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"Rusos" en la Argentina (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

En
biografías

Chuny Anzorreguy escribió El ángel del
capitán. Biografía del
capitán croata Miro Kovacic
(1). El
biografiado, emigrado a la Argentina a mediados del siglo pasado,
nació en 1914. Kovacic evoca con nostalgia su niñez
en Zagreb y la educación que le
dio su madre. Padeció la guerra;
ansiaba la paz. Un amigo le sugiere dirigirse al Instituto Croata
de Cirilo y Método.
Allí, se entera de que "Un país sudamericano
había puesto a disposición del Instituto diez mil
visas para los croatas que las necesitaran. No a los largos
trámites. No a las profundas investigaciones.
No al interminable papelerío". Cuanto más se
informan, más se entusiasman. A fines del 47, la familia integrada
por el capitán, su esposa y la hija de la mujer, llega a
América. A pesar del optimismo, el primer
tiempo "fue
difícil". Se daban cuenta de que, sin saber castellano, no
podrían trabajar. Más tarde, la situación
mejora, hasta que el croata llega a tener su propia empresa. El
libro,
minuciosa y profusamente documentado, nos permite conocer, a
través de una personalidad
relevante, a un pueblo que brindó su aporte al "mosaico de
colectividades" que es hoy la Argentina.

Arnaldo Canclini es el autor de Julio Popper, quijote
del oro fueguino
(2). "Julio Popper es un personaje muy especial en la historia argentina. Basta
pensar que la mayor parte de su actuación fue en una
pequeña zona muy apartada de los grandes centros, con una
duración no mucho mayor que un lustro. Naturalmente,
éstos no son motivos para disminuir su figura
histórica. Toda la Patagonia, y
en particular Tierra del
Fuego, está poblada de personalidades peculiares:
navegantes, exploradores, misioneros, pioneros del comercio y la
industria,
colonizadores. En esa constelación no suelen incluirse los
buscadores de
oro, ya que la gran mayoría ignora que la Argentina fue
presa de la misma fiebre que muchos
otros lugares del mundo. Sin embargo, ése fue uno de los
factores que contribuyeron a la formación
demográfica y económica de nuestros territorios
australes. Y en esa suma de estrellas, la de Popper ocupa un
lugar privilegiado. Arnoldo Canclini, uno de los autores que
más ha trabajado el pasado fueguino, es miembro
correspondiente por Tierra del Fuego de la Academia Nacional de
la Historia. Su abundante producción de una veintena de libros sobre
la zona ha sido declarada de interés
provincial y, él mismo, es Ciudadano Destacado de Ushuaia.
Entre sus obras se pueden mencionar «Los indios del Cabo de
Hornos», «Así nació Ushuaia»,
«Los indios del último confín» y una
serie de biografías fueguinas"
(3).

En Mis dos abuelas. 100 años de historias, de
Nora Ayala, aparece el botero Mihanovich, que llegaría a
ser un poderoso empresario.

En 1868, dos inmigrantes conversan: "-Eugenio, estuve
pensando en una cosa que podemos hacer –dijo
Nicolás, el compañero de cuarto-. Los barcos que
llegan a este puerto de Buenos Aires no
pueden arrimar al muelle, que por otra parte es muy precario, y
mi idea es comprar un bote para trasladar a la gente. Los que hay
son pocos, viejos e inseguros, y quién te dice que no sea
ése el camino para hacer una pequeña fortuna,
ésa que soñamos en el barco que nos trajo de
Europa. He visto
un bote que podríamos comprar con los pocos ahorros que
tenemos entre los dos. Yo, de eso entiendo porque en mi
país, mis parientes siempre fueron marinos".

"Eugenio se quedó un rato pensativo. Allá
en Bagnasco había quedado Irene con el pequeño
César, hacía casi un año, y las calles de
Buenos Aires no estaban empedradas con monedas de oro. Tampoco la
fortuna esperaba a los muchachos jóvenes como él,
con muchas ganas de trabajar. Hasta ahora, privándose
hasta de lo indispensable, sólo había juntado unos
pocos pesos que no le alcanzaban para traer a Irene y el
bebé. La estadía en la pobre pensión de La
Boca, que había imaginado breve, se había
prolongado, y amigos, sólo tenía a ése que
había conocido en la tercera clase del
‘Conte Biancamano’, que también venía
solo y que al igual que Eugenio soñaba con traer a su
familia, aunque en su caso, soltero, se tratara de sus padres y
hermanos que habían quedado en Doli, un pequeño
pueblo de Yugoeslavia. (…) Eugenio Gemesio había venido
para ‘hacerse la América’ y confiaba que lo
lograría, ya se vería cómo. Con el
compañero de pensión seguirían siendo
amigos, pero socios, no. La propuesta de remar con Mihanovich no
le interesaba" (4).

En la "Biografía de Oskar Schindler", escribe
Jose Javier Pérez García: "Nace en 1908 y muere en
1974. Industrial alemán cuya actuación salvó
la vida de numerosos judíos
durante el nazismo.
Nació en Zwittau, en los Sudetes (Checoslovaquia).
Estudió ingeniería y sirvió en el
ejército checoslovaco antes de convertirse en director de
ventas de un
fabricante de productos
eléctricos. En 1939, fue espía para los alemanes
durante sus viajes a
Polonia, y en octubre se trasladó a Cracovia para dirigir
una fábrica de productos esmaltados, que se
convirtió en el lugar donde llevó a cabo su labor
humanitaria, que comenzó cuando el gheto de Cracovia fue
destruido (1943) y se construyó un campo de
concentración local. En 1944, Schindler logró,
mediante sobornos, que su fábrica y sus trabajadores
fueran trasladados a Checoslovaquia, y no a Auschwitz.
Después de la guerra, dirigió un rancho en
Argentina (1949-1957), quebró y regresó a Alemania. En
1961 fue invitado a Israel, donde
recibió la Cruz del Mérito en 1966 y una
pensión del Estado en
1968. La novela de Thomas
Keneally, El arca de Schindler (1982), fue llevada al
cine con el
título de La lista de Schindler, en 1994 por el
director Steven Spielberg, y obtuvo los premios Oscar más
importantes, entre otros al mejor director y a la mejor
película en ese año, dando a conocer las
actividades de este héroe de guerra a un público
mucho más numeroso" (5)

"El libro Yo, Oskar Schindler (6), una
recopilación de documentos
fidedignos y originales, según su autora, Erika Rosenberg,
intenta reivindicar la imagen de
Schindler frente a la que presentó Steven Spielberg en su
película sobre este empresario alemán salvador de
miles de judíos. La escritora argentina, quien
presentó en Budapest la versión húngara de
este libro escrito originalmente en alemán y presentado el
año pasado en la Feria Internacional del Libro de
Frankfurt, recalcó que siente ‘una obligación
moral, como
amiga de la viuda de Schindler, de borrar esa imagen de 'don
Juan' y especulador que ofreció Spielberg en La Lista de
Schindler'. Rosemberg señaló que
‘quizás ésta sea una de las mejores formas de
recordar la memoria de Oscar
Schindler, fallecido en Alemania en 1974, y de la viuda de
Schindler, Emilie, quien falleció hace una semana, a los
93 años de edad, en Brandemburgo’. Schindler, junto
a su esposa, salvó la vida de más de 1.300
judíos al darles trabajo en su
fábrica y protegerles así de la deportación,
recalcó la autora del libro y biógrafa de Emilie
Schindler.

El industrial alemán, además,
repartió más de dos millones de marcos entre los
judíos a quienes salvó, según atestiguan los
documentos, explicó Rosenberg. ‘Yo nunca vi que los
estadounidenses hayan puesto en una película las buenas
actuaciones de un alemán, así que Spielberg no
podía hacer otra cosa que lo que hizo»,
señaló Rosenberg. ‘Una película nacida
de un sentimiento estadounidense, dirigida por un director
estadounidense y escrita por un australiano presentado al
público como americano, no pudo tener otro resultado que
La lista de Schindler’, comentó la escritora
argentina. ‘Es cierto que Spielberg no pudo utilizar la
documentación que aparece en mi libro
porque no sabía de su existencia, ya que la misma
apareció en el año 1998, pero mi pregunta es que
por qué no utilizó a la viuda’,
recalcó Rosenberg. Agregó que, ‘según
la carta que
tengo en mi poder,
Spielberg invitó a Emilie Schindler a Jerusalén
para rodar las últimas imágenes
de su película, como una sobreviviente y nada
más’ " (7).

Sobre la vida y la obra del artista ruso Stephan Erzia,
escribió Ignacio Gutiérrez Zaldívar. En su
libro Erzia, leemos: "En el mes de abril de 1927 Stephan Erzia,
con 50 años de edad, llegó a la Argentina. El
Presidente de la Nación
Marcelo Torcuato de Alvear, que lo conoció y admiró
en París facilitó su entrada al país.
Así lo expresó el artista en una carta dirigida al
Ministro de Educación de Rusia, en mayo
de ese mismo año: ‘Acá en Buenos Aires, me
recibieron muy bien, tienen gran interés por el arte ruso. Quiero
hacer acá una gran exposición
que se abrirá a principios de
junio. Los críticos de arte me ofrecieron un muy buen
lugar para la exposición en forma gratuita y hasta el
Presidente de la República aceptó estar en la
inauguración. Nosotros llegamos primero a Montevideo, sin
tener la visa para entrar en la Argentina, pero la prensa nos dio
tanta atención que recibimos muchas
invitaciones’ ".

"Erzia, pensaba quedarse aquí una corta
temporada, pero finalmente se radicó por 23 años…
Aquí descubrió, al poco tiempo de llegar, la
madera que se
convirtió en su material predilecto para sus esculturas:
el quebracho, que venía desde el Chaco para ser utilizado
como combustible de las cocinas y calderas
porteñas; madera que por su dureza fue bautizada por los
ingleses como ‘hulla roja’. Dijo el artista en una
nota publicada en la revista
‘Aquí está’, en abril de 1938:
‘Adiviné al instante las posibilidades que
ofrecía para la escultura. La variación de sus
coloraciones, rojo, negro, blanco, dan a las figuras un encanto
especial…’ ".

El afirmó, en otra oportunidad: ‘Pero yo
soy buen ruso y buen argentino. Y quiero a este país que
me ha dado su hospitalidad y me ha brindado el material
más hermoso que pude obtener para mi trabajo’ "
(8).

La historia que nunca les conté – El Libro de
Gisela (Polonia 1943-1944)
, fue escrito por Mariano Fiszman y
Roberto Raschella. "El protagonista de este relato –afirma
Rubén Chababo- es Gisela Gleis, una joven judía de
nacionalidad
polaca, habitante de Stanislawow, un pequeño poblado,
quien durante los años de la ocupación alemana se
refugia junto a una treintena de personas de su pueblo natal en
un sótano. Durante casi dos años, esperando el fin
de la guerra y el cese de la ocupación, este grupo resiste
la más absoluta de las adversidades. La posibilidad de ese
refugio les es brindada por un hombre, vecino
del lugar, de religión
católica, llamado Staszek, quien ante la evidencia de la
deportación y el asesinato masivo de miles de
judíos llevada adelante por la Gestapo, decide arriesgar
su vida para que ese puñado de perseguidos se salve de una
muerte segura.
Una vez terminada la guerra Gisela Gleis emigra a la Argentina
junto a su marido Max, también habitante del
sótano, y es en nuestro país donde viven y mueren
ya ancianos, él en 1990 y ella en 2001. Los escritores
Roberto Raschella y Mariano Fiszman fueron tras la voz de Gisela
y durante tres años la entrevistaron en su casa del barrio
de Flores, tratando de obtener la mayor información posible para que esta historia
no fuera olvidada" (9).

Graciela Mochkofsky es la autora de Timerman. El
periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999)

(10).

El periodista, "creador de las revistas Primera Plana y
Confirmado y del diario La Opinión, torturado por la
última dictadura,
aspiraba a entrar en la historia como un héroe del
periodismo y
de los derechos humanos.
Este es, por eso, el libro que no quería que se
escribiera. Revela sus conexiones con el poder militar; su
participación en el derrocamiento de un presidente; su
adhesión original a las dictaduras de Onganía y
Videla, su ambición por ser un factor decisivo en la
estructura de
poder. Pero también da cuenta de su increíble
talento; de su papel en la renovacion del periodismo nacional; de
la envidia que despertó en sus colegas, así como de
la inspiración que significó para más de una
generación".

"Mochkofsky dedicó más de cinco
años a esta investigación. Realizó centenares de
entrevistas en
la Argentina, los Estados Unidos,
España
e Israel y consultó cientos de documentos reservados del
Departamento de Estado norteamericano, de la CIA y el FBI. El
resultado no es tan sólo el relato de una vida, que de por
sí ameritaba biografiarse, sino la primera tentativa de
presentar una auténtica historia de la prensa argentina
contemporánea y de sus vínculos con el poder"
(11).

En Tío Borís: un héroe olvidado
de la Guerra Civil Española
, biografía de un
descendiente de rusos nacido en la Argentina, Graciela Mochkofsky
se refiere a sus antepasados José y Moisés
Mochkofsky: "El primer Mochkofsky que llegó a la
Argentina, José, un judío ruso nacido en
Ekaterinovka (así lo certifica su partida de
defunción; nadie recuerda ya si el dato es correcto), era
mecánico. Uno de los últimos inventos de su
vejez fue una
aguja de coser que se enhebraba fácilmente. Moisés,
hijo de José, nacido, según sus papeles, en Slenin,
provincia de Grodne, Rusia, aprendió ebanistería en
el colegio de carpintería de la Casa Real de Inglaterra, donde
vivió en los primeros años del siglo XX, antes de
emigrar a la Argentina con sus padres. Montó su
carpintería en los fondos de su casa de la calle Santa
Rosa 465, en el centro de Córdoba. (…) Renunció
al ruso y al idish; hablaba castellano como un cordobés de
nacimiento. Con la lengua,
también renunció al judaísmo"
(12).

"Tío Borís cuenta el extraordinario
rescate de un personaje perdido en el tiempo. Enterada de la
existencia de un tío abuelo, cuyo recuerdo había
permanecido oculto en su familia por décadas, la narradora
emprende su búsqueda a través de memorias que
se borran, documentos que se desvanecen, y una cultura del
secreto que permanece viva casi un siglo después. El libro
indaga en un conflicto
central de la era moderna: las dimensiones perdidas de la
política y
la guerra, pero también en las historias que nos circundan
cotidianamente. Una mirada aguda, irónica, tierna sobre el
valor de
la memoria y
el olvido, y un vibrante alegato sobre la naturaleza,
trágica y conmovedora, del heroísmo"
(13).

Notas

  1. Anzorreguy, Chuny: El ángel del
    capitán. Biografía del capitán croata Miro
    Kovacic.
    Buenos Aires, Corregidor, 1996.
  2. Canclini, Arnaldo: Julio Popper, quijote del oro
    fueguino. Buenos Aires, Emecé, 1993. 190
    pps.
  3. S/F: en www.ssl.adgrafix.com, 1999.
  4. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. Buenos Aires,
    Vinciguerra, 1997
  5. Rosenberg, Erika: Las memorias de Oskar Schindler.
    Buenos Aires, Distal, 1998.
  6. 22 S/F: "Un matiz diferente", en
    www.grupopayne.com.ar.
  7. Gutiérrez Zaldívar, Ignacio: Erzia.
    Buenos Aires, Zurbarán Editores, 2003.
  8. Chababo, Rubén: "La dimensión
    única del milagro de una vida", en La Capital,
    Rosario, 14 de agosto de 2005.
  9. Mochkofsky, Graciela: Timerman. El periodista que
    quiso ser parte del poder (1923-1999). Buenos Aires,
    Sudamericana, 2003. 552 pp. (Biografías y
    testimonios)
  10. S/F: información de prensa
  11. Mochkofsky, Graciela: Tío Borís: un
    héroe olvidado de la Guerra Civil Española
    .
    Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 272 pp.
  12. en www.editorialsudamericana.com.ar

En
novelas

Bielorrusos

Manuela Fingueret es la autora de Hija del
silencio
(1), obra en la que la hija de una sobreviviente del
Holocausto
recuerda, durante su prisión en la ESMA, el padecimiento
de su madre y de otros prisioneros en Terezín y Auschwitz,
la llegada a la Argentina de la madre y su vida en la nueva
tierra.

A la madre y los abuelos de la joven argentina les
advertían el peligro, en Minsk, en 1941: "a Tínkele
le asombra comprobar que gran parte de esos jóvenes
vestidos a la usanza gentil son los primeros en hablar de las
desgracias que sobrevendrán a los judíos si no
huyen a tiempo hacia Palestina o América. Los religiosos
oran y esperan pasivos el destino que Dios les depara. Esto la
subleva porque sus padres oscilan entre ambos y ella,
naturalmente opuesta a la generalidad, intuye que los que
están en contacto con el mundo exterior pueden analizar
mejor el futuro. Los padres de Leie también creen que hay
que emigrar, pero no les es fácil movilizarse con una
familia tan grande y sin dinero".

Checoslovacos

Complot (2), de Perla Suez, es la historia de
"Bruno Edels y ‘el inglés’ a comienzos de siglo en la
provincia de Entre Ríos. Edels es un judío que
escapó de Praga luego de que asesinaran a sus padres, y
que –con el tiempo y a fuerza de
muchas privaciones- logró convertirse en un hacendado
poderoso, y casarse con una mujer más
joven. Hacia los años treinta, Edels comienza a recibir
ofrecimientos de negocios
oscuros por parte del inglés, un personaje sin
escrúpulos vinculado al trazado de ferrocarriles, al
contrabando de
jóvenes norteñas con destino a los burdeles de
Buenos Aires y a la exportación de carnes en el marco del pacto
Roca-Runciman. El inglés se convierte además en
amante de Elsa. Pero es Mora, la hija del capataz de la hacienda,
quién contará esta historia" (3).

Croatas

En La logia del umbral, escribe Ricardo Feierstein: "se
decía que a la vuelta, sobre Tequendama, vivía de
incógnito un criminal de guerra, el croata Ante Pavelic.
Nuestras minuciosas indagaciones infantiles –en la vivienda
con amplio parque indicada- sólo confirmaron la presencia
de un niño delgado y de pelo amarillento, que no hablaba
bien el idioma y al que no le permitían juntarse con
nosotros" (4).

En 2006, El camino del norte (5), de Horacio
Vázquez-Rial, ganó el Premio de la Editorial Norma
de Bogotá, Colombia. "Entre
otros personajes que desfilan por la páginas del libro
-comenta Antonio Requeni- figura Lustiger o Heisenberg, ex
oficial nazi, colaborador de Martín Borman, que
llegó a la Argentina en tiempos de Perón,
organizó con Ante Pavelic la ‘sección
especial’ y le enseñó métodos de
tortura al comisario Lombilla" (6).

Húngaros

José Martín Weisz relata en …mientras
los violines tocaban csárdás. Un viaje a
Hungría, la historia de un judío húngaro que
debió dejar su tierra, y el viaje que él realiza
con su hijo, muchos años después. Martín "ha
viajado con frecuencia a Europa debido a su trabajo, y en esos
viajes siempre ha pensado en acercarse a Hungría, pero lo
ha detenido el temor a enfrentarse por sí solo con el
pasado de su familia. Lo ha asediado una irracional
fantasía de que los nazis lo apresarían y lo
harían jabón. (…) Quería ir a
Hungría a visitar la tierra de
sus ancestros, pero había llegado a la conclusión
de que no podía hacer ese viaje solo, necesitaría
de la compañía de su padre para realizarlo. No
tanto la de su madre, que también era húngara, sino
sólo la de su padre. Quería que fuese un viaje de
hombres, de amigos, de compañeros, en esta
excursión a ese pasado. (…) El paso siguiente era
cómo convencer a este hombre de ochenta y cuatro
años, que siempre había expresado su desprecio por
ese país que no había dudado en apoyar al invasor
nazi y que había colaborado para mandar tantos
judíos a la muerte. No
iba a ser fácil" (7).

Polacos

"Con El agua
publicada póstumamente en 1968, culmina la importante
producción de Enrique Wernicke(1915-1968)" (8). En este
libro, el escritor evoca el menosprecio que un personaje
evidencia por su descendencia: "Era una casa para vivir bien.
Ahora que las chicas crecían, tal vez hubiese venido bien
otro baño o, por lo menos, un toilette. Pero don
Julio pensaba que las chicas algún día se iban a
casar y además, no olvidaba, él también
tendría que morir. Un baño es suficiente cuando se
convive con gente bien educada… como él. O Julito. No se
podía decir lo mismo de las nietas, hijas de una hija de
un judío polaco, sin eso imperceptible, casi
diríamos inexplicable, que se llama ‘tener sangre inglesa en
las venas’ " (9).

En 1988, durante la Feria del Libro, el doctor
Renè Baròn entregò personalmente a Jorge
Isaac el premio que lleva su nombre, distinguiendo a Una ciudad
junto al rìo (10) como la mejor novela editada durante los
años 1986 y 1987. El jurado que lo otorgò
-designado por la Sociedad
Argentina de Escritores- estuvo integrado por Luis Ricardo
Furlàn, Raùl Larra y Juan Josè
Manauta.

La novela fue
presentada en la Uniòn Arabe por el profesor Elio
C. Leyes -"escritor
y presidente de la Universidad
Popular, autor de Voz telùrica de Gerchunoff, editado por
el Ateneo Judeo Argentino ‘19 de abril’ de Rosario",
quien "señalò que el libro bien podìa
llamarse ‘Los gauchos
àrabes’, en justo parangòn
–según dijo-con la celebrada obra de Gerchunoff, en
la cual no debe haber escritor que haya profundizado tanto como
èl" (11).

El Gobierno de Entre
Rìos la declarò, por iniciativa del Consejo General
de Educaciòn, de lectura
complementaria en las escuelas superiores de la provincia, a
partir del sèptimo grado, recomendando su
utilizaciòn en la enseñanza.

La obra està dedicada "a los inmigrantes
àrabes –sirios y libaneses- y, por natural
extensiòn, a españoles, italianos, alemanes,
judìos, suizos, rusos, polacos, yugoslavos, y de cuanto
otro origen y procedencia màs, que se lanzaron un
dìa por los riesgosos caminos del mar a la aventura de
‘hacer la Amèrica’ ".Partiendo de su propia
etnia, la
mirada de Isaac se vuelve abarcadora, hasta incluir a hombres de
diversa procedencia, cuya gesta evoca.

Se refiere al arribo a la nueva tierra: "Los
inmigrantes, aunque vengan en el mismo barco, llegan y descienden
aquí de manera diferente según sea su origen que
nosotros, con sólo mirarlos y hasta a veces sin
oírlos, hemos aprendido a determinar con riesgo escaso de
equivocarnos". Seguidamente, describe el desembarco de italianos,
alemanes, españoles, judíos y árabes,
señalando las peculiares características de cada
grupo.

Describe el desembarco de un polaco enfermo:
"Llegó la segunda tanda de ‘polacos’. Uno,
vino enfermo. Lo bajaron dificultosamente del barco, lo llevaron
casi arrastrándolo sobre la larga planchada y luego,
alzándolo en vilo, lo trasladaron hasta debajo de los
árboles
donde se hallaban, en varios grupos, los
demás. (…) De vez en cuando retorcíase y
gemía, sin abrir los ojos. (…) Media hora
después, llegó la ambulancia. Un carretón
tétrico, tirado por cuatro alazanes bien alimentados, muy
parecido a otro que sirve de fúnebre pero del que tiran
unos caballos renegridos. Casi podría decirse que la
variante consiste tan sólo en el color de los
animales. Lo
cargaron al enfermo sin que él se diese cuenta.
Mantenía los ojos cerrados y los miembros blandos, sin
fuerza, exhalando de vez en cuando un gemido corto". Un largo
rato después, el narrador recibe el legado del polaco: una
bolsa conteniendo una colchoneta, varios tarros ennegrecidos por
el humo de las fogatas y un paquete con hierbas de varias clases
(12).

El libro de los recuerdos, de Ana María Shua, "es
la novela de una familia argentina, con sus abuelos inmigrantes,
hijos comerciantes y nietos atorrantes. Una sucesión de
afectos y de envidias, de nacimientos y de penas, de matrimonios
públicos y de amores prohibidos. Sin grandes
escándalos, sin secretos horrendos ni crímenes
brutales: con la cuota de humor, de fracaso y ternura que
corresponde al país que, vaya uno a saber por qué,
eligieron nuestros abuelos o sus padres para sufrir y gozar"
(13).

Es el patriarca de esta familia el abuelo que, en la
juventud,
debió empezar a llamarse Gedalia Rimetka, dejando de lado
su nombre verdadero. En Polonia, donde comía papas todos
los días, esperó escondido que falleciera
algún paisano más o menos parecido para heredar su
identidad, y
poder así emigrar: "Murió Gedalia Rimetka,
medianamente joven, de bigotes. Con su documento fue el abuelo al
consulado de América, la verdadera, la del Norte, y le
dijeron que no. No lo bastante joven murió Gedalia, no lo
bastante joven como para pasar por el abuelo. En Polonia siempre
hacía frío, siempre había nieve. Cuando se
derretía la nieve, había mucho barro. El barro
también era frío. El barro de Tomachevo
cruzó el abuelo, que quería cruzar el mar. Y
llegó al consulado de esta pobre América.
Allí, le habían dicho, no se fijan mucho, no
entienden nada, les da lo mismo. Allí también es
América, aunque no tanto. Lo que vale es salir de Europa,
lo que vale es cruzar el mar. Desde una América ya
será posible llegar a la otra. Y no se fijaron, o no les
importó, o no entendían nada, y el abuelo pudo
ponerse en camino para cruzar el mar" (14).

En La isla se expande, Carolina de Grinbaum presenta a
una familia judeo-polaca: "No puedo dejar extraviados en el
ingrato olvido al matrimonio
judeo-polaco y su hija, gnomos que poblaban uno de los cuartos
intermedios dentro de esa casa de sorpresas. La mujer, aun en su
corpulencia y aparente acritud, era modesta hasta lo invisible,
tan hacendosa y esforzada que lindaba con lo increíble.
El hombre,
como corresponde a su naturaleza de duende, siempre oculto.
Enfermo y resignado trataba de cubrir con su propio y esmirriado
cuerpo el panorama tétrico de los frecuentes accesos,
escupitajos y demás síntomas evidentes del mal que
lo volcaría inexorablemente al fin. Marianita
sentía cariño y respeto, en
especial hacia esa esposa y madre, geniecillo movido por el amor. En un
afán constante por tratar de alimentar y alegrar a
la familia, la
señora Matilde –ése era su nombre- pasaba
largas horas dentro de la cocina, manipulando ollas y sartenes de
las que finalmente extraía los mejores manjares elaborados
a la manera europea. Al suponer que para obtener esos excelentes
resultados frotaba las cazuelas como lo hiciera el legendario
Aladino con su lámpara maravillosa, no dejaba de
observarla. Gracias a Matilde adquirió buen gusto y
habilidad para la cocina" (15).

Un personaje de Mestizo, novela de Ricardo
Feierstein, relata por qué emigraron sus padres: "Moishe
Búrej realmente no quería venir a la Argentina,
pero ¿qué iba a hacer? Se fueron los hijos mayores
y después me fui yo, luego Carlos con mi hermana.
¿Quién quedaba? Nadie, salvo Jacobo, que vino con
ellos, en 1936. Cuando viajaron ya había guerra civil en
España, salieron justo, justo. En Polonia quedaron otros
parientes, tíos y primos: nunca más supimos algo de
ellos. La zona de Lemberg fue muy castigada durante la Segunda
Guerra, los alemanes entraron allí. Me contaron
después que han hecho un verdadero desastre de mi pueblo.
Fue una masacre en el centro, la zona de la feria, donde
vivían las famlias judías. A los ucranianos no les
hicieron nada, porque estaban con ellos. Pero de los nuestros no
quedó ninguno vivo. Por suerte, nosotros nos fuimos antes.
Dijimos ‘no va más acá, el futuro está
muerto’. Y nos fuimos" (16).

Liliana Díaz Mindurry es la autora de
Pequeña música nocturna,
novela distinguida con el Premio Emecé en 1998. En esa
obra, ella se refiere a las ocupaciones de una inmigrante, "una
rubia gorda y polaca que ha dormido en la calle, que ha sido
sirvienta en el colegio de la Santísima Trinidad. Y
también prostituta los fines de semana por
entretenimiento, por higiene, como
dice con su acento extraño" (17).

Gabriel Báñez relata que la Zwi Migdal era
una organización de trata de blancas que
tenía en Ensenada el centro de sus operaciones. Casi
todas las pupilas "venían de Varsovia, engañadas
por un correo que les prometía casamiento y fortuna en la
nueva tierra y con el cual refrendaban un contrato que
avalaban los padres de las jóvenes. En cuanto pisaban
puerto, debían enfrentarse sin embargo con la letra chica
del contrato: la prostitución o el remate" (18).

El polaco Sovotnik, personaje creado por María
Rosa Lojo en Las libres del Sur, dice: "Nunca fui un gran
señor ruso, pero sí el heredero de un buen
comerciante polaco. ¿Por qué cree que ahora soy
portero? Ya salí de Varsovia con la mitad de mi herencia gastada,
y me acabaron de desplumar en París. Por eso estoy
aquí, limpiando casas y vigilando puertas, ya que ni
estudio ni oficio tengo. Menos mal que no me falta alguna
facilidad para los idiomas" (19).

En Kadish para el hombre de la valija (20), de
Mauricio Goldberg, "Samuel Glezer, un pequeño comerciante
casado y con dos hijos adolescentes,
es el responsable de exhumar el recuerdo de su padre,
súbitamente fallecido. Su hermano es una figura ausente y
su madre oscila entre la sobreprotección y la
melancolía; ambos parecen desentenderse a su modo del
duelo que toda pérdida conlleva. A instancias de su madre,
Samuel escribe a los amigos de su padre, como él
emigrantes forzados y sobrevivientes del exterminio nazi. A
medida que recibe sus respuestas, Samuel se ve involuntariamente
impulsado a un viaje en la memoria, que lo llevará a
recordar su adolescencia
en Colonia Doctor Levin y a rescatar situaciones y voces que
resuenan en la identidad del pueblo judío. A través
de una voz narradora pródiga en emoción contenida,
Mauricio Goldberg ofrece en esta novela una reconstrucción
de la figura paterna, al tiempo que reflexiona sobre los ciclos
implícitos en toda vida" (21).

En El infierno prometido (22), de Elsa Drucaroff,
Dina anuncia a su madre que no se casará aún, pues
seguirá estudiando. Su padre la apoya en esa
decisión, y costea los estudios de la joven. La madre,
furiosa, la amenaza: "¡Vos vas a terminar en Buenos
Aires!". Poco después, el vaticinio materno comienza a
cumplirse: Dina es violada por un compañero de estudios.
Este hecho trae la vergüenza a la familia, y el desprecio de
quienes los conocen. Es entonces cuando aparece un hombre que
llega desde la Argentina, buscando novia para casarse.

El habla con el padre de una joven judía polaca.
"Señor Hamer, yo soy un hombre práctico –dijo
sonriendo-. Busco una buena judía trabajadora que pueda
manejar mi casa y criar a mis hijos. Buenos Aires es una gran
ciudad, con costumbres diferentes. No es fácil encontrar
chicas bien preparadas para el matrimonio en una ciudad grande. Y
en el caso de su hija, precisamente por lo que ella vivió,
sé que va a valorar lo que voy a darle, y me lo va a
retribuir como merezco. Porque va a ser muy difícl que
encuentre a otro que pueda y esté dispuesto a dar lo que
yo estoy ofreciendo" .

En La rabina, escribe Silvia Plager: "Poca
atención le había prestado Esther a la
música, pero de pronto el solo de violín la
arrastró a un misterioso ámbito y en él su
madre le volvió a contar que cuando se declaró
el Estado de
Israel, papá tomó el violín y se puso a
tocar, a pesar de que sólo lo había aprendido de
chico y mal, como si Shmuel, su virtuoso hermano mayor asesinado
por los nazis lo guiara…" (23).

Rumanos

Un personaje de Hermana y Sombra, de Bernardo Verbitsky,
tiene dificultades con el castellano; el protagonista, un
niño hijo de inmigrantes rusos, le presta un libro: "Por
la calle Campana entraba regularmente un hombre gordo, Jacobo
para todos, o Jacoibos para quienes le imitaban el habla, y
él a su vez llamaba Doña María a todas sus
clientas, que le adquirían ropa, platos, y hasta muebles,
siempre en cuotas semanales, nunca muy elevadas. Salí, al
notar que la conversación se prolongaba, y también
intervine, pues eliminada ya la posibilidad de una venta, apreciamos
la simpatía del joven. El explicó que era un
judío de Rumania donde había sido estudiante, pero
obligado aquí a ganarse la vida, encontró su actual
ocupación de cuentenik. Deseaba perfeccionar su mal
castellano, y a mí se me ocurrió una excelente
idea, la de prestarle mi ejemplar del Quijote, regalo de mi padre
unos meses antes. Como yo lo había leído, no
tenía inconveniente en facilitárselo por un tiempo.
¿Qué mejor libro para practicar el español?"
(24.

En Soy Roca, novela histórica escrita por
Félix Luna, el protagonista se refiere a un viaje que hizo
en 1899: "Por un momento no me pareció encontrarme en el
confín del mundo sino en una casa de Sussex, o más
bien, de Devon-shire, de donde era oriundo Bridges.
Después visitamos los campamentos de los indios yaganes y
onas que trabajaban en el establecimiento. Al menos aquí
no se los perseguía, como había hecho aquel
aventurero rumano Julio Popper, que en tiempos de mi
concuñado instaló un lavadero de oro en el norte de
la isla, y como también lo hacían, según los
rumores que había escuchado, algunos capataces de
Menéndez" (25).

El rumano Julius Popper es el protagonista de Popper.
La Patagonia del Oro
, novela escrita por Daniel Ares
(26).

"Dueño de una de las mayores leyendas de la
Patagonia austral, Popper fue un emperador en potencia que
sedujo a los popes de la Generación del 80, en Buenos
Aires para introducir la fiebre del oro en Tierra del Fuego,
donde fundó una ciudadela, acuñó una
estampilla y una moneda propia. También manejó su
propio ejército y una comisaría. El Páramo,
donde funcionó la "cosechadora" fue, bajo sus dominios, el
sitio más poblado de la isla lo que derivó en un
enfrentamiento con el gobernador Féliz Paz. Murió,
se cree, envenenado por sus enemigos poderosos cuando, a los 35
años, diseñaba un plan para
conquistar el Polo Sur y ampliar así sus
dominios".

" ‘Se le doblaron las piernas y al caer quiso
aferrarse a la cómoda junto a la
cama, pero eran tantas las camas y las cómodas que
veía –y tan poca su suerte- que se agarró a
la que no era, manoteó la nada (otra ilusión que no
lo quiso), y muy dentro de sí –como de lejos, muy
lejos-, oyó el golpe seco de sus rodillas contra el piso y
se fue de boca hacia la muerte suspendido en la eternidad de
aquel instante que no duró un segundo y fue infinito en su
segundo’. Así ficcionó el periodista y
escritor Daniel Ares la medianoche del 5 de junio de 1893, hace
110 años, en la que el genial rumano Iulius Popper
encontró la muerte posiblemente envenenado por sus
enemigos, en el cuarto de un hotel porteño de la calle
Tucumán al 300, cuando tenía unos trajinados 35
años de edad" (27).

Rusos

Mario, el protagonista de Hermana y Sombra (28),
de Bernardo Verbitsky, es hijo de inmigrantes rusos. El se
refiere a la pobreza que
los agobiaba: "Dejamos en Bahía Blanca varias cuentas impagas,
pero la que realmente nos preocupaba era la del lechero, (…).
Teóricamente, le pagábamos mensualmente los cinco
litros que nos dejaba cada día pero siempre fue tolerante
para el cobro, aceptando los pretextos con que
explicábamos nuestra condición de deudores morosos.
En los últimos meses no pudimos darle un centavo sin que
él suspendiera el suministro de nuestro principal
alimento. Nuestra convicción, reafirmada más de una
vez por mamá, era que a ese pequeño español
bondadoso debíamos el no haber muerto de hambre, sobre
todo nuestra hermanita a quien no le faltaron nunca varias
mamaderas diarias para suplir los pechos casi secos de
mamá".

A criterio de Pedro Orgambide, Verbitsky "es, de manera
bien explícita, el novelista del alud inmigratorio de la
Argentina, de los inmigrantes y de sus hijos, porque en estos
prevalece todavía, por imperio de la sangre, la vital
intimidad de los padres" " (29).

Pedro Orgambide escribió la trilogía
integrada por El arrabal del mundo, Hacer la
América
y Pura memoria (1984-1985). En Hacer
la América
(30) evoca a los inmigrantes que llegaban a
nuestro puerto, alentados por la consigna que da tìtulo a
la obra. Españoles, italianos, judìos, griegos, son
los protagonistas de este relato que muestra la faceta
màs cruda del fenòmeno social que conmoviò
al paìs al iniciarse el siglo XX. La novela narra sucesos
acaecidos en las postrimerías del siglo XIX y en los
primeros años de la centuria siguiente.

En esa novela, evoca un carnaval de la década del
20: "Sonaban las gaitas de los gallegos. Los vascos
(pantalón y camisa blanca, pañuelo al cuello,
boinas, alpargatas) bailaban golpeando sus palos, combatiendo en
una esgrima de pies que se lanzaban al aire y
volvían en un paso de danza. Los
cosacos desenvainaban sus sables, degollaban a Israel Mitzer en
la puerta de la sinagoga y gritaban, sudados y coléricos,
fidelidad al zar y a la zarina. Bailaban los capoeiras del
Brasil y los
gitanos y los muchachos de Barracas. Bailaban los hombres
disfrazados de osos, de monos, de tigres, de gigantescos perros y
caballos. Bailaban los hombres disfrazados de mujeres y las
mujeres disfrazadas de hombre; bailaba el disfraz hermafrodita:
mitad hombre, mitad mujer, mitad novio, mitad novia; danzaba el
lanzador de dardos, el salvaje que besaba al explorador en la
boca; bailaban los enanitos, los viejos, los enclenques. En el
palco, las orquestitas de Retiro, de las viejas romerías,
tocaban los tanguitos de otro tiempo, puro flautín, pura
guitarra, pero ahora subía una orquesta típica
nacional que dirigía el maestro Arrieta.

"¿Qué es lo que uno cuenta cuando
está contando? –se pregunta Orgambide- Seguramente,
algo más que una historia, una anécdota, un hecho,
una realidad imaginada en algún momento de nuestra vida.
Lo que uno cuenta, casi siempre tiene que ver con nuestra
‘novela Familiar’, con nuestro origen, con nuestra
identidad, al Fin" (31).

Afirma el escritor: "La presencia de una
tipología judía es más notoria en la novela
Hacer la América (1984) donde aparece David
Burtfishtz y Raquel, su mujer y su hija Liuba; la imagen
patriarcal de su suegro, Israel Mitzer, las figuras de la
picaresca judía como la señorita Yurkovsky o el
actor Iehuda Midlin o el señor Katz, profesor de teatro. La vida
de los inmigrantes judíos en una colonia judía o en
la ciudad, revivió en mí una ‘memoria
olvidada’ y fui muy feliz al poder escribirla"
(32).

En Aventuras de Edmund Ziller, Orgambide presenta
–ademàs de muchos inmigrantes de diferentes
nacionalidades- a un narrador nieto de un ruso, quien afirma:
"descubro que Ziller se parece de una manera cruel a mi propio
abuelo, al pobre abuelo loco, al chiflado que vivìa en un
triste y oscuro cuartito cercano a la terraza, donde, a los cinco
años yo lo vi sin comprender la tempestad y el
desgarramiento del exilio (…) oculto por la enfermedad y la
locura del mundo que arrastra a los hombres lejos de su tierra, y
que un dìa los devuelve, crèame, como las olas de
la `playa" (33).

En Donde sopla la nostalgia (34),novela de
Mauricio Goldberg, Max Gurovitz, su esposa Fany y su hijo David
emigran de Polonia –donde habían emigrado
anteriormente- porque "Otra vez los gritos de ‘yid’
atronaban la calle. El viaje había sido inútil. Se
culpó por haberla dejado sola mientras él iba al
mercado.
Aún tenía el uniforme ruso de inválido, si
no ya estaría hecho pedazos. Para ellos la guerra
había terminado pero no su odio por los
judíos".

Señala Reiner Kornberger: "Tanto el protagonista
de Donde sopla la nostalgia como también su autor,
Mauricio Goldberg, adelantan su aliá para prestarle
servicios a
una Israel agredida por los países árabes en junio
de 1967. Los 114 párrafos de la novela narran
alternativamente las vivencias del protagonista Mario en Israel
desde su llegada hasta su retorno a Buenos Aires
(capítulos pares) y la historia de sus padres en
Polonia/Rusia antes de la Segunda Guerra
Mundial hasta su emigración a la Argentina
(capítulos impares)" (35).

Hay rusos en el Chaco. Magdalena Kramenenko, uno de los
personajes de Mempo Giardinelli en Santo Oficio de la
Memoria
, se interesa por los platos de diferentes
colectividades y, cuando los cocina, es digna de elogios: "Todas
cosas judías, deliciosas, bien condimentadas. Arenque
ahumado, y unos blintzes, madre mía, para chuparse los
dedos. Y no solamente judías porque también
hacía unas paellas que te dejaban de cama. Y no te
cuento las
mermeladas que preparaba: de rosa mosqueta, de grosellas, de
granadas, de higos. O las ravioladas con salsa a la bolognesa o
la Príncipe di Nápoli, mamma mía.
También hacía unos guisos carreros que le
enseñó tu papá, muy delicados, porque
tenían las dosis exactas de hierbas, especias
exótica, pizcas de esto y de lo otro, todo hecho con
amor, el morfi
con amor es otra cosa" (36).

En El árbol de la gitana, de Alicia
Dujovne Ortiz (37),los Dujovne "Se vistieron de negro riguroso,
él con un hongo redondito en la cabeza, ella con un
pañuelo y, de inmediato, se encontraron extraños.
Parecían vestidos con ropa ajena. La crispación del
hombro o la cadera hacía chingar la falda o la chaqueta.
Se las habían puesto miles de veces, pero lo que ahora las
hacía diferentes era la actitud de los
cuerpos con el adiós adentro: nadie se para del mismo modo
cuando parte para siempre. Al marcharse perdían su familia
y su país pero también su nombre. Nadie más
los llamaría Dujovne con el matiz exacto de la e, esa e
tan ambigua, de origen tártaro, que se desliza entre la e
y la y, mientras la lengua, casi pegada al paladar, deja pasar el
aire. Lo sabían tan bien, que ya apartaban de sus rostros,
como espantándose una mosca, la tentativa de explicar
cómo se pronunciaba el apellido, admitiendo de entrada que
Dujovnie se volviera Dujovne, con una e castellana sosa y
desabrida como matse sin té. (…) No se iban solos a la
Argentina Sara y Samuel. La caravana rumbo al Sur era nutrida,
vibrante y esperanzada. Muchos otros Dujovnes con sus perdidas
letras finales viajaban para afincarse en aquel sitio del mapa de
forma nadadora, pero trunca, sin brazos ni piernas: Entre
Ríos".

Ricardo Feierstein es el autor de La logia del
umbral
(38),novela sobre la inmigración judía a lo largo de cien
años. En ella cuenta el proyecto de
cuatro generaciones de una familia, que se propone llegar a
caballo desde Moisesville, provincia de Santa Fe, mediante postas
de dos jinetes por vez, con una caja de madera de cerezo que
contiene tierra de la primera colonia judìa en la
Argentina y ‘una mezuzà, estuche de hueso con un
trozo de papel escrito con letras hebreas’, hasta la Plaza
de Mayo, donde la enterraràn bajo la
Piràmide.

Cuando el miembro màs joven de este grupo
està por concretar la iniciativa de su familia y de
èl mismo, al pasar frente a la AMIA, una terrible
explosiòn lo "revolea por el aire. Todo se vuelve negro
–rememora-, el rugido ensordecedor parece indicar que, con
la oscuridad de un eclipse gigante, ha llegado el fin del mundo.
En ese instante, cien años de vida familiar y comunitaria
se atropellan para desfilar ante los ojos desorbitados de mi
conciencia en
fuga".

Entre los personajes se encuentran los fundadores de
Moisésville. No acompañó la suerte a los
pioneros. Cuando fueron al campo, pasaron "Días y
días sin masticar. Los niños
enfermaban…". Se refiere el escritor a la colonia santafesina a
la que se trasladaron desde el Hotel. Allí comprobaron que
no tenían alimento ni dónde guarecerse: "Nada hay
donde todo debiera estar: ni carpas, ni elementos de labranza, ni
semillas. Ni siquiera un hombre del lugar, en
representación del propietario, para entregar esas tierras
tan laboriosamente adquiridas a través del cónsul
comercial argentino en París, que actuaba en nombre del
terrateniente".

María Inés Krimer es la autora de La
hija de Singer
(39), obra en la que –escribe
Damián Tabarovsky- "cuenta una historia sencilla pero
potente: la muerte del padre y el duelo de treinta días
que según la tradición judía deben
transcurrir hasta la despedida" (40). La novela fue distinguida
con el Premio del Fondo Nacional de las Artes.

En La pasión de un visionario Theodor
Herzl
(41), Miryam E. Gover de Nasatsky se refiere a los
colonos del Barón Hirsch. El Barón dialoga con
Theodor Herzl acerca de la conveniencia de sacar a los
judíos de los lugares en los que se los oprime, pero,
mientras Hirsch está orgulloso de su obra, para Herzl, no
es más que beneficencia. Además –opina
Herzl-, el Barón logra salvar a unos cuantos
judíos, no a todos, objetivo que
se lograría si existiera un Estado.

Perla Suez es la autora de la Trilogía de
Entre Ríos
(42): "Las tres nouvelles reunidas en este
libro –Letargo, El arresto y Complot
comparten un territorio: aquel ubicado en una zona de la
provincia de Entre Ríos, y que es al mismo tiempo el que
se halla entre los ríos de la memoria. Esos espacios son a
la vez la excusa y el fin de estas tres narraciones
excepcionales" (43). El libro ha sido traducido al inglés
por Rhonda Dhal Buchanan; actualmente se traduce al italiano,
francés y al alemán.

En El Arresto, "El canto del cosaco, el ciclo de
maduración del arroz, la palabra sólida del padre
signan la vida de Lucien Finz durante sus primeros años y
para siempre. Cuando la ciudad sea su nuevo ámbito, los
recuerdos como voces traerán las palabras con que se
nombra el miedo a la plaga de la lagarta militar, el peligro de
las isocas, el arrozal anegado, la paciencia del calor del
verano, los graznidos de las tijeretas. El viaje de Villa Clara a
Buenos Aires no es más que un tramo que completa o
simplemente continúa el recorrido más extenso y
moroso de una familia de inmigrantes judío rusos que busca
convertirse en habitante del suelo que pisan
sus pies. Por ello, se arraigan al trabajo de la tierra primero
y, cuando las lluvias continuas arruinan el sueño, el hijo
reanuda el camino hacia las ilusiones que augura la capital. Pero
el año 1919 dicta también su propio ritmo y la
ciudad es una quimera convulsionada por el cruce violento de las
ideas políticas"
(44).

Acerca de Letargo se ha escrito: "Lete es uno de
los ríos del infierno, cuyas aguas hacían olvidar
el pasado. Lete es también el nombre de una mujer que
pierde a uno de sus hijos y se sumerge en los días de
solados para siempre. Queda una niña: Déborah.
¿Con qué voz puede explicar ese letargo que se
dibuja en el nombre de su madre como un destino irrevocable?
¿Cómo se narra la enfermedad cuando aún no
hay par¡labras infantiles que la nombren?. Para reconstruir
lo que se ha roto en la memoria, ella deberá vagar entre
sus voces, desdoblarse en niña y en mujer, en sombra y
niebla. A través del recuerdo y de la tierra,
Déborah marcha hacia un pueblo de Entre Ríos, donde
moran el dolor de un padre taciturno y la bobe que aplasta con su
mirada. Nada explica lo que una niña no debe oír,
lo que una niña debe callar. Ni siquiera el iddish de la
bobe, el silencio del padre". Un viaje al lugar donde la muerte
sigue sucediendo como una acción
impuntual, constante. El desafío de volver a esa casa
donde la soledad crece cada vez que el viento deja de azotar las
ventanas; la necesidad de ir a buscar a la niña que fue,
cuyo rostro se esfuma en la bruma plomiza del pasado"
(45).

Deborah, la protagonista, recuerda "las historias que le
contaba su bobe, recolecciones que llevan al lector una
gran distancia en el espacio y el tiempo, a la ciudad de Odessa a
fines del siglo diecinueve. En aquel entonces, la familia de su
abuela huyó de los pogroms del Zar Nicolás II,
buscando refugio en Lyon, Francia antes
de emigrar a la Argentina, donde se establecieron en una de las
colonias agrícolas de Entre Ríos, como miles de
otros judíos refugiados, incluso los antepasados de la
autora" (46).

Con esta novela, Perla Suez fue Finalista del Premio
Mundial de Literatura Rómulo
Gallegos en 2001.

Ucranios

En Músicos y relojeros, escribe Alicia
Steimberg: "Cuando la abuela migró de Kiev a Buenos
Aires tenía once años. La mandaron a la escuela y
aprendió muy bien el castellano. Cantaba tangos como un
pájaro enfermo: Cicatriiiiiiiiiiiiiices (trino)
imborrables de una heriiiiiiiiiiiida (trino).

Nunca hablaba de cómo llegó a casarse con
el abuelo. Una a una fue pariendo a sus hijas, con toda
facilidad. Siempre se adelantaban a la partera, ansiosas por
nacer y empezar a pelearse. Hubo tiempos muy malos. La desocupación. El desalojo. En un baile de
beneficencia se reunieron fondos para procurarles, como a otros
pobres, un nuevo techo. El Hogar publicó una nota sobre
esa fiesta. Aprovechando la oportunidad, varias niñas
fueron presentadas en sociedad. Se iniciaron varios noviazgos. En
sucesivas notas de la revista aparecieron fotografías de
las formalizaciones, !as bodas y el nacimiento de los
primogénitos. Las jóvenes madres eligieron nombres
para sus históricos hijitos. Los mismos que llevan, hasta
el día de hoy, los hijos de Otilia.

Antes de casarse, Otilia y Amanda eran vendedoras en La
Piedad, donde ensalzaban ante las clientas las bellezas de los
batones y los pirineos. Mele, la dura. de casar, nunca
trabajó fuera de

casa. A veces cosía algo, ayudaba en los
quehaceres, y cuando terminaba se ponía a pintar. Pintaba
flores, barcos a vela en crepúsculo, holandesas con
tulipanes, parvas junto a casas de campo. Los copiaba de unas
tarjetas
postales que
tenía" (47).

Un ucranio estaba confinado en la cárcel de
Neuquén, en 1943. En El árbol de la gitana,
escribe Alicia Dujovne Ortiz: "Carlos permaneció dos
años en esa célebre prisión centenaria de la
que parecía haber guardado los mejores recuerdos. Sus
relatos eran tan seductores que provocaban la nostaliga de la
gente libre: si era así la cárcel, para qué
estar afuera. Según él, los comunistas encarcelados
en 1943 se habían organizado con su proverbial disciplina,
habían hecho gimnasia,
habían dejado de fumar y se habían dado los unos a
los otros cursos de ruso y de historia argentina. Un camarada
ucraniano dirigía un coro. En ese entonces a nadie se le
ocurría cantar el folclore de las provincias y, entre los
presos políticos, más impensable aún hubiera
sido un tango".
Años después, la escritora se entera de que la
música no salvó a este inmigrante: "El ucraniano
del coro se había vuelto loco y había terminado sus
días en un manicomio" (48).

Yugoslavos

En El árbol de la gitana, escribe Alicia
Dujovne Ortiz: "De pronto se oye la voz de un yugoslavo. Es un
obrero del ferrocarril lo bastante borracho como para interrumpir
la payada con una canción de su país"
(49).

Sin Mención de origen

En Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes
escribe acerca de "la desvergüenza del gringo Culasso que
había vendido por veinte pesos a su hija de doce
años al viejo Salomovich, dueño del
prostíbulo" (50).

En Lunas eléctricas para las noches sin
luna
, escribe Belén Gache: "Al igual que Mirko y mis
padres, han llegado a estas tierras personas provenientes de Hong
Kong, de Túnez, de Madeira, de Angola y del Orinoco. Si
uno juntara los nombres de todas ellas, seguro se
formaría, a su vez, un océano, un gran
océano de nombres" (51).

Varios

A criterio de Delfín Garasa, "Una de las
más cumplidas descripciones de un heterogéneo
desembarco es la que ofrece Luis Pascarella en su novela-alegato
documental, El conventillo. Llega el Christoforo
Colombo
y primero bajan los hombres de negocio con su
apoplética cerviz, con el paso resuelto de los
acostumbrados a dar órdenes y ser obedecidos, los turistas
ingleses con sus máquinas
fotográficas y algunas señoras un tanto perplejas
por no ver en el muelle indios con plumas y taparrabos. Por ese
entonces, el viaje a Europa empezaba a otorgar prestigio social,
y los argentinos que regresan cambian opiniones en alta voz sobre
los modelos de
París, el mobiliario inglés o la sinfonía
escuchada en la Opera de Viena. Y, finalmente, aparecen los
inmigrantes, tan fustigados en los azares de las proclamas
políticas, un ‘enorme hormiguero’ que
había viajado en el mayor hacinamiento. Rostros curtidos,
exhaustos, azorados. En todos se presiente la pregunta:
¿Qué les deparará esta nueva tierra? De
pronto, una mirada se ilumina o un brazo se agita en alto porque
se ha reconocido a alguien en la muchedumbre que espera. Van
bajando los hebreos de desgreñadas barbas y gastados
levitones, los ‘turcos’ con sus espaldas combadas,
los nórdicos enjutos, los napolitanos pequeños y
retorcidos como raíces, los andaluces gárrulos, los
gallegos pacientes, los holandeses esponjosos, los genoveses de
músculo recio e insaciable voracidad. Una mujer besa la
tierra que los acoge y tras su actitud ritual se adivina un
pasado de penurias y recelos. Y agrega Pascarella: ‘La gran
ciudad de calles dirigidas hacia el Oeste recibe en su seno
aquella semilla que purificada en un ambiente de
libertad (…)
se reproducirá en su inmensidad desierta" (52).

En Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal,
tres personajes discuten acerca de la nacionalidad
de unos rufianes. Un personaje afirma: "¡Esos caften
son marselleses! (…) y juró que los había visto a
montones en las casas del ramo, con sus galeritas melón,
sus bigotes mediterráneos y sus pesadas cadenas de oro".
Otro personaje sostiene que son polacos, y un tercero, que son
rumanos. Doña Venus emite un "fallo inapelable", cuando
dice "De todo hay, como en botica" (53).

En Moira Sullivan (54), de Juan José
Delaney, la protagonista escribe una carta fechada en 1932, en la
que expresa: "Debo decir que pese a que los hijos de Erín
se jactan de haberse integrado con el resto de la población, la verdad no es exactamente
así. Tienen sus propios colegios, sus propios templos y
clubes, y quien comete la osadía de casarse con un "nap"
(¿napolitano y por extensión italiano?) o con un
"gushing" (derivado, probablemente, del verbo inglés to
gush, que significa hablar con excesivo entusiasmo y que es un
neologismo para aludir a los gallegos y también por
extensión a los españoles), se aíslan o son
lenta pero inexorablemente segregados. En verdad esto ocurre con
casi todas las comunidades extranjeras que se han radicado
acá: árabes, armenios, ucranios y, muy
especialmente, judíos. Para no hablar de los
británicos que a su injustificado desdén agregan
cierto cinismo ancestral".

En La logia del umbral, de Ricardo Feierstein,
uno de los personajes: "afirma: "Incluso, antes de la guerra,
vinieron judíos de Alemania, Holanda y Polonia. Esto era
Sión para ellos, la tierra de la libertad, de la leche y la
miel, donde pudieron salvar sus vidas y tratar de rehacerlas.
Más polacos y lituanos llegaron después, en los
años ‘40" (55).

En la Semana Trágica de 1919 –cuenta uno de
los personajes de Vázquez Ríal- "se desató
la caza del ruso. Asi lo llamó la prensa. Eso del ruso…
es un término muy amplio, que alude al judío, el
polaco, el húngaro, al que se supone comerciante, o
bolchevique, o terrorista, no importa lo incongruentes que
parezcan estos términos… (…) los jóvenes que
poco después serían organizados en la Liga
Patriótica, armados, tomaron al asalto el barrio de Once,
el barrio judío, identificándose con un brazalete
celeste y blanco, apedreando tiendas y deteniendo a cuanto
peatón con barba se les pusiera a tiro" (56).

Pensión "La Rosales" se titula la novela de Juan
Jorge Nudel, en la que encontramos a los Goldman, una familia
judìa que sòlo observa tres de las fiestas de su
religiòn, y a la prostituta que llegò desde Europa
engañada, pensando que su futuro serìa muy distinto
del que encontrò en Amèrica. Personajes de
historias escritas con agudeza y don de observaciòn por
este autor que ingresa a la literatura con condiciones que el
lector advertirà desde el inicio de la novela
(57).

En
novelas
juveniles

Húngaros

En la Argentina, Stéfano, el protagonista que da
nombre a la novela de María Teresa Andruetto, trabaja en
un circo, en el que trabaja también un húngaro: "A
Stéfano le asombran las costumbres de esta gente, lo que
comen, la ropa que usan, el modo en que hablan; gente venida de
todas partes que se ha ido sumando al circo. Uno de los payasos
es húngaro, son de Lignano el domador y el viejo Lucca, y
la contorsionista es brasileña" (58).

Rusos

Acerca de su novela Memorias de Vladimir (59), escribe
Perla Suez: "Nací en Córdoba. Me crié en
Basavilbaso, un pueblo de la provincia de Entre Ríos. Muy
cerca de donde transcurre una etapa de la vida de Vladimir. A
medida que la historia avanzaba me reencontraba con espacios
vividos. Sabía que estaba escribiendo un episodio de mi
vida. Buscaba dentro mío una voz propia que naciera de mis
palabras. Soy nieta de inmigrantes judíos que escaparon de
Rusia en la época en que el zar Nicolás II los
perseguía. Durante el tiempo en que trabajé en este
libro estuve muy preocupada por la suerte de mi personaje.
Sentí ternura por él y esa ternura no me
abandonó hasta el final. Mi personaje habla en esta
historia como lo hacía mi abuelo. Vladimir tiene un aire a
mi padre. Vera, el gran amor de Vladimir se me figura a mi madre"
(60).

Relata el protagonista: "Nací en la aldea de
Porskurov hace mucho tiempo. El zar mandaba en Rusia, el zar
Nicolás II. No conocí a mis padres. Fui criado por
mi tío Fedor. A los diez años hachaba leña
de la mañana a la noche por apenas un copec.
(…)Tío Fedor era colchonero, guardaba la máquina
de cardar en el cobertizo. A veces para soportar el miedo yo
cardaba lana. Cuando oía chirriar el cerrojo de la puerta
y reconocía sus pasos, mi corazón
volvía a su remanso".

La novela fue galardonada con el White Ravens, 1992,
Biblioteca
Internacional de la Juventud de Munich, Alemania, y ALIJA,
Asociación Argentina de Literatura
Infantil, Sección Nacional del IBBY.

Varios

Dimitri es el nieto de Vladimir. En Dimitri en la
tormenta (61), "Dimitri y su abuelo ayudan a Tania, que viene
escapando del nazismo, a entrar al país. A través
de lo que la mujer cuenta, el chico irá descubriendo el
horror de la guerra. Comprenderlo se le hace difícil, muy
difícil. Una novela donde se entrelazan sin tapujos
tristeza, odio y dolor con momentos de intensa felicidad. Any, el
amor y la emoción profunda de cumplir trece años y
festejar el barmitzvá" (62).

Relata Tania: "Con el anillo de brillantes de mi madre
compré a uno de los comandantes y escapé.
Vagué por cloacas, estuve en una iglesia donde
un sacerdote me ayudó. Disfrazada de mendiga, pude llegar
a la bahía de Gdansk. Y logré esconderme en el
barco carguero en el que llegué".

Esta novela fue seleccionada por la Asociación de
Literatura Infantil y Juvenil Argentina (ALIJA) y por la
Fundación de Lectura, Fundalectura, Bogotá,
Colombia, entre los mejores libros para
jóvenes.

Partes: 1, 2, 3, 4
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