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Golpes militares y salidas democráticas (Argentina)




Enviado por Javier Bobadilla



Partes: 1, 2, 3

    1. Primer golpe militar
      (1.930)
    2. Segundo
      golpe militar (1943)
    3. La
      "Revolución libertadora": El proyecto de las Fuerzas
      Armadas de Desperonizar la Sociedad Argentina
      (1.955-1.958)
    4. Las
      elecciones de 1.958: Presidencia de Arturo
      Frondizi
    5. El golpe
      de Estado de 1.962: contracciones militares
    6. EL
      gobierno de Arturo lllia
    7. Golpe de
      Estado de 1.966: "Revolución
      Argentina"
    8. Los
      gobiernos justicialistas
    9. Procesos
      de Reorganización Nacional
    10. La lucha
      política por los Derechos Humanos y la
      subordinación del poder militar
    11. La
      política económica del primer gobierno de Carlos
      S. Menem
    12. Crisis
    13. Conclusión
    14. Bibliografía

    1. Primer Golpe
    Militar (1.930)

    Sus causas

    En 1927 el General Justo, aún ministro de
    guerra, hizo
    sondeos para un golpe militar que impediría la
    asunción de Yrigoyen, o por lo menos obligase a Alvear a
    intervenir Buenos Aires. No
    tuvo éxito.
    Un año más tarde Hipólito
    Yrigoyen llegó a la presidencia y contaba con un gran
    respaldo en la Cámara de Diputados y en el pueblo. Pero
    éste se fue debilitando porque el presidente no supo obrar
    con la energía suficiente para evitar algunas amenazas que
    caían en el gobierno y en el
    país.

    La primera era la del ejército, que el propio
    Yrigoyen había politizado, y que desde principios de
    siglo había caído bajo la influencia prusiana
    Predispuesto a la conspiración desde la presidencia de
    Alvear, se volcó decididamente a ella cuando la ineficacia
    del gobierno, comenzó a provocar un descrédito
    popular. Yrigoyen impidió que el general Dellapiane, su
    ministro de guerra, obrara oportunamente para
    desalentarlo.

    La segunda era la evolución de ciertos grupos
    conservadores que abandonaban sus convicciones liberales y
    comenzaban a asimilar los principios del fascismo italiano
    mezclado con algunas ideas del movimiento
    monárquico francés. Desde algunos periódicos
    esas ideas empezaron a proyectarse hacia los grupos autoritarios
    del ejército y algunos sectores juveniles del
    conservadurismo.

    Muy pronto parecerían también atrayentes a
    algunos jefes militares propensos a la
    subversión.

    Pero la más grave de las amenazas era la derivada
    de la situación mundial que había hecho crisis en
    1929, y que empezaba a hacerse notar en el país. Los
    grupos ganaderos, y la industria
    frigorífica se sintieron en peligro y comenzaron a buscar
    un camino que les permitiera sortear las dificultades. Los grupos
    petroleros creyeron que había llegado el momento de forzar
    la resistencia del
    Estado
    argentino y comenzaron a buscar aliados en las fuerzas que se
    oponían a Yrigoyen.

    El 30 de enero el teniente general José
    Félix Uriburu, que ha sido Inspector General del
    Ejército, se puso en contacto con Justo y otros militares.
    Son reuniones aparentemente de amistad, se
    hablaba del "desgobierno", en lo que todos están de
    acuerdo. Pero no existía una unanimidad en los fines de
    una revolución. Uriburu consideraba que el
    ejército debe "sacarlo" a Yrigoyen reemplazándolo
    por un gobierno o directorio militar hasta que se resolviese la
    forma definitiva.

    Los opositores debieron conectarse con el
    ejército y exigir la renuncia de Yrigoyen y llamar a
    elecciones "sin personalismo".

    Son dos posiciones antagónicas: Uriburu no
    creyó en los partidos políticos ni en el sistema
    constitucional, pero no expresó ideas claras sobre lo que
    vendría después. Justo esperó de los
    partidos
    políticos que le den la presidencia
    constitucional.

    Se formó una junta presidida por Uriburu que
    designó "oficiales de enlace", quien la mayoría era
    yrigoyenistas o no querían comprometerse. Los oficiales
    sabían que la situación es caótica, pero no
    creían que el ejército debía
    intervenir.

    Los únicos que querían "sacar" a Yrigoyen
    eran el Colegio Militar y la base aérea del
    Palomar.

    El 2 de agosto Uriburu citó a una junta de
    revolucionarios, en la que se fijó la revolución
    para el 30 de agosto. Se levantaría Campo de Mayo
    arrestando a los regimientos de la capital y al
    Colegio Militar.

    De los treinta oficiales de la Escuela solo
    cinco simpatizaban con la revolución.

    El golpe debió postergarse: porque el ministro
    Dellapiane detuvo el 29 de agosto a algunos comprometidos y
    ordenó el acuartelamiento de las tropas aunque estos
    fueron liberados, ya que tres días después el
    ministro renunciaba, los detenidos eran puestos en libertad y se
    siguieron los trabajos revolucionarios fijándose nueva
    fecha para la mañana del 6 de septiembre. El único
    que tomó en serio la conspiración fue Luis
    Dellapiane, que era simpatizante de Yrigoyen. Pero la
    disminución mental del presidente hizo que cambiara de
    idea aunque su lealtad no se perturbó. Como todos le
    ocultaban la conspiración militar a Yrigoyen,
    decidió ser él quien le dijera la verdad al
    presidente.

    Luego Ricci, otro oficial, renunció y le
    mandó una carta a Yrigoyen
    alertándolo de la conspiración, para ver si
    podía hacerlo reaccionar y salvar el gobierno.

    Tanto el conservadurismo bonaerense como el partido
    demócrata de Córdoba y el Radicalismo
    antipersonalista de Entre Ríos llevaron a cabo una labor
    de desgaste facilitada por la inoperancia yrigoyenista. La
    oposición socialista y la demócrata progresista
    fueron también rotundas, pero no conspirativa. Los
    movimientos estudiantiles se unieron a la prédica
    opositora.

    Una semana agitada

    Yrigoyen no tenía buena prensa: La
    Prensa, Crítica, y La Nación
    entre otros y el New York Times de los Estados Unidos,
    hablaban mal de él.

    Desde que trascendió el ambiente
    revolucionario en los primeros días de septiembre hubo
    retiros de fondos de los bancos, y se
    temía que los bancos cerrasen o se produjera una
    caída de la moneda.

    Hombres y mujeres, jóvenes y adultos, niños y
    viejos, de todas las clases y condiciones sociales, estaban
    hermanados en la acción
    contra Yrigoyen como si la caída del "VIEJO CAULDILLO"
    curara todos los males del país.

    Desde fines de agosto el presidente estaba con gripe, en
    la cama. El día 2, el intendente visita a Yrigoyen, para
    decirle que la situación era crítica, que la
    opinión se había tornado desfavorable y que los
    rumores de revolución militar continuaban a pesar de las
    detenciones. Pero el presidente contesta:

    "No, no puede ser. El pueblo y el Ejército
    están conmigo. Son los elementos del régimen los
    que perturban. Pero ya verá usted que no pasará
    nada". No era posible convencer a un hombre de
    soberbia y obstinación, que se sentía identificado
    con el país y el partido, que debía presentar
    voluntariamente su renuncia.

    El miércoles 3, renuncia Dellapiane y
    González queda a cargo de la tarea.

    El jueves 4, se entrevista a
    Yrigoyen que está con 40º de fiebre para
    decirle que convendría que delegara el mando por sus
    problemas de
    salud. Aunque no
    sólo la salud les importaba; los militares querían
    aunque sea en forma aparente, desprenderse de Yrigoyen. Este
    pidió que lo dejen reflexionar hasta el día
    siguiente. En ese mismo día, una de las manifestaciones
    intenta entrar a la Casa de Gobierno. La guardia mata a uno de
    los estudiantes. A él se le prepara un entierro que
    según la gente haría caer a Yrigoyen.

    Al día siguiente el ambiente estudiantil
    llegó al máximo y distribuyó un manifiesto
    donde se le exigió la renuncia a Yrigoyen.

    Ese mismo día iban a ver al presidente,
    quién firma el decreto de delegación provisorio del
    mando traído por González. A la tarde se le
    comunicó al país que Yrigoyen no ejercía
    más la presidencia, que lo hace Martínez, quien
    declaró estado de sitio por treinta días, y
    anunció que lo hizo "para evitar la repetición de
    incidencias por conceptos lamentables". Creyó que
    había quitado la oposición de la calle, y tampoco
    le preocupó los rumores de una revolución ya que no
    ordenó la detención de Uriburu.

    Para que la revolución tome un tono
    constitucionalista, Justo redactó bases como programa
    revolucionario y se distribuyeron copias.

    Uriburu informó que la revolución
    estallaría a las 7:30 de la mañana siguiente. A esa
    hora se presentaría en Campo de Mayo, y desde allí
    marcharía con las tropas a la Casa de Gobierno, sin
    encontrar resistencia en ninguna parte. También
    declaró que la revolución la haría "en forma
    de no tener ninguna relación con los políticos, que
    quería tener absoluta independencia
    para obrar una vez en gobierno".

    Partes: 1, 2, 3

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