- El
caso de Alexis: La impotencia sexual
psicogénica - El caso de
María: La de las estrellitas
visuales… - La
Caspa del Capitán de Navío Roberto
Sánchez - Bibliografía
No era muy importante para Dino lo que otros de
él pensaran — eso, por lo menos, era lo que
pretendiera.
En su manera de ser, todas las falsedades en las que
Dino creyera, encontraban corroboración en su
mente.
Como persona
solía encontrarse aislado y retraído, pero se
confortaba con la creencia de que sus "logros personales", en
toda realidad, inexistentes, eran abundantes y notables. Se
creía rico y poderoso aunque fuera un desconocido virtual
en la sociedad donde
viviera.
A Dino ya lo conocemos, porque aparece discretamente en
la Lección Número 25 de la UD, como el padre
de Artemissa. Dino no sería su nombre
verdadero.
Se casó por amor — por
amor al dinero.
Vivió en un matrimonio que
nunca fuera del todo satisfactorio. Así fue que, cuando el
inevitable divorcio
llegara, nunca logró entender cómo pudiera haber
sido él; quien, con sus infidelidades y maltratos
de la esposa, lo provocara.
Dino se sentía muy solo, deprimido y ansioso. Le
dolía mucho la espalda.
Sus depresiones las combatía fumando, bebiendo en
exceso, chismoseando, chequeando los buzones electrónicos,
y los voice mails de sus incautos amigos y maltratando a
sus hijos y a los animales, que en
la casa, tuvieran la desdicha de vivir.
Dino, como Thomas Szasz argumentaría, no era
loco… Y, si no loco… ¿Qué
sería?
Ya veremos que sería más
adelante.
Después del divorcio, en el cual se las
arreglaría para dejar a la esposa sin nada. Se
dedicó a hacer acusaciones contra ella, que eran
totalmente necias en sus naturalezas.
De modo irracional le contaba a sus propios hijos
historias ridículas acerca de las aventuras de que a la
esposa acusara.
El "juez", justificaría en sí mismo y sin
resquemores, las mismas infracciones que en los demás
criticaba. Como juez universal, Dino, para Dino, era un
dechado de virtudes…
Nuestro "magistrado", como Daniel Schreber de Freud, de quien
leeremos más adelante, sufría del diagnóstico de: La Personalidad
Paranoica.
Las personas con una personalidad paranoica proyectan
sus propios conflictos y
hostilidades hacia otros. Son generalmente frías y
distantes en sus relaciones. Tienden a encontrar intenciones
hostiles y malévolas detrás de actos triviales,
inocentes o incluso positivos de otras personas y reaccionan con
suspicacia a los cambios en las situaciones. A menudo, las
sospechas conducen a comportamientos agresivos por parte de
ellos, o al rechazo por parte de los demás —
consecuencias merecidas, que ellos consideran para justificar sus
sospechas originales.
Los que poseen la configuración de una
personalidad paranoica frecuentemente intentan acciones
legales contra otros, especialmente si se sienten indignados con
razón — aunque no la tengan. Porque, son incapaces de
reconocer su propio rol dentro de todo conflicto.
Viven y suelen trabajar en relativo aislamiento, porque
desconfían aún a sus propios padres.
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