- La junta de directivos y la lucha
por la existencia: La Ley de la Jungla - El
engaño que quienes nos dirigen nos
instilan - La
reunión de accionistas: farsa en un
acto - Bibliografía
La República Democrática de Alemania, el
Ejército del Pueblo Democrático de la China, el
Departamento de Defensa, la República Socialista de
Cuba, el
Gobierno
Constitucional de Balaguer y otras etiquetas similares, no son
más que engañifas propagandistas empleadas para
hacernos creer lo que, quienes nos decepcionan, desean que
creamos.
Regalo gratis. Yo nunca miento. Soy muy honrado. Es lo
mejor que el dinero
puede comprar. Garantizado por vida. Puedes confiar en mí.
Cuando yo era de tu edad…
Y así aprendemos, si logramos percatarnos, que la
mentira es ubicua y sujeta a manipulaciones taimadas para que la
falsedad sustituya por la realidad — tristemente, muchos
logrando sus nefastos objetivos con
frecuencia insólitos.
Revisando mis publicaciones, encuentro que he escrito
más de una docena de artículos que se relacionan al
tema de la mentira directamente, pero que si expando el sujeto
considerando su asociación con los trastornos emocionales
y con los aspectos del manejo de empresas, el
número llega a unos ochenta. Lo que parece indicarme que
la mentira y su víctima colateral: la verdad, son asuntos
de importancia singular y que precisamos entenderlos para
adaptarnos mejor.
La "Versión Oficial". El título de esta
ponencia fue inspirado por una obra maestra de la
cinematografía argentina: La Historia Oficial. Por
sus méritos artísticos, políticos y
moraleja… la recomendamos sin reservas.
La junta de
directivos y la lucha por la existencia: La Ley de la
Jungla
En la junta de directivos se reproduce el anfiteatro
atávico donde hoy
se libran las batallas empresariales, las batallas que en
escenarios pasados, bandas de combatientes las contendían
en la lucha por control de lo que
otros gozaban y el atacante codiciaba — a veces, invocando el
nombre de la Madre Patria, o el de Dios.
No es nuevo. Tribus y naciones han guerreado desde la
alborada de nuestra presencia en el planeta.
El ser humano es explorador, curioso y avasallador.
También es capaz de muchas crueldades.
Nuestra propensión a tomar las armas y a
justificar el dolor que nuestras brutales conquistas a otros
proporcionan está tan cementada en nuestra constitución básica, como lo
está en la de otros animales. Por eso
aprendemos a atacar, a pelear, a huir o a negociar — lo
último siendo expresión ajada de nuestra inteligencia.
De acuerdo a Robert Moore y Douglas Gillette, los
arquetipos masculinos de nuestra especie son los de: Rey,
Guerrero, Mago y Tenorio. Los arquetipos femeninos, aun por
aquellas mujeres (y algunos hombres) que se tildan "feministas"
permanecen inéditos. No sé por
qué.
Cuando abandonamos la lucha selvática, entramos
en la competencia
civilizada del comercio,
donde el combate mano-a-mano es la competencia, la producción y la conquista o derrota de la
rivalidad aborrecida, porque siempre estaremos gobernados por el
imperativo ancestral y territorial. Por el instinto de la
posesión y el de acaparar.
Dicen algunos: "En la guerra y en
el amor todo
es permitido" — aun más se admiten las opciones de la
mentira y el embeleco.
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