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Literatura Hispanoamericana (página 2)




Enviado por hector2000



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10. Imperio Maya Quiché

Historia

Maya, grupo de
pueblos indígenas mesoamericanos perteneciente a la familia
lingüística maya o mayense, que tradicionalmente han
habitado en los estados mexicanos de Yucatán, Campeche,
Tabasco y Chiapas, en la mayor parte de Guatemala y en
regiones de Belice y Honduras.

El pueblo más conocido, el maya propiamente dicho,
que da nombre a todo el grupo, ocupa la península de
Yucatán. Entre los demás pueblos significativos se
hallan los tzeltales de las tierras altas de Chiapas; los choles
de Chiapas; los quichés, cakchiqueles, pokonchis y
pokomanes de las montañas de Guatemala y los
chortís del este de Guatemala y el oeste de Honduras.
Todos estos pueblos formaban parte de una civilización y
cultura
comunes que, en muchos aspectos, alcanzó las más
elevadas cotas de desarrollo
entre los indígenas de todo el área
mesoamericana.

Los orígenes de la civilización maya son
objeto de discrepancias académicas en virtud de las
contradictorias interpretaciones de los hallazgos
arqueológicos. El periodo formativo comenzó, cuando
menos, hacia el 1500 a.C. Durante el periodo clásico,
aproximadamente entre el 300 y el 900 d.C., los mayas
extendieron su influjo por la zona sur de la península de
Yucatán y el noroeste de las actuales Guatemala y
Honduras. Se construyeron entonces los grandes centros
ceremoniales como Palenque, Tikal y Copán. Los centros
maya fueron abandonados de forma misteriosa hacia el año
900 y algunos individuos emigraron al Yucatán.

En el periodo postclásico, desde el 900 hasta la
llegada de los españoles en el siglo XVI, la
civilización maya tenía su centro en el norte de
Yucatán. La migración
tolteca de los itzáes, procedentes del valle de México,
impactó fuertemente en sus estilos artísticos.
Chichén Itzá, Mayapán y Uxmal fueron
ciudades esplendorosas. La Liga de Mayapán, que
dominó la península de Yucatán durante dos
siglos, preservó la paz durante algún tiempo, pero tras
un periodo de guerra civil y
de revolución, las ciudades quedaron
abandonadas. Los españoles vencieron con facilidad a los
grupos
mayas
más importantes, pero el gobierno mexicano
no logró subyugar las últimas comunidades
independientes hasta 1901. Actualmente los mayas forman la
mayoría de la población campesina en Yucatán y
Guatemala. La lengua maya
(también llamada yucateca) la hablan unas 350.000 personas
en Yucatán, Guatemala y Belice.

11. Organización económica y
social

La agricultura ha
constituido la base de la economía maya desde
la época precolombina y el maíz es su principal
cultivo. Los mayas cultivaban también algodón,
frijol (poroto o judía), camote (batata), yuca y cacao.
Las técnicas del hilado, el tinte y el tejido consiguieron
un elevado grado de perfección. Como unidad de cambio se
utilizaban las semillas de cacao y las campanillas de cobre,
material que se empleaba también para trabajos
ornamentales, al igual que el oro, la plata, el jade, las conchas
de mar y las plumas de colores.

Los mayas formaban una sociedad muy
jerarquizada. Estaban gobernados por una autoridad
política,
el Halach Uinic, jefe supremo, cuya dignidad era hereditaria por
línea masculina, y el Alma Kan, sumo sacerdote. El jefe
supremo delegaba la autoridad sobre las comunidades de poblados a
jefes locales o bataboob, capataces de explotación
agrícola que cumplían funciones
civiles, militares y religiosas. La unidad mínima de
producción era la familia
campesina, que cultivaba una ‘milpa’ (parcela de una
4-5 hectáreas) mediante el sistema de rozas,
para atender a sus necesidades y generar, a veces, un excedente
del que se apropiaba la clase dirigente.

Calendario y religión

Entre los mayas, la cronología se determinaba mediante
un complejo sistema calendárico. El año comenzaba
cuando el Sol cruzaba el
cenit el 16 de julio y tenía 365 días; 364 de ellos
estaban agrupados en 28 semanas de 13 días cada una, y el
año nuevo comenzaba el día 365. Además, 360
días del año se repartían en 18 meses de 20
días cada uno. Las semanas y los meses transcurrían
de forma secuencial e independiente entre sí. Sin embargo,
comenzaban siempre el mismo día, esto es, una vez cada 260
días, cifra múltiplo tanto de 13 (para la semana)
como de 20 (para el mes). El calendario maya, aunque muy
complejo, era el más exacto de los conocidos hasta la
aparición del calendario gregoriano en el siglo XVI.

La religión maya se centraba en el culto a un gran
número de dioses de la naturaleza. Chac,
dios de la lluvia, tenía especial importancia en los
rituales populares. Entre las deidades supremas se hallaban
Kukulkán, versión maya del dios azteca
Quetzalcóatl; Itzamná, dios de los cielos y el
saber; Ah Mun, dios del maíz; Ixchel, diosa de la luna y
protectora de las parturientas, y Ah Puch, diosa de la muerte. Una
característica maya era su total confianza
en el control de los
dioses respecto de determinadas unidades de tiempo y de todas las
actividades del pueblo durante dichos periodos. Véase
Mitología maya.

12. Mitología
maya

Es el conjunto de creencias y fabulaciones míticas
propias de los mayas que habitaron el sur de México,
Guatemala y la parte norte de Belice. Su surgimiento y desarrollo
cultural, el llamado periodo clásico de los mayas, se
extiende aproximadamente desde el 250 al 900 d.C. La fuente
más completa y exhaustiva para el
conocimiento de su mitología es el Popol Vuh (Libro de la
comunidad o
del consejo), biblia de los maya-quichés (de qui,
‘muchos’, y che, ‘árbol’:
tierra de
muchos árboles’), del año 1550. Deben
considerarse también los Libros de
Chilam Balam, escritos en maya de Yucatán en la
época de la conquista, y la Relación de las cosas
de Yucatán, de 1566, compuesta por el español Diego
de Landa, que incluye interesantes datos sobre la
vida de los mayas en el siglo XVI.

Los dioses

Los dioses mayas se distinguen por su naturaleza antropomorfa,
fitomorfa, zoomorfa y astral. La figura más importante del
panteón maya es Itzamná, dios creador, señor
del fuego y del corazón.
Representa la muerte y
el renacimiento
de la vida en la naturaleza. Itzamná se vincula con el
dios Sol, Kinich Ahau, y con la diosa Luna, Ixchel, representada
como una vieja mujer
endemoniada. Algunos investigadores opinan que su nombre deriva
de las palabras con que supuestamente se definió ante los
hombres: "Itz en Caan, itz en muyal" ("Soy el rocío del
cielo, soy el rocío de las nubes"). Pero también
parece que significa "casa de la iguana" y, conforme a esta idea,
habría cuatro itzamnás, correspondientes a las
cuatro direcciones del universo. Cuatro
genios o divinidades, los Bacabs, por otra parte, aparecen como
sostenedores del cielo, identificados con los cuatro puntos
cardinales que, a su vez, se asocian con colores
simbólicos (Este: rojo; Norte: blanco; Oeste: negro; Sur:
amarillo), un árbol (la ceiba sagrada) y un ave.
Según otra versión, los pueblos mayas serían
hijos de Hunab Ku, ser supremo y todopoderoso.

Chac, que se destacaba por su larga nariz, es el dios de la
lluvia y suele aparecer multiplicado en chacs, divinidades que
producen la lluvia vaciando sus calabazas y arrojando hachas de
piedra. Las uo (ranas) son sus acompañantes y
actúan como anunciadoras de la lluvia. Ligado con la
vegetación y con un alimento primordial entre los mayas y
otras culturas precolombinas es el joven dios del maíz, Ah
Mun, en frecuente lidia con el dios de la muerte, Ah Puch,
señor del noveno infierno, dios de la muerte. Otras
divinidades asociadas con las tinieblas y la muerte son Ek Chuah,
dios negro de la guerra, de los mercaderes y de las plantaciones
de cacao. Sobresale también Ixtab, diosa de los
suicidios.

La similitud y los contactos entre la cultura maya y la
azteca explican la aparición entre los mayas de la
serpiente emplumada (Quetzalcóatl), que recibe el nombre
de Kukulcán en Yucatán y de Gucumatz en las tierras
altas de Guatemala.

Cosmogonía

Como en el mito de los
orígenes de otras culturas, entre los mayas aparece la del
silencio y las tinieblas originales. Nada existe y es la palabra
la que dará origen al Universo. De ello se encargan los
progenitores, entre los que se cuentan Gucumatz y Hurakán,
el Corazón del Cielo, además de Ixpiyacoc e
Ixmucané, abuelos del Alba.

La creación del ser humano pasó por varias
pruebas hasta
llegar a su estado
definitivo. En el primer intento, la materia
empleada fue el barro, "pero vieron que no estaba bien, porque se
deshacía", no podía andar ni multiplicarse, "al
principio hablaba, pero no tenía entendimiento". En la
segunda prueba, los progenitores decidieron hacer muñecos
de madera, que
"se parecían al hombre,
hablaban como el hombre",
pero, aunque se multiplicaron, no tenían alma,
entendimiento ni memoria de su
creador, "caminaban sin rumbo y andaban a gatas". Fueron
destruidos y sobrevino un gran diluvio. Además de los
males enviados por los dioses, también se rebelaron,
vengándose de ellos, los perros, las
aves de
corral, las piedras de moler, los utensilios domésticos.
El intento definitivo de creación concluyó con los
hombres de maíz, que fueron cuatro: Balam-Quitzé
(Tigre sol o Tigre fuego), Balam-Acab (Tigre tierra), Mahucutah
(Tigre luna) e Iqui-Balam (Tigre viento o aire).
Éstos estaban dotados de inteligencia y
buena vista, de la facultad de hablar, andar y agarrar las cosas.
Eran además buenos y hermosos. El desarrollo de los seres
humanos se identifica entre los mayas con el principal cultivo y
fuente de sustento, el maíz: "de maíz amarillo y de
maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se
hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente
masa de maíz entró en la carne de nuestros padres,
los cuatro hombres que fueron creados".

Cosmología y palingenesia

Los mayas creían que había trece cielos
dispuestos en capas sobre la tierra y
que eran regidos por sendos dioses llamados Oxlahuntiku. La
tierra se apoyaba en la cola de un enorme cocodrilo o de un
reptil monstruoso que flotaba en el océano.
Existían nueve mundos subterráneos, también
dispuestos en capas, y regidos por sendos dioses, los Bolontiku,
que gobernaban en interminable sucesión sobre un ciclo o
semana de nueve noches. El tiempo era considerado una serie de
ciclos sin principio ni fin, interrumpidos por cataclismos o
catástrofes que significaban el retorno al caos
primordial. Pero nunca se acabaría el mundo porque
creían en la palingenesia, la regeneración
cíclica del universo. Los libros del Chilam Balam exponen
predicciones acerca de esos ciclos de destrucción y
renacimiento,
como la que relata la sublevación de los nueve dioses
contra los trece dioses celestiales, el robo de la gran
serpiente, el derrumbe del firmamento y el hundimiento de la
tierra. También en el Chilam Balam se dice que en 1541
llegaron los dzules, los extranjeros. Hasta ese momento estaba
medido "el tiempo de la bondad del sol, de la celosía que
forman las estrellas, desde donde los dioses nos contemplan",
pero llegaron los dzules y lo deshicieron todo. "Enseñaron
el temor, marchitaron las flores, chuparon hasta matar la flor de
los otros porque viviese la suya": habían venido "a
castrar al Sol". Según los mayas lacandones, cuando se
acabe el mundo los dioses decapitarán a todos los
solteros, los colgarán por los talones y juntarán
su sangre en vasijas
para pintar su casa. Después reconstruirán la
ciudad de Yaxchilán, donde se habrán refugiado los
lacandones. Según otra versión, los jaguares de
Cizín, dios del inframundo, se comerán al Sol y la
Luna.

13. Las últimas
moradas

Entre los mayas existen tres moradas diferentes para los
muertos: el inframundo, un paraíso que se encuentra
situado en uno de los cielos y una morada celestial. La primera,
llamada Mitlán, Metnal o Xibalbá (así se la
nombra en el Popol Vuh), está en el quinto de los nueve
submundos, el más profundo. Llegar hasta allí es
peligroso: el muerto necesita un par de zapatos nuevos, debe
pasar tres puertas y cruzar un lago con ayuda de perros. La
segunda, el paraíso, es un lugar ameno donde corre
leche y miel y
equivale a la morada de los dioses de la lluvia o tlálocs
mexicas (véase Mitología azteca). En el
paraíso hay además un espacio para los
niños, a quienes se coloca en un gran árbol lleno
de pechos de mujer que los siguen alimentando. Según
algunas interpretaciones, también los suicidas acaban en
la segunda morada. La tercera morada está en el cielo
séptimo, el más alto, donde van los que han pasado
una temporada en el inframundo, los muertos en la guerra y las
mujeres que murieron en el parto. Uno de
los dioses de la muerte más importantes es Cizín,
también relacionado con los temblores de tierra y con el
color amarillo,
símbolo de la muerte. No es casual su vínculo con
el dios Jaguar, a quien se considera señor de la noche
estrellada, aunque en realidad reina al mismo tiempo en el cielo,
en la tierra y en el mundo subterráneo de las sombras.
Bajo distintos nombres (onza, ocelote, yaguareté) aparece
en distintas mitologías de África y América, como en la
tupí-guaraní, en una de cuyas leyendas se
cuenta que "Jaguar reventó el vientre de Sol, lo
comió, le royó los huesos" o,
según otra versión, que tiene una piel de color
azul celeste y está esperando la orden divina para devorar
a la humanidad.

Arte Maya

Fue la forma de expresión social política e
ideológica de uno de los pueblos más interesantes
de la América Prehispánica. Sus manifestaciones
abarcan todas las técnicas y materiales que
podamos imaginar y se extiende en el tiempo durante más de
dos mil años. El territorio que abarcaron fue muy grande:
el sur de México y la península de Yucatán,
Guatemala, Belice y parte de Honduras y El Salvador. El periodo
de mayor auge fue el clásico (300-900 d.C.),
después sobrevino el llamado colapso maya de las tierras
bajas del Petén, el abandono de los centros más
importantes y el resurgir de la civilización más al
norte, en la península de Yucatán, durante el
periodo postclásico (900-1500 d.C.). El arte maya hunde
sus raíces en la cultura olmeca (1200-400 a.C.) recibiendo
posteriores influencias de Teotihuacán y Tula. Nos
encontramos, pues, ante un arte mesoamericano que participa de
sus mismos patrones y concepciones.

Arquitectura

Desde el siglo XVI la arquitectura maya
ha llamado poderosamente la atención de los occidentales.
Sus pirámides, templos y palacios habían sido
abandonados tiempo atrás, pero la selva y la falta de
información actuaron como acicates para sus
primeros estudiosos. Los materiales de que dispusieron los
arquitectos mayas fueron la piedra caliza para los sillares de
revestimiento y tierra, cascajo y lajas de piedra para el relleno
de los núcleos y basamentos, obteniendo cemento para
la sujeción del carbonato cálcico. La madera de
caoba y zapote proporcionaba los dinteles de las puertas, los
refuerzos para las bóvedas, así como andamios,
escaleras y rodillos que facilitaban el trabajo. El
logro técnico más característico fue la
falsa bóveda, que no es otra cosa que dos muros que se
juntan en la parte superior por aproximación de hiladas de
piedras. El estuco se usó para enlucir pavimentos, paredes
y esculturas, y se obtenía mezclando la cal con agua en una
solución de goma vegetal. El enorme peso de las
bóvedas y las cresterías (muros de
mampostería que se alzaban sobre ellas) obligaba a
aumentar el grosor de las paredes y a reducir los vanos. Los
estilos más importantes son los del Petén (Tikal,
Uaxactún), caracterizado por imponentes masas frontales
suavizadas por la altura de los paramentos y santuarios macizos,
de planta irregular, con una sola puerta; el valle del Motagua
(Copán, Quiriguá) se hace singular por la
utilización de sillares de traquita, la gran abundancia de
esculturas y la profusa decoración de los frisos; la
región del Usumacinta (Yaxchilán, Piedras Negras)
posee inmensas acrópolis, y destaca por la
decoración en estuco y la sensación de ligereza que
le imprimen sus amplios pórticos y las figuras de las
fachadas; la zona Puuc (Uxmal, Kabah, Sayil) se caracteriza por
el empleo de
columnas, los zócalos sencillos, las paredes lisas y los
frisos enormes y decorados profusamente con mosaicos de piedra; y
en la región Chenes (Hochob, Dzibilnocac) decoraran toda
la superficie de las fachadas con mascarones de piedra. Por
último, el estilo Rio Bec incluye torres ficticias de
mampostería revestida parecidas a las auténticas de
Tikal.

La cultura maya produjo una arquitectura monumental, de la que
se conservan grandes ruinas en Palenque, Uxmal, Mayapán,
Copán, Tikal, Uaxactún, Quiriguá, Bonampak y
Chichén Itzá, entre muchas otras. Estos lugares
eran enormes centros de ceremonias religiosas. Se consideran tres
estilos arquitectónicos: el río Bec, el Chenes y el
Puuc, cada uno con características de ingeniería y ornamentación propias.
La distribución de las ciudades
consistía en una serie de estructuras
piramidales, la mayoría de las veces coronadas por templos
o 00cresterías labradas, y agrupadas alrededor de plazas
abiertas. Las pirámides escalonadas estaban recubiertas
con bloques de piedra pulida y por lo general llevaban tallada
una escalinata en una o varias de sus caras. La infraestructura
de las pirámides estaba formada habitualmente por tierra y
piedras, pero a veces se utilizaban bloques de piedra unidos con
mortero.

Aunque en la actualidad representa una excepción, se
cree que el Templo de las Inscripciones de Palenque, que aloja la
tumba del rey Pacal, puede no ser el único monumento de
uso funerario que se construyó en la cultura maya. El tipo
más común de construcción consiste en un núcleo
de escombros o piedra caliza partida, mezclada con
hormigón o cemento, y recubierta con piedra pulida o
estuco. Las paredes de piedra se edificaban, por lo general, sin
mortero. La madera se utilizaba para los dinteles de las puertas
y para las esculturas. Su gran hallazgo técnico fue el
sistema de la falsa bóveda por aproximación de
filas de bloques de piedra, para cubrir espacios alargados o
estrechos, que concluyen en el característico arco maya,
del cual existen 10 tipos diferentes. Las ventanas eran poco
frecuentes, muy pequeñas y estrechas. Los interiores y
exteriores se pintaban con colores vivos. Se dedicaba especial
atención a los exteriores y se decoraban profusamente con
esculturas pintadas, dinteles tallados, molduras de estuco y
mosaicos de piedra. Las decoraciones se disponían
generalmente en amplios frisos que contrastaban con franjas de
ladrillos lisos. Las viviendas de los comunes se parecían
seguramente a las chozas de adobe y techumbre de ramas que
todavía hoy se pueden apreciar entre los mayas
contemporáneos. Véase Arte maya.

Escultura

Incluye una gran variedad de manifestaciones: altares,
estelas, lápidas, dinteles zoomorfos, tableros, tronos,
jambas, columnas, figuras de bulto y marcadores de juego de
pelota. Sus principales características son la
utilización del relieve, la
monumentalidad en el tratamiento de los temas, el uso del color
en el acabado superficial, la dependencia del ámbito
arquitectónico, la profusión de signos
caligráficos y ornamentales, la relevancia de las
líneas curvas y el carácter abigarrado y
escenográfico de la composición. Las estelas
conmemorativas son magníficos trabajos entre los que
destacaremos las de Tikal, Copán, Quiriguá y
Cobán. Se trata de enormes lajas de piedra clavadas
verticalmente en el suelo, en las que
los escultores mayas tallaron en bajorrelieve imágenes
del jubileo de sus reyes. Se erigían al finalizar un
periodo temporal concreto, cada
cinco y cada veinte años, y en ellas, mediante
jeroglíficos, se narraban los acontecimientos más
importantes del reinado. Excelentes son los dinteles figurativos
que flanqueaban las puertas de los palacios y templos de
Yaxchilán, los altares de Piedras Negras y los zoomorfos
de Quiriguá, aunque quizá la cumbre de la escultura
maya sean los paneles de los edificios de Palenque. El palacio, y
los templos de las inscripciones, el Sol, la Cruz y la Cruz
Foliada, constituyen uno de los mejores ejemplos de cómo
el hombre es capaz de plasmar en piedra su universo
religioso.

Arte mural

Aunque los restos que han llegado hasta nosotros son muy
escasos, la pintura mural
del periodo clásico maya alcanzó una gran
perfección técnica y una gran calidad
artística, logrando un difícil equilibrio
entre el naturalismo de los diseños y la gravedad impuesta
por el convencionalismo de los temas. Aunque utilizan tintas
planas carentes de perspectiva los muralistas mayas supieron
crear la ilusión del espacio. Primero trazaban el dibujo en rojo
diluido sobre una capa de estuco, después se pintaba el
fondo quedando las figuras en blanco y posteriormente se iban
rellenando los diferentes espacios con sus respectivos colores.
Para sugerir la perspectiva y el volumen
recurrían al fileteado de las figuras, la
yuxtaposición de colores y la distribución de los
motivos en diversos registros de
bandas horizontales. Los murales más importantes que se
conservan son los del sitio de Bonampak (Chiapas). Las pinturas
ocupan la totalidad de las paredes de tres habitaciones de un
edificio (790 d.C.). Relatan acontecimientos bélicos que
incluyen las ceremonias preliminares a la batalla (cuarto I), la
batalla (cuarto II) y el sacrificio final (cuarto III). Existen
fragmentos de antiguas pinturas en Uaxactún, Palenque,
Coba y Chichén Itzá.

Cerámica y lítica

De la misma forma que los muralistas mayas plasmaron escenas
mitológicas y cortesanas en sus composiciones, los
ceramistas reflejaron diversos aspectos relacionados con temas
similares. La cerámica polícroma —asociada
con el mundo funerario— fue la más extendida. La
técnica era similar a la de los murales aunque jugaron
también con las posibilidades expresivas que les brindaban
el engobe y el pulimento. Suelen ser cilindros, platos y fuentes de
distintas dimensiones donde la pintura cubría casi la
totalidad de la superficie. Los perfiles de los dibujos se
realizaban en negro sobre un fondo monocromo, crema o anaranjado.
El otro estilo, del que se conservan muy pocos, llamado
códice, recuerda la técnica utilizada por los
escribas mayas sobre las tiras de papel vegetal
estucadas y pintadas. Las figuras antropomorfas alcanzaron
también una gran popularidad y perfección. Las
llamadas figuritas de la isla de Jaina (Campeche) incluyen una
variada muestra de tipos
físicos diferentes. A esta lejana isla llegaban para
enterrarse personajes ilustres de muy diversa procedencia, y los
artesanos de la necrópolis preparaban los ajuares que
habían de acompañarles en su viaje al mundo de los
muertos (Xibalbá).

La talla de las piedras semipreciosas, en jade y obsidiana,
suponen una valiosa aportación al arte maya. Figuras
humanas, excéntricos y collares alcanzaron un grado de
perfección que las hizo ser incluidas en los ajuares de
las tumbas más principescas.

Tejido y arte plumario

Aunque las extremas condiciones de calor y
humedad han impedido que estas manifestaciones llegaran hasta
nosotros, las escenas figurativas que aparecen sobre distintos
soportes nos permiten hacernos una idea de cómo debieron
ser. Los reyes y dignatarios aparecen vestidos con taparrabos,
camisas, capas, túnicas y mantas realizadas en
algodón, piel y fibra vegetal. Los trabajos plumarios
alcanzaron un gran desarrollo. Los artesanos mayas
disponían de una tradición muy rica dentro del
medio natural más apropiado.

14. Las letras en las culturas
precolombinas

La literatura
hispanoamericana es literatura escrita en lengua española
o castellana. Pero la literatura de la América
hispánica comenzó mucho antes de la llegada de los
españoles al continente, pues varias civilizaciones
indígenas tuvieron obras literarias. Los más
importantes restos de literaturas indígenas corresponden a
las culturas maya, azteca e incaica. Quedan restos también
de expresiones literarias indígenas entre los mapuches y
araucanos (Chile y
Argentina), los
guaraníes (Paraguay,
Brasil y
Argentina), y otros pocos lugares del continente.

Algunas escrituras aborígenes no se han descifrado
todavía (la maya, por ejemplo), y aunque algunos pueblos
no conocieron la escritura y
sólo tuvieron arte oral (como los guaraníes y los
araucanos), las literaturas hispanoamericanas han sido influidas
por esas culturas precolombinas, mediante la
tradición.

Este fenómeno se ha producido de dos maneras: a
través del folklore oral,
anónimo y popular, o a través de escritores que han
tomado préstamos de esas culturas (temas, mitos,
personajes, ritmos, vocablos, etc.) y los han incorporado en sus
obras. Muchos escritores hispanoamericanos, incluso
contemporáneos, manifiestan una fuerte influencia
aborigen

A la llegada de los españoles, las culturas más
altas del continente habían desarrollado una
concepción de la sociedad y el Estado muy
particular, bajo el influjo religioso. No todas estas culturas
estaban en un alto grado de esplendor a la llegada de los
españoles, aunque el común denominador de ellas era
haber logrado ciertas peculiaridades en el arte y en la
concepción de la sociedad y el Estado, que las hicieron
originales. Aztecas, mayas e
incas,
concibieron una sociedad en la que a pesar de que el influjo
religioso era decisivo en la conformación de estratos o
castas, tenía una estructura
horizontal. El Estado, si bien era el proveedor de todo tipo de
bienes
–no sólo materiales, sino también culturales-
era sostenido efectivamente por todos los individuos, que
participaban en él.

De esas concepciones se desprende un tipo de arte sumamente
rico, teñido de contenidos ideológicos y
referenciales ajenos a la cultura actual. Casi todos los
cronistas, como Bernal Díaz del Castillo o el padre
Bartolomé de las Casas, hablan de la existencia de libros
en los que los escribas imperiales se dedicaban a asentar sus
mitos y tradiciones que constituían la
<<superestructura>> de esa sociedad.

15. La escritura
"florecida"

En las altas civilizaciones que habitaron México y la
América central, se dieron tres formas sucesivas de
escritura: la pictográfica, la ideográfica y la
parcialmente fonética, que algunos relacionan con el
proceso
evolutivo que sigue el aprendizaje
del lenguaje en
los niños. La ideográfica constituye un avance, ya
que constituye un sistema de glifos, es decir, de figuras que
simbolizan ideas, palabras o frases. En general, los glifos
pueden clasificarse en tres grupos: los de carácter
numeral, los calendáricos y los representativos de ideas
abstractas o metafísicas, como la divinidad, la vida el
movimiento o
la inteligencia (esta última aparece en los códices
aztecas como una flecha).

En la cultura
azteca, este sistema de glifos se complementa con el uso de
colores simbólicos. El amarillo identificaba al sexo femenino;
el morado identificaba la condición real del tlatoni; el
negro y el rojo la sabiduría que incluía el
dominio de la
escritura. El sistema ideográfico maya no ha sido
descifrado en su totalidad, a pesar de los esfuerzos
principalmente de especialistas alemanes como Von Humboldt, lo
que dificulta la comprensión de los textos literarios
conservados en los códices.

Los nahuas, en cambio, utilizaban la pictografía. En
esta cultura se cultivaba el arte del buen decir. Quienes lo
dominaban <<Tlaquitzi>>, es decir aquél que
"al hablar hace ponerse de pie a las cosas". Eran laos creadores
o poetas, de cuyos labios brotaban las <<flores>>
(metaforas) sobre los grandes temas: el amor, la
muerte, la guerra. Como los poetas renacentistas, los nahuas y
mayas se preguntaron sobre la muerte, sobre la muerte, sobre la
fragilidad de las cosas terrenas.

El poema, en esta lengua, era cuicatl, representado
gráficamente por una voluta adornada con flores que
significaba la <<palabra florida>>. El poeta
también era el cuicapicqui, o sea el que canta o produce
la palabra florecida. En los centros ceremoniales de Texoco y
Tenochtitlán, según los cronistas de Indias,
existían Casas de Danza y Canto,
en las cuales los señores del imperio actuaban como
mecenas de cantores, bailarines y músicos.

En la poesía
de los aztecas se pueden distinguir, ademas de los poemas
épico-históricos y sagrados, tres tipos de
lírica: los <<Cantos de las Flores>>
(Xochicnicatl), los <<Cantos de Tristeza>>
(Icnocuicatl) y los breves <<Cantos
Filosóficos>>, que se asemejan al haikú
japonés:

Por segunda vez no venimos a la tierra

Príncipes chichimecas

¡Gocemos!

¿Llevaremos nuestras flores a la muerte?

Solamente prestadas las tenemos.

En el imperio incaico, esa poesía era realizada por los
amautas. Los poemas líricos en lengua quichua ofrecen una
variedad de combinaciones y versos de arte menor, desde
trisílabos (3 sílabas) a octosílabos (8) y
eneasílabos (9). Eran cantados en cosechas y otras fiestas
rurales, con un diálogo entre el poeta y el coro, al modo
de la tragedia griega.

El aymoray estaba destinado a las festividades
agrícolas; el haylle era de tema rural y heroico; el
yaraví era una canción triste con tema sentimental;
en tanto que el hurpi y el huayno tenían una poesía
de carácter amatorio:

Manto tejido

de flores llevas

su trama es hecha

con hilos de oro

sus finos flecos

están atados

a mi ternura.

En todos los casos, el fundamento de esta poesía no
está en el lenguaje
sino de una cosmovisión, y para develarlo hay que rastrear
las antiguas tradiciones, volver a las fuentes,
desentrañas los símbolos que se esconden
detrás de una bella máscara de flores y jade. Las
antiguas tradiciones religiosas contenidas en el Popol Vuh y en
el Chilam Balam le han servido a Miguel Angel Asturias para
recuperar parte de la poesía precolombina azteca, como
esta que describe a la divinidad principal de esta cultura:

Quetzlcoatl, dios del viento

barre los caminos a los dioses de la lluvia,

envuelto en ropas aéreas,

orejeras de oro torcidas en espìral

collar de caracoles marinos hechos en oro,

caderas ceñidas con ropajes rojos,

a cuestas, llamaradas de plumas de guacamayo,

sandalias blancas,

en las piernas, campanillas atadas con piel de tigre.

La obra literaria no nace de la nada estética, por
cuanto todo texto se
inscribe en un sistema de convenciones establecidas por la
tradición y el género –en el caso de la
poesía, la lírica-. Toda obra literaria, a su vez,
se relaciona con una cultura determinada, con un horizonte
histórico y un sistema de normas que
delimita el tipo de temas, la perspectiva ideológica,
moral,
política y religiosa.

El tema de la muerte, entendida como destino inevitable del
hombre, es uno de los más frecuentados por la
poesía universal. Pero el poema Como una pintura nos
iremos borrando compuesto por Nezahualcóyotl (señor
de Texcoco) pone en funcionamiento un sistema de convenciones
estético – culturales muy particular.
Nezahualcóyotl imagina la vida de los hombres como las
figuras de los libros pintados, que eran una imagen familiar
para los aztecas. Las figuras cobran vida cuando el poeta (el
pintor) las dibuja y colorea. Del mismo modo procede el Dador de
Vida, que va pintando y borrando la vida de los hombres.

16. Características de la
literatura de los aztecas, incas y mayas.

Literatura azteca o náhuatl

La escritura

Fuentes

  • La escritura azteca fue ideográfica o
    jeroglífica.
  • En general, lo que se conoce hoy en día
    de la literatura náhuatl es debido a las
    crónicas de los misioneros o a la tradición
    oral. Se sabe que entre los aztecas llegaron a formarse
    verdaderas escuelas literarias, y que al menos hubo tres
    grandes centros culturales: Tenochtitlán, Texcoco
    y Tlaxcala. En la primera de esas ciudades existió
    un verdadero emporio cultural, y en las otras hubo
    archivos y museos importantes.

Los géneros literarios más cultivados
fueron la lírica, la épica, el drama y la
historiografía.

  • La poesía lírica

Estuvo íntimamente ligada a la música y a la danza,
es decir, que la poesía era cantada y bailada. Esta
poesía, era, en general, anónima e
intervenían tres agentes: el compositor de la letra, el
músico y los bailarines y cantores. La temática no
era muy variada, y trataba principalmente de la fugacidad de la
vida, el enigma de la muerte con frecuentes alusiones al
más allá, la vanidad de hombre y la rapidez del
goce en la vida. Estaba impregnada de ideas religiosas, acordes
con el concepto azteca
de la vida, que en su opinión consistía en la
guerra, la muerte, el mundo de ultratumba y las clases
sociales.

  • La épica y los himnos religiosos

Los aztecas componían también himnos
religiosos en honor de sus dioses, que provenían de la
inspiración de compositores oficiales de los templos, y
cantos épicos. En materia épica o guerrera, los
aztecas tuvieron una profunda conciencia.
Escribieron poemas sobre sus héroes y la historia, bastantes
rudimentarios, en los cuales mezclaban cierto lirismo. La
religión fue para los aztecas el eje de su vida; todo
estaba ligado a ella: el comercio, la
política, la guerra. La poesía siguió, pues,
tan importante tema. Como el siguiente ejemplo en el que se
estimula al guerrero a ser valiente y si es necesario morir en
batalla.

¡No te amedrentes, corazón
mío!

allá en el campo de batalla

ansío morir a filo de obsidiana.

Oh, los que estáis en la lucha:

yo ansío morir a filo de obsidiana.

Sólo quieren nuestros corazones la muerte
gloriosa.

La religión fue para los aztecas el eje de su
vida; todo estaba ligado a ella: el comercio, la política,
la guerra. La poesía siguió, pues, tan importante
tema. El sentimiento religioso y la persistente invocación
a los dioses, es ostensible en los canto.

  • Procedimientos estilísticos

Conocieron algunos procedimientos
originales, como el paralelismo, o sea el empleo de
construcciones similares, de sintaxis o de vocablos.
Además empleaban las estrofas pareadas, contituidas por
dos versos. También fue muy común el uso del
estribillo o retornelo, que podemos observar en el poema
anterior. La repetición de ciertas palabras destacadas
para unir dos secciones de un pensamiento,
llamadas palabras broches, fue también habitual. Otras
veces, recurrían a palabras vacías de sentido para
completar el número del verso y la modulación del
canto. Un procedimiento
característico de esta poesía fue el diafrasismo, o
sea la unión de dos metáforas, que juntas daban el
símbolo de un solo pensamiento.

Ejemplo del uso de palabras broches:

¿Acaso es verdad que se vive en la
tierra?

¿Acaso para siempre es la tierra?

¡Sólo un breve instante
aquí!

Hasta las piedras finas se resquebrajan,

hasta el oro se destroza, hasta las plumas preciosas
se desgarran.

¿Acaso para siempre es la tierra?
¡Sólo un breve instante!

Ejemplo del uso de palabras para completar el
número del verso:

Sólo venimos a llenar un oficio en la tierra,
oh amigos:

tenemos que abandonar los bellos cantos,

tenemos que abandonar también las
flores.

Por eso estoy triste en tu canto,

oh tu por quien se vive:

Brotan las flores, medran, germinan, abren
corolas:

de su interior brota el canto florido que tú,
poeta,

haces llover y difundes sobre otros.

  • El teatro

Según se sabe por un cronista español y
algunos restos de manuscritos, conocieron un arte
dramático rudimentario, con cantos y danzas, que
podría compararse con el ballet actual. La
representaciones eran públicas.

Literatura inca

La escritura

Fuentes

  • Los incas quechuas carecieron de un sistema de
    escritura ideográfico o fonético. No se
    conservan restos o fuentes del idioma imperial de los
    incas, y por consiguiente tampoco quedan documentos literarios escritos.
    Sólo se dispone de tradiciones orales.
  • Las fuentes de la primitiva literatura quechua,
    además de la tradición oral, son los libros
    escritos por los españoles del tiempo de la
    Conquista, quienes han dejado transcriptas muchas
    composiciones de la época y aún
    anteriores.
  • La poesía quechua

Se caracteriza por el panteísmo o adhesión
a la tierra, propio de una civilización
agrícola-militar, en la que los animales, las
plantas y las
flores ocupan un lugar importante. El espíritu de la
mentalidad indígena es difícil de comprender por el
hombre occidental, ya que los valores de
ambos mundos son distintos. Además, el panteísmo,
es perceptible en la poesía incaica una tristeza
típica del indígena, que, sin embargo, no tiene el
mismo sentido que le da el hombre moderno. Por otra parte, casi
no existe diferencia para el alma indígena entre los
conceptos de tiempo y espacio. Otra característica es un
cierto ‘franciscanismo’ o amor especial
que el indio siente por los animales, que comparten el hogar casi
en calidad de hermanos. Este matiz hace pensar en la psicología de San
Francisco de Asís, quien consideraba hermanos a las
bestias y las cosas naturales.

Asimismo, la poesía quechua no exalta sino por
excepción a los grandes hombres del imperio o
Tahuantinsuyo. Como en otras civilizaciones antiguas, la
poesía se acompañaba de la música y la
danza. Hubo dos clases de poetas: el poeta oficial, de la corte o
amauta, y el poeta popular, profano, lírico o
bucólico, llamado haravec. El primero componía
poesías rituales, de mayor valor
literario y más exquisita técnica literaria,
mientras que el segundo era de menos técnica y compromisos
en los temas a desarrollar.

  • Clases de lírica

La lírica incaica y su posterior evolución, la mestiza (que era la fusión de
los cantos indígenas con los católicos),
comprendían diversos tipos de composiciones. Entre ellas,
el wawaki, que era cantado por coros juveniles en las
festividades de la Luna o durante las noches de guardia en las
sementeras.

Ejemplo: Los príncipes

Sólo a la luz de la luna
¡Sí!

Llamarme simulas ¡Sí!

Y cuando me acerco ¡Sí!

Te truecas en nieve ¡Sí!

Las princesas

Y si llamarte simulo ¡No!

Presuroso acude ¡No!

Si me trueco en nieve ¡No!

Échame tu fuego ¡No!

Los príncipes

Cuándo mi fuego te quema
¡Sí!

Te derramas en rocío
¡Sí!

Eres ilusión o viento
¡Sí!

O tal vez un desatino ¡Sí!

Las princesas

Si me crees rocío ¡No!

Tus labios acércame ¡No!

Aunque sea un desatino ¡No!

No pierdas mi rastro ¡No!

El jarawi fue una expresión lírica, por lo
general de tema amatorio y sentimental, que originó el
actual yaraví peruano. El huayno, de carácter
erótico; el hauay o lamento; el triunfo o canción
alegre del trabajo y la victoria, que también pasó
al arte mestizo; el aymoray, poesía ligera de
inspiración rural, que empleaba a menudo el
diálogo; la poesía ritual y otras
formas.

  • Literatura oficial y popular

Hubo dos clases de literatura; la oficial, que abarcaba
los himnos del culto, pensamientos filosóficos; y la
popular, consistente en la poesía amatoria y de temas
humanos y sociales.

  • Poesía religiosa

Fue transmitida por la tradición oral y
complementariamente restaurada por los quechuistas. Son
frecuentes los himnos, invocaciones a los dioses y alabanzas. La
crítica ha reparado en esta clase de poesía el
intenso espíritu religioso y la concepción superior
de la divinidad.

El cronista Crístobal de Molina, en
Fábulas y ritos de los Incas (1575), recoge este jailli,
en la zona de Cuzco, transcrito en versión quechua y
dedicado a Wiracocha pidiéndole que los hombres se
multipliquen:

Hacedor del mundo,

Luminoso Señor,

Raíz de la vida,

Dios de la existencia

Y de la muerte,

Señor de vestidura

Deslumbradora,

Tengan conocimiento

El viejo y el joven,

Y se multipliquen,

La ciudad y el mundo

Que vivan libres

Y en paz

Cuida a tu criatura

Durante muchos días,

Hasta que pueda

Perfeccionarse

  • Teatro

Comedias y tragedias fueron compuestas por los amautas,
para las presentaciones en los días de fiestas solemnes.
Se referían las piezas a hechos militares y de la vida
cotidiana.

Sin duda Ollantay es la pieza maestra del teatro inca. Es
la historia de un valeroso general que se enamora de la hija del
Inca y la pide en matrimonio, pero
que el soberano deniega porque el enamorado no es de sangre real.
Ollanta se aleja del Cuzco y encabeza una rebelión armada
que comienza a ganar terreno haciendo peligrar la estabilidad del
Imperio. El Inca al no poder ganar la
guerra después de una prolongada resistencia, se
vale de una estratagema y captura al rebelde. En tanto, Cusi
Ocoyllur, la amada de Ollanta, ha dado a luz una niña y
vive prisionera en el Akllawasi de la capital del
Imperio. Cuando está a punto de ser condenado a muerte
fallece el viejo Inca y hereda el trono su hijo, hermano de la
prisionera, que enterado del caso indulta a Ollanta
casándolo con su hermana y devolviéndole su antiguo
rango.

Después de la rebelión de Túpac
Amaru II, en 1781, el visitador general José Antonio de
Areche estableció penas muy duras para quienes asistieran
o actuaran en las representaciones teatrales. Especialmente
prohibió la escenificación de Ollantay que el lider
indígena había hecho poner en escena en el Cuzco
ante su ejercito y el pueblo, por el carácter netamente
inca de la obra y su argumento revolucionario que, de alguna
manera, facilitaba sus planes independentistas y
reformadores.

17. Literatura
maya

La escritura

Fuentes

  • Los mayas no tuvieron un alfabeto semejante al
    nuestro. Su lenguaje escrito consistía en un
    sistema de dibujos simbólicos y convencionales, de
    tipo jeroglifico; es todo lo que se sabe hasta ahora de
    este lenguaje. Fue el primer sistema de escritura
    desarrollado en América. Escribían sus
    libros sobre una especie de papel fabricado sobre la base
    de fibras vegetales, y los volúmenes eran largas
    tiras, dobladas varias veces sobre sí mismas, que
    debían desplegarse para la
    lectura. Las cubiertas se hacían de madera muy
    decorada.
  • Las obras literarias que se conservan son
    poquísimas, y consisten en textos escritos
    originariamente en lengua maya pero con caracteres
    latinos, por nativos que conocían también
    la lengua española, en épocas posteriores a
    la Conquista. En general, los libros que se conservan no
    son de fácil interpretación, sobre todo
    porque tienen carácter mitológico y
    religioso, y se apoyan en las ideas metafìsicas de
    dichos pueblos. A veces su sentido escapa a la
    comprensión de los mismos mayistas. Revelan una
    inspiración muy poética, un profundo
    sentido patriótico, y a cada instante se refieren
    a la historia, la
    ciencia y la religión de su
    época.
  • Obras

Se conserva una pieza dramática. El Rabinal
Achí, escrito entre los quichés, una tribu del
pueblo maya, que dramatiza las rivalidades entre dos estados, sus
sistemas de vida,
sus guerras, y la
captura y muerte de uno de los príncipes
guerreros.

Otro libro, los Anales de los cakchiqueles, escrito
también en lengua maya y de caracteres latinos, refiere la
historia de ese pueblo, maya también, con datos
históricos, religiosos y mitológicos
mezclados.

El libro de Chilam Balam, otra obra famosa, expresa la
desesperación de los indígenas ante la
invasión de los españoles, profetizada por un
sacerdote. Hay varias versiones distintas de esta pieza, escrita
en distintos pueblos, con contenidos diferentes. Se mezclan en
este libro noticias de historia, medicina,
religión, calendarios, rituales, astronomía, miscelánea y fragmentos
puramente literarios, es decir, la suma de la sabiduría
maya.

Se supone que fueron escritos por sacerdotes mayas que
transcribieron los textos jeroglíficos sagrados de cada
lugar, y que en cada caso agregaron noticias de los
acontecimientos locales. Se los consideraba libros sagrados, y se
leían en ocasiones especiales. Las copias que se conservan
no son las originales, sino del siglo XVI y aun de nuestros
días.

  • Popol Vuh o Libro del Consejo

El Popol Vuh o Libro del Consejo de los indios
quichés (Popol significa Comunidad o consejo, y Vuh,
libro) se transmitió originalmente por tradición
oral hasta mediados del siglo XVI, en que fue escrito por un
indígena en lengua quiché, pero con caracteres
latinos. Este manuscrito fue traducido al castellano por el
padre Francisco Jiménez, cura párroco de Santo
Tomas Chuilá, antigua población de Guatemala. La
versión del padre Jiménez fue incluida por
éste en el primer tomo de la Crónica de la
Provincia de Chiapa y Guatemala. Existen, además, varias
traducciones a otras lenguas europeas, realizadas desde el siglo
XVIII por estudiosos de los orígenes de las culturas
indígenas en América. En esta obra excepcional
pueden distinguirse tres partes. La primera es la historia de la
creación del mundo y del hombre. La segunda refiere
aventuras de personajes míticos (Hunahpú,
Ixbalanqué, Ixquix) y sus luchas con los genios del mal,
los señores del Xibalbá. Dioses mayores, profetas,
sabios, dioses menores, se mezclan en estas fábulas
inmemoriales con animales, árboles y fuerzas de la
naturaleza. En es relato los hombres conviven con deidades del
mundo superior e inferior, practican los juegos de las
poblaciones primitivas, refieren simbólicamente hechos de
la vida cotidiana de las comunidades, de la transformación
de las tribus, de sus luchas internas. El estudio de las lenguas
quiché y cakchiquel ha arrojado luz sobre esos textos
permitiendo un interpretación abundante y
precisa.

El Popol Vuh narra la historia de la creación de
los hombres del siguiente modo:

  • Primera Creación

Los dioses crearon la tierra y la poblaron de animales
dándoles a cada uno un lenguaje, pero como no fueron
capaces de pronunciar los nombres divinos, fueron
destruidos.

  • Segunda Creación

Los dioses crean figuras humanas de barro que hablan
pero carecen de pensamientos. "De tierra hicieron la carne.
Vieron que aquello no estaba bien, sino que se caía, se
amontonaba, se ablandaba, se mojaba, se cambiaba en tierra, se
fundía; la cabeza no se movía; el rostro
(quedábase vuelto) aun sólo lado…"

Los dioses (Constructores o Formadores, según el
nombre dado en el texto) resolvieron destruir estas
figuras.

  • Tercera Creación

Corresponde a la fabricación de muñecos de
madera con forma humana. Estos muñecos hablaban y tuvieron
descendencia, pero como carecían de sangre, se secaron.
Fueron solamente un ensayo de la
existencia de la humanidad en la superficie de la tierra. Los
utensilios de cocina y los animales domésticos se
revelaron contra estos maniquíes y una espesa lluvia que
bajó del cielo terminó por destruirlos. Los que
sobrevivieron huyeron a los montes convertidos en
monos.

  • Cuarta Creación

Después de celebrar nuevo consejo, se produce la
creación definitiva del hombre, fortalecido con la
sustancia blanca del maíz, con el cual forman la carne de
los que serán los primeros padres de la humanidad.
Después de recorrer los espacios de la tierra, y como
tenían inteligencia capaz de comprender los secretos del
Universo, agradecieron su creación a los
dioses.

  • Las Cuatro Edades del Popol Vuh

El Popol Vuh tiene un carácter simbólico y
a través de los mitos que lo componen se ha podido leer la
historia sistematizada de las distintas etapas del pueblo
quiché, desde la prehistoria hasta
su edad más avanzada. Frente a esta mito-historia, el
PopolVuh aporta un material valiosísimo para la
interpretación de la mentalidad primitiva y para el
conocimiento
del desarrollo de las ideas, las artes, las ciencias y la
cultura general de los pueblos autóctonos de
América.

Como en todo lenguaje primitivo el del Popol Vuh es
metafórico, es decir que se expresa por analogía y
no puede explicarse racionalmente, sino mediante un pensamiento
con imágenes. Aparece entonces la metáfora, no como
un ornamento del lenguaje, sino como una pequeña
fábula o mito. Como en los textos sagrados de las
más lejanas civilizaciones del universo, el Popol Vuh
ofrece las mayores riquezas en el área semántica de
las palabras, en un lenguaje que es eminentemente
significativo.

Por esta causa, constituye no solamente un documento de
estudio para el antropólogo, el sociólogo y el
historiador, sino un texto poético de misteriosa
resonancia en el ánimo de aquellos que buscan
desentrañar el horizonte cultural de la América
Precolombina.

El Popol Vuh ha sido colocado a la altura de las
más célebres teogonías de la humanidad, por
la profundidad de sus ideas y la portentosa fuerza
imaginativa. Por otra parte, se lo ha comparado a las antiguas
epopeyas de la India y
Grecia, por su
valor literario y la lucha entre hombres, con la
intervención de dioses.

Es una original Biblia indígena, semejante en su
relato de la creación al del Génesis
bíblico, cuyas similitudes están marcadas en los
fragmentos adjuntos.

Dentro del texto, pueden encontrarse muy diversos
elementos: relatos mitológicos, fábulas de
contenido moral, cuentos
populares, narraciones bélicas, vestigios de antiguas
poesías, bailables o recitables, etc.; y como
protagonistas se mezclan dioses, hombres y animales.

18.
Notas

Mesoamérica es el nombre dado a la región
"que se extendía hacia el sur y el este desde
México central y abarca partes de Guatemala, Belice,
Honduras y Nicaragua" (The American Heritage Dictionary). Por
civilización mesoamericanase designa "al conjunto de
culturas aborígenes que se desarrollaron en partes de
México y Centroamérica antes de la
exploración y conquista española del siglo XVI"
(Encyclopaedia Britannica).

piedra del sol o calendario azteca, probablemente es el
monolito más antiguo que se conserva de la cultura
prehispánica, cuya fecha de construcción fue
alrededor del año 1479. Los motivos escultóricos
que cubren su superficie parecen ser un resumen de la compleja
cosmogonía azteca.

Se trata de una roca de basalto olivino, de unas 25
toneladas y 3,58 metros de diámetro, tallada, según
algunos arqueólogos, a finales del siglo XV. Fue hallada
en el zócalo de la ciudad de México el 17 de
diciembre de 1790, con motivo de las obras que se llevaron a cabo
para el nuevo empedrado de dicha plaza. En principio fue colocada
en una de las torres de la catedral; más tarde, en 1885,
pasó al Museo Nacional en el centro de la ciudad y
finalmente, en 1964, al recién inaugurado Museo Nacional
de Antropología, en cuya sala Mexica se
encuentra en la actualidad. Los numerosos motivos allí
esculpidos parecen relacionarse con la astronomía, la
cronología y la cosmogonía de los antiguos
mexicanos. La piedra presenta una decoración en
círculos concéntricos que de interior a exterior
parece representar: en el centro el rostro de Tonatiuh (dios del
Sol) con adornos de jade y cuchillo de sacrificio en la boca;
enmarcando el rostro del Sol está la presencia del
símbolo ollín (movimiento), en donde cada aspa
tiene cuadretes con representación de los cuatro soles o
edades anteriores, que en conjunto con las garras, el rostro
central y los rayos conforman el símbolo del quinto Sol,
el Sol del hombre nahua (Nahui-Ollín) nacido en
Teotihuacán. A continuación se encuentra el
círculo de los veinte días, que se corresponde con
la representación de un mes (el calendario náhuatl
constaba de 18 meses, de 20 días cada uno, lo que suma un
total de 360 días más 5 días
nemontemi o aciagos), el círculo comienza por la
parte superior y de manera inversa a las manecillas del reloj se
representan 20 glifos, que simbolizan a cada uno de los
días. Junto a éste se encuentra el círculo
con los cuatro rumbos del Universo y los rayos solares.
Delimitando toda la representación del disco solar
están dos serpientes de fuego, cuyas colas se encuentran
en la parte superior, lugar donde está representado el
glifo 13, que para algunos se relaciona tanto con el año
del surgimiento del quinto Sol, como con la fecha de la
construcción del monolito (véase Mitología
azteca).

Folklore literario. El folklore literario es una parte
del folklore total del folklore de un pueblo. Son las
manifestaciones literarias primitivas, indígenas o
hispánicas, de origen remoto, que la tradición ha
conservado: cantares, cuentos, adivinanzas, oraciones, relaciones
y otras formas más. No se conocen sus autores, ni su edad,
y a veces ni siquiera su origen preciso. Hay cancioneros y
recopilaciones de ese arte. En el caso de Hispanoamérica,
hay folklore literario de procedencia indígena y de
procedencia hispánica.

Popol Vuh, texto maya del siglo XVI (Quiché,
Guatemala) vertido al español por el fraile dominicano
Francisco Jiménez (comienzos siglo XVIII); Carl Scherzer
lo tradujo al alemán (Viena, 1857). Hoy se conoce por la
traducción al francés (París, 1861) del
abate Brasseur de Bourbourg, quien lo llevó a Europa como parte
de su colección americana; ahora se encuentra en la
Biblioteca
Newberry de Chicago. El erudito Adrián Recinos
comparó y corrigió las versiones para elaborar una
nueva traducción (1946), fruto de una ardua investigación y profundo conocimiento de la
lengua original. Recinos explica: "El documento… contiene
las ideas cosmogónicas y las tradiciones de este pueblo,
la historia de sus orígenes y la cronología de sus
reyes, hasta el año 1550".

Chilam Balam, libro sagrado maya (Yucatán,
México), del que hay diferentes versiones; la más
importante es del poblado de Chumayel; el manuscrito (siglo XVI)
se encontró en el XIX, quizá procedente de antiguos
códices y tradición oral. Los sacerdotes (chimales)
trasmitían las profecías divinas, tendidos de
espaldas; Balam significa jaguar o brujo y es nombre de familia.
De contenido religioso, destacan fragmentos relativos a mitos
cosmogónicos; otros son rituales, los katunes,
fórmulas simbólicas de iniciación; textos
calendáricos e históricos sobre los principales
grupos de Yucatán y la devastación causada por la
conquista española. El manuscrito ha sido examinado por
diversos eruditos y fotografiado; luego fue robado, destino
frecuente de estos documentos. Existen varias traducciones al
español y otras lenguas, entre otras destacan las de Mediz
Bolio al español, Peret y Le Clézio al
francés, Roys al inglés.

Asturias Miguel Angel, (1899-1974), autor,
diplomático y premio Nobel guatemalteco, nacido en Ciudad
de Guatemala.

Vida

Estudió Derecho en universidades de su
país y Antropología en la Sorbona de París,
ciudad en la que recibió la influencia del poeta
surrealista francés André Breton. En 1942 fue
elegido diputado en su país y, a partir de 1946, fue
embajador en México, Argentina y El Salvador, hasta que,
en 1954, se exilió de Guatemala. Posteriormente, fue
embajador en Francia, entre
1966 y 1970. Sus poemas y novelas, de
contenido fuertemente antiimperialista, le valieron el Premio
Lenin de la Paz en 1966 y el Premio Nobel de Literatura en 1967.
La muerte le sobrevino, tras una penosa enfermedad, en 1974,
cuando se encontraba en Madrid (España).

Obra

En su obra, al igual que en la del escritor cubano Alejo
Carpentier, el mito se hace presente, pero a diferencia del
cubano, organiza sus novelas en torno a los mitos
precolombinos. Su primera obra Leyendas de Guatemala (1930) es
una colección de cuentos y leyendas mayas (véase
Mitología maya). La novela que le
ha dado fama internacional es El señor Presidente (1946)
en la que traza el retrato de un dictador de una manera
caricaturesca y esperpéntica pero siguiendo una estructura
regida por la lucha entre las fuerzas de la luz (el Bien, el
pueblo) y las fuerzas de las tinieblas (el Mal, el dictador)
según los mitos latinoamericanos. Es también un
libro de protesta militante: la descripción de un
régimen dictatorial en términos de terror, maldad y
muerte. En las cuatro cadenas de episodios que integran la trama
predominan el miedo y la crueldad. Este tema mítico vuelve
a aparecer en Hombres de maíz (1949) aunque ahora la luz
está representada por los indígenas y las tinieblas
por los hombres de maíz, los colonizadores que llegan a
explotar las tierras de los campesinos en beneficio propio. En
esta obra, Asturias logra hermanar armoniosamente lo
mítico-maravilloso con la dura realidad de la vida
indígena.

Después escribió novelas y relatos entre
las que destaca la trilogía formada por Viento fuerte
(1950), El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960).
Otras novelas son Mulata de tal (1963), Malandrón (1969) y
Viernes de Dolores (1972). Su producción teatral es poco
conocida y trata más o menos los mismos temas, como
Chantaje o Dique seco ambas de 1964. Su novela Viento
fuerte fue citada en el discurso de
entrega del Premio Nobel, que le fue concedido por "sus coloridos
escritos profundamente arraigados en la individualidad nacional y
en las tradiciones indígenas de
América".

 

 

Autor:

Rebeca Rodríguez

Partes: 1, 2
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