Resumen:
"Escrito de un Reunión de Amigos Puede
Consultarse", sería una narración novelada breve,
que presenta gente entramada en una ciudad grande. La
ficción se menciona a sí misma, en distintos
tiempos intercalados; tiene a sus figuras con sus puntos de
vista, y a un entorno de adivinaciones y acontecimientos
personales. Trata los temas Sergio E. Malfé, para inducir
la hechura de un lugar con realidad sólo en la poesía
que cada lectura llegue
a construir.
Esta obra es de libre
disponibilidad, con la mención del autor; bajo los
términos de
GNU Free Documentation
License.
…"espíritu de todos los
objetos, materia de
todas las almas: tajo de tu memoria que
separa las dos mitades: soldadura de
la vida, que vuelve a unirlas, disolverlas, perseguirlas,
encontrarlas: la fruta tiene dos mitades: hoy volverán a
unirse: recordarás…" Carlos Fuentes.
Me gusta estar ahí en esa puerta. Entra y sale
todo tipo de gente. Es una linda puerta para sentirse envuelto
por la vida que va y viene de la calle y por el edificio.
Además, están los otros muchachos, que conversan
contínuamente de cómo hacen dinero…
Convivimos; al menos no me molestan.
Finalmente dí con el lugar tanto tiempo deseado
idealizadamente. En esa puerta, sin ir más lejos, me puedo
quedar tranquilamente. Claro que yo nunca cruzo los brazos; y
así desde cierto plano de conexión sutil con todos,
dejo trascurrir el tiempo. Algunos vecinos se me acercan; me
preguntan: "¿qué contás?". Así me
puedo interesar por ellos. Les voy diciendo lo que pasó,
como fue que llegamos ahí. Entonces ellos se conectan con
sus propias historias, comienzan a soltarlas; y se van dando a
conocer, a conocerse. Se va tejiendo una red más
nutritiva, con la que vamos a poder atrapar
a la verdadera vida; para que nuestro tiempo no se nos
escape.
Los muchachos me van dando pastillas de menta, sacan
cintas rojas de los bolsillos. Un par de ellos se acuerda de que
quieren ver una película; y se van adonde las pantallas
los esperan. Me gusta estar ahí en esa puerta, haciendo
esas conexiones. Después yo también me voy, ya bien
de noche. Y al día siguiente, mañana, estaré
de nuevo entre la gente que entra y sale.
En realidad yo sé lo que va a suceder. Porque ya
de vuelta en casa, me puse a conversar con Nora. Entre las mutuas
informaciones con ella, sobre la renovación de nuestros
depósitos, el cambio de
destino de algunas inversiones en
papeles de bolsa, y otras cosas más de las cotidianas; se
dió que Nora vaticinase, en una larga conversación,
en torno a lo que
sucedería mañana.
Teníamos entre los dos, encima de la mesa, a una
anilla de cobre, del
tamaño como de una ajorca. Es lo utilizado por Nora, desde
que vivimos juntos; y la sigue usando, para adivinar lo que
pasará. A veces me habla a mí ella, a veces a la
anilla. Acostumbramos quedarnos ahí en una tenida morosa,
con grandes silencios entre lo que cada uno dice, la anilla, Nora
y yo, durante más de diez horas a veces. Hasta que
sentimos la campanilla del portón del jardín,
cuando el diarero se acerca al porche de nuestra casa ya de
madrugada, con el diario. -Nuestra casa, lo que me dejó mi
familia; la
única casa con patio trasero y jardín frontero que
permanece, en varias cuadras alrededor. Todo el barrio que se ha
vuelto, desde aquellos años de los viejos, una zona
más de altos edificios departamentados-.
Sentimos la campanilla. Nora se levanta de la mesa y
guarda la anilla adivinatoria en sus cajoncitos, adonde ella
tiene su rincón particular, con la alfombra y los
almohadones. Usamos solamente un ambiente de la
casa para nuestra convivencia. Esto desde hace ya varios
años. Por no pasarnos el tiempo limpiando, dejamos los
otros cuartos vacíos y cerrados.
Hoy Nora se ha levantado de la mesa para ir a darse un
baño. Yo apagué la lámpara y me vine hasta
la cocina para preparar una cocoa. Ahora les cuento lo que
hablamos durante todas estas horas anticipatorias.
–Ismael, alcanzame la toalla grande
floreada–.
Discúlpenme, es Nora que me necesita. Sino le
alcanzo la toalla, va a llenar el piso de agua.
…Hmm, hmm; sigue deliciosa. Aunque usando gorra de
baño, sigue deliciosa. Igual mejor esperamos la hora de la
siesta. Tengo que contarles, lo que hablamos. Les digo lo que
pasará en la puerta.
…Nora comenzó a predecir diciendo: "Absueltos
por la Reina Mab, que nos permite mirar en su terreno, te voy a
contar lo que seguirá. Me dice Amilamia que vas a hablar
con Marcelo en estos días. ¿Hay un Marcelo?". Yo no
supe si me hablaba a mí o a la anilla de bronce; que
había olvidado decirles se llama Amilamia. Así que
le contesté inventando:
"Ese muchacho es la parte difícil que aparece
ahí en la puerta", le dije cuando empezamos a Nora. Y le
fragüé una historia en la que un
muchacho, a quien todos los otros vecinos llamaban Marcelo; pero
de quien yo no estaba seguro que ese
fuera su nombre; después de un momento allí en la
puerta, me había tratado de vender una chatarra depositada
en el sótano del edificio.
"Naturalmente, él vive en ese edificio. Unas
estanterías de chapa, una cocina abandonada, una bicicleta
fija; son las cosas que pretendíó me interesaran.
Aunque creo que fué esta oferta, nada
más que un pretexto, para meter la mano sobre mi sexo. Se me
acercó, apoyó la mano ahí; creo que iba a
besarme. Yo sólo le dije: –No, por favor–.
Rechacé su contacto y marché hacia la escalera del
sótano para irme. Pero el tipo empezó a moverse,
declamando no me acuerdo que cosas. Tengo presente que hablaba de
botellas; y me rogó que no me fuera. Enseguida tomó
las medidas de la cocina y los estantes con un metro plegable.
Anotó en un papel los números y quiso
dármelo. –Si hubo alguna molestia para usted en mi
oferta, sepa disculparme–, me propuso cuando me alcanzaba el
papel. Yo nuevamente: –No, no–. Y no acepté el papel con
los números. Marché para salir del sótano.
Le dije que iba a olvidar todo. Entonces se reanimó; se
había como hinchado, completamente rojo, parecía
que los ojos se le iban a escapar hacia fuera. Plegó el
papel y lo guardó en un bolsillo de la camisa. Se
adelantó a mí escaleras arriba para mostrarme el
camino; iba encendiendo las luces; es una escalera muy larga".
Toda esa mentira le conté a Nora. Enseguida vamos a tomar
la cocoa.
Es cierto que la invocación a la Reina Mab,
había predispuesto mi fantaseo. Nora repitió la
invocación. Y esta vez seguro que se dirigía a
mí. Entonces yo más tranquilo, fui siguiendo sus
vaticinios. Los puedo recordar y rearmar, tienen alguna
coherencia. Fíjensé cómo son las cosas.
Así comienza el futuro:
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