- La ciencia y la
religión - La teoría de la
relatividad. Einstein - Nuestro
interés personal en la
cosmogonía - La
religión y la ciencia - Los
hallazgos extraordinarios de la física y de su
hermanastra la astrofísica - El gen
de Dios (VMAT2) - La
teología de la relatividad
- Desde que Galileo incurriera en la rabia de los Papas
por su herejía, colocando el sol en medio
del universo,
la ciencia y
la religión católica han mantenido un
diálogo tenso y muy poco
amistoso.
La curia, intolerante de toda oposición, cuando
se la contradice, recurre a la persecución franca de todos
quienes resisten el dogma que ellos establecen. La
Inquisición, el arma creada contra el desacato, en tiempos
de Galileo, pronto dispuso que las piras de los actos da
fe se encendieran para castigar los rebeldes impíos.
En lo que no estaban aislados. La Inquisición de Calvino,
en Suiza, haría lo mismo quemando vivo, convicto de
herejía, al ilustre médico español
Miguel Serveto (1511-1553), quien fuera quien primero describiera
el sistema
circulatorio pulmonar.
Miguel
Serveto
Con su vida pagan, a veces, quienes se aventuran a
diferir…
El imbroglio de Galileo dio comienzo a un
período de represión ideológica, e
imposición rígida, por parte de la Iglesia, que
algunos no pudieran tolerar; por esa razón tantos
más pagarían con sus vidas, por que no se
sometieron a la dictadura del
clero.
La Inquisición en teoría,
como tal, ya no existe, aunque su "oficina" aun
reside en el Vaticano. Empero, aunque la represión no
exista como la creara su arquitecto Santo Domingo de
Guzmán, la Iglesia Católica no se ha tornado
más tolerante de quienes sus doctrinas cuestionan. Por
ello, el autoritarismo residual que todavía caracteriza el
modo de pensar del Pontífice reinante, sea
político, científico o eclesiástico, para
algunos, es intolerable e inadmisible.
Nosotros nos contamos entre aquellas personas no
satisfechas con que otros nos guíen en asuntos tan
importantes como son: la existencia de un Dios, la infalibilidad
del Papa, el origen del
universo, cómo y cuándo comienza la vida y
hacia dónde nos conduce la
muerte.
Para quienes así pensamos, es necesario que
evaluemos prolijamente lo que todos, científicos o
religiosos, nos procuran instruir; cuando lo hacen como si ellos
fueran los únicos que gozan acceso a las verdades
eternas.
La ciencia y la
religión
La ciencia y la religión partieron
compañía hace muchos años siguiendo
divergentes derroteros. Las religiones quedarían
inmovilizadas mientras que el progreso científico
continuaba acelerando. En 1866 el monje austriaco Gregor Mendel
descubrió las leyes de la
herencia, sin
que sus trabajos fuesen reconocidos hasta cien años
después de su muerte. Antes
de Mendel, Darwin
publicó su obra cumbre On the Origin of the Species
en 1859. Si, por coincidencia, Darwin hubiese tenido acceso a los
hallazgos de Mendel, su trabajo
hubiese sido fortalecido en su relevancia. De todos modos, por
coincidencia e independientemente, Darwin y Alfred Russel
Wallace, al unísono descubrieron la misma teoría
sin, al principio, saber uno de las labores del otro. Así,
como en otras publicaciones nuestras hemos señalado, es
como, a menudo avanza, el descubrimiento científico —
por serendipia y coincidencia.
Pero, no fue hasta que un niño con problemas de
aprendizaje y
como adulto, empleado menor del gobierno suizo,
nos impulsara en nuevas direcciones, hasta entonces, por todos
insospechadas. El niño, de que hablamos aquí, fue
Albert
Einstein, quien nos diera la Teoría de la Relatividad,
en la que basamos este proyecto.
La teoría de
la relatividad
Un cambio
paradigmático en el espectro del pensamiento
científico tuvo lugar cuando, impulsando el estado de
la ciencia, en el año 1905 el desconocido físico
teutón, Albert Einstein, publicó unos
artículos seminales acerca de la, hasta entonces
desconocida, Teoría de la Relatividad.
Para el mundo, se llamaría La Teoría de la
Relatividad. Para los científicos se llamaría la
Teoría General de la Relatividad, proponiendo su
autor, la fórmula tan simple como famosa, E=mc2
la cual explicaremos más adelante, como parte de la
biografía
de este genio entre genios.
Pero, ¿quién era este Albert
Einstein?
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