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Aumento de los precios en un desastre natural (Perú) (página 2)



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ANÁLISIS DE UN PRODUCTO EN
UNA SEQUÍA

Una falta de agua en las
zonas de producción agrícola, esto
originará una escasez de los
productos que
provienen de estas zonas. En consecuencia los comerciantes,
dueños de grandes almacenes,
buscando mayores utilidades suben los precios de
estos productos.

Supongamos que el precio del
maíz
sube de S/. 1 a S/. 8 por kilogramo en el mercado.
Establezcamos que el maíz se esta utilizando
eficientemente y hay una sola cantidad fija de maíz en el
mercado, en vista del cual algunas personas están
dispuestas a pagar S/. 8 para obtener 1Kg de
maíz.

Un almacén
ofrece a S/. 5 el kilogramo de maíz

Supongamos que el propietario de un almacén
ofrece el maíz a S/. 5 por 1kg. Existirán dos tipos
de compradores.

El comprador A, que valora el maíz a S/. 8 por
1Kg; es decir, está dispuesto a pagar S/. 8 por 1Kg de
maíz. Teniendo en cuenta que, debido a la cantidad de
maíz. Teniendo e cuenta que debido a la cantidad de
maíz que hay disponible el precio de equilibrio es
de S/. 8 por 1Kg de maíz. El comprador A adquiere el
maíz para su consumo y
termina con un excedente del consumidor de S/.
3 por 1Kg de maíz, y el propietario del almacén
recibe un excedente del productor de S/. 3 menos.

El comprador B no pagará S/. 8 ni S/. 5 para
consumir 1Kg de maíz, él compra el maíz para
revenderla a alguien que esté dispuesto a pagar S/. 8 para
su consumo. Cuando el comprador B obtiene el maíz, el
propietario del almacén recibe, una vez más, un
excedente del productor de S/. 3 menos de lo que hubiera
conseguido de cobrar el precio vigente en el mercado. El
comprador B se ha convertido en un distribuidor de maíz, y
la vende por el precio vigente y gana un excedente del productor
de S/. 3.

En consecuencia, debido a su preocupación por el
bien público, el propietario del almacén termina
con una perdida de S/. 3 por 1Kg de maíz. Las mismas
personas consumen el agua en
ambas situaciones, entre ellas están quienes valoran el
maíz en S/. 8 por 1Kg, pero la distribución de los excedentes del
productor y del consumidor es distinta en los dos casos. Cuando
el propietario del almacén ofrece el maíz a S/. 5
por 1Kg, termina con un excedente del productor más
pequeño, el comprador A y B con un mayor excedente del
consumidor y con un mayor excedente del productor,
respectivamente.

El gobierno compra
el maíz

Pongamos en el caso que el gobierno compra todo el
maíz al precio vigente, que es de S/. 8 por 1kg. Ahora el
gobierno ofrece el maíz en venta a S/. 1 por
1kg, su precio "normal".

La cantidad de maíz ofrecida es exactamente la
misma que antes, pero ahora, a S/. 1 por 1kg, la cantidad de
demanda es
mucho mayor que la ofrecida, lo cual ocasiona que haya un
faltante de maíz. A esto se le denomina
escasez.

Debido a que hay un gran faltante de maíz. El
gobierno decide racionar la cantidad que cada habitante puede
comprar. A todos se les asigna 1Kg. Por tanto las personas hacen
filas para recibir el maíz. Dos de ellas son los
compradores A y B, el comprador A está dispuesto a pagar
S/. 8 por 1kg y el comprador B está dispuesto a pagar
menos de S/. 5. Pero ambos han conseguido uno ganga. El comprador
A obtiene el maíz, para su consumo, a S/. 1 el kilogramo y
disfruta un excedente del consumidor de S/. 7. El comprador B en
lugar de consumir el maíz se lo vende a otra persona que
valora el maíz a S/. 8 el kilogramo.

Por lo tanto, la gente valora mas el maíz la
consume. Pero los excedentes del consumidor y productor se
distribuyen de manera de cómo lo hubiera hecho en un
mercado libre.

La principal diferencia entre el esquema del gobierno y
las contribuciones caritativas del propietario del
almacén, radica en el hecho de que para poder comprar
el maíz a S/. 8 y venderla a S/. 1, el gobierno tiene que
cobrar un impuesto a
alguien de s/. 7 por cada kilogramo comprado.

VARIACIÓN DE
PRECIOS EN LOS PRODUCTOS DEL PERÚ

El 19 de febrero de 2006 Petroperú anunció
un alza de 7% en el precio del petróleo. Las consecuencias de situaciones
similares en el pasado y la importancia de los combustibles en
los costos de los
procesos
productivos fundamentaron la preocupación por posibles
alzas en los precios de la economía. Sin
embargo, este incremento en el precio del combustible, que se
suma a alzas anteriores, no ha tenido el efecto en los precios de
los productos agropecuarios sobre el que especularon algunos
medios de
prensa. Un
alza en combustibles tiene incidencia en los precios; pero en el
caso de los productos agropecuarios este efecto es de poca
importancia por su baja participación en los costos
finales. En general, existen diversos factores que determinan la
variación de los precios de los productos
agropecuarios.

FACTORES QUE DETERMINAN LA VARIACIÓN DE LOS
PRECIOS

En febrero del año 2006 los precios a los
consumidores crecieron 0,47%, según el Índice
de

Precios al Consumidor (IPC) en Lima Metropolitana del
Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). El grupo Alimentos y
Bebidas, al que pertenecen los productos agropecuarios que llegan
a los mercados,
aumentó 0,54%. Entre los productos que más
incidieron en esta alza destacan papa, pollo y papaya.

En el caso de papa, los precios en febrero son, en
promedio, mayores a los de enero, debido a la estacionalidad de
los ingresos al
mercado. En febrero la papa llega principalmente de las zonas
alejadas de Huánuco por lo que el flete puede haber
afectado los precios en los últimos días del
mes.

En el caso del pollo, los precios normalmente son altos
en el verano debido a que el calor afecta
la producción y comercialización, encareciendo sus costos;
el caso de papaya es

similar al de papa, en febrero los ingresos a los
mercados de frutas son menores a

los de enero por lo que el precio sube; además,
la toma de carreteras en varios tramos de la ruta a Lima, por
grupos de
protesta en Aguaytía y Tingo María, afectó
la comercialización de esa fruta, lo que encareció
su precio por las pérdidas ocasionadas.

En el mercado, las características particulares
de la oferta y la
demanda influyen sobre los precios de los productos. Entre los
factores que influyen por el lado de la oferta están la
estacionalidad de las cosechas, la cantidad producida y los
efectos del clima.

La estacionalidad, derivada de las condiciones
climáticas, incide en los precios porque determina el
momento de la oferta, mientras que la cantidad producida
determinará el tamaño de la misma.

Al respecto se debe diferenciar entre abastecimiento y
producción: mientras la producción de algunos
productos agropecuarios tiene un comportamiento
claramente estacional, el abastecimiento puede ser regular a lo
largo del año. Por ejemplo, en el caso de la papa la
producción tiene un comportamiento estacional, las
cosechas se concentran entre abril y junio; sin embargo, el
abastecimiento es estable en el mercado mayorista por las
diferentes condiciones agroclimáticas de los departamentos
abastecedores de la capital.

El tercer factor mencionado, el clima, incide en la
oferta tanto en la etapa productiva como en la de post-cosecha.
Por ejemplo, las lluvias y los desastres
naturales en la zona sur del país dificultan la
comercialización de los pocos productos que se cosechan en
estos meses y afectarán las cosechas futuras, por lo que
incrementan sus precios.

Por el lado de la demanda, el principio "a mayor demanda
mayores precios" resume los elementos más importantes que
intervienen en la variación de los precios.

El principal factor a tomar en cuenta es el poder
adquisitivo de los consumidores. Otros factores son el
número de demandantes, sus hábitos de consumo y las
alternativas que el mercado presenta a los
consumidores.

Finalmente, existe también estacionalidad en la
demanda, con consecuentes efectos en los precios.

POLÍTICAS DE DESARROLLO
MÁS QUE DE EMERGENCIA

Por largos años el país se ha acostumbrado
a enfocar sus problemas con
el esquema conceptual de la "emergencia", perdiendo de vista que
el verdadero reto está puesto más bien en
términos de "desarrollo". El fenómeno El
Niño, desplegando sus impactos, buenos y malos, sobre
nuestra economía, es uno de los ejemplos más
aleccionadores sobre cuán costosa para el país
puede resultar aquella concepción.

Los programas
emprendidos por el gobierno para hacer frente al fenómeno
El Niño en lo esencial parecen estar adscritos al viejo
esquema. En lo que hace al agro, suscitan interrogantes respecto
de tres cuestiones.

La primera es la relación entre prevención
y emergencia agraria. Puede admitirse que frente a violentas
alteraciones del clima es inevitable programar respuestas
urgentes a situaciones que comportan pérdidas de
producción, recursos materiales y
aún de vidas humanas. Pero ello no es suficiente respecto
de una actividad económica que, como la agricultura,
debe obligadamente convivir con un fenómeno recurrente y
casi cíclico como el Niño. Aquí la
prevención es fundamental, en el sentido de identificar
cómo y dónde son vulnerables la producción y
los recursos a disposición de la agricultura en las
distinta regiones del país. Y cómo es posible
adelantarse a la ocurrencia en los años siguientes de
nuevos eventos
climáticos cuya frecuencia tiende a reducirse y su
intensidad a aumentar.

La segunda cuestión se refiere al vínculo
entre infraestructura y producción. Puesto que los
factores de vulnerabilidad del agro no son sólo de orden
natural o físico, los agricultores, en medio de una
campaña incierta, llaman la atención respecto del sesgo visible en el
gobierno que privilegia la obra física. Se descuida,
en cambio, el
proceso
productivo, los circuitos
económicos, las condiciones de mercado, y, algo
ciertamente urgente en la actual coyuntura, los recursos
financieros. Las deudas, pérdidas y
descapitalización de buena parte de los agricultores
causadas por el Niño son los signos de una
agricultura vulnerable por falta de información de mercados, poca o nula
asistencia técnica para el manejo de recursos, precios no
rentables, y ausencia de financiamiento
oportuno y a costos razonables.

Por último, un tercer asunto toca a la disyuntiva
entre gestión
participativa de los programas o manejo centralizado y
personalista de los mismos. Combatir la vulnerabilidad, hacer
más sostenible la agricultura y anticipar el futuro es
actuar en el campo del desarrollo, y no hay forma de hacerlo al
margen de sus actores naturales, los productores agrarios. Pero
estos son casi convidados de piedra en un esquema caracterizado
por el protagonismo gubernamental (más propiamente
presidencial), la concentración de poderes y recursos, y
el desapego por el diálogo y
las formas participativas.

El embate de la naturaleza, la
presión
del mercado y el déficit de políticas
para el sector, amenazan desbordar las capacidades de una amplia
franja de nuestra agricultura, conformada en su mayoría
por pequeños productores de limitados recursos y baja
productividad.
Pero tal vez una de las ventajas de El Niño, en la que
poco se ha reparado, sea que, al desnudar la vulnerabilidad del
agro nacional, simultáneamente viene a señalar una
verdadera agenda de tareas para el desarrollo agrario y rural del
Perú.

BIBLIOGRAFÍA

MADDALA G. S. y Ellen MILLER.
Microeconomía. ,
Ediciones e impresiones Pedagógicas S.A. de C.V.,
1991.

Pindyck, Robert; Rubinfeld,
Daniel.Microeconomía, Prentice Hall, Madrid, Quinta
Edición, 2001

Marshall, Alfredo.Principio de Economía.
Aguilar .S.A. DE EDICIONES, Madrid,
Cuarta Edición, 1963

Presentado por:

Henry Rosales Miranda

Alumno del 3° Ciclo

Fac. CC. Administrativas y Recursos Humanos

Univ. San Martín de Porres

Lima – Perú.

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