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Familia y desarrollo personal (página 2)




Enviado por paulo_ian_ula



Partes: 1, 2

7. El rol del padre

Por fortuna han pasado los días en que se ignoraba o
minimizaba la contribución del padre al desarrollo de
sus hijos. Los comerciales de televisión
muestran a padres cambiando el pañal de su hijo y
bañándolo, los almacenes ofrecen
coches para niños con manijas más largas y
cargadores que se adaptan a los hombres de más de 1.80 m.
de estatura. Asimismo, los psicólogos emprenden más
investigaciones acerca del rol del padre en la
vida del niño.

Los hallazgos de tales investigaciones
señalan la importancia de una paternidad sensible y
afectiva. En el primer año de vida se establecen lazos
estrechos entre los bebés y los padres, quienes
ejercerán una gran influencia en el desarrollo
social, emocional y cognoscitivo del niño.

Lazos Y Vínculos Entre Papás E
Infantes

Muchos papás establecen fuertes lazos con sus hijos
poco después del nacimiento. Los nuevos padres admiran con
orgullo a sus bebés y se sienten obligados a cargarlos.
Los bebes contribuyen a mantener los lazos al hacer lo que todo
bebé normal hace; abrir los ojos, agarrar los dedos o
moverse en los brazos de los padres.

A los tres meses de edad es posible predecir la seguridad del
vínculo entre padre e hijo. Los papás que se
sienten satisfechos con sus hijos de tres meses, saben que son
importantes en el desarrollo de
los bebés, responden a sus necesidades, tienen como
prioridad pasar tiempo con ellos
y pueden lograr establecer un vínculo seguro a la edad
de un año.

Los bebes desarrollan vínculos con ambos padres casi
al mismo tiempo. En un
estudio clásico, los bebés de un año en
adelante protestaron de igual manera por la separación del
padre y de la madre, mientras que los bebés de nueve meses
o menos sólo protestaron por la separación de la
madre. Cuando ambos padres estaban presentes, un poco más
de la mitad de los bebés buscaban a la madre, pero casi la
mitad mostró tanta o mayor inclinación hacia su
padre.

Otro estudio encontró que aunque los bebés
preferían el padre o la madre antes que un extraño,
se inclinaban más por la madre que por el padre, sobre
todo cuando estaban disgustados. Esto se presenta porque
normalmente las madres cuidan más a menudo a los bebes.
Sería interesante saber si el vínculo padre –
hijo cambia en los hogares en donde el padre les brinda los
cuidados primordiales.

¿Cómo actúan los padres frente a los
infantes?

A pesar de la creencia corriente de que las mueres
están predispuestas biológicamente para cuidar a
los bebés, las investigaciones señalan que los
padres pueden ser igual de sensibles y afectivos frente a los
infantes. Los padres hablan el "lenguaje
materno", ajustan el ritmo de alimentación a las
señales de los bebés y cuando ven llorar o
sonreír a los infantes frente a un aparato de televisión
sus respuestas fisiológicas (cambios en la frecuencia
cardiaca, la presión arterial y la conductancia de la
piel) son
similares a los de las madres. Sin embargo, normalmente los
padres no son tan sensibles como las madres. En genera asumen un
rol menos activo en la crianza del niño, y la cantidad de
cuidado que brinda al bebé es el factor principal para
determinar cuán sensible es un adulto frente a las
señales de los bebés.

No obstante, la cantidad de cuidado que los hombres brindan
a los bebés está aumentando en los países
industrializados. Un estudio realizado con 48 padres irlandeses
de clase obrera encontró un alto nivel de cuidado a los
niños y una fuerte relación entre el cuidado del
padre y los puntajes obtenidos a la edad de un año en las
pruebas
cognoscitivas. Estos padres hablaban a sus bebés, jugaban
con ellos, los alimentaban, les cambiaban los pañales, los
consolaban y les cantaban. Los hombres más dispuestos a
cuidar sus niños eran los jóvenes cuyo matrimonio
marchaba bien, estuvieron en el parto,
modificaron sus horarios de trabajo y compartían los
trabajos domésticos con sus esposas.

En los Estados Unidos,
los padres cuidan a los bebes menos de lo que juegan con ellos y
tienden a realizar muchas actividades de modo diferente de como
las ejecutan las madres, los padres que grabaron videocintas cara
a cara con infantes entre dos y 25 semanas, en general proveen
una serie de estallidos de estímulos intensos y de corta
duración, mientras que las madres se muestran más
tiernas y rítmicas. Los papás dan palmaditas a los
bebés, las madres les hablan con dulzura. Los padres
lanzan al aire a los
bebés y forcejean con los que empiezan a caminar; las
madres en general juegan con ellos de manera apacible, les cantan
y les leen cuentos.

Sin embargo, este estilo de juego no es
característico de todas las culturas. Por
ejemplo, los padres suecos y los alemanes por lo general no
juegan con los hijos de esta manera. El hecho de que los infantes
suecos muestren mayores comportamientos de vínculo
hacía las madres que hacía los padres (diferente de
lo que ocurre con los bebés estadounidenses, que muestran
igual tendencia hacia ambos padres) indica que la diferencia en
el estilo de juego en los
Estados Unidos
debe cumplir un rol importante en el fomento del vínculo
entre el padre y tu hijo. De manera similar, los juegos
vigorosos entre padre e hijo no se encuentran en los pigmeos aka
de África. De nuevo se observan diferencias en el modo
como actúan los padres frente a tus hijos en las diversas
culturas.

La manera como los padres se involucran está
determinada por diversas circunstancias, una de las cuales es la
actitud de la
madre. Ella normalmente es la portera del acercamiento del padre
con el hijo, tanto en las acciones
directas que realiza como en lo que habla acerca de él.
Otra circunstancia es el empleo de la
madre, las mujeres que trabajan tiempo completo estimulan
más a sus bebés que las que permanecen en el hogar,
y juegan con los bebés más que los papás. A
pesar del trabajo, emplean más tiempo que los padres para
cuidar a los bebés. Un estudio realizado con papás
que cuidaban a sus hijos encontró que se comportaban
más como madres que como padres "típicos".

Es evidente que los roles y las expectativas sociales, lo
que padres y madres deben hacer, influyen en el estilo de
interacción con los hijos.

¿Cuál es la importancia de la relación
padre – infante?

Las diferencias biológicas y sociales entre hombre y
mujer contribuyen
a que el rol de cada padre sea único en la familia y
la contribución de cada uno, especial. Por ejemplo, la
característica física de los
juegos en que
participan los padres ofrece a los bebés estímulos
y retos para superar los temores. Durante los dos primeros
años, sonríen y "conversan" más con el
padre, debido quizá a que él constituye una
novedad.

Un estudio realizado con niños que empezaban a
caminar (dos tercios de los cuales eran hijos de mujeres que
trabajaban fuera del hogar) mostró los beneficios que
produce el que el padre se involucre en los juegos y en el
cuidado de los niños, en especial cuando su actitud es
afectiva y positiva. El comportamiento
del padre tuvo especial importancia en el desarrollo de la
competencia para
resolver problemas, y
aunque el comportamiento
de la madre tuvo mayor impacto en a relación, la
interacción con el padre ayudó a crear
vínculos más seguros con la
madre. Además, el vínculo de seguridad con el
papá contribuye a que el niño establezca amistades
más estrechas a la edad de cinco años.

El padre también contribuye de manera importante en
la adquisición de independencia
de los niños que empiezan a caminar. Un estudio se
centró en observar la interacción de 44
niños y niñas de dos años de edad con las
madres y los padres (que fueron quienes les brindaron los
cuidados primarios). A los padres se les dieron instrucciones
para que lograran que los niños se alejaran de los
juguetes y no tocaran un magnetófono. Tanto la madre como
el padre se relacionaron de modo similar con los hijos. En
consecuencia, parece que los papás no representan el
papel de
familia
disciplinaria aunque actúan de manera menos
estereotipada.

Como ya se ha dicho, los adultos actúan de modo
diferente frente a los bebés, y esto depende de si son
niños o niñas. Esta diferencia se nota más
en los padres que en las madres, aun durante el primer año
de vida del bebé. En el segundo año esta diferencia
de intensifica: los papás conversan y dedican más
tiempo a los hijos que a las hijas. Por estas razones, los padres
más que las madres parecen ayudar a desarrollar la
identidad de
género y el rol de género, proceso por el
cual los niños aprenden los comportamientos que la
sociedad
considera apropiados para cada sexo.

Los padres también pueden influir más que las
madres en el desarrollo cognoscitivo de los hijos. Cuanto
más atención preste un padre a su hijo
varón, más inteligente, alerta, curioso y alegre se
mostrará entre los cinco y los seis meses. Los
niños que crecen sin padre se retrasan en su proceso
cognoscitivo frente a los que se crían con los dos padres,
aun cuando en ambos casos la madre actúe de igual manera.
Este hallazgo puede reforzar las evidencias de que el padre es
muy importante en el desarrollo cognoscitivo o mostrar que crecer
en un hogar con un solo padre acarrea desventajas
económicas o sociales.

El mismo hecho de que los dos padres tengan personalidades
diferentes (no importa de que tipo sean) influye en el desarrollo
en formas no conocidas todavía. Por ejemplo, no se sabe
qué efectos surjan del proceso de aprendizaje de
los niños de modo que la misma acción origine
diferentes reacciones de la madre y del padre. Sin embargo,
parece claro que cualquiera de los dos que desempeñe el
papel
más duradero en la vida cotidiana del niño
ejercerá en él una influencia decisiva.

8. Ansiedad ante lo extraño
y ansiedad por la separación

Sofía era una bebé amigable, sonreía a
los extraños, se acercaba a ellos y continuaba arrullando
alegremente aun cuando alguien cualquiera estuviera a su
alrededor. En la actualidad tiene ocho meses y llora a gritos
cuando un extraño se le aproxima o cuando sus padres
tratan de dejarla con una niñera. Sofía experimenta
ansiedad ante lo extraño, prevención ante la
persona a
quien no conoce y ansiedad por la separación, angustia
cuando se va un familiar que la cuida.

Estas formas de ansiedad solían considerarse
señales cognoscitivas y emocionales de la infancia que
reflejaban el reconocimiento de la madre y el establecimiento de
vínculo con ella. Sin embargo, en la actualidad se piensa
que estos fenómenos son variables y
dependen en gran medida del temperamento del bebé y de las
circunstancias de vida.

Aunque la reacción de Sofía es normal, no es
universal. En primer lugar, existen diferencias transculturales
en la ansiedad ante lo extraño. Por ejemplo, cuando los
niños navajos llegan a la edad de un año muestran
menos ansiedad que los niños anglo – americanos. Entonces,
existen diferencias en el interior de una cultura, los
niños navajos que tuvieron muchas posibilidades de
interactuar con otras culturas, porque pertenecían a
familias numerosas o vivían cerca de puestos comerciales,
estaban menos prevenidos frente a los extranjeros que otros
niños navajos.

En la cultura
dominante estadounidense, los niños casi nunca reaccionan
de modo negativo frente a los extraños antes de los seis
meses; comienzan a hacerlo a los ocho o nueve meses y aumentan
cada vez más este comportamiento durante el primer
año de vida. Sin embargo, a los tres o cuatro meses se
presentan señales sutiles de prevención frente a
los extraños, las cuales demuestran que el bebé
reconoce a las personas que habitualmente lo cuidan y que no se
siente seguro con el
recién llegado. No obstante, cuando tiene mas edad, el
niño puede reaccionar de modo positivo frente a un
recién llegado, en especial si no lo ha maltratado, aunque
espera un poco antes de acercarse poco a poco. En esta clase de
acercamiento priman la curiosidad natural y la tendencia innata a
relacionarse con otras personas.

Al reaccionar frente a un extraño, el bebé se
fija en las señales emitidas por las personas que lo
cuidan. En un estudio con bebés de 10 meses algunas
mujeres desconocidas se aproximaban a las mamás, que
hablaban de la mujer a los
bebés bien fuera de modo positivo o neutral, o hablaban a
la mujer de la
misma manera, o permanecían calladas. Cuando las madres
hablaban positivamente acerca de la extraña los
bebés se mostraban más amigables con ella que en
otras ocasiones, y es probable que se inclinaran hacia ella y le
ofrecieran un juguete. En apariencia los bebés referencian
socialmente a sus madres en esta situación ambigua y
actúan en consecuencia.

En la actualidad, ni el miedo temprano e intenso a los
extraños ni la fuerte protesta cuando la madre sale se
consideran una señal de vínculo seguro. Ahora los
investigadores miden el vínculo mas por la capacidad de
los padres para brindarle afecto y comodidad a sus hijos cuando
están juntos que por la cantidad de lágrimas que el
bebé derrama cuando éstos se marchan. El llanto de
un niño cuando los padres se van o cuando un
extraño se acerca puede revelar más acerca de su
temperamento que de la seguridad de su vínculo.

9. Perturbaciones en las
relaciones familiares

Cuando se rompen los vínculos entre los infantes y los
padres, o se deterioran porque los niños son separados de
sus padres o porque las relaciones son difíciles de
mantener, las consecuencias pueden ser demasiado severas.
¿Qué ocurre con los niños a quienes se les
priva de sus padres desde muy temprana edad? La respuesta depende
de numerosos factores, entre los cuales se hallan la razón
para la separación, los cuidados que el niño recibe
y la calidad de las
relaciones antes de la separación y después de
ella.

Institucionalización

Cuando los orfanatos eran la única solución para
cuidar a los niños cuyos padres habían fallecido o
no podían cuidarlos, la mayoría de los bebés
llevados allí morían durante el primer año.
Los niños que permanecían internos durante un largo
periodo decaían intelectualmente y desarrollaban problemas
psicológicos.

Un estudio realizado por R. A. Spitz (1945, 1946)
comparó 134 niños criados en dos instituciones
("guarderías" y "hogares de niños abandonados") con
34 criados en su propio hogar. Al cabo de un año, los
niños de guardería y los criados en su propio hogar
estaban saludables y eran normales; pero los de hogares de
niños abandonados estaban por debajo del promedio de peso
y estatura y su puntaje de desarrollo había descendido con
vertiginosidad.

Asimismo, eran bastante propensos a las enfermedades, a menudo con
desenlace fatal. Como paradoja, muchos de los niños de
hogares para niños abandonados provenían de buena
familia,
mientras que los de guardería eran hijos de mujeres
jóvenes, delincuentes, la mayoría de las cuales
sufría perturbaciones o retardo mental, la diferencia
más importante entre las dos instituciones
radicaba en la cantidad de personas que atendían a los
niños. En la guardería, los niños
recibían cuidados de tiempo completo de sus propias madres
o de madres sustitutas; en el 'hogar de niños abandonados"
ocho infantes compartían una enfermera (situación
característica de las instituciones).

Al mostrar la necesidad de suministrar cuidados parecidos a
los maternos, el trabajo de
Spitz desató una tendencia a ubicar los niños en
hogares de adopción y
adoptarlos a más temprana edad. En realidad, tanto el
estudio de Spitz como otros mostraron que los niños
internos en instituciones bien manejadas que les brindan mucha
conversación y experiencias activas y llenas de
significado no sufren deterioro de la inteligencia,
pero, aun en estas buenas condiciones, los niños corren el
riesgo de la
privación social. El daño no proviene de ser
separado de los padres ni de tener más de una persona que los
cuida, sino de tos cambios continuos de estas personas,
situación que origina la formación de
vínculos tempranos emocionales frente a individuos
particulares. Este daño puede evitarse con la
atención y los estímulos que brinde una persona a
quien el bebé se sienta ligado como madre sustituta.

Las investigaciones que midieron las respuestas
fisiológicas y de comportamiento de bebés de nueve
meses que habían sido separados de las madres durante un
periodo corto señalan que el estrés de
los infantes quizá se deba más a la calidad de los
nuevos cuidados que a la separación misma. Cuando las
personas que cuidaban a los niños se mostraban
cálidas, afectuosas, y jugaban con los infantes antes de
que éstos lloraran, los bebés lloraban mucho menos
que cuando estaban al cuidado de personas menos afectuosas. Este
efecto fue mayor en los bebés cuyo temperamento los
impulsaba a enojarse por nada en situaciones en que
sentían pérdida de control.

Hospitalización

Aún la mas pequeña estadía en un hospital
puede perturbar a os infantes y a los niños que empiezan a
caminar; su sensibilidad intelectual comienza a disminuir hasta
cuando retornan al hogar, a menos que les brinden muy buena
atención. Cuando se hospitalizan bebés entre 5 y 30
meses de edad, atraviesan tres etapas de ansiedad por la
separación.

En principio protestan; tratan de volver con sus madres,
agitan la cuna y se agitan ellos mismos, luego, se desesperan, se
aíslan y permanecen inactivos, y lloran monótona o
intermitentemente. Como se mantienen muy quietos, se supone que
aceptan la situación. Por último, se despreocupan:
aceptan los cuidados de varias enfermeras, comen, juegan con
juguetes, sonríen y se tornan sociables. No obstante,
cuando sus madres los visitan, permanecen apáticos y
pueden manifestar rechazo.

¿Qué puede hacerse para reducir la angustia y el
temor de un infante que debe ser hospitalizado? Puede quedarse
uno de los padres, incluso a pasar la noche. Las visitas diarias
de los otros miembros de la familia,
las rutinas familiares y un menor número de personas que
lo cuiden pueden ayudar a superarla extrañeza de la
situación. Proporcionar, por anticipado, separaciones
ocasionales felices puede reducir la angustia de las visitas
inminentes. Es muy probable que los niños que están
bajo el cuidado de sus abuelos o hermanas, o hayan pasado la
noche en casa de los amigos, sientan menos angustia ante la
hospitalización.

Abuso y descuido del niño

Aunque la mayoría de los padres trata de brindar lo
mejor a los hijos, algunos no pueden satisfacer sus necesidades
básicas. El maltrato puede adoptar formas diferentes. El
abuso infantil incluye las lesiones físicas, y este
patrón típico se ha identificado como
síndrome del niño golpeado. El abuso sexual
se refiere a cualquier contacto sexual entre un niño y una
persona adulta. El descuido se relaciona con la deficiencia en
los cuidados adecuados, por lo general cuidados físicos
como alimento, vestido y supervisión. También se presenta el
descuido emocional, que algunas veces origina fracaso no
orgánico para prosperar, en el cual un bebé deja de
crecer y pierde peso en el hogar a pesar de la adecuada nutrición, pero
mejora con rapidez cuando se le aleja de éste y se le
brindan cuidados emocionales.

Al final de los años ochenta, y en la primera mitad de
los noventa, se informó que en los Estados Unidos
más de dos millones de niños al año fueron
víctimas de abuso y descuido. La mayoría
sufrió abuso sexual,
esto representa un aumento en los casos reportados, lo cual puede
reflejar un incremento en el maltrato, mayor reporte del maltrato
o ambas situaciones.

Causas del abuso y el descuido

¿Por qué los adultos lastiman o descuidan a los
niños? Según el enfoque ecológico de
Bronfenbrenner (1979) este problema se puede situar en el
contexto social de varios niveles de influencia ambiental, en el
hogar, la comunidad y la
cultura en general.

Los que abusan y los que descuidan. Más del 90% de los
abusos contra los niños ocurre en el hogar, y más
del 90% de los abusadores no son psicópatas ni presentan
personalidad
criminal, pero algunos son solitarios, tristes, deprimidos,
malhumorados, insatisfechos, aislados, soportan bastante estrés o
tienen problemas de salud que les impiden criar
a sus hijos. A menudo fueron maltratados en su niñez y
rechazados por sus padres. El poder que
ejercen sobre sus hijos mediante el abuso puede ser un esfuerzo
desplazado para obtener el control de sus
propias vidas.

Con frecuencia los abusadores se odian a sí mismos por
lo que hacen, pero se sienten impotentes para dejar de hacerlo. A
menudo no saben cómo ser buenos padres. Por ejemplo,
ignoran que hacer para que un bebé deje de llorar y
algunas veces pierden el control al no lograr que los
bebés realicen lo que quieren que hagan. No conocen lo
relacionado con el desarrollo normal del niño, y esperan
que éste sepa cómo emplear el retrete o que
permanezca limpio y ordenado en la edad temprana. Además,
esperan que sus hijos cuiden de ellos y se tornan abusivos cuando
esto no sucede. Tienen más enfrentamiento con los hijos
que los padres no abusivos y son menos efectivos para resolver
problemas. Los padres abusivos tienen problemas para leer las
señales emocionales de sus hijos y a menudo malinterpretan
las necesidades de los bebés. Así, un padre puede
tratar de alimentar a su hijo cuando en realidad llora de dolor,
y sentirse frustrado cuando el bebé arroja el
alimento.

Por otra parte, los padres descuidados pueden ser
irresponsables y apáticos, e ignorar a sus hijos. Las
madres de los infantes que dejan de crecer por lo general han
sido mal nutridas ellas mismas y han tenido relaciones
tormentosas con los Padres de los bebés; tienden a tener
más problemas de embarazo y
parto que
otras madres, ganan menos peso, dan a luz más
pronto y tienen bebés más pequeños;
también presentan problemas para alimentar a sus hijos. No
abrazan a los bebés ni conversan con ellos y parecen
incapaces de proveer un ambiente
cálido y seguro en el hogar para los infantes, cuya
presencia parece incomodarlas.

Víctimas. Los niños que sufren los abusos
tienden a necesitar más cuidados de sus padres que otros
niños. Es probable que hayan nacido bajos de peso, sean
hiperactivos, retardados mentales o limitados. Lloran más
y muestran comportamiento más negativo. Los niños
cuyo crecimiento se detiene debido a un descuido emocional, con
frecuencia han tenido problemas médicos durante el parto o
poco después de éste.

Ambiente familiar. Es más probable que los padres
abusivos tengan más problemas maritales que otras parejas
y que se golpeen entre sí. Tienen más hijos, viven
con ellos, sus hogares son más desorganizados y
experimentan situaciones más estresantes que otras
familias. La llegada de un nuevo hombre al
hogar (un padrastro o el novio de la madre) puede propiciar que
éste abuse.

Los padres abusadores se aíslan de los vecinos, la
familia o los amigos. En consecuencia, no hay quien aparezca en
los momentos clave ni vea lo que sucede en la familia. Los padres
descuidados se aíslan dentro de la familia y tienden a
distanciarse emocionalmente de la esposa y los hijos

La comunidad. El
mundo exterior puede proveer un clima de violencia para
la familia. El desempleo, la
insatisfacción en el trabajo y
las penurias económicas están estrechamente
correlacionadas con el abuso contra la esposa y los hijos. Es
más probable que los hombres que no se sienten bien en el
trabajo o están desempleados maltraten más a las
esposas y a los hijos que otros hombres.

La cultura. Una cultura puede establecer el escenario para la
violencia al
fomentar ciertas actitudes. El
crimen violento y el castigo físico son dos factores que
parecen conducir al abuso contra los niños. Este es muy
raro en los países donde no es frecuente el crimen
violento ni se castiga a los niños con nalgadas. En los
Estados Unidos, 30 estados todavía permiten el castigo
corporal en las escuelas, donde los niños pertenecientes a
las minorías y los minusválidos son castigados con
más frecuencia que sus compañeros.

Efectos del abuso y del descuido

El descuido y el abuso en la niñez pueden provocar
consecuencias graves, lo cual se refleja en la relación
existente entre los desarrollos físico, emocional y
cognoscitivo. Los niños que sufren los abusos, con
frecuencia presentan retardo en el lenguaje.
Es más probable que repitan un año escolar, que
obtengan las peores notas en las pruebas y
tengan problemas disciplinarios en la escuela. Tienden
a ser agresivos y a no cooperar con otros niños y, en
consecuencia, a llevarse mal con ellos. Es muy probable que se
conviertan en delincuentes o criminales cuando llegan a la edad
adulta. El abuso es mas traumático si el padre que no
abusa elude el tema y si se ha presentado más de un tipo
de abuso.

Es probable que los niños que sufren abuso sexual sean
temerosos, tengan baja autoestima, se
mantengan preocupados por el sexo y tengan
problemas con el comportamiento y los logros escolares. Cuando
llegan a la edad adulta tienden a ser temerosos, deprimidos,
ansiosos, malhumorados u hostiles, tienen baja autoestima, no
confían en las personas, se sienten aislados y
estigmatizados y son desadaptados sexuales.

Por fortuna, muchos niños maltratados logran adaptarse,
en especial si tienen un apoyo familiar al que puedan aferrarse.
Las dos terceras partes de los adultos que han sufrido abusos en
la niñez serán muy cuidadosos con sus propios
hijos. Aquellos que se convierten en buenos padres posiblemente
han tenido la ayuda de personas a quienes pudieron recurrir en
busca de apoyo, y tienen una buena relación amorosa o
marital; también es posible que estén enojados con
sus experiencias y sean capaces de hablar abiertamente de ellas,
hayan sufrido el abuso de sólo uno de los padres y hayan
tenido una relación afectuosa y de apoyo con uno de los
padres o con un pariente.

La relación entre sufrir el abuso en la niñez y
crecer para convertirse en abusador no se presenta en todos los
casos. En algunos, la expectativa de que lo uno siempre conduce a
lo otro parece ser una profecía de
autorrealización, y muchos padres que sufrieron abusos se
sienten como "bombas de tiempo
que caminan", listas a explotar en forma violenta contra sus
propios hijos.

Cómo combatir el descuido y el abuso de los padres

Los padres necesitan ayuda para combatir el abuso y el
descuido, en especial cuando se trata de niños con
necesidades especiales. Pueden obtenerla de los programas
educativos y de apoyo a la comunidad, cuidados diarios
subsidiados, amas de casa voluntarias y hogares transitorios de
descanso o padres auxiliares que se encarguen de los niños
cuando los padres se sientan agobiados. En la actualidad, estos
programas
existen en muchas comunidades.

Cómo evitar el abuso sexual

Los padres pueden evitar que otras personas abusen sexualmente
de sus hijos (sus esposos, parientes, amigos o trabajadores de la
comunidad como maestros o líderes de grupos). En
primer lugar, necesitan reconocer las señales del abuso
sexual. Éstas incluyen cambios extremos en el
comportamiento (pérdida del apetito, sueño
perturbado y pesadillas) mojarse en la cama, chuparse el pulgar o
llanto frecuente, ropa interior rasgada o manchada, sangrado
vaginal o rectal, infección vaginal o de la garganta,
dolor, comezón, hinchazón de los genitales,
interés
poco usual en el sexo o en las materias relacionadas con
él, y temor o disgusto de quedarse en ciertos lugares o
con ciertas personas.

Los padres también deben decir a los hijos que sus
cuerpos les pertenecen y que tienen el derecho a decir "no" a
alguien que quiera tocarlos o besarlo, cuando ellos no deseen,
aun cuando sea una persona a quien aman y en quien
confían. Los niños deber saber que no son culpables
de lo que un adulto le haga, que pueden hablar a sus padres
acerca de cualquier tema sin temor a que se les castigue y que la
mayoría de los adultos no lastiman a los niños.

10. Relaciones con los demás
niños

Aunque los padres ejercen la mayor influencia en la vida de
los hijos, otros niños también son importantes.

11. Hermanos

Cuando se tienen hermanos o hermanas es probable que las
relaciones con ellos sean más duraderas que cualesquiera
otras que se tengan. Pueden haber peleas continuamente en la
niñez o haber sido los mejores amigos. De cualquier
manera, estas personas comparten sus raíces, "saben
quiénes son", aceptaron o rechazaron los mismos valores de los
padres y es probable que se traten con mayor franqueza que
cualquiera de las personas que conocen. No tener hermanos
también afecta la vida de una persona.

La relación y reacción de los niños con
sus hermanos

El nacimiento de un hermano parece cambiar la manera como la
madre actúa con el primer hijo. Es probable que la madre
juegue menos y sea menos sensible a los intereses del hijo mayor,
tenga más confrontaciones o inicie menos conversaciones.
Los niños que toman la iniciativa al comenzar juegos o
conversaciones con la madre presentan menos problemas de
rivalidad con los hermanos que aquellos que se retraen. Esto se
debe a que han encontrado la manera de salvaguardar las
relaciones que mantienen con la madre.

La sabiduría popular aconseja que los padres preparen a
los hijos mayores para el nacimiento de un nuevo bebé e
introduzcan cambios en la vida de los niños (como
cambiarlos de cuarto, pasarlos de la cuna a una cama o cambiarlos
de escuela) con
bastante anticipación para minimizar la experiencia de
sentirse desplazado. Los padres deben aceptar que la ansiedad y
los celos son normales, y al mismo tiempo proteger al nuevo
bebé de cualquier expresión de perjuicio que se
origine en esos sentimientos. Pueden animar a los mayores para
que jueguen y ayuden a cuidar al bebé, y hacer
énfasis en cuánto valoran a cada niño.

Por ultimo, los hermanos mayores se adaptan mejor si los
padres les dedican tiempo y atención extra para compensar
la repentina dedicación de la madre al nuevo
bebé.

¿Cómo interactúan los hermanos?

Los hermanos empiezan a relacionarse con mayor frecuencia
después de los seis meses de vida de un bebé. En
muchas sociedades,
incluida la nuestra, los hermanos mayores tienen
responsabilidades en los cuidados del bebé. Los
niños también enseñan a sus hermanos menores
e influyen en su desarrollo cognoscitivo.

Aunque la rivalidad se halla presente con frecuencia,
también lo está el afecto genuino. En general los
hermanos menores cobran bastante apego a las hermanas y hermanos
mayores. Los bebes se sienten afectados cuando los hermanos se
marchan. Los saludan cuando regresan, los prefieren como
compañeros de juego y buscan en ellos seguridad cuando un
extraño entra en el cuarto.

Cuando las hermanas pequeñas imitan a los hermanos
mayores adoptan características que tradicionalmente se
han considerado masculinas. El ambiente que
los hermanos crean entre si afecta no sólo sus futuras
relaciones sino también el desarrollo de la
personalidad de cada uno. También puede afectar la
manera de reaccionar frente a otros niños.

12. Sociabilidad

Aunque la familia es el centro del mundo social del
bebé, los infantes y, aún más, los
niños que empiezan a caminar se interesan en las personas
que vienen de afuera de la casa, en especial las de su mismo
tamaño. Debido a que en esa época muchos
bebés pasan su tiempo en compañía de otros
bebés, los investigadores estudian cómo
actúan entre sí.

El interés de
los bebés en otros niños no es continuo. Desde los
primeros días de vida en el hospital, los bebés que
permanecen quietos en su cuna comenzarán a llorar cuando
escuchan que otros también lo hacen. Durante los primeros
meses de vida responden a los otros bebes casi de la misma manera
como lo hacen con sus madres: miran, sonríen y arrullan.
Desde los seis meses hasta casi un año sonríen a
otros niños, los tocan y balbucean, en especial cuando no
están distraídos por la presencia de adultos o de
juguetes. Sin embargo, a la edad de un año, cuando sus
principales preocupaciones son aprender a caminar y manipular
objetos, prestan más atención a los juguetes que a
otras personas.

En el segundo año de vida los bebés recuperan la
sociabilidad y entienden mejor las relaciones. Un niño de
10 meses que tiende un juguete a otro no presta atención
si éste está de espaldas, pero durante el segundo
año de vida el niño sabe cuándo existe mayor
posibilidad de que lo que se ofrece sea aceptado, y cómo
responder a las propuestas de otros niños. La idea que se
forma de las demás personas parece ir acompañada de
[a comprensión de sí mismo como individuo diferente
de los demás. Un estudio con niños alemanes de 19
meses encontró que era más probable que quienes se
reconocieron en un espejo imitaran a un niño desconocido
jugando con un juguete, que aquellos que no pudieron reconocerse
a sí mismos.

Por supuesto, algunas personas son más sociables que
otras. La buena disposición para aceptar nuevas personas,
la capacidad de adaptarse al cambio y
el estado de
ánimo habitual parecen ser rasgos heredados, que
permanecen bastante estables con el correr del tiempo. Pero las
actitudes de
las personas que están alrededor de los bebés
también influyen en ellos. Los infantes sociables tienden
a tener madres sociables, los niños que pasan más
tiempo con otros niños desde la infancia
parecen volverse sociables a más temprana edad que
quienes pasan su tiempo en el
hogar.

13. El impacto de los primeros cuidados diarios

Hasta hace poco tiempo, la mayoría de los bebés
de madres trabajadoras eran cuidados en sus propios hogares. (Por
supuesto que todas las madres trabajan, puesto que criar
niños y estar al frente de una familia son formas valiosas
de trabajo, aunque no estén remuneradas). Sin embargo, en
este texto se
define madre trabajadora como la que ejecuta trabajo remunerado,
por lo regular fuera del hogar.

¿Qué les sucede a los niños que desde muy
temprana edad semanas o pocos meses son cuidados fuera del hogar,
bien sea por niñeras o trabajadoras que se dedican a
brindarles los cuidados diarios? ¿Son beneficiosos o
nocivos los cuidados diarios (y en especial los de los infantes)
dados a los niños? Pocos temas como éste levantan
controversia, y pocos son tan difíciles de responder.

La respuesta es importante, puesto que en los Estados Unidos
la mitad de las madres de niños menores de un año
trabajan fuera del hogar, la más alta proporción en
la historia del
país.

Un cuidado diario adecuado es como tener un buen cuidado de
los padres. Los niños pueden desarrollarse física, intelectual y
emocionalmente con cuidarlos que comprendan pequeños
grupos, una
alta proporción adulto – niños y un equipo
estable, competente y dedicado. Las personas que brindan los
cuidados deben estar capacitadas en temas relacionados con el
desarrollo del niño, ser sensibles a las necesidades de
los mismos, ejercer autoridad,
pero sin autoritarismo, ofrecer estímulo y afecto. El
niño se desarrolla mejor cuando tiene acceso a juguetes y
materiales
educativos, los cuidan adultos que le enseñan y lo aceptan
(no son sólo vigilantes y custodios) y mantienen el
equilibrio
entre actividades organizadas y libertad para
explorar por sí mismo.

En general, los niños que están en programas que
brindan buenos cuidados diarios se crían física.
cognoscitiva y socialmente tan bien como los que se crían
en el propio hogar. La buena calidad del cuidado diario parece
ayudar al desarrollo emocional e incluso, mejorar las relaciones
con los padres. Los padres quizá sienten menos angustia
porque sus niños se encuentran bien cuidados mientras
ellos consiguen los ingresos
necesarios para el hogar y porque de algún modo descansan
un poco de las obligaciones
que tienen como padres.

14. Desarrollo Cognoscitivo

Para los niños entre dos y cuatro años que
asisten a los centros de cuidado diario, los datos más
directos aparecen en la esfera cognoscitiva. Un examen de la
literatura de
investigación, la cual parece reflejar la
mayor parte de los programas de cuidado diario (no se limita a
los mejores, pero excluye los peores) señala que el
cuidado diario no es perjudicial para el niño, y puede
ayudar, incluso, a su desarrollo.

Los niños que reciben cuidados diarios superiores o muy
buenos en grupo parecen
desempeñarse mejor en una cantidad de pruebas
intelectuales que los niños criados en el propio hogar por
sus padres o por niñeras, o en los hogares de cuidado
diario. Donde las diferencias aparecen, los niños que
reciben cuidados diarios obtienen altos puntajes en las pruebas
de Cl, muestran mayor coordinación ojo – mano,
participan en juegos más creativos, conocen mas acerca del
mundo físico, cuentan y miden mejor, muestran mejores
habilidades de lenguaje y
recuerdan y recitan información, como sus nombres y
direcciones.

Los niños provenientes de familias de bajos ingresos o de
hogares con ambientes estresantes se benefician más de los
cuidados diarios del centro. Aunque el niño promedio que
asiste a un buen programa de
cuidado diario no se ve afectado para bien o para mal, los
niños limitados no tienden a mostrar disminución en
el Cl, lo cual se ve con frecuencia cuando alcanzan la edad
escolar. Los niños que están en un programa de
cuidado diario se motivan más para aprender.

Un estudio de seguimiento encontró que los niños
que hablaban a menudo con las personas que los cuidaban eran
más sociables y atentos. De hecho, la calidad y la
cantidad de estímulos verbales pareció ser
más importante para el desarrollo social
que los antecedentes familiares de los niños. En
consecuencia, se ve el entrecruzamiento de varios aspectos de
desarrollo y la conexión entre las influencias
cognoscitivas y la
personalidad.

15. Desarrollo
Social

Los niños que han pasado mucho tiempo de su primer
año de vida en los centros de cuidado diario tienden a ser
tanto o más sociables, confiados en sí mismos,
persistentes, exitosos y mejores solucionadores de problemas que
los niños que han estado en
hogar. Los preescolares también tienden a sentirse
más cómodos en situaciones nuevas, a ser más
amigables, menos tímidos y temerosos, más
solícitos y solidarios y tener mejor expresión
verbal.

Sin embargo, los niños que asisten a centros de cuidado
diario son más desobedientes y menos corteses con los
adultos, dominantes y más agresivos con otros
niños, gritones y bulliciosos, y más exigentes en
general. Pero, ¿Son nocivas para el niño estas
características "negativas"? ¿O es el aspecto
negativo de estos rasgos lo que representa amenaza para los
adultos? ¿Piensan más por sí mismos los
niños que han estado en
centros de cuidado diario y por eso son menos inclinados a
aceptar lo que otras personas desean?

Alison Clarke – Stewart, Autora del Desarrollo
Humano, sugiere que estos niños pueden parecer
más "malcriados que los niños que permanecen en el
hogar porque desean realizar las cosas a su manera antes que
lograrlas con facilidad, y no porque sean
desadaptados".

16. Desarrollo Emocional

El principal aspecto emocional relacionado con el cuidado
infantil que los investigadores han destacado es su efecto sobre
los vínculos de los niños con sus madres ¿El
ser cuidado por otra persona durante mucho tiempo afecta este
vínculo? Los efectos están supeditados a muchos
factores, incluidos la satisfacción de la madre con su
matrimonio; si
trabaja tiempo completo o tiempo parcial y por qué; la
edad, el sexo, el temperamento del bebé y la clase y la
calidad de los cuidados que el bebé recibe. Los primeros
cuidados infantiles en si mismos no parecen representar riesgos para el
desarrollo emocional: el riesgo subyace en
la mala calidad de los cuidados y del ambiente familiar.

El primer año de vida parece ser el más
crítico. Cuando los bebes de familias estables reciben
cuidados de buena calidad, muchos estudios reportan hallazgos
positivos. Por otra parte, cuando los infantes reciben cuidados
inestables o de mala calidad, es probable que esquiven a sus
madres y más tarde presenten problemas
sociales y emocionales. Estos efectos son más
desastrosos cuando no existe una buena adaptación entre la
personalidad
de la madre y la del hijo, cuando la familia se halla sometida a
una gran tensión y cuando la madre no es afectuosa con el
bebe.

El tiempo en que la madre empieza a trabajar está
relacionado con la calidad del vinculo. En una investigación, los niños de 18 meses
cuyas madres empezaron a trabajar en la segunda mitad del primer
año de vida de los bebés tenían más
probabilidad
de establecer vínculos inseguros que aquéllos cuyas
madres comenzaron a trabajar cuando el bebé era más
pequeño. Esto indica que la segunda mitad del primer
año de vida de los niños (en especial de los
varones) quizá no sea el tiempo más adecuado para
que una madre empiece a trabajar y que las mujeres que deben
regresar a trabajar, o lo desean, en esa época
deberían tratar de hacerlo antes de que el bebé
cumpla los seis meses.

Es evidente que el tema dei cuidado diario es demasiado
complejo. La importancia de la calidad de éste ha sido
demostrada por los hallazgos de la investigación, de
manera que los resultados más positivos para el
niño se asocian con un cuidado estable y de buena calidad.
Tampoco parece importar la edad en que los niños entran a
los centros de cuidado diario, aunque diversos estudios presentan
hallazgos diferentes. No obstante, el saber esto no
ayudará a los niños ni al los padres, a menos que
las sociedades
adopten políticas
de amistad con la
familia.

El gobierno, la
comunidad, las instituciones religiosas y los empleadores pueden
cooperar en el establecimiento de tales planes, que
podrían incluir subsidios que permitan que los padres
permanezcan en el hogar con los hijos durante los primeros meses
o años de vida del bebé u oportunidades para
trabajar a tiempo parcial durante estos primeros años.
Además, la buena calidad del cuidado, accesible a todas
las familias, puede compensar la inversión en los hijos, que después
de todo, son el futuro de cualquier sociedad.

17.
Conclusión

Esta investigación señala que la personalidad es
la manera única y relativamente consistente de cómo
una persona siente, piensa y se comporta, y más
aún, que las primeras horas o días de vida
constituyen un periodo crítico en la formación del
vínculo madre – hijo, ya que los infantes necesitan
amor y
cariño como también cuidados físicos de las
personas (padre, hermanos, etc.) que los atienden.

En resumen, las diferencias fisiológicas y de
comportamiento solo aparecen después de la infancia. No
obstante, desde el nacimiento los padres tratan a sus hijos de
forma cariñosa y en consecuencia, estos desarrollan
diferencias en su personalidad; es por ello que se recomienda que
el niño crezca en una familia bien constituida, que se
sienta el afecto entre sus miembros para así, obtener un
hijo con un alto nivel de autoestima y una personalidad bien
desarrollada.

18.
Bibliografía

  • Papalia, Diane E., "Desarrollo Humano". Editorial Mc
    Graw – Hill, sexta edición, 1997.
  • Alonso García, José; Alonso García,
    Ángel; Balmori Martínez, Alfonso; Carvalho
    Tovares, Juliaria, Grupo
    "Gappa": "Psicología". Editorial Mc Graw –
    Hill, primera edición, 1997.

 

 

Autor:

Juan Paulo Rivera

Universidad de
Los Lagos
Unidad Tecnológica
Puerto Montt – Chile

Partes: 1, 2
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