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Tradiciones de México (página 2)




Enviado por Mandy Qui�ones



Partes: 1, 2

  • Nopales (con huevo, mole, ensaladas,
    etc.)
  • Romeritos en mole, con tortas de camarón
    seco
  • Charales de Pátzcuaro capeados
  • Calabazas en torta, rellenas, picadas, entomatadas,
    etc.
  • Guarniciones de chícharos,
    ejotes
  • Caldos de haba
  • Pastel azteca
  • Corundas con rajas
  • Caldos de camarón
  • Chilpachole
  • Huachinango a la veracruzana
  • Bacalao a la vizcaína
  • Postres: chocolates, frutas cubiertas, capirotadas,
    torrejas, huevos reales, tamales
  • Bebidas: aguas frescas, aguamiel,
    pulque

Cabe mencionar que la cocina mexicana resultó muy
adecuada para la Cuaresma, ya que en México no
existía la carne de res, de cerdo y, en general, de todos
los bovinos. Por todo ésto, se puede afirmar que la
gastronomía mexicana de cuaresma es una de
las más ricas y variadas del mundo, y que afortunadamente,
es una tradición de la mesa mexicana.

Las
Calaveras

Cuando hablamos de la vida, la muerte
tiene lugar. No son el temor ni la tristeza las compañeras
de la "calaca" en esta ocasión. Son la escritura en
verso y los grabados que dan vida a imágenes
muy mexicanas, divertidas y jocosas, transformadas en una
opción de desahogo cuando se vive un malestar.

Una de las tradiciones mexicanas en peligro de
extinción son las "calaveras",
antiguamente llamadas "panteones".

Las calaveras o panteones son como un epitafio-epigrama
lacónico, dice el zamorano Eduardo del Río "Rius",
y están escritas en forma de verso dedicado a los amigos y
a los otros, sólo en Día de Muertos. Una de sus
características es que constituye una oportunidad para
expresar lo que se piensa acerca del otro o de los otros, de
espacios, funciones o
cosas, de un régimen del pasado y del presente. No es
fácil decir lo que uno piensa de los demás, por eso
las calaveras constituyen una forma de literatura
valiente.

Quienes escriben calaveras o panteones son personas que
ven a la muerte con un
sentido del humor, combinado con ingenio que le imprimen a sus
escritos. Gustan desarrollar su imaginación para decir lo
que piensan, aceptando el reto de comunicarse en verso, octavas o
décimas de todos los sabores y gustos.

Esta forma de escritura se desarrolló desde el
siglo XIX. Al cobrar fuerza en el
siglo pasado, las calaveras comenzaron a ser censuradas por los
gobiernos en turno, debido a que una gran cantidad sirvió
como crítica
a los funcionarios, pues en ellas se manifestaba la inconformidad
que imperaba entre los gobernados. La policía llegó
a confiscar o a destruir muchas de éstas, por eso no es
fácil encontrarlas en las hemerotecas. A pesar de la
censura, en el Día de Muertos se ejercía, y ahora
muy poco, esta forma de escribir, con el consentimiento de las
autoridades.

Hay quienes hicieron periodismo
atrevido con las calaveras dedicadas a magistrados, maestros,
poetas, militares, artistas y otros personajes, mismas que
publicaban en hojas sueltas, en periódicos, revistas, y se
vendían al público el 2 de noviembre.

Entre estas publicaciones se encuentra La patria
ilustrada, semanario del siglo xix, que registra algunas de las
calaveras más antiguas.

También hay quienes se manifestaron con gran
fuerza en el arte sobre el
tema de la muerte. El más reconocido por sus grabados e
ilustraciones de calaveras fue José Guadalupe Posada. Sus
calacas de Francisco Villa,
de Zapata, sus famosas catrinas, Don Quijote de La
Mancha y calaveras ciclistas, entre otras, dieron la vuelta
al mundo.

Después de ese gran movimiento de
masas e ideas que fue la Revolución
Mexicana, arreció el control de
escritos sobre la vida política y, como
consecuencia, las calaveras abundaron para personajes
famosos

A inicios de la década de 1940, el Taller de
Gráfica Popular (donde colaboraban grabadores como Zalce,
O’Higgins, Anguiano, Yampolski y otros) impulsó,
entre otras actividades, las calaveras. En ellas podemos medir el
descontento social, escolar o laboral.

Con el surgimiento de su periódico
El apretado, en 1950, Renato Leduc impulsó las calaveras
sobre políticos, política y otros personajes de la
vida pública, que aún circulan en el ambiente.

En la actualidad, las calaveras anónimas
languidecen aunque las veamos aparecer en hojas, pasando de mano
en mano en las calles, acompañando a las multitudes. Cada
vez que se festeja el Día de Muertos, su producción es menor y escasos sus
escritores.

El
nacimiento

Los investigadores afirman que fue San Francisco de
Asís quien concibió la idea de poner lo que hoy se
conoce como nacimiento. En los primeros años, éste
estaba conformado por un grupo de
personas que reproducían en vivo la "adoración de
los pastores": la Virgen, San José, el Santo Niño,
los pastorcillos, un burro y un buey se reunían alrededor
de una casita de paja, en forma de portal, construida
especialmente para el evento, en cuyo interior se colocaba un
pesebre.

Como probable fecha de este notable acontecimiento se de
el año de 1223, aunque muy pronto los seres vivos fueron
sustituidos por figuras.

Paulatinamente, Ia costumbre se extendió a todos
los países católicos. Los llamados belenes se
instalaron en todas Ias iglesias en tiempo de
navidad, y
posteriormente Ias familias empezaron a colocar nacimientos en
sus propias casas para solaz de chicos y grandes.

En México se encuentran pinturas y retablos con
escenas de Ia Natividad y Ia adoración de los pastores y
reyes que datan de finales deI siglo XVI, pero, no hay evidencia
anterior al XVIII.

En un principio se incluían pocos personajes: Ia
Virgen, San José y el Santo Niño, conjunto que se
conoce como misterio; luego, poco a poco, Ia
imaginación de los mexicanos agregó, además
de los Santos Reyes y los pastores, diversos animales, toda
clase de
representaciones religiosas y una variada vegetación.

En un delicioso relato, madame Calderón de Ia
Barca describe un nacimiento que presenció en 1840 en casa
de una familia acomodada
en Ia ciudad de México: La escena era muy bonita:
había plataformas cubiertas de musgo, instaladas alrededor
de todo un cuarto, donde se dispusieron grupos de figuras
de cera que representaban principalmente pasajes del Nuevo
Testamento, aunque algunas veces empezaban con Adán y Eva
en el paraíso: estaba la Anunciación, los Reyes
Magos, los pastores, la huída de Egipto.
Había árboles
verdes y árboles frutales, pequeñas fuentes que
proyectaban transparentes columnas de agua, y
rebaños de ovejas y un pequeño pesebre. Todo estaba
brillantemente iluminado y adornado con flores y
guirnaldas.

Aproximadamente de Ia misma época data Ia
descripción de un nacimiento narrada por
Antonio García Cubas, quien relata que Ias colinas estaban
formadas por piedras de mina con brillantes cristalizaciones. EI
autor critica Ia mezcla de plantas de todos
Ios climas, cubiertas de escarcha blanca, simulando nieve, y de
animales de todas Ias regiones deI mundo.

Otra narración deI siglo XIX es Ia de Ramírez
Aparicio, donde nos habla detalladamente de un nacimiento en el
Convento de Ia Encarnación. Estaba compuesto por gran
cantidad de escenas que representaban, según palabras deI
autor, "un curso de historia sagrada, expresado
con muñecos de barro y de cera en una superficie plana de
algunos metros".

Los nacimientos actuales son parecidos a los descritos
en el siglo pasado, y su colocación sigue siendo todo un
acontecimiento en donde participa Ia familia entera.
Tradicionalmente se pone el día 16 de diciembre, fecha de
Ia primera posada.

Por lo general, el nacimiento se coloca en un
rincón de Ia sala -aunque todavía existen personas
que ocupan todo un cuarto, sobre una mesa o plataformas a
diferentes alturas; algunas veces sirve de base un lienzo
encolado, pintado de verde, con el que se forman colinas y
valles, y toda la superficie se cubre con heno y musgo. Como
prolongación hacia arriba se pone en ocasiones una
cartulina o un lienzo azul, con nubes pintadas o hechas de
algodón, todo coronado con el brillante
cometa que guió a los Reyes Magos en su camino.

Piedritas y arena pegadas simulan rocas y veredas.
De los cerros suele bajar un río, hecho con papel lustre
plateado, que desemboca en un lago simulado con un espejo, en
donde habitan garzas, patos y peces.
Además de los clásicos buey y burro al Iado deI
pesebre, se encuentra una rica fauna compuesta
por borregos, guajolotes, gallos y gallinas, reses, caballos,
chivos y perros, aI igual
que una variedad de pájaros multicolores entre los
árboles. La flora suele ser tan variada como incongruente:
junto a los magueyes y nopales hay palmeras, pinos, helechos,
árboles frutales y flores de todas clases. Tanto Ias
plantas de climas tropicales como Ias deI desierto están
cubiertas por copos de nieve simulados ya sea con talco,
algodón, bolitas de unicel u otros materiales.

Las casitas están distribuidas en el paisaje, y
en el centro se encuentra el portal, en cuyo interior se ubica el
pesebre.

Además de los personajes obligatorios, pueden
incluirse, según el gusto de cada familia, escenas
bíblicas y laicas, y casi nunca faltan Adán y Eva a
punto de comerse Ia manzana prohibida. Pero también a
veces hay grupos que relatan acontecimientos posteriores aI
nacimiento de Jesús, como el palacio de Herodes y el
sacrificio de los inocentes, el milagro de los panes, Ias
samaritanas entre otros. San Miguel y San Gabriel son personajes
frecuentes; así mismo hay músicos, tlachiqueros,
vendedores de refrescos o tacos, toda clase de tipos,
reminiscencia del siglo pasado. Ocasionalmente, un niño
muy contemporáneo se mece en un columpio colgado de un
árbol; delante de una casa puede haber una señora
dando de comer a sus pollos, y es muy frecuente que un grupo de
ángeles y querubines cuelgue de lo alto.

Dos figuras casi universales son el ermitaño y el
diablo, y uno se pregunta cuál es el papel de estos
personajes en el nacimiento de Cristo. Ambos son parte
indispensable de Ias pastorelas (espectáculos o piezas
teatrales representados durante el tiempo de navidad), y es muy
probable que de ahí se hayan tomado para trasladarlos a
los belenes.

A un lado deI nacimiento se encuentran los Santos
Peregrinos, que durante Ias noches anteriores aI 24 de diciembre
encabezan Ia procesión de Ias posadas; este grupo lo
conforman Ia Virgen montada en un burro, San José y un
ángel. Junto con sus trajes de Ia época, Ia pareja
sagrada usa un sombrero, prenda indispensable en el pensamiento
mexicano para andar en el campo.

EI pesebre permanece vacío hasta Ia noche deI 24,
y es entonces, durante Ia última posada, cuando el Santo
Niño se coloca en su lugar. Frances Calderón de Ia
Barca cuenta que en Ia posada a Ia que asistió en 1840, Ia
figura deI Niño se encontraba en brazos de un
ángel, de donde Ia tomó un sacerdote para ponerla
en el pesebre.

Actualmente es llevada por dos jovencitas de Ia familia
en una canasta o Iienzo; se cantan villancicos y canciones de
cuna, y después el Niño Jesús es acostado en
el pesebre, donde permanece hasta el 2 de febrero. Es muy
común que el tamaño deI Niño sea
desproporcionadamente grande en comparación con Ios
demás personajes.

La costumbre anteriormente relatada difiere de algunas
tradiciones Iocales. Por ejempIo en ciertos barrios de Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, el
Santo Niño desaparece en Ia última posada, y Iuego
aparece al mes en una casa diferente, acontecimiento que se
celebra con una tamalada. Así, el hecho se repite y
mensualmente se organiza una fiesta en Ia casa donde se
encontró, hasta que el Niño regresa a su domicilio
original el 24 de diciembre deI siguiente año.

En Suchitlán, Colima, el día 1 de enero el
Niño es vestido por personajes de Ia pastorela y es
llevado a Ia iglesia a
cofradar, simbolizando Ia presentación de Jesús en
el templo. Acompañado de cantos y alabanzas, es
después regresado a su cuna.

En Ixcatlán, también en Colima, Ia noche
deI 24 el Santo Niño se encuentra en el atrio deI templo
custodia do por unas personas nombradas especialmente para ello.
De repente, aparecen los xayacates, individuos enmascarados que
tratan de distraer a Ios vigilantes con cohetes, Iumbres,
etcétera para, en un descuido, robarse al Niño. Con
excepción de un solo año, siempre lo han logrado.
En el transcurso deI día 25 el Niño reaparece en su
lugar, y los xayacates derriban unas varas de caña de
maíz
adornadas con fruta, que permanecen tiradas.

Las figuras deI siglo XVIII eran de cera o de madera; con
frecuencia se hacían medias tallas, es decir que
sólo se esculpían cara y extremidades; Ias
imágenes se vestían con ropa de ricas telas,
cosidas y bordadas por monjas o señoras y jovencitas de Ia
casa. También Ias había de marfil, importadas en el
Galeón de Manila, o de barro estofado en oro
procedentes de Guatemala. Las
ricas minas de plata igualmente proveían material para
algunas figuras.

En el siglo XIX se descubrió Ia plata pella, una
amalgama de plata y mercurio que produce una pasta maleable.
Luego de modeladas, Ias piezas eran quemadas para eliminar de
ellas el mercurio y dejarlas porosas y ligeras; posteriormente se
pulían y casi siempre eran pintadas con vivos colores.

EI gusto por lo europeo, sin embargo, hace que en el
siglo XIX se importen muchos nacimientos, principalmente de
Francia e
ltalia. En nuestros días, Ias figuras son generalmente de
barro o de madera tallada, mas también Ias hay de cera
exquisitamente esculpidas, procedentes de Salamanca, Guanajuato,
y de Jacona. Michoacán; otras representaciones de cera son
hechas en moldes, principalmente en Guanajuato y
Puebla.

Las piezas de barro más utilizadas vienen de
Tlaquepaque, Jalisco; las hay de un acabado muy fino y decoradas
a pincel. La dinastía de los Panduro destaca en esta rama
produciendo desde hace varias generaciones bellos nacimientos y
toda clase de figuras, incluidos los tipos.

A partir deI siglo pasado y hasta mediados de 1940 se
instalaba en Ia Plaza de Ia Constitución una gran vendimia de todo lo
necesario para los nacimientos y Ias posadas, tianguis que
actualmente se encuentra en Ias calles de
Morazán.

En el marco deI programa de Ia
Secretaria de Educación
Pública "Confites y Canelones: Diciembre en Ia
Tradición Popular", el Museo Nacional de Artes e Industrias
Populares convocó a partir de 1984 a un concurso nacional
de nacimientos.

Con este aliciente, los artesanos -tanto
indígenas como mestizos y hasta citadinos- han creado
nacimientos y misterios de todos los materiales imaginables:
palma, hoja de maíz, popote, tule, flores de siempreviva,
jícaras labradas, hojalata, plomo, alfeñique, laca,
vidrio,
cartón, papel, hueso, trapo, plastilina, incluidos el
chile y el unicel.

Así mismo, los materiales clásicos como la
cera, Ia madera y, sobre todo, el barro, experimentaron un gran
auge y se utilizaron en muchos lugares donde antes no se
hacían nacimientos. A pesar de Ia ocasional
participación indígena en los concursos, Ia
costumbre de poner nacimientos, al igual que todo el ciclo
navideño, es esencialmente mestiza.

Esto se debe seguramente a su introducción tardía en
México, cuando ya se había instalado un sistema de castas
muy marcado, por lo que Ia tradición de los nacimientos
sólo tomó arraigo en ciertos grupos de Ia población.

Bibliografía

El Camino florido de Mario López Vital
Ortiz

 

Mandy Quiñones

Partes: 1, 2
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