Los Servicios de Inteligencia israelíes en el contexto de la guerra del Líbano y su objetivo ?Hezbollah?
- El
objetivo ‘Hezbollah’ - Hizballah
(Partido de Dios) - Análisis del
Hizballah desde la Teoría General de los
Sistemas
En 1982, las Fuerzas Armadas israelíes
(Tsahal) solo habían tardado 48 horas para apoderarse de
una porción considerable del Líbano. Ahora bien, en
la última invasión al Líbano los misiles del
Hezbollah que cayeron en territorio israelí cambiaron esta
situación. La lentitud de la campaña y la
imposibilidad de impedir que el Hezbollah lance sus misiles
Katyusha, forzaron a Israel a modificar su curso tradicional de
acción
en conflictos
bélicos, en virtud del cual el combate precede a la
diplomacia. La Fuerza
Aérea israelí logro bombardear y destruir amplios
sectores del sur libanés, pero las fuerzas terrestres solo
pudieron realizar incursiones limitadas, la mayor parte del
tiempo
llevadas a cabo por comandos de las
fuerzas especiales.
El deseo de Israel de extender la zona de
contención hasta el río Litani (70
kilómetros al norte de la frontera
actual) fue difícil de establecer ya que implicaba el
despliegue de un fuerte contingente de infantería
israelí en territorio del propio Hezbollah. Cómo
explicar este fracaso de la fuerza militar más potente de
la región, disponiendo del armamento más
sofisticado, y del apoyo material y técnico de los
Estados
Unidos. Según Syed Saleem Shahzad, Israel se
lanzó a una operación militar muy aventurada a
pesar de advertencias de sus servicios de
inteligencia,
en particular, el Mossad. Este último admitió
abiertamente al Gobierno, antes
del desencadenamiento de las hostilidades, haber fallado en sus
tentativas de infiltrar al Hezbollah.
El Mossad se oponía a la operación militar
en el Líbano y sugería esperar que, por servicios
de información interpuestos, se esté en
condiciones de evaluar la capacidad militar del Hezbollah, su
personal, su
logística y sus posiciones. Siempre
según el Mossad, el Hezbollah había pasado a ser
con la ayuda de Irán mucho más potente que grupos como el
Hamas palestino que solo dispone, sobre todo, de armas ligeras y
pequeños misiles Qassam de fabricación casera, a la
vez que recurre a menudo a ataques suicidas. Antes de lanzarse en
una operación de envergadura, sostenía el Mossad
que era esencial conocer la potencia militar
del Hezbollah, sino se corría el riesgo de una
catástrofe militar.
El Mossad estaba informado de una extensa red de túneles y
búnkeres que el Hezbollah podía utilizar para
almacenar armas en preparación de una larga guerrilla,
pero no podía determinar con precisión sus
ramificaciones. Había una crisis interna
en Israel que no llegó solo hasta el primer acceso al
Hezbollah, sino que se refiere realmente a las estructuras
mismas de la dirección israelí. Se trata de una
crisis mayor precisamente debido a este factor interno, de la
misma forma que la guerra en
Irak es una
crisis de envergadura en Washington debido a las fracturas y
oposiciones que aun produce en el establishment
washingtoniano.
Desde que en el 2003 el Subsecretario de Estado
norteamericano Richard Armitage, especialista en operaciones
secretas durante la guerra de Vietnam, determinó que
Hezbollah debía ser el enemigo terrorista prioritario
mientras que Al Qaeda seria secundario, por su parte Colin Powell
se declaró preocupado con respecto a la
continuación de las actividades ‘terroristas’
del Hezbollah en la región y en el resto del mundo como
sus actividades sociales y de apoyo cultural resaltando el caso
de la cadena de televisión
Al Manar, la cual ha comenzado a ser un objetivo
enemigo de los EE.UU. Es así que Hezbollah y Hassan
Nasrallah, su secretario general y líder
espiritual, se convirtieron en los enemigos prioritarios de los
Estados Unidos. Se les diaboliza, como lo estuvieron antes de
ellos Mohamed Mossadegh, Gamal Abdel Nasser, Muamar Khadafi,
Ayatollah Khomeini, Yasser Arafat y Saddam Hussein, que serian a
su vez los que se oponían a los proyectos
occidentales en Medio Oriente.
La repetición de sus nombres en los medios de
comunicación asociada a actos que suscitan una
reacción de rechazo, causa una connotación negativa
de la cual es difícil desprenderse. El método del
rumor es viejo como el mundo.
Es así como el American Jewish Comittee se
prepara a lanzar una campaña
publicitaria en CNN y Fox News para convencer a la opinión
pública norteamericana que la
organización libanesa, sostenida por Irán,
practica el terrorismo
internacional. En este sentido para diabolizar un poco más
al Hezbollah en América
Latina, donde viven muchos emigrantes libaneses, se
destacó que la policía ecuatoriana desmontó
en junio de 2006, una red de traficantes de
cocaína
operando en Ecuador,
Colombia,
Brasil y en
los Estados Unidos que enviaba un 70% de sus ingresos al
Hezbollah.
La acusación de Narco Yihad se remonta a
Haïm Messing, director israelí en la lucha contra la
droga, que
declaró en 2003 frente a una comisión de la
ONU, que el
Hezbollah ocupa "un lugar en primera plana en la cultura y el
tráfico de drogas".
En una operación contra el Hezbollah, el 2 de
agosto de 2006 en Baalbek (Líbano), el Mossad
habría encontrado en el disco rígido de un
ordenador del hospital Dar El Hekmat, el organigrama de
más de 20 células
terroristas establecidas en Gran Bretaña. La noticia, poco
creíble, tenía indirectamente por objeto hacer
olvidar que los israelíes habían matado a 17
civiles de los cuales 8 eran niños y
que habían quedado en ridículo secuestrando a un
‘supuesto’ sujeto pensado que era Hassan Nasrallah,
pero esta persona
finalmente no tenia nada que ver con la organización.
El último hallazgo contra Hezbollah fue la
revelación del juez Sarga Brammertz que habría
descubierto una "pista shiíta" en el asesinato del ex
Primer Ministro libanés Hariri. Ni el FSI (Fuerzas de
seguridad
interior libanesa), ni el juez Brammertz presentaron pruebas de
este hecho, pero según informadores reservados el
Hezbollah tenía la capacidad de hacer entrar al
Líbano el equivalente de 1200 kilos de TNT para atentar
contra Rafic Hariri que obstruía los objetivos del
Hezbollah en el Líbano y más ampliamente de
Irán, que pretendería reforzar la influencia de sus
aliados shiítas en el mundo árabe.
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