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Historia de los medios en la Argentina




Enviado por gs_1969



    El primer problema que se me presentó al comenzar
    a elaborar el presente texto, fue
    cómo comenzarlo. Puede parecer un problema menor, ya que
    en otro contexto y con un tema más acotado hubiese sido
    hasta un pensamiento
    banal. Sin embargo este problema, dentro de las características específicas de
    nuestra consigna, no es ni menor ni banal, ya que elegir un
    determinado comienzo es también elegir un camino que
    signará todo el texto.

    Reflexionando bastante sobre el asunto concluí
    (esto no es ninguna novedad) que cuando se hace historia mediática se
    está haciendo historia cultural. Y que
    hablar de ‘historia cultural’ es hablar
    de dos términos (historia y cultura)
    profundamente ligados a posturas ideológicas, a diferentes
    visiones, a diferentes formas de abordaje, etc. Por lo tanto
    llegué a la conclusión de que el comienzo y las
    diferentes formas de encarar la sinopsis no estaban
    ‘prefijadas’ por la consigna sino que hay varias
    formas de comenzar y de iluminar las historias mediáticas
    y sus relaciones.

    Entonces, someramente explicitaré el futuro
    derrotero a seguir. Tomaré como eje transversal el medio
    gráfico a nivel nacional, porque es el que más me
    atrae (aunque no es menos falso que es sobre el medio que
    más hincapié hizo la cátedra). Desde
    allí entablaré las relaciones con la historia de
    los otros medios a nivel
    nacional y mundial.

    La historia del medio gráfico nacional comienza a
    formalizarse a comienzos del siglo xix, con la Revolución
    de Mayo. Sin embargo este comienzo se relaciona con el comienza
    de los medios gráficos franceses e ingleses a fines del
    siglo xviii y comienzos del xix. (v. Rivera, 1998)

    Los grandes cambios tecnológicos producidos por
    la Revolución
    Industrial vinculados a las artes gráficas, al mismo
    tiempo que los
    grandes cambios estructurales (los primeros cambios en el pasaje
    del modo de producción feudal a los inicios del
    capitalismo,
    el florecimiento de la Ilustración, luego la Revolución
    Francesa, el ascenso de la burguesía, etc.) dieron
    lugar al desarrollo de
    la prensa y la
    literatura, sobre
    todo en Francia e
    Inglaterra.
    Así aparecen las primeras publicaciones y una nueva figura
    en escena: el periodista. Los dirigentes jacobinos de la Revolución
    Francesa, comenzaron a publicar los primeros
    periódicos modernos.

    Aquí, en el Río de la Plata, la Revolución
    de Mayo nace bajo la impronta de la Ilustración y de la Revolución
    Francesa, por lo tanto la situación material e
    ideológica de la prensa comienza a
    tomar un fuerte impulso a partir de 1810. Se modernizan las
    imprentas, nacen otras nuevas, se comienza a dar prestigio a la
    palabra impresa. Algunos ejemplos serán La Gaceta de
    Buenos Aires,
    de Mariano Moreno, los periódicos como El Censor,
    Mártir o Libre, El Independiente, Los Amigos de la Patria,
    El Grito del Sud, etc. Sin embargo estas primeras publicaciones
    tenían también su reflejo en la prensa inglesa de
    esa época, donde los periodistas eran los políticos
    de esa época, que más que escribir predicaban,
    enseñaban, adoctrinaban… (v. Rivera, 1998).

    Tanto en Inglaterra como
    en Francia, la
    revolución
    industrial y el ascenso de la burguesía opera como
    motor de cambio del
    periodismo
    gráfico dando origen a los nuevos diarios y a la
    profesión del periodista, a las agencias de noticias, los
    corresponsales y fundamentalmente la separación entre los
    periódicos -abocados a la noticias- y las revistas
    -más dedicadas al análisis político-literario-. (v.
    Ford, s/a).

    Mientras tanto en nuestro país, o proyecto de
    país, se estaban organizando las primeras imprentas, se
    comenzaban a fijar los primeros temas importantes para la
    discusión cultural, como la creación de imprentas y
    bibliotecas, las
    academias, la educación, etc. Esto
    siempre bajo la influencia de la Ilustración europea. Los
    escritores y protoperiodistas todavía se dedicaban a otras
    profesiones que les remitieran ingresos y en
    segundo plano a escribir.

    Con el auge del romanticismo (en
    las primeras décadas de 1800 en Europa y en
    América
    un par de décadas después) comienzan a publicarse
    obras periódicas ilustradas, generalmente semanales, (las
    primeras revistas) donde ya no se hace hincapié en la
    noticia sino que se permiten la licencia de incluir obras de
    teatro,
    literarias, noticias sociales, ilustraciones litográficas
    y el género más importante: el folletín
    (aunque sabemos este género tiene casi dos siglos de
    existencia, tendrá en el siglo xix un auge y un desarrollo
    nunca experimentado). Este género será
    hegemónico hasta entrado el siglo xx, cuando sea
    reemplazado por la historieta o cómic. (v. Rivera,
    1994)

    Los orígenes europeos de la prensa ilustrada no
    son tan lejanos de los nuestros. En 1835 Rivera Indarte crea el
    primer periódico
    ilustrado de Buenos Aires: El
    Diario de Anuncios. (v. Rivera, 1998). Luego llegarán
    Museo Americano de ese mismo año, que era un semanario
    ilustrado editado por el suizo César Bacle, quien
    instaló en Buenos Aires, el primer taller de
    litografía hacia 1928, y La Moda, 1837, la
    primer revista que
    incluye en sus páginas la frivolidad como tema, aunque de
    todas formas sigue el estilo de la Ilustración, con sus
    notas de marcado enciclopedismo. Alberdi fue uno de sus ilustres
    integrantes.

    De todas formas Europa y ee.uu.
    continuaban llevando la delantera, en adelantos técnicos,
    mediáticos y estilísticos. El crecimiento
    poblacional, la creciente instrucción y poder
    adquisitivo hacen del público letrado un mercado
    más que apetecible tanto en Francia, en Inglaterra como en
    ee.uu. Por eso comienzan a partir de la tercera década del
    siglo xix a florecer lo que se llamó la prensa
    sensacionalista, dando lugar a temas policiales, crímenes
    espectaculares, el relato detallado de hechos reales, etc. (v.
    Ford, s/a). Este tratamiento y popularización de la prensa
    junto con las innovaciones técnicas como la prensa
    rotativa y luego los linotipos, junto con la fabricación
    cada vez más barata de papel,
    permitirá el nacimiento de los grandes imperios
    periodísticos como los de Pulitzer y de Hearts.

    En el Río de la Plata, dentro de una coyuntura
    política
    conflictiva, una guerra civil y
    la nueva organización nacional, dará lugar a
    un tipo de relación política facciosa que
    también determinará la forma de la prensa hasta
    principios del
    siglo xx, esta prensa de facciones conservadoras dará
    origen a dos diarios fundamentales en la historia de los medios
    gráficos: La Prensa (de José C. Paz) y La
    Nación (de Bartolomé Mitre), estos dos medios
    matutinos serán por mucho tiempo los medios
    hegemónicos de transmisión de noticias y manejo de
    la opinión pública. Presentando una permanente
    tensión entre ambos, adscribiendo alternativamente al
    modelo
    americano moderno, o al modelo
    francés. (v. Saitta, 1998)

    Pero ya para 1870 el mundo había logrado varios
    cambios tecnológicos y habían nacido otras
    relaciones entre nuevas tecnologías y comunicación mediática. La palabra
    escrita no era lo único que el público
    quería ver, hacía tiempo que las imágenes
    informaban tanto como la palabra, desde que en 1831 Louis Jacques
    Daguerre había inventado la forma de plasmar imágenes
    sobre una plancha metálica bañada en yoduro de
    plata. Este será el comienzo de un siglo de innovaciones
    técnicas hasta la incorporación definitiva de la
    fotografía
    como un medio de expresión e información. Hubo intentos y mejoramientos
    del procedimiento de
    Daguerre, pero el último cambio
    fundamental fue la creación de la película de
    celuloide creada en 1889 de George Eatsman que puso fin al
    daguerrotipo para dar lugar a la fotografía
    moderna. (v. Microsoft
    Corporation, 1998).

    Sin embargo las fechas y las evoluciones
    cronológicas de los dispositivos técnicos poco nos
    dicen de su desarrollo concreto, de
    sus concretas inserciones o de sus propios tiempos de evolución. En el caso de la
    fotografía, nos encontramos con que el género
    más utilizado por la prensa, fotoperiodismo, había
    sido inaugurado mucho antes del nacimiento de la
    fotografía. Como cuenta Rivera, en "Antepasados de la
    fotografía. Pintores periodistas", (v. Rivera, 1997) la
    fotografía periodística ya tenía un nicho de
    aplicación antes de haber siquiera nacido. Los pintores
    del siglo xviii y principios del
    xix, ya pintaban sucesos importantes, generalmente hechos
    sensacionales o fuertemente emotivos (muertes de célebres,
    fusilamientos masivos, etc.). El fin tenía un fuerte
    carácter informativo. Aquí, en el Río de la
    Plata, cuando ya estaba instalada la fotografía, aun se
    continuaba haciendo, como el caso del cuadro Episodio de la
    Fiebre Amarilla, del uruguayo Juan Manuel Blanes. Famosas fueron
    las primeras imágenes fotográficas de la Guerra de
    Crimea, del inglés
    Roger Fenton en 1855. Aunque en general esto fue aislado, pues
    los primeros fotógrafos se
    dedicaron, en un principio a fotografiar paisajes, naturalezas
    muertas o retratos, sin encontrar, hasta pasada la mitad del
    siglo un lugar dentro de los medios informativos o
    periodísticos. En este sentido me parece interesante la
    reflexión de Rivera acerca del descubrimiento de la
    noticia y en especial de la ‘mala noticia’ (el
    sensacionalismo) hecho por la pintura mucho
    antes que lo pudiera hacer la fotografía.

    Como vemos la palabra escrita y la imagen no siempre
    fueron juntas, sobre todo porque las limitaciones técnicas
    y las diferencias de códigos muchas veces hacían
    que las relaciones no fueran tan simétricas como las
    conocemos ahora.

    La llegada de formas modernas de composición
    tampoco cambiaron la historia en forma inmediata. Los
    periódicos de finiseculares hasta entrada la primera
    década de nuestro siglo continuaban componiendo sus
    portadas sin aprovechar todas las posibilidades técnicas
    de composición. Encontramos que diarios de gran tiraje
    como La Prensa y La Nación, no incluyen todavía,
    grandes titulares o fotografías en sus
    portadas.

    Sin embargo, para completar este desarrollo
    histórico mediático nos faltan todavía dos
    procesos
    tecnológicos fundamentales que serán el eje del
    cambio del código perceptivo que signará al siglo
    xx. Claro estamos hablando del nacimiento de la radio, creada
    a partir del desarrollo tecnológico descubierto por
    Guglielmo Marconi en 1896, al inventar la telegrafía sin
    hilos. El objetivo de la
    telegrafía sin hilos fue en un principio acompañar,
    en plena etapa de los imperialismos, el desarrollo
    económico de las grandes potencias marítimas, y
    apoyar estratégicamente el desarrollo de las relaciones
    beligerantes de estas mismas potencias en su afán de
    dividirse el mundo (v. Bosetti, 1994). Pero Sarnoff, un ingeniero
    en radiotelefonía de la empresa de
    Marconi, vio la posibilidad de que la radio no tenga
    solo una fin sino que pueda pensarse como parte de un proyecto
    comercial y comunicativo más amplio, esto daría
    lugar a las transmisiones culturales.

    En la Argentina (desde
    la primera transmisión de la ópera Parsifal de
    Wagner lograda por Susini en 1920) también recorrió
    el modelo europeo y americano de corte educacional-cultural, pero
    en 1927, con la compra de Radio Belgrano
    por parte de Jaime Yankelevich comenzarán a aparecer al
    aire los primeros
    shows radiales y el entretenimiento popular (v. Bosetti,
    1994).

    También a fines de siglo, en 1895, nace un medio
    que cambiará definitivamente la percepción, la difusión de la
    cultura y los
    conceptos de comunicación. Desde la presentación
    del colosal invento de los hermanos Lumière en el
    salón del sótano del Grand Café de
    París, donde el corto "La llegada de un tren"
    provocó el pánico en los espectadores, hasta la
    primera presentación del film en Buenos Aires, en el
    teatro
    Odeón (en 1896) sólo había pasado un
    año. Esto nos muestra que
    contrariamente con lo que sucedía con los desarrollos
    desiguales de los otros medios el cine no
    estará tan desfasado en tiempo ni en desarrollo (por lo
    menos hasta los años ’30 o ’40).

    Aunque cabe destacar que el cambio fundamental del medio
    cinematográfico operará no sólo a nivel
    perceptivo sino a nivel mediático en los demás
    dispositivos. La fotografía no volverá a ser la
    misma a partir del nacimiento de la imagen en
    movimiento. El
    pasaje de la imagen estática,
    propia de la iconografía y del retrato pictórico, a
    la dinámica de la figura, diferenciada del
    fondo, son obra, seguramente, del desarrollo de los planos,
    primeros planos y del montaje, propios de la enunciación
    cinematográficas, que tendrá como pioneros a
    Griffith y Eisenstein. (v. Rivera, 1994, Schnitzer y otros,
    1974). En la Argentina, como decíamos, el cine
    llegó muy pronto, en relación a los otros adelantos
    tecnológicos anteriores, y sus pioneros, sin duda fueron
    Eugenio Pastor y Eustaquio Pellicer, quienes organizaron la
    primera muestra de cine
    en el teatro Odeón y Eugenio Py, que fue el primero en
    realizar una filmación, en 1897, con una máquina de
    la Casa Lepage, que fue el primero en importar la cámara
    Elgé, similar a la de los hermanos Lumière (v.
    Martín, s/a).

    Además, el cine, fue un importante motor del cambio
    en las concepciones de los escritores y dramaturgos quienes
    hicieron interesantes adaptaciones de obras de teatro o
    folletines. Vale nombrar a Gonzáles Castillo con su
    adaptación de "Juan Moreira", para el film de Mario Gallo,
    o el de "Nobleza Gaucha". También las adaptaciones de Hugo
    Wast, sobre todo "Federación o muerte" (1919)
    dirigida por Gustavo Carballo basada en el folletín que se
    publicaba en PBT. Otras incursiones relevantes fueron las de
    Horacio
    Quiroga y Manuel Gálvez, que intentaron crear una
    productora cinematográfica, aunque el proyecto
    fracasaría por no conseguir el financiamiento
    económico.

    El caso de Quiroga es, especialmente interesante, porque
    fue uno de los primeros escritores-periodistas en dedicarse a la
    crítica cinematográfica, un género nuevo en
    las publicaciones periódicas de la época (Caras y
    Caretas, Atlántida, El Hogar) aunque, poco tiempo
    después, se convertiría en una sección
    más de los periódicos.

    Tanto el cine como la radio
    modificarían fundamentalmente las concepciones hasta
    entonces conocidas, pero los tiempos políticos del
    país serían un serio determinante de la
    popularización de algunos medios, como los
    periódicos vespertinos y los magazines modernos (al estilo
    europeo, pero con algunas modificaciones contextuales). Un
    ejemplo de esto será sin duda Caras y Caretas, que elige
    una novedosa fórmula, la de incluir historietas,
    viñetas costumbristas y otros géneros
    periodísticos como la entrevista.
    Además de la composición más novedosa, la
    publicación ingresa en un terreno interesante, la
    crítica política.

    Cuando hablamos de la coyuntura política de
    principios de siglo, estamos teniendo en cuenta a la
    generación modernista, a las nuevas formas de
    relación social producida por el ingreso de actores
    sociales nuevos como el proletariado urbano, a la
    democratización educativa producida por la
    generación del ’80 en su afán de homogeneizar
    la gran masa de inmigrantes europeos del último cuarto de
    siglo xix. Estamos hablando también del ingreso a la vida
    política del socialismo y el
    anarquismo y de la ucr, primer partido burgués no
    faccional que, a pesar de su compleja conformación, fue el
    primero en plantear concretamente el fin del fraude
    conservador, impulsando desde su lugar opositor la Ley de Sufragio
    universal y el ingreso a la vida política de una gran masa
    -con altos niveles de instrucción- que exigían
    participar de la vida política. Está coyuntura
    política permitió seguramente la creación y
    nacimiento de nuevas publicaciones con formato magazine y
    también con estructura
    periódica.

    En este terreno es imposible eludir el cambio
    significativo provocado por Natalio Botana con Crítica que
    en 1913, (un año después de la Ley Saenz
    Peña) sale a la calle a competir por un espacio entre los
    diarios vespertinos. Crítica, según Saitta, nace
    como un diario que, a pesar de tener un discurso de
    independencia
    de los partidos
    políticos, tiene un fuerte posicionamiento
    conservador y antipopular. Pero su innovación más importante fue la
    gran utilización del titular de gran cuerpo, el
    hincapié constante en la noticia policial,
    situándose en un lugar sensacionalista muy marcado. Aunque
    en los finales de la década del ’10 y el principio
    de la década del ’20, las transformaciones eran muy
    grandes, lo que permitían esta suerte de
    hibridación de sensacionalismo e intelectualidad, que
    podía convivir en un medio. Más tarde incluso una
    década después, Botana, le entregará a Petit
    de Murat y a Borges el
    suplemento de los sábados que tendrá un sesgo
    intelectual pero haciendo permanentes concesiones a la cultura
    popular.

    Este hincapié en las concesiones permanentes a lo
    popular llaman la atención por el origen y posterior
    derrotero de Borges y Petit de
    Murat, ya que ambos provenían de la vanguardia
    artepurista de los años ’20, es decir el Grupo Florida
    (que había editado la revista
    Martín Fierro). Este grupo
    modernizador había aportado las innovaciones de utilizar
    en su publicación el tamaño tabloid, tematizando
    una gama muy amplia de fenómenos expresivos que van desde
    la arquitectura
    hasta el jazz. Buscando permanentemente la originalidad
    expresiva, la supremacía de la forma por sobre el
    contenido y el alejamiento de cuestiones banales como la
    política. Sin embargo, contradictoriamente, el grupo se
    separa por cuestiones políticas
    (el apoyo o no a la segunda candidatura de Yrigoyen).

    Meridionalmente opuesto se encontraba el Grupo Boedo,
    con fuerte compromiso político de izquierda. En su seno se
    encontraban escritores de no menor importancia que en el Grupo
    Florida. Aunque con menos desenfado y más comprometidos,
    el caso de Roberto Arlt se transforma en paradigmático,
    puesto que nos obliga a dudar (con el beneficio de la perspectiva
    que nos da el tiempo) si estas divisiones y clasificaciones no
    son demasiado rígidas o solo son formas de encuadrar el
    clima confuso
    de la época.

    Por último, y sabiendo que esta síntesis
    es incompleta y caótica, (aunque como decíamos al
    principio, todas los son), me gustaría referirme a un tema
    interesante que es algo que trasciende hasta nuestros
    días. En los comienzos de la radio, más
    específicamente en su época comercial a fines de la
    década del ’20, se comienza a organizar la programación con el criterio utilizado en
    la literatura,
    las revistas y hasta las publicaciones periódicas, de
    acuerdo al género. Bosetti habla de los géneros
    radiales y los divide en cinco: los programas
    humorísticos, los programas
    musicales, los programas deportivos y los informativos. Por
    último los radioteatros. Que tenían su origen en el
    folletín y en la obra costumbrista.

    Me parece interesante pensar cómo esta suerte de
    homogeneización de géneros fuertes en la programación radial pervive hasta nuestros
    días sin demasiados cambios. Excepto por un género
    importante que es el magazine matutino, nacido como una nueva
    forma de cohesión de diferentes géneros: el
    informativo, el musical, el radioteatro, etc.

    Tanto la radio, cómo los demás medios
    estudiados, han pasado por un proceso de
    instauración social, donde comienzan a aparecer las
    primeras relaciones entre emisiones radiales y oyentes. Bosetti
    plantea los cambios lingüísticos que genera la radio,
    cambiando el vocabulario cotidiano, puesto que a partir de fines
    de la década del ’20 y hasta los años
    cincuenta será la radio será el medio
    hogareño hegemónico. Por ejemplo la
    utilización de palabras como sintonizar (utilizada
    metafóricamente en la vida cotidiana para preguntar si el
    otro nos entiende) , estar en la misma frecuencia (más de
    nuestra época por las fms), cambiar de dial (para cambiar
    de tema), etc. refleja sin duda como el medio opera un
    irremisible cambio en la vida cotidiana. Lo harán
    también los programas humorísticos y las
    publicidades, extendiendo su penetración social hasta
    ahora.

    Para finalizar quiero detenerme en este último
    análisis. Cuando los medios se van
    instalando socialmente lo hacen siempre con diferentes tiempos y
    diferentes niveles de penetración social. Esta
    instauración mediática se realiza conforme a dos
    limites
    dialécticamente relacionados: las posibilidades
    tecnológicas y las posibilidades perceptivas (de
    codificación) social. Muchos cambios mediáticos no
    se pudieron realizar puesto que aunque estaban dadas las
    posibilidades tecnológicas no había posibilidades
    receptivas y viceversa. Esto ocurre con los cambios producidos en
    la prensa y en el nacimiento de los géneros de los medios
    gráficos, ocurre con el cine, la radios y sus
    géneros específicos. Pero también sabemos,
    lo hemos visto, que un nuevo medio puede generar un cambio
    perceptivo y a su vez este cambio permite cambios en otros
    medios. Por ejemplo el cambio perceptivo operado por el cine
    (imagen en movimiento)
    sobre la enunciación fotográfica, la
    profundización del campo y las diferenciaciones entre
    fondo y figura. Al mismo tiempo dando lugar a integrar
    imágenes en los medios gráficos que todavía
    no habían reconocido que la cultura letrada había
    caído significativamente en pos de dar lugar a una cultura
    visual y luego audiovisual.

    Bueno el espacio, definitivamente, no me alcanzó.
    Borré muchos párrafos de análisis, lo cual
    se nota en el "estilo colage" del presente texto. De todas formas
    está bien que sea así, porque como decíamos
    al principio toda historia cultural es ante todo un recorte
    arbitrario, ideológico e individual. Bien este es mi
    modesto recorte, se que han quedado afuera infinidad de elementos
    respecto de los medios gráficos, de la función del
    periodista, de los cambios producidos por los adelantos
    tecnológicos en la composición, de algunas
    relaciones mediáticas con la Primera Guerra, etc. etc.,
    etc.

    Espero que haya cumplido con algunos de los objetivos
    propuestos por ustedes, en mi caso este último trabajo me
    dio una perspectiva (que no tenía) acerca de la intrincada
    relación entre medios y vida cotidiana, de vida cultura,
    de historia cultural. Reflexionando sobre esto pensaba que
    seguramente ninguno de nosotros es el mismo que hubiera sido de
    no haber existido el cubismo, el
    montaje cinematográfico, la publicidad radial
    o el fútbol visto desde la tv. Quiero decir que los
    medios, nuestra historia cultural, nos condiciona profundamente:
    nadie verá jamás una construcción o un cartel publicitario de la
    misma forma que se veía antes del cubismo,
    tampoco nadie verá jamás un partido de
    fútbol, de la misma forma que lo hacía antes,
    después de Fútbol de Primera.

    Buenos Aires, 25 de junio de 1999

    Gustavo Sotolano

    Bibliografía

    Bosetti, Oscar (1994). Radiofonías. Palabras y
    sonidos de largo alcance, Buenos Aires: Colihue.

    Ford, Aníbal (s/a). "Literatura, crónica y
    periodismo" en
    Capítulo Universal Nº 39. Buenos Aires: CEAL.
    (Editado en Documento de la Cátedra Nº3, del
    primer cuatrimestre de 1999).

    Martín, Jorge Abel (s/a). Cine Argentino.
    Historia, documentación, filmografía. Buenos Aires:
    Cine Libre.

    Microsoft Corporation, (1998), Enciclopedia Encarta 99
    (2 CDs)

    Rivera, Jorge (1995). El periodismo Cultural. Buenos
    Aires: Paidós.

    Rivera, Jorge (1998). El escritor y la industria
    cultural. Buenos Aires: Atuel.

    Rivera, Jorge, (1994) Postales
    electrónicas. Buenos Aires: Atuel.

    Rivera, Jorge, "Pintores Periodistas" en El país
    cultural. (Montevideo), 21 de marzo de 1997, pp. 7. (En documento
    de la cátedra Nº3, primer cuatrimestre de
    1999)

    Saitta, Silvia (1998) "La arena del periodismo" en
    Regueros de tinta. El diario Crítica en la década
    de 1920. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

    Schnitzer, Luda, Schnitzer Jean, Martin, Marcel (1974).
    Cine y revolución. El cine soviético por quienes lo
    hicieron. Buenos Aires: Ediciones de la flor.

    Palabras claves: Historia -Medios – Argentina – Diarios
    – Revistas – Radio

    Resumen: HISTORIA DE LOS MEDIOS EN LA ARGENTINA
    Sinopsis
    El trabajo
    elabora una sinopsis histórica de los medios de
    comunicación en, la Argentina, durante los siglos XIX
    y XX (llegando como mínimo hasta 1930). Trabaja
    comparativamente los aspectos nacional y mundial, y relaciona los
    factores socio-políticos, económicos,
    tecnológicos y culturales del proceso,
    así como posibles influencias, competencias etc.
    entre las
    distintas tradiciones mediáticas. El trabajo es
    de análisis, y no una yuxtaposición de
    textos. Incluye, al menos los siguientes elementos:

    a) Períodos macrohistóricos y el modo en
    que afectaron al proceso mediático.
    b) Génesis y desarrollo de la
    prensa moderna, la radio, el cine, la fotografía y las
    revistas.
    c) Algunas particularidades de los géneros
    propios de la modernización (folletín,
    sensacionalismo, radioteatro, por ejemplo)

     

     

    Autor:

    Gerardo Sturzen

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