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No eruditos sino cultos




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Partes: 1, 2


    1. Historia
    de méxico, el
    liberalismo


    3. El Liberalismo
    Moderno

    4. El liberalismo en
    transición

    5. Las principales demandas de la revolucion
    francesa

    6. La revolución francesa y el
    advenimiento de la edad
    contemporanea.

    7. La asamblea constituyente y el inicio de la
    revolucion:

    8. La asamblea legislativa
    (1791/1792):

    9. El ascenso de napoleón al
    poder

    10. Sentimientos De La
    Nación

    11. Prehistoria de
    coatzacoalcos

    12. Historia antigua de
    coatzacoalcos

    13. Conquista y dominación
    de coatzacoalcos

    1. Historia de méxico, el
    liberalismo

    El Liberalismo,
    es una doctrina económico, político y hasta
    filosófico que aboga como premisa principal por el
    desarrollo de
    la libertad
    personal
    individual y, a partir de ésta, por el progreso de la
    sociedad. Hoy
    en día se considera que el objetivo
    político del neoliberalismo
    es la democracia,
    pero en el pasado muchos liberales consideraban este sistema de
    gobierno como
    algo poco saludable por alentar la participación de las
    masas en la vida política. A pesar de
    ello, el liberalismo acabó por confundirse con los
    movimientos que pretendían transformar el orden social
    existente mediante la profundización de la democracia.
    Debe distinguirse pues entre el liberalismo que propugna el
    cambio social
    de forma gradual y flexible, y el radicalismo, que considera el
    cambio social como algo fundamental que debe realizarse a
    través de distintos principios de
    autoridad.

    El desarrollo del liberalismo en un país concreto,
    desde una perspectiva general, se halla condicionado por el tipo
    de gobierno con que cuente ese país. Por ejemplo, en los
    países en que los estamentos políticos y religiosos
    están disociados, el liberalismo implica, en
    síntesis, cambios políticos y económicos. En
    los países confesionales o en los que la Iglesia goza
    de gran influencia sobre el Estado, el
    liberalismo ha estado
    históricamente unido al anticlericalismo. En
    política interior, los liberales se oponen a las
    restricciones que impiden a los individuos ascender socialmente,
    a las limitaciones a la libertad de expresión o de
    opinión que establece la censura y a la autoridad del
    Estado ejercida con arbitrariedad e impunidad sobre el individuo.
    En política internacional los liberales se oponen al
    predominio de intereses militares en los asuntos exteriores,
    así como a la explotación colonial de los pueblos
    indígenas, por lo que han intentado implantar una
    política cosmopolita de cooperación internacional.
    En cuanto a la economía, los
    liberales han luchado contra los monopolios y las políticas
    de Estado que han intentado someter la economía a su
    control. Respecto
    a la religión, el liberalismo se ha opuesto
    tradicionalmente a la interferencia de la Iglesia en los asuntos
    públicos y a los intentos de grupos religiosos
    para influir sobre la opinión pública.

    A veces se hace una distinción entre el llamado
    liberalismo negativo y el liberalismo positivo. Entre los siglos
    XVII y XIX, los liberales lucharon en primera línea contra
    la opresión, la injusticia y los abusos de poder, al
    tiempo que
    defendían la necesidad de que las personas ejercieran su
    libertad de forma práctica, concreta y material. Hacia
    mediados del siglo XIX, muchos liberales desarrollaron un
    programa
    más pragmático que abogaba por una actividad
    constructiva del Estado en el campo social, manteniendo la
    defensa de los intereses individuales. Los seguidores actuales
    del liberalismo más antiguo rechazan este cambio de
    actitud y
    acusan al liberalismo pragmático de autoritarismo
    camuflado. Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan
    que la Iglesia y el Estado no son los únicos
    obstáculos en el camino hacia la libertad, y que la pobreza
    también puede limitar las opciones en la vida de una
    persona, por
    lo que aquélla debe ser controlada por la autoridad
    real.

    2.
    Humanismo

    Después de la edad media, el
    liberalismo se expresó quizá por primera vez en
    Europa bajo la
    forma del humanismo, que
    reorientaba el pensamiento
    del siglo XV para el que el mundo (y el orden social), emanaba de
    la voluntad divina. En su lugar, se tomaron en
    consideración las condiciones y potencialidad de los seres
    humanos. El humanismo se desarrolló aún más
    con la invención de la imprenta que incrementó el
    acceso de las personas al conocimiento
    de los clásicos griegos y romanos. La publicación
    de versiones en lenguas vernáculas de la Biblia
    favoreció la elección religiosa individual. Durante
    el renacimiento
    el humanismo se impregnó de los principios que
    regían las artes y la especulación
    filosófica y científica. Durante la Reforma
    protestante, en algunos países de Europa, el humanismo
    luchó con intensidad contra los abusos de la Iglesia
    oficial.

    Según avanzaba el proceso de
    transformación social, los objetivos y
    preocupaciones del liberalismo evolucionaron. Pervivió,
    sin embargo, una filosofía social humanista que buscaba el
    desarrollo de las oportunidades de los seres humanos, y
    así también las alternativas sociales,
    políticas y económicas para la expresión
    personal a través de la eliminación de los
    obstáculos a la libertad individual.

    3. El Liberalismo
    Moderno

    En el siglo XVII, durante la Guerra Civil
    inglesa, algunos miembros del Parlamento empezaron a debatir
    ideas liberales como la ampliación del sufragio, el
    sistema legislativo, las responsabilidades del gobierno y la
    libertad de pensamiento y opinión. Las polémicas de
    la época engendraron uno de los clásicos de las
    doctrinas liberales: Areopagitica (1644), un tratado del poeta y
    prosista John Milton en el que éste defendía la
    libertad de pensamiento y de expresión. Uno de los mayores
    oponentes al pensamiento liberal, el filósofo Thomas
    Hobbes,
    contribuyó sin embargo al desarrollo del liberalismo a
    pesar de que apoyaba una intervención absoluta y sin
    restricciones del Estado en los asuntos de la vida
    pública. Hobbes pensaba que la verdadera prueba para los
    gobernantes debía ser por su efectividad y no por su apoyo
    doctrinal a la religión o a la tradición. Su
    pragmático punto de vista sobre el gobierno, que
    defendía la igualdad de
    los ciudadanos, allanó el camino hacia la crítica
    libre al poder y hacia el derecho a la revolución, conceptos que el propio Hobbes
    repudiaba con virulencia.

    John Locke

    Uno de los primeros y más influyentes pensadores
    liberales fue el filósofo inglés
    John Locke. En
    sus escritos políticos defendía la soberanía popular, el derecho a la
    rebelión contra la tiranía y la tolerancia hacia
    las minorías religiosas. Según el pensamiento de
    Locke y de sus seguidores, el Estado no existe para la
    salvación espiritual de los seres humanos sino para servir
    a los ciudadanos y garantizar sus vidas, su libertad y sus
    propiedades bajo una constitución.

    Gran parte de las ideas de Locke se ven reflejadas en la
    obra del pensador político y escritor inglés Thomas
    Paine, según el cual la autoridad de una generación
    no puede transmitirse a sus herederos, que si bien el Estado
    puede ser necesario eso no lo hace menos malo, y que la
    única religión que se puede pedir a las personas
    libres es la creencia en un orden divino. Thomas Jefferson
    también se adhirió a las ideas de Locke en la
    Declaración de Independencia
    y en otros discursos en
    defensa de la revolución, en los que atacaba al gobierno
    paternalista y defendía la libre expresión de las
    ideas.

    En Francia la
    filosofía de Locke fue rescatada y enriquecida por la
    Ilustración francesa y de forma más
    destacable por el escritor y filósofo Voltaire, el
    cual insistía en que el Estado era superior a la Iglesia y
    pedía la tolerancia para todas las religiones, la
    abolición de la censura, un castigo más humano
    hacia los criminales y una organización política sólida
    que se guiara sólo por leyes dirigidas
    contra las fuerzas opuestas al progreso social y a las libertades
    individuales. Para Voltaire, al igual que para el filósofo
    y aturgo francés Denis Diderot, el Estado es un mecanismo
    para la creación de felicidad y un instrumento activo
    diseñado para controlar a una nobleza y una Iglesia muy
    poderosas. Ambos consideraban ambas instituciones
    como las dedicadas con mayor intemperancia al mantenimiento
    de las antiguas formas de poder. En España y
    Latinoamérica, a comienzos del siglo XIX se
    generalizó entre los pensadores y políticos
    ilustrados una poderosa corriente de opinión liberal. La
    propia palabra ‘liberal’ aplicada a cuestiones
    políticas y de partido se utilizó por vez primera
    en las sesiones de las Cortes de Cádiz y sirvió
    para caracterizar a uno de los grupos allí presentes.
    Entre los primeros y más destacados pensadores y
    políticos liberales españoles se hallaban el
    jurista Agustín de Argüelles, el conde de Toreno y
    Álvaro Flórez Estrada, entre otros. En
    Latinoamérica, las nuevas ideas de los ilustrados de los
    siglos XVII y XIX ejercieron notable influencia y tanto los
    escritores franceses, como los ingleses y los padres de la
    independencia en Estados Unidos,
    además de los liberales españoles, fueron
    conocidos, estudiados y leídos con gran fruición,
    generando una profunda influencia en su proceso de
    emancipación e independencia respecto de
    España.

    El Utilitarismo

    En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado por
    la escuela
    utilitarista, principalmente por el jurista Jeremy Bentham y por
    su discípulo, el economista John Stuart Mill. Los
    utilitaristas reducían todas las experiencias humanas a
    placer y dolor, y sostenían que la única
    función del Estado consistía en incrementar el
    bienestar y reducir el sufrimiento pues si bien las leyes son un
    mal, son necesarias para evitar males mayores. El liberalismo
    utilitarista tuvo un efecto benéfico en la reforma del
    código penal británico. Bentham demostró que
    el duro código del siglo XVIII era antieconómico y
    que la indulgencia no sólo era inteligente sino
    también digna. Mill defendió el derecho del
    individuo a actuar en plena libertad, aunque sea en su propio
    detrimento. Su obra Sobre la libertad (1859) es una de las
    reivindicaciones más elocuentes y ricas de la libertad de
    expresión.

    4. El liberalismo en
    transición

    A mediados del siglo XIX, el desarrollo del
    constitucionalismo, la extensión del sufragio, la
    tolerancia frente a actitudes
    políticas diferentes, la disminución de la
    arbitrariedad gubernativa y las políticas tendentes a
    promover la felicidad hicieron que el pensamiento liberal ganara
    poderosos defensores en todo el mundo. A pesar de su tendencia
    crítica hacia Estados Unidos, para muchos viajeros
    europeos era un modelo de
    liberalismo por el respeto a la
    pluralidad cultural, su énfasis en la igualdad de todos
    los ciudadanos y por su amplio sentido del sufragio. A pesar de
    todo, en ese momento el liberalismo llegó a una crisis
    respecto a la democracia y al desarrollo
    económico. Esta crisis sería importante para su
    posterior desarrollo. Por un lado, algunos demócratas como
    el escritor y filósofo francés Jean-Jacques
    Rousseau no
    eran liberales. Rousseau se oponía a la red de grupos privados
    voluntaristas que muchos liberales consideraban esenciales para
    el movimiento.
    Por otro lado, la mayor parte de los primeros liberales no eran
    demócratas. Ni Locke ni Voltaire creyeron en el sufragio
    universal y la mayor parte de los liberales del siglo XIX
    temían la participación de las masas en la
    política pues opinaban que las llamadas clases más
    desfavorecidas no estaban interesadas en los valores
    fundamentales del liberalismo, es decir que eran indiferentes a
    la libertad y hostiles a la expresión del pluralismo
    social. Muchos liberales se ocuparon de preservar los valores
    individuales que se identificaban con una ordenación
    política y social aristocrática. Su lugar como
    críticos de la sociedad y como reformadores pronto
    sería retomada por grupos más radicales como los
    socialistas.

    Economía

    La crisis respecto al poder económico era
    aún más profunda. Una parte de la filosofía
    liberal era el modo de entender la economía de los
    llamados economistas clásicos como los británicos
    Adam Smith y
    David Ricardo. En
    economía los liberales se oponían a las
    restricciones sobre el mercado y
    apoyaban la libertad de las empresas
    privadas. Pensadores como el estadista John Bright se opusieron a
    legislaciones que fijaban un máximo a las horas de trabajo
    basándose en que reducían la libertad y en que la
    sociedad, y sobre todo la economía, se
    desarrollaría más cuanto menos regulada estuviera.
    Al desarrollarse el capitalismo
    industrial durante el siglo XIX, el liberalismo económico
    siguió caracterizado por una actitud negativa hacia la
    autoridad estatal. Las clases trabajadoras consideraban que estas
    ideas protegían los intereses de los grupos
    económicos más poderosos, en especial de los
    fabricantes, y que favorecían una política de
    indiferencia e incluso de brutalidad hacia las clases
    trabajadoras. Estas clases, que habían empezado a tener
    conciencia
    política y un poder organizado, se orientaron hacia
    posturas políticas que se preocupaban más de sus
    necesidades, en especial, hacia los partidos
    socialistas.

    El resultado de esta crisis en el pensamiento
    económico y social fue la aparición del liberalismo
    pragmático. Como se ha dicho, algunos liberales modernos,
    como el economista anglo-austriaco Friedrich August von Hayek,
    consideran la actitud de los liberales pragmáticos como
    una traición hacia los ideales liberales. Otros, como los
    filósofos británicos Thomas Hill
    Green y Bernard Bosanquet conocidos como los idealistas de
    Oxford, desarrollaron el llamado liberalismo orgánico, en
    el que defendían la intervención activa del estado
    como algo positivo para promover la realización
    individual, que se conseguiría evitando los monopolios
    económicos, acabando con la pobreza y
    protegiendo a las personas en la incapacidad por enfermedad,
    desempleo o
    vejez.
    También llegaron a identificar el liberalismo con la
    extensión de la democracia.

    A pesar de la transformación en la
    filosofía liberal a partir de la segunda mitad del siglo
    XIX, todos los liberales modernos están de acuerdo en que
    su objetivo común es el aumento de las oportunidades de
    cada individuo para poder llegar a realizar todo su potencial
    humano.

    Democracia

    Democracia (del griego, demos, ‘pueblo’ y
    kratein, ‘gobernar’), sistema político por el
    que el pueblo de un Estado ejerce su soberanía mediante
    cualquier forma de gobierno que haya decidido establecer. En las
    democracias modernas, la autoridad suprema la ejercen en su mayor
    parte los representantes elegidos por sufragio popular en
    reconocimiento de la soberanía nacional. Dichos
    representantes pueden ser sustituidos por el electorado de
    acuerdo con los procedimientos
    legales de destitución y referéndum y son, al menos
    en principio, responsables de su gestión
    de los asuntos públicos ante el electorado. En muchos
    sistemas
    democráticos, éste elige tanto al jefe del poder
    ejecutivo como al cuerpo responsable del legislativo. En las
    monarquías constitucionales típicas, como puede ser
    el caso de Gran Bretaña, España y Noruega,
    sólo se eligen a los parlamentarios, de cuyas filas
    saldrá el primer ministro, quien a su vez nombrará
    un gabinete.

    La esencia del sistema democrático supone, pues,
    la participación de la población en el nombramiento de
    representantes para el ejercicio de los poderes ejecutivo y
    legislativo del Estado, independientemente de que éste se
    rija por un régimen monárquico o
    republicano.

    Radicales

    Radicales, miembros de un movimiento que defiende el
    cambio extremo de instituciones sociales y políticas. El
    término se utilizó por primera vez en sentido
    político en Inglaterra,
    cuando el estadista británico Charles James Fox
    pidió una reforma radical que extendiera el derecho de
    voto al sufragio universal. El término radical
    pasaría luego a designar a los que estaban a favor de la
    reforma parlamentaria. Tras la aprobación del proyecto de
    Reforma de 1832 (que beneficiaba ante todo a la clase media), un
    grupo de
    radicales aliados con la facción whig del Parlamento
    luchó para extender el voto a la clase trabajadora. Cuando
    el sufragio volvió a ampliarse gracias al proyecto de
    Reforma de 1867, los radicales organizaron a los nuevos votantes
    y lograron transformar al partido whig en el Partido Liberal de
    finales del siglo XIX.

    Los radicales británicos, encabezados por el
    filósofo James Mill, el jurista y filósofo Jeremy
    Bentham, y el economista político David Ricardo, crearon
    una filosofía basada en el utilitarismo (cuyo lema era "la
    mayor felicidad posible para el mayor número de hombres").
    Defendían que los individuos son libres en la medida en
    que no se limite su vida comercial, para lo que proponían
    la supresión de todas las restricciones sociales y
    políticas de las relaciones económicas. El
    radicalismo británico constituía un esfuerzo por
    establecer la expansión económica privada como
    principio del estado moderno.

    En Francia, antes de la revolución de 1848, un
    radical era un partidario del sufragio universal. Después
    de 1869 el estadista francés Georges Clemenceau
    lideró una facción radical en contra del
    republicanismo moderado, y en 1881, exigió profundas
    reformas. Nacía así en 1901 el Partido Radical
    Socialista.

    En América
    Latina la
    organización de grupos políticos afines al
    radicalismo tuvo lugar a finales del siglo XIX como
    reacción a las tendencias conservadoras del liberalismo.
    El radicalismo chileno nació en 1857 con la
    escisión de un grupo liberal opuesto a estas tendencias;
    treinta años después se organizó el Partido
    Radical Chileno como tal. En Argentina los
    radicales también han representado un papel
    importante en la historia a través de la Unión
    Cívica Radical, fundada en 1891.

    Hoy en día el término radical se emplea
    con frecuencia para indicar un liberalismo extremo, y el
    término reaccionario se le aplica al que apoya un
    conservadurismo extremo. Los conceptos izquierda y derecha, han
    sido relacionados con cada una de estas dos posturas. El comunismo es un
    ejemplo de extremismo radical de izquierda, mientras que el
    fascismo
    representa al extremismo de derechas.

    En los años 70 el concepto radical
    es reivindicado en Europa por importantes sectores de la
    izquierda. En Italia,
    España y Alemania,
    retomando la noción de radicalismo defendida por Karl Marx
    ("crítica que llega a la raíz"), resurgieron
    diversas formaciones sociopolíticas. Marco Panella,
    Leonardo Sciascia, Bernard Henry-Levy, Fernando Savater o
    Fernando Sánchez-Dragó fueron algunas de las
    personalidades que apoyaron el renacer de este
    movimiento.

    5. Las principales
    demandas de la revolucion francesa

    (1789 -1793)

    Con el lema "Libertad, Igualdad, Fraternidad", el 14
    de julio de 1789 dio inicio la Revolución
    Francesa, movimiento que derrocó a la
    monarquía absoluta, proclamó los derechos del hombre e
    instituyó la república.

    La revolución popular del 10 de agosto tuvo
    grandes consecuencias:

    1.- Se suspendió al rey , cesando por
    consiguiente la vigencia de la constitución de
    1791.

    2.- Se nombró un consejo Ejecutivo provisional,
    encargado de las funciones
    ejecutivas, dirigido por Dantón, verdadero jefe del nuevo
    gobierno.

    3.- Se elegiría, por sufragio universal una
    convención encargada de revisar la
    constitución.

    4.- Se reconocía la Comuna de París como
    poder legítimo del estado. Esta comuna estaba en mano de
    los jacobinos , dirigidos por Roberspierre y Marat.

    6. La revolución
    francesa y el advenimiento de la edad
    contemporanea.

    En la historia del mundo contemporáneo, la
    revolución francesa significó el tránsito de
    la sociedad estamental, heredera del feudalismo, a la
    sociedad capitalista, basada en una economía de mercado.
    La burguesía, consciente de su papel preponderante en la
    vida económica, desplazó del poder a la
    aristocracia y a la monarquía absoluta. Los
    revolucionarios franceses no sólo crearon un nuevo modelo
    de sociedad y estado, sino que difundieron un nuevo modo de
    pensar por la mayor parte del mundo.

    Oposición Al Antiguo Régimen En
    Francia

    Se denomina Antiguo Régimen al conjunto de
    costumbres e instituciones políticas y económicas
    existentes en Francia y en Europa hasta fines del siglo
    XVIII.

    La Vida Política

    La organización política de Francia, hacia
    1789, era monárquica. El rey pretendía que su poder
    derivaba de Dios, a quien únicamente debía cuenta
    de sus actos. Sus súbditos no tenían ningún
    derecho, pero sí el deber de obedecer.

    El rey declaraba la guerra y hacía la paz;
    comandaba los ejércitos; determinaba los gastos y fijaba
    los impuestos;
    nombraba y destituía a los funcionarios y dirigía
    la administración entera. Las provincias eran
    administradas por los intendentes, con poder omnímodo y
    arbitrario.

    La libertad individual estaba amenazada constantemente
    por la policía, que podía aprender a cualquiera con
    una simple orden del rey, la "carta sellada".
    No se daba la causa de la detención porque "tal era la
    voluntad del rey".

    Existía la censura previa y no existía la
    libertad de consciencia.

    La Vida Social

    En la sociedad francesa se distinguían tres
    estados o clases:

    1. El clero: era la primera de las clases
      sociales privilegiadas. Conservaba un gran prestigio e
      influencia. Además recibía los diezmos de los
      fieles, poseían extensas propiedades, que abarcaban la
      cuarta parte de la superficie de Francia, y como si fuera poco,
      no pagaban impuestos.
    2. La nobleza: esta era la segunda clase privilegiada
      formada por un número de personas análogo al del
      clero, que poseían tierras de parecida importancia y
      extensión. Percibían de los campesinos, que
      vivían en sus tierras, los antiguos derechos feudales, y
      sólo pagaban impuestos en casos especiales.
    3. En El Tercer Estado se distinguían distintas
      categorías, alguna de las cuales había logrado
      privilegios. La capa superior del estado llano era la
      burguesía; la inferior, los obreros y campesinos. Estos
      últimos soportaban pesadas cargas que, en la generalidad
      de los casos, les privaban de las cuatro quintas partes del
      fruto de su trabajo. Debían pagar los impuestos al
      estado, el diezmo a la iglesia y los derechos feudales al
      señor.

    La Vida Económica

    La industria
    estaba entorpecida con excesivas reglamentaciones e impuestos.
    Existían aduanas internas;
    las pesas y medidas variaban según las regiones; algunos
    artículos, como los cereales, debían consumirse en
    el lugar de producción; se aplicaban derechos de aduna
    que en muchos casos anulaban el intercambio.

    Los estados generales:

    En 1788, la gravedad de la situación
    obligó a Luis XVI a llamar nuevamente a Nécker,
    este sugirió al rey la convocatoria de los Estados
    Generales (una asamblea formada por representantes del clero, la
    nobleza, y el tercer estado), exigida también por el
    pueblo.

    Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas
    elecciones nacionales en 1788. La censura quedó abolida
    durante la campaña y multitud de escritos que
    recogían las ideas de la Ilustración circularon por
    toda Francia. Nécker, a quien el monarca había
    vuelto a nombrar interventor general de Finanzas en
    1788, estaba de acuerdo con Luis XVI en que el número de
    representantes del Tercer estado (el pueblo) en los Estados
    Generales fuera igual al del primer estado (el clero) y el
    segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos
    llegó a establecer un método de
    votación.

    7. La asamblea constituyente y
    el inicio de la revolucion:

    El rey se dirigió en persona a la "pretendida
    Asamblea Nacional" cuyos actos declaró nulos y sostuvo que
    los tres ordenes debían secionar por separado.

    Los revolucionarios fundaron en Versalles una sociedad
    política a la moda inglesa,
    popularmente conocido como el Club de los Jacobinos, porque se
    reunía en el antiguo y deshabitado convento de ese
    nombre.

    Luis XVI cedió a las presiones de la reina
    María Antonieta y del conde de Artois (futuro rey de
    Francia con el nombre de Carlos X) y dio instrucciones para que
    varios regimientos extranjeros leales se concentraran en
    París y Versalles. Al mismo tiempo, Nécker fue
    nuevamente destituido. El pueblo de París respondió
    con la insurrección ante estos actos de
    provocación; los disturbios comenzaron el 12 de julio, y
    las multitudes asaltaron y tomaron La Bastilla —una
    prisión real que simbolizaba el despotismo de los
    Borbones— el 14 de julio.

    La burguesía parisina, temerosa de que la
    muchedumbre de la ciudad aprovechara el derrumbamiento del
    antiguo sistema de gobierno y recurriera a la acción
    directa, se apresuró a establecer un gobierno provisional
    local y organizó una milicia popular, denominada
    oficialmente Guardia Nacional.

    El estandarte de los Borbones fue sustituido por la
    escarapela tricolor (azul, blanca y roja), símbolo de los
    revolucionarios que pasó a ser la bandera
    nacional.

    Otras de las consecuencias de la toma de la bastilla fue
    la revolución agraria y social en la campiña
    francesa. Los campesinos en armas asaltaron
    castillos y residencias señoriales; incendiaron los
    edificios de las oficinas de recaudación de los impuestos,
    que tan desconsideradamente les gravaban. Los campesinos
    destruyeron así, violentamente el régimen feudal;
    la asamblea al saberlo lo aniquiló legalmente.

    La Redacción De Una
    Constitución

    La Asamblea Nacional Constituyente comenzó su
    actividad movida por los desórdenes y disturbios que
    estaban produciéndose en las provincias (el periodo del
    'Gran Miedo'). El clero y la nobleza hubieron de renunciar a sus
    privilegios en la sesión celebrada durante la noche del 4
    de agosto de 1789; la Asamblea aprobó una
    legislación por la que quedaba abolido el régimen
    feudal y señorial y se suprimía el diezmo, aunque
    se otorgaban compensaciones en ciertos casos. En otras leyes se
    prohibía la venta de cargos
    públicos y la exención tributaria de los estamentos
    privilegiados.

    Con respecto a la institución que
    establecía requisitos de propiedad para
    acceder al voto, la Constitución disponía que el
    electorado quedara limitado a la clases alta y media. El nuevo
    estatuto confería el poder
    legislativo a la Asamblea Nacional, compuesta por 745
    miembros elegidos por un sistema de votación indirecto.
    Aunque el rey seguía ejerciendo el poder ejecutivo, se le
    impusieron estrictas limitaciones. Su poder de veto tenía
    un carácter meramente suspensivo, y era la Asamblea quien
    tenía el control efectivo de la dirección de la política exterior.
    El poder judicial
    sería desempeñado por jueces elegidos por el
    pueblo. Se impusieron importantes restricciones al poder de la
    Iglesia católica mediante una serie de artículos
    denominados Constitución civil del Clero, el más
    importante de los cuales suponía la confiscación de
    los bienes
    eclesiásticos. A fin de aliviar la crisis financiera, se
    permitió al Estado emitir un nuevo tipo de papel moneda,
    los asignados, garantizado por las tierras confiscadas. Asimismo,
    la Constitución estipulaba que los sacerdotes y obispos
    fueran elegidos por los votantes, recibieran una
    remuneración del Estado, prestaran un juramento de lealtad
    al Estado y las órdenes monásticas fueran
    disueltas.

    8. La asamblea legislativa
    (1791/1792):

    Dentro del nuevo sistema de gobierno, el poder
    legislativo lo desempeñaba la Asamblea Legislativa,
    compuesta por una sóla cámara por 745 diputados,
    políticos, noveles sin la experiencia de los
    constituyentes, ya que a propuesta de Robespierre, la anterior
    asamblea aprobó la prohibición de reelegir a sus
    miembros.

    A la asamblea legislativa le tocó aplicar la
    constitución de 1791.

    La convención:

    La primera decisión oficial adoptada por esta
    cámara fue la abolición de la monarquía y la
    proclamación de la I República. El consenso entre
    los principales grupos integrantes de la Convención no fue
    más allá de la aprobación de estas medidas
    iniciales. La primera gran prueba de fuerza se
    decidió en favor de estos últimos, que solicitaban
    que la Convención juzgara al rey por el cargo de
    traición y consiguieron que su propuesta fuera aprobada
    por mayoría. El monarca fue declarado culpable de la
    acusación imputada con el voto casi unánime de la
    Cámara el 15 de enero de 1793, pero no se produjo el mismo
    acuerdo al día siguiente, cuando había de decidirse
    la pena del acusado. Finalmente el rey fue condenado a muerte por 387
    votos a favor frente a 334 votos en contra. Luis XVI fue
    guillotinado el 21 de enero.

    El Reinado Del Terror

    El 6 de abril, la Convención creó el
    Comité de Salvación Pública, que
    habría de ser el órgano ejecutivo de la
    República, y reestructuró el Comité de
    Seguridad General
    y el Tribunal Revolucionario. La rivalidad existente entre los
    girondinos y los montagnards se había agudizado durante
    este periodo. La Convención promulgó una nueva
    Constitución el 24 de junio en la que se ampliaba el
    carácter democrático de la República. Sin
    embargo, este estatuto nunca llegó a entrar en vigor. El
    10 de julio, la presidencia del Comité de Salvación
    Pública fue transferida a los jacobinos, que reorganizaron
    completamente las funciones de este nuevo organismo. Tres
    días después, el político radical Jean-Paul
    Marat, destacado líder
    de los jacobinos, fue asesinado por Charlotte de Corday,
    simpatizante de los girondinos. Los poderes del Comité
    fueron renovados mensualmente por la Convención Nacional
    desde abril de 1793 hasta julio de 1794, un periodo que
    pasó a denominarse Reinado del Terror.

    La Lucha Por El Poder

    La disputa entre el Comité de Salvación
    Pública y el grupo extremista liderado por Hébert,
    concluyó con la ejecución de éste y sus
    principales acólitos el 24 de marzo de 1794. Dos semanas
    después, Robespierre emprendió acciones
    contra los seguidores de Danton, que habían comenzado a
    solicitar la paz y el fin del reinado del Terror. Georges-Jacques
    Danton y sus principales correligionarios fueron decapitados el 6
    de abril. Robespierre perdió el apoyo de muchos miembros
    importantes del grupo de los jacobinos —especialmente de
    aquéllos que temían por sus propias vidas— a
    causa de estas represalias masivas contra los partidarios de
    ambas facciones.

    9. El ascenso de
    napoleón al poder

    No habían pasado aún cinco meses desde que
    el Directorio asumiera el poder, cuando comenzó la primera
    fase (de marzo de 1796 a octubre de 1797) de las Guerras
    Napoleónicas. Los tres golpes de Estado que se produjeron
    durante este periodo —el 4 de septiembre de 1797 (18 de
    fructidor), el 11 de mayo de 1798 (22 de floreal) y el 18 de
    junio de 1799 (30 de pradial)—, reflejaban simplemente el
    reagrupamiento de las facciones políticas burguesas. Las
    derrotas militares sufridas por los ejércitos franceses en
    el verano de 1799, las dificultades económicas y los
    desórdenes sociales pusieron en peligro la
    supremacía política burguesa en Francia.

    Las Transformaciones Producidas Por La
    Revolución

    La abolición de la monarquía absoluta en
    Francia.

    La servidumbre, los derechos feudales y los diezmos
    fueron eliminados;

    Las propiedades se disgregaron y se introdujo el
    principio de distribución equitativa en el pago de
    impuestos.

    Napoleón instituyó durante el Consulado
    una serie de reformas

    Fundó el Banco de
    Francia

    La implantación del sistema educativo
    —secular y muy centralizado.

    Principios de la libertad de culto y la libertad de
    expresión.}

    La Declaración de Derechos del hombre y del
    ciudadano,

    Camino hacia la separación de la Iglesia y el
    Estado.

    Declaración de los Derechos del hombre y del
    ciudadano, declaración general de derechos elaborada por
    la Asamblea Nacional Constituyente en agosto de 1789 a fin de
    proporcionar una marco previo a la redacción de una
    constitución en los primeros momentos de la
    Revolución Francesa.

    La Declaración tuvo gran repercusión en
    España y en la América
    española y fue uno de los elementos fundamentales que
    estimularon la implantación de nuevas ideas.

    La Declaración definía los derechos
    naturales del hombre, entre los que consideraba básicos la
    libertad (individual, de pensamiento, de prensa y credo),
    la igualdad (que debía ser garantizada al ciudadano por el
    Estado en los ámbitos legislativo, judicial y fiscal), la
    seguridad y la resistencia a la
    opresión.

    Partes: 1, 2

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