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"Rusos" en la Argentina (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4

Notas

  1. Fingueret, Manuela: Hija del silencio.
    Buenos
    Aires, Planeta, 1999.
  2. Suez, Perla: Complot, en Trilogía de
    Entre Ríos
    . Buenos Aires, Editorial Norma, 2006.
    (Colección La otra orilla).
  3. S/F: "Complot, de Perla Suez", en
    www.perlasuez.com.ar.
  4. Feierstein, Ricardo: La logia del umbral.
    Buenos Aires, Galerna, 2001.
  5. Vázquez-Rial, Horacio: El camino del norte.
    Norma, 2006. 216 pp.
  6. Requeni, Antonio: "Pasado, presente y realidad", en
    La Nación, Buenos Aires, 24 de diciembre de
    2006.
  7. Weisz, José Martín: …mientras los
    violines tocaban csárdás. Un viaje a
    Hungría. Buenos Aires, Milà, 2002.
  8. S/F: en Wernicke, Enrique: El agua. Buenos
    Aires, CEAL, 1980. (Capítulo)
  9. Wernicke, Enrique: El agua. Buenos Aires,
    CEAL, 1980. (Capítulo).
  10. Isaac, Jorge: Una ciudad junto al río. Buenos
    Aires, Marymar, 1986.
  11. S/F: en La Capital,
    Rosario
  12. Issac, Jorge E.: op. cit.
  13. Shua, Ana María: El Libro de los
    Recuerdos. Buenos Aires, Sudamericana, 1994.
    (contratapa).
  14. Shua, Ana María: El Libro de los Recuerdos.
    Buenos Aires, Sudamericana, 1994.
  15. Grinbaum, Carolina de: La isla se expande. Buenos
    Aires, ig, 1992.
  16. Feierstein, Ricardo: Mestizo. Buenos Aires,
    Planeta, 1994.
  17. Díaz Mindurry, Liliana: Pequeña
    música
    nocturna
    . Buenos Aires, Emecé, 1998.
  18. Báñez, Gabriel: op.
    cit.
  19. Lojo, María Rosa: Las libres del Sur Una
    novela sobre
    Victoria Ocampo
    . Buenos Aires, Sudamericana,
    2004.
  20. Goldberg, Mauricio: Kadish para el hombre de
    la valija
    . Buenos Aires, Galerna, 2005.
  21. "Kadish para el hombre de la
    valija", Mauricio Goldberg, Galerna, 2005 El Día, La
    Plata. 23 de Abril de 2005
  22. Drucaroff, Elsa: El infierno prometido Una
    prostituta de la Zwi Migdal
    . Buenos Aires, Sudamericana,
    2006. 336 pp. (Narrativas históricas)
  23. Plager, Silvia: La rabina. Buenos Aires, Planeta,
    2006.
  24. Verbitsky, Bernardo: Hermana y Sombra. Buenos
    Aires, Editorial Planeta Argentina, 1977.
  25. Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires,
    Sudamericana, 1991, pp. 322-3
  26. Ares, Daniel: Popper. La Patagonia
    del Oro
    . Buenos Aires, Alfaguara, 1999.
  27. S/F: "A 110 AÑOS DE LA MUERTE
    DEL RUMANO SE DESCONOCE DÓNDE ESTÁN SUS RESTOS
    Julio Popper, el primer desaparecido", en Tiempo
    Fueguino
    , Ushuaia, 8 junio de 2003.
  28. Verbitsky, Bernardo: op. cit.
  29. S/F: en "Bernardo Verbitsky Nagasaki mon amour", en
    Abanico de la Biblioteca
    Nacional, Mayo de 2005, .
  30. Orgambide, Pedro: Hacer la América. Bruguera, 1984.
  31. Orgambide, Pedro: "La literatura en
    tiempos de intolerancia. Identidad y
    narración", en Feierstein, Ricardo y Sadow, Stephen A.
    (comp.): Recreando la cultura
    judeoargentina / 2 Literatura y artes plásticas
    .
    Buenos Aires, Editorial Milá, 2004.
  32. ibídem
  33. Orgambide, Pedro: Aventuras de Edmund Ziller.
    Buenos Aires, Editorial Abril, 1984.
  34. Goldberg, Mauricio: Donde sopla la nostalgia.
    Buenos Aires, Grupo Editor
    Latinoamericano, 1985.
  35. Kornberger, Reiner: "Construir y reconstruirse: la
    experiencia kibutziana en la literatura judeoargentina", en
    Feierstein, Ricardo y Sadow, Stephen A. (comp.): Recreando
    la cultura judeoargentina/2 Literatura y artes
    plásticas
    Tomo 2. Buenos Aires, AMIA/ Editorial
    Milá, 2004.
  36. Giardinelli, Mempo: Santo Oficio de la
    Memoria
    . Buenos Aires, Seix Barral, 1991.
  37. Dujovne Oriz, Alicia: El árbol de la
    gitana
    . Buenos Aires, Alfaguara, 1997.
  38. Feierstein, Ricardo: La logia del umbral.
    Buenos Aires, Galerna, 2001.
  39. Krimer, María Inés: La hija de
    Singer
    .
  40. Tabarovsky, Damián: "La hija de Singer,
    por María Inés Krimer", en Clarín,
    Buenos Aires, 29 de junio de 2002.
  41. Gover de Nasatsky, Miryam E.: La pasión de
    un visionario Theodor Herzl
    . Buenos Aires, Milá,
    2004. 163 pp. (Imaginaria).
  42. Suez, Perla: Trilogía de Entre
    Ríos.
    Buenos Aires, Editorial Norma, 2006. (La otra
    orilla)
  43. S/F: en www.perlasuez.com.ar
  44. ibídem
  45. ibídem
  46. Buchanan, Rhonda Dahl: "La madriguera de la memoria
    en ‘Letargo’ de Perla Suez", en Feierstein, Ricardo
    y Sadow, Stephen A. (comp.): Recreando la cultura
    judeoargentina / 2 Literatura y artes plásticas
    .
    Buenos Aires, Editorial Milá, 2004.
  47. Steimberg, Alicia: Músicos y relojeros. Buenos
    Aires, CEAL, 1983.
  48. Dujovne Ortiz, Alicia: El árbol de la
    gitana.
    Buenos Aires, Alfaguara, 1997.
  49. Dujovne Ortiz, Alicia: op. cit.
  50. Güiraldes, Ricardo: Don Segundo Sombra.
    Buenos Aires, CEAL, 1979. 216 pp.
    (Capítulo).
  51. Gache, Belén: Lunas eléctricas para
    las noches sin luna
    . Buenos Aires, Sudamericana,
    2004.
  52. Garasa, Delfín Leocadio: La otra Buenos
    Aires. Paseos literarios por barrios y calles de la ciudad
    .
    Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1987.
  53. Marechal, Leopoldo: Adán Buenosayres.
    Buenos Aires, Sudamericana.
  54. Delaney, Juan José: Moira Sullivan.
    Buenos Aires, Corregidor, 1999.
  55. Feierstein, Ricardo: La logia del umbral.
    Buenos Aires, Galerna, 2001.
  56. Vazquéz-Rial, Horacio: op.
    cit.
  57. Nudel Pensión "La Rosales". Buenos Aires,
    Editorial Milá, 2002.
  58. Andruetto, María Teresa: Stéfano.
    Buenos Aires, Sudamericana, 2001.
  59. Suez, Perla: Memorias de
    Vladimir. Buenos Aires, Editorial Colihue, 1993. (Libros del
    malabarista)
  60. Suez, Perla: en www.perlasuez.com.ar.
  61. Suez, Perla: Dimitri en la tormenta. Buenos Aires,
    Editorial Sudamericana, 1997. (Primera
    Sudamericana)
  62. S/F: en www.perlasuez.com.ar

En
cuentos

Checoslovacos

Abelardo Castillo evoca, en "El candelabro de plata", a
Franta, un pordiosero checoslovaco. Recuerda el narrador. "El
viejo, cohibido al principio, de pronto empezó a hablar.
Tenía un acento raro, dulce. Se llamaba Franta, y creo no
haberme sorprendido al darme cuenta de que no era un hombre
vulgar: hablaba con soltura, casi con corrección. Acaso yo
le había preguntado algo, o acaso, rota la frialdad del
primer momento (para esa hora ya estábamos bastante
borrachos), la confesión surgió por sí
misma" (1).

En "La golem", Horacio Vázquez-Rial relata que
"en la Patagonia, cerca del mar", vivían Raquel Grein y su
padre: "Alrededor de mil novecientos diez, Raquel Grein
había puesto ahí su propia casa de putas, junto a
un poblado transitoriamente próspero cuyo nombre es
preferible olvidar, tan helado como la miserable aldea
judía del este de Chequia en la que ella había
visto su primera luz, una luz
espesa y perturbadora, de lámpara de aceite, que en
nada se parecía a la del sol".

Húngaros

Escribe Marta Lynch: "A Rosa le gustaba el Carnaval.
Había en la fiesta, una alegría y un misterio que
le hacían tanto bien como disfrazarse de aldeana
húngara o de mascota, con muchas rosas de
paño distribuidas en el pelo y en el ruedo del vestido y
una gran cofia almidonada que hacía resaltar su
áspera piel oscura"
(2).

Polacos

En "Permiso, maestro", Isidoro Blaisten presenta a "La
Colorada", "una polaca llamada Vlasta, es la prima de la pollera"
(3).

En "Carroza y reina", escribe: "Ya se ven las guirnaldas
en la laca restallante, las guardas, las cenefas y las volutas de
color de fuego,
las letras en alegre novecientos en la madera calada,
y los lises, las rosas, los tréboles, las fustas con
diamantes, los escudos argentinos, las amapolas de cinco
pétalos, las guitarras encintadas, los facones con
chispitas y el bandoneón desplegado que el maestro
filetero León Untroib ha pintado en las cuatro barandas de
la carroza, en seis días desde el alba al
crepúsculo" (4).

Los inmigrantes padecen las secuelas de la guerra. En un
cuento de
Sebastián Jorgi, un hombre dice a su mujer: "A la
semana de vivir juntos, mamá Freda se largaba a llorar
todas las noches en la habitación contigua. Vos me
explicaste que estuvo en el Ghetto de Varsovia y no quiere dormir
sola porque tiene mucho miedo de sólo pensar que los nazis
la llevarán a la casona del fondo del campo"
(5).

En "El hijo de Butch Cassidy", escribe Osvaldo Soriano:
"La guerra en Europa
había interrumpido los mundiales. Los dos últimos,
en 1934 y 1938, los había ganado Italia y los
obreros piamonteses y emilianos que construían la represa
de Barda del Medio en la Argentina y las rutas de Villarrica en
Chile se sentían campeones para siempre. Entre los obreros
que trabajaban de sol a sol también había indios
mapuches conocidos por sus artes de ilusionismo y magia y sobre
todo europeos escapados de la guerra. Había
españoles que monopolizaban los almacenes de
comida, italianos de Génova, Calabria y Sicilia, polacos,
franceses, algunos ingleses que alargaban los ferrocarriles de Su
Majestad, unos pocos guaraníes del Paraguay y los
argentinos que avanzaban hacia la lejana Tierra del
Fuego. Todos estaban allí porque aún no
había llegado el telégrafo y se sentían a
salvo del terrible mundo donde habían nacido"
(6).

Weronicka, la protagonista de un cuento de Natalia
Kohen, manifiesta: "vinimos a la tierra
elegida por nosotros, a la Argentina, donde rehice mi vida y tuve
a mi hija. A pesar de eso, a veces añoro mi tierra
natal. En Polonia, cuando tenía dieciocho años,
soñaba con ser médica. Aquí soy masajista,
hice masajes a todos los que me llamaban, a las gentes más
dispares. Ahora, gracias a Dios me doy el lujo de poder
elegir…" (7).

En "Gratitud" (8) -cuento de Leonel Giacometto
distinguido con la Tercera Mención en el Concurso
Internacional de Cuentos de
Temática Judía, convocado por la AMIA-, la
narradora recuerda a su abuela inmigrante: "Abuela había
nacido en Polonia, y muy joven llegó, en barco, a la
Argentina, más precisamente a la ciudad de Rosario. Era lo
único, en mis tardes de siete años, que
sabía sobre la vida de abuela, que se llamaba Hanna, y no
Anna, así, como decía madre que se escribía,
con dos enes".

En "1994 Treblinka: 52 años despues; la carta del
abuelo", de Alberto Mazor, el antepasado le escribe: "Es triste
pensar que voy a ser asesinado a sangre
fría, es por eso que prefiero no aceptarlo y vivir en
funcion del desentendimiento" (9).

Rusos

"La siesta" (10) se titula uno de los cuentos que
Alberto Gerchunoff incluyó en Los gauchos judíos.
Así comienza: "Sábado, día del santo reposo,
día bendecido por los escritos rabínicos y saludado
en las oraciones de Yehuda Halevi, el poeta. La colonia duerme en
una tibia modorra. Blancas las paredes y amarillos los techos de
paja, las casuchas lucen al sol, sol benigno de la primavera
campestre. Del cielo, lavado por la lluvia de la víspera,
desciende una paz religiosa, y de la tierra se elevan rumores
apacibles".

Alberto Gerchunoff dejó, en el cuento "El
día de las grandes ganancias", testimonio de su
época de vendedor ambulante, durante la adolescencia.
"Necesitaba poco para abandonar el comercio a que
me dedicaba. Era yo entonces alumno del colegio nacional.
Había dado examen de primer año,
encontrándome imposibilitado para continuar los cursos. Me
faltaba el dinero para
la matrícula, carecía de libros, del traje de
cierta apariencia, a fin de que los camaradas de aula no se
burlasen demasiado de mi aspecto gringo" (11).

En "Mate amargo", escribe Samuel Glusberg: "Las
alpargatas criollas y el mate amargo fueron los primeros
síntomas de adaptación del tío Petacovsky.
Pero la prueba definitiva, la evidenció dos meses
más tarde, concurriendo al entierro del general Mitre.
Aquella imponente manifestación de duelo popular, lo
conmovió hasta las lágrimas, y durante muchos
años la recordó como la expresión más
alta de una multitud acongojada por la muerte de un
patriarca".

Glusberg evoca en ese cuento, a propósito de la
circuncisión del hijo del inmigrante llegado a la
Argentina en 1905, un hecho luctuoso: "Sabido es que: de cien
judíos que llegan a juntar algunos miles de pesos, noventa
y nueve gustan instalarse como verdaderos ricos. De ahí
que el tío Petacovsky, que no era de la excepción,
amueblara regiamente su casa, comprara piano a la pequeña
Elisa, y con motivo del nacimiento de un hijo argentino,
celebrara la circuncisión en una digna fiesta a la manera
clásica. Era justo. Desde el asesinato del
primogénito, en Rusia, el
tío Petacovsky esperaba tamaño acontecimiento.
Igual que Jane Guitel, él había soñado
siempre un hijo varón que a su muerte dijera en su
recuerdo esa oración del huérfano judío, que
el mismo Heine recordaba en su tumba de lana: Nadie ha de
cantarme misa,/ Nadie ‘cádish’ me
dirá,/ Sin cantos y sin plegarias/ Mi aniversario
fatal…" (12).

En "Las noches de Goliadkin", H. Bustos Domecq
–seudónimo de Jorge Luis Borges
y Adolfo Bioy Casares- evoca el exilio argentino de una princesa
rusa. Goliadkin relata su historia: "pretendió
haber sido caballerizo, y después amante, de la princesa
Clavdia Fiodorovna; con un cinismo que me recordó las
páginas más atrevidas de Gil Blas de Santillana,
declaró que, burlando la confianza de la princesa y de su
confesor, el padre Abramowicz, le había sustraído
un gran diamante de roca antigua, un nonpareil que, por un simple
defecto de talla, no era el más valioso del mundo. Veinte
años lo separaban de esa noche de pasión, de robo y
de fuga; en el interín, la ola roja había expulsado
del Imperio de los Zares a la gran dama despojada y al
caballerizo infidente".

"En la frontera misma
empezó la triple odisea: la de la princesa, en busca del
pan cotidiano; la de Goliadkin, en busca de la princesa, para
restituirle el diamante; la de una banda de ladrones
internacionales en busca del diamante robado –en implacable
persecución de Goliadkin. Este, en las minas del Africa del Sur,
en los laboratorios de Brasil y en los
bazares de Bolivia,
había conocido los rigores de la aventura y de la miseria;
pero jamás quiso vender el diamante, que era su
remordimiento y su esperanza. Con el tiempo, la
princesa Clavdia fue para Goliadkin el símbolo de esa
Rusia amable y fastuosa, pisoteada por los palafreneros y los
utopistas. A fuerza de no
encontrar a la princesa, cada día la quería
más; hace poco supo que estaba en la República
Argentina, regenteando, sin abdicar su morgue de
aristócrata, un sólido establecimiento en
Avellaneda. Sólo a último momento, sacó el
diamante del secreto rincón donde yacía escondido;
ahora, que sabía el paradero de la princesa, hubiera
preferido morir a perderlo" (13).

En "Permiso, maestro", de Isidoro Blaisten, el narrador
cuenta: "Estaba cortando un kilo de colita para la Raquel porque
era viernes. (…) La Raquelita, maestro, la de la tiendita, la
hija del ruso Mauricio. Todos los viernes me compra colita. La
religión
de ellos. Los jueves compran marucha, los miércoles
entraña de adentro o tortuguita, o entraña finita.
Los otros días no compran nada. Le dan al pescado. La
religión de ellos" (14).

En "Carroza y reina", Blaisten escribe: "conseguí
que el ruso Kaminski donase las banderas y los banderines"
(15).

En "El baile", Sebastián Jorgi relata:
"Había sido Mariuska, hija de una princesa rusa con
veleidades de artista plástica, la que lo inició en
pormenores del arte. Con tal de
conquistarla al fin, le siguió el tren. Después de
haberla conocido –recién finalizada la Segunda Guerra
Mundial- en un bailongo de la Boca, simuló interesarse
por la pintura"
(16).

El bisabuelo de Zahira Juana Ketzelman llegó a
Azul con su familia, pero,
molesto por la actitud de
unos lugareños para con sus hijas casaderas, se fue de esa
localidad: "Desde atrás de unos árboles, varios hombres observaban. Los
ojos renegridos les ardían al ver a las rusitas,
apetecibles como frutas pulposas y brillantes, blanqueadas de
leche y miel.
De improviso, el paisano más audaz se adelantó,
asió a la rusita mayor por la cintura, se la echó
al hombro y salió corriendo a campo traviesa. El bisabuelo
era fuerte como un buen labrador; logró recuperar a su
hija. A pesar de ello, la decisión fue tan súbita
como el rapto. Subió a las tres (¿o cuatro?) hijas
al carro, miró fijamente a la bisabuela, y sin decir
palabra, del carro al tren con bultos y samovar, regresó a
la capital. En la lejanía de los imposibles se
habían diluido para siempre los campos de Azul"
(17).

En uno de sus relatos, narra Hilel Resnizky: "En 1870 su
abuelo, José Molinas, era el propietario de grandes
estancias, de casas de comercio, e incluso de buques y astilleros
en la Patagonia. En 1870 apareció un judío ruso,
Jacobo Alter Grun, quien se convirtió y casó a su
hijo Marcos con la hija de Molinas" (18).

Ucranios

En "Lotz no contesta" (19), el narrador, Pecheny, tiene
el apellido de algunos inmigrantes llegados de
Ucrania.

Natalia Kohen evoca, en "El gran sueño" (20), la
festividad de Pesaj. Relata la narradora, refiriéndose a
su abuela llegada desde Ucrania: "Me pide que la ayude
‘aunque sea un poquito’: estamos en Pesaj (1) y me
transformo en su ayudante de cocina. Colaboro con el guefilte
fish (2), con los farfalaj (3) para la goldene iuj (4), y con los
kneidlaj (5). Con qué fruición hundo mis manitas en
la harina de matze (6) húmeda, para moldear los
bocadillos. Qué trabajo me da
pronunciar esas palabras en idisch, la abuela me ayuda, y
también a percibir los aromas apetitosos con que se va
saturando nuestro entorno". (1) conmemoración de la salida
triunfal del pueblo judío de su cautiverio en Egipto / (2)
pescado relleno / (3) masa cortada en trocitos para
acompañar sopas y guisos / (4) caldo de gallina / (5)
bocadillos de harina de matze / (6) pan ácimo.

Sin mención de origen

En "Lotz no contesta", cuento de Isidoro Blaisten que
integra Carroza y reina, volumen
distinguido con el Premio Fortabat, aparece una alusión a
los gringos: "Pecheny (…) dio vuelta varias veces el sobre del
papel, lo abrió, leyó todo
lo que decía: Papel de fumar – 75 hojas. El
Surubí . Marca registrada.
Tírese suavemente de la hoja. Selecta SAIC – Goya.
Corrientes Papel engomado. Lotz se reía:
¿Cuándo piensa comprar los cigarrillos hechos,
Pecheny? Ya ni los gringos de las colonias" (21).

En "Papá", Susana Goldemberg relata una
despedida: "Argentina. El nombre raro. Otro país. Del otro
lado del mar. Papá trató de explicarme: -Es un
país grande, rico, generoso. Allí respetan a todos
los hombres del mundo que quieran trabajar sus tierras. No
importa en qué templo o en qué idioma le hablen a
Dios. Enseguida papá me alzó en sus brazos. Con
torpes manos, recorrió mi cara: los rulos sobre la frente,
las cejas, el dibujo de mi
nariz, la línea de los labios. Y pellizcó mi
mentón, como siempre lo hacía cuando me daba el
beso de las buenas noches" (22).

En "Esperanza", escribe Santiago Korovsky: "Un 27 de
Abril partió de su casa. En el viaje, la mitad de los
días se los pasó en la borda, con la cara verde, el
estómago revuelto, mirando cómo lo poco que
había comido caía al mar. Cuando se sentía
mejor lo obligaban a entrar de nuevo a una bodega, sin ventanas,
donde había unas cuatrocientas personas más.
Ahí era peor, el movimiento del
barco se sufría más, y el aire no circulaba
bien" (23).

En su cuento "El cardenal", Márgara Averbach
escribe: "Yo siempre habìa querido un cardenal. En ese
entonces, habìa muchos en los àrboles de la casa de
las tìas, como flores rojas màs ràpidas que
las otras. Y el abuelo, -que había nacido en una ciudad de
Europa y después se había visto obligado a
convertirse en gaucho judío, una conjunción
inimaginable para él, supongo- me habìa prometido
cazar uno para mì ese verano" (24).

De otro agricultor judío, "Aarón", y su
esposa, dice María Inés Krimer: "Aarón
cerró la Biblia y se puso de pie para apagar la hornalla
de la cocina. Dio unos golpecitos al mate para asentar la yerba y
empezó a cebar. Vivía en un campito con su mujer,
Clara. Nadie pudo explicar por qué terminaron ahí,
perdidos en el medio de la pampa, cuando parientes y amigos se
habían dirigido a las colonias de Santa Fe, Entre Rios y Chaco"
(25).

Hilel Resnizky dedica Peregrinación entre patrias
a la memoria de sus
padres y su hermano, "como homenaje a la judería
argentina, que supo unir valores". El
volumen consta de tres partes, cada una de las cuales muestra
"características distintas que van de un realismo
sentimental a un surrealismo
–o metarrealismo- de mirada alerta". La primera, "Argentino
y Judío a mucha honra pretende presentar esbozos, aunque
sean aislados, de la epopeya de la colonización
judía en la Argentina". Aparecen entonces los gauchos
judíos, los conservadores y radicales, la discriminación, el tesón, la
victoria y la desazón que caracterizaron a toda una
época (26).

Varios

En "Una patada", escribe Samuel Glusberg, bajo el
seudónimo de Enrique Espinoza: "es necesario estar al
tanto de las crueles trabas impuestas en Rusia y Polonia por los
secuaces zaristas, para impedir a los jóvenes
judíos llegar a las profesiones liberales; y conocer los
sacrificios heroicos de aquellos estudiantes de toda la vida,
para explicarse el valor que una
madre judía concede a su diploma universitario"
(27).

En "Carroza y reina", relata Isidoro Blaisten: "La
señora Zúñiga, subiendo la pollera de su
largo sari turquesa, corre por el medio de la calle y sus altos
tacones repiquetean como un eco. Detrás el padre Agustino
del Mónaco y el maestro filetero León Untroib
hablan mientras corren. En la vereda del Banco Popular, el
vocal Cavalcanti ha abierto una brecha por donde pasan el
representante de Sadaic, la viuda de Borsini y el presidente del
Hogar Croata. Enredadas en los ruedos de sus vestidos, las
esposas de los vocales suplentes corren detrás de sus
esposos" (28).

El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky,
"Con la gente del conventillo se había ido
encariñando, había cinco polacos, una pareja de
gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos
y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y
solidaria. Algunos habían probado suerte como él,
pero, también, habían perdido" (29).

En cuentos
infantiles y juveniles

Rusos

El pequeño protagonista de "Historia con tango y
misterio", de Oche Califa, pregunta por qué sus abuelos
emigraron de Rusia. El padre le contesta: "Por el ejército
del zar. Cada vez que aparecían por la aldea donde
vivía era para llevarse a los jóvenes a pelear en
alguna guerra en la otra punta del país" (30).

Sin mención de origen

Marcelo Birmajer evoca su experiencia en la primaria. A
propósito de un hecho que está relatando, dice: "La
historia transcurre en el colegio Doctor Hertzl, una
institución judío-laica donde cursé hasta el
cuarto grado de la escuela primaria.
No pasé de cuarto grado porque el estudio
simultáneo del inglés,
el hebreo y el castellano,
sumado a una confusa situación familiar, me dejó
varado en una dislexia
consistente en escribir el castellano de derecha a izquierda,
como el hebreo; y el hebreo de izquierda a derecha, como el
castellano. Sin duda podría haberme presentado como
atracción en un circo grafológico, pero no era la
habilidad más indicada para cursar regularmente el cuarto
grado" (31).

Varios

Había inmigrantes entre los personajes de "No
hagan olas", de Elsa Bornemann: "En aquel conventillo de Buenos
Aires, cercano al puerto y donde vivían hace muchos
años, los inquilinos argentinos tenían la costumbre
de poner apodos a los extranjeros que –también-
alquilaban alguna pieza allí. No eran nada originales los
motes, y errados la mayoría de las veces, ya que
–para inventarlos- se basaban en el supuesto país o
región de procedencia de cada uno. Tan supuesto que
–así, por ejemplo- don José era llamado
‘el Ruso’, aunque hubiera nacido en Ucrania… A
Sabadell, Berenguer y sus esposas les decían ‘los
gallegos’, si bien habían llegado de Barcelona sin
siquiera pisar Galicia… Apodaban ‘los turcos’ al
matrimonio de
sirilibaneses; ‘los tanos’, a la pareja de
jóvenes italianos de Piamonte que jamás
habían conocido Nápoles e –invariablemente-
‘el Chino’, a cualquier japonés que diera en
fijar allí su transitorio domicilio. Sin embargo,
podríamos deducir un poco más de conocimientos
geográficos, de información y hasta cierto trabajo
imaginativo por parte de aquellos pensionistas argentinos, de
acuerdo con los sobrenombres que les habían adjudicado a
la dueña de la casona y a su hijo. Ambos eran griegos. Por
lo tanto ‘la Homera’ y ‘el Homerito’, en
clara alusión al autor de La Ilíada y La Odisea, el
genial Homero. Por
supuesto, a todas las criaturas que habitaban esa construcción tipo ‘chorizo’
(cuartos en hilera, cocina y bañitos ídem, abiertos
a ambos lados de un patio), los `rebautizaban’ con los
mismos motes que sus padres, sólo que en diminutivo"
(32).

Notas

  1. A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El
    cuento argentino 1959-1970. Selección, prólogo y notas por
    el Seminario de
    Crítica Literaria Raúl
    Scalabrini Ortiz.. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 48.
    (Capítulo).
  2. Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
    cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967, p.
    129.
  3. Blaisten, Isidoro: "Permiso, maestro", en Carroza y
    reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219 pp.
  4. Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
    reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219 pp.
  5. Jorgi, Sebastiàn Antonio: "Tardes del
    Lorraine", en Tardes del Lorraine. Buenos Aires, Ediciones
    del Valle, 1996.
  6. Soriano, Osvaldo: "El hijo de Butch Cassidy",
    publicado originalmente en el diario Página/12, forma
    parte de "Cuentos de los años felices", Editorial
    Sudamericana, 1993. Incluido en Letrópolis
    (www.letropolis.com.ar), Diciembre de 2006.
  7. Kohen, Natalia: "Weronicka, la masajista polaca",
    en Todas las máscaras. Buenos Aires, Temas Grupo
    Editorial, 1997.
  8. Giacometto, Leonel: "Gratitud", en León,
    Luis et al.: Rostros de una identidad. Relatos premiados del
    Concurso Internacional de Cuentos de Temática
    Judía. Buenos Aires, Editorial Milá, 2004. 96
    pp.
  9. Mazor, Alberto: Sobre encuentros y despedidas.
    Buenos Aires, Milá, 2006. 88 pp.
    (Imaginaria)
  10. Gerchunoff, Alberto: "La siesta", en Los gauchos
    judíos. Incluido en R.J.Payró,
    J.C.Dávalos, R.Mariani y otros: El cuento argentino
    1900-1930 antología. Selección y prólogo
    por Eduardo Romano, notas por Alberto Ascione. Buenos Aires,
    CEAL, 1980. (Capítulo, vol. 60).
  11. Gerchunoff, Alberto: "El día de las grandes
    ganancias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones
    Selectas Amèrica, Tomo I, Nº 8, 1919.
  12. Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Mate amargo",
    en La levita gris Cuentos judíos de ambiente
    porteño. Buenos Aires, BABEL.
  13. Bustos Domecq, H.: "Las noches de Goliadkin", en H.
    H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento
    policial. Selección de Jorge Lafforgue y Jorge B.
    Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol.
    104).
  14. Blaisten, Isidoro: "Permiso, maestro", en Carroza y
    reina. Buenos Aires, Emecé, 1986.
  15. Blaisten, isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
    reina. Buenos Aires, Emecé, 1986.
  16. Jorgi, Sebastián: "El baile", en Fuga y
    vigilia. Buenos Aires, Ediciones del Valle, 1996.
  17. Ketzelman, Zahira Juana: en el grillo, Suplemento:
    Gabinete de Letras y Arte. N° 9, 2000.
  18. Resnizky, Hilel: Peregrinación entre
    patrias. Buenos Aires, Milá, 2001.
  19. Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza y
    reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219 pp.
  20. Kohen, Natalia: "El gran sueño", en Todas
    las máscaras. Buenos Aires, Temas Grupo Editorial,
    1997.
  21. Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza y
    reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219 pp.
  22. Goldemberg, Susana: en Cuentos de la bobe. Buenos
    Aires, Sudamericana.
  23. Korovsky, Santiago: "Esperanza", en El
    Jardín de la Esquina / ÆQUALIS /
  24. Averbach, Màrgara: "El cardenal", en
    Aquì donde estoy parada. Còrdoba,
    Alciòn, 2002.
  25. Krimer, Marìa Inès: en El Tiempo,
    Azul, 9 de febrero de 1997.
  26. Resnizky, Hilel: Puentes de papel. Buenos Aires,
    Milá, 2004.
  27. Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Una patada",
    en La levita gris Cuentos judíos de ambiente
    porteño. Buenos Aires, BABEL.
  28. Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
    reina. Buenos Aires, Emecé, 1986.
  29. Korovsky, Santiago: "Esperanza", en "Bienvenidos al
    Concurso Literario 1997", El Jardín de la Esquina /
    Aequalis.
  30. Califa, Oche: "Historia con tango y misterio", en
    Un bandoneón vivo. Buenos Aires, Sudamericana,
    2002.
  31. Birmajer, Marcelo: No es la mariposa negra. Buenos
    Aires, Sudamericana, 2000.
  32. Bornemann, Elsa: No hagan olas (Segundo pavotario
    ilustrado. 12 cuentos). Ilustraciones: O´Kif. Buenos
    Aires, Alfaguara, 1998.

En
poesías

Búlgaros

Paulina Vinderman habla a su padre en un poema
(1):

-Anoche soñé que sacaba un pasaje para
Bulgaria-

quiero decirle.

Llego a una ciudad amplia y resuelta, apoyada en
un

mar interior (un mar de manual, con
muchos barcos enhiestos.)

Inexplicablemente la ciudad está
callada

y resuenan mis pasos sobre las calles.

Lituanos

En su poemario Las huecos de tu cuerpo (2), Manuela
Fingueret dice a su madre:

tus pies se arrastran

en la noche

como una alucinación

que se desliza

por las paredes

del hotel de
inmigrantes y

tu cuerpo se estremece

hija entre tantas

en una aldea

de Lituania.

Polacos

La madre de Susana Szwarc, nacida en Polonia,
vivió en Siberia. En "Declive" (3), la poeta
expresa:

Por el ojo de la cerradura vemos

cómo deja la palangana en el suelo: tiene
agua.
Ahora

no se ve. Hasta que levanta la mano

blanca, la misma con que la prisionera
(jovencita

en Siberia) llevaba maderos hacia el barco.

En "Corrientes esquina gueto" (4), Manuela Fingueret
evoca la realidad del inmigrante polaco:

Una tierra prometida

untada sobre pan Goldstein

entre pastrom caliente

y el mar rojo atravesado

por Corrientes

o por Serrano

a la espera de Moisés

que no sabe idish

para descifrar los mandamientos.

En "La última carga de los jinetes polacos"(5),
poema incluido en Las Edades/ The Ages, Ricardo Feierstein se
refiere al doloroso desarraigo del abuelo que emigra a la
Argentina:

Esto contó, hace años, Moishe
Búrej

judío orgulloso y

polaco de veinte generaciones

que huyó hacia América, desde
esa

tierra bordada por antisemitas.

Y él, mi abuelo, hacia su final

Adivinó el momento en que iba a irse.

Rusos

Leopoldo Lugones, en "la ‘Oda a los ganados y las
mieses’ muestra una expansión jubilosa en la
exaltación de la tierra, los hombres y los frutos, sin
rehuir prosaísmos certeros de cordial resonancia. Desde el
diálogo
pintoresco que sitúa con felicidad en su medio al criollo
o al extranjero hasta el cuadro familiar a veces íntimo y
conmovido de recuerdos, Lugones hace explícita una
convivencia con el mundo humano, animal o de humildad
biológica que sorprende por la extrema y sutil observación. Hay ternura y gracia en el
diminutivo y las imágenes
justas multiplican ante el lector la hirviente variedad de ese
vivo universo"
(6).

En esa oda, Lugones canta al ruso Elìas, que vive
en paz en la nueva tierra:

Pasa por el camino el ruso Elías

Con su gabán eslavo y con sus botas,

En la yegua cebruna que ha vendido

Al cartero rural de la colonia,

Manso vecino que fielmente guarda

Su sábado y sus raras ceremonias,

Con sencillez sumisa que respetan

Porque es trabajador y a nadie estorba.

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (7), Alfredo Bufano homenajea a los rusos con
estos versos:

Salud, hijos del Volga y de Siberia,

y de todas las tierras que ayer fueron del
Zar;

salud, mas no al que viene

haciendo tremolar

banderas empapadas de sangre, fuego y muerte

sino al que viene a amar y a trabajar,

y al que llega con sed de justicia

o fatigado en busca de un regazo cordial;

porque esta tierra nuestra, grande, sagrada y
bella,

también la damos para descansar.

De Rusia parte Jacobo Fijman, a los cuatro años
de edad, en 1898. Mucho tiempo después escribiría
(8):

¡Ah! Yo soy uno de esos caminantes

Que aún no han encontrado su camino;

Pero he gustado un luminoso vino

en huertos generosos y fragantes.

Kehos Kliguer escribió "Las cenizas de mi
hermanita" (9), texto incluido
en un poemario referido por completo a la Shoá:

Tráeme viento las cenizas de mi
hermanita,

quiero enterrarlas en mi corazón;

búscalas bien, están mezcladas

con cenizas de ancianos y ancianas.

Voy a guardar esas cenizas como un
talismán,

hasta el fin de mis días.

Después voy a dárselas

al Señor del mundo como obsequio.

César Tiempo manifiesta su sentimiento en un
poema (10):

¡Yo nací en Dniepropetrovsk!

No me importan los desaires

con que me trata la suerte.

¡Argentino hasta la muerte!

Yo nací en Dnepropetrovsk.

Tamara Kamenszain, descendiente de rusos, es la autora
de El ghetto. Ese libro, dedicado a su padre, incluye el poema
"Arbol de la vida" (11), en el que expresa:

Mi duelo, lo que estoy viendo

es el Gran Buenos Aires desde un cementerio
judío.

(…)

Mi duelo, lo que estoy viendo

será de aquí en más este verdor que
te dedico.

Hoy florecen en las copas de los árboles todas
mis raíces.

Guiora (Jorge) Reichler, en uno de sus poemas (12) se
refiere a su condición de descendiente de
inmigrantes:

Doy gracias, Argentina

por tu marco social, único

pese a que de vez en cuando éramos
rusos

que en argentino era decir judíos,

Ucranios

En un poema inédito (13), Griselda García
evoca a los ucranios de su barrio:

Hacia mediodía el aire se agita,

olor a carne asada desde casas vecinas,

niños llorando,

familias de Ucrania discutiendo a gritos,

Sin mención de origen

En "Llanto por un niño exilado" (14), escribe
Germán Berdiales:

El tipo, el modo, el traje

y ¡ay!, sobre todo, algo

-de que quiero aliviarme

llorándolo al cantarlo-,

su condición decía

de pequeño exilado:

-yo no sé si sajón,

yo no sé si germano,

yo no sé si judío,

yo no sé si cristiano-,

una manga, la izquierda,

vacía a medio brazo.

Enrique Novick describe, en "Balada para un padre
ausente" (15), el efecto que la música de su tierra
tenía en el padre enfermo de Alzheimer:

Cuando le

cantaba,

próximo

a su lecho,

canciones

antiguas,

sin nombre

ni dueño,

que hablan

de una aldea

con hornos

de piedra,

cerca de las

casas,

sus pisos

de tierra,

Mónica Sifrim (16) escribe:

No señor. En mis antepasados no hay
diabéticos, hipertensos,

cardíacos ¿Cómo explicarle? De cada
diez antepasados míos,

uno moría en las revoluciones, otro en las
cámaras de gas

y cuatro o cinco de melancolía.

Ya sé que no se heredan tales males. La
mandrágora deja

ese letargo de naranjas agrias. Luego talco, y a mover
los

genes fresquecitos.

Pero cuando llegan oleajes de dolor oleajes de dolor
oleajes

se descubre un vago parecido: ¡Mire qué
bonita!

Mete el brazo en el horno como lo hacía su
tatarabuela.

En "Los ojos de la noche" (17), poema de Marcos Silber,
se evoca la amargura de los que, en la nueva tierra,
sabían que los suyos eran víctimas de la
persecución. Desde la Argentina, quienes emigraron
observan impotentes el genocidio. La angustia y la
desolación son presentadas por medio de imágenes de
los adultos, a los que un niño comprende desde su infinita
sabiduría:

Mamá llorándole toda la cabeza al
pequeño. Regándole

el sueño, todo el juego.
Mamá que regresa con papeles.

Cartas, papeles de adiós y tormento. Avisos de
nuevos

silencios. 1940.

Varios

En su poema "En el conventillo" (18), Jevel Katz alude a
los inmigrantes.

Cuartitos, cuartitos, cuartitos,

y nunca falta algo de barro.

Hay gente allí de todo el mundo

árabes, españoles, turcos,
italianos,

todos apiñados en un mismo patio;

y no faltan judíos de Lituania,

y polacos, y galitzianos.

Carlos Paoli es el autor de estos versos
(19):

Me procuro primero un compadrito

un ruso, un francés, un cocoliche,

una vieja chismosa, un garabito,

un conventillo, una calle y un boliche.

Con estos elementos y una mina

que la va de cascarrienta y coqueta

que se cree gran señora y es una rea,

un taita que afila y un obrero,

que atrás de ella con el taita la
camina

y se charla por la paica y es cabrero.

Ya con eso tiene bastante el sainetero

En "Canción a Berisso" (20), Matilde Alba Swann
recuerda las escuelas de esa localidad:

Yo le canto a tus niñas saliendo de la
escuela:

alemanas, rusitas, italianas, armenias,

distintas lenguas todas e idéntico
candor;

y canto a las pequeñas hijas de mi
tierra

"made in argentina" levadura extrajera,

raíces que se prenden a un destino
mejor.

Le canto al influjo de tus academias

alimentando el sueño de tu
adolescencia

por salir del hollín;

y canto a tus escuelas nocturnas para adultos

donde padres y abuelos aprenden a escribir.

Notas

1. Vinderman, Paulina: "Bulgaria", en Bulgaria.
Biblioteca Virtual Beat 57.

2. Fingueret, Manuela: Los huecos de tu cuerpo. Buenos
Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1992. Págs.
11-4.

3. Szwarc, Susana: "Declive", en Bailen las estepas.
Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1999.

4. Fingueret, Manuela: "Corrientes esquina gueto", en
Esquinas. Catálogos. Buenos Aires, 2001.

5. Feierstein, Ricardo: "La última carga de los
jinetes polacos/ The Last Charge of the Polish Cavalry", en Las
Edades/ The Ages. Traducido del español
por Jim Kates y Stephen A. Sadow. Buenos Aires, Milá,
2004. 240 pp. (Poesía).

6. Lugones, Leopoldo: "Oda a los ganados y las mieses",
en Antología Poética. Buenos Aires, Espasa-Calpe,
1965.

7. Bufano, Alfredo R.: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres que
quieran habitar el suelo argentino, Buenos Aires,
Clarín.

8. Fijman, Jacobo: "Caminante" (poema inédito) en
Clarín, Buenos Aires, 14 de diciembre de 2002.

9. Kliguer, Kehos: "Las cenizas de mi hermanita", en
Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: "La rama argentina de la
literatura ídish, y rama ídish de la liteatura
argentina", en Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: La letra
ídish en tierra argentina Bío-bibliografía de sus autores
literarios. Buenos Aires, Milá, 2004. Traducción de Eliahu Toker.

10. Koremblit, Bernardo Ezequiel: "La bohemia cultural
judeoargentina en las décadas del ’30, ’40 y
‘50", en Feierstein, Ricardo y Sadow, Stephen A. (comp.):
Recreando la cultura judeoargentina / 2 Literatura y artes
plásticas. Buenos Aires, Editorial Milá,
2004.

11. Kamenszain, Tamara: "El árbol de la vida", en
El ghetto. Buenos Aires, Sudamericana, 2003.

12. Reichler, Guiora: "Doy gracias, Argentina", en
Reichler, Guiora: En nombre de todas las soledades. Buenos Aires,
Milá, 2005. 80 pp. (Poesía).Notas

13. García, Griselda. Poema
inédito.

14. Berdiales, Germán: Cantan los pueblos
americanos. Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1957. Citado por
Sylvia Oyenard de Puentes en "Un viaje al corazón de
América
latina", 2006.

15. Novick, Enrique: "Balada para un padre ausente", en
La Prensa, Buenos
Aires, 10 de enero de 1999.

16. Sifrim, Mónica: "XXXI", en Novela familiar.
Buenos Aires, Ediciones Ultimo Reino, 1990. Pág.
27.

17. Silber, Marcos: "Los ojos de la noche", en
Doloratas. Buenos Aires, Milá, 2001. (en
colaboración con Carlos Levy).

18. Katz, Jevel: "En el conventillo", en Weinstein, Ana
E. y Toker, Eliahu: "La rama argentina de la literatura
ídish, y rama ídish de la liteatura argentina", en
Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: La letra ídish en
tierra argentina Bío-bibliografía de sus autores
literarios. Buenos Aires, Milá, 2004. Traducción de
Eliahu Toker.

19. Paoli, Carlos: "Sainetes argentinos"

20. Swann, Matilde Alba: "Canción a Berisso", en
Canción y grito, 1955. Incluido en
www.matildealbaswann.com.ar

Letras de milongas

A los inmigrantes judíos canta Pedro Orgambide,
en la "Milonga del barrio Once" (1), que comienza
así:

Milonga del barrio Once

milonga de gente hebrea,

de quien trajo la tristeza

que en la milonga se esconde.

Perseguidos, gente pobre,

vieron nacer otra estrella,

que brilla en estas veredas,

en las veredas del Once.

Notas

1. Orgambide, Pedro: "Milonga del barrio Once", citado
en Feierstein, Ricardo: Historia de los judios argentinos. Buenos
Aires. Galerna, 2006. 464 pp. Tercera edición
revisada, ampliada y con cuadro cronológico desplegable.
Prólogos de Marcos Aguinis
y Héctor Schmucler.

En
teatro

"La urbe no consigue absorber del todo el aluvión
tumultuoso que avanza desde el puerto –afirma Luis Ordaz-,
y si bien el inmigrante se va incorporando al medio que habita e
integra. Éste (el medio) se conforma, asimismo, con dicha
participación e incidencia. El inmigrante se adapta o no,
pero, a la vez, impone un nuevo sentido a las cosas y hasta las
nombra y condimenta con vocablos y giros que componen una nueva
jerga de frontera. Italianos y españoles, particularmente,
pero también ‘turcos’, polacos,
‘rusos’ (judíos de variadas procedencias),
animan una población pintoresca por el enfrentamiento,
habitualmente apacible y sin prejuicios de ninguna índole,
de todas las nacionalidades, razas y credos. Todo esto resalta,
de manera natural, en el ‘sainete porteño’ "
(1).

"En Mustafá, sainete que Armando Discépolo
y Rafael José De Rosa escriben en colaboración, y
estrenan en 1921, don Gaetano (tano típico del género) se
entusiasma ante la fusión, la
‘mescolanza’, que se logra en las bulliciosas casas
de vecindad porteñas" (2).

Conversando con el turco que da nombre a la obra destaca
el clima amistoso
del conventillo: "E lo lindo ese que en medio de esto batifondo
nel conventillo todo ese armonía, todo se
entiéndano: ruso co japonese; francese con tedesco;
italiano co africano; gallego co marrueco. ¿A qué
parte del mondo se entiéndono como acá: catalane co
españole, andaluce co madrileño, napoletano co
genovese, romañolo
co calabrese? A nenguna parte. Este e no paraíso. Ese ne
jauja. ¡Ne queremo todo!" (3).

A criterio de Ordaz, "Don Gaetano se refiere, efusivo, a
una parte verdadera e importante del conventillo, mientras la
otra parte, que sirve para completar la visión, queda
soslayada: ¿quiénes habitan las enormes casonas,
cómo se vive en un conventillo?" (4).

La Madonnita, obra que Mauricio Kartun escribió
con la Beca para Personalidades Destacadas, otorgada por el
Instituto Nacional del Teatro, fue
distinguida con numerosos premios. En esa pieza teatral se alude
a gringos, polacas, un lituano y un uruguayo, a quienes no se ve
sobre el escenario (5).

Entrevistado por Hilda Cabrera, manifestó el
autor: "Cuando empecé a escribir esta obra, la
imaginé en el siglo XVII o XVIII. Después,
pensé que podía ubicarla en la Semana
Trágica. Cuando me inicié en la escritura
teatral, mi primer impulso fue crear una historia que
transcurriera en esa semana, pero dejé ese proyecto. Es una
deuda que tengo conmigo. En algún momento el
fotógrafo Hertz se refiere al desabastecimiento de
pintura, y ahí apareció en mi cabeza la
visión de la Primera Guerra, pero cuando tuve que dirigir
me encontré con un dilema. Si quería utilizar la
luz eléctrica de manera verosímil, debía
trasladar la obra a una época más cercana, porque
esto en 1914 no era creíble. Releyendo lo escrito,
sentí que no traicionaba mi propio material si lo acercaba
a la década de 1930. (…) Basilio "vende
fotografías pornográficas en el baño de una
fonda a los que están esclavizados por el trabajo, a
los inmigrantes, porque aquélla era una sociedad de
hombres solos. Son personajes que tienen alguna relación
con esas zonas desesperadas que revelan los textos de Arlt. Esta
gente necesita ganar plata de cualquier modo y encontrar algo que
se parezca a la salvación. Este aspecto siniestro se
compensa en La Madonnita con las actuaciones que tienen encanto,
seducción y hasta ingenuidad. Esto, creo, equilibra la
atmósfera
y le da otro tono a la tragedia a la que es conducida la mujer"
(6).

En Volvió una noche, de Eduardo Rovner, "Fanny
hará todos los cambios posibles en su personalidad y
sus convicciones, de modo que su transformación interior
la lleve al amor y
unión con su hijo, quien se casará con una
‘gallega’ " (7).

Andrea Bauab "ha sido la creadora e impulsora de la
‘Compañía de Teatro Judío
Contemporáneo’, con el incentivo y el apoyo del
Departamento de Cultura de AMIA donde seis elencos representan
dichas obras. Cabe destacar que las cuatro obras publicadas en
este libro fueron dirigidas por el talentoso Eduardo Vigovsky".
"Es nuestro deseo –continúa Moshé Korin- que
se difundan, que otros directores y actores las interpreten y
hagan llegar sus interrogantes, reflexiones y mensajes a
provincias de la Argentina y a otros países de Latinoamérica".

A punto de irnos (8) refleja el conflicto, las
dudas, los intereses disímiles de los integrantes de una
familia que emigrará a Israel. Los
integrantes de esa familia no están del todo de acuerdo:
es una decisión muy dura, y cuesta tomarla. El padre,
hasta último momento, intentará quedarse en la
Argentina, dando un nuevo voto de confianza a la realidad de
nuestro país, pero recapacitará a
tiempo.

Desde la cuna (9) plantea algunas de las posturas
posibles con respecto a la religión, la tradición,
y el respeto por los
ideales de la comunidad. Varios
personajes encarnan esos puntos de vista, que los llevarán
a plantear aspectos de una situación acerca de la cual
todos ellos tienen algo valioso para decir.

Nunca es demasiado tarde (10) relata la historia de una
mujer mayor, que decide casarse. Muestra la oposición de
los hijos y la aceptación de los nietos, acercando a dos
generaciones que, casualmente, son las que se acercan al buscar
la historia de cada familia. Se sostiene que, entre los
inmigrantes de diversos orígenes, quienes buscan las
raíces son los más jóvenes, los que no ha
sufrido directamente las consecuencias del desarraigo de los
inmigrantes. En esa misma obra, un personaje se refiere a los
refugiados nazis que vivieron en Bariloche.

El sueño de Theodor (11) es una obra diferente,
aunque relacionada con las anteriores por la confrontación
entre el ideal y la realidad. En ella, Theodor Herzl dialoga con
Itzhak Rabin; de ese diálogo, imaginado por la autora,
surgirán interesantes conceptos.

Representativo para los judíos, este libro es
importante asimismo para quienes no lo somos, porque evoca la
desazón siempre vigente de quien ha dejado su tierra, de
quien ve que sus hijos no continúan las tradiciones en el
nuevo país, de quien comprueba apesadumbrado que debe
emigrar. Refiriéndose a los judíos, las obras de
Bauab nos hablan, en definitiva, de la diáspora de todos los inmigrantes, que
encontraron aquí una nueva tierra, en la que tuvieron
variada suerte.

Notas

1. Ordaz, Luis: "Armando Discépolo o el
‘grotesco criollo’ ", en Historia de la Literatura
Argentina. Buenos Aires, CEAL, 1980.

2. ibídem

3. Discépolo, Armando y De Rosa, Rafael:
Mustafá, citado por Páez, Mario, en El conventillo.
Buenos Aires, CEAL, 1990.

4. Ordaz, Luis: op. cit.

5. Kartun, Mauricio: La madonnita. Buenos Aires,
Editorial Atuel, 2005. 128 pp. (Biblioteca del
Espectador)

6. Cabrera, Hilda: "MAURICIO KARTUN HABLA DE "LA
MADONNITA", SU NUEVA OBRA "El hombre idealiza a las mujeres" ",
en Página 12, 18 de octubre de 2003.
www.pagina12.com.ar

7. Holte, Matilde Raquel: Teatro Contemporáneo
Judeoargentino Una perspectiva feminista bíblica. Buenos
Aires, Milá, 2004. (Ensayos).

8. Bauab, Andrea: A punto de irnos, en Bauab, Andrea:
Cuatro Obras de Teatro Judío Moderno. Buenos Aires,
Milá, 2005. 160 pp.

9. Bauab, Andrea: Desde la cuna, en Bauab, Andrea: op.
cit.

10. Bauab, Andrea: Nunca es demasiado tarde, en Bauab,
Andrea: op. cit.

11. Bauab, Andrea: El sueño de Theodor, en Bauab,
Andrea: op. cit.

En
cine

Alberto Gerchunoff escribió Los gauchos
judíos en 1910, para celebrar un momento culminante de
nuestra historia. Décadas más tarde, el libro fue
llevado al cine.

Al respecto, Jorge Miguel Couselo afirma que "La briosa
versión de Los gauchos judíos (Jusid, 1975), con la
originalidad de una interrelación folclórica nunca
tocada por el cine argentino, sufrió el torpe
tronchamiento de la censura, que no admitió en
imágenes pasajes que cuatro generaciones de estudiantes
leyeron en la prosa de Alberto Gerchunoff" (1). Sobre el film
escribe Ricardo Manetti: "La pantalla también devuelve
(…) el retrato nostálgico y épico de la gesta de
los inmigrantes" (2).

En abril de 2001 se estrenó Un amor en
Moisésville (3), film dirigido por Antonio Ottone
–que también escribió el guión- y
protagonizado por Víctor Laplace y Cipe
Lincovsky.

Sobre esa película se afirmó: "Antonio
Ottone regresa al cine de la mano de una historia ambientada en
tiempos en los que un contingente de la colectividad judía
procedente de Europa desembarcaba a principios de
siglo en la provincia de Santa Fe. Víctor Laplace y Cipe
Lincovsky hacen un homenaje desde sus personajes" (4).

Notas

1. Couselo, Jorge Miguel: en Historia de la literatura
argentina. Buenos Aires, CEAL, 1980.

2. Manetti, Ricardo: "El cine de la digresión",
en Cien años de cine. Buenos Aires, La Nación
Revista, Tomo
II.

3. Ottone, Antonio, dir.: Un amor en Moisés
Ville. Abril de 2001.

4. S/F: "Un amor en Moisés Ville", en
Película Cinemark archivos/Cinemark-Ottone.htm

En
televisión

En 2006 se vio en la Argentina la miniserie Vientos de
agua, una coproducción del canal Telecinco de España,
Pol-Ka y Cien bares (la sociedad de Campanella y el autor Eduardo
Blanco. La dirigen Juan José Campanella, Sebastián
Pivotto, Paula Hernández y Bruno Stagnaro (1).

Sandra Russo entrevistó a Campanella: "La
coproducción argentino-española, una historia de
exilios cruzados entre inmigrantes de las primeras décadas
del siglo XX y los argentinos que huyeron en el 2001 admite,
según Campanella, una clara connotación: "Tenemos
la fantasía de ser ‘apolíticos’, pero
hacemos política permanentemente, hasta cuando
miramos televisión".(…) Cuenta Campanella que
para los trece capítulos de Vientos de agua trabajaron dos
años y medio. "Escribimos los dos primeros guiones cuatro
autores juntos: Aída (Bortnik), Juan Pablo (Domenech),
Aurea (Martínez) y yo. Fueron ocho meses. No sólo
había que recrear la génesis de los personajes,
sino el modelo de
estructura
sobre el que descansaría la historia. Mucho ida y vuelta,
mucha reescritura. El resto de los guiones se llevó
adelante desde marzo de 2004." La idea de entrecruzar a un
inmigrante asturiano analfabeto que abandona su tierra natal
perseguido por la Guardia Civil con la de su propio hijo, un
arquitecto que en 2001 cruza el Atlántico hacia
España buscando cómo rearmar su vida y mantener a
su familia, se le ocurrió al director mientras
vivía en EEUU, donde residió 18 años. "Un
día, en Nueva York, me desperté a las cinco de la
mañana para leer todos los diarios argentinos antes de ir
a filmar, y pensé ‘pobre el abuelo, que no
podía hacer esto’, pero después, destruido
por la realidad argentina, me dije: ‘bueno, qué
suerte que el abuelo pudo olvidarse de todo y empezar de
cero’. O sea, el desarraigo, antes y ahora, es tremendo." Y
sobre el desarraigo cabalga Vientos de agua, porque tanto en el
barco "Aquitaine", que trae al asturiano Andrés Olalla a
la Argentina, como en el piso madrileño en el que se
hospeda muchas décadas más tarde su hijo, hay
cubanos, húngaros, franceses, italianos, gente que por un
motivo u otro tuvo que dejar su tierra y se hace mutuamente una
compañía precaria pero al mismo tiempo
férrea: la compañía que se hacen los
desesperados. Allí nacen esas amistades que se
mantendrán de por vida y los roces inevitables de los que
intentan permanentemente mantener algún tipo de equilibrio"
(2).

Notas

1 Lamazares, Silvina: "DETRÁS DE ESCENA DE LA
GRABACION DE ‘VIENTOS DE AGUA’ Una historia de
inmigrantes en dos tiempos", en Clarín, Buenos Aires, 2 de
setiembre de 2005.

2 Russo, Sandra: "Vientos de agua", la miniserie
dirigida por Juan Jose Campanella "Antes y ahora, el desarraigo
es tremendo", en www.pagina12.com.ar, 11 de Junio de
2006.

En
historietas

En Caras y Caretas, "en 1927 Hersfield publicó a
‘Abraham Kancha, experto en Uper’ un personaje mitad
criollo, mitad judío, que lo presentaba así:
‘¿Romperme una hoieso? Ni vos, ni la negro Kin
Charol, ni Firpo, ni nadie mi dieja groggy’ "
(1).

Notas

1. S/F: "Caras y Caretas" de Adrián Ignacio
Pignatelli. Publicado en Historia de Revistas Argentinas. Tomo II
. AAER

…..

Procedentes de diversas naciones, los inmigrantes que en
la Argentina fueron llamados "rusos" contribuyeron al
engrandecimiento de la nueva tierra.

 

Trabajo enviado por

María González Rouco

Licenciada en Letras UNBA / Periodista

Partes: 1, 2, 3, 4
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