La mujer en la mitología: su significado moral, histórico y psicológico (I)
- La mujer
- Entra Gaia
- Las Diosas del
Panteón mitológico - Los Dioses del
Panteón mitológico - Los ritos de
maternidad y la obesidad en la mujer de la Edad de
Piedra - La mujer
moderna. El papel crucial de la mujer
moderna - Las Tres
Furias - La mujer en
la posición singular de ser padre y madre a la
vez - La familia
original- Los cambios - Las empresas,
su definición y su estructura. Nuestra
tesis - El concepto de lo
qué es el carácter - El rol de la
fijación - En
resumen - Bibliografía
Los habitantes del África, moradores de las
forestas y las praderas en el Paleolítico Superior, eran
igualitarios en la
organización de sus estructuras
sociales y en la distribución de la ascendencia entre los
sexos —
En una sociedad
pequeña, donde la supervivencia era precaria, fue crítica
que la división de las responsabilidades para la reproducción y para la preservación
de la vida fuera compartida igualmente entre ambos progenitores
de los niños.
Amén.
Los conocimientos derivados de la historia conjeturada y los
de la historia documentada nos muestran evidencia de un ser
humano del entonces, que era complejo en sus hábitos,
ordenado en su estructura,
con signos claros
de la aplicación de un sistema de
moralidad e
imbuido con creencias firmes de índole religiosas — un
ser humano profundamente ajustado y exquisitamente en
sintonía con el entorno y sus posibilidades — por ello
subsistiría como especie; por ser un ser humano poseedor
de muchas de las características que hoy exhibimos, y que
a nosotros éste nos transmitiera.
En esa sociedad igualitaria, la distribución de
la labor, la división del prestigio en el ejercicio del
poder,
distribuidas igualmente entre sus miembros; resultó en el
establecimiento de un orden en el cual ambos sexos
permanecerían esencialmente afines — no la caricatura
del patriarcado que naciera más adelante en las edades
medias y que se arraigaría de modo permanente en los
dogmas de las religiones de ideología musulmana y
judeocristiana.
Lo que hemos dicho, en el párrafo
anterior, fue consecuencia del temor morboso de un hombre
confuso. Testigo incauto de lo que viera, que le fuera
incomprensible, en la mujer. Por
tanto, decretaría su subyugación.
La
mujer
La mujer en la
mitología, y la mujer en las religiones
prístinas; quizás por la complejidad
enigmática de su anatomía y por su
sincronismo fisiológico con la fase de los astros se
consideraba entonces, como un ser infundido con la esencia misma
de los dioses — de hecho, en la estructura
antropomórfica de los panteones; los dioses y las diosas
existían en proximidad idéntica — no se
distinguía el dios de la diosa ni por el sexo, ni por
la cantidad ni por la calidad del poder
que a cada cual se atribuyera.
Entra
Gaia
Gaia, la diosa de la tierra
mitológica era, amén de omnipotente como sus
coetáneos varones, asimismo capaz de todo aquello que
otras deidades pudieran arrogarse a sí mismas. El culto de
Gaia ha experimentado un renacimiento
reciente y ha recibido nuevo ímpetus debido a los trabajos
del filósofo James Lovelock cuyas teorías
controversiales emplazan nuestro planeta como un supe organismo
viviente y capaz de existencia orgánica.
Gaia
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