Monografias.com > Psicología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Duelo, muerte y desaparición




Enviado por musicantecba



    El Psicoanálisis se ha planteado desde sus
    inicios la cuestión de la muerte como
    un problema vivencial y de conocimiento.
    Considerando que resulta esencial para comprender la vida humana.
    Pensar en términos psicológicos la cuestión
    de la muerte, su
    inevitabilidad, ha sido sin lugar a dudas una de las fuentes de
    interrogantes esenciales del ser humano. Nos ha permitido
    especialmente trabajar sin reducir la problemática a una
    cuestión filosófica. Además de constituir un
    posible paradigma del
    límite en tanto inevitable, es también, una de las
    formas posibles de pensar una articulación que nos
    interesa particularmente. Comprendemos el Mito
    Originario de la Muerte del
    Padre como estructurante a la vez del sujeto y de la cultura;
    muerte simbólica, cuya inscripción como
    culpabilidad inconsciente es el fondo sobre el que la Ley opera. Este
    padre muerto se vuelve más poderoso, que en vida, por
    efecto de la obediencia retroactiva. Por la culpa y la deuda (el
    don). Esto además porque era un padre también
    amado.

    Relacionaríamos el pensamiento
    freudiano como universalista y el relativismo cultural, en las
    significaciones de la muerte para los diferentes pueblos y
    culturas. Consideraríamos además lo singular, no
    solamente en que cada uno es mortal sino que también cada
    uno tiene su propia forma de morir. Participamos, de manera
    más o menos inconsciente, en el camino que nos conduce a
    nuestra propia muerte.

    La tendencia a sufrir accidentes,
    muchas veces relacionados con diversos tipos de actos fallidos,
    seria una forma bastante expresiva, aunque sencilla, de decir lo
    mismo.

    Articular duelo, muerte y desaparición es algo
    problemático. Podemos tomar diversos ejes ordenadores,
    pero trataremos de articular algunas relaciones con el proceso o los
    momentos lógicos fundantes de la constitución subjetiva.

    La idea de límite al pensamiento
    mágico o místico (omnipotente), nos sostiene en el
    aserto psicoanalítico: nunca nada es para siempre. Esto
    quiere decir que trabajamos en el campo en donde lo más
    significativo no es ciertamente la estabilidad y la certidumbre.
    Cualquiera de las adquisiciones que hacemos en nuestro desarrollo
    pueden trastocarse, perderse, variar, etcétera.

    Los castigos míticos de exilio, locura y muerte;
    la potencialidad humana a la locura como potencialidad del ser,
    la locura de amor, de odio,
    de ignorancia, de dolor y soledad, son los ámbitos que
    nutren nuestra vida como preparación para la muerte. Cada
    uno debería poder elegir
    su muerte. Elegir es psicoanalíticamente hablando, lo
    inconsciente que conduce, creando una cierta aceptación
    para la muerte se transforma en algo "natural"; la vida que deja
    lugar a la nueva vida. Pero lo traumático acecha, con la
    muerte de los hijos, las desapariciones, las catástrofes
    sociales que exacerban, a diferencia de las catástrofes
    naturales, el narcisismo de las pequeñas diferencias. Lo
    pequeño ocupa la dimensión de lo trágico y
    los fundamentalismos religiosos, étnicos e
    ideológicos cobran sus víctimas
    sometiéndolas al poder, la
    fuerza y el
    terror.

    Retomando la cuestión de la muerte, si bien no
    existe la representación inconsciente de la propia muerte,
    esto no quiere decir que no existan deseos y fantasías de
    muerte. ¿Quién no quisiera, por ejemplo, un lugar
    ideal, paradisiaco, con una tranquilidad absoluta como la del
    nirvana?. Esta idea del "descansa en paz" (R.I.P.), es incluso
    útil para los supérstites. Lo que se nos aparece
    como conflictivo, paradójicamente, es la vida. Es la
    fuente de disturbios y conflictos.

    El lugar de la muerte es el que soporta la
    estructuración del sujeto en el orden simbólico.
    Freud
    decía que la carta era la
    palabra del ausente. Cuando nombramos una cosa, la palabra es ya
    la muerte de la cosa. Al nombrar la cosa, valga la redundancia,
    la cosa es otra cosa. Es algo con un nombre. Nunca hay una
    relación unívoca entre la cosa y lo representado,
    entre la cosa y la palabra. Lo que no podemos nombrar en las
    cosas es lo que llamamos traumático. Es el silencio, el
    secreto, el "saber no sabido" que se reconoce como propio
    solamente por la interpretación o la construcción. Por eso trabajamos con
    palabras. Lo que no se puede nombrar es el trauma. Siempre
    estamos a una cierta distancia de las cosas, hay siempre un
    cierto sentimiento de exilio. El momento en que nombramos,
    nominamos, no es nunca el momento en que percibimos. Nuestras
    palabras llegan siempre, con posterioridad, a nuestras
    sensaciones. El principio del Estadio del Espejo, en
    relación con el narcisismo en su especularidad, consiste
    justamente en que nuestra percepción
    es antropomórfica, pero a diferencia con la Psicología, para
    nosotros, no existe una forma afuera, preexistente, es siempre
    nuestra propia forma la que se busca afuera. La percepción
    trabaja también bajo el retorno de lo reprimido. Nos
    involucramos en nuestras percepciones, transferimos. Por esto
    consideramos fundamental señalar el lugar de la verdad,
    que no es la supuesta "percepción objetiva", sino un
    atravesamiento de la subjetividad y una construcción / ficción
    teórica que produce realidades que implican siempre una
    interpretación. No nos referimos a la hermenéutica,
    en donde se sacaría algo supuestamente profundo de
    algún lugar. Se trata de una antihermenéutica en
    donde interpretación es producción de sentido, de un sentido que es
    nuevo y solamente verdadero para alguien en un determinado
    momento.

    Es siempre nuestra propia forma lo que buscamos afuera.
    Por esto es imprescindible introducir aquí la
    cuestión del narcisismo (amarse a uno mismo, a la propia
    imagen) y
    diferenciarla del lugar de la verdad como a producir. Si hablamos
    de lugares y agentes nos colocamos en una concepción
    esencialmente diferente a la de la
    comunicación. Lugares y agentes que los ocupan
    configuran modalidades discursivas. Además del lugar de la
    verdad está el lugar del otro, la relación al otro.
    Es a través de las identificaciones narcisísticas
    como se constituye el sujeto en la alienación y comienza
    la separación. El Yo como siendo otro. Con otro cuya
    imagen me
    constituye. El deseo es "el deseo del otro" (Otro-otro-otros),
    omnipotente primigenio, todopoderoso. La cuestión de la
    imagen es esencial puesto que no es un reflejo. Por ejemplo:
    madres con relaciones muy violentas y hostiles con sus hijos
    generan en los niños lazos muy intensos amorosos. Cuanto
    más violenta sea la madre, más fuerte el lazo
    amoroso con ella y por consiguiente mayor dificultad para la
    posibilidad de desvincularse de ese lazo. Lo mismo ocurre en el
    ámbito de las parejas. Este tipo de relaciones suele
    romperse de manera violenta, sumamente impulsiva. La
    fantasía de quién se separa es que dando un portazo
    los problemas
    quedan detrás de la puerta. No es así. Los problemas los
    llevan también con ellos. Insistiendo, imagen no es
    reflejo.

    Es de interés
    considerar como proceso de
    construcción la constitución de la subjetividad humana. Si
    se dan ciertas condiciones puede instaurarse una
    regulación de la vida pulsional que nos brinde la
    posibilidad de desear y fantasear. Esto implica inevitablemente
    el atravesamiento de los tabúes (prohibiciones)
    básicos universales: canibalísticos, parricidas e
    incestuosos.

    Si hay un otro adulto deseante que se constituye en
    primer lugar como función materna será posible la
    construcción de un narcisismo o amor a
    sí mismo. Esto es imprescindible para la
    constitución de ese "nuevo acto psíquico", del cual
    surge un Yo humano definido como lugar de conocimiento y
    de desconocimiento. Ese nuevo acto psíquico es el Estadio
    del Espejo.

    Este otro materno, como dice Wilfred Bion, debe tener
    capacidad de "rèverie", que consiste en volver asimilables
    algunas de las experiencias displacenteras del infante. Esto
    quiere decir que estas experiencias, al retornar de una madre "un
    poco buena" como la llama Winnicot, posibilitará las
    inscripciones-representaciones psíquicas. Es importante
    este concepto porque
    no transforma a la madre en una figura idealizada, sino que
    considera que además del amor también el odio tiene
    existencia. Ex – iste.

    En la cotidianeidad podemos observar cuando las madres,
    especialmente si se trata de niños muy pequeños, no
    pueden arrullar, calmar al niño.

    Esto es frecuente en el trabajo con
    la violencia
    familiar. Es notable la dificultad de "calmar",
    "tranquilizar" a los niños de parte de los miembros de una
    familia
    violenta. La diferencia esencial pasa por la compulsión de
    repetición, ya no solo la ex- xistencia sino
    también la in-sistencia: el ciclo de la Violencia.

    La Psicopatología de la Vida Cotidiana, como la
    violencia
    familiar, nos revela, como nos lo enseña Freud, de una
    manera muy clara lo que ocurre también en la psicología de todos
    los seres humanos. Todos podemos pasar por momentos de descontrol
    sin considerarlo un problema de violencia
    familiar. En la violencia el otro es un semejante,
    fundamentalmente especularizado, con imagen sin sostén en
    los ideales. Las cosas son como dice el Otro, omnisciente,
    todopoderoso. No hay posibilidad de bascular del otro al otro y
    poder preguntarse qué quiere, que es aquello por lo que
    somos reclamados por nuestro ser. El núcleo verdadero de
    nuestro ser: lo Inconsciente. El deseo. Se desea alienadamente el
    deseo del otro, sin poder registrar para quién se es. Para
    qué y quién hacemos lo que hacemos. Por esto la
    atención a las demandas de amor de las víctimas,
    con la actitud de
    dama de caridad o de inmiscuirse morbosamente en la intimidad de
    las personas, sin que quede planteada la pregunta
    ¿Quién me quiere?, ¿Para qué me
    quiere?, es una burla alienante que reduplica la dependencia y
    conducirá a repeticiones compulsivas del : "él
    dice" "él quiere", "él no quiere", etc. Poder
    preguntarse sobre lo que la persona quiere
    para sí misma y los demás es el camino que debemos
    transitar. Del mismo modo el asitencialismo demagógico es
    una falta de respeto a la
    Víctimas, puesto que la cantidad excluye inexorablemente
    la calidad,
    estableciéndose un programa
    pedagógico de sustitución de dependencias que
    resulta perverso, con resultados a corto plazo y sin investigaciones
    que las avalen. Si a esto agregamos la enorme dificultad del
    trabajo interdisciplinario se establecen hegemonías
    judicializantes, priquiatrizantes, socializantes o
    psicologizantes. Todo esto lleva a la necesidad imprescindible de
    replantear el montaje de los Dispositivos Institucionales para
    atender problemáticas, no de Víctimas de delitos, sino de
    diferentes formas de padecer o sobrevivir a la violencia. La
    pérdida de la singularidad del caso, según el
    método
    freudiano es una forma de masificación, de
    imaginarización que obstaculiza los cambios que la
    persona
    esté preparada, requiera y considere necesarios. En este
    sentido el tratamiento de los problemas de violencia se impregnan
    de violencia, aún actuada o de "buena fe" o de buena
    voluntad", como militancia de fundamentalismos religiosos, al
    mismo tiempo que
    autoritarios. Por otro lado la curiosidad morbosa de personas no
    preparadas para este tipo e trabajo, valoran el sufrimiento por
    el centimetraje cúbico de lágrimas sin poder
    evaluar los verdaderos riesgos. Estos
    siempre aparecen en relación con el trauma, es decir al
    silencio. Aquí se juega esencialmente una
    concepción de lazos sociales, los modos de
    establecimiento. Las concepciones judicativas se hacen desde una
    chismografía caritativa, con ánimo de hacer el
    bien.

    Retomando la problemática de las experiencias del
    niño, hay siempre experiencias que no se inscriben, que no
    se registran. Esto es lo que le vuelve al niño cuando no
    puede ser calmado.

    A esto lo llamamos la "cosa en sí", lo que
    siempre queda como "resto", como "inasimilable", lo "no
    representable". El silencio del trauma.

    Nos humanizamos entonces como seres escindidos,
    divididos, es decir nuestra conducta
    estará siempre sobredeterminada, al mismo tiempo que
    producto de
    loo aleatorio y de azar. Los productos
    psíquicos serán una formación de compromiso
    entre instancias o sistemas
    psíquicos.

    El amor parental, modo de encarnación del
    Mito de
    Narciso, es una de las facetas en las que los juegos
    imaginarios del amor pueden llevarnos al ocultamiento de la
    dimensión de muerte del narcisismo. Ninguna obra
    clásica literaria sobre el amor ha
    perdurado si no termina en la muerte. Las otras son de Hollywood.
    El Psicologismo Norteamericano, tan frecuente en las
    películas en que se resuelven las situaciones con
    algún tipo de interpretación, estereotipada, da un
    giro a la situación planteada, a partir de lo cual se
    configuran los modos de conclusión de las
    historias.

    Pensamos entonces que es posible un amor a muerte por la
    fascinación que puede producir la imagen en su
    omnipotencia que puede ser feroz. Veremos esto en relación
    con el autoritarismo.

    Nos constituimos como Yo a partir de la imagen que nos
    devuelven los otros. Este alias o alienación a la que
    llamamos Yo tiene sin embargo un soporte simbólico. Es el
    pasaje a través de esta primera alienación en la
    constitución del yo humano, que puede surgir la
    posibilidad de ruptura de este lazo narcisista con la madre. Este
    Yo que a su vez es otro posibilita esa doble vertiente de
    desconocimiento/no saber y la posibilidad también de un Yo
    de conocimiento/saber.

    En las relaciones de violencia, consideramos entonces,
    el lugar de la muerte, la relación al otro y agregamos la
    adhesión que el poder solicita y obtiene. Esta
    adhesión tiene su fuente en la misma estructuración
    del sujeto, del deseo humano. Corresponderá a una
    identificación al superyó como ideal, feroz,
    obsceno, omnipotente. Este es uno de los aparentes beneficios de
    la adhesión, del consenso. Pero es al mismo tiempo lo que
    posibilidades de puesta en cuestión del discurso, con
    citas, enigmas, posibilidad de plantearse interrogantes: Sin
    estas condiciones no hay tratamiento victimológico que no
    sea una psicología espuria adaptativa, ejercida
    esencialmente con gente sin entrenamiento
    psicoterapeutico. Es comprensible que haya gente que se interese
    por la Psicología, pero esto no es Interdisciplina. No es
    abocarse a un problema concreto y
    plantear la diversidad de alternativas que surjan de cada caso,
    que es "Uno", único e irrepetible.

    Esto que llamamos otro o alias es el constituirnos sobre
    la base de la imagen que recibimos de nosotros por parte de los
    otros. Como somos "vistos". La cuestión simbólica
    aquí es para ser vistos por quienes hacemos lo que
    hacemos. esto es ,sin duda una vuelta de tuerca. El poder toma su
    soporte, su eficacia de la
    aceptación de que es objeto. No se trata de un problema
    cognitivo, sino constructivo, de actos inconscientes, de los
    fundamentos de los cuales depende su eficacia.

    Este otro, la madre toma o no en cuenta al padre. Si el
    padre es alguien significativo para la madre, el niño
    vivirá la experiencia de no ser todo para esa mamá.
    Si la madre desea al padre este puede constituirse en
    función y darle su nombre al niño. El niño
    llevará, entonces, el Nombre del Padre. Vemos que lo que
    se juega en la función materna, en este primer momento.
    Función materna es una concepción que se toma en
    cuenta si consideramos los aportes de la Escuela inglesa
    de Psicoanálisis. En una línea
    freudiana hablaríamos de lo pre-edípico, pero
    esencialmente del complejo paterno. Con Lacan, mas allá
    del Edipo, hablaríamos del deseo de la mujer y del
    Nombre del Padre. Esto otorga una significación, un
    significado al niño. Hay una producción de sentido, se trata por lo
    tanto de una metáfora. Estamos ya en el nivel de la
    identificación simbólica, al ideal parental. Al
    producirse la sustitución del deseo de la madre por el
    Nombre del padre se funda la posibilidad sustitutiva que
    posibilita el desplazamiento de las cadenas asociativas, produce
    como posibilidad el
    lenguaje.

    Esta metáfora es fundante, fundadora en tanto
    posibilita la desligazón posible del niño con su
    madre. Hemos visto que es mucho más dificultosa de llevar
    a cabo en las relaciones violentas.

    Habiéndose constituido el primer momento de
    narcisisación-alienación será posible que
    sobre él se produzca un corte en el camino hacia la
    individuación, es decir, lo que el Psicoanálisis
    tradicionalmente conceptualiza como castración, que desde
    una reformulación lógica
    podríamos definir en términos de límite, de
    "no todo". Un límite a la omnipotencia de lo de vida y
    muerte del narcisismo. A la desmesura del todo o nada. Esta es la
    posibilidad de límite al poder y especialmente al poder
    absoluto. Para esto es necesario que el niño sea "no todo"
    para la madre y le dé lugar al padre. Luego el padre
    será "no todo" para el niño y dará lugar a
    la cultura.
    ¡Irás a la escuela porque
    los niños de tu edad van a la escuela!. El Otro padre
    dirá: ¡Vas a la Escuela porque Yo lo
    digo!

    Para la subjetivación de este límite hay
    una condición previa, que está relacionada con los
    ideales parentales. En esto quisiera ser muy preciso puesto que
    aquí Freud se refiere a lo "parental" y no solamente al
    padre o a la madre. Este ideal del que el infans se apropia,
    constituye el modelo o
    soporte sobre la base de la cual se constituirán las
    series de las llamadas identificaciones secundarias.

    Si le llamamos a la captura por la imagen
    identificación primaria narcisista, la apropiación
    de un ideal se constituirá en la identificación
    primaria simbólica. Dará significación y
    posibilitará la filiación del niño como
    parte de una familia. Esta
    identificación es simbólica en tanto da una
    filiación, un lugar en una familia humana. Sostiene,
    además, la imagen y permite su modulación en las
    oscilaciones pasionales narcisísticas. Aquí primero
    no quiere decir secuencia cronológica sino importancia
    como momento fundante, momento de resignificaciones, siempre
    "a-posteriori" en la constitución del psiquismo del
    niño. Se trata de lógicas cronológicas y de
    otros modos lógicos de pensamiento.

    Recapitulando podríamos decir que para que se
    establezca un corte o límite tiene que haberse consolidado
    suficientemente, una previa relación narcisista. De este
    modo este segundo momento al que llamamos separación puede
    ser vivido como una pérdida, como un duelo y no como una
    catástrofe. La catástrofe psíquica que se
    produce en las víctimas de violación, por ejemplo.
    Allí se juega la sexualidad y
    también el deseo, el poder y la muerte. Por esto la
    tortura va tan estrechamente relacionada a la muerte y la
    desaparición.

    Para que haya un corte tiene que haber algo que presente
    la suficiente consistencia, un rechazo o resistencia a ser
    cortado. Tiene que haber un narcisismo constituido. Solo duele,
    es decir hay duelo, cuando perdemos algo que es valorado, valioso
    para cada uno de nosotros. Aquí también como en el
    caso de la muerte, el duelo es un concepto
    generalizable que forma parte del pensamiento universalista
    freudiano así como del máximo relativismo cultural
    o singularidad en la que cada uno de nosotros vive algo como
    pérdida según el valor personal que le
    otorguemos a lo perdido. Como vemos lo universal se articula con
    el relativismo cultural y da relevancia a la singularidad de la
    experiencia.

    Podemos considerar entonces el duelo como un modo de
    nombrar la pérdida, que siempre tendrá que ver con
    el miedo a la pérdida del amor, de anhelos, de deseos; la
    pérdida de lo que llamamos en general "objetos". Objetos
    en el lugar de la causa de la constitución de un psiquismo
    humano sexuado. El Trabajo de
    duelo consiste en desanudar "una a una " las expectativas que
    había, que se tenía con respecto al objeto. La otra
    parte del trabajo es la intensificación de los recuerdos.
    Esto hace imposible la elaboración del duelo en la
    desaparición, puesto que las expectativas quedan abiertas.
    Esto ocurre también en los desaparecidos a causa de
    desastres "naturales". La diferencia radica en que a partir de
    los fenómenos naturales se desencadenan acciones de
    solidaridad, que
    posibilita, a modo de rèverie, el trabajo del duelo. Las
    catástrofes terroríficas socio-polícas
    obstaculizan las dos vertientes de elaboración. Del lado
    de las expectativas acrecienta las expectativas en el derivar de
    un a búsqueda y anula la posibilidad de la
    intensificación de los recuerdos por la
    descalificación de la valoración social que aceptan
    la desaparición. Esta aceptación, o "por algo
    será" nos impide valorar lo realmente ocurrido. Por otra
    parte la desaparición produce un trauma, que en sentido
    estricto se corresponde a una ruptura de las cadenas o conexiones
    asociativas, se expresa, se pone en acto por lo tanto, en el
    silencio. Por esto es que los actos rituales "en memoria" de los
    desaparecidos cumplen un papel
    fundamental en la respuesta social a esta pérdida. El
    caminar en círculos, en demarcar tiempos y espacios. Esta
    es una diferencia esencial con el trabajo del duelo.

    El tercer tiempo sería entonces el del paso de la
    separación a la diferencia de los sexos. En este momento
    se hace posible el cuidar del otro. Se han atravesado los "modos
    previos de la elección de objeto", en donde predomina el
    odio del amor a muerte del apoderamiento y otras formas
    destructivas del amor. Los celos y las reacciones violentas
    frente al establecimiento de la pareja, la paternidad y
    maternidad y el trabajo. Desencadenantes que en nuestro medio
    debemos agregar el alcoholismo
    como problema de salud y social completamente
    descuidado puesto que no rinde el beneficio económico de
    dedicarse al problema de las drogas, en
    las que se hacen significativas inversiones.
    Negocio este como el de las armas
    imprescindiblemente protegido por las más altas esferas de
    poder para que sea posible su multiplicación.

    Veremos que siguiendo el esquema que planteamos podemos
    considerar que las situaciones violentas se ponen en juego cuando
    se dan separaciones (de las familias de origen), convivencia que
    pone en juego la
    identidad
    sexual de cada uno y embarazo que
    pone en juego la cuestión de la paternidad y la
    maternidad. El trabajo, como el desempleo o
    sub-empleo
    cuestiona muy fuertemente el narcisismo y los roles establecidos
    socialmente para el hombre y la
    mujer. Recordemos
    que la etimología de la palabra Crisis deriva
    de términos latinos que se refieren a separación y
    diferencia.

    Constituido entonces el narcisismo se genera la
    posibilidad de valoraciones de lo bueno, lo valioso, lo malo y lo
    feo. Ética y
    estética articuladas en los orígenes.

    Es, entonces, la pérdida de algo valioso, que
    puede registrarse como perdido y no como catástrofe, a
    partir de la constitución del objeto del narcisismo, como
    otro, ya no-solo semejante sino también diferente. Otro al
    que llamamos prójimo.

    La pérdida del objeto de la experiencia de
    satisfacción que pone en movimiento al
    deseo, alucinación, sueño y fantasía. Se
    fundará de este modo la posibilidad de "encuentros" con el
    objeto. Todo encuentro será para Freud un reencuentro con
    el objeto perdido. Pérdida del objeto de la
    pulsión, pérdida del objeto del deseo y en tercer
    lugar, aunque siempre a posteriori, la pérdida del amor
    materno que resignificará las pérdidas fundando un
    espacio diferenciado, al que llamaremos con Lacan éxtimo.
    Esto es un interior-exterior, es decir el Es, el Eso, el Ello o
    como lo llamaba Freud "el núcleo verdadero de nuestro
    ser".

    Se ha abundado excesivamente, en la importancia de la
    pérdida. Se ha reflexionado menos acerca de lo qué
    se ha perdido. Esto ha producido una tendencia melancolizante en
    el Psicoanálisis contemporáneo. En términos
    de Octave Mannoni se ha resaltado solamente la especularidad de
    ese Yo que se funda en el Estadio del Espejo, reduciendo el
    imaginario a lo especular. El juego de las pasiones humanas,
    el amor, el
    odio, la ignorancia, tienen consistencia. Estos producen efectos
    y son como todo producto
    psíquico formaciones de compromiso entre instancias o
    sistemas. La
    ignorancia, que todos compartimos, nos remite a un "no querer
    saber nada", que no por ello resulta menos
    significativo.

    El término pasiones es muy interesante, lo
    suficiente como para preguntarnos que se juegan en ellas y como
    gobiernan nuestras vidas. Pienso que él término
    pasión no puede reducirse a ser definido solamente como un
    afecto.

    Recordemos que a partir de la experiencia de
    satisfacción, a partir de sus huellas, de sus marcas, en sus
    inscripciones, transitará un movimiento al
    que llamamos deseo. El deseo va a actuar por una sumatoria de
    estímulos. Huella es en Freud representación
    también y por lo tanto puede ser reprimida. Los afectos no
    se reprimen. Están relacionados con la experiencia de
    dolor. Esto tiene que ver en su posibilidad de expresión
    en el elogio de la locura, que hacemos como posibilidad humana de
    enloquecer de dolor, de amor, de soledad. Esto quiere decir que
    nuestro psiquismo tiende inevitablemente a deshacerse de los
    afectos. En relación al amor surge entonces una
    articulación con la atracción, con el deseo, con lo
    buscado en tanto que perdido. El afecto no puede reprimirse,
    derivará de diversas maneras siendo una fuente inevitable
    de producción de equívocos. Si hay leyes a las que
    llamamos proceso primario, estas regirán para las
    representaciones inconscientes, no así para los afectos.
    Por esto se pone tanto énfasis en el trabajo con la
    palabra, la importancia de la literalidad y de su valor
    fónico en el tratamiento. Esto se ha traducido
    también en un escepticismo desvalorizativo de lo afectivo,
    olvidando que la representación palabra del sistema
    preconsciente-consciente brinda la posibilidad de la ligadura de
    las palabras a los afectos que les corresponden.

    Pero hay situaciones en las que no se habla, cosas,
    hechos, que se prefieren ignorar. Ideas, posiciones que se
    defienden apasionadamente o se rechazan profundamente. Uno de
    estos temas, de vigencia actual en nuestro país, es el de
    la tortura y desaparición sistemática de
    personas.

    Hemos perdido casi una generación de nuestros
    ciudadanos más valiosos por la tortura y el exterminio
    sistemático llevado a cabo por el terrorismo de
    estado.

    ¿Cómo relacionamos lo que aparentemente
    serían dos cuestiones de ámbitos muy
    diferentes?.

    Comparto con Robert Castel que una de las deudas
    más importantes del Psicoanálisis es el estudio de
    las relaciones entre la constitución de la subjetividad y
    el poder. Esto se expresa en la práctica en la
    ineficiencia gubernamental de caminar en la proposición
    tanto de políticas
    como de Dispositivos Institucionales diferenciados para los
    problemas, que no se agoten en una caracterización
    jurídica. Esto afecta la eficacia y la eficiencia en la
    aplicación de los escasos recursos
    disponibles.

    Retomando el contexto y objetivo
    general de la exposición decimos que se ha vivido en una
    situación de terror, puesto que esto va mas allá
    del miedo. El terror o pánico es a lo que no podemos
    ponerle nombre. Lo que denominábamos trauma o
    traumático. Es un miedo sin nombre, primordial. Es la
    situación en las que trabajamos con frecuencia en los
    sobrevivientes de la violencia.

    Pero en este caso, el terror impuesto frente a
    la posibilidad de ser "desaparecido", de la desaparición,
    de estar más allá de la vida y la muerte involucra
    lo social de un modo diferente. Se trata de una catástrofe
    social. Existen puntos de relación entre ambas
    problemáticas, puesto que cada una puede arrojar algo de
    luz sobre la
    otra. Ambas deben ser pensadas desde Dispositivos y marcos
    Institucionales diferenciados. Estos marcos no han sido definidos
    y mucho menos puesto en acción. Las tácticas y
    estrategias
    relacionadas con lo asistencial no son las mismas, aunque tengan,
    también, puntos en común con otras modalidades de
    sobrevivencia.

    Es comprensible que, la dictadura de
    terror, en nuestro país esto haya producido efectos
    notables. Aún persistentes.

    Mencionamos al pasar, la destrucción
    sistemática de la Universidad
    Argentina que se
    inició en 1966 y que continua hasta nuestros
    días.

    Algunos efectos han consistido en la
    proliferación de grupos con
    posiciones teoricistas que comparten códigos
    herméticos. Al no plantearse el problema de las
    contrastaciones empíricas, es decir, no partir de los
    problemas sino de imposiciones teóricas, resultan
    inevitablemente dogmáticos. Esto quiere decir que se
    imponen como verdades absolutas e indiscutibles. Debemos
    también considerar la exclusión de los
    ámbitos institucionales en los que se desempeñaban
    a quienes en esos años llamábamos Trabajadores de
    la Salud Mental. Era
    sin lugar a dudas una época de aperturas al trabajo
    interdisciplinario, que se correspondía a importantes
    movimientos intelectuales y sociales en otros
    países.

    En relación con el tema que nos ocupa se
    planteó un interrogante y se llevó a cabo una
    puesta en cuestión de los efectos del poder, desde
    distintas perspectivas con relación a la subjetividad, tal
    vez en el aspecto menos estudiado, el de la
    adhesión.

    En este breve esquema de desarrollo que
    tratamos de sistematizar, debemos considerar que existe una
    situación de desamparo inicial en donde el otro se
    constituye como alguien de quien depende la vida o la muerte del
    cachorro humano, me refiero al otro (Otro), es decir a una
    socialidad que es primordial, esencial en la constitución
    del psiquismo humano. Esta dependencia tan particular constituye
    para Freud la condición del surgimiento, de la fuente de
    los motivos morales.

    Ese otro puede ser un otro omnipotente, constituyendo
    una extimidad que al no poder limitarse, reprimirse, censurarse,
    no puede poner límites. Aquí es,
    paradójicamente, donde surge la exigencia de que alguien
    ponga orden. Donde se expresa la necesidad de una mano
    dura.

    Si hablábamos de un narcisismo de vida y un
    narcisismo de muerte esto tiene articulaciones
    con deseos de vida y de muerte del otro.

    La desaparición de personas, sea como hecho
    aislado o sistemático como en nuestro país, tiene
    que ver con un deseo de muerte omnipotente que se expresa en
    "matar la muerte". Esta es, a nuestro entender, una acertada
    hipótesis de trabajo propuesta en el
    texto con ese
    título por la Dra. Gilou García Reynoso. Se
    expresaría así la omnipotencia de un poder, sobre
    la vida y la muerte. Este poder que mata y que pretende
    además estar más allá de la muerte. Nos
    encontraríamos aquí con un saber y un no saber, que
    coexisten. La gente sabía y no sabía lo que estaba
    ocurriendo. A esto Freud lo llamó escisión del Yo,
    tema que trabajó en sus textos sobre el Fetichismo y en la
    31º Conferencia sobre
    la descomposición de la
    personalidad psíquica así como en El Yo y el
    Ello. Existe una fetichización del poder, un valor
    absoluto en sí del mismo.

    En estos textos queda claramente expuesto que la idea
    del Ich freudiano no es la traducción inglesa de la
    psicología adaptativa del yo (Ego), que tiene gran peso en
    Estados Unidos
    e Inglaterra.

    Preguntarnos ¿Qué decimos? cuando decimos
    Yo no resulta para nada obvio. Esto constituye una
    delimitación esencial en la diferenciación de los
    diversos modos de las lecturas de Freud y por lo tanto de los
    desarrollos posfreudianos. Modos esencialmente diferentes de
    pensar y trabajar en la clínica.

    Hemos hablado de la constitución del yo a partir
    de una imagen especular de otro adulto sexuado deseante, que
    resultará inevitablemente enigmática para el
    infante. Que se constituye como alienado en la imagen y el deseo
    del otro.

    Hemos visto que era necesario poner en cuestión
    la concepción del tiempo como cronológico
    rescatando el "a-posteriori". Es conveniente complejizar e
    interrogarse sobre los diversos modos lógicos, no
    solamente del tiempo sino también del espacio. Por eso
    hablábamos de extimidad, un exterior que es a la vez un
    interior, el Ello freudiano. Cuando nos referimos a la socialidad
    como primordial pensábamos que el considerar la
    cuestión del otro en la constitución de la
    subjetividad nos llevaría no solamente a plantearnos
    acerca de quien ejerce el abuso de poder, sino también los
    diversos modos de respuesta sociales. Le llamábamos los
    modos de adhesión. Esta cuestión hace que este
    problema nos concierna a todos. Los lazos con el poder del terror
    pueden establecerse desde el silencio, parálisis por
    terror hasta el consenso más abierto. No se trata del
    absurdo de que todos somos culpables, puesto que la responsabilidad es proporcional al poder y esto
    incluye la fuerza bruta
    de las armas. Debemos
    considerar que es extremadamente difícil de reconocer, en
    uno mismo, estas situaciones en las que tenemos vergüenza,
    aún horror. Decíamos que la percepción es
    narcisista y antropomórfica. ¿Las alternativas son
    terror o adhesión ciega?. Pero por otra parte surge el
    término, valioso: alternativas.

    No podemos ser tan ingenuos en pensar que solamente
    fueron víctimas los afectados de manera directa. Es
    importante también preguntarnos por el conjunto de la
    población. Pienso que aún no
    está claro el precio que
    todos hemos tenido que pagar por el terrorismo de
    estado.

    La tesis que
    trabaja García Reynoso se refiere a que el procedimiento de
    la desaparición de personas es una amenaza de
    "des-estructuración" subjetiva. El que "adhiere" al poder,
    quién de alguna manera acepta el procedimiento de
    la desaparición, es víctima él
    también del poder absoluto. Es alcanzado en el
    núcleo mismo de su constitución, forjándose
    de esta manera la ilusión de un yo autónomo: Yo
    todo lo puedo. El precio que
    pagamos es el empobrecimiento en nuestro ser y en nuestra
    creatividad.

    En relación con este poder abusivo no solamente
    hay terror y miedo. Hay exilios internos y externos y
    también se producen muchos fenómenos sobre los
    cuales nos hemos interrogado muy poco. Una pregunta delicada es
    si puede haber una dictadura de
    esa modalidad sin consenso social. Pienso que esto no es posible
    y que se abre aquí uno de los aspectos a investigar
    más interesantes e ignorados de este proceso.

    A los profesionales que trabajamos con la violencia
    familiar nos resulta "familiar", "siniestro", reconocer el poder
    de fascinación identificatoria que ejercen las personas
    autoritarias, brutales, crueles, violentas.

    Este otro que no tiene límites tampoco puede
    poner límites. La persona puede pensar entonces soy como
    él, soy todopoderoso, para mí tampoco hay
    límites. Esta es una hipótesis posible siguiendo la línea
    de la identificación con el agresor abierta por
    Ferenczi.

    La "plata dulce" conduce a una línea interesante
    de interrogantes acerca de una contabilidad
    psíquica, de un mercantilismo
    en donde los objetos de consumo
    sustituyen hedonísticamente los enigmas que nos plantean
    los objetos en su relación con el deseo humano.
    ¡¡Deme dos!!. Consumo como
    un modo de no saber, con pasión, acerca de nuestros
    deseos. Aquí la demanda toma
    el lugar del deseo. Demanda que es
    siempre de amor. Esto funda la creencia de cada uno en el
    absolutismo
    del poder. Es en esta creencia que este tipo de poder se
    sostiene. Siempre además demandando amor. Aquí
    radica la eficacia mayor del poder. Poder imaginario, sostenido
    como poder real y absoluto por el consenso explícito o
    implícito que se le otorgue. Esto abriría alguna
    líneas de cuestionamiento interesantes en nuestra
    relación con este tipo de poder. La creencia en él
    lo crea también.

    "Matar la muerte", hacer desaparecer la existencia
    humana. Esta es una tentativa siniestra de suprimir los
    límites, que son condición de la propia vida. Es a
    partir del reconocimiento mutuo que se instituye la culpabilidad
    inconsciente y la deuda (simbólica, imposible de
    saldar).

    Los derechos del hombre, como
    imperativos de una ética, no
    pueden ser una moral de
    ocultamiento. Implican el derecho a la vida y su correlato el
    derecho a la muerte en tanto propia, intrínseca a la vida
    misma.

    Freud, en Temas de Actualidad de Guerra y
    Muerte nos dice: "si tu quieres soportar la vida prepárate
    para la muerte". E. Erikson nos describe los diversos modos de
    relación con nuestra propia muerte en los distintos
    momentos por el que transcurre nuestra vida. La aceptación
    de la muerte es necesaria para que haya vida. Cada ves que nace
    un hijo muere un hijo y nace un padre (Pierre Legendre).
    Aquí uno de los desencadenantes de violencia mencionados.
    Esto es estar del lado de la vida.

    Estamos comentando brevemente lo que podríamos
    denominar una línea de trabajo centrada en cuestiones de
    tiempo y espacio que actualmente denominamos lazo social que
    toman diferentes modalidades discursivas. Esto es fundamental,
    como comentábamos anteriormente en tanto permite la
    circulación de agentes y lugares en los juegos de las
    disparidades intersubjetivas. Lugares de madres, de padres e
    hijos, que se van correspondiendo con distintas "personas" en
    distintos momentos. Ruptura esencial con la concepción
    biologista de la sexuación y la filiación. En la
    ingenuidad comercial de D.S.M.IV, de un conductismo
    farmacológico. Lo que se centra en la "tipicidad", no en
    la singularidad.

    No podemos pensar estos problemas en términos
    simplistas y confundir personas con lugares y funciones, ni en
    un dualismo ingenuo bueno/malo. Es en este sentido el concepto de
    discurso en
    los que se interrelacionan lugares y agentes sin confundir uno
    con el otro.

    El trabajo de duelo implica la pérdida de algo
    valorado sin que esto excluya la ambivalencia. Este trabajo
    supone una presencia que Freud destacó en sus dimensiones
    experiencial y mítica del hombre frente
    al muerto y a la muerte. Vicisitud singular, la muerte resulta
    paradigma de
    todo límite posible. Es lo único a lo que sin dudas
    todos nos vamos a enfrentar.

    Todas las culturas que conocemos han elaborado rituales
    que se expresan en prácticas socialmente reguladas de los
    mitos
    predominantes en esa Culturas. Esos rituales con sus correlatos
    míticos son esenciales para el trabajo de la
    elaboración del duelo. Esta elaboración
    consistiría en poder deshacer cada uno de los lazos
    libidinales que nos unían a "nuestros muertos", como una
    complicada red o madeja a partir de la
    cual la libido puede ligarse posteriormente a otros objetos. La
    desaparición implica la incertidumbre entre la vida y la
    muerte. Esto es utilizado con frecuencia ficcionalmente en las
    obras de terror. Es un obstáculo irreparable en la
    elaboración del duelo. Debe recurrir a otros mecanismos.
    Las circunstancias históricas e ideológicas, que
    limitan la solidaridad
    tuvieron el efecto de potenciar el agrupamiento, de una manera
    defensiva y elaborativa. El riesgo es el
    encerramiento. Como Dispositivo Institucional ha sido importante
    el apoyo del grupo de
    pares, la denuncia de la verdad, la
    organización, la lucha ideológica y aún
    política.
    Esto ha sido lo única que se ha revelado eficaz en este
    problema, como modalidad particular elaborativa del
    duelo.

    Por este motivo el trabajo de duelo con relación
    a los desaparecidos debe transcurrir con un modo de
    elaboración como el que iniciaron las Madres de Plaza de
    Mayo. Presencia, cortes en el tiempo, los jueves. . Frente a la
    incertidumbre y el dolor, el caminar en círculos con un
    pañuelo blanco en la cabeza fue generando un espacio
    simbólico. Implicó cortes y significaciones
    sociales profundos. Se trataba del deseo, no pura demanda. Las
    llamaban "las locas", eran las únicas que podían
    mostrar algo que tenia que ver con la verdad. La verdad de la
    tortura, el terror y la desaparición. No es la
    única verdad, pero es lo esencial de la verdad. Es la
    posibilidad de no olvidar, de recuperar la historia, asumiendo el
    dolor, el horror y la responsabilidad. Este es el único modo
    posible de enfrentarse a un duelo caracterizado por la
    pérdida de la realidad de la muerte. Un duelo frente a la
    locura que se produjo intencionalmente con el método de
    la desaparición sistemática de personas y con el
    robo de niños que rompe la filiación de nuestra
    civilización occidental. Un ataque a la esencia de la
    Ley de la
    paternidad y la maternidad. Los Derechos "son humanos" o no
    los son Entonces, primero, hay un trabajo de
    simbolización. La violencia siempre se origina, se causa y
    determina desde el poder y la fuerza.

    Madres. . abuelas. . hijos. , la Historia no ha muerto, la
    historia continua. .

    Dedicado al sacerdote y entrañable amigo Jose
    Nasser (r.i.p.), que pese a las armas y al mitrado
    cordobés participó en la defensa de los derechos humanos.
    perdió la catedra universitaria, su docencia en el
    seminario y su
    parroquia por sus creencias.

     

     

    Autor:

    Ruben Musicante
    musicantecba[arroba]arnet.com.ar

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter