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Adicciones y psicosomática en los tiempos de la conquista de América




Enviado por jose cukier



Partes: 1, 2

    1. Propuesta
    2. Resumen
    3. La narración del Inca
      Garcilaso de la Vega
    4. El
      problema del iniciador
    5. Las
      contradicciones
    6. Los tipos
      de pensamiento
    7. Una
      interpretación de la narración desde la
      perspectiva de las patologías psicosomáticas y
      adictivas
    8. Conclusiones,
      ideas y problemas de 1492. Aperturas e interro gantes para
      pensar en 2007-
    9. Bibliografía

    Propuesta

    En este trabajo me
    propongo estudiar desde la perspectiva de las patologías
    psicosomáticas y adictivas, la influencia que los
    conquistadores de América
    tuvieron en la mente de los aborígenes. Mi abordaje
    será desde la teoría
    psicoanalítica, y para ello voy a proponer el análisis de una narración del Inca
    Garcilaso de la Vega. A través del estudio de la misma,
    trataré de inferir los mecanismos puestos en juego por el
    español y
    las consecuencias enfermantes en el psiquismo del
    nativo.

    RESUMEN

    A partir de una narración del Inca Garcilaso de
    la Vega, y desde la lectura de
    la patología psicosomática y adictiva, el autor
    infiere los efectos que tuvo sobre la mente del nativo, el
    discurso del
    Español. Desarrolla previamente conceptos acerca de
    escritura,
    contradicciones y tipos de pensamiento.

    Sostiene que el iniciador, es una producción intrapsíquica necesaria,
    que luego se plasma en el exterior. El Conquistador era entonces,
    esperado, pero se constituyó como corruptor.

    Con estos fundamentos, desarrolla los mecanismos puestos
    en juego, y sus consecuencias (paranoia,
    seudoevangelización, dro-gadicción, enfermedad
    psicosomática).

    La desestimación del blanco, operando sobre el yo
    narcisista del aborigen tiene efectos
    patógenos.

    Propone la necesidad de aceptar la fecundación del blanco, como proceso
    inevitable, para que asimilado en el yo, culmine en una mayor
    complejización del psiquismo aborigen.

    SUMMARY Based on an account by the inca Garcilaso
    de la Vega, the author infers the efects of the Spanish discorse
    on the minds of the natives. He previously develops concepts
    related to writing, contradictions and types of thought. He
    suggest that the initiator is a necessary intrapsycic production,
    which is then externally concretized. The Conqueror was therefore
    awaited, but he became a corrupter. Based on this premises, he
    develops the mecanisms at play and their consequences (paranoia,
    pseudo-evangelzation, drug addiction, psychosomatic disease). The
    white man's foreclosure, acting on the narcissistic ego of the
    native, produces pathogenic effects. The author suggests the need
    to accept fecundation by the white man, as an inevitable process,
    so that it can be asimilated by the ego and achieve a greater
    complexity of the native psyche.

    RESUME A partir d'une narration de l'Inca
    Garcilaso de la Vega, et, se basant sur la lecture des
    pathologies psychosomatiques et toxicologiques, l'auteur en
    déduit les effets du discours de l'Espagnol sur l'esprit
    des indigenes. Il développe préalablement des
    concepts sur l'escriture, les contradictions et les types de
    pensée.

    Il soutient que l'initiateur est une production
    intrapsychique nécessaire qui sera ensuite faconée
    a l'exterieur. Le Conquérant était donc attendu,
    mais il s'est constitué en tant que
    corrup-teur.

    Sur ces fondements, il dévelope les
    mécanismes mis en jeu et leurs conséquences
    (paranoia, pseudo-évangélisation, toxicomanie,
    maladie psychosomatique).

    Le mépris des blancs, agissant sur le moi
    narcissique des aborigenes, a des effets pathogenes.

    L'auteur suggére le besoin d'accepter la
    fécondation des blanc comme un processus inévitable
    qui aboutira, une fois assimilé au moi, á une plus
    grande complexité de la psyché des
    indigenes.

     

    La narración
    del Inca Garcilaso de la Vega.

    "Un conquistador, apellidado Solar, avecindado en Los
    Reyes (Lima), tenía una heredad en Pachacamac. El capataz
    español que miraba por ella envió, por intermedio
    de dos aborígenes, diez melones, fruto de las primeras
    semillas plantadas en esta tierra, y una
    carta,
    advirtiendo a los nativos al entregársela que no comieran
    ningún melón pues si lo hicieren, ésta lo
    habría de decir. A media jornada uno de los
    aborígenes quiso saber a qué sabía la fruta
    del amo. El otro, temeroso, dijo que no debían hacerlo
    porque la carta lo diría. El primero puso la carta
    detrás de un paredón; así, al no ver lo que
    se disponían a hacer, no podría decir
    nada".

    Garcilaso recuerda que los aborígenes del
    Perú no sabían lo que eran las letras. Imaginaban
    que las cartas que los
    españoles se escribían unos a otros eran una suerte
    de mensajeros y espías que decían de palabra lo que
    veían por el camino.

    "Comido el primer melón decidieron que era
    conveniente emparejar las cargas y para ocultar su delito comieron
    un segundo melón.

    Llegados a los Reyes presentaron los ocho melones al
    encomendero. Este, luego de leer la nota, preguntó por los
    melones que faltaban. Dado que negaron la falta, les
    señaló que mentían pues la carta
    decía que fueron diez los melones y que 'habían
    comido dos'. Al ver que el amo les dijo lo que habían
    hecho a escondidas, no supieron contradecirlo y salieron diciendo
    que con mucha razón llamaban a los españoles con el
    nombre de Viracochas, "pues alcanzaban tan grandes
    secretos'."

    Max Hernadez, (Lima-1991), en "El oficio de
    escribir" (Comu-nicación personal), cita
    en su bibliografía el siguiente comentario
    respecto a las diferencias entre los Incas, los
    Aztecas y
    los Mayas
    cuando la época de la Conquista. […] "En cuanto al
    tema, encontramos tan sólo la curiosa descripción de Montesinos sobre un
    antiquísimo sistema de
    escritura cuyo uso fue supuestamente prohibido por los Incas. El
    jesuita Acosta ha dejado precisas consideraciones sobre las
    escrituras china y
    japonesa, las figuras y jeroglíficos mexicanos y los
    'quipus 'incaicos, sistemas todos
    comprobados por él personalmente. Según el cronista
    los habitantes del Perú, antes de venir los
    españoles, no conocieron ningún género de
    escritura, ni letras ni caracteres, ni cifras ni figurillas
    (1962). En el texto dictado
    por el Inca Titu Cussi Yupanqui y transcrito por el escribano
    mestizo Martín Prado en 1570, se consignan interesantes
    reflexiones acerca de la impresión que las letras y cartas
    produjeron en los hombres de los Andes sobre las que ha llamado
    la atención Luis Millones (1985). Las
    consideraciones de Victoria de la Jara sobre los 'tocapus' incas
    y los trabajos de Iaccovlev y de Larco Hoyle sobre los pallares
    incisos mochicas, son evidentemente del mayor interés,
    pero ninguno de estos artefactos parece constituir una forma de
    escritura. Se puede afirmar, aun otorgando a los 'quipus 'y a los
    'tocapus 'los beneficios de la duda (cf. W. Burns Glynn, 1981)
    que las civilizaciones andinas no lograron establecer las bases
    de un sistema de notación simbólica que tuviera las
    características de un genuino código
    de escritura. Distinto fue el caso de los mayas, quienes
    alcanzaron a establecer una escritura cuyo arduo desciframiento
    permite entrever que combina ideogramas con elementos
    fonéticos. Los aztecas con sus estilizados pictogramas,
    habían logrado un método
    mnemotécnico mas no un sistema de notación del
    lenguaje. En
    la inquietante observación de Todorov (1982), las tres
    grandes civilizaciones americanas que encontraron los
    españoles y que se hallaron situadas a diversos niveles de
    la evolución de la escritura tomaron, tal vez
    por ello, diversas actitudes
    frente al invasor. Los incas creyeron en la naturaleza
    divina del conquistador, los aztecas tan sólo durante los
    primeros momentos. Solamente los mayas cuando se preguntaron por
    la naturaleza de los españoles se respondieron que no se
    trataba de dioses: apenas de extranjeros. Lo dicho debe pensarse
    teniendo en cuenta que en los siglos XVI y XVII se
    insistía en una nítida distinción entre la
    palabra hablada y escrita. Entre otras cosas porque el uso del
    signo escrito separaba a los pueblos en civilizados y
    bárbaros. El haber creado un sistema de escritura indicaba
    la superioridad de los civilizados. Ya Santo Tomás de
    Aquino había calificado de 'bárbaros en segundo
    grado' a los grupos que
    carecían de escritura. No olvidemos que Ginés de
    Sepúlveda utilizó estas razones para destacar la
    inferioridad de los antiguos americanos"
    .

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