instituciones
    logra que en algunos casos estos asistan a
    tratamiento.

    Escudándose en el deber de corregir a sus
    hijos,  los padres ejercen una coacción que presentan
    como necesaria, es al interior de la familia que
    se presentan los mayores abusos en la aplicación de la
    ley.(3)

    DIFERENCIANDO  MALTRATO Y
    CASTIGO.
     

    Identificar el maltrato como violencia sobre los hijos,
    implica diferenciarlo del castigo, como acción
    correctiva,  que en la familia se
    relaciona con intenciones educativas y formativas, y que es
    permitido socialmente para generar y lograr interiorizar en el
    niño regulaciones sociales que le permitan y faciliten su
    socialización

    El castigo como reparación, es parte de la
    cultura, de
    ideales sociales, de creencias que desde los principios
    éticos y morales de una cultura  regulan el empuje a
    la propia satisfacción de los impulsos sexuales y
    agresivos, como tendencias comunes que exponen la vida social.
    Desde esta concepción, el castigo es violencia
    simbólica, en tanto evita la repetición de actos
    que sin los límites
    impuestos,
    precipitarían al niño y más tarde al adulto
    a la consecución de un goce inútil.

    Si el castigo es ejercido sin crueldad, sin sadismo, sin
    deseos de venganza, y se  basa en el amor,
    tendrá un efecto protector para el niño y le
    permitirá  aceptar las renuncias que sus padres le
    imponen. La subjetividad del agresor debe ser considerada. El
    niño/a como parte de lo íntimo en la familia, es un
    objeto interno, es decir, representa para los padres atributos,
    defectos, deseos, aspiraciones, edificados a o largo de la
    historia de
    ambos. La valoración facilitara identificar repeticiones o
    formaciones reactivas de experiencias vividas por el agresor con
    aquellos que forman parte de su propia historia, y que permiten,
    por imitación, una definición de la ofensa y de la
    reparación.

    Los padres deben hacer del castigo un reclamo, una
    comunicación, o un acto de
    pacificación, que comporta en su ejercicio la
    posibilidad  de un pacto, de una transacción o de una
    cesión, que permita al niño enfrentarse a una ley
    que admite circunstancias atenuantes externas y subjetivas al
    cometerse una falta. Aquí la acción del padre que
    sigue la ley que él mismo quiere hacer respetar puede
    presentada como un acto de amor.

    Cuando lo ilógico, lo absurdo aparecen, lo
    simbólico del acto de castigar desaparece en el actuar del
    padre, haciéndose visible la agresividad que existe en el
    maltrato. Cuando  los seres de los que se depende se
    convierten en persecutores, y el niño no encuentra su
    puesto en la casa  ni en el amor de los padres, estamos ante
    el maltrato infantil

    El maltrato se identifica por su desproporción,
    por no tener justificación, por el exceso y la
    repetición. El niño se convierte en objeto de una
    descarga incomprensible de la cual se le hace responsable,
    denigrándolo, acusándolo y sobredimensionando la
    falta que cometió. Esto se escucha en las primeras
    entrevistas de
    tratamiento. Se evidencia rabia, hostilidad, rechazo, desprecio,
    decepción como sentimientos que  sostienen la
    relación con el menor abusado. En el amor ambivalente
    predominan los afectos negativos. El amor como resultado de la
    decepción, se degradan, generando el castigar con crueldad
    aquello que en el niño falla.  

    Quien maltrata parte de la insatisfacción con el
    menor, del que quiere obtener reparación por algo que cree
    merecer, y a la vez, el maltratado reclama para sí
    bienes,
    afectos, tratos que hagan manifiesto el amor. Sin embargo, aunque
    el reclamo y las demandas de reconocimiento que se dirigen al
    menor, se sostienen en la frustración, en el maltrato
    físico y psicológico, generaran también
    carencia de afecto que producirá diferentes efectos en
    cada niño.(3)

    Partes: 1, 2

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