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La Depresión (página 2)



Partes: 1, 2

Tipos de
depresión

Los tres tipos más comunes de depresión
son:

a) Depresión severa o mayor se presenta con una
combinación de síntomas que interfieren o
disminuyen la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer.
Es el no disfrutar de actividades que antes eran placenteras.
Generalmente cuando se presenta es muy incapacitante y puede ser
una sola vez o en varias ocasiones (Catholic Health System,
2005).

b) La distimia, es un tipo de depresión de menor
gravedad, presenta síntomas crónicos de menor
afectación incapacitante pero sí interfiere con el
buen funcionamiento y bienestar de la persona que la
padece Catholic Health System, 2005).

c) El trastorno bipolar, conocida también como
enfermedad maniaco depresivo, se caracteriza por cambios
cíclicos en el estado de
ánimo, rápidos o graduales del estado
eufórico o ánimo elevado al depresivo o
ánimo bajo. En la fase depresiva, la persona puede
presentar uno, varios o todos los síntomas de la
depresión mientras que en la fase maníaca puede
presentar una gran cantidad de energía que se traduce en
hiperactividad. En esta fase frecuentemente se ve afectado el
pensamiento y
el juicio de la persona. Este tipo de depresión no es tan
frecuente como los otros dos casos (Catholic Health System,
2005).

Síntomas de
la depresión

Las personas que sufren de depresión presentan
ciertos síntomas característicos que se presentan
recurrentemente por un periodo de dos semanas mínimo.
Estos síntomas nos permiten identificar a la persona que
sufre depresión. Los más comunes en los adolescentes,
sobre todo en la etapa puberal son:

  1. Conducta negativista o claramente
    antisocial.
  2. Hurtos
  3. Agresividad
  4. Consumo de alcohol y/o
    drogas
  5. Deseos de marchar de casa
  1. Sentimiento de con ser comprendido
  2. Malhumor e irritabilidad
  3. Desgane para cooperar en actividades
    familiares
  4. Tendencia a recluirse en la propia
    habitación
  5. Desinterés por el aseo personal
  6. Dificultades escolares
  7. Retraimiento social con hipersensibilidad; especial
    respuesta al rechazo en relaciones amorosas
  8. Trastorno del estado de ánimo,
    desmoralización y falta de alegría.
  9. Desinterés por cosas que antes le
    atraían. (Jímenez, s.f., anexo 4)

La depresión
en la adolescencia

Durante la adolescencia se puede presentar la
depresión. Esta se caracteriza porque se presentan
sentimientos persistentes de tristeza y desánimo
además de que comúnmente se presenta una
pérdida de la autoestima y
una ausencia de interés
por las actividades cotidianas, en el caso del adolescente, las
escolares. Generalmente en ellos, la depresión es
transitoria y es una reacción usual a muchas situaciones y
factores que les generan estrés.
"Este estado es común en los adolescentes, como
consecuencia del proceso normal
de maduración, del estrés asociado con éste,
de la influencia de las hormonas
sexuales y de los conflictos de
independencia
con los padres" (Goldenring, 2005, para. 2). Por otro lado,
factores externos que acentúen el estrés como una
muerte, el
maltrato
infantil, la ruptura con el novio o la novia, el abuso por
parte de compañeros e inclusive el fracaso escolar
asociados con una baja autoestima y una percepción
negativa de la vida pueden desencadenar una depresión.
Ésta puede tener efectos en el crecimiento y desarrollo, el
desempeño escolar, las relaciones con
iguales y la familia y
puede llevar inclusive al suicidio (Bhatia
& Bhatia, 2007; Davis, 2005).

Sin embargo, a pesar de los factores externos, son
básicamente los cambios hormonales que se presentan
durante la pubertad y sus
efectos en el estado anímico y psicológico los
causales de que se pueda presentar la somatología de la
depresión. "En este período existe un aumento de la
emotividad, la cual es provocada por la necesidad que experimenta
el ser humano de abandonar viejos hábitos de acción
y de pensamiento y de establecer otros nuevos." (Rivero, s.f.,
para. 8). Son muy comunes en esta etapa del desarrollo las
variaciones en los estados de ánimo. Hay momentos en que
para el adolescente el mundo es un lugar maravilloso y en el
siguiente instante odia todo lo que se encuentra a su alrededor.
Igualmente, el adolescente se encuentra desubicado en el tiempo. El
vive primordialmente en el presente y busca manejarlo. Todas
estas situaciones son comunes a su desarrollo psicológico
lo que dificulta el diagnosticar la depresión.

Igualmente se considera que factores genéticos
influyen en presentar síntomas depresivos sin saberse si
la causal es genética o
una conducta
aprendida del padre depresivo. Los factores biológicos que
afectan se relacionan con los neurotransmisores, como una
deficiencia en norepinefrina o serotonina. Igualmente, se asocia
con esta enfermedad anormalidades hormonales como una
hipersecreción de cortisol, hormona que permite controlar
el estrés. (Davis, 2005).

En la adolescencia los síntomas depresivos se
llegan a manifestar de distinta manera. Algunos jóvenes
tienden a vestirse de negro, sin embargo esto también
puede ser una moda, o escriben
poesías
melancólicas o les gusta la música de contenido
depresivo. Muchos adolescentes presentan problemas de
sueño. Llegan a pasarse toda la noche viendo televisión
y luego tienen problemas para levantarse por la mañana o
se quedan dormidos durante el día. Frecuentemente
también se presentan cambios en los hábitos
alimenticios, siendo esto más común en las chicas.
Dejan de interesarse por las actividades que antes les gustaban y
se empiezan a aislar socialmente (Santrock, 2004).
Adicionalmente, durante este período de transición
el adolescente está en la búsqueda de su identidad y
busca definir sus valores
propios. Todo lo anterior los suele hacer más
"susceptibles y tener pensamientos erróneos como ideas
suicidas, búsqueda de salidas fáciles que les
permitan olvidarse del problema como drogas y la
delincuencia,
etc." (Any, s.f., para. 100).

Generalmente, en los adolescentes la depresión se
manifiesta de manera diferente a la del adulto. Ellos son
más renuentes a expresar sus sentimientos y la
sintomatología observada puede ser común a la
típica del adolescente como el aburrimiento o la continua
búsqueda de nuevas actividades. Algunos síntomas de
esta depresión conocida como oculta pueden ser "la
drogadicción, promiscuidad, actos delictivos y la
búsqueda del peligro" (Any, s.f., para. 70).

Los factores de riesgo de ser
depresivo pueden ser biomédicos o psicosociales.
Aproximadamente dos terceras partes de los jóvenes que
presentan una depresión mayor tienen otros
desórdenes mentales. Los más comunes son el
desorden distímico, la ansiedad, el déficit de
atención y al hiperactividad, así
como el abuso de sustancias nocivas como las drogas
(Bhatia & Bhatia, 2007). Muchas veces estos desórdenes
secundarios a la depresión ocultan la
sintomatología de la misma haciendo más
difícil el diagnóstico.

Existen diferentes grados de depresión. En
algún momento de su vida hasta el 15% de los niños y
adolescentes presentan síntomas depresivos. Una
depresión mayor en niños y adolescentes se
desarrolla en un promedio de siete a nueve meses. La
depresión mayor o severa está presente en el 3 al
5% de los adolescentes. La incidencia de la depresión
aumenta en la pubertad y en las niñas los casos de
depresión son el doble del de los niños, esto
probablemente asociado a los cambios hormonales. (Bhatia &
Bhatia, 2007; Davis, 2005). "Lo que preocupa a los
psicólogos y psiquiatras es el hecho de que el riesgo de
padecer depresión entre los jóvenes es 10 veces
mayor ahora que a principios de
siglo. Esto se debe en gran medida a la frustración por la
falta de una actividad productiva laboral y social"
(Anónimo, 2001, 6 de junio, para. 6). Aquí se
denota también la influencia del contexto social. Los
jóvenes que proceden de un medio socioeconómico
bajo, donde las familias son disfuncionales como en el caso de
divorcio y si
además uno de los progenitores no tiene trabajo,
tienen pocas esperanzas de tener una vida feliz y
provechosa.

La depresión se puede presentar de dos formas
diferentes. La primera, semejante a un estado de
aflicción, se caracteriza porque el adolescente percibe
una falta de sentimientos y una sensación de vació
debido que no los puede manejar o expresar. La segunda es
desencadenada por los factores externos de experiencias de
derrota o fracaso.

Siendo la adolescencia una etapa crítica
y conflictiva en el desarrollo del adolescente, sobre todo en el
aspecto emocional muchas veces ellos presentan conductas no
adecuadas y manifiestan su falta de madurez, sobre todo en lo
referente al manejo de las relaciones sociales. Es la etapa en la
que ellos tienen que desprenderse de los padres en la
búsqueda de su identidad. Muchas veces una reacción
depresiva pude ser detectada porque una "hostilidad dirigida
hacia los padres, se desvía hacia sí mismo y las
tendencias de autodesprecio se relacionan en última
instancia con el deseo de destruir la imagen idealizada
de los padres, por quienes el niño se siente traicionado"
(Rivero, s.f., para. 12). Frecuentemente estos síntomas se
confunden con reacciones normales del adolescente como las
fluctuaciones de su estado anímico. Su estado de
dependencia para con sus padres no se ha resuelto y entonces se
puede observar "una relación diádica intensa con la
madre que a veces produce un vínculo de tipo dependiente y
simbiótico; en otras ocasiones se plantea como una
relación sadomasoquista llena de ataques hostiles a la
familia y a
las autoridades externas" (Rivero, s.f., para 13). Los padres
muchas veces son incapaces de diagnosticar a la depresión
ya que la consideran una actitud
rebelde común del adolescente. La misma situación
se puede presentar en la escuela, donde el
docente todavía tiene menos conocimientos sobre los
problemas psicológicos de los adolescentes y él
igualmente malinterpreta las reacciones.

Los síntomas depresivos experimentados durante la
adolescencia permiten predecir con gran exactitud problemas
similares en la etapa adulta (Santrock, 2004). Por ello es de
suma importancia tomar en serio la depresión adolescente.
Los adolescentes a quienes se les diagnostica una
depresión tienen más probabilidad de
experimentar el problema de forma recurrente durante la etapa
adulta que aquellos a quienes no se les diagnosticó este
problema. Se calcula que el 50% de los adultos que sufren de
depresión, presentaron síntomas en la infancia o la
adolescencia (Davis, 2005). "Las depresiones de la adolescencia
igualan a las de la edad adulta en severidad, la sobrepasan en
autodestructividad y muestran todavía el sello
característico de su concomitante con el proceso de
desarrollo" (Rivero, s.f., para. 10).

Depresión y suicidio

El suicidio es la acción de quitarse la vida de
forma voluntaria. Es la forma extrema de huída de una
situación vital y de una tensión emocional
intolerable. "El comportamiento
suicida es raro durante la infancia pero su incidencia aumenta
considerablemente al llegar a la adolescencia. En la actualidad
el suicidio es la tercera causa de muerte entre los adolescentes
estadounidenses de 13 a 19 años de edad" (National Center
for Health Statistics, 2000, citado en Santrock, 2004, p. 400).
En México se
calcula que la depresión en la población adolescente e infantil
está presente entre el "10 y el 15% de la
población. El suicidio está entre la segunda y
tercera causa de muerte entre los 15 y 25 años, y el 75%
de los casos de inicio de una enfermedad mental es a esa edad"
(Cámara, 2003, para. 1). Los suicidios en niños y
adolescentes se han incrementado marcadamente en los
últimos años en México. "De acuerdo con las
estadísticas del INEGI, en el año
2001 en el Distrito Federal hubo 269 casos" (Cámara, 2003,
para. 2). Adicionalmente, existen estadísticas que indican
que "el 40 por ciento de los adolescentes que se suicidan tienen
trastornos depresivos, del 10 al 30 por ciento presentan
trastornos de personalidad y
un 50 por ciento abusan de drogas y alcohol" (Cortés,
s.f., para. 29).

Por lo tanto la acción más importante que
se debe de llevar a cabo es la prevención del mismo. Cada
día son más los jóvenes que en su
desesperación intentan quitarse la vida. Es de crucial
importancia buscar asistencia médica si se presentan uno o
más de los siguientes signos de
advertencia de un suicidio potencial.

  • "Retraimiento, con urgencia por estar solo,
    aislamiento
  • Mal humor
  • Cambios de personalidad
  • Amenaza de suicidio
  • Entrega de las pertenencias más preciadas a
    otros" (Goldenring, 2005, para. 21)

El suicidio es un fenómeno complejo que incluye
factores físicos, sociales y psicológicos los
cuales interactúan entre si. Sin embargo, la manera en la
que el joven se relaciona con su medio ambiente
y el cómo afecta este su personalidad, son las causales
que determinan que el individuo
intente suicidarse o no. En la adolescencia, los jóvenes
están sujetos a sentimientos de estrés,
confusión, dudas sobre sí mismos, presión
para lograr éxito,
inquietudes financieras y otros miedos mientras van creciendo.
Para algunos adolescentes, el divorcio, la formación de
una nueva familia con padrastros y hermanastros, o las mudanzas a
otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles
las dudas acerca de sí mismos. (Jímenez, s.f.,
para. 21)

No están contentos con su entorno físico y
sobre todo el social. En algunos casos, el suicidio aparenta ser
una solución a estos problemas.

La mayor parte de los científicos sociales
están de acuerdo en que el suicidio es una forma compleja
de conducta que tiene causas biológicas,
psicológicas y sociales. Otros afirman que algunas
personas son genéticamente más propensas a las
depresiones y por lo tanto al suicidio. El síntoma
más predicativo de un posible suicidio es la
depresión. "Todos los suicidios y los intentos suicidas
hablan de una crisis
emocional, de una perturbación en la forma en que se vive,
de un desacuerdo social." (Christman, s.f., para. 2)

Los psicólogos y sociólogos han encontrado
diversas influencias personales y situacionales que contribuyen a
la búsqueda de la muerte
voluntaria. Ésta se produce a menudo como un escape de
circunstancias dolorosas o como un acto de venganza contra otra
persona a la que se acusa de ser responsable del sufrimiento que
lleva a la toma de tan drástica decisión. Estos
sentimientos de desesperación se conocen frecuentemente
por las notas o cartas que llega
a dejar la persona antes de suicidarse. No obstante, la causa
más frecuente del suicidio es la percepción de que
la vida es tan dolorosa que sólo la muerte puede
proporcionarle alivio deseado. Igualmente, la pérdida de
un ser querido o dolores crónicos, físicos o
emocionales, pueden producir una sensación de incapacidad
para cambiar estos hechos llevando a un sentimiento general de
desesperanza ante cualquier cambio donde
la muerte aparentemente es la única solución
(Cortés, s.f.).

Existen cuatro tipos de conductas suicidas:

1. La conducta suicida impulsiva que se presenta
después de una desilusión o un fuerte sentimiento
de enojo.

2. La sensación de que la vida no vale la pena
que se relaciona con la depresión.

3. Una enfermedad grave que puede llevar al individuo a
pensar que no hay otra opción.

4. El intento suicida como medio de comunicación, común en los
adolescentes donde éste realmente no desea morir pero
desea comunicar algo. (Christman, s.f.)

Entonces, ¿Por qué los adolescentes
intentan suicidarse? No existe una respuesta simple pero se tiene
que considerar los factores proximales y distales que pueden
estar presentes. Los factores proximales o inmediatos son por
ejemplo, circunstancias muy estresantes como la pérdida de
un novio o una novia, sacar malas calificaciones en la escuela,
un embarazo no
deseado o el consumo de
drogas. Los factores distales o alejados en el tiempo son por
ejemplo que el adolescente considera tener una larga historia de infelicidad e
inestabilidad familiar. Igualmente, son factores distales la
falta de afecto y apoyo emocional, el exceso de control paterno y
una exigencia excesiva para que se rinda en los estudios durante
la infancia pudiendo éstos propiciar la depresión
en un adolescente. Muchos adolescentes que intentan suicidarse
además creen no tener amigos que los apoyen. Finalmente,
los adolescentes suicidas presentan con frecuencia
síntomas depresivos (Santrock, 2004).

Aunque no todos los adolescentes deprimidos intentan
suicidarse, la depresión es el factor que se asocia de
forma más consistente al suicidio adolescente. La
adolescencia, como una etapa de desarrollo del individuo, es una
etapa dolorosa por que el joven pasa por cambios difíciles
que le producen ansiedad y depresión. Por esta
razón, la tentativa del suicidio es una de las conductas
más significativas del adolescente. (Christman,
s.f.).

Acciones concretas
para la prevención

Las acciones
concretas para la prevención de la depresión se
pueden llevar a cabo tanto dentro del ámbito familiar como
el escolar.

Formas de intervención de la
familia
Aunque a la depresión se le considera un
padecimiento del cuál sólo es posible curarse con
medios
clínicos, el apoyo y cobijo que genere el entorno del
adolescente son el fundamento tanto para su prevención,
detección oportuna e intervención. La base es
la
comunicación abierta con el adolescente para ayudar a
la identificación a tiempo. Recordemos que uno de los
roles de los padres según nos dice Santrock (2004) son
ellos quienes deben ayudar a los hijos a lidiar con sus emociones. Los
síntomas de la depresión, como ya se
mencionó, pueden confundirse al inicio con flojera,
descuido y otros malos hábitos. Es importante, por lo
tanto, que mientras no se tenga seguridad de
qué es lo que está ocasionando estos
síntomas, la familia se mantenga alerta y no emita juicios
a priori. Para el adolescente que está viviendo este
proceso es importante que no se le acuse de aparentar enfermedades o flojera, ni
esperar que ella o él salgan inmediatamente de este estado
sin ayuda.

Desafortunadamente la detección oportuna no
resulta tan fácil, a pesar de que los síntomas sean
evidentes. La mayoría de las personas que no hayan vivido
un trastorno depresivo no alcanzan a visualizar el efecto que
éste causa, y aunque no tengan intención de
lastimar, algunas veces con lo que dicen y hacen hieren
más. El joven deprimido requiere apoyo emocional. Esto
significa proveer de comprensión, paciencia,
consideración y ánimo; generar espacios para
conversar pero sobretodo escucharlo. De ninguna manera se le debe
restar importancia a los sentimientos que exprese, sin embargo
establecer una evaluación
justa de la realidad, aspecto que se encuentra por lo general
distorsionado en la persona deprimida. La familia puede
intervenir de diferentes formas de acuerdo a las causas que
pueden estar originando la depresión en el
adolescente.

Formas de intervención del
profesor

La adolescencia mediana (15 a 18 años) es el
período depresivo por excelencia. Según
Fernández (1985), dicho estado se da como consecuencia del
proceso normal de maduración, del estrés asociado
con éste, de la influencia de las hormonas sexuales y de
los conflictos de independencia con los padres.

Los chicos en estas edades están cursando el
nivel educativo de secundaria y preparatoria, por lo que
situaciones relacionadas con esta etapa de desarrollo pueden
motivar situaciones de tensión que exacerben esta
vulnerabilidad.

A menudo es difícil diagnosticar la verdadera
depresión en adolescentes debido a la serie de cambios
emocionales inherentes a su proceso natural de desarrollo y que
se caracteriza por variaciones del estado de ánimo, con
períodos alternos de "plena felicidad" y "la vida es
horrible". Estos estados de ánimo pueden alternar en
períodos de horas o días.

Sin embargo, como profesores y con el contacto diario
con los chicos es posible percibir cambios de ánimo
persistentes, baja en el rendimiento escolar, conflictos en las
relaciones con sus iguales, comportamientos agresivos (problemas
de conducta), cambios en los hábitos alimenticios (con
notorios incrementos o disminuciones de peso), que se queden
dormidos en clase,
obsesión con la muerte.

Ya que las relaciones
interpersonales de ayuda y las habilidades de
adaptación saludables pueden ayudar a evitar que dichos
períodos conduzcan a síntomas depresivos más
severos, la identificación oportuna y el tratamiento
rápido e integral puede prevenir o posponer los episodios
posteriores.

La comunicación abierta con el adolescente puede
ayudar a identificar la depresión a tiempo pero para los
docentes es
realmente difícil identificar la depresión de los
alumnos, en cambio sí se pueden identificar situaciones de
crisis.

Una crisis según Slaikeu (1990) es un estado
temporal de trastorno y desorganización, caracterizado
principalmente por una incapacidad del individuo para manejar
situaciones particulares utilizando los métodos
acostumbrados para la solución de problemas. Es una
combinación de situaciones de riesgo en la vida de una
persona que coinciden con su desorganización
psicológica y necesidad de ayuda; representa tanto el
peligro de un trastorno como la oportunidad para el desarrollo de
la persona. La resolución final de la crisis depende de
numerosos factores que incluyen la gravedad del suceso
precipitante y los recursos
personales y sociales del individuo.

Cualquier período de crisis pasará o se
resolverá de alguna manera. Esta solución puede ser
saludable o dañina y se supone que el tipo de
solución alcanzada tendrá repercusiones en el
funcionamiento futuro del individuo. Es importante asimilar el
suceso de crisis de manera que quede integrado dentro de la trama
de la vida al dejar que la persona esté abierta en lugar
de cerrada al futuro. La meta principal
al buscar estrategias de
intervención es ayudar a la persona a recuperar el nivel
de funcionamiento que tenía antes del incidente que
precipitó la crisis.

Slaikeu (1990) habla de dos tipos de
intervención: los de primera y los de segunda instancia.
En el caso de los docentes es más factible que se
encuentren preparados para proporcionar los primeros
auxilios psicológicos (primera instancia) con el
objetivo de
proporcionar apoyo y enlazar a la persona en crisis con los
recursos de ayuda que en este caso sería el área de
psicología
de la institución. El docente tiene la facilidad de
detectar la crisis en el momento y en lugar en que aquella surge.
Es como dar primeros auxilios físicos en lo que llega
ayuda médica especializada. El psicólogo es quien
llevará a cabo la intervención secundaria (segunda
instancia) ya que es la persona capacitada para evaluar cuadros
clínicos para delimitar diagnósticos depresivos de
los adolescentes o cualquier otro tipo de trastorno recordando
que la presencia de alcohol y otras drogas complican cualquier
crisis.

Adicionalmente, el asesoramiento puede ayudar a los
adolescentes a sobrellevar los períodos de bajo estado de
ánimo. Se debe contar con el apoyo de un departamento de
psicología y que las instituciones
educativas cuenten con lineamientos establecidos a seguir para
atender problemas emocionales. Si el alumno busca al maestro (o
si el maestro decide hablar con él), una vez que él
escucha, puede evaluar y decidir qué tipo de apoyo
requiere el alumno y puede entonces solicitar apoyo al
departamento correspondiente. Así el alumno puede obtener
ayuda y seguimiento inmediato.

El profesor hoy
en día asume funciones
(además de la docencia)
donde las relaciones interpersonales dejan marcas profundas
en la forma de ser de quienes participan en el proceso educativo.
Esto implica ser asesor con plena conciencia de sus
limitaciones y evitar solucionar casos evidentemente fuera de su
área o profesión. Es necesario contar con capacitación en desarrollo
humano, el
conocimiento de herramientas
de intervención y sobretodo tener una actitud comprometida
con el desarrollo y crecimiento de los alumnos.

Tratamientos

Existen diferentes tipos de depresión y
diferentes estadios de gravedad. Antes de determinar que tipo de
tratamiento es el más adecuado para cada persona, es
indispensable, por parte del médico realizar primero un
examen, el cuál consiste en un examen físico,
entrevista con
el paciente y un análisis de laboratorio,
para poder
determinar si la causa es biológica o psicológica.
Cuando las causas físicas quedan descartadas, se debe de
proceder a una evaluación o test de tipo
psicológico o psiquiátrico. (Catholic Health
System, 2005). El tipo de tratamiento se determina dependiendo
del resultado de dicha evaluación.

De acuerdo al Dr. Alonso-Fernández (2001), los
tratamientos para la depresión pueden ser suministrados de
dos formas diferentes. Una de ellas es el método
ambulatorio, es decir en casa, donde el paciente no sale de su
contexto, convive con su familia y sigue formando parte de su
trabajo; éste es el tipo idóneo, pues el apoyo de
los seres queridos es esencial. El ingreso al hospital
psiquiátrico es el otro método, pero sólo se
utiliza cuando la crisis depresiva es extrema, caracterizado por
"el abandono social, alto riesgo al suicidio, peligrosidad contra
los demás, rechazo al tratamiento o la indicación
de un cambio de ambiente" (p.
170).

Los tratamientos se subdividen en tres grupos
dependiendo de el momento en que se manifiesta la enfermedad: El
tratamiento de la depresión severa, cuando los pacientes
son remitidos al hospital hasta la desaparición de los
síntomas; el tratamiento de mantenimiento,
por un período mínimo de seis meses para evitar la
reincidencia de los síntomas; y el tratamiento preventivo
o profiláctico, cuyo fin es evitar la recurrencia (la
cuál se entiende como una aparición de un nuevo
episodio depresivo después de los seis meses
preestablecidos de tratamiento) y la recaída (la cual se
define como la reaparición de los síntomas antes de
haber pasado el período de cinco a seis meses).

Existen diferentes prototipos de tratamientos que se
pueden clasificar en cinco grandes grupos.

a) El tratamiento farmacológico: No se puede
determinar qué tipo de medicamento o fármaco
será el de mayor éxito pues sólo en un 65%
de los casos funciona uno en específico. Sue Breton
(1998), dice que al igual que con todos los compuestos
químicos, se cree que los antidepresivos son como los
tranquilizantes y causan adicción. Ésta es una idea
equivocada, pues a diferencia también de los
tranquilizantes, sus efectos no son inmediatos; se necesitan de
dos a tres semanas antes de manifestar el efecto deseado. Los
antidepresivos, causan efectos secundarios como sedación,
aumento del ritmo cardíaco, baja o alta presión
arterial, sequedad de boca, visión borrosa y
estreñimiento. Con los inhibidores selectivos
de la recaptación de serotonina (ISRS) se han visto
enormes ventajas pues éstos a diferencia de los
inhibidores tricíclicos, tiene menos efectos secundarios.
Sólo causan ligeras náuseas, diarrea y
dolor de cabeza, efectos que suelen desaparecer con el uso, pero
su principal desventaja es que causan disfunción sexual.
Quienes consumen antidepresivos conocidos como inhibidores de la
monoaminooxidasa (IMAO) se ven sometidos a dietas restringidas y
a precauciones especiales.

b) Las hierbas medicinales. Recientemente se ha estado
utilizando una hierba que se conoce como la hierba de San Juan o
Corazoncillo (Hypericum perforatum) cuyo uso es muy común
en Europa, en
Alemania
concretamente; es el tratamiento antidepresivo más
utilizado. Cabe aclarar que se han estudiado sus efectos
sólo a corto plazo, como lo menciona Margaret Strock
(2001). Actualmente se está llevando a cabo un estudio
comparativo a 3 años, entre los fármacos
convencionales, la hierba de San Juan y el uso de placebos. La
FDA, dio aviso en febrero del 2000, sobre la posible interacción negativa de esta hierba cuando
se mezcla con medicamentos para "enfermedades del corazón,
depresión, convulsiones, algunos tipos de cáncer y
el rechazo de transplantes" (para. 42).

c) La psicoterapia.
La primera modalidad es la terapia familiar, mencionada por Glick
(1999) quien considera indispensable el modelo de
psicoeducación tanto para el enfermo como para la familia,
ya que es aquí donde se plantea el tratamiento. Esta
terapia sugiere dos dimensiones, la individual y grupal pero se
usan por separado en la práctica. Dentro de la terapia
individual se detalla la psicoterapia cognitiva-conductual (TCC)
que se basa en entender la relación funcional que existe
entre el proceso del pensamiento, las conductas abiertas y las
perturbaciones en el estado de ánimo, a la vez se le
enseña al paciente a optimizar el uso de los recursos,
para el manejo de la depresión. A medida que progresa la
terapia se identifican las áreas de fragilidad y antes de
terminar se les enseñan técnicas
para prevenir reincidencias. Este tipo de terapia puede ser
aplicada tanto de manera individual como grupal, y que
está viviendo este proceso es importante que
no se le acuse de aparentar enfermedades o
flojera, ni esperar que ella o él salgan inmediatamente de
este estado sin ayuda.

Desafortunadamente la detección oportuna no
resulta tan fácil, a pesar de que los síntomas sean
evidentes. La mayoría de las personas que no hayan vivido
un trastorno depresivo no alcanzan a visualizar el efecto que
éste causa, y aunque no tengan intención de
lastimar, algunas veces con lo que dicen y hacen hieren
más. El joven deprimido requiere apoyo emocional. Esto
significa proveer de comprensión, paciencia,
consideración y ánimo; generar espacios para
conversar pero sobretodo escucharlo. De ninguna manera se le debe
restar importancia a los sentimientos que exprese, sin embargo
establecer una evaluación justa de la realidad, aspecto
que se encuentra por lo general distorsionado en la persona
deprimida. La familia puede intervenir de diferentes formas de
acuerdo a las causas que pueden estar originando la
depresión en el adolescente.

Formas de intervención del
profesor

La adolescencia mediana (15 a 18 años) es el
período depresivo por excelencia. Según
Fernández (1985), dicho estado se da como consecuencia del
proceso normal de maduración, del estrés asociado
con éste, de la influencia de las hormonas sexuales y de
los conflictos de independencia con los padres.

Los chicos en estas edades están cursando el
nivel educativo de secundaria y preparatoria, por lo que
situaciones relacionadas con esta etapa de desarrollo pueden
motivar situaciones de tensión que exacerben esta
vulnerabilidad.

A menudo es difícil diagnosticar la verdadera
depresión en adolescentes debido a la serie de cambios
emocionales inherentes a su proceso natural de desarrollo y que
se caracteriza por variaciones del estado de ánimo, con
períodos alternos de "plena felicidad" y "la vida es
horrible". Estos estados de ánimo pueden alternar en
períodos de horas o días.

Sin embargo, como profesores y con el contacto diario
con los chicos es posible percibir cambios de ánimo
persistentes, baja en el rendimiento escolar, conflictos en las
relaciones con sus iguales, comportamientos agresivos (problemas
de conducta), cambios en los hábitos alimenticios (con
notorios incrementos o disminuciones de peso), que se queden
dormidos en clase, obsesión con la muerte.

Ya que las relaciones interpersonales de ayuda y las
habilidades de adaptación saludables pueden ayudar a
evitar que dichos períodos conduzcan a síntomas
depresivos más severos, la identificación oportuna
y el tratamiento rápido e integral puede prevenir o
posponer los episodios posteriores.

La comunicación abierta con el adolescente puede
ayudar a identificar la depresión a tiempo pero para los
docentes es realmente difícil identificar la
depresión de los alumnos, en cambio sí se pueden
identificar situaciones de crisis.

Una crisis según Slaikeu (1990) es un estado
temporal de trastorno y desorganización, caracterizado
principalmente por una incapacidad del individuo para manejar
situaciones particulares utilizando los métodos
acostumbrados para la solución de problemas. Es una
combinación de situaciones de riesgo en la vida de una
persona que coinciden con su desorganización
psicológica y necesidad de ayuda; representa tanto el
peligro de un trastorno como la oportunidad para el desarrollo de
la persona. La resolución final de la crisis depende de
numerosos factores que incluyen la gravedad del suceso
precipitante y los recursos personales y sociales del
individuo.

Cualquier período de crisis pasará o se
resolverá de alguna manera. Esta solución puede ser
saludable o dañina y se supone que el tipo de
solución alcanzada tendrá repercusiones en el
funcionamiento futuro del individuo. Es importante asimilar el
suceso de crisis de manera que quede integrado dentro de la trama
de la vida al dejar que la persona esté abierta en lugar
de cerrada al futuro. La meta principal al buscar estrategias de
intervención es ayudar a la persona a recuperar el nivel
de funcionamiento que tenía antes del incidente que
precipitó la crisis.

Slaikeu (1990) habla de dos tipos de
intervención: los de primera y los de segunda instancia.
En el caso de los docentes es más factible que se
encuentren preparados para proporcionar los primeros auxilios
psicológicos (primera instancia) con el objetivo de
proporcionar apoyo y enlazar a la persona en crisis con los
recursos de ayuda que en este caso sería el área de
psicología de la institución. El docente tiene la
facilidad de detectar la crisis en el momento y en lugar en que
aquella surge. Es como dar primeros auxilios físicos en lo
que llega ayuda médica especializada. El psicólogo
es quien llevará a cabo la intervención secundaria
(segunda instancia) ya que es la persona capacitada para evaluar
cuadros clínicos para delimitar diagnósticos
depresivos de los adolescentes o cualquier otro tipo de trastorno
recordando que la presencia de alcohol y otras drogas complican
cualquier crisis.

Adicionalmente, el asesoramiento puede ayudar a los
adolescentes a sobrellevar los períodos de bajo estado de
ánimo. Se debe contar con el apoyo de un departamento de
psicología y que las instituciones educativas cuenten con
lineamientos establecidos a seguir para atender problemas
emocionales. Si el alumno busca al maestro (o si el maestro
decide hablar con él), una vez que él escucha,
puede evaluar y decidir qué tipo de apoyo requiere el
alumno y puede entonces solicitar apoyo al departamento
correspondiente. Así el alumno puede obtener ayuda y
seguimiento inmediato.

El profesor hoy en día asume funciones
(además de la docencia) donde las relaciones
interpersonales dejan marcas profundas en la forma de ser de
quienes participan en el proceso educativo. Esto implica ser
asesor con plena conciencia de sus limitaciones y evitar
solucionar casos evidentemente fuera de su área o
profesión. Es necesario contar con capacitación en
desarrollo humano, el conocimiento
de herramientas de intervención y sobretodo tener una
actitud comprometida con el desarrollo y crecimiento de los
alumnos.

Tratamientos

Existen diferentes tipos de depresión y
diferentes estadios de gravedad. Antes de determinar que tipo de
tratamiento es el más adecuado para cada persona, es
indispensable, por parte del médico realizar primero un
examen, el cuál consiste en un examen físico,
entrevista con el paciente y un análisis de laboratorio,
para poder determinar si la causa es biológica o
psicológica. Cuando las causas físicas quedan
descartadas, se debe de proceder a una evaluación o test
de tipo psicológico o psiquiátrico. (Catholic
Health System, 2005). El tipo de tratamiento se determina
dependiendo del resultado de dicha evaluación.

De acuerdo al Dr. Alonso-Fernández (2001), los
tratamientos para la depresión pueden ser suministrados de
dos formas diferentes. Una de ellas es el método
ambulatorio, es decir en casa, donde el paciente no sale de su
contexto, convive con su familia y sigue formando parte de su
trabajo; éste es el tipo idóneo, pues el apoyo de
los seres queridos es esencial. El ingreso al hospital
psiquiátrico es el otro método, pero sólo se
utiliza cuando la crisis depresiva es extrema, caracterizado por
"el abandono social, alto riesgo al suicidio, peligrosidad contra
los demás, rechazo al tratamiento o la indicación
de un cambio de ambiente" (p. 170).

Los tratamientos se subdividen en tres grupos
dependiendo de el momento en que se manifiesta la enfermedad: El
tratamiento de la depresión severa, cuando los pacientes
son remitidos al hospital hasta la desaparición de los
síntomas; el tratamiento de mantenimiento, por un
período mínimo de seis meses para evitar la
reincidencia de los síntomas; y el tratamiento preventivo
o profiláctico, cuyo fin es evitar la recurrencia (la
cuál se entiende como una aparición de un nuevo
episodio depresivo después de los seis meses
preestablecidos de tratamiento) y la recaída (la cual se
define como la reaparición de los síntomas antes de
haber pasado el período de cinco a seis meses).

Existen diferentes prototipos de tratamientos que se
pueden clasificar en cinco grandes grupos.

a) El tratamiento farmacológico: No se puede
determinar qué tipo de medicamento o fármaco
será el de mayor éxito pues sólo en un 65%
de los casos funciona uno en específico. Sue Breton
(1998), dice que al igual que con todos los compuestos
químicos, se cree que los antidepresivos son como los
tranquilizantes y causan adicción. Ésta es una idea
equivocada, pues a diferencia también de los
tranquilizantes, sus efectos no son inmediatos; se necesitan de
dos a tres semanas antes de manifestar el efecto deseado. Los
antidepresivos, causan efectos secundarios como sedación,
aumento del ritmo cardíaco, baja o alta presión
arterial, sequedad de boca, visión borrosa y
estreñimiento. Con los inhibidores selectivos
de la recaptación de serotonina (ISRS) se han visto
enormes ventajas pues éstos a diferencia de los
inhibidores tricíclicos, tiene menos efectos secundarios.
Sólo causan ligeras náuseas, diarrea y dolor de
cabeza, efectos que suelen desaparecer con el uso, pero su
principal desventaja es que causan disfunción sexual.
Quienes consumen antidepresivos conocidos como inhibidores de la
monoaminooxidasa (IMAO) se ven sometidos a dietas restringidas y
a precauciones especiales.

b) Las hierbas medicinales. Recientemente se ha estado
utilizando una hierba que se conoce como la hierba de San Juan o
Corazoncillo (Hypericum perforatum) cuyo uso es muy común
en Europa, en Alemania concretamente; es el tratamiento
antidepresivo más utilizado. Cabe aclarar que se han
estudiado sus efectos sólo a corto plazo, como lo menciona
Margaret Strock (2001). Actualmente se está llevando a
cabo un estudio comparativo a 3 años, entre los
fármacos convencionales, la hierba de San Juan y el uso de
placebos. La FDA, dio aviso en febrero del 2000, sobre la posible
interacción negativa de esta hierba cuando se mezcla con
medicamentos para "enfermedades del corazón,
depresión, convulsiones, algunos tipos de cáncer y
el rechazo de transplantes" (para. 42).

c) La psicoterapia. La primera modalidad es la terapia
familiar, mencionada por Glick (1999) quien considera
indispensable el modelo de psicoeducación tanto para el
enfermo como para la familia, ya que es aquí donde se
plantea el tratamiento. Esta terapia sugiere dos dimensiones, la
individual y grupal pero se usan por separado en la
práctica. Dentro de la terapia individual se detalla la
psicoterapia cognitiva-conductual (TCC) que se basa en entender
la relación funcional que existe entre el proceso del
pensamiento, las conductas abiertas y las perturbaciones en el
estado de ánimo, a la vez se le enseña al paciente
a optimizar el uso de los recursos, para el manejo de la
depresión. A medida que progresa la terapia se identifican
las áreas de fragilidad y antes de terminar se les
enseñan técnicas para prevenir reincidencias. Este
tipo de terapia puede ser aplicada tanto de manera individual
como grupal, y recientemente se ha desarrollado para terapia de
parejas. La duración promedio de éste tipo de
terapia es de ocho a veinte sesiones. También existe la
psicoterapia interpersonal o IPT. Ésta se basa en ayudar
al paciente a identificar, qué de sus relaciones
interpersonales le causa conflicto o lo
lleva a la depresión y en conjunción con el
terapeuta, se trabaja sobre las estrategias de reparación.
Debido a su éxito, es una excelente opción de
terapia ambulatoria, de tiempo limitado y además cabe
mencionar que la técnica también sirve para la
práctica general, como lo menciona Glick (1999), de los
autores Swartz y Markowitz.
La psicoterapia individual de Glick (1999) se sugiere para la
depresión normal, y entiéndase por normal, las que
dan una sensación de tristeza o infelicidad. Este tipo de
terapia se propone para las personas que tienen visiones
irracionales de sí mismos y de los demás, cuando
todo en su físico y en su desarrollo (niñez)
está bien, pero fueron víctima de alguna
situación tan desagradable que no logran integrarla a su
vida sin que les cause depresión o desesperación.
La psicoterapia de grupo, es la
que tiene por objetivo, tratar a varios pacientes a la vez. Es
necesario mencionar que dentro de éste grupo existen
diversos métodos: los grupos de apoyo, grupos de
autoayuda, grupos de crisis, grupos conductuales, interpersonales
y con orientación psicoanalítica.
d) El tratamiento combinado. Este tipo de tratamiento sugiere el
uso de los fármacos y la psicoterapia, el cual es el
método más recomendado por la American Psychiatric
Association, como lo menciona Glick (1999). Hay tres factores que
determinan el uso de esta terapia: cuando hay una psiquiatra
suministrando ambos tratamientos, cuando hay un psicoterapeuta no
médico trabajando en conjunto con un psiquiatra, y cuando
hay un psicoterapeuta no médico trabajando con un
médico no psicoterapeuta. El principal motivo por el que
esta terapia es de gran ayuda, es debido a la etiología de
la enfermedad y si debido a ella consideramos los factores como
biopsicosociales, estaremos atacando la enfermedad desde
diferentes perspectivas con un mayor porcentaje de
éxito.
e) Terapia electroconvulsionante. De acuerdo a Strock (2001),
esta terapia se aplica sólo a pacientes cuya
depresión es severa "suicidas, con agitación
severa, pensamientos psicóticos, pérdida excesiva
de peso o físicamente débiles como resultado de una
condición física" (para. 29), o
para quienes no pueden tomar antidepresivos. El tratamiento se
administra bajo una anestesia ligera. Al paciente se le colocan
electrodos en la cabeza y se emiten descargas eléctricas
produciendo con esto una ligera convulsión de
aproximadamente treinta segundos. Se requiere de varias sesiones,
tres por semana. No se sabe qué es lo que ocasiona a
ciencia cierta
en el cerebro, pero los
efectos son muy satisfactorios.


Conclusión

Cuando se habla de factores de riesgo en el adolescente,
se consideran por lo general los más conocidos o
discutidos. Para aquellos docentes que trabajan con adolescentes
que son del medio social alto, y más si viven en las
grandes ciudades, lo que se conoce es el abuso del alcohol, en
algunos casos las drogas, los problemas de bulimia y
anorexia y las niñas y en ciertos casos los problemas
sexuales si no han definido su identidad y personalidad. En
estratos sociales menos pudientes también existen
problemas de alcoholismo y
drogadicción y también son
más comunes las situaciones de violencia,
delincuencia, presentes entre las bandas de jóvenes. o que
la chicas estén expuestas al acoso o abuso sexual y
terminen con un embarazo no deseado. Pocas veces como padres o
docentes nos percatamos de que un adolescente puede sufrir de
depresión.

Lamentablemente, la depresión muchas veces pasa
desapercibida. En la adolescencia surge como consecuencia de la
conjunción de una serie de factores distintos. Tiene como
característica el que los adolescentes que la padecen
presenten una actitud de tristeza y melancolía permanentes
con el consiguiente desánimo para continuar con sus
actividades cotidianas. El origen queda sujeto a las
circunstancias peculiares de cada caso individual y del
especialista que la diagnostique. Debido a que de por sí
el adolescente está en una fase de desarrollo
físico y psicológico muy característico que
afecta a su estado de ánimo, en esta etapa la
detección de la misma es mucho más complicada.
Adicionalmente, frecuentemente los padres están ausentes o
están en conflicto con ellos por no poder lidiar con la
situación que ellos los retan y buscan ir más
allá de los límites
para definir su identidad y personalidad propia. Por otro lado,
el docente en secundaria y preparatoria, por lo general tiene muy
poco contacto con el alumno, ya que son muchos los docentes que
imparten las diferentes materias. Además desconoce los
antecedentes familiares que en determinado momento pudieran tener
un efecto normal en el estado anímico del adolescente
relacionado con su desarrollo. Como padres o formadores, la
responsabilidad de ser más observadores y
percibir las situaciones que pudieran llegar a presentar los
adolescentes de tal suerte que se pueda intervenir a tiempo para
ayudarlos previniendo situaciones irremediables. Los docentes en
particular podemos llevar a cabo una intervención
primaria, también llamada primeros auxilios
psicológicos que implica escuchar los hechos y
sentimientos que perturban al estudiante, mostrar empatía,
examinar las dimensiones del problema, promover la
autorreflexión sin dar opiniones personales, ayudarle a
examinar alternativas de solución y en caso necesario
remitirlo al departamento de psicología de la
institución y continuar su seguimiento. La persona
capacitada para elaborar un diagnóstico es el
psicólogo quien le brindará la ayuda requerida. Por
lo mismo, es de suma importancia educar a padres de familia y a
maestros sobre lo que es la depresión, sus causas y sus
efectos para así ayudar y poder prevenir situaciones
conflictivas que los lleven inclusive al suicidio.

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Ernestina Cuevas Maciel

Lic. Pedagogía

Docente del Colegio de Bachilleres

Plantel Zamora

Estado Michoacán.

Estudiante de Maestría en Educación
ITESM

Partes: 1, 2
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