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Vascos en la Argentina (página 3)



Partes: 1, 2, 3

En Secretos de familia (14),
"Una abuela que calza trabuco y cruza los ríos a caballo,
un abuelo que se desangra por amor, las
uñas largas y filosas de la loca de la casa: "En la familia de
nosotros ?dice Graciela Cabal? hay secretos terribles. Yo mucho
no puedo enterarme, porque soy chica, porque son secretos y
porque son terribles?. Con la implacable y feroz lógica
de la infancia, y a
través de un humor entre corrosivo y tierno, la
niña de Secretos de familia va registrando el inquietante
mundo que la rodea. Las complejas y entrañables relaciones
familiares, los grandes silencios, los suicidios, la muerte y
sus rituales se entrelazan con la vida y el paisaje de un barrio
del sur de Buenos Aires en
un período que empieza en 1940 y culmina, no por azar, en
1952, con la muerte de
Evita. Acaso la mayor conquista de este libro
autobiográfico haya sido lograr un verdadero
desafío lingüístico: el todo exacto para que
la escritura no
distorsione, opacándola, la voz de la infancia. Una voz
obstinada y poco complaciente que parece haber nacido con el
mandato de hurgar en la memoria. En
la propia y en la ajena. De eso trata, entre otras cosas, la
literatura"
(15).

En esa obra la autora describe al extranjero
(¿vasco?) que les vendía la leche: "El que
sí viene con carro y caballo es el lechero. Cada vez que
el carro se para delante de la ventana, el caballo, que tiene
sombrero con claveles y dos agujeros para las orejas, hace pis.
Un chorro que suena más fuerte que cuando mi papá
va al baño. El lechero tiene pelo colorado, usa boina y
nunca hace chistes porque
es extranjero. Mi mamá deja la lechera en la puerta y el
lechero, que viene con un tarro grande y un tarro chiquito, pasa
la leche de un tarro al otro y después a la lechera, sin
derramar una gota. Al rato viene mi mamá y derrama todo,
porque a ella siempre le tiemblan las manos, pobre mi
mamá".

Eduardo Belgrano Rawson evoca, en Noticias
secretas de América, a los inmigrantes vascos:
"Cantabas un himno más light, como regía desde
principios de
siglo. Lo habían lijado un poco. ¿Qué otra
cosa podían hacer? Necesitaban cortarla con los insultos,
como explicó en su momento un operador del Ministro.
?Tigres sedientos de sangre? y todo
eso. Culpa del himno el embajador no pisaba la presidencia, sobre
todo los 9 de julio. A decir verdad, tampoco mostraban mucho
aspecto de tigres los vascos y los gallegos que desembarcaban
todos los días frente al Hotel de Inmigrantes, pero ésta era
otra cuestión" (16).

Notas

1 Caro Baroja: "Prólogo" a Baroja, Pío:
Las inquietudes de Shanti Andía. Madrid,
Cátedra.

2 Azorín: citado por Caro Baroja.

3 Baroja, Pío: Las inquietudes de Shanti
Andía. Madrid, Cátedra.

4 Shaw, Donald: La generación del 98.
Cátedra.

5 Baroja, Pío: César o nada, en Las
ciudades. Madrid, Alianza.

6 Baroja, Pio: La sensualidad pervertida, en Las
ciudades. Madrid, Alianza.

7 Baroja, Pío: Zalacaín el aventurero.
Losada.

8 Baroja, Pío: El ´árbol de la ciencia.
Madrid, Alianza, 1969.

9 Matus, Eugenio: Introducción a Baroja. Santiago de Chile,
Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1972.

10 Prieto, Adolfo: "La generaciòn del 80. La
imaginaciòn", en Historia de la Literatura
Argentina. Buenos Aires, CEAL, 1980.

11 Figueira, Ricardo: "Pròlogo" a Lòpez,
Lucio V.: La gran aldea. Costumbres bonaerenses. Buenos Aires,
CEAL, 1980.

12 López, Lucio V.: La gran aldea. Costumbres
bonaerenses. Buenos Aires, CEAL, 1980.

13 Charras, Julián de: La historia de Pedro
Antón,
en La novela
semanal, Año VII, N° 294, Buenos Aires, 2 de julio de
1923.

14 Cabal, Graciela Beatriz: Secretos de familia. Buenos
Aires, Sudamericana, 2003.

15 S/F: Gacetilla de prensa en
www.sudamericanadigital.com.ar.

16 Belgrano Rawson, Eduardo: Noticias secretas de
América. Buenos Aires, Planeta, 1998.

En novelas
infantiles y juveniles

Fernando de Querejazu publica El pequeño obispo
(1), una novela
"absolutamente autobiográfica, aunque parezca un disparate
lo que ocurre allí", surgida de "la necesidad de
homenajear a mis padres, que eran admirables" (2).

El 10 de febrero de 1926 llegó a América
el hidroavión Plus Ultra, piloteado por Ramón
Franco, concretando así una proeza histórica. Ese
mismo día, en un pueblo de inmigrantes de la provincia de
Córdoba, veía la luz el
protagonista de esta novela. Sus padres, de origen español,
lo llamaron Fernando en homenaje a la isla Fernando de Noronha,
en la que se produjo el aterrizaje. La evocación del
escritor, que se inicia en la fecha de arribo del
hidroavión, tiene como escenario el querido paisaje de
Canals, provincia de Córdoba, donde "se vivía bien,
atrayendo a las poblaciones cercanas, en un gran radio a la
redonda, que buscaban los atractivos de este centro vitalizador".
En esta localidad, fundada por un naviero valenciano, no se
conocían las desdichas; la naturaleza,
pródiga, brindaba a los hombres todo lo necesario para ser
felices. Su tesón y fe en el futuro de la nueva patria
eran una fuerza vital y
fecunda.

Notas

1 Querejazu, Fernando de: El pequeño obispo.
Buenos Aires, Lumen, 1986.

2 "Fernando de Querejazu: la experiencia personal en la
novela", en El Tiempo, Azul,
30 de abril de 1988.

Cuentos

Elizabide el Vagabundo "Había gastado casi entero
su escaso capital en sus
correrías por América, de periodista en un pueblo,
de negociante en otro, aquí vendiendo ganado, allá
comerciando en vinos. Estuvo muchas veces a punto de hacer
fortuna, lo que no consiguió por indiferencia. (…)
Ultimamente se había encontrado en una estancia del
Uruguay, y
como Elizabide era agradable en su trato y no muy desagradable en
su aspecto, aunque tenía ya sus treinta y ocho
años, el dueño de la estancia le ofreció la
mano de su hija, una muchacha bastante fea, que estaba en amores
con un mulato. Elizabide, a quien no le parecía mal la
vida salvaje de la estancia, aceptó, y ya estaba para
casarse cuando sintió la nostalgia de su pueblo, del olor
a heno de sus montes, del paisaje brumoso de la tierra
vascongada. Como en sus planes no entraban las explicaciones
bruscas, una mañana, al amanecer, advirtió a los
padres de su futura que iba a ir a Montevideo a comprar el regalo
de bodas; montó a caballo, y luego en el tren,
llegó a la capital, se embarcó en un
transatlántico, y después de saludar
cariñosamente la tierra
hospitalaria de América, se volvió a España".
Cuando volvió, lo recibieron con desdén: "Cuando
corrió por el pueblo la voz de que no sólo no
había hecho dinero en
América, sino que lo había perdido, todo el mundo
recordó que antes de salir de la aldea, ya tenía
fama de fatuo, de insustancial y de vagabundo" (1).

En "La pesquisa" (2), de Paul Groussac, aparece una
sirvienta vasca. La mujer es
descripta por el empleado de correo: "joven aún, vestida
como sirvienta y de aspecto extranjero, había retirado una
carta,
exhibiendo un pasaporte español a su mismo
nombre".

En "El Hombrecito" (3), escribe Benito Lynch: "A fuerza
de transpirado y jadeante, Bustingorri casi no habla, y recuerda,
por su aspecto, a un gran buey cansino y sudoroso volviendo del
trabajo".

En "Hotel Comercio",
Bernardo Kordon presenta un comerciante vasco: "Efraín
Gutiérrez, el dueño de ?El Vasquito? "
(4).

En "Los trotadores", de Elías Carpena, dice uno
de los personajes: "-¡Mire, patrón: de los
troteadores que ahí, en la Coronel Roca, corrieron el
domingo, ni los que corrieron antes, le hacen ninguna mella… :
ni siquiera el del vasco Estévez, que ganó
sobrándose por el tiro largo, ni el de la cochería
Tarulla, que ganó con el oscuro a la paleta! ¡Usted
tiene el oro y lo
confunde con el cobre!"
(5).

Es vasco un personaje de "Mundo, mundo" (6), de Cristina
Siscar.

En "La fotografía", Celia Matilde Caballero relata
que un vasco logra ingresar a la foto en la que estaban su esposa
y sus hijos (7).

En la provincia de Buenos Aires se afinca el
protagonista de un cuento de
Arturo M. García: "Don Javier Echegaray y Tarragona,
oriundo de San Sebastián en el país vasco y como su
nación,
fuerte de temperamento, férrea voluntad, constante en
el trabajo y
perseverante en sus ideas había llegado a la Argentina a
los doce años con unas ansias inconmensurables de hacerse
la América. Recaló en Buenos Aires, pero la ciudad
que crecía no le brindaba muchas ilusiones y esperanzas,
eran los resabios de la generación del 80 con su crisis
económica, financiera y social y Javier evocando las
praderas vascuences y las montañas pirenaicas, solo, se
exilió de nuevo. Viajaba como linyera en trenes de carga
hacia el Sur, comenzó a admirar las extensas pampas, se
asombraba contemplando la cantidad de ganado pastando a la vera
de los rieles del ferrocarril, asentándose por fin como
peón en las regiones de Pigüé, Coronel
Suárez y Saavedra. Trabajó mucho y fuerte,
ahorró dinero y junto con las pocas pesetas que le
mandaban los tíos desde la patria, fue haciendo un capital
que le permitió comprar primero unas pocas
hectáreas, luego más terrenos, una granja
después y por fin una estancia en la zona de Tornquist"
(8).

Arturo M. García relata, en "Ella eligió
así", lo sucedido a Raquel Amanda Olascoaga, hija de
vascos tomada cautiva por Biguá, con quien pidió
contraer matrimonio
cristiano, rehusando volver a la sociedad.
Cuando la llevaron los indios, ella era una "mujer de treinta
años de edad, dama de recio temple y extraordinaria
hermosura, hija única de un matrimonio de origen vasco,
que después de haber habitado muchos años en el
Río de la Plata, donde cosecharon una ingente fortuna a
través de negocios de
importación de bebidas espirituosas,
traídas de Europa, se
volvieron a su país natal, dejando a su hija ya madura, al
frente de sus casas en Buenos Aires y Montevideo" (9).

En "El comisario Gorra Colorada", de Alberto E. Azcona,
relata uno de los personajes:

"Yo fuí amigo también del comisario 'Gorra
Colorada'. Lo conocí en la batalla de La Verde, era
alsinista como yo. En esa ocasión éramos menos,
pero nos salvaron los rémington, y además el
coronel Arias colocó a la tropa muy bien protegida en el
monte de la estancia. Una noche, mientras comíamos un
asado a la orilla de la laguna, me contó este vasco Aldaz,
que en Navarra durante las 'carlistadas', estuvo preso en setenta
y dos cárceles. Consiguió escapar y llegar a la
Argentina, donde peleó contra López
Jordán".

'Después -continuó el dueño de
casa- se hizo famoso en toda la Provincia de Buenos Aires. Lo
llamaban 'Gorra Colorada', no sé si por la 'chapela gorri'
de los carlistas, por el distintivo de los conservadores, o
porque en aquella época el quepis colorado formaba parte
del uniforme de los comisarios'.

Sorbió el mate meditativamente, y
continuó: 'Limpió todo el sur de la Provincia de
vagos y criminales, y una vez él solo atropelló a
facón al 'Tigre del Quequén, un tal Felipe
Pachecho, que debía catorce muertes. Lo desarmó y
lo ató'.

'Sí, -concluyó mirando más
allá de las glicinas-, fuimos muy amigos con Luis Aldaz.
Era un hombre de esos
antiguos, muy capaz y, sobre todo, de pocas palabras…' "
(10).

Notas

  1. Baroja, Pío: "Elizabide el vagabundo", en
    Cuentos.
    Madrid, Alianza, 1982.
  2. Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq,
    A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selecc.
    de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981.
    (Capítulo).
  3. Lynch, Benito: "El hombrecito", en Lynch, Benito:
    Cuentos. Selección, prólogo y notas por Ana
    Bruzzone. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol.
    70).
  4. Kordon, Bernardo: "Hotel Comercio", en R. Arlt, J. L.
    Borges y
    otros: El cuento argentino 1930-1959*** antología.
    Selección y prólogo de Eduardo Romano, notas de
    Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1981.
    (Capítulo).
  5. Carpena, Elías: Los trotadores. Buenos Aires,
    Huemul, 1973.
  6. Siscar, Cristina: "Mundo, mundo", en Reescrito en la
    bruma. Buenos Aires, Per Abbat, 1987.
  7. Caballero, Celia Matilde: "La fotografía", en
    Fantasía y amor. Buenos Aires, Ediciones Arlequín
    de San Telmo, 1998.
  8. García, Arturo: "El cóctel", en el
    grillo N° 22. Buenos Aires, 1999.
  9. García, Arturo M.: "Ella eligió
    así", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y
    Arte El tema
    es la libertad,
    N° 18, 2004.
  10. Texto inédito

Poesía

En Martín
Fierro (1), de José Hernández, aparece el vasco
pulpero:

Se tiró al suelo; al
dentrar

le dio un empellón a un vasco

y me alargó un medio frasco

diciendo: «Beba, cuñao».

«Por su hermana»,
contesté,

«que por la mía no hay
cuidao».

Fernando Sorrentino alude al inmigrante, analizando otra
cuestión: "¿Cómo debe interpretarse esta
magnífica escena literaria, de vividez
cinematográfica? La actitud
insolente del gaucho, con su entrada ampulosa de meter el caballo
hasta casi dentro del boliche, darle un empujón a uno ?el
consabido vasco pulpero? de los dueños del local,
etcétera, sirve de contexto para que la palabra
cuñado, que solía tener un matiz afectuoso, se
cargue de agresividad" (2).

Leopoldo Lugones, en "la ?Oda a los ganados y las
mieses? muestra una
expansión jubilosa en la exaltación de la tierra,
los hombres y los frutos, sin rehuir prosaísmos certeros
de cordial resonancia. Desde el diálogo
pintoresco que sitúa con felicidad en su medio al criollo
o al extranjero hasta el cuadro familiar a veces íntimo y
conmovido de recuerdos, Lugones hace explícita una
convivencia con el mundo humano, animal o de humildad
biológica que sorprende por la extrema y sutil observación. Hay ternura y gracia en el
diminutivo y las imágenes
justas multiplican ante el lector la hirviente variedad de ese
vivo universo"
(3).

En la "Oda a los ganados y las mieses" (4), canta al
vasco:

¡Oh alegre vasco matinal, que
hacía

Con su jamelgo hirsuto y con su boina

La entrada del suburbio adormecido

Bajo la aguda escarcha de la aurora!

Repicaba en los tarros abollados

Su eclógico pregón de leche
gorda,

Y con su rizo de humo iba la pipa

Temprana, bailándole en la boca,

Mezclada a la quejumbre del zorzico

que gemía una ausencia de
zampoñas.

Su cuarta liberal tenía llapa,

Y su mano leal y generosa,

Prorrogaba la cuenta de los pobres

Marcando tarjas en sus puertas toscas.

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (5), Alfredo Bufano homenajea a la inmigración española:

¡Salud, nietos sin mengua
de Francisco Pizarro

y de Ruy Díaz de Vivar;

hijosdalgo de Avila de los Caballeros,

sudorosos hacheros de Ontoria del Pinar,

labriegos de las rudas mesetas castellanas,

pescadores galaicos de las rías y el
mar,

hortelanos de Murcia, vascos roblizos,
fuertes

extremeños: ¡larga gloria
tengáis

todos vosotros, hijos de las viejas
Españas,

hombres de eterna y recia y heroica
mocedad,

en cuyas venas corre la misma sangre
nuestra

y cuyas bocas se abren con nuestro mismo
hablar!.

De María Cristina Azcona es el poema "Vasco
argentino" (6), que dice:

El agro se esfera, esmeralda del agro…

en los ojos preclaros del abuelo vasco.

La boina está al sesgo, las cejas son
pueblo,

las ideas son rectas planeando milagros.

Severa figura de porte fornido,

las manos de acero, el
corazón
de estío.

Temperamento de estirpe tribal.

Guerrero en la vida, referente en el hogar.

Un día, blandiendo designios

partió aquella nave.

Estrella nativa colmó sus anhelos

con brillos tan suaves.

Hoy crece aquí, valiente y sincera

la flor de raíces criolla y euskera.

Familia y trabajo es el norte.

Es férreo su temple y aquel mismo
porte.

Pasado, presente y futuro destino.

Abuelo que alienta en la sangre del

vasco argentino.

En "Madre Patria" (7), Silvia Isjaqui Sereno evoca a sus
abuelos:

Un abuelo catalán

El otro de sangre euskera

Otros, moros perseguidos

Y devueltos a sus tierras

¡Ay mis abuelos dormidos

En otras tumbas de América

Pensando un día volver

Pero ese día no llega

¡Ay que profundo dolor

Caminar por otras sendas!

Uno huyó por ser carlista

El otro por la miseria

Y al resto lo fue llevando

de un lado a otro la guerra

En su Canto a la Argentina (8), expresa el
nicaragüense Rubén
Darío:

Hombres de España poliforme,

finos andaluces sonoros,

amantes de zambras y toros,

astures que entre peñascos

aprendisteis a amar a la augusta

Libertad, elásticos vascos

como hechos de antiguas raíces,

raza heroica, raza robusta,

rudos brazos y altas cervices;

hijos de Castilla la noble,

rica de hazañas ancestrales;

firmes gallegos de roble,

catalanes y levantinos

que heredásteis los inmortales

fuegos de hogares latinos;

íberos de la península

que las huellas del paso de Hércules

vísteis en el suelo natal:

¡he aquí la fragante
campaña

en donde crear otra España

en la Argentina universal!

Notas

  1. Hernández, José: Martín Fierro.
    Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).
  2. Sorrentino, Fernando: "El trujamán Por su
    hermana»:no confundir una burla con un brindis (II)",
    Centro Virtual Cervantes,
    29 de diciembre de 2004.
  3. Ara, Guillermo: "Leopoldo Lugones", en Historia de la
    literatura argentina. Buenos Aires, CEAL, 1980.
  4. Lugones, Leopoldo: "Oda a los ganados y las mieses",
    en Antología poética. Buenos Aires, Espasa,
    1965.
  5. Bufano, Alfredo: "En el día de la
    recolección de los frutos", en "Para todos los hombres
    del mundo que quieran habitar suelo argentino". Buenos Aires,
    Clarín.
  6. Azcona, María Cristina: "Vasco argentino", en
    Dos talles menos de cerebro.
  7. Isjaqui Sereno, Silvia: "Madre Patria", en SEFARAires
    Nª 50, Junio de 2006.
  8. Darío, Rubén: "Canto a la Argentina",
    en Obras completas. Buenos Aires, Editorial Anaconda, 1949. 347
    pp.

Teatro

Año 1872. "Tandil era una pequeña ciudad
al pie de la sierras ubicada cerca de un río con muchas
cascadas a la sombra de sauces y álamos y con una cantidad
de molinos harineros. (…) En las primeras horas del Año
Nuevo, cuando la ciudad todavía dormía, entraron
los rebeldes, no encontraron ni guardias ni policías y
rápidamente ocuparon y cercaron la plaza principal. (…)
En medio de gritos y alaridos, como una ?horda de salvajes?,
según palabras de un observador, la banda de entre
cuarenta y cinco y cincuenta hombres abandonó la ciudad a
caballo", para realizar la masacre. "Después de abandonar
la pulpería, los atacantes se dirigieron a la estancia de
Ramón Santamarina, el acaudalado inmigrante vasco cuya
ejecución marcaría el momento culminante de la
operación. Como no encontraron señales
de su presa, hicieron una pausa para tomar mate y cambiar los
caballos. Dejaban a sus espaldas un itinerario manchado con la
sangre de treinta y seis cuerpos: dieciséis franceses,
diez españoles, tres británicos, dos italianos y
una cantidad de argentinos, víctimas de una
identificación equivocada" (1).

Escribe Angela Blanco Amores de Pagella: "Dentro de las
piezas de carácter popular, con personajes
gauchescos, es necesario considerar una obra larga, verdadero
antecedente de la corriente gauchesca de teatro que se
afirma con Juan Moreira y su tema de la injusta situación
del gaucho en la sociedad de entonces. Se trata de la obra
titulada Solané, de Francisco Fernández, escrita en
1872, el mismo año de la aparición de Martín
Fierro".

Sobre el desafortunado mestizo que da título al
drama, escribe: "El protagonista de esta obra es Jerónimo
Solané, un chileno hijo de una araucana y un
francés, que existió en la realidad y que
llegó a los pagos de Tandil con fama de curandero. El
asunto se refiere a un hecho real: el asesinato de un comerciante
de Tandil fue atribuido injustamente a Solané
(…)Solané fue preso, pero no se le pudo probar nada.
Entonces fue muerto a través de los hierros de la ventana
de la prisión".

A criterio de la ensayista, "lo que fundamentalmente da
importancia a esta obra no es el hecho episódico que en
ella se trata, sino las intenciones del autor que, según
lo escrito por él mismo, se propone revelar la causa de la
muerte de Solané citando hechos y sobre todo analizando el
medio sociológico, histórico y político,
situación de la campaña ante el caudillismo y
anulación del sufragio
libre" (2).

Luis Ordaz considera que el drama "posee un indudable
valor
documental, pero carece de verdadero mérito
escénico por la trama convencional y el desarrollo
efectista y plagado de parlamentos melodramáticos.
Francisco F. Fernández, personalidad
rebelde y sumamente interesante de la época, escribe la
obra y la retoca, pero no la estrena" (3).

En esa obra, varios personajes se refieren a vascos.
Cito algunos de esos pasajes.

Uno manifiesta: "el gringo Bidarte, quiere obligar a la
viuda, su hija Genoveva, a que se case con su socio el comandante
Gómez…". Otro afirma: Me obligaron ustedes a buscarme la
vida… para dar de comer a mis 'crías', porque la
chacrita que trabajaba con mi padre anciano, nos la quitó
el juez de paz, apoyao por Bidarte, gringo indino!… y si no
hubiera sio por Solané y su amigo Chaparro, que me
ayudaron, yo hubiera tenío que hacer cuatrero
endeveras!…". Una mujer dice: "Ustedes no ignoran que los
asesinos de nuestro buen Chaparro fueron algunos facinerosos,
traidos de afuera, pagados por los políticos y por
estancieros deudores (…) y del asesinato y del saqueo de la
casa de comercio -¡grosera invención!- acusan al
mejor amigo de Chaparro, a Solané!…" (4).

De Nemesio Trejo, con música de Antonio
Reynoso, es el "sainete cómico-lírico en un acto y
tres cuadros, en prosa y verso" que se titula Los
políticos. En él, aparece un vasco que habla
dificultosamente castellano.
Cuando un almacenero gallego le pregunta por qué le
está cobrando cinco centavos más por litro, el
vasco responde: "Porque el Municipalidad hacerme comprar tapos de
lata. Si yo casas intendente verá que tapos poner;
¡gran siete!". Y canta "Agurneré biotreco/ amacho
maitiá/ laiste recorri conaiz/ consola saítea"
(5).

Muy distinto, por cierto, es el castellano que habla un
vasco creado por Carlos Mauricio Pacheco para su "sainete
lírico-dramático en un acto" titulado Los
disfrazados. El vasco dice, por ejemplo: "¿Y no manya ni
medio?", "No vaya a ser cosa que se retobe el grévano…"
y "Me han hecho ráir…qué infeliz el gringo
este…" (6).

"El 27 de diciembre de 1902, la compañía
Podestá hnos. estrena en el actual Liceo Bohemia criolla",
del uruguayo Enrique De María, escritor que "integra junto
con Trejo y Butaro el triángulo que logra diferenciar en
su primer momento, al sainete criollo de la zarzuela chica"
(7).

En esa pieza aparece un personaje con esta indumentaria:
"Román, sentado sobre un cajón, tiene una libreta
en la que figura escribir, viste gorra de vasco, un saco viejo y
un diario (La Prensa) colocado como chiripá de mantilla,
en vez de pantalones". En otra escena, aparecen "Un gallego, un
Vasco, un Andaluz, un Criollo y Coro de hombres. Traen guitarra,
acordeón, bandurria, etc., etc."; el vasco canta:
"¡Ay, ay, ay! Mutilá…/ ¡Ja, ja, ja, ja, ja,
ja!/ ¡Qué lindo es lo que sigue/ en lengua es
h?aldurriá!/ ¡Ay!… ¡Ay… ay…
mutilá/ chapela gurriá!…" y finaliza gritando
"¡Aurrerá nescacha polita!" (8).

Un aviso publicado en la revista
teatral La Escena N° 99 anuncia que en la temporada 1920, en
el teatro Politeama, se presenta la compañía de
Roberto Casaux todos los días con extraordinario éxito.
Los actores interpretan El vasco de Olavarría, de Alberto
Novión (1881-1937), obra que la publicación
reproduce.

En el prólogo, don Joaquín de Vedia nos
habla sobre la
personalidad de Novión, de quien dice que "es uno de
los fuertes trabajadores del teatro argentino, porque es bueno,
porque es alegre, porque ni la envidia lo devora ni la vanidad lo
irrita". Acerca de la circunstancia en que el prologuista
conoció al dramaturgo, leemos: "Lo conozco desde los
primeros días de su carrera de autor: fue mi pobre y
grande amigo Florencio Sánchez quien me llamó la
atención hacia él, cuando el estreno
de La cantina, un modelo de
sainetes populares. Desde entonces, otras obras, de diversos
géneros y de diferentes proporciones han popularizado el
nombre y han afianzado los prestigios de Novión entre los
que siguen la marcha, más o menos difícil,
más o menos ocasionada a tropiezos y barquinazos, de este
pensamiento de
hacer un teatro nacional".

Vedia reafirma lo anunciado en el aviso,
refiriéndose a las cincuenta noches que El vasco de
Olavarría lleva en escena, y define al protagonista en
relación con el autor que le dio vida: un ser "noblote,
bueno, sincero hasta en la contradicción, veraz hasta en
la pausa, todo sentimiento y comprensión del bien, como el
autor que lo ha arrojado, de boina, tricota, cinto y granaderas,
a la escena nacional, donde los vascos siembran tan eficazmente
como en la pampa" (9).

Luis Ordaz, en un trabajo sobre Florencio
Sánchez, nos habla del momento en que surge la obra
dramática de Alberto Novión, al que vemos vinculado
con otros prestigiosos dramaturgos: "Durante la que se nombra
como ?época de oro? (y abarca, idealmente, desde la
afirmación de la escena nativa por José J.
Podestá, hasta el fallecimiento de Florencio
Sánchez muy lejos, en Milán, a fines de 1910, van
apareciendo y se destacan autores que realizan aportes de gran
significación para el desarrollo coherente de nuestra
dramática, como Pedro E. Pico, José León
Pagano, Julio Sánchez Gardel, Alberto Ghiraldo,
José de Maturana, Alfredo Duhau, Vicente Martínez
Cuitiño, Alberto Novión, Enrique Buttaro, Carlos
Mauricio Pacheco, entre tantos otros" (10).

Los estudiosos Abel Posadas, Marta Speroni y Griselda
Vignolo diferencian, en un estudio sobre el sainete, el
español, el lírico criollo, el de indagación
y entretenimiento y el de divertimento y moraleja. A criterio de
los ensayistas, Alberto Novión cultivó algunas de
estas vertientes (11).

Alberto Novión, nacido en Francia, ha
creado varios personajes inmigrantes; recordemos a los italianos
en La cantina y Primeros fríos. Para lo comedia en tres
actos presentada en el Politeama, se inclinó por un vasco,
al que dota de muchas condiciones buenas y pocos
defectos.

La anécdota es escueta y sabrosa: un hombre vive
con su mujer y su hijo en Buenos Aires. Su hermana, a quien hace
veinte años que no ve, le anuncia que irá a
visitarlo. Viene del campo, de Olavarría, donde vive con
su marido vasco y sus dos hijos. La visita de los parientes causa
desagrado a la cuñada, quien espera lo peor de esta
familia, a la que supone grosera y rústica. Más
tarde, se dará cuenta de que estaba prejuzgando, y
tendrá que aceptar que su hijo, estudiante de
Abogacía con pretensiones de diplomático, se case
con la prima del campo.

La cuñada del vasco pregunta a su marido
cómo ha hecho este hombre para juntar tanto dinero. El
marido le responde: "como tantos otros, la mayoría de
nuestros vascos, trabajando honradamente. Este es de los buenos,
de los grandes y fuertes, porque sabe romper la tierra, tirar el
grano y mirar de frente al sol.".

Novión alude también al empecinamiento del
inmigrante, quien afirma: "cuando a un vasco se le pone algo en
la cabeza, no hay familia, razones, ni el demonio a cuatro, que
lo haga salir del camino que ha agarrao…". Quizás en
esta fortaleza de carácter radique su posibilidad de
prosperar en un país hospitalario. La mujer del vasco
coincide con él en que es empecinado, pero se lo dice con
un sentido reprobador: "los vascos, por más macanas que
hagan tienen razón". Es risueña la imagen que aporta
el hijo de ambos, quien asevera que cuando "el viejo hace una
macana, aunque le peguen en el suelo no da su brazo a torcer". El
vasco está orgulloso de ser quien es y, cuando lo
desairan, dice que se lo han hecho a él, "al vasco de
Olavarría, que tiene nada más que pegar una patada
en el suelo y salen todos disparando como en
Cagancha".

Pero el vasco, así como es tenaz y arrogante, es
también un hombre sensible. Por boca de su hija sabemos
cuánto echa de menos su tierra de origen: "papá
-dice la joven-, a pesar de que ya está viejo y que ha
formado en esta tierra su hogar, su hogar, su fortuna, su
tranquilidad; viera Ud. cuántas veces lo he sorprendido
cantando bajito los aires de su tierra natal, y cuántos
suspiros, mensajeros de muchos besos, han ido desde sus labios
hasta sus montañas, para morir en los muros de su casa,
allá en la aldea de la falda" (12).

Novión nos brinda la posibilidad de conocer la
compleja relación que se dio entre nativos e inmigrantes
y, en esta pieza en particular, entre citadinos y campesinos,
pues en ella se advierten resonancias del "menosprecio de corte y
alabanza de aldea" que tantas páginas motivó en la
literatura de diversas épocas.

Notas

1 Lynch, John: Masacre en las pampas. La matanza de
inmigrantes en Tandil, 1872. Buenos Aires, Emecé,
2001.

2 Blanco Amores de Pagella, Angela: Iniciadores del
teatro argentino. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas,
1972.

3 Ordaz, Luis: "De Caseros al zarzuelismo criollo. El
teatro", en Historia de la literatura argentina. Buenos Aires,
CEAL, 1980.

4 Fernández, Francisco F.: Soalné. Buenos
Aires, Instituto de Estudios de Teatro.

5 Trejo, Nemesio: Los políticos en Canillita y
otras obras. Buenos Aires, CEAL, 1980.

6 Pacheco, Carlos Mauricio: Los disfrazados, en
Canillita y otras obras. Buenos Aires, CEAL, 1980.

7 Speroni, Marta y Vignolo, Griselda: "Notas" a Varios
Autores: El teatro argentino. 6. El sainete. Buenos Aires, CEAL,
1980.

8 María, Enrique de: Bohemia criolla, en Varios
Autores: El teatro argentino. 6. El sainete. Buenos Aires, CEAL,
1980.

9 Vedia, Joaquín de: "Prólogo" a
Novión, Alberto: El vasco de Olavarría.

10 Ordaz, Luis: "Florencio Sánchez", en Historia
de la literatura argentina. Buenos Aires, CEAL, 1980.

11 Posadas, Abel, Speroni, Marta y Vignolo, Griselda:
"El sainete" en Historia de la literatura argentina. Buenos
Aires, CEAL, 1980

12 Novión, Alberto: El vasco de Olavarría.
En La Escena Revista Teatral N° 99. Buenos Aires,
1920.

En
cine

Algunos cineastas evocaron la inmigración
española que llegó a tierra americana. en filmes en
los que se evoca esa etapa de nuestro pasado y se pone al alcance
del público testimonios de quienes protagonizaron un
fenómeno social que dejó indelebles
huellas.

El 31 de mayo de 1943 se estrenó Juvenilia, un
film sonoro, en blanco y negro, de 104 minutos de
duración. Lo dirigió Augusto César Vatteone.
Escribieron el guión Pedro E. Pico, Alfredo de la Guardia
y Manuel Agromayor, según la novela homónima de
Miguel Cané. La interpretaron Elisa Christian
Galvé, José Olarra, Ernesto Vilches, Eloy Alvarez,
Ricardo Passano (h), Marcos Zucker y Gogó Andreu, entre
otros (1).

En La Fuga (Argentina-España, 2000), aparecen
inmigrantes españoles. La película fue dirigida por
Eduardo Mignogna, con Ricardo Darín, Miguel Angel
Solá, Gerardo Romano, Patricio Contreras, Inés
Estévez, Facundo Arana, Arturo Maly, Norma
Aleandro.

"En el verano de 1928 escribe Juan Sasiaín- siete
presos acosados por la angustia del encierro, ansiosos por los
aleteos de libertad, se fugan de una penitenciaria de Buenos
Aires. Los prófugos toman rumbos diversos, intentando
retornar a lo que eran sus vidas. Laureano Irala (interpretado
por Miguel Angel Solá) narra las historias de sus
compañeros, con una voz cálida y reflexiva:
"ninguno de nosotros podría librarse de las ataduras que
tenía antes de caer preso…". Eduardo Mignogna,
basándose en su novela homónima, dirige el film
siguiendo su estilo en clave de melodrama. La excusa de la fuga
sirve para contar el cuento de cada uno de los presos, el
re-encuentro con sus pasiones individuales; presos de sus propios
deseos no logran fugarse de sus destinos de encierro. Lo
único que une a estos personajes es el deseo del afuera
que cantan a coro de presos: "Pide a la estrella la libertad".
(…)Es un lujo para el cine argentino
contar con un narrador de historias cargadas de emoción,
poesía
y delicadeza de la talla de Mignogna. Su novela ganó el
premio Emecé y su película ganará sonrisas y
lágrimas de los deseosos espectadores" (2).

Cuando el anarquista Camilo Vallejo se fuga, dos hombres
con boinas vascas lo ocultan en un carro lechero.

Notas

1 Verbeke, Natalia: "Juvenilia", en
www.cinenacional.com.

2 Sasiaín, Juan: "La fuga", en
www.cineismo.com.

En
fotos

"Organizada por el Centro Vasco de Azul Gure Txokoa, del
23 al 28 de este mes se expondrá en el Salón
Cultural de esta ciudad la muestra itinerante del
fotógrafo vasco Paulino Oribe titulada "Pastores vascos en
el Río de la Plata". La exposición, que está dedicada a los
inmigrantes vascos en su relación con el pastoreo en el
Cono Sur Latinoamericano, consta de 42 fotografías que ya
han recorrido numerosas ciudades de nuestro país y que
desembarcará luego en Uruguay" (1).

Notas

1. S/F: "Pastores vascos en el Río de la Plata",
en El Tiempo, Azul, 20 de junio de 2004.

…..

Así vieron a los vascos inmigrantes los
escritores. Como personajes literarios, testimonian una sociedad
y un momento histórico. Esa visión se complementa
con la de los periodistas, cineastas, inmigrantes y descendientes
argentinos.

Mayo de 2007

(Actualización del trabajo publicado en
www.monografias.com)

Trabajo enviado por

María González Rouco

Licenciada en Letras UNBA / Periodista

Partes: 1, 2, 3
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