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La sangre (página 2)



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¿PARA QUÉ NECESITAMOS LA SANGRE?

Imagina un medio de trasporte un
poco especial que recoge las mercancías donde se producen,
luego las reparte por todas las casas y además se lleva
todo lo que nos sobra o no necesitamos.

Pues bien, la sangre se parece a ese
medio de transporte; su
función
más importante es recoger, transportar y repartir
sustancias de un sitio a otro de nuestro cuerpo.

1. La sangre es la responsable
de recoger en los pulmones el oxígeno
del aire que
respiramos y en el intestino delgado las sustancias nutritivas de
los alimentos que
hemos ingerido.

2. Es la responsable de repartir ese
oxígeno y esas sustancias nutritivas a cada célula de
tu cuerpo.

3. Es la responsable de recoger las
sustancias inútiles o perjudiciales que producen las
células
y de llevarlas a los pulmones, al hígado o a los
riñones para eliminarlas.

Además, la sangre transporta otras
muchas sustancias o células que tienen funciones muy
importantes. Si te haces una herida y se rompe un vaso
sanguíneo, la sangre lleva a este lugar las células
o sustancias necesarias para taponar la herida y evitar la
pérdida de sangre (coagulación). Si entra en tu
cuerpo un microorganismo
contra el que hay que luchar, la sangre desplaza también
hacia ese lugar las células o sustancias que van a
combatirlo (defensa).

Para poder realizar todas estas funciones, la
sangre tiene que moverse de un lado a otro de tu cuerpo, es decir
tiene que circular, y esto lo hace impulsada por el corazón,
dentro de unos tubos que se llaman vasos sanguíneos
(arterias, capilares y venas).

LOS
VASOS SANGUÍNEOS QUE LLEGAN Y SALEN DEL
CORAZÓN

Los vasos sanguíneos que entran
con sangre en el corazón se llaman venas. La vena cava
superior y la vena cava inferior llegan a la aurícula
derecha; las venas pulmonares, a la aurícula
izquierda.

Los vasos sanguíneos que salen del
corazón se llaman arterias. La arteria pulmonar sale del
ventrículo derecho; la arteria aorta, del
ventrículo izquierdo.

¿QUÉ CAMINO RECORRE LA SANGRE DENTRO
DEL CORAZÓN?

Imagina una casa con una
habitación arriba y otra abajo. A esta casa se entra por
la habitación superior, y, para bajar, se abre una puerta
que está en el suelo. De la
habitación de abajo se sale por otra puerta. Esta casa se
parece mucho a la parte derecha o a la parte izquierda de tu
corazón.

La sangre entra en la
aurícula derecha del corazón. Pasa de la
aurícula derecha al ventrículo derecho.

Después de haber repartido el
oxígeno y el alimento, y de recoger todas las sustancias
que nuestro cuerpo no necesita, la sangre pobre en oxígeno
(sangre venosa) se dirige al corazón. Llega a la
aurícula derecha por dos venas, la vena cava superior y la
vena cava inferior.

La sangre llena la aurícula
derecha, y se abre una puerta en el suelo, la válvula
tricúspide. La sangre entra en el ventrículo
derecho, que empieza a llenarse. Para terminar de llenar el
ventrículo derecho, la aurícula derecha se contrae
y empuja la sangre que queda en su interior para que pase al
ventrículo derecho.

La sangre entra en la
aurícula izquierda del corazón. Pasa de la
aurícula izquierda al ventrículo
izquierdo.

Al mismo tiempo, en la parte izquierda del
corazón ocurre algo parecido. La sangre llega por las
cuatro venas pulmonares a la aurícula izquierda. La sangre
llena la aurícula izquierda y se abre otra puerta, la
válvula mitral. A través de esta válvula, la
sangre pasa hacia el ventrículo izquierdo. Para terminar
de llenar el ventrículo izquierdo, la aurícula
izquierda se contrae y empuja la sangre hacia su
interior.

LA SANGRE TIENE QUE SALIR DE LOS
VENTRÍCULOS

Cuando los ventrículos están
llenos, las puertas entre las aurículas y los
ventrículos se cierran otra vez. Ahora, la sangre que ha
llenado los ventrículos tiene que salir de ellos. El
ventrículo derecho y el izquierdo se contraen, abren otras
puertas (la válvula pulmonar y la válvula
aórtica), y la sangre sale del corazón. La sangre
del ventrículo derecho sale por la arteria pulmonar y se
dirige hacia los pulmones. La sangre del ventrículo
izquierdo sale por la arteria aorta y se dirige a todo el
cuerpo.

LA
DONACIÓN Y LAS TRANSFUSIONES DE SANGRE

Puede que alguna vez hayas
leído u oído que
se necesitan donantes de sangre, o que en un hospital falta
sangre. Cuando una persona dice que
ha donado sangre significa que ha dado parte de su sangre. Para
poder donar sangre hay que ser mayor de edad y estar sano. Se
extrae casi medio litro de sangre, se analiza para comprobar que
no tiene sustancias perjudiciales y se guarda en unas bolsas
especiales en un lugar llamado banco de sangre.
Donar sangre no es peligroso, nuestro cuerpo es capaz de
recuperar con rapidez la cantidad de sangre que hemos
dado.

¿Pero para qué se necesita
esa sangre y por qué es tan importante donarla? Si una
persona pierde mucha sangre, por ejemplo en un accidente grave,
su vida puede estar en peligro. Sin embargo, se puede salvar si
recibe una transfusión, es decir si se repone la sangre
que ha perdido. Para ello, los médicos utilizan las bolsas
con la sangre que la gente ha donado. ¡Donar sangre puede
salvar muchas vidas!

¿EXISTEN DIFERENTES TIPOS DE
SANGRE?

Si alguna vez te han operado,
seguro que el
médico ha preguntado a tus padres si conocían tu
grupo
sanguíneo. La composición de la sangre es igual en
todas las personas y sin embargo hay diferentes tipos de sangre.
La presencia o no en la superficie de los eritrocitos de ciertas
sustancias, nos permite diferenciar distintos tipos de
sangre.

Conocemos dos sistemas de
clasificación. El sistema ABO y el
sistema Rh. El sistema ABO nos permite distinguir cuatro grupos
sanguíneos, el grupo A, el grupo B, el grupo AB y el grupo
0. El sistema del Rh establece dos tipos de sangre Rh+ (positivo)
y Rh- (negativo).

¿Y por qué es tan importante
conocer el grupo sanguíneo? Algunos grupos
sanguíneos no pueden mezclarse, esto significa que una
persona solo puede recibir sangre de algunos grupos determinados,
no de todos. Por eso es tan importante conocer el grupo
sanguíneo antes de una operación y siempre que es
necesario hacer una transfusión.

LAS ENFERMEDADES DE LA
SANGRE

Los trastornos de la sangre proceden
de cambios anormales en su composición. La
reducción anómala del contenido de hemoglobina o
del número de glóbulos rojos, conocida como
anemia, se
considera más un síntoma que una enfermedad y sus
causas son muy variadas. Se cree que la causa más
frecuente es la pérdida de sangre o hemorragia. La anemia
hemolítica, un aumento de la destrucción de
glóbulos rojos, puede estar producida por diversas toxinas
o por un anticuerpo contra los eritrocitos. Una forma de leucemia
que afecta a los bebés al nacer o poco antes del
nacimiento es la eritroblastosis fetal (véase
Factor Rh).

La anemia puede ser también
consecuencia de un descenso de la producción de hematíes que se puede
atribuir a una pérdida de hierro, a un
déficit de vitamina B12, o a una
disfunción de la médula ósea. Por
último, existe un grupo de anemias originada por defectos
hereditarios en la producción de glóbulos rojos
(hemoglobina). Estas anemias comprenden varios trastornos
hereditarios en los que los eritrocitos carecen de algunas de las
enzimas
necesarias para que la célula
utilice la glucosa de
forma eficaz.

La formación de hemoglobina
anómala es característica de las enfermedades
hereditarias que reciben el nombre de anemia de células
falciformes y talasemia mayor. Ambas son enfermedades graves que
pueden ser mortales en la infancia.

El aumento del número de
eritrocitos circulantes se denomina policitemia: puede ser un
trastorno primario o consecuencia de una disminución de la
oxigenación de la sangre o hipoxia. La hipoxia aguda se
produce con más frecuencia en enfermedades pulmonares
avanzadas, en ciertos tipos de cardiopatías congénitas y a
altitudes elevadas.

La leucemia se acompaña de una
proliferación desordenada de leucocitos. Hay varias clases
de leucemia, cuyas características dependen del tipo de
célula implicada.

El déficit de cualquiera de los
factores necesarios para la coagulación de la sangre
provoca hemorragias. El descenso del número de plaquetas
recibe el nombre de trombocitopenia; la disminución del
factor VIII de la coagulación da lugar a la hemofilia A
(hemofilia clásica); el descenso del factor IX de la
coagulación es responsable de la hemofilia B, conocida
como enfermedad de Christmas. Diversas enfermedades
hemorrágicas, como la hemofilia, son hereditarias. Hay
preparados que incluyen concentrados de varios factores de la
coagulación para el tratamiento de algunos de estos
trastornos. En 1984 los científicos desarrollaron una
técnica de ingeniería
genética para la fabricación de factor VIII, un
factor de la coagulación de la sangre de vital importancia
para las víctimas de la forma de hemofilia más
frecuente.

Aunque la formación de un
coágulo es un proceso
normal, se convierte a veces en un fenómeno
patológico que representa incluso una amenaza mortal. Por
ejemplo, en los pacientes hospitalizados durante largos periodos
a veces se forman coágulos en las venas importantes de las
extremidades inferiores. Si estos coágulos, o trombos, se
desplazan hacia los pulmones pueden causar la muerte como
consecuencia de un embolismo. En muchos casos dichos trombos
venosos se disuelven con una combinación de
fármacos que previenen la coagulación y lisan los
coágulos. Los anticoagulantes incluyen la heparina,
compuesto natural que se prepara a partir de pulmones o
hígados de animales, y las
sustancias químicas sintéticas dicumarol y
warfarina. Los fármacos que lisan los coágulos,
denominados trombolíticos, incluyen las enzimas uroquinasa
y estreptoquinasa, y el activador tisular del plasminógeno
(TPA), un producto de
ingeniería genética.

Se piensa que la interacción de los trombocitos con los
depósitos de lípidos
que aparecen en la enfermedad cardiaca ateroesclerótica
contribuye a los infartos de miocardio. Los compuestos como la
aspirina y la sulfinpirazona, que inhiben la actividad
plaquetaria, pueden disminuir los infartos de miocardio en
personas con enfermedad ateroesclerótica.

CONCLUSIONES

La sangre es
una sustancia líquida que circula por las
arterias y las venas del organismo.

Sin la sangre no podríamos vivir, ya que cumple
funciones indispensables para el buen funcionamiento de nuestros
sistemas y por tanto, para la vida.

La sangre es roja brillante o escarlata cuando ha sido
oxigenada en los pulmones y pasa a las arterias; adquiere una
tonalidad más azulada cuando ha cedido su oxígeno
para nutrir los tejidos del
organismo y regresa a los pulmones a través de las venas y
de los pequeños vasos denominados capilares.

Este movimiento
circulatorio de sangre tiene lugar gracias a la actividad
coordinada del corazón, los pulmones y las paredes de los
vasos sanguíneos.

La composición de la sangre es igual en todas las
personas, sin embargo, existen diferentes tipos de sangre, que so
diferenciados por la presencia o no de eritrocitos en la
superficie de ciertas sustancias.

Los trastornos sanguíneos son causados por
anomalías en la hemoglobina o déficit de factores
importantes para una buena coagulación de esta.

BIBLIOGRAFÍA

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Encarta ed. 2006

Ganong, William F. Manual de Fisiología Médica. México, D.
F.: Editorial El Manual Moderno,
15ª ed., 1996.

MacDonald, George A. Atlas de hematología.
Madrid:
Editorial Médica Panamericana, 5ª ed.,
1991.

 

 

Francisco Romero Febres,

Nací en Lima el 24 de mayo del 90, estudie en el
colegio Horacio Patiño Cruzati en Surco, ahora estoy
estudiando odontología en la Universidad Inca
Gracilazo de la Vega

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