1. Historia
de méxico, el
liberalismo
3. El Liberalismo
Moderno
4. El liberalismo en
transición
5. Las principales demandas de la revolucion
francesa
6. La revolución francesa y el
advenimiento de la edad
contemporanea.
7. La asamblea constituyente y el inicio de la
revolucion:
8. La asamblea legislativa
(1791/1792):
9. El ascenso de napoleón al
poder
10. Sentimientos De La
Nación
11. Prehistoria de
coatzacoalcos
12. Historia antigua de
coatzacoalcos
13. Conquista y dominación
de coatzacoalcos
1. Historia de méxico, el
liberalismo
El Liberalismo,
es una doctrina económico, político y hasta
filosófico que aboga como premisa principal por el
desarrollo de
la libertad
personal
individual y, a partir de ésta, por el progreso de la
sociedad. Hoy
en día se considera que el objetivo
político del neoliberalismo
es la democracia,
pero en el pasado muchos liberales consideraban este sistema de
gobierno como
algo poco saludable por alentar la participación de las
masas en la vida política. A pesar de
ello, el liberalismo acabó por confundirse con los
movimientos que pretendían transformar el orden social
existente mediante la profundización de la democracia.
Debe distinguirse pues entre el liberalismo que propugna el
cambio social
de forma gradual y flexible, y el radicalismo, que considera el
cambio social como algo fundamental que debe realizarse a
través de distintos principios de
autoridad.
El desarrollo del liberalismo en un país concreto,
desde una perspectiva general, se halla condicionado por el tipo
de gobierno con que cuente ese país. Por ejemplo, en los
países en que los estamentos políticos y religiosos
están disociados, el liberalismo implica, en
síntesis, cambios políticos y económicos. En
los países confesionales o en los que la Iglesia goza
de gran influencia sobre el Estado, el
liberalismo ha estado
históricamente unido al anticlericalismo. En
política interior, los liberales se oponen a las
restricciones que impiden a los individuos ascender socialmente,
a las limitaciones a la libertad de expresión o de
opinión que establece la censura y a la autoridad del
Estado ejercida con arbitrariedad e impunidad sobre el individuo.
En política internacional los liberales se oponen al
predominio de intereses militares en los asuntos exteriores,
así como a la explotación colonial de los pueblos
indígenas, por lo que han intentado implantar una
política cosmopolita de cooperación internacional.
En cuanto a la economía, los
liberales han luchado contra los monopolios y las políticas
de Estado que han intentado someter la economía a su
control. Respecto
a la religión, el liberalismo se ha opuesto
tradicionalmente a la interferencia de la Iglesia en los asuntos
públicos y a los intentos de grupos religiosos
para influir sobre la opinión pública.
A veces se hace una distinción entre el llamado
liberalismo negativo y el liberalismo positivo. Entre los siglos
XVII y XIX, los liberales lucharon en primera línea contra
la opresión, la injusticia y los abusos de poder, al
tiempo que
defendían la necesidad de que las personas ejercieran su
libertad de forma práctica, concreta y material. Hacia
mediados del siglo XIX, muchos liberales desarrollaron un
programa
más pragmático que abogaba por una actividad
constructiva del Estado en el campo social, manteniendo la
defensa de los intereses individuales. Los seguidores actuales
del liberalismo más antiguo rechazan este cambio de
actitud y
acusan al liberalismo pragmático de autoritarismo
camuflado. Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan
que la Iglesia y el Estado no son los únicos
obstáculos en el camino hacia la libertad, y que la pobreza
también puede limitar las opciones en la vida de una
persona, por
lo que aquélla debe ser controlada por la autoridad
real.
Después de la edad media, el
liberalismo se expresó quizá por primera vez en
Europa bajo la
forma del humanismo, que
reorientaba el pensamiento
del siglo XV para el que el mundo (y el orden social), emanaba de
la voluntad divina. En su lugar, se tomaron en
consideración las condiciones y potencialidad de los seres
humanos. El humanismo se desarrolló aún más
con la invención de la imprenta que incrementó el
acceso de las personas al conocimiento
de los clásicos griegos y romanos. La publicación
de versiones en lenguas vernáculas de la Biblia
favoreció la elección religiosa individual. Durante
el renacimiento
el humanismo se impregnó de los principios que
regían las artes y la especulación
filosófica y científica. Durante la Reforma
protestante, en algunos países de Europa, el humanismo
luchó con intensidad contra los abusos de la Iglesia
oficial.
Según avanzaba el proceso de
transformación social, los objetivos y
preocupaciones del liberalismo evolucionaron. Pervivió,
sin embargo, una filosofía social humanista que buscaba el
desarrollo de las oportunidades de los seres humanos, y
así también las alternativas sociales,
políticas y económicas para la expresión
personal a través de la eliminación de los
obstáculos a la libertad individual.
En el siglo XVII, durante la Guerra Civil
inglesa, algunos miembros del Parlamento empezaron a debatir
ideas liberales como la ampliación del sufragio, el
sistema legislativo, las responsabilidades del gobierno y la
libertad de pensamiento y opinión. Las polémicas de
la época engendraron uno de los clásicos de las
doctrinas liberales: Areopagitica (1644), un tratado del poeta y
prosista John Milton en el que éste defendía la
libertad de pensamiento y de expresión. Uno de los mayores
oponentes al pensamiento liberal, el filósofo Thomas
Hobbes,
contribuyó sin embargo al desarrollo del liberalismo a
pesar de que apoyaba una intervención absoluta y sin
restricciones del Estado en los asuntos de la vida
pública. Hobbes pensaba que la verdadera prueba para los
gobernantes debía ser por su efectividad y no por su apoyo
doctrinal a la religión o a la tradición. Su
pragmático punto de vista sobre el gobierno, que
defendía la igualdad de
los ciudadanos, allanó el camino hacia la crítica
libre al poder y hacia el derecho a la revolución, conceptos que el propio Hobbes
repudiaba con virulencia.
John Locke
Uno de los primeros y más influyentes pensadores
liberales fue el filósofo inglés
John Locke. En
sus escritos políticos defendía la soberanía popular, el derecho a la
rebelión contra la tiranía y la tolerancia hacia
las minorías religiosas. Según el pensamiento de
Locke y de sus seguidores, el Estado no existe para la
salvación espiritual de los seres humanos sino para servir
a los ciudadanos y garantizar sus vidas, su libertad y sus
propiedades bajo una constitución.
Gran parte de las ideas de Locke se ven reflejadas en la
obra del pensador político y escritor inglés Thomas
Paine, según el cual la autoridad de una generación
no puede transmitirse a sus herederos, que si bien el Estado
puede ser necesario eso no lo hace menos malo, y que la
única religión que se puede pedir a las personas
libres es la creencia en un orden divino. Thomas Jefferson
también se adhirió a las ideas de Locke en la
Declaración de Independencia
y en otros discursos en
defensa de la revolución, en los que atacaba al gobierno
paternalista y defendía la libre expresión de las
ideas.
En Francia la
filosofía de Locke fue rescatada y enriquecida por la
Ilustración francesa y de forma más
destacable por el escritor y filósofo Voltaire, el
cual insistía en que el Estado era superior a la Iglesia y
pedía la tolerancia para todas las religiones, la
abolición de la censura, un castigo más humano
hacia los criminales y una organización política sólida
que se guiara sólo por leyes dirigidas
contra las fuerzas opuestas al progreso social y a las libertades
individuales. Para Voltaire, al igual que para el filósofo
y aturgo francés Denis Diderot, el Estado es un mecanismo
para la creación de felicidad y un instrumento activo
diseñado para controlar a una nobleza y una Iglesia muy
poderosas. Ambos consideraban ambas instituciones
como las dedicadas con mayor intemperancia al mantenimiento
de las antiguas formas de poder. En España y
Latinoamérica, a comienzos del siglo XIX se
generalizó entre los pensadores y políticos
ilustrados una poderosa corriente de opinión liberal. La
propia palabra ‘liberal’ aplicada a cuestiones
políticas y de partido se utilizó por vez primera
en las sesiones de las Cortes de Cádiz y sirvió
para caracterizar a uno de los grupos allí presentes.
Entre los primeros y más destacados pensadores y
políticos liberales españoles se hallaban el
jurista Agustín de Argüelles, el conde de Toreno y
Álvaro Flórez Estrada, entre otros. En
Latinoamérica, las nuevas ideas de los ilustrados de los
siglos XVII y XIX ejercieron notable influencia y tanto los
escritores franceses, como los ingleses y los padres de la
independencia en Estados Unidos,
además de los liberales españoles, fueron
conocidos, estudiados y leídos con gran fruición,
generando una profunda influencia en su proceso de
emancipación e independencia respecto de
España.
El Utilitarismo
En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado por
la escuela
utilitarista, principalmente por el jurista Jeremy Bentham y por
su discípulo, el economista John Stuart Mill. Los
utilitaristas reducían todas las experiencias humanas a
placer y dolor, y sostenían que la única
función del Estado consistía en incrementar el
bienestar y reducir el sufrimiento pues si bien las leyes son un
mal, son necesarias para evitar males mayores. El liberalismo
utilitarista tuvo un efecto benéfico en la reforma del
código penal británico. Bentham demostró que
el duro código del siglo XVIII era antieconómico y
que la indulgencia no sólo era inteligente sino
también digna. Mill defendió el derecho del
individuo a actuar en plena libertad, aunque sea en su propio
detrimento. Su obra Sobre la libertad (1859) es una de las
reivindicaciones más elocuentes y ricas de la libertad de
expresión.
4. El liberalismo en
transición
A mediados del siglo XIX, el desarrollo del
constitucionalismo, la extensión del sufragio, la
tolerancia frente a actitudes
políticas diferentes, la disminución de la
arbitrariedad gubernativa y las políticas tendentes a
promover la felicidad hicieron que el pensamiento liberal ganara
poderosos defensores en todo el mundo. A pesar de su tendencia
crítica hacia Estados Unidos, para muchos viajeros
europeos era un modelo de
liberalismo por el respeto a la
pluralidad cultural, su énfasis en la igualdad de todos
los ciudadanos y por su amplio sentido del sufragio. A pesar de
todo, en ese momento el liberalismo llegó a una crisis
respecto a la democracia y al desarrollo
económico. Esta crisis sería importante para su
posterior desarrollo. Por un lado, algunos demócratas como
el escritor y filósofo francés Jean-Jacques
Rousseau no
eran liberales. Rousseau se oponía a la red de grupos privados
voluntaristas que muchos liberales consideraban esenciales para
el movimiento.
Por otro lado, la mayor parte de los primeros liberales no eran
demócratas. Ni Locke ni Voltaire creyeron en el sufragio
universal y la mayor parte de los liberales del siglo XIX
temían la participación de las masas en la
política pues opinaban que las llamadas clases más
desfavorecidas no estaban interesadas en los valores
fundamentales del liberalismo, es decir que eran indiferentes a
la libertad y hostiles a la expresión del pluralismo
social. Muchos liberales se ocuparon de preservar los valores
individuales que se identificaban con una ordenación
política y social aristocrática. Su lugar como
críticos de la sociedad y como reformadores pronto
sería retomada por grupos más radicales como los
socialistas.
Economía
La crisis respecto al poder económico era
aún más profunda. Una parte de la filosofía
liberal era el modo de entender la economía de los
llamados economistas clásicos como los británicos
Adam Smith y
David Ricardo. En
economía los liberales se oponían a las
restricciones sobre el mercado y
apoyaban la libertad de las empresas
privadas. Pensadores como el estadista John Bright se opusieron a
legislaciones que fijaban un máximo a las horas de trabajo
basándose en que reducían la libertad y en que la
sociedad, y sobre todo la economía, se
desarrollaría más cuanto menos regulada estuviera.
Al desarrollarse el capitalismo
industrial durante el siglo XIX, el liberalismo económico
siguió caracterizado por una actitud negativa hacia la
autoridad estatal. Las clases trabajadoras consideraban que estas
ideas protegían los intereses de los grupos
económicos más poderosos, en especial de los
fabricantes, y que favorecían una política de
indiferencia e incluso de brutalidad hacia las clases
trabajadoras. Estas clases, que habían empezado a tener
conciencia
política y un poder organizado, se orientaron hacia
posturas políticas que se preocupaban más de sus
necesidades, en especial, hacia los partidos
socialistas.
El resultado de esta crisis en el pensamiento
económico y social fue la aparición del liberalismo
pragmático. Como se ha dicho, algunos liberales modernos,
como el economista anglo-austriaco Friedrich August von Hayek,
consideran la actitud de los liberales pragmáticos como
una traición hacia los ideales liberales. Otros, como los
filósofos británicos Thomas Hill
Green y Bernard Bosanquet conocidos como los idealistas de
Oxford, desarrollaron el llamado liberalismo orgánico, en
el que defendían la intervención activa del estado
como algo positivo para promover la realización
individual, que se conseguiría evitando los monopolios
económicos, acabando con la pobreza y
protegiendo a las personas en la incapacidad por enfermedad,
desempleo o
vejez.
También llegaron a identificar el liberalismo con la
extensión de la democracia.
A pesar de la transformación en la
filosofía liberal a partir de la segunda mitad del siglo
XIX, todos los liberales modernos están de acuerdo en que
su objetivo común es el aumento de las oportunidades de
cada individuo para poder llegar a realizar todo su potencial
humano.
Democracia
Democracia (del griego, demos, ‘pueblo’ y
kratein, ‘gobernar’), sistema político por el
que el pueblo de un Estado ejerce su soberanía mediante
cualquier forma de gobierno que haya decidido establecer. En las
democracias modernas, la autoridad suprema la ejercen en su mayor
parte los representantes elegidos por sufragio popular en
reconocimiento de la soberanía nacional. Dichos
representantes pueden ser sustituidos por el electorado de
acuerdo con los procedimientos
legales de destitución y referéndum y son, al menos
en principio, responsables de su gestión
de los asuntos públicos ante el electorado. En muchos
sistemas
democráticos, éste elige tanto al jefe del poder
ejecutivo como al cuerpo responsable del legislativo. En las
monarquías constitucionales típicas, como puede ser
el caso de Gran Bretaña, España y Noruega,
sólo se eligen a los parlamentarios, de cuyas filas
saldrá el primer ministro, quien a su vez nombrará
un gabinete.
La esencia del sistema democrático supone, pues,
la participación de la población en el nombramiento de
representantes para el ejercicio de los poderes ejecutivo y
legislativo del Estado, independientemente de que éste se
rija por un régimen monárquico o
republicano.
Radicales
Radicales, miembros de un movimiento que defiende el
cambio extremo de instituciones sociales y políticas. El
término se utilizó por primera vez en sentido
político en Inglaterra,
cuando el estadista británico Charles James Fox
pidió una reforma radical que extendiera el derecho de
voto al sufragio universal. El término radical
pasaría luego a designar a los que estaban a favor de la
reforma parlamentaria. Tras la aprobación del proyecto de
Reforma de 1832 (que beneficiaba ante todo a la clase media), un
grupo de
radicales aliados con la facción whig del Parlamento
luchó para extender el voto a la clase trabajadora. Cuando
el sufragio volvió a ampliarse gracias al proyecto de
Reforma de 1867, los radicales organizaron a los nuevos votantes
y lograron transformar al partido whig en el Partido Liberal de
finales del siglo XIX.
Los radicales británicos, encabezados por el
filósofo James Mill, el jurista y filósofo Jeremy
Bentham, y el economista político David Ricardo, crearon
una filosofía basada en el utilitarismo (cuyo lema era "la
mayor felicidad posible para el mayor número de hombres").
Defendían que los individuos son libres en la medida en
que no se limite su vida comercial, para lo que proponían
la supresión de todas las restricciones sociales y
políticas de las relaciones económicas. El
radicalismo británico constituía un esfuerzo por
establecer la expansión económica privada como
principio del estado moderno.
En Francia, antes de la revolución de 1848, un
radical era un partidario del sufragio universal. Después
de 1869 el estadista francés Georges Clemenceau
lideró una facción radical en contra del
republicanismo moderado, y en 1881, exigió profundas
reformas. Nacía así en 1901 el Partido Radical
Socialista.
En América
Latina la
organización de grupos políticos afines al
radicalismo tuvo lugar a finales del siglo XIX como
reacción a las tendencias conservadoras del liberalismo.
El radicalismo chileno nació en 1857 con la
escisión de un grupo liberal opuesto a estas tendencias;
treinta años después se organizó el Partido
Radical Chileno como tal. En Argentina los
radicales también han representado un papel
importante en la historia a través de la Unión
Cívica Radical, fundada en 1891.
Hoy en día el término radical se emplea
con frecuencia para indicar un liberalismo extremo, y el
término reaccionario se le aplica al que apoya un
conservadurismo extremo. Los conceptos izquierda y derecha, han
sido relacionados con cada una de estas dos posturas. El comunismo es un
ejemplo de extremismo radical de izquierda, mientras que el
fascismo
representa al extremismo de derechas.
En los años 70 el concepto radical
es reivindicado en Europa por importantes sectores de la
izquierda. En Italia,
España y Alemania,
retomando la noción de radicalismo defendida por Karl Marx
("crítica que llega a la raíz"), resurgieron
diversas formaciones sociopolíticas. Marco Panella,
Leonardo Sciascia, Bernard Henry-Levy, Fernando Savater o
Fernando Sánchez-Dragó fueron algunas de las
personalidades que apoyaron el renacer de este
movimiento.
5. Las principales
demandas de la revolucion francesa
(1789 -1793)
Con el lema "Libertad, Igualdad, Fraternidad", el 14
de julio de 1789 dio inicio la Revolución
Francesa, movimiento que derrocó a la
monarquía absoluta, proclamó los derechos del hombre e
instituyó la república.
La revolución popular del 10 de agosto tuvo
grandes consecuencias:
1.- Se suspendió al rey , cesando por
consiguiente la vigencia de la constitución de
1791.
2.- Se nombró un consejo Ejecutivo provisional,
encargado de las funciones
ejecutivas, dirigido por Dantón, verdadero jefe del nuevo
gobierno.
3.- Se elegiría, por sufragio universal una
convención encargada de revisar la
constitución.
4.- Se reconocía la Comuna de París como
poder legítimo del estado. Esta comuna estaba en mano de
los jacobinos , dirigidos por Roberspierre y Marat.
6. La revolución
francesa y el advenimiento de la edad
contemporanea.
En la historia del mundo contemporáneo, la
revolución francesa significó el tránsito de
la sociedad estamental, heredera del feudalismo, a la
sociedad capitalista, basada en una economía de mercado.
La burguesía, consciente de su papel preponderante en la
vida económica, desplazó del poder a la
aristocracia y a la monarquía absoluta. Los
revolucionarios franceses no sólo crearon un nuevo modelo
de sociedad y estado, sino que difundieron un nuevo modo de
pensar por la mayor parte del mundo.
Oposición Al Antiguo Régimen En
Francia
Se denomina Antiguo Régimen al conjunto de
costumbres e instituciones políticas y económicas
existentes en Francia y en Europa hasta fines del siglo
XVIII.
La Vida Política
La organización política de Francia, hacia
1789, era monárquica. El rey pretendía que su poder
derivaba de Dios, a quien únicamente debía cuenta
de sus actos. Sus súbditos no tenían ningún
derecho, pero sí el deber de obedecer.
El rey declaraba la guerra y hacía la paz;
comandaba los ejércitos; determinaba los gastos y fijaba
los impuestos;
nombraba y destituía a los funcionarios y dirigía
la administración entera. Las provincias eran
administradas por los intendentes, con poder omnímodo y
arbitrario.
La libertad individual estaba amenazada constantemente
por la policía, que podía aprender a cualquiera con
una simple orden del rey, la "carta sellada".
No se daba la causa de la detención porque "tal era la
voluntad del rey".
Existía la censura previa y no existía la
libertad de consciencia.
La Vida Social
En la sociedad francesa se distinguían tres
estados o clases:
- El clero: era la primera de las clases
sociales privilegiadas. Conservaba un gran prestigio e
influencia. Además recibía los diezmos de los
fieles, poseían extensas propiedades, que abarcaban la
cuarta parte de la superficie de Francia, y como si fuera poco,
no pagaban impuestos. - La nobleza: esta era la segunda clase privilegiada
formada por un número de personas análogo al del
clero, que poseían tierras de parecida importancia y
extensión. Percibían de los campesinos, que
vivían en sus tierras, los antiguos derechos feudales, y
sólo pagaban impuestos en casos especiales. - En El Tercer Estado se distinguían distintas
categorías, alguna de las cuales había logrado
privilegios. La capa superior del estado llano era la
burguesía; la inferior, los obreros y campesinos. Estos
últimos soportaban pesadas cargas que, en la generalidad
de los casos, les privaban de las cuatro quintas partes del
fruto de su trabajo. Debían pagar los impuestos al
estado, el diezmo a la iglesia y los derechos feudales al
señor.
La Vida Económica
La industria
estaba entorpecida con excesivas reglamentaciones e impuestos.
Existían aduanas internas;
las pesas y medidas variaban según las regiones; algunos
artículos, como los cereales, debían consumirse en
el lugar de producción; se aplicaban derechos de aduna
que en muchos casos anulaban el intercambio.
Los estados generales:
En 1788, la gravedad de la situación
obligó a Luis XVI a llamar nuevamente a Nécker,
este sugirió al rey la convocatoria de los Estados
Generales (una asamblea formada por representantes del clero, la
nobleza, y el tercer estado), exigida también por el
pueblo.
Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas
elecciones nacionales en 1788. La censura quedó abolida
durante la campaña y multitud de escritos que
recogían las ideas de la Ilustración circularon por
toda Francia. Nécker, a quien el monarca había
vuelto a nombrar interventor general de Finanzas en
1788, estaba de acuerdo con Luis XVI en que el número de
representantes del Tercer estado (el pueblo) en los Estados
Generales fuera igual al del primer estado (el clero) y el
segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos
llegó a establecer un método de
votación.
7. La asamblea constituyente y
el inicio de la revolucion:
El rey se dirigió en persona a la "pretendida
Asamblea Nacional" cuyos actos declaró nulos y sostuvo que
los tres ordenes debían secionar por separado.
Los revolucionarios fundaron en Versalles una sociedad
política a la moda inglesa,
popularmente conocido como el Club de los Jacobinos, porque se
reunía en el antiguo y deshabitado convento de ese
nombre.
Luis XVI cedió a las presiones de la reina
María Antonieta y del conde de Artois (futuro rey de
Francia con el nombre de Carlos X) y dio instrucciones para que
varios regimientos extranjeros leales se concentraran en
París y Versalles. Al mismo tiempo, Nécker fue
nuevamente destituido. El pueblo de París respondió
con la insurrección ante estos actos de
provocación; los disturbios comenzaron el 12 de julio, y
las multitudes asaltaron y tomaron La Bastilla —una
prisión real que simbolizaba el despotismo de los
Borbones— el 14 de julio.
La burguesía parisina, temerosa de que la
muchedumbre de la ciudad aprovechara el derrumbamiento del
antiguo sistema de gobierno y recurriera a la acción
directa, se apresuró a establecer un gobierno provisional
local y organizó una milicia popular, denominada
oficialmente Guardia Nacional.
El estandarte de los Borbones fue sustituido por la
escarapela tricolor (azul, blanca y roja), símbolo de los
revolucionarios que pasó a ser la bandera
nacional.
Otras de las consecuencias de la toma de la bastilla fue
la revolución agraria y social en la campiña
francesa. Los campesinos en armas asaltaron
castillos y residencias señoriales; incendiaron los
edificios de las oficinas de recaudación de los impuestos,
que tan desconsideradamente les gravaban. Los campesinos
destruyeron así, violentamente el régimen feudal;
la asamblea al saberlo lo aniquiló legalmente.
La Redacción De Una
Constitución
La Asamblea Nacional Constituyente comenzó su
actividad movida por los desórdenes y disturbios que
estaban produciéndose en las provincias (el periodo del
'Gran Miedo'). El clero y la nobleza hubieron de renunciar a sus
privilegios en la sesión celebrada durante la noche del 4
de agosto de 1789; la Asamblea aprobó una
legislación por la que quedaba abolido el régimen
feudal y señorial y se suprimía el diezmo, aunque
se otorgaban compensaciones en ciertos casos. En otras leyes se
prohibía la venta de cargos
públicos y la exención tributaria de los estamentos
privilegiados.
Con respecto a la institución que
establecía requisitos de propiedad para
acceder al voto, la Constitución disponía que el
electorado quedara limitado a la clases alta y media. El nuevo
estatuto confería el poder
legislativo a la Asamblea Nacional, compuesta por 745
miembros elegidos por un sistema de votación indirecto.
Aunque el rey seguía ejerciendo el poder ejecutivo, se le
impusieron estrictas limitaciones. Su poder de veto tenía
un carácter meramente suspensivo, y era la Asamblea quien
tenía el control efectivo de la dirección de la política exterior.
El poder judicial
sería desempeñado por jueces elegidos por el
pueblo. Se impusieron importantes restricciones al poder de la
Iglesia católica mediante una serie de artículos
denominados Constitución civil del Clero, el más
importante de los cuales suponía la confiscación de
los bienes
eclesiásticos. A fin de aliviar la crisis financiera, se
permitió al Estado emitir un nuevo tipo de papel moneda,
los asignados, garantizado por las tierras confiscadas. Asimismo,
la Constitución estipulaba que los sacerdotes y obispos
fueran elegidos por los votantes, recibieran una
remuneración del Estado, prestaran un juramento de lealtad
al Estado y las órdenes monásticas fueran
disueltas.
8. La asamblea legislativa
(1791/1792):
Dentro del nuevo sistema de gobierno, el poder
legislativo lo desempeñaba la Asamblea Legislativa,
compuesta por una sóla cámara por 745 diputados,
políticos, noveles sin la experiencia de los
constituyentes, ya que a propuesta de Robespierre, la anterior
asamblea aprobó la prohibición de reelegir a sus
miembros.
A la asamblea legislativa le tocó aplicar la
constitución de 1791.
La convención:
La primera decisión oficial adoptada por esta
cámara fue la abolición de la monarquía y la
proclamación de la I República. El consenso entre
los principales grupos integrantes de la Convención no fue
más allá de la aprobación de estas medidas
iniciales. La primera gran prueba de fuerza se
decidió en favor de estos últimos, que solicitaban
que la Convención juzgara al rey por el cargo de
traición y consiguieron que su propuesta fuera aprobada
por mayoría. El monarca fue declarado culpable de la
acusación imputada con el voto casi unánime de la
Cámara el 15 de enero de 1793, pero no se produjo el mismo
acuerdo al día siguiente, cuando había de decidirse
la pena del acusado. Finalmente el rey fue condenado a muerte por 387
votos a favor frente a 334 votos en contra. Luis XVI fue
guillotinado el 21 de enero.
El Reinado Del Terror
El 6 de abril, la Convención creó el
Comité de Salvación Pública, que
habría de ser el órgano ejecutivo de la
República, y reestructuró el Comité de
Seguridad General
y el Tribunal Revolucionario. La rivalidad existente entre los
girondinos y los montagnards se había agudizado durante
este periodo. La Convención promulgó una nueva
Constitución el 24 de junio en la que se ampliaba el
carácter democrático de la República. Sin
embargo, este estatuto nunca llegó a entrar en vigor. El
10 de julio, la presidencia del Comité de Salvación
Pública fue transferida a los jacobinos, que reorganizaron
completamente las funciones de este nuevo organismo. Tres
días después, el político radical Jean-Paul
Marat, destacado líder
de los jacobinos, fue asesinado por Charlotte de Corday,
simpatizante de los girondinos. Los poderes del Comité
fueron renovados mensualmente por la Convención Nacional
desde abril de 1793 hasta julio de 1794, un periodo que
pasó a denominarse Reinado del Terror.
La Lucha Por El Poder
La disputa entre el Comité de Salvación
Pública y el grupo extremista liderado por Hébert,
concluyó con la ejecución de éste y sus
principales acólitos el 24 de marzo de 1794. Dos semanas
después, Robespierre emprendió acciones
contra los seguidores de Danton, que habían comenzado a
solicitar la paz y el fin del reinado del Terror. Georges-Jacques
Danton y sus principales correligionarios fueron decapitados el 6
de abril. Robespierre perdió el apoyo de muchos miembros
importantes del grupo de los jacobinos —especialmente de
aquéllos que temían por sus propias vidas— a
causa de estas represalias masivas contra los partidarios de
ambas facciones.
9. El ascenso de
napoleón al poder
No habían pasado aún cinco meses desde que
el Directorio asumiera el poder, cuando comenzó la primera
fase (de marzo de 1796 a octubre de 1797) de las Guerras
Napoleónicas. Los tres golpes de Estado que se produjeron
durante este periodo —el 4 de septiembre de 1797 (18 de
fructidor), el 11 de mayo de 1798 (22 de floreal) y el 18 de
junio de 1799 (30 de pradial)—, reflejaban simplemente el
reagrupamiento de las facciones políticas burguesas. Las
derrotas militares sufridas por los ejércitos franceses en
el verano de 1799, las dificultades económicas y los
desórdenes sociales pusieron en peligro la
supremacía política burguesa en Francia.
Las Transformaciones Producidas Por La
Revolución
La abolición de la monarquía absoluta en
Francia.
La servidumbre, los derechos feudales y los diezmos
fueron eliminados;
Las propiedades se disgregaron y se introdujo el
principio de distribución equitativa en el pago de
impuestos.
Napoleón instituyó durante el Consulado
una serie de reformas
Fundó el Banco de
Francia
La implantación del sistema educativo
—secular y muy centralizado.
Principios de la libertad de culto y la libertad de
expresión.}
La Declaración de Derechos del hombre y del
ciudadano,
Camino hacia la separación de la Iglesia y el
Estado.
Declaración de los Derechos del hombre y del
ciudadano, declaración general de derechos elaborada por
la Asamblea Nacional Constituyente en agosto de 1789 a fin de
proporcionar una marco previo a la redacción de una
constitución en los primeros momentos de la
Revolución Francesa.
La Declaración tuvo gran repercusión en
España y en la América
española y fue uno de los elementos fundamentales que
estimularon la implantación de nuevas ideas.
La Declaración definía los derechos
naturales del hombre, entre los que consideraba básicos la
libertad (individual, de pensamiento, de prensa y credo),
la igualdad (que debía ser garantizada al ciudadano por el
Estado en los ámbitos legislativo, judicial y fiscal), la
seguridad y la resistencia a la
opresión.
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