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La Ley Natural, y los principios básicos de nuestras actividades mentales lógicas y emotivas (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Por la misma razón, también es crucial que
la enseñanza basada en el ejemplo sea la
más utilizada. Desdichadamente, para quienes creen en el
mito de: "haz
lo que yo digo y no lo que yo hago", esta posición
conflictiva a la vez que contradictoria, carece de valor para
fomentar el desarrollo
moral de
nuestros hijos.

Este punto del avance normal humano llega a su
ápex alrededor de los seis años de edad,
finalizando alrededor de los doce años de edad. El fallo
de haberlo logrado, o el logro de éste en exceso, son
responsables por muchas de las miserias que se sufren o, de las
que a otros se hacen sufrir.

El Principio del
Placer,
Freud lo condensa como
sigue: "Tomar el camino de la mayor ventaja en lugar del camino
de la mayor conveniencia…"

En resumen

Aplicaremos estos principios a un
área circunscrita del comportamiento
del ser humano. Al área del gobierno y de
quienes nos gobiernan.

En un sentido moral, si nuestros políticos
cesaran de usar el poder (como
Principio de Placer) para fines egoístas y
pecuniarios; siguiendo, en su lugar, las directivas marcadas por
el Principio de la Realidad, gozaríamos de un mundo mejor.
Pero, ¿quién dice que los políticos conocen
el significado del desarrollo de la Fe Básica?

"El poder, es el poder" Decía un candidato doloso
a una reelección fabricada, defendiendo el segundo de los
Principios.

Mientras, por el placer vivamos, la Ley Natural se
olvida y el sector ético de nuestros lóbulos
pre-frontales se supedita a los mensajes del sistema
límbico.

Bibliografía

Freud, S: The Ego and the Id (SE)

Erikson, E. H: Childhood and Society (1995)
Vintage NY

Bear, F. and Connors, B. W: Neuroscience: Exploring
the Brain
(2001) Lippincott NY

Mailer, N: The Castle in the Forest (2007) Random
House NY

La
Verdad Acerca de la Mentira

La verdad es: que la gente (aún aquellas personas
que no están "supuestas" a hacerlo), siempre ha
mentido. El mentir ha sido, indudablemente,
más
expediente que el tener que vivir con las consecuencias de
siempre decir la verdad. Ello no es mentira — Es la
verdad.

Gini Graham Scott, no teniendo en su imaginación
algo más útil que hacer (como quien escribe este
artículo) publicó en años pasados en los
Estados Unidos
un libro (en
verdad, un librito) el cual tituló: "The Truth
About Lying
" ("La Verdad Acerca del Mentir").
La verdad es que yo no lo leí, habiendo leído
solamente un artículo basado en esa publicación que
apareciera en el Des Moines Register Review of
Books
, cuando el libro se publicara.

Para su proyecto Gini
entrevistó 48 mentirosos reconocidos.

Lo que a Gini no le despertó la atención, además del exiguo
número de voluntarios para su proyecto (el cual fuese
estadísticamente insignificante), fue el hecho de que
ellos le presentaron a ella una paradoja oximorónica y un
laberinto ilógico del cual ella no tenía
escape.

Veamos: si los voluntarios dijeron la verdad de haber
mentido, como mentirosos que son, ellos pudiesen estar mintiendo,
habiendo de ese modo dicho la verdad como mentira.

Entonces ¿cuál es la Verdad? No miento, en
la Teoría
de Comunicaciones
las Paradojas existen y la palabra oxímoron, a lo que esto
aproxima, forma parte del vocabulario del idioma español.

"La mentira es tan común hoy día"
(¿cómo Gini sabe que siempre no lo ha sido?),
prosigue la autora (con un surtido de "expertos"
haciéndole eco) — "Porque en este período de
nuestra historia la
vida es más difícil y hay que mentir para
sobrevivir" (aplauso). ¿Qué nos dicen los
"expertos" acerca de los animales que
fingen injuria para confundir un enemigo?

Ellos no dicen nada porque ni siquiera saben de esto.
¡Ah!, pero es que además, a quienes llaman
"expertos" generalmente no lo son. Es la verdad.

Porte de herida

Más adelante en el artículo se informa a
los lectores que las profesiones y las ocupaciones que han
producido los mayores mentirosos son los abogados, los
comerciantes, los vendedores de carros usados y los
políticos (¡gran sorpresa, y aplauso!).

Citando a Richard Nixon y a Bill Clinton como los
ejemplos clásicos en los Estados Unidos y a otras
personas, tales como algunos atletas olímpicos, la madre
quien ahogara a sus dos hijos, los hermanos Menéndez;
quienes luego de haber asesinado brutalmente a sus padres,
esperaban lenidad por ser huérfanos, y otros
más.

Pues bien, como el artículo se
circunscribió a Norteamérica, no creo que haya
necesidad de que yo elabore en los políticos locales —
cuna insigne de nuestros más consumados mentirosos. Para
ello que usen nuestros lectores la imaginación
propia.

Más allá en el ensayo, se
describen las profesiones y las ocupaciones en que hallan las
personas menos mentirosas: aquí están los maestros
(verdaderamente mal pagos), los artistas (¡mentira! — no
es así — pregunten a Julia Roberts, etc.), los
ingenieros (no en mi propia experiencia de sólo algunos
conocidos), profesionales en las carreras médicas y
personas que se dedican a la caridad pública — lo que
resulta no ser verdad, ya que muchos escamotean.

Pero, extraño pareció que clérigos
y ministros religiosos no estuviesen representados entre los
más veraces de entre nosotros.

Pero talvez ellos fuesen omitidos al servicio de la
verdad.

En el artículo (que muy pronto se aleja del tema
del libro de Gini G. Scott), los "expertos" consultados
continúan dando respuestas insulsas ofreciendo consejos
para reconocer a los mentirosos potenciales con quienes pudiese
alguien encontrarse en la vida.

Como consejo, se nos revela la razón del
porqué la gente miente y se nos da un grand tour de
razonamientos e invenciones ilógicas que demuestran cuan
tristemente ignorantes los "expertos" resultan ser.

En mi opinión propia (¿de quién
más podría ser?, si soy yo quien esto escribe) un
ángulo muy importante para un trabajo de
esta naturaleza,
hubiese sido el haber enlistado los conocimientos de algún
experto (genuino) en el desarrollo y la evolución de la inteligencia
humana para que este nos informara a qué edad y en
qué estado del
progreso del niño es la mentira posible.

Eso para que los padres no acusen más, a sus
hijos menores de 12 años, de ser mentirosos y esto, si los
hijos (no los padres), poseen inteligencia normal. Es la verdad.
Consulten a J. Piaget.

Bueno, el librito de Gini fue publicado bajo los propios
auspicios, por lo que se conoce en los Estados Unidos como un
Vanity Press (Publicadora de Vanidades). Estas agencias le
publican a quienes quieran sus opus magnum para que ellos
puedan regalarles a sus amigos sus libritos, y, para que si un
periódico necesite llenar espacio
vacío por falta de anuncios, que la entrevista
del autor y de los "expertos" se reproduzca. No es mentira, es
así como son las cosas.

Para finalizar este, mi artículo, viene el
recuerdo de una persona quien
fuese una de nuestras secretarias hace muchos años, cuando
vivíamos en los Estados Unidos, se llamaba
Shirley.

Estaba casada con Jack, quien era pastor de una
congregación religiosa de una secta protestante en la cual
la mentira, el uso del alcohol y
otras cosas pecaminosas estaban estrictamente prohibidos,
incluyendo el uso de las ropas inmodestas.

Pues bien, la secta religiosa a la que
pertenecían Shirley y Jack, por razones, sino obvias para
ellos (para mí lo serían) mantiene un
sinnúmero de hospitales dedicados al tratamiento de
personas adictas al alcohol y otras drogas.
Mientras sus hijas se vestían del modo más
provocativo e inmodesto.

Pero, Shirley, para no mentir, cuando un feligrés
llamaba a Jack para solicitar su auxilio, por teléfono. Para no mentir, pedía al
esposo que saliera fuera de la casa antes de pronunciar la
verdad: "él no se encuentra".

En
resumen

Todos somos familiares con el uso de la mentira en menor
o mayor nivel. Lo que nos lleva a admitir que la mentira no es
siempre mala y que tampoco es siempre buena.

Como profesionales y expertos en las ciencias de
las emociones y del
conocimiento,
reconozcamos que el uso de la mentira puede ser tan valioso como
destructivo — depende de muchos factores.

No juzguemos ni pontifiquemos. Simplemente escuchemos,
en búsqueda de una Realidad que libere al paciente de sus
distorsiones neuróticas.

Como profesionales, quizás no seamos oficiales de
la verdad. Pero como tales siempre seremos agentes de la
Realidad.

Como padres, si es que asimismo eso somos,
empecinémonos en inculcar el valor de la verdad a nuestros
hijos, mientras que a la vez enseñemos el espectro de
significados que, a la mentira, reviste.

Bibliografía:

Einstein A: "Quien nunca ha sido engañado por
medio de una mentira, no sabe el significado de la palabra
dicha"
. (Carta a Elsa
Löwenthal, 30 de abril, 1912) CPAE Vol. 5,
389

Calaprice, A: The Quotable Einstein (1996) The
Hebrew University of Jerusalem

Vrij, I: Detecting Lies and Deceit: The Psychology of
Lying
(2000) Wiley NY

Cronin H: The Ant and the
Peacock
(1991) Cambridge University Press UK

Ruesch, J and Bateson, G: Communication: The Social
Matrix of
Psychiatry
(1968) Norton Library NY

Piaget, J: The Moral Judgment of the Child,
(1948) Free Press Il

 

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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