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El Coliseo




Enviado por brleteli



    1.
    Introducción

    2. Los anfiteatros
    3. El anfiteatro
    Flavio

    4.
    Conclusión

    5.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    La experiencia de ingeniería que adquirieron los romanos en
    el uso de arcos y bóvedas y su experiencia practica en la
    utilización del hormigón les permitió crear
    edificios de formas y dimensiones que los griegos jamás
    habrían soñado. Los anfiteatros eran edificios
    exentos. Los romanos utilizaron ingeniosamente las hileras de
    arcos de hormigón para construir el equivalente a una
    ladera de colina sobre la cual descansarían los asientos
    del auditorio. De este modo pudieron edificar teatros y
    anfiteatros en cualquier sitio, incluso en las zonas mas llanas
    del desierto.

    El coliseo es una muestra clara es
    esta habilidad de ingeniería y tema principal que se
    explayará en el siguiente trabajo producto de
    una minuciosa investigación
    bibliológica.

    2. Los
    anfiteatros

    Los teatros romanos aparecieron por primera vez al final
    del periodo republicano su diseño
    se basaba fundamentalmente en el tipo griego. Constaban de un
    alto escenario junto a un foso semicircular (orchestra) y un
    área circundante de asientos dispuestos en gradas (cavea).
    A diferencia de los teatros griegos, situados en pendientes
    naturales, los teatros romanos se construyeron sobre una estructura de
    pilares y bóvedas que fueron posibles gracias a una nueva
    manera de construir y, de esta manera, pudieron ubicarse en el
    corazón
    de las ciudades. Los teatros fueron populares en todos los
    lugares del Imperio.

    Los espectáculos romanos variaron bastante en
    comparación con los que se hacían en la Grecia
    más antigua, ahora no necesitaban de una direccionalidad
    intrínseca. Las luchas sangrientas de gladiadores o de
    hombres contra animales salvajes
    o de animales salvajes
    entre si, como cualquier corrida de toros o los partidos de
    fútbol actuales, no tenían por qué verse
    desde una dirección. por lo que mediante un
    razonamiento y mostrando el genio y civilización la
    ingeniería romana, se dispusieron dos teatros uno de
    espaldas al otro, para así formar un anfiteatro
    (literalmente, teatros dobles). El área de la
    exhibición fue abrazada por los asientos y la base tomo la
    forma de una planta elíptica con una pista (arena)
    central, donde se celebraban combates entre gladiadores, luchas
    de bestias salvajes y otros espectáculos cuyo origen
    quizás es de la antigua Campania y fueron introducidos a
    Roma tal vez por
    los etruscos, quienes conocían estos juegos.
    Además tenían un graderío alrededor similar
    al de los teatros. En un principio, los anfiteatros se
    construyeron originalmente de madera, y
    después de piedra. El primer anfiteatro se
    construyó es el de Pompeya el 75 AC por el máximo
    pontífice romano Gaius Scribonius Curio. El primer
    anfiteatro de la piedra parcial se construyó en 30 AC por
    Augusto, antes de que él se volviera emperador de Roma
    primero.

    En Roma, la capital del
    Imperio, dada la fama de los espectáculos y la
    satisfacción que el pueblo lograba al presenciarlos, se
    hizo necesario hacer un anfiteatro cuando él que
    existía había sido destruido por un incendio. El
    nuevo edificio debía tener la capacidad y la magnificencia
    para entretener al pueblo y al Cesar, por lo que se mando a
    construir el Anfiteatro Flavio, más conocido como
    Coliseo.

    3. El anfiteatro
    Flavio

    El gran anfiteatro Flaviano, denominado hoy Coliseo
    (probablemente por el recuerdo de la colosal estatua de
    Nerón que hubo en las cercanías del anfiteatro),
    fue construido por Vespasiano después de la guerra con
    Judea el año 72 dC. Se emplazó en medio de la
    ciudad de Roma, en un sitio completamente llano, precisamente en
    el sitio que se conocía como Stagnum Nerons, que era una
    especie de laguna artificial construida por una orden de
    Nerón bajo su mandato. Vespasiano, a pesar de su
    empeño, no pudo ver terminada esta colosal obra, y Tito la
    inauguró el año 80 de nuestra era, aunque se
    presume que aún no se terminaba tal como se había
    proyectado en un comienzo, por lo que se piensa que su construcción finalizó durante el
    reinado de Domiciano. La fiesta de inauguración del
    edificio duro 102 días, en los que se mostraron una gran
    cantidad de espectáculos de distinta
    índole.

    El edificio tenia 527 metros de circunferencia y
    llegó a tener una altura de 57 metros. La base tiene una
    forma elíptica, donde su eje mayor mide189 metros y su eje
    menor 156 metros. Estaba tan bien diseñado que todos los
    asistentes (50.000 comúnmente) podían evacuarlo en
    pocos minutos. El secreto de esta cualidad residía en la
    sabia disposición de las bóvedas de
    cañón y de los pasillos y escaleras que
    conducían a los asientos. Las bóvedas de la planta
    baja tenían 80 puertas marcadas cada una con un
    número para facilitar que los espectadores encontrasen su
    localidad. Es una obra de atrevida ingeniería y de grandes
    proporciones, donde los romanos utilizaron con frecuencia el
    agregado de ladrillo embutido en una mezcla de la masilla de la
    cal con polvo de ladrillo o ceniza volcánica incluyendo a
    esto el uso de la piedra (travertino) y el concreto que
    fueron la base del Coliseo. Además, para aligerar el peso
    de las enormes estructuras,
    encajonaron a menudo tarros de barro vacíos en las
    paredes. También utilizaron barras de metal como refuerzos
    en el concreto.
    Esto, junto a la combinación de muros y vanos se hizo una
    constante en la arquitectura
    romana, la que mas tarde sería a la base de estilos como
    el gótico y el barroco. En el
    interior de las bóvedas, estaba decorada con fabulosos
    diseños en estuco, los que se han perdido casi por
    completo a causa del tiempo.

    El emperador Adriano celebró grandes fiestas en
    este anfiteatro, y bajo el reinado de Macrino, durante una
    tormenta, un rayo chocó con el edificio e incendio toda la
    parte superior y sufriendo graves desperfectos el resto de la
    estructura. La
    violencia del
    fuego y la imposibilidad de controlarlo hacen pensar que la
    cantidad de madera
    utilizada en la construcción era muy grande. Una medalla
    con la efigie de Alejandro Severo recuerda que este emperador
    inauguró de nuevo el Coliseo, que desde ese incendio no se
    había vuelto a utilizar por las grandes faenas de
    reconstrucción que se hicieron, principalmente para
    sustituir la antigua y quemada parte de madera por fabrica de
    mampostería. Amiano cuenta que el año 357 de
    nuestra era se vio el edificio en perfecto estado. Del
    año 425 al 450, Lampridio, prefecto de Roma, hizo
    reparación en la arena, en el podium, en las gradas y en
    las puertas. Las luchas de gladiadores fueron prohibidas hacia el
    año 404, continuando manteniendo la atención del
    pueblo mediante luchas de fieras, las últimas que se
    menciona la historia en este anfiteatro,
    fueron durante el año 523. Algunos escritores cuentan
    también que el Coliseo aún se conservaba en
    excelentes condiciones durante el siglo VIII.

    En el Coliseo se ofrecían espectáculos
    como animales inteligentemente adiestrados y fieras hambrientas
    devorándolos. También aparecían hombres tras
    unas jaulas de seguridad que
    tiraban flechas y lanzas a animales hasta que agonizaran y
    murieran. Estos tipos de muestras donde participaban animales se
    denominaban venatios (sacrificios animales) y entretenían
    al publico durante las tardes con el auspicio de algún
    príncipe interesado en ganar popularidad. Después
    de esto, seguían los sacrificios humanos (numeras), donde
    se asesinaban hombres que estaban condenados a muerte. Al
    final de la jornada, venían las luchas a muerte entre
    gladiadores (hoplomachie).

    En vísperas del espectáculo un gran
    banquete (cena libera) entre gladiadores, que para muchos era su
    última comida, reunía a los combatientes el
    día anterior. Esta cena era pública en el sentido
    que la gente podía dar vueltas alrededor de la gran mesa
    para apreciar a los contendores y así ver a quien
    apostarían más tarde. Algunos comensales fatalistas
    se echaban a los goces del momento, comiendo con
    glotonería. Otros, cuidaban su cuerpo y su salud conociendo sus
    habilidades como guerrero dejaban de lado la buena mesa para
    comer lo justo. Los más miserables, impresionados por el
    presentimiento de su muerte y paralizado su apetito por el miedo,
    preferían dejar de comer y encomendar sus familias y su
    alma a los dioses.

    Al día siguiente los gladiadores desfilaban en
    una parada vestidos con ricos trajes púrpura y oro.
    Saludaban al emperador con una lúgubre y trágica
    exclamación:

    Ave Cesar, Morituri te salutan.

    Cada gladiador tenia su instructor con la misión de
    entrenarlo, por lo que cada luchador recibía distintas
    enseñanzas y de esta manera se especializaban en
    algún arma. Además, los instructores, debían
    evitar cualquier trato entre combatientes y excitar al peleador
    durante la pelea con exclamaciones como ¡Golpea,
    quémalo, mátalo! Y si era necesario, castigarlos a
    latigazos hasta que brotara sangre con el
    objetivo de
    que matara a su contrincante, si el publico lo
    pedía.

    En tanto, el público hacía las
    correspondientes apuestas y experimentaba un extraño y
    bárbaro placer con la victoria de sus favoritos. Muchas
    veces, por fogosos que fuese el combate, ninguno triunfaba; por
    robustos y diestros que fueran los gladiadores, ambos
    caían al suelo o
    permanecían de pie. Entonces el match era declarado nulo
    cuando el espectáculo perdía efervescencia. Pero lo
    más común era que hubiera un ganador y
    además el perdedor algunas veces no era muerto, ya que si
    este, sabiéndose inferior, luchaba con esfuerzo, inteligencia y
    dignidad, y además deponía las armas para
    quedarse en la arena después de una caída,
    podía levantar su brazo derecho hacia el cielo para
    solicitar la gracia del contendor ganador. Él que
    consultaba al emperador cual era la decisión de los
    espectadores al tiempo que estos
    agitaban sus pañuelos, levantaban los pulgares o gritaban
    ¡Mitte! (Sáquenlo); o, por el contrario, si el
    perdedor había merecido su derrota, la exclamación
    era ¡Ingula! (Mátenlo). Entonces, el emperador
    tranquilamente apuntaba su pulgar hacia el suelo, de esta
    manera ordenaba la inmolación del gladiador perdedor. A
    quien no le quedaba nada más que extender su cuello para
    ser decapitado y morir sin dolor y honorablemente. El ganador era
    premiado con platos de plata cargados con piezas de oro y
    preciosos obsequios. Llevando consigo los presente, atravesaba
    corriendo la arena bajo la ovación de la multitud.
    Inmediatamente las ventajas de la gloria se empezaban a sentir.
    Por su popularidad, los gladiadores (que podían ser
    esclavos, ciudadanos o condenados del derecho común)
    pasaban a ser personajes de moda; las
    mujeres les ofrecían sus encantos. Esto se prueba en un
    graffiti en una pared referido a un tracio llamado Celadus, y que
    decía: "el hombre por
    quien suspiran las muchachas".

    Los numeras (luchas de gladiadores) adquirieron tal
    desarrollo,
    que se sucedieron decenas de miles de parejas de gladiadores en
    las sangrientas arenas del Coliseo. A veces se hacían
    liberaciones masivas de combatientes para renovar el
    espectáculo. En crónicas de la época se
    asegura que durante el reinado de Trajano, quien tenia fama de
    clemente, las cifras de gladiadores se elevaron de la siguiente
    manera: el 107 dC, el emperador hizo luchar a 10.000 guerreros;
    en el 113 dC ofreció una sportule, que duró tres
    días y presento 1.202 parejas. En 109 dC, durante un
    festival que duró 117 días se liquidaron 9.824
    luchadores. Muchas veces se pusieron en la arena a personajes sin
    armas que se
    consideraban nocivos para la sociedad para que
    se simulara un combate, lo que en realidad era un sórdido
    asesinato. Hasta el siglo III se conservo la costumbre de los
    numeras sinemissione, vale decir, luchas en las cuales no
    escapaba ningún gladiador.

    Séneca decía: "En la arena se amontonaba
    un montón de condenados, a menudo escogidos entre
    ladrones, asesinos, incendiarios, que por sus crímenes
    fueron merecedores de morir en el anfiteatro". En estos casos se
    hacia comparecer una primera pareja, compuesta por un hombre bien
    armado y otro vestido solo con su túnica, el primero
    debía matar al segundo. Después de esto el ganador
    era desarmado y conducido ante un nuevo contrincante, esta vez
    armado hasta los dientes. De esta manera se continuaba una
    inexorable cacería, hasta que cayera la ultima cabeza
    condenada.

    Las luchas de los gladiadores tuvieron posiblemente un
    origen religioso, ya que en un principio, solo se celebraban en
    caso de funerales de personalidades importantes. Mas tarde, en el
    tiempo de los emperadores, esto pasó a ser sencillamente
    un deporte
    sangriento que fascinaba a casi todo el mundo, ya que escasas
    fueron las voces de protesta. Los gladiadores eran en su
    mayoría esclavos o condenados que eran adiestrados en
    escuelas especiales con el único fin de dar un buen
    espectáculo al momento de combatir en la arena. Los
    gladiadores podían obtener la libertad si
    sobrevivían y el público lo permitía
    así.

    En cuanto a los subterráneos que estaban bajo la
    arena del Coliseo y que aún se conservan, es muy
    difícil concretar la época de su
    construcción, pero según un pasaje de Herodiano,
    parece que ya existían en el tiempo del emperador
    Cómodo, quien vestido de gladiador, pasaba desde el palco
    imperial, por un corredor que comunicaba con los
    subterráneos, para tomar parte en las sangrientas luchas.
    En todo caso, el dato que nos dice que los emperadores Tito y
    Domiciano llenaran de agua la arena
    del anfiteatro para simular batallas navales, llamadas
    naumaquias, demuestra que el suelo en aquella época estaba
    más bajo que en el actual, pues de lo contrario el agua
    hubiera invadido las partes bajas del edificio y hasta los
    pórticos, haciéndolos intransitables.

    Ciudades en que estaba situado el
    Anfiteatro

    Dimensiones del
    Anfiteatro

    Dimensiones de la
    Arena

    Eje Mayor

    Eje Menor

    Eje Mayor

    Eje menor

    Arles

    137,47

    107,29

    69,5

    39,35

    Capua

    169,89

    139,6

    76,12

    45,83

    Itálica

    156,5

    134

    71,5

    49

    Nimes

    132,26

    101,38

    69,14

    38,34

    Pola

    137,8

    112,6

    70,1

    44,8

    Pompeya

    135,65

    104,05

    66,65

    35,05

    Puzol

    190,95

    144,87

    111,93

    65,85

    Roma (Coliseo)

    187,77

    155,64

    76

    46

    El nombre de arena, proviene de la capa de esta materia que
    era esparcida sobre el suelo para empapar la sangre derramada
    por los combatientes. Algunos emperadores, como Calígula,
    Nerón y Carino, para demostrar su magnificencia
    sustituían, en algunas ocasiones, la arena por
    algún material más precioso, como por ejemplo,
    polvos de cinabrio, de plata, de oro y posiblemente hasta
    Seutonio. En el Coliseo la arena era de forma elíptica, al
    igual que el resto del edificio, y tenia dos entradas
    principales, ubicadas a los costados del eje mayor.

    Debajo de la arena se situaba el ya mencionado
    subterráneo, conformado por galerías cubiertas
    (ambulacrum), y multitud de cámaras para encerrar a las
    fieras salvajes. En Anfiteatro Flavio estas cámaras
    subterráneas se extendían debajo del podium y
    había debajo de la arena cinco galerías, dos de
    forma elíptica y tres paralelas al eje mayor y estas a su
    vez separadas por pequeñas cámaras. En estas tres
    galerías habían suaves rampas que subían
    hasta la arena, y en las cámaras existían aberturas
    cuadradas en forma de pozos, con ascensores para subir a las
    fieras y hacerlas aparecer repentinamente en medio de la arena.
    Unas trampas de madera cubrían estas aberturas. El
    servicio de
    espectáculo que se ofrecía en el Coliseo no tenia
    nada que envidiar a los efectos escénicos actuales. Los
    numerosos cadáveres que se originaban en las luchas y
    sacrificios humanos eran retirados por la puerta de la muerte
    (porta libitinensis) o bien desaparecían por medio de las
    trampas practicadas en el suelo.

    La parte destinada a los espectadores (cavea) en el
    coliseo, presenta tres divisiones principales: el podium,
    destinado a los sitios de honor; las maenianas o gradas, y los
    portici o pórticos. El podium era una plataforma que
    rodeaba la arena, lo suficientemente alta para resguardar a los
    espectadores de los ataques de las fieras. En este sitio se
    ubicaba el lugar de emperadores, senadores, vestales, los
    pretores y a los principales magistrados y demás personas
    ilustres. Las gradas (gradus) del podium eran más anchas
    que las del resto del anfiteatro para poder colocar
    las subsellias o asientos móviles. Los sitios que mejor
    dominaban el espectáculo eran los situados a los extremos
    del eje menor de la elipse, el los cuales había dos
    palcos; el principal denominado cubiculum, estaba destinado al
    emperador, y el otro, enfrente de este, era el editoris tribunal,
    destinado al pretor y a los cónsules que presidían
    los juegos y al
    personajes que los pagaba. Estos palcos también se
    llamaban pulvinar y suggestum, que se conectaban con grandes a
    lujosos salones.

    La parte del muro del podium que daba a la arena
    presentaba una superficie de mármol perfectamente
    pulimentada para que resbalaran las fieras que quisieran trepar
    por ellas, y además se tomaron numerosas precauciones
    contra posibles ataques, como sobreponer redes y rejas
    metálicas. Como si toda esta seguridad fuera
    poca, frente podium había un foso para evitar que las
    fieras que intentaran atacar al público, no lo volvieran
    hacer.

    El podium estaba separado de las gradas destinadas al
    público por un muro llamado balteus, que estaba adornado
    con magníficos mosaicos. Otros dos muros más
    pequeños, baltei, dividían en tres partes las
    gradas, , en el sentido de la altura del edificio, formando unas
    plataformas, o praecinctiones, que facilitaban el paso del
    público. Cada una de estas tres divisiones se llamaban
    maenianum; la primera estaba destinada a los caballeros. El
    segundo maenianum estaban los tribunos y ciudadanos distinguidos,
    y y el tercero estaba destinado a las clases ploretarias
    (popularia). Este tercer maenianum se dividía a su vez en
    dos partes, una al descubierto y la otra cubierta por un
    pórtico, bajo el cual se colocaban las mujeres y la plebe
    (pallati). Las mujeres de los grandes personajes debían
    esperar la autorización del emperador para poder
    compartir los sitios de las vestales en el pudium.

    El balteus, que establece una línea divisoria
    entre los tribunos y la plebe, estaba provisto de numerosas
    ventanas y nichos adornados con estatuas. Los vomitoria eran unas
    aberturas que comunicaban las gradas con las galerías
    interiores del edificio; eran muy numerosas y bien
    decorados.

    Las gradas del coliseo eran de mármol, piedra y
    en algunos casos de madera, eran numeradas y en algún
    momento llegó a existir el asiento numero 83.000, pero
    dentro del recinto bien se podían entretener 100.000
    espectadores, los que debían comprar su billete de entrada
    (tessera) que indicaba el lugar que debían ocupar, se
    dirigían a unos empleados llamados locaril o
    dessignatores, que vigilaban el buen orden y distribución de las localidades, siendo
    jefe de ellos un funcionario llamado Villicus
    amphitheatri.

    En cuanto a la parte inferior de los anfiteatros, el
    coliseo tenía en la planta baja cinco galerías
    (ambularum), paralelas a la elipse dela arena, que
    conducían a las escaleras y pasos de las diferentes
    localidades. La primera galería formaba un pórtico
    con 80 arcos que daban paso a la vía pública. Las
    cuatro entradas principales estaban situadas en los extremos de
    los ejes menor y mayor; las dos del eje mayor comunicaban
    directamente con la arena y las correspondientes al eje menor
    estaban reservadas para el emperador y los que presidían
    los espectáculos. La segunda galería daba acceso a
    las escaleras (scalae) y a los pasos (vine, itinera, aditus), y
    el tercero, dividía en dos partes la masa de
    construcción en la cual estaban las escaleras y las
    carceres o cámaras donde se encontraban las fieras antes
    de salir a la arena. Este corredor conducía al primer
    maenianum y recibía la luz por el
    techo.

    En el coliseo, las dos primeras galerías se
    repetían en pisos superiores, formando un sistema de anchos
    corredores en el que el público se refugiaba en caso de
    lluvia. En el tercer piso la escalera ocupada parte de estos
    corredores. En el cuarto solo había la galería
    exterior, en la cual se hallaban los pasillos y escaleras que
    conducían a las gradas superiores.

    La fachada del Coliseo descansaba sobre una base de dos
    gradas y comprendía cuatro pisos; los tres primeros
    estaban formados por arcos adornados con medias columnas
    dóricas, jónicas y corintias, y el cuerpo superior
    los formaba un muro con ventanas rectangulares y adornados con
    medias columnas corintias. Estos órdenes no sostienen
    nada. Nos son estructurales, sino ornamentales. Esto no quiere
    decir que carecieran de importancia. La aplicación de
    estos órdenes cumplía dos funciones. En
    primer lugar aludía claramente a la arquitectura
    griega y de este modo los romanos mostraban su aprecio por esa
    cultura. El
    hecho de superponer órdenes griegos en el exterior del
    Coliseo, equivalía a añadir un peristilo griego a
    un templo tipo romano, un toque de elegancia griega que no
    afectaba la estructura básica romana subyacente. De este
    modo la arquitectura romana está expuesta a dos
    tentaciones contradictorias: la del ingeniero que persigue un fin
    puramente utilitario, y la del erudito, que se perfila en lograr
    arreglos académicos. Así, cada uno de los
    pórticos de los tres pisos comprendía 80 arcos y 80
    columnas intermédiales entre arco y arco, y en cada uno de
    estos había un pedestal con una estatua o grupo
    escultórico. En la actualidad no quedan pruebas de
    tales obras, pero el hecho de que una vez existieran nos da una
    idea de la inmensa cantidad de esculturas que produjo el periodo
    del Imperio
    Romano. Esto hace que el Coliseo alcance un espléndido
    y magistral equilibrio
    entre rectas y curvas, muros y bóvedas. Los arcos miden
    4.20 metros luz; 7.05 metros
    de altura la primera hilera y 6.45 metros las otras dos
    principales. En la parte superior de la fachada del coliseo
    había una cornisa con una serie de consolas que
    sostenían unas piezas de madera verticales (mali)
    destinadas a tender el velarium, inmensa vela con forma de tienda
    de campaña que resguardaba a los espectadores de los rayos
    del sol. Practicadas en el espesor del muro había unas
    pequeñas escaleras que conducían a la plataforma
    superior, reservada a los encargados de la maniobra del velarium.
    En la tela de esta gran carpa se diseñaban motivos
    históricos y mitológicos muy cuidadosamente
    utilizando finos materiales. La
    magnificencia de algunos emperadores llego a que desde el
    velarium cayera una lluvia de pétalos seguido de agua con finos
    aromas, esto era llamado Sparsiones.

    4.
    Conclusión

    En el Coliseo, como en ningún otro edificio,
    parecen haberse encarnado la grandeza y majestad del Imperio Romano
    reflejadas en la imponente fachada exterior, en la grandiosa
    gradería del ovalo interior que circuye la arena del
    circo, hasta en las venerables ruinas que hoy exciten.

    El Coliseo fue creado para dar a conocer magnificencia,
    y ha logrado su objetivo muy
    bien, pues fue un importante medio para que emperadores y
    personalidades se ganaran el cariño, aprecio y respeto del
    pueblo romano a cambio del
    auspicio de una entretención algo morbosa y
    sangrienta.

    También nos muestra es una
    obra que representa la manía edificadora de un pueblo que
    lo que quería era que Roma fuera el centro del universo,
    haciéndolo, en cierto modo, a través de gigantescas
    y bellas creaciones arquitectónicas. El Anfiteatro Flavio
    es una clara muestra de ello. Demostrando que los romanos eran
    una cultura muy
    vanidosa y con ansiedad de fama, ya que sus preocupación
    era ser superiores a otras comunidades. Algo parecido,
    quizás, al nazismo
    más contemporáneo.

    Este edificio también nos muestra que la
    arquitectura romana se basa en un proceso de
    síntesis. Hombres nutridos de tradiciones estéticas
    y técnicas de Grecia
    supieron resolver los problemas
    inéditos que planteaba la nueva sociedad
    organizada por el genio de Roma. Su imaginación, servida
    del proceso
    técnico, creo formas nuevas, en las que nunca dejaron de
    integrar las formas helénicas tradicionales. La
    posición que adoptan frente a la construcción del
    Coliseo nos asombra por su acento moderno para la época,
    pero la ejecución que se caracteriza ordinariamente por el
    afán de decoración, demuestra que nunca tuvieron
    conciencia de una
    ruptura con el pasado. En este sentido, su ejemplo es para
    nosotros, doblemente fructífero, pues demuestra que la
    audacia no es incompatible con el respeto a la
    tradición.

    5.
    Bibliografía

    1. "El Arte y el Hombre",
      Huyghe René, Editorial Planeta. 1973, Barcelona –
      España.
    2. Enciclopedia del Arte "Summa
      Artis", Tomo V "El arte romano", José Pijoán,
      Editorial Espasa-Calpe S.A. 1934, Madrid – España.
    3. "Historia del
      Arte", Eugen Th. Rimli y Karl Fisher, Editorial Moreton.
      1986, Bilbao – España.
    4. "Historia
      Universal del Arte", Gina Pishel, Editorial Noguer. 1967,
      Barcelona – España.
    5. "Arte Romano", Bianchi Ranuccio, Editorial Papillon.
      1993, Milan – Italia.
    6. Historia Universal del Arte, José Milicua,
      Editorial Planeta. 1989, Madrid España.
    7. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana,
      Tomo V y XIV. Editorial Espasa-Calpe. 1994, Madrid –
      España.
    8. Revista "En Viaje", Mayo 1951. reportaje: "Las
      sangrientas arenas del Coliseo" por Esther Azocar.
    9. Enciclopedia multimedia
      Encarta 2000
    10. Información Internet

     

     

    Autor:

    José Mateluna Muñoz,
    Estudiante chileno de la carrera de fotografía
    profesional
    Instituto Profesional Arcos.
    El trabajo
    incluía imágenes
    que pueden ser solicitadas vía e-mail
    mateluna[arroba]tutopia.com

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