- Propuesta
- Resumen
- La narración del Inca
Garcilaso de la Vega - El
problema del iniciador - Las
contradicciones - Los tipos
de pensamiento - Una
interpretación de la narración desde la
perspectiva de las patologías psicosomáticas y
adictivas - Conclusiones,
ideas y problemas de 1492. Aperturas e interro gantes para
pensar en 2007- - Bibliografía
Propuesta
En este trabajo me
propongo estudiar desde la perspectiva de las patologías
psicosomáticas y adictivas, la influencia que los
conquistadores de América
tuvieron en la mente de los aborígenes. Mi abordaje
será desde la teoría
psicoanalítica, y para ello voy a proponer el análisis de una narración del Inca
Garcilaso de la Vega. A través del estudio de la misma,
trataré de inferir los mecanismos puestos en juego por el
español y
las consecuencias enfermantes en el psiquismo del
nativo.
RESUMEN
A partir de una narración del Inca Garcilaso de
la Vega, y desde la lectura de
la patología psicosomática y adictiva, el autor
infiere los efectos que tuvo sobre la mente del nativo, el
discurso del
Español. Desarrolla previamente conceptos acerca de
escritura,
contradicciones y tipos de pensamiento.
Sostiene que el iniciador, es una producción intrapsíquica necesaria,
que luego se plasma en el exterior. El Conquistador era entonces,
esperado, pero se constituyó como corruptor.
Con estos fundamentos, desarrolla los mecanismos puestos
en juego, y sus consecuencias (paranoia,
seudoevangelización, dro-gadicción, enfermedad
psicosomática).
La desestimación del blanco, operando sobre el yo
narcisista del aborigen tiene efectos
patógenos.
Propone la necesidad de aceptar la fecundación del blanco, como proceso
inevitable, para que asimilado en el yo, culmine en una mayor
complejización del psiquismo aborigen.
SUMMARY Based on an account by the inca Garcilaso
de la Vega, the author infers the efects of the Spanish discorse
on the minds of the natives. He previously develops concepts
related to writing, contradictions and types of thought. He
suggest that the initiator is a necessary intrapsycic production,
which is then externally concretized. The Conqueror was therefore
awaited, but he became a corrupter. Based on this premises, he
develops the mecanisms at play and their consequences (paranoia,
pseudo-evangelzation, drug addiction, psychosomatic disease). The
white man's foreclosure, acting on the narcissistic ego of the
native, produces pathogenic effects. The author suggests the need
to accept fecundation by the white man, as an inevitable process,
so that it can be asimilated by the ego and achieve a greater
complexity of the native psyche.
RESUME A partir d'une narration de l'Inca
Garcilaso de la Vega, et, se basant sur la lecture des
pathologies psychosomatiques et toxicologiques, l'auteur en
déduit les effets du discours de l'Espagnol sur l'esprit
des indigenes. Il développe préalablement des
concepts sur l'escriture, les contradictions et les types de
pensée.
Il soutient que l'initiateur est une production
intrapsychique nécessaire qui sera ensuite faconée
a l'exterieur. Le Conquérant était donc attendu,
mais il s'est constitué en tant que
corrup-teur.
Sur ces fondements, il dévelope les
mécanismes mis en jeu et leurs conséquences
(paranoia, pseudo-évangélisation, toxicomanie,
maladie psychosomatique).
Le mépris des blancs, agissant sur le moi
narcissique des aborigenes, a des effets pathogenes.
L'auteur suggére le besoin d'accepter la
fécondation des blanc comme un processus inévitable
qui aboutira, une fois assimilé au moi, á une plus
grande complexité de la psyché des
indigenes.
La narración
del Inca Garcilaso de la Vega.
"Un conquistador, apellidado Solar, avecindado en Los
Reyes (Lima), tenía una heredad en Pachacamac. El capataz
español que miraba por ella envió, por intermedio
de dos aborígenes, diez melones, fruto de las primeras
semillas plantadas en esta tierra, y una
carta,
advirtiendo a los nativos al entregársela que no comieran
ningún melón pues si lo hicieren, ésta lo
habría de decir. A media jornada uno de los
aborígenes quiso saber a qué sabía la fruta
del amo. El otro, temeroso, dijo que no debían hacerlo
porque la carta lo diría. El primero puso la carta
detrás de un paredón; así, al no ver lo que
se disponían a hacer, no podría decir
nada".
Garcilaso recuerda que los aborígenes del
Perú no sabían lo que eran las letras. Imaginaban
que las cartas que los
españoles se escribían unos a otros eran una suerte
de mensajeros y espías que decían de palabra lo que
veían por el camino.
"Comido el primer melón decidieron que era
conveniente emparejar las cargas y para ocultar su delito comieron
un segundo melón.
Llegados a los Reyes presentaron los ocho melones al
encomendero. Este, luego de leer la nota, preguntó por los
melones que faltaban. Dado que negaron la falta, les
señaló que mentían pues la carta
decía que fueron diez los melones y que 'habían
comido dos'. Al ver que el amo les dijo lo que habían
hecho a escondidas, no supieron contradecirlo y salieron diciendo
que con mucha razón llamaban a los españoles con el
nombre de Viracochas, "pues alcanzaban tan grandes
secretos'."
Max Hernadez, (Lima-1991), en "El oficio de
escribir" (Comu-nicación personal), cita
en su bibliografía el siguiente comentario
respecto a las diferencias entre los Incas, los
Aztecas y
los Mayas
cuando la época de la Conquista. […] "En cuanto al
tema, encontramos tan sólo la curiosa descripción de Montesinos sobre un
antiquísimo sistema de
escritura cuyo uso fue supuestamente prohibido por los Incas. El
jesuita Acosta ha dejado precisas consideraciones sobre las
escrituras china y
japonesa, las figuras y jeroglíficos mexicanos y los
'quipus 'incaicos, sistemas todos
comprobados por él personalmente. Según el cronista
los habitantes del Perú, antes de venir los
españoles, no conocieron ningún género de
escritura, ni letras ni caracteres, ni cifras ni figurillas
(1962). En el texto dictado
por el Inca Titu Cussi Yupanqui y transcrito por el escribano
mestizo Martín Prado en 1570, se consignan interesantes
reflexiones acerca de la impresión que las letras y cartas
produjeron en los hombres de los Andes sobre las que ha llamado
la atención Luis Millones (1985). Las
consideraciones de Victoria de la Jara sobre los 'tocapus' incas
y los trabajos de Iaccovlev y de Larco Hoyle sobre los pallares
incisos mochicas, son evidentemente del mayor interés,
pero ninguno de estos artefactos parece constituir una forma de
escritura. Se puede afirmar, aun otorgando a los 'quipus 'y a los
'tocapus 'los beneficios de la duda (cf. W. Burns Glynn, 1981)
que las civilizaciones andinas no lograron establecer las bases
de un sistema de notación simbólica que tuviera las
características de un genuino código
de escritura. Distinto fue el caso de los mayas, quienes
alcanzaron a establecer una escritura cuyo arduo desciframiento
permite entrever que combina ideogramas con elementos
fonéticos. Los aztecas con sus estilizados pictogramas,
habían logrado un método
mnemotécnico mas no un sistema de notación del
lenguaje. En
la inquietante observación de Todorov (1982), las tres
grandes civilizaciones americanas que encontraron los
españoles y que se hallaron situadas a diversos niveles de
la evolución de la escritura tomaron, tal vez
por ello, diversas actitudes
frente al invasor. Los incas creyeron en la naturaleza
divina del conquistador, los aztecas tan sólo durante los
primeros momentos. Solamente los mayas cuando se preguntaron por
la naturaleza de los españoles se respondieron que no se
trataba de dioses: apenas de extranjeros. Lo dicho debe pensarse
teniendo en cuenta que en los siglos XVI y XVII se
insistía en una nítida distinción entre la
palabra hablada y escrita. Entre otras cosas porque el uso del
signo escrito separaba a los pueblos en civilizados y
bárbaros. El haber creado un sistema de escritura indicaba
la superioridad de los civilizados. Ya Santo Tomás de
Aquino había calificado de 'bárbaros en segundo
grado' a los grupos que
carecían de escritura. No olvidemos que Ginés de
Sepúlveda utilizó estas razones para destacar la
inferioridad de los antiguos americanos".
Página siguiente |