- Carpe Diem
- Los
animales también se intoxican - El
dilema: las adicciones ¿qué son?:
¿Enfermedades o hábitos
descarrilados? - El
programa de las tres semanas - Jacobo
y yo nos conocemos - En
resumen - Referencias
Carpe
Diem
Cuando conociera a Ed Guildea y más adelante a
Don Goodwin (durante mi tenencia en Washington University)
una perspectiva nueva se estableció en mi horizonte. Esta
fue la de ser otro médico que creía en la
antropología como una de las bases del
desarrollo de
nuestro conocimiento
científico.
Ed, estaba ya retirado como profesor de
psiquiatría de la universidad,
entonces famosa por ser el repositorio de la psiquiatría
organicista y Don comenzaba su carrera, a veces espectacular y
aparatosa, que lo propulsó a ser reconocido como la
autoridad
mundial en el alcoholismo
— de Ed y de Don, se decía en los corredores del
hospital psiquiátrico, que su "interés"
en el alcoholismo era tanto científico como personal —
así lo dejaremos yacer.
Como enfermedad, para mí, el beber en exceso y el
uso habitual de las drogas es como
el comer. Algo, que nuestro organismo busca de modo instintivo, y
que, a menudo, pierde sus ventajas adaptadoras y nos dañan
el cuerpo, haciéndonos las vidas insoportables.
En su libro
magistral Intoxication: Life in the Pursuit of Artificial
Paradise, Ronald K. Siegel califica a nuestro género
Homo sapiens como siendo "el rey de la
intoxicación".
En busca de
estupefacientes
Extrapolando estudios etológicos Siegel llega a
la conclusión de que la intoxicación por el uso de
las drogas es una
fuerza
primaria en el comportamiento
de muchos organismos.
Aquí traduzco un párrafo
de su libro: "Nuestro sistema nervioso,
como igual sucede en el de los roedores y primates, está
organizado para responder a agentes intoxicantes de manera muy
similar como responde a la comida, la bebida, y el sexo.
A través de toda nuestra historia como especie, la
intoxicación ha funcionado como los instintos
básicos de hambre, sed, o sexo, a veces ensombreciendo
todas las otras actividades de la vida. La intoxicación
es el cuarto instinto".
Siegel propone que cuando Dorothy sucumbe a la magia del
opio en el cuento de
niños
El Mago de Oz, que lo hace siguiendo los pasos de otras
criaturas vivientes.
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