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Psicoterapia para las adicciones (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

¿Qué es lo que
suelen pensar las personas con dificultades para controlar sus
impulsos?

Generalmente, estas personas tienen lo que se denomina
baja tolerancia a la
frustración. Es decir, no soportan la privación,
demora o frustración en la consecución de sus
deseos. Las características de su pensamiento
son:

  • Creer que uno tiene la obligación de obtener
    todo lo que quiere o exigir que se satisfagan sus deseos a
    toda costa. (Por ejemplo, "Si 'necesito' ver a mi amante
    codependiente, o si deseo llamarlo, tengo que hacerlo
    ya").
  • Creer que es necesario que las circunstancias no
    sean difíciles y que la vida tiene que ser
    fácil. (Por ejemplo: "Aunque quiera dejar de actuar de
    modo destructivo no lo hago porque es demasiado
    difícil").
  • Creer que cualquier dificultad, demora o
    inhibición es demasiado horrible para soportarla. (Por
    ejemplo, "No puedo estar sin ver mi amiga; es
    intolerable").

Es decir, estas personas creen que tienen que tener todo
lo que quieren cuando lo desean y que es insufrible si no lo
consiguen. Posponer les resulta imposible y viven de derrota en
derrota, particularmente si lo que sufren es de codependencias
hostiles. A veces, esta forma de pensar aparece sólo en
una o dos situaciones o conductas determinadas, pero estas
personas casi nunca, son capaces de tolerar la frustración
en otras áreas de sus vidas. Otras veces, en cambio, se
trata de un modo de ser más general que se extiende a
muchos comportamientos y facetas de sus conductas. No "soportan"
que se frustren sus deseos nunca; cualquier dificultad,
incomodidad o tarea desagradable que tengan que llevar a cabo es
vista como intolerable y como algo que ellos no tienen por
qué hacer si no les resulta fácil, cómodo o
agradable. Pero dado que la vida está llena de
frustraciones y tareas ingratas por hacer, estos individuos
están constantemente frustrados, malhumorados o
deprimidos.

La depresión
la toleran con mucha dificultad, como les agobian la soledad y el
silencio.

Al pensar que tienen que obtener todo cuanto desean sin
demora alguna, se dejan llevar por sus impulsos. Si desean algo
lo cogen, actuando como si sus deseos fuesen necesidades
orgánicas que exigieran ser satisfechas y el mundo
estuviese allí para satisfacerlos. Pero lo cierto es que
hasta las verdaderas necesidades fisiológicas pueden ser
controladas voluntariamente, como hemos visto en el anterior
ejemplo de alguien que siente hambre y es capaz de posponer ese
impulso.

Hay que decir "no". Decía Nancy
Reagan…

De este modo, nos encontramos con mujeres embarazadas
que no "pueden" dejar de fumar o beber, compradores o jugadores
compulsivos medio arruinados, pedófilos y violadores,
pirómanos, adictos de todo tipo; o simplemente personas
que viven continuamente frustradas porque tienen que hacer
"demasiadas cosas desagradables". Como sería el acatar las
exigencias y demandas de su posición en la vida o de su
dignidad y
autoestima
personal.

Por el contrario, las personas que controlan sus
impulsos actúan como intermediarios entre dichos impulsos
y las limitaciones de la realidad, las costumbres, los objetivos de
los demás, las prohibiciones, las leyes, los
dictámenes que emanan de su conciencia
moral y saben
resistirse a sus impulsos o demorar la consecución de
aquello que quieren y que no les conviene. Si sus deseos no son
satisfechos sienten pena o se molestan pero no llegan a sentirse
excesivamente perturbados (ansiosos, deprimidos, agresivos, o
privados).

El primer paso, por tanto, consiste en identificar estos
pensamientos automáticos y pre-conscientes, hacerse
totalmente consciente de ellos y cambiarlos por otros más
racionales y adaptadores que guíen la conducta de estas
personas de manera más apropiada.

El rol del psicoanálisis freudiano

Freud no fue ajeno a las adicciones. Antes
de embarcarse en su exploración de la mente humana,
sufrió de una adicción iatrogénica a la
cocaína.
Toda su vida fumaria sus cigarros inseparables. Y, al final de su
vida cuando el dolor del cáncer lo atormentaba, fue
adicto, de nuevo a los derivados del opio.

Prosigamos

Todos sabemos que los programas de
tratamiento para condiciones específicas se basan en la
institución de controles externos; para forzar, al adicto
o víctima de dependencias o trastornos del comer, a
abandonar su hábito destructivo. Esto a menudo, se plantea
y se logra sin proveer un entendimiento de las dinámicas y
constitución personal del paciente. El
paciente sabe que actúa, lo que desconoce es por
qué lo hace, como igualmente desconoce por qué no
puede dejar de hacerlo.

Tristemente, los programas se ocupan de la enfermedad y
no del paciente que la sufre.

El resultante dilema: "Soy impulsivo, soy adicto, no me
controlo… y no sé por qué…" "Algo que
nunca lograré descubrir, porque mis doce pasos, mis
grupos y mis
rutinas no me habilitan para analizarme a mí
mismo".

La respuesta del programa es:
"Estarás en recuperación para el resto de tu
vida".

No es así, nos dicen algunos expertos. Quienes
poseen el
conocimiento de la terapia regresiva y reconstructiva, y
quienes conducen grupos de terapia basados en la teoría
del psicoanálisis y de I. Yalom.

Finalmente, la respuesta que los programas nos
suministran para resolver este dilema es característica:
"Eso es muy envuelto, muy costoso y el seguro no lo
cubre…"

Habiendo trabajado con los expertos en las adicciones
que fueran Donald Goodwin y David Pitmann y con quienes
colaborara durante mi tenencia en la facultad de Washington
University
, para mí es claro que sus ideas eran
correctas: Hay que tratar el adicto con el mejor de los métodos.
El de todos el que más resultados ha producido, siendo
documentado con estudios rigurosos, es el que usa la terapia
intensiva como su núcleo.

De no ser así, se estará en
recuperación interminable por el resto de la vida. (Las
referencias para aquí leer son: Intoxication: Life in
Pursuit of Artificial
Paradise por Ronald K. Siegel y
Guerra contra las Drogas, por Félix E. F. Larocca
en monografías.com).

La Oración de la Serenidad
(Reinhold Niebuhr)

Dios concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar;
valor para
cambiar las cosas que puedo;
y sabiduría para saber la diferencia.

La
plantación de la adormidera en Tasmania

En la isla-estado de
Tasmania, dormida en las aguas del sur de Australia, se cultiva
legalmente uno de los suministros mayores de la morfina, la
codeína y de sus derivativos que existe en el
mundo.

Nosotros visitamos las instalaciones de Glaxo, en
búsqueda de entendimientos en el año
1993.

Veamos algo acerca de la morfina

No otro analgésico se puede comparar con el
efecto de este agente en su habilidad que para mitigar el dolor.
La codeína, su congénere, asimismo se en todos
países en la composición de agentes
farmacológicos que suprimen la tos, combaten la diarrea y
aplacan los dolores pequeños ("las penitas").

Sin embargo, por otro lado, el uso ilegal de estas
drogas extrae
un gravamen inmenso en miserias, de aquéllos seres
desafortunados que utilizan, estos fármacos
benéficos para lograr euforias inmediatas y maleficios a
largo plazo.

La plantación en Tasmania le suministra a la
compañía Glaxo toda la materia prima
necesaria para proveer a los médicos de este planeta con
una de las mayores cuantías de derivativos del opio de la
mejor calidad.

He aquí algunas de las substancias que se
obtienen de la planta de la adormidera (opio):

La morfina. Analgésico poderoso de larga
duración, que asiste en la reducción del choque
causado por el trauma físico severo y extensivo. La
morfina es una droga
estrictamente controlada.

La heroína. Derivado poderoso de la
morfina que suele producir euforia extrema. A veces se la receta
médicamente a aquéllos pacientes que están
terminalmente enfermos. Ni Glaxo ni la Compañía
Tasmanian Alkaloids producen heroína. El suministro de
esta droga siendo uno de los que más celosamente se
controla en los países civilizados.

La codeína. Una substancia común,
que puede hallarse contenida en compuestos que pueden ser
comprados aún sin receta del médico. Se emplea, muy
a menudo, en el tratamiento de dolores de cabeza simples, dolores
generalizados (como cuando se sufre de un resfriado), catarros,
para la supresión de la tos y en el tratamiento de algunos
tipos de diarrea — muy útil en el vademécum del
médico de cabecera.

La folcodina. Remedio muy efectivo de venta sin receta,
utilizado en el tratamiento sintomático de la tos y de
algunos resfriados.

La naloxona. Antídoto de gran eficacia y
rapidez que puede utilizarse para neutralizar el efecto de los
opioides y de sus derivados en casos de sobredosis.

Las semillas del opio. Se usan en muchas
cuisines internacionales como decoración de algunos
platos y panes, pudiendo ser comprada en los
supermercados.

El aceite de la
adormidera. Se extrae de las semillas. Imparte un sabor
característico a ciertas comidas. El aceite también
se utiliza en la preparación de pinturas
industriales.

"Puntos cardinales"

Ahora, aprendamos más…

Cuando se abusa el uso del opio, afortunadamente, en su
composición natural éste contiene su propio
antídoto – la tebaína. Ésta se convierte, a
través de un proceso
químico en la naloxona, la cual puede neutralizar una
sobredosis de morfina en el lapso de unos segundos.

El opio, Papaver somniferum, ha sido conocido
desde el año 100 DC Se usaba como medicina
folklórica en la forma de una infusión.

En el siglo XVII, sin embargo, el opio se introdujo en
forma de droga de aspiración en los salones de los
"fumadores de opio" en la China.

Fue entonces cuando, a pesar, de los esfuerzos a
controlarlo, que el opio dejó de existir como medicina y
que su uso se generalizó como substancia ilícita y
dañina. (Para entender el uso de las drogas,
(Lección Número 16 publicada en
monografias.com y la
obra inigualable, Intoxication por Ronald K.
Siegel).

Hoy, en los Estados Unidos, y
en otros países; el opio se vende en el mercado de
narcóticos, por los llamados "narcotraficantes" como un
polvo o como una pastilla jabonosa la cual se fuma, se come se
inyecta.

Se estima que en los Estados Unidos se encuentran en
esta fecha unas ochocientas mil personas que son adictas a la
heroína.

El tratamiento efectivo de estas adicciones requiere
años de terapia y de rehabilitación social y
psicológica.

Nunca antes siendo tan veraz el aforismo que nos
advierte: "Vale más el precaver que el tener que
remediar."

 

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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