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Desarrollo histórico de la mujer dominicana




Enviado por manuelalora




    1.

    2.
    Aporte
    3.
    Dictadura
    4.
    Protagonismo
    5.
    Actualidad
    6.
    Instituciones
    7. Opiniones
    8. Frases
    9. Participación Femenina
    en gobiernos Municipales, 1970- 1998

    1.
    Introdución

    Largas jornadas de sacrificio y abnegación
    caracterizan la vida de las dominicanas. Para alcanzar el sitial
    que hoy ocupan, debieron escalar por una controversial
    montaña de trasformaciones políticas,
    privaciones económicas y una constante
    desvalorización de su poder.

    Históricamente el ritmo de desarrollo de
    la mujer dominicana
    estuvo apegado a los vaivenes que en cuanto a la
    implementación de leyes que
    protegieran y reivindicaran su género, se efectuaron a
    escala
    mundial.
    Los logros sociales, intelectuales, culturales y políticos
    conseguidos por las dominicanas con sus luchas, definidas muchas
    veces por el género opuesto como irracionales, han
    caído como gotas de miel en un terreno tradicionalmente
    salobre.
    Generación tras generación, las dominicanas
    recibían de sus madres las costumbres que una buena ama de
    casa debía poseer, y el saber que acoge a la
    sumisión, como el camino perfecto hacia la
    redención espiritual, limitado por los cánones
    católicos cosechados en el país desde la
    época de la
    colonización.
    A mediados del siglo XIX, la clase femenina del país
    recibía con abnegación y humildad las frases
    intelectuales que las comparaban con la madre de Jesucristo (un
    ser lleno de amor puro e
    incondicional); al tiempo que las
    usanzas de la época, las ataban a su mortal inferioridad,
    por ser ellas "las causantes de la propagación del
    pecado". Esta ambigüedad de sentimientos y creencias
    ponían en duda la capacidad de raciocinio e igualdad de
    la mujer frente
    al hombre.
    En los tiempos de la independencia,
    no importando las delimitadas áreas en las que las mujeres
    se les permitía intervenir en la vida pública de la
    sociedad
    dominicana, la reducida representación femenina tocaba
    atrevidamente los límites, y se arriesgaba en tareas de
    luchas políticas
    relacionadas con la autonomía de la República.
    Su labor, sin embargo, quedaba restringida a segundos lugares
    aunque fuera importante, ya que las situaciones que
    exigían rapidez de pensamiento
    (para tácticas de guerra) o
    conllevaban riesgos, estaban
    destinadas de manera exclusiva a los hombres.
    Para principios de
    siglo, los atrevimientos y las presiones internas de las
    dominicanas, salían a la luz en forma de
    respetables escritoras y admirables maestras, las que se
    encargaron de sembrar las semillas para el avance, el respeto y la
    libertad del
    género femenino en el país, inspiradas en el
    pensamiento
    hostosiano.
    En los años que antecedieron a la dictadura de
    Rafael Leonidas Trujillo los espacios de los primeros movimientos
    feministas dejaban escapar sus primeros destellos, pero no en
    demasía: el autoritarismo de los dominicanos, al igual que
    en toda Latinoamérica era aún demasiado fuerte.
    Años de lucha y de un lento despertar de conciencia
    transcurrieron bajo una dictadura, una
    crisis
    política,
    una intervención militar y los desequilibrados primeros
    pasos de una nación que aprendía a vivir en
    democracia, lo
    que impulsó a la mujer dominicana
    pensar en ella misma, en su desarrollo y
    su real valorización dentro del importante lugar que ocupa
    en la sociedad.

    Los valores
    culturales hispánicos opacaron a la mujer dominicana del
    siglo XIX.
    Dominicanas: amas de casa entregadas y maestras por instinto
    Después de estar relegadas a la crianza de los
    niños y al cuidado del hogar, a las mujeres se les
    permitió ingresar en el área educativa; allí
    encontró los primeros espacios para ampliar sus
    conocimientos y dominios.

    La mujer dominicana que nace junto a la República en 1844,
    entra a la vida representativa en circunstancias
    políticas, sociales y económicas muy limitadas: se
    desenvuelve en una nación marcadamente rural e inserta en
    un estatus económico con características feudales.
    El núcleo familiar del siglo XIX acató la
    tradicional práctica de la religión cristiana y
    los valores
    culturales hispanos; para entonces, la población dominicana alcanzaba los 120 mil
    habitantes. La mujer dominicana, dentro de su delimitada geografía fue la
    responsable del buen manejo hogareño y la encargada de la
    educación
    de los hijos, ya que como señala el historiador Juan
    Daniel Balcácer, los hombres estaban en el campo o en el
    ejército y algunos dedicados al magisterio.
    La República Dominicana fue el resultado de la labor de
    grupos
    políticos específicos (los trinitarios, los
    conservadores), en los que comprometidas, pero escasas mujeres,
    participaron.
    La colaboración de mujeres como María Trinidad
    Sánchez (que arriesgaba la estabilidad de su hogar para
    planificar conspiraciones pro- independencia)
    y Concepción Bona Hernández (que desde su sumisa
    posición de mujer, puso un granito de arena con una labor
    característica de las jóvenes de la
    época:
    bordó el escudo de la primera bandera dominicana), pudo
    parecer a algunos un atrevimiento reprochable; en realidad no,
    que ellas aceptaran aquellos riesgos era una
    muestra de que
    también a su género les afectaba la
    situación política de la
    nación y por lo tanto, ellas estaban dispuestas a hacer
    algo
    por el cambio social
    necesario para los dominicanos.
    Creada la República y realizada la Restauración el
    país se organiza lentamente en todas sus instancias. En
    aquellas circunstancias, el papel de la
    mujer aflora en el área educativa y en las letras.
    Tal es el caso de Salomé Ureña de Henríquez,
    quien dirigió el Instituto de Señoritas, fundado
    bajo la orientación del maestro Eugenio María de
    Hostos, quien abiertamente afirmaba que "los hombres deben
    devolver a la mujer el derecho de vivir racionalmente".
    Las primeras estudiantes de Salomé Ureña, son las
    que van a conformar el primer magisterio femenino de principios de
    siglo, donde figuras como Luisa Ucema Pellerano se
    destacaron.

    2. Aportes

    A principios del siglo XX, la mujer empieza a tener una limitada
    participación, sobre todo en el magisterio y en la vida
    intelectual.
    Para entonces, el marco rural aún predomina en la sociedad
    dominicana, la política está identificada y
    sostenida por caudillos (civiles y militares), y el rol de la
    mujer debe ser entendido fundamentalmente como
    hogareño.
    La República Dominicana alcanza el millón de
    habitantes en 1920, momentos en los que la feministas Ana Emilia
    Abigail Mejía, Minerva Bernardino y la poetiza Virginia
    Elena Ortea sobresalen en el ambiente
    social dominicano.
    A pesar de la pasividad femenina experimentada en esta
    década, la labor de Abigail Mejía no se puede dejar
    de destacar y en cuanto a esto, la directora ejecutiva del
    Proyecto para
    el apoyo a iniciativas democráticas de la Pontificia
    Universidad
    Católica Madre y Maestra, Mu- Kien Sang Ben, coincide
    con Juan Daniel Balcácer al afirmar que esa feminista
    jugó uno de los papeles más estelares en la lucha
    por el voto femenino del país.
    En esta década existía un grupo de
    mujeres interesadas en obtener derechos civiles y
    políticos, la mayoría eran maestras, (Petronila
    Gómez por ejemplo). Uno de los pueblos en el que
    existió un reducido movimiento
    feminista, aunque pero con unas ideas muy claras, fue San Pedro
    de Macorís.

    3. Dictadura

    El proyecto con el
    que las feministas querían lograr sus derechos civiles y
    políticos choca de frente con el inicio de la dictadura de
    Rafael Leónidas Trujillo en 1930, cuando la nación
    dominicana cuenta con un millón de habitantes.
    Inmediatamente la autonomía del movimiento
    feminista va en declive. Las planificaciones cambian, los puntos
    que les interesaba reivindicar se adaptan con carácter de
    obligatoriedad a lo que era la agenda del régimen. A
    Trujillo le interesaba darle un toque de modernidad al
    régimen y una forma de lograrlo era incorporando a las
    mujeres, pues eso lo haría ver como un gobernante
    democrático y liberal.
    Cuando el dictador da las primeras muestras de su estilo de
    gobernar, las dominicanas sabían que si pertenecían
    al movimiento feminista, debían tener tendencia
    trujillista, pues esa era la única forma de apoyar que sus
    ideas.
    Eso implicaba, según Neici Zeller, especialista en
    desarrollo de proyectos de la
    United States Agency for International Development (Agencia
    Internacional para el Desarrollo, AID), que si alguna mujer daba
    una
    conferencia o
    a hacer alguna demostración, debía expresar ante el
    público asistente, su gratitud al presidente Trujillo por
    sus buenos deseos hacia las mujeres.
    Algunas mujeres se retiran del movimiento al darse cuenta de la
    magnitud de lo que sucede, otras, interesadas en destacarse
    políticamente, se quedan en él. Las presiones por
    los derechos políticos de la mujer y el deseo de darle un
    tono más dulce a la dictadura, hace que Trujillo les
    permita medir su capacidad de fuerza y
    convocatoria, por eso, para las elecciones del 1934 y 1938, les
    permite ejercer un voto simbólico, en cuyas boletas de
    elección las mujeres debieron escribir "yo quiero obtener
    el derecho al voto". Aunque se logró que las mujeres
    demostraran interés,
    en realidad lo que comprobó Trujillo fue la capacidad
    organizativa de los grupos
    feministas, que para ese tiempo estaban
    apoyados por la Comisión Internacional de Mujeres, cuya
    sede estaba en Washington, Estados Unidos,
    organización
    interesada en tener la mayor cantidad de países donde la
    mujer tuviera la mayor cantidad de derechos políticos.
    La presidenta de esta comisión, Doris Steven
    realizó una visita al país en 1938, con lo que el
    dictador comprobó el aumento de sus bonos en la arena
    política internacional, (un año después de
    la matanza de los haitianos).
    A pesar de todo este movimiento, fue 1942 cuando Trujillo
    permitió que las mujeres tuvieran igualdad de
    derechos civiles que los hombres, adquirieran sus cédulas
    y votaran, precisamente cuando el régimen estaba
    completamente consolidado.
    El número de candidatas al congreso para las elecciones de
    ese año representaba un permiso más del dictador,
    sin embargo, su protagonismo político no es digno de
    mencionar, pues no estaban allí por tener liderazgo,
    sino, por ser adictas al régimen. Entre las candidatas a
    la senaduría en las elecciones del 1942 estuvo Isabel
    Mayer, oriunda de Montecristi. Que las mujeres participaran en
    aquellas elecciones, fue una medida que no debe enfocarse
    exclusivamente en función del interés
    del dictador, pues con
    o sin las mujeres Trujillo continuaría con el mando, pero
    él no dio espaldas a las tendencias mundiales en las que
    la mujer se incorporaba al trabajo de una manera distinta a como
    se le veía: ya no se concebía exclusivamente como
    la compañera del hombre que
    forma la familia y
    cuyo rol exclusivamente es doméstico.

    4.
    Protagonismo

    Durante la dictadura y en el ocaso de la misma, la mujer
    desempeñó un papel crucial:
    fueron el apoyo, sostén y motivación
    para los maridos, hermanos o familiares que combatieron la
    opresión, además de resistir los asesinatos o
    desapariciones de sus familiares.Connotadas figuras del sector
    femenino que tuvieron participación activa de la lucha
    contra Trujillo. Es aquí donde el espacio de las hermanas
    Mirabal muestra su
    fuerza y
    amplitud. Ellas son la representación perfecta del escudo
    femenino dominicano con que se encontró el Trujillo en el
    ocaso de su dictadura.
    Las negativas de Minerva Mirabal y el apoyo emocional y
    práctico que ésta recibió de sus hermanas,
    no solamente ejemplificó el cansancio de una nación
    respecto a una dictadura, sino el valiente rechazo que las
    dominicanas acumularon durante aquellos años de
    opresión. El ajusticiamiento del tirano ocurre en 1961,
    cuando en el país hay tres millones de habitantes y una
    sociedad no tan rural como en 1930. Las
    ciudades proliferaron y el movimiento migratorio del campo a la
    ciudad permitió a muchas familias de origen campesina,
    asimilar la cultura
    urbana.
    Cabe mencionar las palabras con que Camila Henríquez
    Ureña explicaba las razones por las que la mujer
    adquiría el espacio que le correspondía en la
    sociedad: "Al destruirse por la manufactura en
    gran escala la
    industria
    doméstica, que constituía el trabajo
    femenino, el costo de la vida
    se
    encareció, y el salario del
    hombre no aumentó, de manera que ya no bastó para
    la manutención de la familia obrera,
    ni de aquella de la pequeña burguesía"
    La mujer dominicana comienza a insertarse en las diferentes
    instancias de la sociedad a partir de la revolución
    de abril del 1965, sin embargo, en 1962 la doctora Josefina
    Padilla se presenta como candidata a la vicepresidencia por el
    Partido de la Revolución
    Dominicana, lo que representó un avance
    hacia la participación de la mujer en la vida
    democrática dominicana. Este fue un proceso que se
    desarrolla y que adquiere mayor dimensión en la medida en
    que hay más libertades y por el hecho de que ya no es
    el hombre la
    única fuente de ingresos para
    la familia.
    Eso provocó que la mujer se incorporara a la fuerza de
    trabajo, fenómeno que no fue exclusivamente dominicano,
    pues
    en las décadas de los 60 y 70 se operan a escala mundial
    profundas transformaciones sociales; surgen movimientos
    políticos, ideológicos, que le asignan a la mujer
    un papel más activo, dinámico y protagónico
    en la toma de
    decisiones, en la participación de la vida
    pública y empresarial. Luego de la apertura y de que la
    sociedad dominicana se inserta dentro del sesgo moderno, afloran
    nuevas profesiones. A las instituciones
    de estudios superiores no sólo llega un mayor
    número de mujeres, sino que escogen nuevas carreras, como
    ingeniería, arquitectura,
    administración de empresas,
    derecho, medicina,
    ciencias de la
    informática, economía y sociología.
    Los movimientos feministas iniciados en el 1960 y principios del
    1970 se caracterizaron por la intensa lucha a favor de las
    libertades públicas y la defensa de la soberanía nacional. De aquellos años
    se pueden mencionar la Federación de Mujeres Dominicanas
    (FMD) y otras organizaciones de
    tipo
    coyuntural y sectorial, como los "Comités de amas de casa"
    y el "Comité de familiares de muertos, presos y
    desaparecidos políticos". Según un informe que el
    Centro de Investigación para la acción
    femenina (Cipaf) realizó junto a otras 10 organizaciones no
    gubernamentales, ("La mujer dominicana: evaluación
    de una década"), es a partir de 1975, y especialmente en
    los últimos años de esa década, cuando
    comienza a abrirse un espacio para la percepción
    de la problemática específica de las mujer. Se
    inició el periodo de denuncia y comprensión de la
    condición de mujer, llegando al país los efectos de
    las ideas feministas que permitieron dar un viraje en los
    objetivos de
    los movimientos dominicanos, así como en las formas de
    lucha y organización de las mujeres, todo lo cual
    está relacionado con la conquista en 1978 por parte del
    pueblo dominicano de una mayor apertura democrática y la
    derogación de las leyes
    anticomunistas que amparaban la persecución y la
    supresión de los derechos políticos. El
    movimiento de mujeres se fue haciendo importante en la
    década del 70 y el 80, y en todo momento hubo dominicanas
    que trabajaron y lucharon por las reivindicaciones del
    género; una de esas dominicans fue Licelotte Marte,
    conocida política dominicana que se destacó por sus
    trabajos y
    representaciones del país ante la
    Organización de las Naciones Unidas.
    En la década del 80 surgen más de 30 organizaciones
    de mujeres que desarrollan actividades en áreas como
    educación,
    investigación, cultura,
    generación de empleos, salud y promoción.

    5. Actualidad

    La población dominicana creció
    demográficamente; de los ocho millones de habitantes que
    tiene el país, el 52 por ciento es mujer, según el
    último censo de población del 1993.
    Las reivindicaciones que en el campo social, intelectual y
    político, ha logrado la mujer, desde un punto de vista de
    grupo, gremios
    sociales, partidos
    políticos y grupos de la sociedad civil,
    son numerosas.
    En las últimas tres décadas la mujer
    participó en la vida pública, no de manera
    restringida, pero si aplacada por el duro escudo del dominicano
    machista, quien casi por obligatoriedad, tuvo que sensibilizarse
    y reconocer la capacidad y el alto nivel intelectual alcanzado
    por la mujer.
    De cara al siglo 21, tenemos una sociedad mayormente femenina,
    con una alta participación en la vida pública,
    privada e intelectual. En la actividad electoral, le corresponden
    a la mujer el 33 por ciento de los cargos, esto gracias a la
    resolución legislativa del 8 de marzo de este año.
    Mediante esa misma resolución, también se
    convirtió en ley un proyecto
    que modificó el artículo cinco de la Ley de
    Organización Municipal, para que en la boleta electoral
    municipal de todos los partidos se incluya una mujer en los
    puestos de síndico o visesíndico. La comisionada
    para el apoyo de la reforma y modernización de la justicia, Aura
    Celeste Fernández, reconoce el alto interés de
    parte de la mujer
    dominicana, especialmente en esta última década, de
    traspasar las fronteras del hogar y de lo tradicional para
    convertirse en un ente productivo. "Este es un factor muy
    objetivo, –
    afirma la comisionada – pero también hay un componente de
    subjetividad altísimo. No es lo mismo una mujer que aporta
    en el hogar (siendo una buena ama de casa o madre de familia) a una
    mujer que con esos dos componentes también aporta una
    cuota de lo que es el presupuesto
    familiar, porque puede estar mejor colocada al interior del
    hogar, para fijar y determinar lo que son las propias
    políticas, de poder
    ser tomadas mayormente en cuenta por su pareja y ser respetada".
    La mujer dominicana se desarrolló más al nivel de
    un sector social, específicamente el nivel medio (y a un
    nivel alto de la clase media), a
    pesar de esto, aún hay que trabajar mucho a la mujer del
    pueblo. Para Aura Celeste Fernández, esto es necesario
    porque hay un componente de educación en donde la mujer
    del pueblo "no tiene acceso a la educación formal y eso de
    por sí es una limitante para cualquier tipo de despertar
    de conciencia".

    6. Instituciones

    Desde enero del 1997 la Dirección General de Promoción de la Mujer de la Mujer se
    encargó de canalizar las inquietudes de las mujeres
    dominicanas para convertir la Ley en un instrumento de paz y
    equidad. No es hasta el 21 de julio del 1999 cuando el presidente
    Leonel Fernández,
    promulga la ley que convierte a esa institución en una
    Secretaría de Estado. Con la
    formalización de esta institución las dominicanas
    ganan un espacio, unas autoridades que se responsabilizan a
    establecer las normas y
    coordinar la ejecución de políticas, planes y
    programas a
    nivel sectorial, interministerial y con la sociedad civil,
    dirigidos a lograr la equidad de género y el pleno
    ejercicio de la ciudadanía por parte de las mujeres".
    Entre las leyes que favorecen a las dominicanas en la actualidad
    está la
    24-97 (Ley de no violencia
    contra la mujer), creada para proteger de la violencia a la
    mujer y a los miembros de la familia, castigando de manera
    efectiva la violencia en la casa y el abuso sexual.
    Mientras que la ley 55-97 las mujeres campesinas son susceptibles
    de recibir parcelas por parte
    del Instituto Agrario Dominicano. A pesar de la
    promulgación de la ley 24-97, que representa un logro para
    la mujer, la mentalidad del hombre machista dominicano
    pasó los límites a penas un año
    después de formalizada. El Centro de Educación y
    Asistencia Jurídica (Cejauri) registró 80 casos de
    violaciones y agresiones, de las que sólo 10 llegaron a
    los tribunales, mientras que el Centro de Protección Legal
    y
    Servicio
    Social del Sur, en 1997 registró 150 casos de violencia
    intrafamiliar: violaciones sexuales, demandas de
    protección, reconocimientos de paternidad y demandas de
    divorcio. El
    alcance de la ley 55-97 también ha sido cuestionado con
    frecuencia por el Centro de Estudios Sociales y
    Demográficos (Cedem), afirmando que "ante a
    opresión masculina y la exclusión de los más
    elementales derechos
    económicos, sociales y políticos, es natural que
    las mujeres rurales recurran a otras alternativas: emigrar,
    lanzarse a un mercado laboral hostil y
    casarse temprano". Es por eso que a pesar de los avances, el
    camino que le falta por recorrer a la mujer dominicana se observa
    aún largo. Las jornadas de concientización a las
    familias, la difusión de las leyes en los medios de
    comunicación y el
    establecimiento de oficinas coordinadoras en las cabeceras de las
    provincias que representen a la Secretaría de la Mujer,
    son sólo una parte de las necesidades del género
    femenino dominicano.
    Aura Celeste Fernández está de acuerdo en que
    todavía hay que trabajar mucho en el despertar de la
    conciencia de las mujeres. "Siento que hemos ganado mucho, pero
    todavía falta por trabajar, es una labor delicada, pues no
    podemos caer en situaciones extremistas. Somos sostén del
    hogar y la
    familia, prolijamos la unidad, porque somos las que transmitimos
    las tradiciones familiares, somos las que rescatamos nuestros
    muertos y los vamos haciendo vivos frente a nuestros hijos y
    nietos", afirmó Fernández.

    ***************************************************************************

    7. Opiniones:

    • Josefina Padilla
    "El liderazgo
    político en las dominicanas se ha desarrollado, pero no en
    la medida en que la mujer debía participar, eso se debe
    básicamente a que no se le concede el espacio que ellas se
    merecen.
    En la República Dominicana hay más mujeres que
    hombres, sin embargo el hombre
    tiene el derecho de participar en todos los porcentajes y a las
    mujeres se les "concede" un 40 por ciento, como una
    aprobación, o sea, que la mujer es un ser de segunda
    categoría, así se le considera en el Estado;
    pero yo creo que debió concedérsele el 50 por
    ciento, que es lo que se merecen".

    • Neici Zeller
    "El liderazgo político de la mujer dominicana siempre ha
    sido destacado, tanto en derecha, como en izquierda. Es algo que
    tenemos que sopesar muy bien, porque en algunos países se
    habla nada más de la mujer como una fuerza política
    conservadora y aquí no es el caso, tenemos mujeres
    destacadas en el
    amplio ámbito político".

    • Mu- Kien Sang Ben
    Considero que los logros que la mujer ha adquirido han sido a
    través de luchas sistemáticas. Los logros obtenidos
    han sido por un movimiento organizado de mujeres. Si tu me
    preguntas si soy feminista porque creo que todavía tenemos
    mucho qué lograr en el ámbito de los derechos
    políticos, yo te digo que sí, ahora bien, si tu me
    dices si yo soy feminista y una mujer porque el hecho de ser
    mujer, raya en la negación de la ética, en
    la negación de un proyecto político verdaderamente
    democrático, que se proyecte como un proyecto autoritario,
    no soy feminista. No por ser mujer voy a defender posiciones con
    las que no estoy de acuerdo o que rayan en la ética o
    que enarbolan
    proyectos para
    mi atrasados.

    • Juan Daniel Balcácer.
    Todas esas universidades llegaron a tener (y tienen
    todavía hoy) una matrícula elevadísima de
    mujeres. Eso se debe fundamentalmente al hecho de que
    también en la subconciencia colectiva del pueblo
    dominicano, donde ya se han operado transformaciones muy
    importantes en el ámbito sociológico y
    cultural, la mujer es educada para ser un ente útil y
    autosuficiente; antes la cultura era al revés, la mujer
    era educada para aspirar a casarse, formar un hogar y servirle a
    su marido y sus hijos.

    • Aura Celeste Fernández
    "Llevar el dinero a la
    familia implica para la mujer tener poder, el que tiene información tiene poder, así mismo
    la que aporta dinero para la
    vida familiar, genera poder hacia el interior del hogar. En cada
    mujer ya hay un germen de conciencia interna, de entendimiento
    por la misma actitud
    protagónica que asumimos en cada esfera social en la que
    participamos, en donde tenemos ya el
    conocimiento, aunque sea subyacente, de que somos plurales,
    capaces de intervenir en las más diversas áreas."
    El precio ha sido
    muy alto, pero ahora estamos en una posición diferente, la
    mujer ha entendido cabalmente que la mujer no sólo da para
    el hogar y que su capacidad es infinita.

    ***************************************************************************

    "La empresaria dominicana necesita oportunidades"

    Para la empresaria Elena Villeya de Paliza, la mujer dominicana
    aprovechó las últimas tres décadas para
    prepararse académicamente, y las que no tuvieron la
    oportunidad de hacerlo, no se quedaron atrás y se
    atrevieron a subsistir de forma inteligente y honesta. Al hablar
    de la mujer empresaria dominicana, Villeya de Paliza se declara
    convencida de que "una de las cosas fundamentales que está
    cambiando, que ya ha cambiado, que debe seguir cambiando y que
    cambiará aún más, es el nivel de
    educación femenino". El hecho de que la mujer esté
    participando en las universidades en niveles superiores a los
    hombres, creará un potencial femenino muy fuerte,
    según la empresaria, ya que la educación es la base
    para poderse desarrollar, insertar y competir mejor en el
    mercado
    laboral. Un
    punto considerado
    importante por la dama, es la necesidad de que se les brinde a
    las dominicanas la posibilidad de obtener financiamientos para
    desarrollar negocio o pequeñas empresas en
    condiciones competitivas. "A las mujeres empresarias les
    recomendaría balance, – afirmó Villeya de Paliza –
    no creo que la mujer tiene que dejar de ser mujer para ser
    empresaria, sí creo que tiene que ser muy profesional.
    Añadió que la madre dominicana es una madre
    dedicada y trabajadora, que por principio tiende a ser honesta,
    lo que indica que tiene una alta escala de valores que
    debe ser protegida y propagadas a través de las
    escuelas.

    8. Frases…

    Cuando la mujer haya logrado su emancipación
    económica verdadera; cuando haya desaparecido por completo
    la situación que la obliga a prostituirse en el matrimonio de
    interés o en la venta
    pública de sus favores; cuando los prejuicios que pesan
    sobre su conducta sexual
    hayan sido destruidos por la decisión de cada mujer de
    manejar su vida; cuando las mujeres se hayan acostumbrado al
    ejercicio de la libertad y los
    varones hayan mejorado su detestable educación
    sexual; cuando se viva días de nueva libertad y de
    paz, y a través de muchos tanteos se halle manera de fijar
    las nuevas bases de
    unión entre el hombre y la mujer, entonces se dirán
    palabras decisivas sobre esta compleja cuestión. Pero
    nosotros no oiremos esas palabras. La época que nos toca
    vivir es la de derribar barreras, de franquear obstáculos,
    de demoler para que se construya luego, en todos los aspectos, la
    vida de
    relación entre los seres humanos.

    Camila Henríquez Ureña. Conferencia
    pronunciada en la Institución Hispano- Cubana de Cultura
    el 25 de julio de 1939.
    De los 102,635 estudiantes de la Universidad
    Autónoma de Santo Domingo, 38,617 son hombres, que
    representan el 36 por ciento y 64,018 son mujeres, que
    representan el 64 por ciento del estudiantado total.

    9. Participación
    Femenina en gobiernos Municipales, 1970- 1998

    Año Ambos sexos Sindicas mujeres % de mujeres Ambos sexos
    Regidoras
    mujeres % de mujeres
    1970 78 1 1.28 423 33 7.80
    1974 78 1 1.28 453 48 10.60
    1978 84 0 0.00 484 61 12.60
    1982 94 2 2.13 584 23 3.94
    1986 99 4 4.04 637 39 6.12
    1990 103 5 4.85 625 64 10.24
    1994 107 6 5.61 642 65 14.80
    1998 117 3 2.56 777 176 22.65

    De las treinta provincias en que se divide el país,
    sólo diez han contado con una representante en la
    Cámara del Senado (4%) contra 242 senadores
    (96%).

     

     

    Autor:

    Manuela Lora

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