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La breve sonrisa de Leonardo (página 2)



Partes: 1, 2

ARTE Y
TRABAJO

Es evidente la conexión de esencia que tuvo en la
Prehistoria el
arte y
el trabajo. La
representación de caballos, bisontes y rebecos está
tan ligada a la caza como la música a los ritmos
de las faenas agrícolas. Esta conexión no es
superficial, en el sentido de un rito adocenado, cada
cacería obligadamente condicionada a la visita a un templo
cavernario; sino que la conexión es de base: la
desesperación por la supervivencia, por rastrear
trabajosamente la pieza de caza, enfrentarla y darle muerte, esa
aventura estupenda y mortal, se ve directamente condicionada por
el ánimo que se tenga para ello, y este ánimo lo
insufla el brujo en el templo, donde al cazador se le hace
próxima y pacífica la fiera.

Pero si además la figura del animal no es basta,
si presenta colores
atrayentes y formas delicadas con ancas evocadoras, entonces la
pieza se hace asequible y codiciada. Si se la ve tendida al
galope se despierta el valor por
darle alcance; si yace, el anhelo por lancearla. Y cuando en
la tierra no
se encuentra la raíz comestible, o mucho después,
cuando no germina el grano, las largas hambrunas se
atenúan con la esperanza al contemplar la Venus de
Willendorf, su vientre prolífico y sus enormes senos
generosos de buena leche.

De tal forma se funden la vida real y la
artística que de manera instintiva se adoran las figuras
del animal y la mujer, y esta
misma idolatría se transmite al arma esbelta, regularmente
afilada, cuando "la mano que toca la herramienta siente toda su
suavidad" (Parias, Nougier, Sauneron, Garelli, Bouriot &
Rémondon, 1965, T I, p. 63) . Vale decir, ha nacido el
signo en el arte.

EL DISCÓBOLO Y
EL TRABAJO
CAMPESINO EN
LA GRECIA
CLÁSICA

Los trabajos agrícolas constituían el
fundamento de la economía griega.
Difícilmente pueda considerarse que en aquella democracia la
base del trabajo agrícola fuese la mano de obra esclava
por tres razones: en primer lugar las Ligas no
constituyeron ejércitos conquistadores,
característicos de una sociedad
pujante que vive de la esclavitud; en
segundo lugar no existía el latifundio ni siquiera durante
la época arcaica, por el contrario los ciudadanos se
dedicaban a sus minifundios: "La evolución de las propiedades tendía
al parcelamiento, como consecuencia de la partición de las
herencias; el Ática parece haber alcanzado el
límite de los minifundios al final del siglo V"( Parias et
al., 1965,T I, p. 242); y en tercer lugar porque durante todo el
período griego nunca existieron rebeliones de esclavos,
como en Roma, y sí
agitaciones sociales de campesinos pobres y artesanos. El hecho
de que una de las primeras grandes rebeliones de esclavos contra
Roma, la de Pérgamo, ocurriera a raíz de la
invasión romana de ese territorio griego es prueba de que
la condición social de la mayoría de la población había cambiado
radicalmente.

Ahora bien, se sabe que ya desde la Grecia arcaica que
–aunque no existan latifundios como tales- la gran
porción de tierra
pertenece a los aristócratas. Y a lo largo del siglo VII
se generan huracanadas tensiones entre estos y los campesinos las
que en Atenas se neutralizan con las reformas de Solón, no
tanto por el hecho de la relativa eliminación de las
deudas –incluyendo la esclavitud por estas- sino
principalmente por el reconocimiento estatal del trabajador
agrícola frente a los derechos de cuna de la
oligarquía patriarcal, o sea, el sistema social
tiende con fuerza a la
mayoría de los ciudadanos. Y ello es propio de una
sociedad descentralizada. Cada vez con mayor fuerza el trabajador
agrícola pobre se libera de restricciones de casta en el
período que va de Solón a Pericles. El
espíritu social, entonces, es el de igualdad, una
igualdad que no complace a quien intente desde aquí
medirla con una vara contemporánea. Pero nos lo aclara un
testigo cercano de esos tiempos, Aristóteles:

…la democracia es un Estado donde
los hombres libres y los pobres, siendo la
mayoría,

están investidos con el poder del
Estado(…)la más pura democracia es aquella que
se

llama así principalmente por la igualdad que en
ella prevalece ("Política", Libro
IV,

cap. 4, 1290b, 1291b. Tomado de la Enciclopedia
Británica, entrada: democracy)

Envuelto en estos aires sociales se educa Mirón
(490-430 a C). Y los griegos necesitan, como el cazador
prehistórico, que los alienten soplos de igualdad. El
griego admira al atleta como un héroe, casi como a un dios
y Mirón se dispone a ejecutar la estatua de un lanzador de
disco. No de Zeus ni de Afrodita ni de Heracles. No quiere
destacar lo grandioso quiere insuflar de grandiosidad lo parejo,
la tersura de lo igual. Por otro lado, desde hacía
tiempo los
escultores trataban de representar el movimiento en
las estatuas. Pero representar el movimiento en el espacio se
enfrenta con dificultades muy serias, una de ellas el
desequilibrio de la figura. Esto es mucho más de lo que
parece.

Sostener una pesada figura en desequilibrio ya
constituye un reto desde el punto de vista físico pues el
elemento de sostén no puede ser ajeno al motivo de la
escultura. Durante la época arcaica Zeus apenas puede
levantar los brazos, apenas puede dar pasos tímidos sin
desmoronarse. Y este inconveniente ni siquiera es el principal.
Una figura en desequilibrio rompe ferozmente el ideal de la
pareja perfección que se necesita expresar. La igualdad
requiere, dicho rústicamente, tres bucles a la izquierda
de la frente de Zeus y otros tres a la derecha. Y un atleta al
lanzar un disco deja su cuerpo totalmente orientado hacia el
proyectil que se acaba de fugar de su mano. A pesar de todo
Mirón acepta el reto, representar el movimiento más
enérgico dentro de un marco de la igualdad más
perfecta.

Al Discóbolo se le reprocha la poca expresividad
de su rostro. Y se le reprocha la falta de estabilidad que
tendría el atleta al lanzar el disco en la forma que
Mirón lo representó (un problema físico de
desequilibrio de palancas), efectivamente, al disparar con su
mano derecha, probablemente caería. Y si para equilibrarse
levanta el brazo izquierdo ello le reduciría velocidad de
rotación. En fin, se dice, ningún discóbolo
debería adoptar esa posición antes de lanzar el
disco.

Pero Mirón necesita, ante todo, representar el
movimiento sin desequilibrio estético –no
físico-, y todavía más, sublimar la
igualdad.

El Discóbolo ha sido millones de veces
reproducido por todo tipo de propaganda.
Tiene levantado el disco en su mano derecha mientras el brazo
izquierdo está algo plegado sobre el cuerpo, la mano a la
altura de la rodilla. Si movemos la vista desde el disco en lo
alto, recorremos el brazo que lo levanta, pasamos a los hombros
del atleta, continuamos por el brazo izquierdo ligeramente
plegado al cuerpo y finalmente recorremos la pantorrilla
izquierda hasta el pie en punta, que el atleta ha dejado un poco
atrás, nos hemos movido por un arco de círculo casi
perfecto. Si recorremos el torso ligeramente curvado y
después pasamos al muslo bien modelado, nos hemos movido
aproximadamente por otro arco de círculo. Ambos arcos de
círculos se cortan, y como la cabeza y los glúteos
quedan uno delante y otro detrás de ambos arcos de
círculo, toda la figura da la impresión de un arco
guerrero tensado con su flecha. Quiere decir, Mirón
representó intachablemente la energía del
movimiento más intenso, la inminencia del disparo
más potente. Pero queda endeudado con la necesaria
impresión de la igualdad más pura. ¿O no? El
cuerpo debía quedar repartido democráticamente en
el espacio. Y esto es aún más importante, y, como
obligadamente debe hacerse en toda obra de arte que realmente lo
sea, debe quedar como impresión velada, no ostensiblemente
mostrada sino de manera que mueva el espíritu del hombre
más que sus propios sentidos. ¿Cómo lo logra
Mirón?

Existe una figura geométrica que, aun desplegada
en el espacio, no permite que ninguno de sus puntos valga
más que otro. Y es precisamente el círculo. Todos
los puntos del círculo están a una misma distancia
del centro, idénticamente repartidos en el espacio. Y
todos los músculos del Discóbolo están
repartidos en dos arcos de circunferencia, con lo cual todo su
cuerpo queda igualitariamente repartido e integrado al espacio de
manera tan excelente como lo anhelaba la estética clásica: amar la belleza
con moderación. La persistencia del círculo incluye
el disco, medio arrojadizo del atleta. Pero todavía queda
el reproche que se hace a la impasividad del rostro.

En una figura humana el rostro atrae inmediatamente la
atención de quien mira, incluso si no ocupa
un lugar principal en el diseño.
Si el rostro reflejase aunque fuera un poco, aunque fuera una
partícula del enorme esfuerzo que se hace antes de lanzar
un disco, toda la magia anterior se viene abajo pues el rostro se
roba el equilibrio
inmediatamente a pesar de que los músculos estén
uniformemente repartidos en los arcos de círculos. Por
ello Mirón prefiere mantener en su rostro la tenue sonrisa
de las estatuas anteriores, arcaicas. Por supuesto que
evidentemente él sabía lo que estaba haciendo al
transigir con este pecado, no es influencia del pasado como se le
reprocha, es, simplemente, genialidad.

LA VENUS DE MILO,
COMERCIANTES, MARINOS Y CIENTÍFICOS EN EL
HELENISMO

Aristóteles, crítico de la ahora decadente
democracia ateniense, la considera una forma pervertida de un
Estado donde a la larga los ciudadanos gobiernan, porque la
democracia considera solo a los pobres y no el bien común
("Política" Libro III, cap. 7, 1279b. Tomado de la
Enciclopedia Británica, entrada democracy).
Aristóteles es el maestro de Alejandro cuyas conquistas se
extendieron por Asia hacia la
India y por el
sur hacia Egipto.
¿En qué consistía ese bien
común
para Aristóteles? ¿Se
refería al bien de todos, a la mejoría de todos,
incluyendo a los pobres de la democracia ateniense? Si el trabajo
en la Grecia clásica se basaba en la agricultura y
la economía dependía de esta, ¿había
cambiado algo? Los griegos siempre fueron esforzados
agricultores, pero con una población en aumento, los
suelos aún
peores y sobre todo con una experiencia mucho mayor en el arte de
la navegación y en el establecimiento de colonias, lo
único que para todos resulta mejor consiste en traer a
suelo griego
productos
baratos de otras tierras. Grecia no producía ya ni grano
ni aceite
suficientes para alimentarse. Y los frutos del Oriente eran
inalcanzables y beligerantes. No solo por las acometidas persas
contra Grecia, sino porque el mercader persa y su comercio no
significaban nada para el imperio. Parias et al., 1965,T I, p.266
señalan: "las capitales del imperio persa eran sobre todo
residencias principescas y centros administrativos; los
mercaderes no tenían acceso a la plaza principal que se
abría ante el palacio, donde solo se paseaban los
jóvenes nobles". Como decía Aristóteles,
el bien común posiblemente no solo
beneficiaría a los griegos sino también a sus
enemigos."Más que una conquista se trata de una revolución". (Parias et al.,
Idem)

¿Podía Grecia mover algo el péndulo
fuera del estado de descentralización que era su democracia?
Para pasar a una etapa de transición hacia la centralización se necesitaban
núcleos de centralización los que, aunque
subordinaran elementos de diferente tipo cada uno, tuviesen
conexiones entre ellos. De lo contrario no se puede comenzar a
centralizar lo que es tan diverso. Y Grecia contaba con dichos
núcleos: los comerciantes. Los había especializados
en los granos de las islas mediterráneas, otros en
papiros, cristales, telas y ungüentos del Oriente, otros en
perfumes de la Arabia y algunos hasta en telas de la China. Los
diversos elementos eran los diferentes productores y los marinos,
provenientes de pueblos que habían estado en guerra entre
sí. Los núcleos que centralizarían todo este
mundo diverso y pendenciero, los intereses comunes por el
intercambio. Y los comerciantes estaban interconectados, no solo
por el dialecto común con que se comunicaban,
koiné, sino por "las asociaciones de mercaderes, donde muy
probablemente concluían acuerdos y contratos"
(Parias, et al., 1965, T I, p.280). Una vez eliminado el muro
persa, tanto el Mediterráneo levantino como las rutas
caravaneras es suyo, ayudados por la multitud de ciudades
fundadas por Alejandro en las rutas comerciales y la experiencia
y tecnología
de sus marinos. No importa que en la península decaiga la
agricultura y la artesanía, las ciudades comerciales se
llenan de inmigrantes que se favorecen económicamente, y
no solo son griegos: judíos
y naturales habitan en ciudades cosmopolitas que ofertan trabajo
y mezclan ídolos religiosos y príncipes al gusto de
cada cual.

Pero esta prodigalidad de viajes
está llena de osadías que tiene que enfrentar el
marinero y el comerciante mismo. Ausencia de orientación
en mar abierto, piratería, tormentas –la novela
helenística da cuenta de ello, como informa Hauser (1966)-
. Y además es necesario conocer la realidad con
precisión. No solamente hace falta orientarse en el mar
sino también en el universo, y
así nace la ciencia
independiente de la filosofía. Dos nombres bastan para
probarlo: Arquímedes y Euclides. Y no todos los
hombres son capaces de lidiar con las dificultades que impone
ahora el mar, el desierto y el reciente universo. Es
tiempo de seleccionar hombres, desaparece la gris igualdad de la
democracia. Véase a este respecto el sentimiento que
experimentaba Aristóteles (trad.
Azcárate):

Si se distribuyen flautas entre varios artistas, que
son iguales, puesto que están dedicados al mismo arte,
no se darán los mejores instrumentos a los individuos
más nobles, puesto que su nobleza no les hace más
hábiles para tocar la flauta; sino que se deberá
entregar el instrumento más perfecto al artista que
más perfectamente sepa servirse de él. Si el
razonamiento no es aún bastante claro, se le puede
extremar aún más. Supóngase que un hombre
muy distinguido en el arte de tocar la flauta lo es mucho menos
por el nacimiento y la belleza, ventajas que, tomada cada una
aparte, son, si se quiere, muy preferibles al talento de
artista; y que en estos dos conceptos, en nobleza y belleza, le
superen sus rivales mucho más que los supera él
como profesor;
pues sostengo que en este caso a él es a quien pertenece
el instrumento superior. (Libro III, cap. VII, parra
2)

La leyenda de Alejandro había dejado un
personaje: el héroe. Y es ahora el héroe el
núcleo de centralización de los espíritus y
las voluntades. El mito
más representado es el de Heracles. Y las diosas se
desnudan y muestran sus osadas caderas.

Se ha dicho que las caderas de la Venus de Milo son
heroicas. Ya Praxíteles había desnudado a las
diosas y estos refinados comerciantes realizaban el largo viaje
hasta la isla de Cnido nada más que para ver a su Venus
desnuda y con semblante de mujer. De manera
natural el cuerpo de una mujer tiene dos núcleos de
centralización distintos: los senos y el pubis. Los senos
centralizan los hombros y ciertas disposiciones de los brazos, el
pubis centraliza las caderas. La estrechez de la cintura separa
ambas zonas. Prueba de ello es que al representar dioses
masculinos, si se quiere mantener separadas ambas zonas y dar un
toque cinético a la escultura se necesita ladear
femenilmente las caderas (contrapossto).Sin embargo, la
propiedad
heroica no se nota tanto en la Venus de Cnido como ocurre con la
Venus de Milo.

Esta última sugiere una línea ondulada
esbelta a través de los senos si imaginamos el brazo
izquierdo tomando una manzana y el derecho sosteniéndose
el manto (peplo), y esta línea lleva la vista desde los
hombros hasta el manto, o sea, desde el primero hasta el segundo
centro de centralización. El pubis por su parte subordina
las caderas y el envoltorio del manto alrededor de las mismas,
manto cuya prolongación son los pliegues a lo largo de las
piernas. Ahora bien,¿qué la hace "heroica"? El
contrapossto y el manto envuelto alrededor de las caderas
acentúa estas, pero si la figura fuera frontal como las
Venus de Praxíteles, no sintiéramos
subliminalmente el poder de esas caderas. Y es que un destello
genial de un tal Alexandros permite al torso de la diosa girar
quince grados, solo eso. Y esos quince grados afinan algo
más la cintura, con lo cual la conexión entre los
centros de subordinación superior e inferior se hace
elocuente al ánimo del observador a causa del nuevo
movimiento vital que cobra la figura, resaltando sin otros
aditivos la cadera, que ahora, sin llegar a ser ampulosa, se
torna heroica.

EL PANTEÓN
Y EL TRABAJO DEL SOLDADO Y DEL ESCLAVO EN ROMA

El brioso comercio griego requirió, como se ha
visto, crear un dialecto. Fue necesario también ayudar a
la navegación con rutas previas bien estudiadas, una
especie de guía de viaje llamada periploi. Se hizo
forzoso acuñar moneda y crear banqueros honestos, formados
en el ideal del héroe. Pero con el tiempo los negociantes
enriquecidos se relajan a la vida cómoda de las
cortes y comisionan contratistas para que hagan su
trabajo.

Los banqueros se pervierten y para los marinos ya las
rutas consuetudinarias no constituyen particulares
desafíos. ¿Podía otra potencia tomarles
entonces la ventaja y desbancarlos? En África del Norte
una ciudad llamada Cartago, de raíz fenicia y muy bien
ubicada geográficamente, también se dedicaba al
comercio. Pero no hacen ninguna innovación de la técnica naval, no
acuñan moneda, no tienen bancos, su
comercio se facilita por su ubicación intermedia, la
proximidad a las tribus bárbaras del Oeste de Europa les
permite trocar con ellas–mediante señales
de humo- pacotilla por plata y estaño o traer del
Sudán oro, cambiado
también por pacotilla. Y estos metales los
trasladan a Oriente donde a su vez obtienen productos fabricados
o alimentos. Por
supuesto, este sistema primitivo de comercio no podía
sustituir al griego helenístico por muy relajado que
estuviese. Antes bien, vulnerable como es, será derrotado
por un nuevo pueblo no comerciante.

Simultáneamente con el desarrollo de
la civilización griega un pueblo bárbaro de la
Italia central,
de economía agrícola y pastoril, y en lucha perenne
con enemigos que provienen de todos los alrededores, va
adquiriendo una experiencia militar impresionante. Su sistema
económico es en extremo primitivo, aún más
que el cartaginés, solo necesitan hacer incursiones,
dominar territorios, tomar en prisión jóvenes
fuertes y esclavizarlos en las labores de campo.

Sin embargo, el éxito
que tienen con tal empresa les
permite asentarse cada vez mejor en una ciudad que crece
continuamente: Roma. Y en una ciudad con recursos aparecen
siempre hijos de ella que ansían cultivarse. La
única cultura
admirada que está a su alcance es la que poseen las
ciudades griegas que tienen cerca (en el sur de la
península itálica se asienta Siracusa, patria de
Arquímedes) y que conocen por el comercio. Por otra parte,
desde antiguo este pueblo bárbaro se había mezclado
con otro, los etruscos, que probablemente aprendieron
también de los griegos cómo drenar tierras
pantanosas, irrigar tierras secas y medir los terrenos para
ordenar las propiedades. Así, una ciudad alejada de las
rutas comerciales privilegiadas por los griegos puede crecer,
absorber cierta cultura, organizar una república y escapar
de las invasiones alejandrinas. Pero aquella república
estaba preñada de contradicciones sociales: los intereses
de aristócratas poseedores de latifundios, y los intereses
de los pequeños y medianos propietarios; y como en Grecia
–y quizás a imitación de ella misma- esa
contradicción se resuelve con leyes más
o menos democráticas. Pero lo que no sucedió en
Grecia, sociedad de múltiples ciudades-estado, sí
ocurre aquí, sociedad de una gran ciudad que vive de un
gran campo. Parias, et al., 1965, comentan:

Sobre este conflicto
[patricios contra plebeyos] se engarza otro mucho más
complejo, en

el cual la fortuna mobiliaria se opone a la inmobiliaria
(…) la ciudad al campo (…) cuyas

fuentes de
renta y cuyos intereses son divergentes(…) Esta
situación, que contiene ya en

germen las crisis que
arruinaron a la República, no corresponde ya al orden
antiguo del

patriciado y la plebe. La sociedad cerrada se ha abierto
y, gracias al liberalismo
romano,

los más ricos de los plebeyos(…)se han sumado a
los patricios, mientras que entre estos

los hay que se convierten en tránsfugas. Ha
nacido otra aristocracia. (T I, p. 345)

O sea la etapa de descentralización típica
de Grecia clásica no se da aquí, ni la etapa de
tendencia a la centralización típica de la Grecia
helenística. Lo que sucede es que a la oligarquía
de ascendencia patriarcal se acopla una nueva oligarquía
pecuniaria, el péndulo no avanza, y su trabazón no
se resuelve independientemente de que la sociedad consiga
cultivarse a partir del acervo griego.

Pero el espíritu del helenismo
filtra la conciencia
romana. La contradicción que presenta la oligarquía
helénica es equivalente a la contradicción de su
propia oligarquía. Y no necesitan una oligarquía.
Necesitan que el péndulo se mueva hasta el extremo y las
fuerzas se centralicen. Un príncipe justo a la cabeza de
una estructura
política piramidal traería muchas ventajas.
Tendría que ser un jefe militar reputado, porque es el
ejemplo del soldado y el trabajo de este es proporcionar
esclavos, que son la base de la economía romana.
Tendría que ser un buen organizador, que administre el
mundo conquistado y sepa sacarle provecho con eficiencia. Y
sobre todo tendría que neutralizar a la rara
oligarquía de senadores, todos ricos pero con el
formidable antagonismo ciudad-campo el cual, tirando cada uno
para sí, no pone riendas al mundo conquistado. Leemos en
Parias et al., 1965:

A la explotación desordenada sigue la
punción fiscal. Que es
una mejora. Catastros y

censos de las personas permiten establecer mejor el
asiento de los impuestos.
La

percepción, sea directa o por medio de
pequeños adjudicatarios, se regulariza. La era
de

los hombres de negocios ha
terminado. Empieza la de los funcionarios. (T I,
p.279)

A pesar de que Roma se convierte en centro del mundo,
existe un gran problema que no puede resolver. En la Grecia
Clásica el campesino produce o gestiona –depende de
su posesión- el bien de vida fundamental y el Estado lo
ampara. En la Grecia Helenística el comerciante produce o
gestiona el bien de vida fundamental y el Estado lo ampara. En la
Roma Imperial el esclavo es quien produce el bien de vida
fundamental y el Estado lo somete. Con este pecado original,
resultado de un tipo de economía primitiva, Roma es
capital del
mundo. De donde los consumidores no producen sino soldados, nada
para el intercambio, por lo cual hay que subvencionarlos. Y en
las ciudades de las provincias donde reside el gobernador sucede
lo mismo. Pan, vino y circo al pueblo que aporta los soldados. Al
desfigurarse el carácter del trabajo, muy pronto se tuerce
el carácter del emperador. Desde un 47 aC, año de
César dictador vitalicio hasta un 37 dC, año de
Calígula emperador, han transcurrido solo 84 años y
podemos figurarnos la catastrófica diferencia. A un
Claudio sucede un Nerón. De aquí que el arte
necesite insuflar el espíritu de centralización de
la manera mejor posible. La Eneida es un ejemplo excelso. Toda la
Edad de Oro del Imperio Dorado. Y cien años después
Adriano crea, por su juicio o por su impulso, una de las
maravillas del arte universal: El Panteón.

La cúpula enorme es referente del imperio, del
poder centralizado. Al entrar al Panteón sobresalta la
enormidad de un espacio cubierto de 43 metros de diámetro.
Allá en lo alto una sola entrada para toda la luz, un
opérculo de 8 metros de diámetro parece
pequeño debido a la altura a que está. Toda la
visión del interior del templo depende de la luz que
penetra por ese agujero. Solo cuando los reflejos del piso dan en
las paredes se pueden ver las imágenes
de los mosaicos o de las esculturas que la habitaron en su
tiempo. Todo absolutamente depende de esa luz magnífica y
única allá en lo alto. Conforme se mueve el sol la luz va
permitiendo observar el resto de las imágenes que son
rigurosamente dependientes de ella. Ars est celare artem
(el arte consiste en disimularlo). Los romanos de hoy,
sobrecogidos, aseguran que quien está dentro no se moja
cuando llueve. Tan grande es el emperador.

EL SEÑOR DE LA
COMPASIÓN Y LA LABOR DEL MONJE EN LA INDIA
GUPTA

Vuestras armas, ¡oh
poderosos de este mundo!, deben servir para proteger a los
débiles y no para maltratarlos.

"Sakuntala"

El imperio romano ha
llegado a un límite. Controlar territorios militarmente y
esclavizar a sus habitantes tiene un confín: las fronteras
del mundo que se puede esclavizar. Los romanos, desde el inicio
del imperio y percatados del problema que un límite de
esclavos impondría a las necesidades alimenticias de una
población creciente, de hecho inventan la ciencia
agronómica para incrementar la productividad del
trabajo. Varrón y Columela coleccionan un conjunto de
procedimientos
que han demostrado su eficacia en las
tierras mediterráneas, pero la laxitud posterior
–con la excepción de la época de los
emperadores Antoninos- no conduce a nuevos empujes.

De todas formas, el saldo que deja Roma en las
ingenierías es sobresaliente: agrimensura, técnica
de la construcción, hidrotécnica y arte
militar. En astronomía, el sistema de Ptolomeo
–sabio de la Alejandría romana- permitía
entender mejor el movimiento de las estrellas visibles imaginando
las esferas donde estaban inscritas rotando alrededor de un punto
situado en algún lugar de La Tierra, un punto con cierto
movimiento. Las verdaderas joyas de las ciencias
aplicadas romanas las constituyen los acueductos y la ingeniería de caminos, como corresponde a
un Estado centralizado cuyas ciudades principales, Roma ante
todo, disfrutaban prácticamente gratis de agua y del
trigo que les llegaba (y de muchos otros bienes). Pero,
como se ha dicho, el imperio había llegado a las fronteras
que podía esclavizar. Y cuando la capital del imperio se
ve forzada a mudarse para Bizancio este panorama no cambia. La
esperanza en aumentar la producción agrícola sigue
dependiendo del aumento de la población y de las
superficies cultivadas más que de un mejoramiento de la
tecnología. Las tierras del Asia Menor no eran tan
pródigas como las de Occidente y el laboreo sigue siendo
el tradicional: el empleo de
bueyes, la siega con hoz corta, el arado
rígido.

La escasez cada vez
mayor de esclavos obliga a acudir a un trabajo campesino
prácticamente esclavizado. Solamente el comercio es de
cierta importancia en el Imperio de Oriente porque depende mucho
de una artesanía y minería
monopolizada por el imperio, pero entonces resulta que el
comerciante extranjero es recibido con sospecha. Ni siquiera el
invento de la llamada vela latina, que permite el
barloventeo en las embarcaciones, logra que el tráfico
marítimo de naves bizantinas alcance la altura que
debiera, en una época donde ya la centralización
imperial se hacía obsoleta y se necesitaba un viraje hacia
una etapa de tendencia a la descentralización, algo no
concebido ni en la peor de las pesadillas de los
emperadores.

Más allá de las fronteras orientales del
imperio, en Persia y la India, sí existían
condiciones para esta tendencia a la descentralización.
Después de la declinación de Roma, las historias de
ambos pueblos constituyen un eslabón necesario para
concebir la civilización llamada occidental. La
influencia grecolatina en el subcontinente indio, y más
aún en Persia es algo totalmente conocido. La influencia
de las ciudades alejandrinas y el comercio lo permiten. La
agricultura india, por iniciativa propia y por los contactos con
el mundo helénico y el chino, es en el siglo III una de
las agriculturas más desarrolladas del mundo. A pesar de
la insuficiencia de datos sobre el
Oriente, nos exponen Perroy, Auboyer, Cahen, Duby &
Mollat:

la agricultura, riqueza básica del país,
gana terreno sin cesar a las tierras incultas. Los

cultivadores, ciertamente muy numerosos, se sirven de
arados uncidos con bueyes y

producen cebada, paddy, varias especies de arroz,
caña de azúcar,
sésamo y azafrán.

Gracias a los riegos y al abono, se obtienen varias
cosechas anuales. Para el ganado se

cuidan las praderas y se enumeran el buey giboso, el
buey ordinario, la vaca, la ternera,

el caballo, el mulo, las cabras y el camello (…) el
comercio se ejerce por igual con los

cereales que con las piedras preciosas, los tejidos de seda y
el marfil. (1966, p.72)

Pero la historia de la antigua India
no se puede comprender sin el papel determinante que juega el
monje. Según Fernández Bulté, J.,
Yánez, R.M., Carreras, D. & Lizón,
J.L.:

La problemática que introduce el sistema de
castas en la India, nos conduce a indagar

las razones por las cuales en esta variante de los
despotismos orientales, el rey, jefe

político, maharajá, no constituye el
elemento superior de la sociedad, y por el

contrario, se encuentre en franca dependencia de la
casta sacerdotal. (2002, p. 110)

Y, ¿qué es un monje brahmán? De
acuerdo al Código
de Manú, es persona sagrada,
jefe de todos los seres creados. Los sacerdotes
están en la cima, como dioses terrenales o
brahmanes; en segundo lugar los guerreros, a continuación
los agricultores y mercaderes, y por último los sudras,
servidores,
especialmente de los brahmanes. Ahora bien ¿cómo se
acepta este sistema? Por la vigencia de creencias como la
reencarnación y el karma. Según estas
creencias religiosas, todas las personas reencarnan varias veces
y tienen la posibilidad de nacer en una casta más alta,
siempre y cuando en su anterior vida hayan obedecido las reglas
de la casta a la que pertenecieron. Así, el karma
en realidad retrae a las personas de intentar rebelarse contra la
ley.

Para que la civilización pase a una etapa de
tendencia a la descentralización hace falta una sociedad
que se asiente en núcleos de descentralización,
desligados entre sí (a veces opuestos entre sí),
pero que agrupen elementos similares. Solo de esta manera se
puede comenzar a descentralizar aquello que está
fuertemente centralizado. Estos núcleos de
descentralización los posee la India, gracias al papel del
monje. Los núcleos de descentralización desligados
entre sí, en tiempos de la dinastía Gupta, los
constituyen las diversas confesiones religiosas, brahmanismo y
budismo
principalmente, con sus distintas escuelas. Todos se benefician
con la protección y donaciones de los soberanos, que
garantizan el austero esplendor de los establecimientos
religiosos y escuelas. Y los elementos similares que agrupan son
los fieles: todas las confesiones tratan de congregar a
príncipes, comerciantes, guerreros, artesanos, campesinos.
Inmediatamente puede hacerse una objeción, ¿no
coexistía el budismo con el brahmanismo siete u ocho
siglos antes de los monarcas Guptas? Entonces, ¿por
qué es ahora cuando se convierten en núcleos de
descentralización?

La India vivió una época floreciente de
centralización durante los tiempos del rey Asoka, tres
siglos aC. Para llevar a cabo su gobierno Asoka
tuvo que elevar el budismo a la categoría de religión oficial y
así anular el poder de los brahmanes. Las
monarquías Guptas no florecen hasta los siglos IV y V dC.
Son brahmanistas, pero como conquistan territorios budistas su
inteligente política es proteger a todos los monjes. De
esta manera, es de conjeturar que aparezca una briosa
emulación entre las distintas confesiones y escuelas y por
consiguiente los monjes se sientan impelidos más que nunca
a dar ejemplos ortodoxos de conducta (en su
juventud debe
estudiar profundamente, después será un cabeza de
familia
ejemplar, finalmente debe despedirse de la familia y
convertirse en anacoreta y en sus últimos años
vivir de la limosna), y cuando la conducta del monje es ejemplar
el karma obliga a tensar el espíritu del conjunto
de la sociedad, temeroso cada cual de su próxima
vida.

El monje inspira cómo actuar y la
actuación de todos, desde el rey al sudra, desarrolla
impetuosamente la sociedad. Esta suposición se confirma en
el campo del arte, al ser creado por Kalidasa, de
confesión brahmánica, uno de los dramas egregios de
la literatura
universal y a la vez ser ejecutado en una cueva catedral de
Ajanta, de confesión budista, la figura de lo que se ha
dado en nombrar "El Señor de la Compasión", una
pintura que se
puede comparar sin sonrojo a la Mona Lisa.

En Sakuntala el mundo de la dignidad de
los brahmanes, simbolizado por una joven huérfana que no
se permite calmar su sed antes de regar las flores agostadas del
bosque sagrado donde ella vive junto a los brahmanes, se opone
resueltamente al mundo pedestre de poder y gloria de la corte.
Conforme vamos conociendo a la muchacha la acción
se desplaza del mundo telúrico de la caza a mansalva al
mundo espiritual de lotos sagrados sobrevivientes del agua. Un
acto tras otro Kalidasa va borrando subrepticiamente la frontera entre
lo humano y lo divino. Habiendo dado el rey promesa de matrimonio a la
joven, la olvida involuntariamente cuando ella, absolutamente
desamparada, hace una fatigosa expedición para llegar
hasta él en palacio. Pero si el rey la rechaza y la reina
la hostiga los dioses responden trasladándola, a pesar de
ser humana, al paraíso. Finalmente Sakuntala es reconocida
por el rey, pero la condición y el espíritu de la
época están plasmados incluso cuando Sakuntala al
final es reconocida por el rey: esa muchacha huérfana
simboliza el espíritu brahmánico,
¡guárdate entonces, emperador de hombres, de tus
actos! Los valores
estéticos de este drama, nos advierte
Campuzano:

no solo han sido reconocidos por la crítica
romántica europea (…) sino también por
los

pandit (sabios) hindúes: el más
bello entre todos los géneros poéticos es el drama;
entre

los dramas, Sakuntala; en este, el cuarto acto, y en
este acto, cuatro estrofas:

"Divinidades ocultas bajo la corteza de los árboles
majestuosos, la joven que

nunca quería apagar su sed antes de haber
regado las plantas
agostadas, la muchacha

para quien era un crimen cortar las flores y daba
gracias a la primavera que les

ofrecía la magnificencia de las piedras
preciosas, Sakuntala os abandona para ir al

palacio de su esposo. ¡Que su viaje sea
fácil! Cuando esté fatigada, ¡que la sombra
de

los cedros y los alerces les ofrezcan un abrigo
impenetrable a los rayos del sol y que un

suave céfiro robe a los lotos azules de los
lagos sagrados un fresco rocío para
derramar

en torno a
ella!".
(1987, p. 5)

El budismo, a diferencia del brahmanismo, no ofrece la
reencarnación como oportunidad para alcanzar una mejor
casta sino para que en cada vida el hombre pueda sacrificarse por
el bien de los demás hasta que toda la humanidad quede
redimida. En una leyenda, un alumno de Buda le pide a este le
permita ser enviado a predicar en tierra de
infieles.

"Pero son bárbaros, ¿y si te injurian
de palabra?". "Se los agradeceré, porque no me golpean y
puedo seguir predicando tu nombre". " ¿Y si te golpean y
te hacen sangrar?". "Se los agradeceré porque no me hieren
y puedo continuar predicando tu nombre". "¿Y si te lancean
hasta la muerte?"
"Se los agradeceré porque me dan la oportunidad de
reencarnar, llegar donde Buda y pedirle que me vuelva a enviar a
tierra de bárbaros para predicar su nombre".Después
de unos instantes de reflexión el anciano mira al
joven.

"Entonces ya estás preparado, ¡ve y
salva a esos infelices!"

"El Señor de la Compasión " es una pintura
hecha sobre una superficie lisa de arcilla blanca pulida dentro
de una enorme cueva excavada en una montaña. Es una de los
cientos de pinturas hechas en las cuevas catedrales
próximas a un pequeño poblado de nombre Ajanta.
Representa a un príncipe ricamente vestido en el momento
de renunciar a todo en el mundo para dedicarse a alcanzar la
redención del resto de los mortales. No tiene un
rótulo que explique lo dicho sino que la sola
expresión de sus ojos hablan solemnemente acerca del acto
que está a punto de llevar a cabo. Como toda
legítima obra de arte de una época con tendencia a
la descentralización, gobiernan la obra dos o más
centros plásticos
opuestos pero artísticamente enlazados mediante la
imaginación del creador. A primera vista resalta la
fortaleza del hombre, su ancho tórax, pero sin darnos
cuenta la redondez dulce de los hombros moldea el torso. La
expresión resuelta de los ojos fijos contrasta con la
placidez de su mirada caída. El rostro viril contrasta con
los delicados pliegues de las vestiduras. Su brazo fuerte
sostiene un loto cerca de su cara, con los dedos de la mano
extendidos a manera de pétalos de flor. La
perfección de su arte reside en lo inexpresado,
refinamiento supremo. Millard refiere:

En la figura del gran Bodisatva, la combinación
de una gracia lánguida y casi

femenina con la serenidad acogedora de su máscara
y sus hercúleas proporciones se

esfuerza, gracias a esos símbolos visibles, por expresar las
cualidades inseparables de

compasión y de fuerza en este intercesor celeste.
(1967, entrada "India")

LA MEZQUITA DE
CÓRDOBA Y EL TRABAJO DEL COMERCIANTE Y DEL
ACEQUIADOR

Durante la época Gupta florecieron la lógica,
la matemática y la astronomía. La
primera había recibido un impulso notable ya desde la
escuela
ñaia (s I aC) y la segunda hizo una conquista
inmarcesible en esa época: la numeración de base
decimal que hoy llamamos "arábiga". Aharbhata
estudió las ecuaciones
indeterminadas y desarrolló la astronomía, la
aritmética comercial se impulsó notablemente con la
nueva numeración, lo cual junto con la seguridad que la
dinastía Gupta ofrecía a las rutas comerciales
hacia Oriente y Occidente y el esfuerzo desplegado en el trabajo
por la sociedad que antes se ha comentado, convirtieron a la
India Gupta en una potencia económica mundial. Es probable
que la producción intelectual estuviese mayormente
generada por la casta brahmánica, como está
documentado sucedió con las teorías
atomísticas del asceta Kanada (s V aC), quien se
alimentaba de los granos que recogía en los campos
segados. Todas las castas excepto tal vez los sudras
desarrollaron su inteligencia
con los numerosos juegos de
lógica que se han ido descubriendo hasta hoy y de los
cuales el ajedrez es el
ejemplo descollante.

No muy diferente del panorama indio lo es el dorado
Estado sasánida de Persia en la misma época. "Tres
castas dominantes: la nobleza territorial, el clero rico y
la
administración burocrática" (Perroy et al.,
1966, p. 50) y ambas sociedades
bien cebadas del conocimiento
helenístico por el Oeste y la cultura china
"rica en ciencias" por el Este.

Pero correspondió a un pueblo seminómada
vecino el llevar a cabo el próximo movimiento del
péndulo hacia la descentralización: las tribus
árabes. La proximidad relativa de las civilizaciones es
uno de los factores que permite se aceleren o no los cambios en
el desarrollo. Esa es una de las razones básicas de por
qué en la cuenca mediterránea y en el Asia Menor la
cultura ha podido ser tomada sucesivamente en relevo por uno y
otro pueblo, la razón por la cual en la larga noche
medieval los aislados bosques de Europa vivieron en relativa
ignorancia y también una de las razones que explica la
dificultad que este mismo relevo ha encontrado tanto en el
subcontinente indio como en la vasta China.

Las tribus nómadas árabes realizaban un
largo comercio caravanero. Podían observar tanto los
enormes palacios sasánidas cupulados como la catedral
bizantina de Santa Sofía. Pudieron ponerse en contacto con
fragmentos de la cultura griega
difundida en Persia y además nutrirse de la
aritmética comercial india también llevada
allí. Y no solo utilizaron la aritmética de base
decimal, sino que por la necesidad de manejar partes de unidades
en el pesaje, descubrieron el número fraccionario.
Aún llegarían a más. El primitivo trabajo
del acequiador en los oasis no solo daba de beber a plantas,
animales y
hombres, sino que casi con seguridad le permitió caer en
la cuenta, muy empíricamente, de las leyes que gobiernan
la conducción del agua y posteriormente, a todo el pueblo,
de amar el agua de
esas moradas salpicadas de fuentes y albercas ("acequia" viene
del árabe as-saquiya: la que da de beber). Con Mahoma
estos pueblos pasan de politeístas a monoteístas y
la fe religiosa enciende en las mezquitas los corazones. Leamos a
Pijoán (T XII, 1996, p. 58): "Sugiere Creswell que la
primitiva mezquita de Córdoba era un erial cuadrado, con
solo una galería del lado del mihrab(…) Actualmente
ocupa un lugar de 22 250 metros cuadrados, que la hacen el
monumento religioso mayor del mundo".

O sea, esta maravilla del arte mundial no era mucho
más que un gran patio. En un patio al que acuden creyentes
de todas las fortunas los seres humanos se igualan, no existe un
trono para el emperador sino que todo es parejo y
democrático, y constituye estéticamente lo opuesto
al haz de luz imperial de cuyo privilegio dependen todas las
figuras del Panteón romano: la luz del pabellón
celeste ilumina a todos por igual. Pijoán
escribe:

Al llegar Mahoma a Medina, cuando la héjira,
todos los ciudadanos le pedían se detuviera en sus
casas. Mahoma dejó a su camello decidir el lugar donde
instalarse, que fue el patio o era de secar dátiles de
la casa de unos huérfanos. Ya de allí no se
movió el Profeta, porque dijo: El hombre debe estar
donde está su silla de montar y su camello
.
(…)Mahoma compró la casa con el patio adjunto por diez
dinares(…) y allí se convocaban a los creyentes cada
viernes para la oración. Según Baladuri, ya en
tiempos del Profeta el patio fue rodeado de pórticos con
troncos para soportes y techos de palma. (T XII, 1996, p.
16)

Todos los árabes libres son iguales ante
Alá, y a los creyentes se los libera de cargas fiscales
(solo la entrega de la décima parte de lo que se gana pero
para beneficio de la comunidad, y ni
siquiera es obligatoria la peregrinación a La Meca para
quienes tienen limitados sus recursos). De hecho la guerra que
sostiene Mahoma desde la ciudad de Medina –ciudad de
modestos agricultores del desierto- contra La Meca –ciudad
rica, de comerciantes- es prueba de este sentimiento. Mahoma
tiene que huir a Medina porque, él mismo siendo
comerciante, predica un culto monoteísta que perjudica
económicamente a su grupo social.
Este sentimiento de igualdad obligó a la ayuda que el
creyente debe a los huérfanos, a las viudas y a los
enfermos. En Perroy et al. se advierte:

…la Ley, que el musulmán no concibe separada
de la fe, y que como esta tiene autoridad
divina, está dirigida a las obligaciones
de este mundo: entrega de una limosna a la comunidad, guerra
santa contra los enemigos de la fe para someterlos por la
fuerza. (1966, p. 101)

Parias et al. reconocen :

… el Profeta tenía ante todo la
preocupación por reprimir los abusos del lujo y de la
avaricia, y la prohibición que dictó contra el
préstamo con interés
pudo haber redundado en perjuicio del desarrollo
económico (!). En tiempos de los Califas Omeyas
(661-750) no conocemos grandes mercaderes musulmanes. (1965,
TII, p. 61)

Resulta entonces comprensible la epopeya que
constituyó la relampagueante conquista del mundo por el
Islam.
"…Para nosotros no fue ventaja pequeña ser liberados
de la tiranía de los romanos,
escribiría un
cronista monofisista" (Perroy et al., 1966, p. 102). Es
explicable. En Egipto se abole el monopolio que
ejerce el Imperio Romano de Oriente con el fin de abastecer
Constantinopla y se sustituye por un comercio libre, de
particulares indígenas. En Perroy et al. se tiene que
conceder:

En la campiña las tierras se repartieron en dos
categorías: tierras privadas y públicas, a las
que en beneficio de la comunidad es asimilaron las de los
propietarios desaparecidos a causa de la huida o de muerte en
la guerra(…)el dueño no ejerce ninguna de las
prerrogativas de la autoridad pública sobre sus
arrendatarios, menos dependientes de él, por
consiguiente, de cuanto solían serlo de los grandes
patronos bizantinos o sasánidas (1966,
p.108).

No por gusto ocurre, cuando les es permitido, "la
conversión en masa de los indígenas al Islam"
(Idem). En cuanto a la esclavitud, que persiste entre los
árabes, está muy morigerada: por estos tiempos es
únicamente doméstica. Parias et al., 1965, TII, p.
69 aclaran: "…a no haber sido por la guerra
[refiriéndose a los soldados turcos obligados a
incorporarse al ejército], la piratería y la trata
de esclavos, que proporcionaba inmensas masas de negros, turcos y
eslavos, la esclavitud hubiese sido borrada del mundo
musulmán".

Signo claro del espíritu descentralizador lo es
que en la Persia ahora decadente, donde se ha enriquecido una
oligarquía latifundista en perjuicio de los endeudados
campesinos, ya desde finales del siglo V aparece un movimiento
mazdekista que nunca murió: "más que una
predicación religiosa, una protesta social que exige
comunizar los bienes" (Perroy et al., 1966, p. 52).

La uniformidad religiosa de las mezquitas, donde ni
siquiera la dirección del mirhab (nicho
vacío que mira a La Meca) posee un lugar
arquitectónico privilegiado sino que se puede constatar la
igualdad de direcciones al observar los diversos caminos que
custodian las columnas; el gusto por lo abstracto –el cual
encontraremos mucho más tarde en los tiempos similares que
vivió Piet Mondrian- donde no se permite el arte
figurativo (aunque ello no está prescrito en el
Corán), nacen del inevitable sentimiento de igualdad que
marcó la gran expansión musulmana. La mezquita de
Córdoba es arte vivo que refleja este espíritu
descentralizador. Como todas las mezquitas su génesis es
un patio parejo, y los embellecimientos posteriores deben
acentuar una belleza igualmente repartida. En
Pijoán:

Nuevos constructores piadosos enriquecieron las
mezquitas con más hileras de columnas por este lado [el
del mihrab] y con un pórtico simple
también en los otros tres, y así
multiplicándose el número de hileras de columnas
en el lado del mihrab, la mezquita tomó tan
diferente aspecto que nadie por él recordaría su
planta primitiva: esto es, se convierte en un templo con
numerosas naves o hileras de columnas paralelas y con un patio
anterior como antesala del lugar santo (1932,T II, p.
212).

LA ALHAMBRA Y EL
ACLIMATADOR DE PLANTAS

Una nueva era se instala en el mundo musulmán en
los tiempos descentralizadores de la gran expansión, y
como ocurrió en el mundo griego es sustituida por la
tendencia a la centralización. Aparece un nuevo agente
capaz de establecer núcleos de centralización
conectados entre sí. No es posible comprender cabalmente
la evolución del mundo islámico si se considera al
Califa como un soberano absoluto a semejanza de los monarcas
europeos posteriores o a los emperadores romanos anteriores. Si
así fuera, una sociedad centralizada en aquellos tiempos
necesitaría de caminos excelentes que llegaran desde los
territorios administrativamente dependientes de él, como
sucedió en tiempos romanos, pero los árabes incluso
en Bagdad o en Córdoba no construyen buenas vías de
transportación. "El mundo árabe ignora el coche con
ruedas (hasta tal punto que, al recibir de los indios esta figura
del ajedrez, la convierten en roca)" (Parias et al., 1965, T II,
p. 65). En cambio el
riego alcanza alturas ignoradas por los demás pueblos. Los
árabes, aprendiendo inicialmente del trabajo en los oasis,
son capaces de aclimatar en las secas tierras del Magreb y
el sur español
prácticamente todas las plantas conocidas. Parias et
al:

En el siglo IX, en el curso de una fiesta dada en el
palacio del califa en Samarra, se presentó una
curiosidad de todo punto inesperada, y extraordinaria: las
naranjas y los limones de la India. Al siguiente siglo, el
naranjo se aclimataba al suelo de Palestina. El arroz y la
caña de azúcar fueron llevados a regiones que
antes desconocían. A finales del siglo IX, la
aparición del papel había acarreado la ruina de
los productores de papiro en Egipto. El lino lo
sustituyó. El Fayún y el lago de Tinnis
encaminaron hacia la Mesopotamia
enormes cantidades de tejidos blancos, elaborados a veces con
hilos de plata y oro. En 973, la conquista de Egipto por los
Fatímidas originó la ruptura con Bagdad y por
consiguiente la pérdida de este mercado. La
solución consistió en la distribución por todos los países
árabes, desde el Irán hasta España,
en el siglo X, del algodón de la India: a esta fecha se
remonta el éxito del algodón egipcio. (T II,
1965

p. 62)

La región donde mejor se deja estudiar el nuevo
proceso social
es en al-Andalús. "el perfeccionamiento extraordinario del
primitivo sistema de riegos, sometido a un régimen
administrativo para la distribución de agua y acequias,
fueron realizaciones que modificaron eficazmente la agricultura,
aumentando la rentabilidad
de la tierra y del trabajo aplicada a ella" (Parias &
Reglá, T II, 1965 p. 440). ¿Y quiénes son
estos señores que se disputan el agua? Son los que
producen el alimento del califato y los bienes y materias primas
que se comercian, o sea, los ejes del desarrollo a quienes el
califa administra y por lo tanto, sirve. Se conforma una
aristocracia latifundista-comercial, formada por los jefes
conquistadores a quienes se les ha otorgado tierras que han
puesto en envidiable producción –la pequeña
propiedad fue respetada en general- con la formidable introducción de nuevos cultivos.

Inicialmente, los jefes militares llegados a
España vivían en continuas pugnas entre sí.
Consintieron entonces en 756, en traer un príncipe Omeya:
Abderramán, refugiado en África de la
revolución abasí que se había producido en
Siria y Mesopotamia, para que instalara un emirato y organizara
la sociedad. Desde el comienzo se observa el papel de mediador y
organizador del futuro califato. En general todo el mundo
musulmán sigue la misma estructura
social: "…la aristocracia militar. Si los mercaderes
dedican una parte de sus ganancias a la compra de fincas, por su
parte los propietarios invierten una parte de las suyas en las
empresas
comerciales" (Perroy et al., 1966, p.178). De este binomio el
más importante lo es el ángulo agrícola:
"Por notables y nuevas que sean sus actividades [comerciales], ni
en el Islam ni en Occidente los mercaderes fueron quienes
tuvieron más parte en la constitución de las grandes
monarquías territoriales" (Idem, 1966, p.188).

El palacio fortaleza de la Alhambra es un notable
ejemplo arquitectónico, un monumento a la cultura mundial
de este espíritu de tendencia a la centralización
del cual estaba impregnada la sociedad. Para ello, en la obra
deben existir núcleos de centralización que
unifiquen lo diverso pero que estén a su vez conectados
entre sí. Estos núcleos son los oasis.

El oasis representa para el árabe nómada
una divinidad natural en medio de la muerte. Sin oasis no existe
economía ni comercio ni religión, pero con el oasis
aparece todo de golpe. Si el artista musulmán quiere
representar algo hermoso, acogedor, lleno de contenido religioso
y de paz, debe sugerir un oasis. Y oasis son los patios
fontanados y albercados de la Alambra. Vista en planta, la
Alhambra aparece como un gran conjunto de habitaciones y dos
grandes patios: el de los Leones y el de los Arrayanes,
próximos uno al otro. Pero las habitaciones son totalmente
distintas alrededor de uno y otro. Alrededor de la alberca con la
hilera de arrayanes las habitaciones son salones de despacho para
dirimir querellas y administrar el califato. Alrededor del patio
con la fuente de doce leones las habitaciones son para descansar.
Los moradores y visitantes de la Alhambra no podían
mezclarse porque el acceso estaba cerrado con una puerta doble.
El patio de los Arrayanes centraba el selamlik o
habitaciones para la administración de justicia y
despacho de los negocios de Estado, y el patio de los Leones
centraba el harén. La vida pública y la vida
privada. "La vida se desarrollaba en torno a dos grandes patios",
dice Pijoán. Cada núcleo de centralización
asumía su papel sobre construcciones
arquitectónicas diferentes: salas y moradas. Desde el
selamlik el visitante oteaba la gran alberca y por las
ventanas olorosas le llegaba el perfume de los mirtos
verdísimos.

Las graves disputas de los potentados se apaciguaban con
estas potencias naturales. Por debajo de toda la Alhambra
corrían canales con agua fresca y la calidez y sequedad
andaluza desaparecían fantásticamente. Si un
diplomático extranjero venía encendido de cólera
o un gran aristócrata se obstinaba sin remedio, el paseo
por la alberca entre mirtos y la persuasiva voz del califa
contribuían a calmarlo, más aún por el
contenido religioso de esta notable arquitectura. En
el harén el
príncipe descansaba, estudiaba el Corán,
escuchaba los preceptos de un médico sabio o leía
un diván de poesías
en la nueva escritura
árabe. Jamás la Alhambra fue palacio de bacanales
como Versalles, Fontainbleu y otros. ¿Qué nos dice
Pijoán?:

[el harén] es algo reducido: no se explica que
pudieran reunirse allí multitudes de cortesanos y
servidores, armarse pendencias, celebrar fiestas, danzas y
zambras como las que describen los cronistas castellanos que
aprovecharon la Alambra para escenario de novelas
moriscas (1996, vol XII, p.515).

Desde todas las ventanas del harén se ve la
Fuente de los Leones. Junto a ella se podía meditar,
conversar íntimamente o decidir una guerra. Ahora bien,
igual que el busto de la Afrodita de Milos y su pubis
están interconectados por una cintura ligeramente rotada
de la diosa, el patio de los Arrayanes y el de los Leones
necesitan un broche que los una. Volvamos a
Pijoán:

Al-Hamra, la Roja (Alhambra) tiene dos grupos de
aposentos, uno junto a otro, pero aislados por una pared
medianera. Gómez Moreno, en su Guía de Granada,
dice: "El Cuarto de los Leones, antes de la Reconquista, fue
en absoluto independiente del Cuarto de Comares.
Este
último es el conjunto de salas alrededor del patio de
los Arrayanes". (1996, vol XII, p. 515).

Pero podemos descubrir la cintura de la Venus de Milo:
desde la alberca del Patio de los Arrayanes se puede descender
por una escalerilla al baño de la Alhambra
"hábilmente colocado" entre el selamlik y el
harén. Del baño del selamlik se puede
acceder a uno de los aposentos del harén: el Cuarto de las
Dos Hermanas, el más completo del harén, al cual
puede accederse tanto desde el baño – o sea desde la
sección centrada por los Arrayanes- como desde el
harén –centrado por el Patio de los Leones-. "Es un
conjunto de salas perfectamente habitables…[y de ellas] la
sala principal es la mayor maravilla de la Alhambra
(…)
Tiene un gran salón(…) y hay una especie de
zócalo que ocupa todo el piso bajo" (Pijoán, 1996,
vol XII, pp. 528-529). ¡Un verdadero patio techado enlaza
los dos patios mayores que centran toda la Alhambra!. El
arquitecto sirio puso allí una inscripción: "…soy
como un jardín (…) la luna me desea por
habitación (…) pero yo no soy la única belleza de
este lugar, yo misma quedo extasiada contemplando a mis
dueñas" (Pijoán, Idem). ¡Queda todo
dicho!

LA BREVE SONRISA DE
LA GIOCONDA

Los árabes habían llegado en sus
conquistas hasta el sur de Francia
(Marsella estuvo ocupada siglo y medio), así que el
Califato de Córdoba, asentado en todo su esplendor en el
sur de España, llevó hasta el sur de Francia
fragmentos de su cultura. Y una vez reconquistada
Cataluña, los monjes franceses eran mandados estudiar
allí. Algunos, además de Teología,
aprendieron la ciencia árabe ahora traducida y
parcialmente apropiada por los españoles. Se sabe que el
monje francés Gerberto (940-1003) aprendió en
Barcelona el "Tratado de los Números" del español
José, la Astrología traducida por Lupito y con sus
propias manos fabricó un reloj de péndulo, un globo
y un astrolabio. "El pueblo bajo, dados sus experimentos
físicos, lo tenía por brujo" (Enciclopedia
Americana, entrada Gerberto) y eso que ya había sido
creado Papa con el nombre de Silvestre II. En la Enciclopedia
Americana, leemos:

De los tres puentes –España, Sicilia y la
Siria de los Cruzados- por los cuales el
conocimiento musulmán y la cultura árabe
entraron en Europa, fue España indudablemente el
más importante. Estos elementos, sin exagerar,
contribuyeron de forma vital al redespertar de Europa y la
pusieron en camino del progreso moderno.

(entrada Middle East).

Como se conoce, Europa en esa época además
de absorber la cultura árabe (y por lo tanto hindú
y griega) hace un giro manifiesto hacia la centralización
con la instalación de las monarquías y la trabajosa
formación de los Estados nacionales. Y ese movimiento del
péndulo en el punto más extremo de su trayectoria,
consistentemente centrado por las fuerzas del hilo y la gravedad,
tiene que expresarse en el espíritu del arte. Aparecen las
grandes cúpulas como en los tiempos romanos. Aparecen las
composiciones en triángulo del Renacimiento con
Cristo en el vértice y las Tres Marías en la base.
Y aparece la Mona Lisa de Leonardo da
Vinci.

Este retrato refleja también el espíritu
centralizador que anima la época, solo que tan maravillosa
y sutilmente tratado que sentimos su belleza, pero es dificultoso
el descifrarla. Comencemos por sus manos entrelazadas y sus
antebrazos, constituyen la base de un triángulo cuyo
vértice se instala en la cabeza de la dama. Pero
después da Vinci cubre sus vestiduras con tonos oscuros de
manera que damos con el escote iluminado y más arriba, el
rostro.

En este movimiento de nuestros ojos es difícil
advertir que la caída de los bucles por los hombros de la
señora constituyen los lados de un nuevo triángulo
cuyo vértice cae en la mejilla izquierda de la dama.
Así que aparece este nuevo triángulo con base en el
escote y vértice exactamente en la mejilla izquierda de la
mujer, o sea, los lados de este nuevo triángulo llevan
inconscientemente a nuestros ojos hacia su mejilla izquierda.
René Berger (1969) decía muy bien que la
importancia de este retrato radica en su modelado. Esa mejilla
izquierda es la cúpula que domina el resto del rostro. O
sea hay una nueva piramidación con vértice en el
pómulo izquierdo, ahora en las tres dimensiones que
sugiere el modelado. Igual que la cúpula de Santa
Sofía domina las demás cúpulas que la
acompañan, la cúpula de la mejilla izquierda
–con el punto más brillante de las prominencias del
rostro- domina la cúpula de la ceja, las cúpulas de
la frente y del mentón. El específico semiperfil
que le da Leonardo hace desaparecer la proyección que
constituirían el mentón y sobre todo la nariz si la
mujer hubiese ladeado un poco más la cabeza. Entonces,
para que esa mejilla sugiera la cúpula dominante, la
sonrisa no puede ser más abierta pues esa mejilla
quedaría contraída de una forma demasiado patente.
El toque enigmático de la sonrisa, tomado por Leonardo de
su maestro Verrochio, es solo un distractor, debemos concentrar
nuestra observación en el pómulo al ver la
pintura.

La Mona Lisa no es un retrato inacabado, como han dicho
algunos, toda la vida costó a Leonardo dar los sucesivos
retoques para que el efecto de la mejilla fuera sugerente y no
ostensible, con lo cual se hubiera acabado el arte. Por ello hay
quien ha observado que el retrato se parece algo al propio
pintor: muchas veces tuvo Leonardo que mirarse en el espejo,
pincel en mano y ya sin la modelo
delante, para resaltar la mejilla en su justo
término.

Otros hay que han concluido que la modelo tendría
parálisis en la mejilla derecha, porque allí el
pintor casi no pudo contraer el pómulo, con lo cual el
efecto de la mejilla izquierda se habría también
acabado. Por eso se interrumpe el horizonte: a nuestra derecha es
más alto y a nuestra izquierda es más bajo, para
dar la impresión de que el pómulo izquierdo es
mirado desde abajo –y con ello resalta- y el pómulo
derecho es mirado desde arriba –con lo cual se aplana-. Y
también por eso, como se sugiere en cierta popular
novela de
aventuras, extendió un poquito más de lo natural la
mejilla derecha: para resaltar su planitud en contraste con el
domo de la izquierda y que así toda la
subordinación piramidal de la monarquía y el papado quedara
establecida.

EL BARROCO,
CULTIVADORES DE MAIZ,
PAÑEROS, INDUSTRIALES

El estupendo desarrollo de las ciencias durante las
monarquías conduce a un conocimiento más exacto por
el ser humano de la realidad con la que trabaja, los centros de
enseñanza e investigación pasan a depender de los reyes
y son las monarquías las que pueden subvencionar los
largos y aventurados viajes. Cristóbal Colón no
consiguió de ninguna sociedad mercantil italiana el
financiamiento
del viaje a Catay, las colonias portuguesas en la India fueron
epopéyicamente establecidas por los monarcas portugueses.
De América
no solo oro y plata llegó a Europa, sino también
una diversidad de plantas que incrementaron la cantidad de
alimentos debido a sus propiedades. Parias et al:

La más célebre es el maíz
(…) Es un alimento tanto para hombres como animales, y muy
especialmente para aves de
corral(…) para el trabajo campesino las consecuencias son
considerables (…) el campesino cuenta ahora con dos cosechas
anuales en vez de una. El nuevo cultivo mejora el suelo y
beneficia al del trigo (…) la nueva agricultura modifica el
ritmo de su existencia. Desaparecido el barbecho, llega la hora
de la sucesión ininterrumpida de los laboreos. (1965, T
II, pp.364-365)

El desarrollado conocimiento de la Mecánica hace posible el progreso de
herramientas y
maquinarias. Y estas permiten a su vez aprovechar con más
eficiencia la fuerza del viento, del agua, la animal y la humana.
En la fabricación de paños hay ahora máquinas
para ejecutar el cardado, hilado, devanado, tejedura, batanado y
prensado. Algunas máquinas de los talleres se mueven con
la fuerza del agua. Las herramientas manuales se
multiplican y hacen el trabajo con más exactitud y
productividad. Llega el momento que resulta más eficiente
concentrar todas esas labores especializadas en locales amplios
–a veces se habilitan para ello antiguas iglesias- que
continuar trabajando en los hogares de forma independiente o en
talleres pequeños. Así aparecen las
fábricas. "La originalidad de la época moderna en
la historia textil y la que hace a esta industria
motriz de los siglos XVI y XVII es la organización del
trabajo
que puede establecerse en las fábricas"
(Parias et al, 1965, T II, p. 392).

Y si es cierto que los monarcas establecen
factorías reales lo es más que existe un sujeto a
quien le es posible manejar mucho mejor esta fuente
económica: el industrial. Es el antiguo comerciante
enriquecido que se ha convertido en banquero y prestamista
incluso de las monarquías para financiar sus guerras, y
ahora invierte su dinero en la
instalación de grandes factorías.

El monarca tiene recursos, pero para garantizar los
Estados nacionales recién conformados e incrementarlos, se
involucra en guerras continuas de las cuales salen beneficiados
los prestamistas de todos los países beligerantes
igualmente. Los núcleos de descentralización que
constituyen los industriales agrupan por igual desde artesanos
hasta artistas (piénsese en los tapices), es más,
se disputan los maestros de oficios mejor calificados y se
disputan los eventuales mercados.

Esta especie de guerra sorda entre ellos impulsa la
producción.

Pero el rey limita su desenvolvimiento. Si Colbert,
ministro de Luis XIV en Francia, hace prosperar en el país
una industria de lujo muy rentable (artículos
pequeños, fáciles de transportar y caros) como
tapices, porcelanas y encajes, por otra parte anula la iniciativa
privada del industrial con una infinita cantidad de reglamentos
normativos que rigidizan la forma en que pueden fabricarse los
productos (reglamentos más destinados al fisco y al
proteccionismo que a garantizar la venta mediante la
calidad del
producto).

Así que príncipes y reyes no pueden por
naturaleza
llevar a cabo una tendencia a la descentralización y este
espíritu penetra en el arte. Se requieren por lo menos dos
núcleos desligados o antagónicos entre sí y
que ambos agrupen los elementos similares resultantes de la
anterior centralización. Un artista italiano se inflama de
la nueva estética y produce una obra de arquitectura
destinada a ser eterna, Gian Lorenzo Bernini (1598-1690) y su
pórtico de San Pedro. Las plazas en el barroco son muy
importantes porque proyectan la iglesia hacia
la ciudad. La plaza de Bernini es elíptica y como todas
las elipses, posee dos focos. Si el paseante está en el
centro de la elipsis, ve una columnata que encierra la plaza muy
uniformemente distribuida. Conforme el paseante se mueve desde el
centro hacia uno de los focos, al mirar hacia el
cuadripórtico van apareciendo las columnas de una hilera
de atrás, escondidas para su vista cuando se hallaba en el
centro.

Finalmente, llegado al foco de la elipsis, las columnas
de la hilera de atrás cubren los espacios vacíos
que hay entre una y otra columna de la hilera delantera,
lográndose un nuevo esquema de uniformidad en la
columnata. De esta manera el centro de la elipsis genera una
imagen del
cuadripórtico griego pero el foco de la elipsis genera
otra distinta, y el espectador no se siente deudo del espacio,
como bajo una cúpula del Renacimiento. Esta tendencia a la
descentralización se agudiza en la pintura
romántica del siglo XIX, por ejemplo en Delacroix, donde
varios centros de subordinación se disputan el cuadro, sin
embargo el color sirve de
nexo entre las diferentes partes evitando la completa
descentralización de la pintura.

Dos monumentales obras del barroco plasman genialmente
la nueva estética, como hizo Bernini con su
pórtico: "La Ronda Nocturna" de Rembrandt y "Las Meninas"
de Velázquez. En el primero la disposición del
conjunto de figuras atrapa inmediatamente al espectador y lo
incorpora como parte del pueblo que presencia la comitiva. En
"Las Meninas" el efecto merece un análisis detallado. Los dos núcleos
subordinantes se inscriben en el espacio de claridad del plano
delantero (la princesa y sus meninas) y en el de oscuridad cada
vez mayor conforme se va pasando hacia el fondo de la
habitación. En el espacio oscuro del fondo se inserta una
puerta abierta por un aristócrata a la luz de otra
habitación lo cual conduce de inmediato la vista hacia el
espejo adyacente, casi en el centro de la oscura pared del fondo.
Por el contrario el pintor constituye una zona oscura adyacente a
la intensa claridad del primer plano. Quedan así plasmados
por contraste dos puntos de atención que, una vez
contempladas la princesa y las meninas, centran todo el cuadro:
el espejo que supuestamente refleja a los monarcas (una de las
meninas comienza a realizar una genuflexión) y el propio
rostro de Velásquez, que mira algo. Ahora bien,
¿son los monarcas del reino los reflejados en el espejo
del fondo? Un rey y una reina merecerían un lugar
más destacado o por lo menos el reconocimiento indudable
de sus facciones. El comienzo de la genuflexión en una de
las meninas nos indica que la pareja acaba de llegar, pero solo
están esbozadas las figuras de la pareja real. No se
reconocen con exactitud porque no es posible que queden definidos
allá en el espejo del fondo. Sin embargo Velásquez,
¿las está mirando? Eso parece. La mirada de
Velásquez está fija en el lugar donde apareciera un
externo espectador del cuadro. Acoge, como Rembrandt, el espacio
exterior del cuadro (y también lo hace la
disposición de las figuras del primer plano e incluso sus
actitudes).
¿A quién mira Velásquez? ¿A los
reyes? ¿Son otras que los reyes las personas reflejadas en
el espejo? ¿Quién ha llegado? Sí, el pintor
lo está mirando a usted, al pueblo, a través de los
siglos. A usted, en el lugar del rey.

IMPRESIONISMO Y
MODERNIDAD

Según Pierre Francastel (Padrón, 1999, p.
7), esta época fue la primera etapa en la
destrucción de la concepción tradicional del
espacio que tuvo su origen en el Renacimiento.
Y así debe ser, pues son tiempos de
descentralización y por lo tanto diametralmente opuestos a
la centralización renacentista. En lugar de una
disposición triangular, ya sea en primer plano o en la
magnífica perspectiva de "La Ultima Cena" de Leonardo, el
Impresionismo
trae el fondo al primer plano, lo confunde con él
haciéndolo claro con lo cual desaparece la perspectiva
incluso aérea.

En palabras francas, todos los planos merecen igual
importancia. Y esto es válido tanto para el Impresionismo,
digamos Monet y su "Parlamento de Londres", como para el
postimpresionismo de Cezanne, quien
en sus bodegones quiebra la
perspectiva y podemos verle el fondo a una fuente de mesa que
está al nivel de nuestros ojos, y válido
también en el arte cubista donde absolutamente todos los
planos tienen igual reparto y puede verse incluso el ojo
escondido de una señora que está de perfil. En
cuanto al color, en el "Almuerzo sobre la Hierba" de Manet, la
espalda de la joven desnuda presenta reflejos morados. Ninguna
espalda tiene tintes morados pero sí una espalda
pintada, ¿por qué no?. ¿No merece el
color morado igual importancia que el rosa? ¿No contrasta
bien con el blanco rosa? ¿No armoniza mejor este color con
el entorno boscoso? Son tiempos en que todos los colores y formas
reclaman igual presencia.

Esto nos recuerda la pareja simetría de las
mezquitas, la abstracción en los cornisamentos que
hacía al escultor árabe partir y convertir las
hojas de acanto griegas realizadas en los frisos de antiguas
columnas que aprovechaba, en figuras abstractas. Y después
del Impresionismo y el Postimpresionismo, después de casi
todos los "ismos", debía entonces darse un paso más
y hacer desaparecer las formas de los seres y objetos naturales
porque solo así podía acudirse a la fusión de
formas geométricas con lo que ninguna de ellas
centralizaría nada.

Malevich, quien llevó el arte figurativo hacia la
abstracción absoluta nos cuenta, según
Micheli:

Cuando en 1913, mientras realizaba esfuerzos
desesperados para liberar el arte del lastre de la objetividad,
me refugié en la forma del cuadrado y expuse un cuadro
que no representaba otra cosa que un cuadrado negro sobre fondo
blanco (…) lo que yo había expuesto no era un cuadro
vacío sino la percepción de la no-objetividad".
(1967, p. 232)

Realmente lo que hizo Malevich fue traer las formas
geométricas a la objetividad, porque liberan al pintor
para insertar en el cuadro los colores cuyo gusto estético
mejor convenga lo cual no puede hacerse libremente si representa
un ser u objeto modelo. Y el traer al cuadro los colores
más apropiados y las formas que mejor guste, permite que
aparezcan todas las formas y colores y no que predomine
obligadamente el verde o el azul cada vez que se representa un
paisaje o una marina.

Quien inicia este movimiento es el Salón de los
Rechazados en París, y particularmente Eduard Manet
(1832-1883). Leemos en Hunter:

El almuerzo sobre la hierba devino pronto en el
escándalo del nuevo salón (…) Manet
había turbado al público al tomar el tema
clásico de ciertas figuras en un paisaje, basado en un
grabado renacentista de Marcantonio Raimondi y colocarlas
vestidas –y desvestidas- a la usanza actual. Había
insertado a una joven desnuda en compañía de dos
caballeros completamente vestidos (…) y el público
encontró el realismo
encantador y candoroso de Manet indecente (…) sin embargo,
cuando Cabanel ese mismo año exhibió en el
salón oficial una Venus mucho más sugestiva que
la figura de Manet (…) hubo poca reacción. El lustroso
academicismo de la obra fue ampliamente admirado, y trajo a su
creador honores públicos. Probablemente el
público se sentía tan ofendido con los métodos
de peinture claire de Manet como con el contenido de la
obra. En lugar de seguir la práctica prevaleciente de
modelar con muchos valores de
gradaciones desde la luz a lo oscuro, Manet lleva a cabo un
color límpido y relativamente no modelado en contrastes
tonales planos y dramáticos. Realmente, lo que Manet
había hecho era destrozar muchas convenciones. (1956,
Cap. I, p. 16)

Y en Seller:

Manet no solo fue renovador del contenido, sino
también de las formas: creó superficies de color
unidas, elevó el horizonte de modo inusitado,
separó la masa de las figuras del segundo plano.
(1989, p. 26).

En el Almuerzo sobre la Hierba la muchacha encorvada
recogiendo algo y que está al fondo, es totalmente clara
ella y su entorno, con lo cual todo ello es traído de
golpe a primer plano. Manet pintó un bodegón
completamente académico en la esquina izquierda del cuadro
tal vez para evitar que lo tacharan de desconocedor de conceptos
elementales, pero de todas formas fue furiosamente criticado. El
hecho de no modelar la espalda desnuda sino traer el blanco casi
puro con sombras moradas en una espalda daba algo así como
carta de
ciudadanía a los demás colores que
no existieran en un modelo natural, y ello es lo que hace
explotar a la crítica y no el desnudo en sí mismo.
Hunter:

De la noche a la mañana ganó Manet un
enorme prestigio, el prestigio del ridículo. Pero las
grandes innovaciones de Manet y su posición en
despliegue de batalla reunieron a pintores fundamentales a su
lado. Pronto fue algo así como un héroe del arte.
Era el principio de su amplio reconocimiento como guía
de la vanguardia
en arte.

(1956, p. 34).

Entonces, ¿es desconsuelo lo que esconde la
expresión de doña Lisa Cherardini? ¿Por
qué su mejilla derecha es flácida, por qué
el cambio de horizonte en el cuadro? Y la Venus de Milo,
¿son tan sugerentes sus caderas que pueden hipnotizar a
través de los siglos sin saber por qué?
¿Qué condición de belleza distingue la
mezquita de Córdoba del Panteón romano? ¿Por
qué serán eternos los planos alterados del cubismo,
quién mira a quién en Las Meninas? Y, aún
más importante, ¿qué relación guardan
esas obras maestras con el trabajo de los campesinos atenienses,
los herreros romanos, los artesanos indios o los laneros
españoles? Es probable que ahora podamos responder estas
preguntas.

BIBLIOGRAFÍA

Azcárate, Nicolás de. Política
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Virtual Miguel de (Cervantes.

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siglo XX.
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York-Chicago-Washington D.C.: American (Corporation.

 

DATOS PERSONALES

Alberto Pérez-Delgado
Fernández

Nacido en La Habana, Cuba, en
1942.

Biografía del autor.

Laboro desde hace catorce años como investigador
auxiliar en el Instituto de Estudios e Investigaciones
del Trabajo. Me gradué en 1972 en Ciencias Físicas
por la Universidad de La Habana y en 1977 en la especialidad de
Pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes
"San Alejandro" en La Habana. He publicado varios textos docentes en
temas laborales y actualmente tengo uno en prensa, como
coautor, para la Facultad de Ingeniería
Industrial. He participado como ponente en diversos eventos
nacionales e internacionales en el tema Trabajo.

Partes: 1, 2
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