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Quién puede ejercer el sacerdocio?




Enviado por fcomorillo



    1.
    Introducción

    2. El Sacerdocio

    3. El Nuevo Mandamiento O La
    Constitución De Un Pueblo De Sacerdotes Del Dios
    Altísimo

    1.
    Introducción

    En este artículo, quiero hacerte llegar el
    sentido espiritual de la palabra sacerdote. En esta palabra se
    aúnan el sentimiento de servicio a
    Dios y a la Iglesia.
    Cristo, con su venida, abre el camino para que su pueblo sea un
    pueblo de sacerdotes y pueda, cualquiera que haga presente la
    palabra de Dios en su vida, ejercer un sacerdocio santo, libre de
    instituciones
    humanas y en comunión directa con Dios.

    Espero que nuestro Señor te ayude a ver el
    verdadero sentido y comprendas la importancia de vivir esta vida
    en comunión y respeto a la
    palabra de Dios.

    Que el Señor te guíe.

    2. El
    Sacerdocio

    Las palabras sacerdote y sacrificio están
    relacionadas, de tal manera, que no podemos definir una de ellas
    sin referirnos a la otra. El sacerdote es la persona que
    efectúa un sacrificio; y sacrificio, es toda ofrenda a
    Dios para expiación del pecado.

    Antes que el hombre
    pecara no existía sacerdocio ni sacrificio, ya que
    Adán y Eva tenían una relación directa y
    personal con
    Dios, y no necesitaban ningún mediador. Sin embargo, al
    cometer el pecado original, la humanidad se da cuenta de que la
    consecuencia del pecado, o desobediencia al Creador, es la muerte.
    Este juicio de Dios, o muerte del
    pecador, solo puede ser revocado sustituyendo el sujeto que va a
    morir, pecador, por otro, inocente, que se sacrifica, muere, en
    su lugar.

    El término sacrificio es, por tanto, utilizado
    como sinónimo de dar muerte.
    Sacerdote es la persona que
    sacrifica, da muerte, a una víctima inocente, para comprar
    a Dios el decreto por el que un pecador es condenado a muerte.
    Pero, ¿quién tiene autoridad para
    realizar este sacerdocio?. No la tuvo Adán, el primer
    hombre, puesto
    que es expulsado del paraíso y de la presencia de Dios y
    ningún condenado a muerte puede ejercer de intermediario
    entre el reo, el mismo, y el Juez, Dios.

    La humanidad habría desaparecido en ese instante,
    si Dios hubiera ejecutado totalmente la pena de muerte
    a Adán y Eva, puesto que al morir no habrían tenido
    descendencia.

    El pecado había roto la conexión entre
    el hombre y el
    Creador, y había introducido la muerte en
    el mundo. Muerte entendida en su doble vertiente: física y espiritual.
    Física, ya
    que Dios dice a Adán: "con el sudor de tu rostro
    comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,
    porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo
    volverás" (Génesis 3.19). Por lo tanto, Dios aplaza
    la muerte física de Adán y Eva unos años,
    para que tengan descendientes y continúe la vida en la
    tierra.
    Espiritual, ya que el árbol de la vida, el que da la vida
    para siempre, por la eternidad, queda en el paraíso, fuera
    del alcance del hombre:
    "echó pues, fuera al hombre, y puso querubines al oriente
    del huerto de Edén, y una espada encendida que se
    revolvía por todos lados para guardar el camino del
    árbol de la vida." (Génesis 3.24). "Luego dijo
    Jehová Dios: el hombre ha venido a ser como uno de
    nosotros, conocedor del bien y el mal; ahora, pues, no alargue su
    mano, tome también del árbol de la vida, coma y
    viva para siempre" (Génesis 3.22).

    ¿Cómo resuelve Dios este problema?. Tiene
    que encontrar un sacerdote y una víctima para poder condonar
    la pena impuesta a Adán, Eva y todos sus descendientes, la
    humanidad, que a partir de entonces habitan fuera del
    paraíso, en un mundo errado, en pecado. ¿Hay
    algún hombre que pueda oficiar como víctima?.
    Ninguno, puesto que al no poder comer
    del árbol de la vida, están muertos espiritualmente
    y contaminados de pecado.

    ¿Puede ejercer algún hombre como sacerdote
    y mediador entre Dios y los hombres ejecutando a una
    víctima inocente?. No, ya que no hay ningún hombre
    que tenga relación directa con Dios. Por tanto, a Dios
    solo le queda una opción: ofrecerse voluntariamente
    Él como víctima para el perdón de nuestros
    pecados. Ser Él el Sacerdote y el Sacrificio.

    Dios promete a la humanidad una esperanza; un Sacerdote
    que se sacrificará a si mismo para abrirnos las puertas
    del paraíso y que entremos a comer del árbol de la
    vida, obteniendo así la salvación eterna. Un
    enviado de Dios que es el mismo Dios, Jesucristo.

    Así lo anuncia un ángel del Señor a
    José, cuando le dice: "José, hijo de David, no
    temas recibir a María tu mujer, porque lo
    que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
    Dará a luz un hijo, y le
    pondrás por nombre Jesús, porque Él
    salvará a su pueblo de sus pecados……. y le
    pondrás por nombre Emanuel que significa: Dios con
    nosotros" (Mateo 1.20-23).

    El Antiguo Testamento es la promesa de la
    Salvación y el Nuevo Testamento, la realización y
    cumplimiento de la palabra de Dios. En el Antiguo Testamento
    había sacerdotes, constituidos según la Ley
    levítica como señal de la salvación que
    había de llegar, pero que quedan destituidos con la
    llegada del Mesías: "porque los otros ciertamente sin
    juramento fueron hechos sacerdotes" (Hebreos 7.21), "queda, pues,
    abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e
    ineficacia" (Hebreos 7.18), "pues cambiado el sacerdocio,
    necesario es que haya también cambio de
    Ley" (Hebreos
    7.12), "y esto es aún más evidente si a semejanza
    de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido
    conforme a la Ley meramente humana, sino según el poder de
    una vida indestructible, pues se da testimonio de Él: tu
    eres sacerdote para siempre, según el orden de
    Melquisedec" (Hebreos 7.25).

    En este texto de
    la carta a los
    hebreos, si leemos con atención todo el capítulo 7,
    el apóstol nos describe varios tipos de
    sacerdocio:

    • Sacerdocio levítico: según la Ley son
      los sacerdotes litúrgicos que hacen de intermediarios
      entre el pueblo y Dios. Su sacerdocio queda invalidado con la
      llegada de Cristo.
    • Sacerdocio Según el orden de Melquisedec: 2000
      años antes de la venida de Cristo a la tierra,
      Abraham encontró a Melquisedec, hombre sin
      genealogía, Rey de Paz y Sacerdote del Dios
      altísimo: "Entonces Melquisedec, rey de Salem,
      presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios
      Altísimo, y le bendijo diciendo: ¡Bendito sea
      Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra, y
      bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus
      enemigos en tus manos! Y diole Abram el diezmo de todo"
      (Génesis 14.18-20).

    En la carta a los
    hebreos se nos explica quién es Melquisedec: "Melquisedec
    significa primeramente Rey de Justicia, y
    también Rey de Salem, esto es, Rey de Paz. Nada de sabe de
    su padre ni de su madre ni de sus antepasados; ni tampoco del
    principio y fin de su vida. Y así, a semejanza del hijo de
    Dios permanece sacerdote para siempre….. aquel cuya
    genealogía no es contada de entre ellos (los hijos de
    Leví, sacerdotes del Antiguo Testamento) tomó de
    Abraham, los diezmos y bendijo al que tenía las promesas.
    Y, sin discusión alguna, el menor es bendecido por el
    mayor. Y aquí ciertamente reciben los diezmos los hombres
    mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que
    vive." (Hebreos 7.2-8). Melquisedec, por tanto, es el Hijo de
    Dios, es decir, Jesucristo, a quien Abraham recibe como Sacerdote
    y de quien toma la salvación, en forma de pan y vino, por
    fe, 2000 años antes de que se hiciera realidad a
    través de la entrega de Jesucristo en la cruz. Por lo
    tanto el Sacerdocio que vemos en Melquisedec, es el mismo
    Sacerdocio eterno de Cristo. Abraham no tiene como sacerdote a un
    hombre, sino a Dios y él mismo es hecho sacerdote por Dios
    igual que nosotros somos hechos sacerdotes por Cristo.

    Existe otra simbología importante a la hora de
    ver y entender este nuevo sacerdocio que rompe con el antiguo
    sentido sacerdotal levítico; el Velo. Como habrás
    leído en muchas ocasiones el velo del templo se
    rasgó en dos cuando murió Cristo en la cruz:
    "entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba
    abajo" (Marcos 15.38). ¿Qué significado tiene este
    velo?, ¿para qué servía?, ¿por
    qué lo rasgó Dios en el momento de la muerte de su
    Hijo?. El velo en el Antiguo Testamento, servía para
    separar la parte del Templo o del tabernáculo (antes de
    que se construyera el templo en Jerusalén), en la que
    podían estar todos los israelitas, de la parte
    santísima, santuario de Jehová, a la que
    sólo podían acceder los sacerdotes descendientes de
    la tribu de Leví. "Puso también el altar de oro en
    el tabernáculo del testimonio, delante del velo"
    (Éxodo 40.26), "Y pondrás en él el arca del
    testimonio, y la cubrirás con el velo" (Éxodo
    40.3), "Y la cámara que mira hacia el norte es de los
    sacerdotes que tienen la guarda del altar: estos son los hijos de
    Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví al
    Señor, para ministrarle" (Ezequiel 40.46), "Y
    díjome: Las cámaras del norte y las del
    mediodía, que están delante de la lonja, son
    cámaras santas, en las cuales los sacerdotes que se
    acercan á Jehová comerán las santas ofrendas:
    allí pondrán las ofrendas
    santas, y el presente, y la expiación, y el sacrificio por
    el pecado: porque el lugar es santo" (Ezequiel 42.13), "…
    Allí estará el santuario y el lugar
    santísimo. Lo consagrado de esta tierra será para
    los sacerdotes, ministros del santuario, que se acercan para
    ministrar a Jehová. Y servirá de lugar para sus
    casas y como recinto sagrado del santuario" (Ezequiel
    45.4-5).

    Cristo rompe el Velo para que todo el pueblo pueda ver
    lo que hay en el lugar santísimo y ya no haya personas que
    tengan más derecho a estar en la presencia de Dios que
    otras: "Así que, hermanos tenemos libertad para
    entrar en el Lugar santísimo por la sangre de
    Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos
    abrió a través del velo, esto es, de su carne"
    (Hebreos 10.19-20). Todo el que se convierte a Dios puede entrar
    en el lugar santísimo como cualquier sacerdote, ya que
    Cristo ha roto ese velo que impedía el paso a los que no
    lo fueran según la Ley. Pero ya hemos leído antes
    que ese sacerdocio queda invalidado, por lo tanto todo aquel que
    se entrega a Él, por fe y creencia en que Él es
    Dios y que con la entrega de su vida por nosotros alcanzaremos la
    salvación, es decir, la vida eterna, éste es
    sacerdote. "Acercándoos a Él, piedra viva,
    desechada ciertamente por los hombres, pero para Dios escogida y
    preciosa, vosotros también como piedras vivas ser
    edificadas como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer
    sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de
    Jesucristo." (1ª carta de Pedro
    2.4-5), "pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
    nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncies
    las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su
    luz
    admirable." (1ª carta de Pedro 2.9).

    Por tanto, si una persona, que hace lo que nos pide el
    Señor, es sacerdote, ¿para qué va a querer
    intermediarios entre Dios y él si ya tenemos un sacerdote
    que es Cristo, sacerdote eterno, Rey de Paz, igual que lo
    tenía Abraham con Melquisedec? "también tenemos un
    gran sacerdote sobre la casa de Dios. Acerquémonos, pues,
    con corazón
    sincero, en plena certidumbre de Fe, purificados los corazones de
    mala conciencia y
    lavados los cuerpos con agua pura.
    Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra
    esperanza porque fiel es el que prometió" (Hebreos
    10.22-23). Ya nos dijo Jesucristo: " Y aquel día no me
    preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo
    cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará" (Juan
    16.23).

    La misión de
    un Sacerdote de Dios es hacer que otros se conviertan a
    Él, pero en el momento en que esas personas ya han
    recibido el Espíritu de Dios debe dejarlas libres,
    respetándolas como sacerdotes de Él, pues el
    Evangelio, es decir, su palabra y sabiduría se recibe por
    revelación de Él: "pero os hago saber, hermanos,
    que el evangelio anunciado por mi no es invención humana,
    pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno
    sino por revelación de Jesucristo" (Gálatas
    1.11-12), "y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios
    nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio
    consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte
    vuestros corazones y os confirme en toda buena palabra y obra"
    (2ª a los Tesalonicenses 2.16-17).

    Nos unimos en la oración de Juan clamando: "al
    que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre y nos hizo
    reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a Él sea gloria e
    imperio por los siglos de los siglos. Amen" (Apocalipsis
    1.5-6).

    3. El Nuevo Mandamiento O
    La
    Constitución De Un Pueblo De Sacerdotes Del
    Dios Altísimo

    Como hemos visto el Sumo Sacerdote es Cristo, quien
    destituye a los sacerdotes litúrgicos o de la Ley. Sin
    embargo, el Señor no quiere ser el único Sacerdote
    del Padre. Al igual que comparte su herencia, su
    Reino, con nosotros "Entonces el Rey dirá a los de su
    derecha: venid, bendito de mi Padre, heredad el reino preparado
    para vosotros desde la fundación del mundo" (Mateo 25.34),
    así también, nos constituye Sacerdotes del Dios
    Altísimo "y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios"
    (Apocalipsis 1.6).

    Ya sabemos que el sacrificio de ofrecer su vida,
    muriendo en la cruz, para expiación de nuestros pecados,
    es un sacrificio único, por una sola vez, pero
    válido por toda la eternidad, realizado por nuestro
    Señor Jesucristo. Nadie podría, aunque quisiera,
    realizar este sacrificio excepto Él, el único que
    no tenía pecado, y es víctima pura e inocente, como
    ya vimos en el capítulo anteriormente citado.

    Sin embargo, el Señor nos anima a ofrecer nuestra
    vida por los demás: "Os doy un mandamiento nuevo: que os
    améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,
    así os améis también vosotros los unos a los
    otros." (Juan 13.34).

    Y ¿quiénes son los amigos por los que
    hemos de dar, ofrecer, sacrificar, nuestra vida?. En primer
    lugar, mi amigo, mi mejor amigo es, y debe ser, el Señor.
    Todo aquel que sea amigo de mi Señor, es también
    amigo mío. ¿Quién es amigo de mi
    Señor? "Nadie tiene mayor amor que el
    que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si
    hacéis lo que yo os mando" (Juan 15.13-14).

    Por tanto, si el Señor manda que ofrezcamos
    nuestra vida por nuestros amigos, nuestros amigos son los suyos,
    y los suyos son los que obedecen y ofrecen a su vez su vida por
    sus amigos; en realidad, el Señor, con este mandamiento,
    está constituyéndonos Sacerdotes, ya que
    sólo un sacerdotes puede ofrecer sacrificios.

    Este sacrificio que ofrecemos por el señor o por
    sus amigos, los nuestros, que también son sacerdotes, no
    lo hacemos para expiación de pecados, ya que está
    claro que ese sacrificio ya lo hizo Jesucristo; entonces, si
    nosotros y nuestros amigos ya hemos sido salvos por el sacrificio
    de Jesucristo, ¿por qué hemos sido ordenados
    sacerdotes por el Señor y revestidos de autoridad para
    ofrecer sacrificios? ¿qué tipo de sacrificio es el
    que vamos a ofrecer?

    En todas las escrituras, desde el Génesis al
    Apocalipsis, se observa que el hombre de Dios es Sacerdote. Abel
    ofrecía ovejas a Jehová, al igual que Abraham,
    Jacob, David y todos los que constituyeron en el Antiguo
    Testamento el pueblo de Dios. Sin embargo, estos sacrificios que
    simbolizan la muerte de Cristo (el Cordero) son derogados por
    Cristo, quien con su mandamiento instaura una nueva estirpe de
    Sacerdotes: los que sacrifican su propia vida por amor a
    Dios.

    Los primeros cristianos realizaron este sacrificio
    también en sentido físico: cruz, lapidación
    o fieras, fueron algunos de los tormentos soportados con entereza
    para defender el evangelio y sacrificar su vida mortal por el
    Señor y los amigos de Éste, entre los que
    está todo el que le obedece.

    Sin embargo, el sentido de este nuevo sacrificio es,
    sustancialmente, espiritual. La Biblia nos dice que la vida es el
    alma. "El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en
    este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me
    sirve, que me siga, y donde yo esté, allí
    estará también mi servidor. Si
    alguno me sirve, el Padre le honrará. Ahora mi alma
    está turbada. Y ¿qué voy a decir?
    ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he
    llegado a esta hora para esto!" (Juan 12.25-27), así lo
    dice el propio Señor cuando anunciaba que iba a entregar
    su vida (alma) por nosotros.

    Cuando Dios creó al hombre "sopló en su
    nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente"
    (Génesis 2.7). Ese aliente de vida es espiritual, ya que
    antes había creado el resto de los seres vivos, el reino
    vegetal y animal, sin insuflarles ese alma, que hace al hombre un
    ser eminentemente espiritual, a imagen y
    semejanza de Dios.

    Es nuestra vida espiritual, o alma, la que Jesús
    nos ordena por medio de este mandamiento nuevo ofrecer en
    sacrificio pacífico al Padre. Es el único
    mandamiento que Jesús nos da en todo el Nuevo Testamento.
    Los demás mandamientos ya fueron legislados por Dios
    Padre, en el Antiguo, recuerda si no que todo el Levítico
    está formado por leyes dadas por
    Jehová al pueblo de Israel y que los
    10 mandamientos a los que Jesús se refiere en los
    evangelios ya aparecen en Deuteronomio capítulo
    5.

    Este nuevo mandamientos no podía ser constituido
    mientras que los antiguos no fueran cumplidos y este cumplimiento
    sólo se realiza en la persona de Jesucristo. Una vez que
    Cristo cumple por nosotros la ley nos da una Nueva Ley que
    sólo puede obedecer la persona que tenga esa alma
    espiritual purificada por la sangre de Cristo "Después les
    dijo: Estas son aquellas palabras mías que os hablé
    cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se
    cumpla todo lo que está escrito en la Ley de
    Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de
    mí. Y, entonces, abrió sus inteligencias para que
    comprendieran las Escrituras, y les dijo: Así está
    escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos
    al tercer día" (Lucas 24.44-46) y fortalecida por el
    Espíritu Santo que Dios envía a sus amigos "Mirad,
    y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra
    parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos
    de poder desde lo alto" (Lucas 24.49)

    Por lo tanto mientras que una persona no recibe el
    Espíritu Santo en ella no puede cumplir el único
    mandamiento de Jesús. Sin embargo, todo el que cree en
    Cristo debe aspirar a recibir su Espíritu y ser
    constituido por el poder de lo alto Sacerdote de Dios, ya que
    Dios mora en él.

    Te invito, querido lector a reflexionar en este
    mandamiento que no lleva ya, como los anteriores, los de la
    antigua Ley, amenaza de castigo o premio. Es un mandamiento para
    los que ya tienen el premio, el Espíritu Santo morando en
    ellos y la certeza de que son salvos por la Sangre de
    Cristo.

    Cuando una persona, totalmente libre en Él, sabe
    que no depende de institución humana religiosa cualquiera,
    ni siquiera si el Espíritu lo recibió dentro de
    alguna, y que tiene una relación directa con Dios puede y
    debe, como amigo e hijo de Dios, cumplir este
    mandamiento.

    ¿Cómo lo hace?
    Ya hemos dicho que la esencia es espiritual. Cada día, el
    cristiano, al despertar, ofrece su alma, su vida espiritual, a
    Dios, por una persona determinada sabiendo que el Espíritu
    que mora en él llevará este sacrificio antes el
    centro del altar de Dios, que es el corazón
    del Padre y donde el Fuego Purificador del Espíritu
    hará acepto este holocausto a Dios mismo.

    Con este sacrificio hacemos que el corazón del
    Padre se abra derramando sus bendiciones a esa persona mientras
    que nosotros nos llevamos una parte pequeña de la carga
    espiritual de ella, haciendo en nosotros presente la palabra de
    Dios: "llevad unos las cargas de los otros" (Gálatas 6.2).
    Sin embargo, sabemos que aunque con este sacrificio renunciamos a
    las bendiciones de Dios para dárselas a otro, pero Nuestro
    Señor cada día pone cada día su Alma por
    nosotros, con lo cual, también nosotros, cada día,
    recibimos la bendición del Padre, gracias a su Amado
    Hijo.

    No pienses que esto es un rito. Cada día al
    unirte espiritualmente a una persona sacrificando tu alma por
    ella, sufrirás parte de cargas físicas o
    espirituales que ella tenga, librándola para que pueda
    recibir mejor los dones de Dios.

    Voy a tratar de explicarlo mejor poniendo un ejemplo: si
    tu pones tu vida por una persona que está nerviosa, lo
    más probable es que ese día tu estés muy
    nervioso. Por esto es importante asegurarse de que la persona por
    la que se pone la vida es un cristiano como tú. Solamente
    te recomiendo poner la vida por alguien que no tenga el
    Espíritu de Dios si lo haces, precisamente para que los
    reciba. Pero debes saber que toda su suciedad te la llevas
    tú y debes estar muy fuerte para soportar esa carga y
    orarle al Señor para que te ayude a llevarla y te limpie y
    descargue pronto. Con esto quiero explicarte que este sacrificio
    es muy importante y debe realizarse siempre con pleno conocimiento
    de la responsabilidad que adquirimos al
    hacerlo.

    También podemos ofrecer nuestra vida por nuestro
    Señor. En este caso intentemos ayudarle
    descargándole un poquito del peso horrible que Él
    soporta por todos nuestros males. Un día me dijo un
    cristiano que el día que haya tantos cristianos ofreciendo
    su vida por el Señor como para poder llevar entre todos su
    carga, que es la nuestra, ese día vendría nuestro
    Señor a la tierra y con Él su Reino y su
    Resurrección.

    Quiero acabar invitándote, querido lector, a que
    te unas a este pueblo libre, de Sacerdotes del Señor, a
    este Sacerdocio Santo, guiado por el Espíritu a toda
    verdad.

    Que el Señor te guíe en este maravillosa
    obra que muchos profetas y reyes quisieron ver y que Dios nos la
    ha dado a los humildes para gloria suya.

    Gloria al Dios vivo, Rey de Reyes, Señor de
    señores y Sacerdote para siempre.

    El grupo donde me
    gustaría que fuera publicado es el de Religión.
    Como palabras clave, aunque las he incluido en el
    artículo, por si las
    requieren aparte son: cristo biblia amor sacerdocio sacerdote
    libertad.

     

     

    Autor:

    Francisco Morillo-Velarde
    verdad[arroba]wanadoo.es

    (Español)
    http://true.run.to
    (Inglés)

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